XXX San Silvestre vicalvareña

Lo primero es desear un feliz año a todos.

Cumplida la formalidad, paso a relatar lo acontecido en la XXX edición de la San Silvestre vicalvareña.

Fuimos seis pradolongueros los que participamos en esta carrera: Quique, Miguel, Ninfa, los dos emilios y un servidor. Excepto Ninfa que ya estaba en Vicálvaro, el resto habíamos quedado a las diez y cuarto en el barrio para que Miguel nos acercara generosamente en su coche. Gracias Miguel.

Cuando salíamos hacia Vicálvaro estaba lloviendo a mares, pensábamos que nos iba a tocar nadar en vez de correr, sin embargo, fue amainando según nos acercábamos al lugar de la salida. De hecho, cuando aparcamos el coche, ya no caía ni una gota y aunque llovió tenuemente, la lluvia no molestó ni durante la carrera ni después, por lo que hizo un magnífico día para correr.

En el polideportivo de Vicálvaro nos encontramos con Ninfa, recogimos los dorsales con chip incorporado y nos hicimos la foto de rigor.

Luego estuve buscando a mis compañeros de MaraTI+D pero costó trabajo reunirnos los cuatro. Otra fotito y tuve que dejar la cámara a uno de los compañeros porque yo ya había dejado mi mochila en el ropero. Todo deprisa y corriendo porque el tiempo se nos echaba encima.

Con el tiempo justo, estuve calentando unos minutos y haciendo unos estiramientos y luego estuve buscando a Ninfa a la que había prometido hacer de liebre en la carrera ya que ella tenía posibilidades de hacer algo. Y vaya si lo hizo. Llegó décima fémina y segunda senior femenina, por lo que no hice del todo mal mi trabajo.

Este mes de diciembre había sido algo cargado de carreras para lo que acostumbro, ya que había participado en Akiles, Aranjuez y en la carrera del aceite y después de haber ido a tope en estas tres carreras no me apetecía volver a dejarme la piel, por lo que el hacer de liebre me vino de perillas para correr algo más relajado.

Había pensado que un ritmo de 4:20 podría venir bien a Ninfa por lo que intenté salir algo más lento para poder apretar al final, sin embargo, ella empezó a acelerar cada vez que veía a otra chica y quizás los dos primeros kilómetros fuimos algo deprisa, de hecho no sabía si la liebre era yo o al revés. Enseguida conformamos un trío junto con el hombre radiactivo. En la primera vuelta, la vi bastante bien, de hecho el ritmo que marcaba podía seguirlo bien, mientras que Emilio se quedó algo rezagado al paso por el km 4.

De todas formas, quizás pagó la alegría de la salida y en la segunda vuelta sufrió bastante para conservar su posición. Sobre el km 7 iba muy apurada, pero ya quedaba poco para meta.

Cuando llegamos a la pista del polideportivo para realizar los últimos 300 metros la animé para que fuera a tope, pero me comentó que ya iba en las últimas. Llegamos a meta con un tiempo de 36:37 para mí y 36:38 para Ninfa. No llego a entender la diferencia de un segundo porque llegamos juntos a meta, pero bueno, el tema de las clasificaciones fue un auténtico caos, ya que los cronometradores echaban la culpa al agua de que hubiese fallado su sistema de medida. El organizador estaba que trinaba diciendo que no pensaba pagar ni un euro ya que habían prometido que todo sería miel sobre hojuelas y fue un desastre.

Después de la llegada, recogí la bolsa y me fui a duchar sin acordarme de la cámara que dormía en la mochila de uno de mis compañeros. Cuando salí no conseguí encontrarle, por lo que imagino la cámara estará en su poder en estos momentos.

Estuvimos esperando al sorteo por si nos tocaba algún embutido, pero este año no hubo suerte y como las clasificaciones seguían sin estar listas, optamos por volver a casa hartos ya de pasar frío. Dejamos allí a Ninfa junto a Maxi, Almudena y Maite, seguros de que nuestra compañera pradolonguera subiría al cajón. Cuando ya estaba en casa recibí su llamada contentísima por su segundo puesto del pódium.

Y con esta carrera cierro la temporada 2009. Temporada que me ha dejado una sensación agridulce. Tuve mis malos momentos en primavera, ya que en el mes de marzo me hice un bonito esguince de tobillo que me hizo perderme la maratón de Madrid. Pero por otro lado, en otoño he hecho las mejores marcas de mi vida en 10 km y ¡he podido bajar de cuarenta minutos en un diez mil!

Otro motivo de satisfacción ha sido ver cómo el grupo pradolonguero aumentaba con nuevas incorporaciones: Emilio II, Macu y Ninfa son ya como de la familia.

La próxima, si no sucede nada raro, será la media de Getafe el próximo 24 de enero, carrera a la que ya estoy inscrito.

VII Carrera popular del aceite

Ya estoy de vuelta después de disputar esta mañana la VII edición de la carrera del aceite. Esta carrera se celebra en Los Navalmorales, provincia de Toledo.

Antes de la crónica, un poco de historia. Resulta que hasta 1835 Los Navalmorales eran dos localidades independientes: Navalmoral de Pusa y Navalmoral de Toledo. Ambos municipios se encontraban separados físicamente por el arroyo de El Lugar o de La Fuente. El 23 de septiembre de 1833 se reunieron ambos ayuntamientos para decidir su unión y en el citado año de 1835 se llevó a cabo y de ahí surgió el nombre actual del pueblo.

Esto viene a cuento porque mientras Navalmoral de Pusa está situado sobre una zona más o menos llana, Navalmoral de Toledo está en la ladera de un cerro. Y como podrá imaginar el avezado lector la carrera transcurrió por el ahora barrio de Navalmoral de Toledo, en un circuito bastante duro al que había que dar dos vueltas y donde prácticamente no más de 200 metros serían llanos.

Lo único positivo es que aunque la distancia a recorrer figuraba como 5 km, en realidad sería de 4,7 km, por lo que cuando uno quería darse cuenta, ya estaba en meta. Eso sí, al ir a tope, llegaba uno con los pulmones en la boca.

En la línea de salida, no creo que hubiese más de 200 corredores, que esperaban impacientes el comienzo de la carrera. Ésta se retrasó cinco minutos para que los que se apuntaron en el último momento pudieran tomar la salida. Aunque había poca gente, se veía que había nivel y es que los 25 litros de aceite que se llevaba el primero atrajo la atención de curtidos corredores que se iban a partir la cara por tan preciado premio.

La jugada consistía en ir a tope desde el primer metro y eso fue lo que hice. Salí a muerte y sufrí de lo lindo, tanto en las cuestas arriba como en las cuestas abajo. Además las bajadas se complicaban bastante porque el suelo estaba totalmente mojado y era fácil irse al suelo. De hecho, antes de la carrera, una chica de las categorías inferiores estaba en la ambulancia con un bonito esguince. Y eso me asustó, ¡vaya si me asustó!

En la bajada más pronunciada de la primera vuelta me pasó la que a la postre fue la ganadora de la carrera. La que iba en segunda posición me iba respirando en el cogote, tratando de no alejarse demasiado de la primera. La segunda hizo lo propio en la bajada de a siguiente vuelta, sin embargo, traté de seguir su estela. En el último hectómetro eché toda la carne en el asador y conseguí sobrepasar a mi compañera de desventuras.

Miré el cronómetro y comprobé, asombrado, que marcaba 17:27. Si hubiese sido de cinco kilómetros, la marca hubiese sido asombrosa para mí, pero también me resulta una buenísima marca si la distancia real fuese de 4,7 km, que por ahí andaría. Me temo que siempre me quedaré con la intriga de cual es la distancia real.

Después de darlo vueltas y viendo los tiempos, creo que la distancia debe de estar entre 4,6 y 4,7 por lo que daremos por bueno una distancia de 4,65 km. Eso implica que sale un ritmo de 3:45/km y unos puntos de Purdy de 508,02 lo cual indica que es la segunda carrera en la que consigo sobrepasar esa barrera de los 500 puntos.

En la página de resultados pude ver que el puesto que ocupé es el 40 de 149 participantes y noveno de mi categoría. Pensaba que habría hecho sobre el treinta, pero no me quejo.

Antes de salir para Los Navalmorales pasé por la báscula. Pensé que se iba a notar la cena de Nochebuena, pero la disminución del peso ha seguido en su línea. Marcaba 69,5 kg la báscula.

XXVI Carrera popular villa de Aranjuez

Todavía no me lo puedo creer. Después de tantos años en el mundillo de las carrera populares, es la primera vez que consigo bajar de cuarenta minutos en un diez mil. Es decir, correr por debajo de cuatro minutos el kiómetro. Y ha sido en Aranjuez donde lo he conseguido, no obstante es una de las carreras más llanas de cuantas se celebran. Ya puedo decir que uno de mis sueños atléticos ha sido realizado. Ya sólo me falta bajar de 1h30 en media maraton. Veremos si soy capaz.

Lo cierto es que el día amaneció bastante frío. Cuando salíamos de Madrid el termómetro marcaba -4,5º, pero por fortuna no había viento, lucía el sol y el frío era más llevadero. Según nos acercábamos a la villa y corte, subió un poco la temperatura, pero no mucho…

Llegamos casi dos horas antes a Aranjuez y nos libramos de los atascos y problemas de aparcamiento que suele haber. Estuvimos apuntando a los niños a sus pruebas y viendo cómo corrían. Siempre una delicia ver a los más pequeños dejándose la piel desde el primer metro. Pensé que esa debía ser mi estrategia, salir fuerte desde el comienzo. Sin embargo, este año la salida era por cajones. Según el tiempo que hubieses escrito a la hora de realizar la inscripción, así salías. Yo había puesto 41 minutos que fue el tiempo que hice el año pasado y me correspondía el tercer cajón. Eso podría costarme muchos segundos perdidos en la salida. Lo malo es que estaba oyendo a la gente y muchos decían que habían puesto que su marca era de 36 minutos cuando no iban a bajar de 50 y eso iba a suponer un obstáculo añadido.

Tuve una suerte tremenda ya que un amigo del equipo Danone me dejó el dorsal de una compañera suya que no podía venir a la carrera. No me importó llevar el nombre de María Angustias en el pecho con tal de poder salir lo más delante posible, aunque eso supusiera alguna chanza que otra.


Antes de la carrera con mis compas de MaraTI+D

Después de saludar a un montón de conocidos tanto de MaraTI+D como de compañeros pradolongueros, me coloqué en el primer cajón con la adrenalina a tope. Dieron la salida y en menos de tres segundos crucé la línea de salida lanzado a toda pastilla. El primer kilómetro, dejándome llevar por los más rápidos, lo pasé en 3:45. Demasiado deprisa, pensé, pero no me veía nada mal. En el segundo kilómetro hay una pequeña cuestecilla, camino de un polígono industrial, ahí el tiempo se me fue a 4:05, pero lo di por bueno ya que era en subida. El tercer kilómetro también fue demasiado rápido, ya que hice 3:49. Sin embargo, a partir de ese momento me calmé un poco y pasada la ansiedad inicial, empecé a ir a un ritmo algo más tranquilo.

Resulta curioso que yendo bastante rápido, para mí, la gente me adelantaba como si tal cosa. Y es que da igual el ritmo que lleves, siempre habrá gente que te adelante. Hagas lo que hagas.

En el kilómetro cinco, ya dentro de los jardines del Príncipe miré mi cronómetro y marcaba 19:35. Ya me veía bajando de los cuarenta minutos si no pinchaba brutalmente… Y fue desde ese momento cuando dejó de adelantarme gente y empecé a adelantar yo. Eso mostraba que mi ritmo era bueno y que algunos habían salido con más alegría incluso que yo.

Delante de mí iban dos corredores del equipo Danone, compañeros de mi amigo que me había cambiado el dorsal y me sirvieron de liebre para no disminuir el ritmo. Antes de salir de los jardines alcancé a uno y poco después de salir, al otro, que se puso a mi espalda y no me dejó hasta meta.

Desde la salida de los jardines hasta que se dobla para coger las cuestecilla del kilómetro nueve, hay una carretera recta y larga que se me hizo interminable, por más que buscaba el giro, no llegaba el momento del giro. Esos kilómetros los pasaba un segundo o dos por debajo de cuatro. La cosa iba bien.

Sobre el km 8,5 se gira bruscamente a la derecha y comienza la segunda cuestecilla de la jornada, que no es gran cosa si llegas con algo de fuelle. Yo debía llevarlos porque subí bien y sabía que coronando el repechito llegaba el km 9 y desde allí es favorable hasta meta. Pasé esa última dificultad y aceleré (o eso pensaba yo) hacia la meta, donde llegué todo feliz con un tiempo oficial de 39:33 y neto de 39:30 que se convierte en mi MMP. Pero no sólo eso, sino que es la primera vez que bajo de 40 minutos y la primera vez que consigo pasar de los 500 puntos de Purdy. Esa puntuación de 514,9 puntos indican que ha sido mi mejor prueba en cualquier distancia desde que corrí mi primera popular, la media Universitaria del 87, hace ya más de 22 años.


Después de la carrera con mis compas pradolongueros

Tiempos por kilómetro:

Kilómetro Ritmo por km
1 3:45
2 4:05
3 3:49
4 3:56
5 3:55
Primera mitad 19:32
6 3:59
7 3:57
8 3:59
9 4:04
10 3:56
Segunda mitad 19:58
Tiempo total 39:30

XXIX Trofeo Akiles

En una mañana fresquita, pero no tanto como decían las previsiones, un trío de pradolongueros nos hemos dado cita para correr la que es, sin lugar a dudas, la carrera más bonita de cuantas se celebran en Madrid. Se trata del Trofeo Akiles, una carrera ya veterana organizada por el Club Akiles de Atletismo. Y para mí, un año más puedo decir que la organización ha rayado casi en la perfección. Tan «casi» que no se me ocurre ninguna pega que poner… ¿quizás un poco escasa la bolsa del corredor? Pero eso son menudencias.

A eso de las ocho y media llegábamos al aparcamiento habilitado por la organización para este evento, cuando todavía no había prácticamente coches. Carlos, un buen amigo de Emilio II, nos acercó generosamente en su coche ¡¡¡muchas gracias Carlos!!! Y en su coche compartimos asiento con su perro, que también iba a meterse entre pecho y espalda los 10 km, aunque Carlos ya nos advertía que eso era pan comido para su can.

Con tanto tiempo por delante, pudimos recoger chip y dorsal sin ningún problema. Estando en esos menesteres, me encontré con Rafael, hermando de Juan Ignacio y estuvimos un buen rato charlando. Viendo el frío que hacía entramos en uno de los quioscos que hay junto al lago y estuvimos tomando café para no quedarnos fríos. La verdad es que me sentó de vicio ese cafetito con leche calentito.

Sobre las nueve y cuarto fuimos al guardarropa a dejar la bolsa con la ropa y nos pusimos a calentar, no sin antes hacer una parada a saludar a los compañeros de MaraTI+D. Allí ya cada uno se fue por su lado, pero Quique me acompañó y después de saludar seguimos calentando, haciendo unos progresivos para poder salir ya con las pulsaciones altas y los músculos calientes. Al poco coincidimos con Ninfa y Emilio que venían de hacer una cabaña. Ambos con los cuadriceps algo agujeteados después del cross de Patones que corrieron el día anterior; sin embargo a Emilio II y Carlos no parecía importarles haber corrido ayer y allí estaban dispuestos a tomar la salida.

Me coloqué junto a Emilio y Quique cerca de la línea de salida y cuando sonó el pistoletazo salimos a toda pastilla, como si nos fuese la vida en ello. Quique se marchó en el primer metro y Emilio se descolgó al paso del primer kilómetro. En ese momento me pasó Ambrosio como un ciclón. Este hombre es incombustible.

En esos primeros kilómetros no me encontraba demasiado bien, ya que todavía tenía el desayuno en la boca ¡¡¡y eso que había desayunado dos horas y media antes!!! Aunque iba a buen ritmo, tenía la sensación de que lo iba a pasar mal, pero seguía apretando.

Después de pasar el tramo más complicado y empezar a bajar del cerro de Garabitas, pasamos por el kilómetro cinco. En ese momento miré el reloj y me pareció que marcaba 21:47, por lo que me parecía complicado llegar a los 42:00. Eso me azuzó y apreté un poco más en la bajada, aunque controlando un poco para no desbocarme en ese terreno tan favorable.

Después de bajar Garabitas vi a Esteban animando al personal y me indicó que Quique estaba cerca. Sabía que muy cierto no podía ser, pero me motivó aún más. Seguía buscando en la lejanía la espalda de Quique, pero al que vi fue a Ambrosio, que se convirtió en mi objetivo. Veía que poco a poco le iba comiendo el terreno. Y sobre el kilómetro 8,5 le pude pasar. En esos momentos iba eufórico porque algunos kilómetros (los más favorables) los había pasado a menos de cuatro minutos.

Pasando el nueve, el terreno es ligeramente descendente y ahí eché toda la carne en el asador. Por megafonía iba oyendo que el tiempo era inferior a cuarenta minutos y eso me iba motivando cada vez más. De hecho, me parecía imposible que así fuese porque eso indicaba que no sólo podía bajar de 42 minutos, sino ¡¡¡que podía hacer mi mejor marca personal!!! Y así fue, entré en meta más feliz que unas castañuelas con un tiempo bruto de 40:53 y neto de 40:48, bajando mi mejor tiempo, que databa de 1999, en 51 segundos. Brutal, el subidón que me dio cuando entré en meta fue brutal. Ni en mis mejores sueños se me hubiera ocurrido que en Akiles fuera a hacer mi MMP. Y no sólo eso, sino que en Aranjuez pienso rebajar ese tiempo, optimista que es uno…

Lo mejor es que salimos todos contentos. Quique porque había conseguido bajar de 40 cuando había pasado una noche fatal debido a las toses. Emilio porque había hecho 43 después de correr en Patones y yo porque uno no consigue MMP todos los días. Un día redondo.

Por cierto, la clasificación se puede ver aquí.

Esta vez sí conservé en la memoria del cronómetro los tiempos por kilómetro, no como en Rivas que lo borré sin querer. Estos son los tiempos:

14:10
24:12
34:31
44:19
53:56
Primera mitad21:10
63:48
73:56
84:05
94:04
103:42
Segunda mitad19:38
Tiempo total40:48

XI 10 km de Rivas

¡Menuda suerte hemos tenido! Cuando hemos llegado a Rivas a eso de las diez y media estaba cayendo el diluvio universal y hacía un viento del carajo. A esas horas estaban corriendo los niños y llegaban todos a los vestuarios totalmente empapados. El amigo que me acompañaba decía que no corría en esas condiciones. Digo que hemos tenido suerte porque antes de la hora de salida (doce de la mañana) ha escampado y el viento ha dejado de soplar, por lo que hemos corrido en condiciones inmejorables, aunque con el suelo algo mojado.

Antes de comenzar la carrera, haciendo tiempo cerca de las taquillas me ha sucedido un acontecimiento poco afortunado, ya que un desaprensivo me ha robado el paraguas. Me ha puesto de muy mala leche… Y no porque el paraguas valiese más o menos, sino porque era un regalo, acababa de estrenarlo y ¡¡¡estaba lloviendo!!! Al poco se me ha pasado el cabreo y cuando ha llegado la hora de salida ya estaba olvidado el incidente… que he vuelto a recordar cuando después de ducharme ha vuelto a hacer acto de presencia la lluvia.

La carrera consta de dos vueltas de 5 km en los cuales hay poco llano, al principio ligeramente descendente y luego ligeramente ascendente. Lo malo es que este año se habían sacado una bonita subida sobre el km 3 que rompía bastante el ritmo, por lo que el circuito era más duro que en años anteriores.

Había llegado con la idea de hacer 42 minutos y, al final, lo he conseguido. Salí tranquilo en el primer kilómetro y luego fui aumentando el ritmo, lanzándome en el terreno más favorable, para luego aflojar un poco el ritmo en el terreno ascendente, tratando de no apretar demasiado en esa primera vuelta. Esos primeros 5 km los recorrí en 21:07 y me sentía fuerte.


Salida de la carrera de Rivas 2009, foto cortesía de Laetus Sport

La segunda vuelta, con la misma tónica, apretando en las bajadas y sufriendo en las subidas, sobre todo en la cuesta sorpresa con la que nos ha obsequiado la organización este año. Iba fuerte porque durante toda la carrera he ido adelantando gente. Eso demuestra que vas bien y además da más moral.

Los últimos 500 metros se hacen dentro de la pista de atletismo. Ahí ya me dejé todas mis fuerzas tratando de adelantar a los que me precedían. Y no lo hice mal del todo, porque fue el único kilómetro donde bajé de los cuatro minutos. Llegué a meta con un tiempo neto de 42:17, diez segundos menos que el tiempo bruto y, curiosamente, no muy cansado.

X Carrera cívico-militar contra la droga

Sin comerlo ni beberlo, me he dado de bruces con esta carrera en la que no tenía pensado participar. Y es que hoy la idea era ir a Morata, pero según se iba acercando el día me iba dando más pereza participar. Por lo que deseché la idea de ir a Morata y me levanté con la intención de acercarme a la Casa de Campo y entrenar con los compañeros de la empresa a los que hacía tiempo que no los veía.

Cuando crucé la Avda. de Portugal noté que algo raro pasaba porque había muchísima gente por los alrededores y recordé que se celebraba la carrera contra la droga. Nunca había participado, pero un compañero siempre me había hablado bien de esta carrera. Y a él fue el primero que encontré dorsal en pecho (¿por qué se llamará dorsal si se pone en el pecho?) y el que nos animó a mí y a los otros a que nos apuntáramos a la carrera.

La carrera está organizada por los militares y apuntarse es sencillo, sólo tienes que dar tu año de nacimiento y decir si eres civil o militar y te entregan un dorsal y dos imperdibles a cambio de 0 €. Así tenían que ser todas.

Viendo que la carrera era a las diez y que era poco más de las nueve, decidimos calentar hasta la hora del comienzo para hacer un entrenamiento largo en vez de una carrera corta, por lo que salimos dirección hacia el Zoo y desde allí hasta el puente de la culebra, donde bebimos en la fuente y nos dimos la vuelta hacia la salida. Este calentamiento supuso hacer unos ocho kilómetros antes de la carrera.

Parece que calculamos bien, porque fue llegar a la línea de salida y no pasó ni un minuto cuando dieron la voz de «empieza la carrera» en vez de disparar la pistola, como se hace habitualmente. Está claro que los militares deben ahorrar munición por si las moscas. Había bastante gente en la salida, por lo que el primer kilómetro, rodeando el lago, lo hicimos muy lento, aunque poco a poco el pelotón se fue alargando y ya se pudo correr con más facilidad.

Entre el kilómetro tres y cuatro nos estuvo adelantando un niño de nueve años y al final nos picamos con él y eso hizo que aumentáramos el ritmo. Al final conseguimos dejarle atrás…

En una carrera tan corta, enseguida se llega a meta y más en ésta que aunque estaba anunciada como de 6,5 km, la distancia fue de 5,7 km, según un compañero que llevaba GPS. Así pues en 28 minutos y 22 segundos estábamos en meta, según rezaba el reloj situado en la base del arco de meta. Después nos agasajaron con una coca cola y una bolsa gris donde podía encontrarse una camiseta, un artilugio para llevar colgado un bote de bebida, un bollito, una botella de agua y ¡¡¡una ración individual de combate!!!

La ración individual de combate consiste en una caja que contiene: un sobre de sopa, una lata de carne en salsa, una lata de caballa, una lata de pera en almíbar y una lata de paté. Además de la comida, también aparecen dos pastillas depuradoras de agua, dos pastillas hidratantes, tres pastillas de combustible sólido, una pastilla de vitamina C y, lo que más me ha llamado la atención, dos pastillas defatigantes. Me pueden venir de perillas en la maratón.

¿Son caras las carreras populares?

Sí, ya sé que se trata de un tema muy manido y tratado infinidad de veces, pero quiero dar mi punto de vista lo más objetivamente posible. Para ello he buscado los distintos precios de inscripción de las carreras populares más típicas del calendario madrileño, con datos desde 1996 que fue cuando me introduje en el mundillo de las carreras populares. Todos los datos que he podido encontrar los he incorporado a esta hoja de cálculo. Faltan datos de algunos años y otros aparecen en rojo cuando no estoy seguro de la autenticidad.

El otro día cuando estaba tirando papeles en casa descubrí una carpeta que contenía papeles de antiguas carreras de finales de los años noventa. Me llamó la atención los precios de inscripción de aquel entonces y con la ayuda de esos panfletos, correos electrónicos, información del equipo de atletismo de la empresa y de la memoria de algunos compañeros he podido reunir información sobre la evolución de los precios de inscripción.

Lo primero que hay que decir es que si las carreras son caras, la culpa es exclusivamente de los corredores. La única manera de que una carrera se plantee bajar los precios de la inscripción es que note que cada vez va menos gente a su carrera. Afortunadamente, cada vez hay más competencia y siempre se puede optar por ir a una carrera más barata o correr en el parque con los amigos. No soy partidario de correr sin dorsal porque eso puede perjudicar a los corredores que han pagado religiosamente su inscripción.

Lo segundo es determinar que es caro. Evidentemente depende del nivel económico del corredor. No es lo mismo ser Amancio Ortega que un parado que tiene lo justo para comer. Aún con un precio, digamos elevado, no es lo mismo que la bolsa del corredor esté bien surtida y con buenos regalos a que no te den ni las gracias. Tampoco es lo mismo que la organización cuide hasta el mínimo detalle o que sea un desastre. Hay desde luego muchos parámetros que intervienen en esta apreciación de si la carrera es cara o no.

También hay que tener otra cosa en cuenta. Cuando una persona o grupo de personas decide organizar una carrera es evidente que trata de obtener un beneficio. No es cuestión de perder tu tiempo y además tu dinero. O tienes un patrocinador fuerte que suelte el dinero o hay que buscarse las habichuelas para poder sacar adelante la carrera sin poner dinero de tu bolsillo. Y es que organizar una carrera tiene un coste: hay que alquilar los chips de cronometraje, comprar los regalos incluidos en la bolsa del corredor, el avituallamiento sólido y líquido, la página web, los dorsales, los voluntarios, los premios en metálico, los trofeos, etc. Una carrera tiene un coste y el organizador tiene que sopesar si el dinero que se obtiene del patrocinador y el obtenido por las inscripciones compensa el coste.

La otra cara de la moneda son las carreras gratuitas. Un buen ejemplo de este tipo de carreras es la carrera de La Melonera, que año tras año sigue siendo patrocinada por El Corte Inglés y sigue siendo gratuita. Y cuando es gratuita, el corredor suele hacer la vista gorda si algo no va bien antes, durante o después de la carrera. Ya se sabe, a caballo regalado no le mires el diente. Otra carrera que también es gratuita es la Carrera Popular de Aluche, organizada por La Caixa. Y una tercera, la que se celebra en el barrio de San Nicasio, en Leganés, organizada por la AAVV de ese barrio. Esta última, los organizadores aseguran que mientras ellos sigan con la carrera, será gratuita. Según sus propias palabras: nuestra intención es fomentar el deporte y que la carrera sea totalmente popular. Bonita filosofía, sin duda, de la que muchos deberían tomar notas.

Curiosamente, tras las carreras gratuitas, hay patrocinadores fuertes como La Caixa o El Corte Inglés, pero también pequeños como la Asociación de Vecinos de San Nicasio. Parece una incongruencia, pero lo mismo ocurre con carreras «caras». Da igual ser pequeño que grande, el negocio es el negocio.

Ahora viendo que unas cuestan dinero y otras no, hay que fijarse un límite a partir del cual se considere cara una carrera o no. Se podía pensar en poner ese límite en 10 €, por poner algo y tratar con datos objetivos.

En la relación, mirando los precios de 2009 o los de 2008 de los que todavía faltan este, se puede ver que hay unas cuantas que sobrepasan ese límite de 10 € y que podrían considerarse carreras caras: Media de Getafe, Media Univesitaria, Media de Madrid, Mapoma, Media de Valladolid, Carrera del CSIC, Carrera de Canillejas, Carrera de Aranjuez, San Silvestre Vallecana, Dos leguas de la chopera (Leganés), Carrera de las empresas y Behobia-San Sebastián.

Destaca, sobre todo, Mapoma con sus 50 € a la cabeza de carreras caras. Bien es verdad que una maratón debe conllevar más gastos que otro tipo de carreras, pero existen otras maratones en España con precios más asequibles. La maratón de Castilla-La Mancha, a celebrar en el mes de Octubre vale 15 €, la de Toral de los Vados, 18 €, la maratón de San Sebastián vale 40 €. También es cierto que Mapoma comparado con otras maratones que se celebran en otras ciudades de Europa sale ganando en este aspecto, suele costar la mitad.

Otra carrera con un precio elevado es la media maratón Behobia-San Sebastián, cuya inscripción es de 28 €. Una carrera muy cara comparada con otras medias maratones que se celebran en España.

También llama la atención el desorbitado precio de la San Silvestre Vallecana. De ser gratuita en 1997 y años anteriores a los 17 € del pasado año. Todo un récord de subida. Habrá que ver que precio fijan este año. Resulta curioso comparar su precio con su hermana pequeña, la San Silvestre de Vicálvaro, que sólo costó 3 € en 2008.

Otra carrera que siempre ha sido cara, y lo sigue siendo, es la carrera de Canillejas o Trofeo José Cano. Este año la inscripción vale 17 €. La evolución del precio de inscripción ha sido constante desde 1996 (no tengo datos de antes) que costaba 4,80 € hasta el presente año.

Bueno, no me extiendo más sobre este punto, los datos están ahí, no me los invento yo, se pueden ver en la hoja de cálculo adjunta.

Luego existe otro grupo de carreras que tienen un precio digamos razonable, que serían las carreras que cuestan justo esos 10 €, que son: Carrera de Usera, Carrera del Agua, Media de Fuencarral y 10 km de Rivas.

En este grupo existen carreras que mantienen su precio o que han tenido subidas suaves a lo largo de los años y otras que han pegado una importante subida en el último año, véase la carrera de Usera o la carrera del Agua.

Y baratas, pues van quedando pocas carreras baratas. Además de las gratuitas que ya se han comentado, existen otras con un precio razonable, como por ejemplo la Media de Coslada, la Carrera de Carabanchel, la Media de Moratalaz o la San Silvestre Vicalvareña. Poca cosa, la verdad. Hay que tener en cuenta que existen más carreras que se pueden considerar baratas, que no han sido objeto de este estudio. Bien porque son más nuevas, bien por puro desconocimiento.

Desde un punto de vista histórico, independientemente de si son caras o baratas, existen carreras que han subido su precio de manera exagerada como puede ser la San Silvestre Vallecana (de 0 € a 17 €) o la carrera del agua que en un año ha subido de 4 a 10 €. Otras van teniendo un crecimiento menos exagerado, pero han ido subiendo poquito a poquito. En 10 años, la Media de Fuencarral ha duplicado su precio, aunque bien es cierto que en los últimos tres años se mantiene. Una de las subidas más suaves es la de la Media de Coslada que ha pasado de 3,60 € a 5 € en 13 años, todo un ejemplo de crecimiento razonable. Otra de este estilo es la carrera de Carabanchel que ha pasado de 1,80 € en 1999 a 6 € este año.

Conclusión: como todo en esta vida, no todo es blanco o negro, existen matices. Es decir, que existen carreras caras y carreras baratas, desde un punto de vista objetivo. La única manera de que un organizador baje los precios de la inscripción es no participar en la carrera. Para esto hay dos alternativas, bien no correr en ninguna carrera, bien buscar una carrera alternativa de «mejor» precios, ya que no todas tienen precios elevados. En definitiva, que está en la mano de cada corredor que los precios sigan subiendo o que cambien de tendencia. Y acabo ya el ladrillo que ya está bien.

II Carrera popular villa de Torrijos

Es el segundo año consecutivo en el que participo en esta carrera, por lo que puedo decir que es la única carrera en la que he corrido todas las ediciones 😉

Aunque la inscripción estaba limitada a 500 corredores, poco más de 300 estábamos en la línea de salida. Parecía como si estuviéramos en familia. Se trata, además, de una buena carrera para hacer marca porque es llana como la palma de una mano, sólo una cuesta de escasa pendiente de unos 200 metros de longitud en cada una de las dos vueltas rompían un poco el encefalograma plano.

La organización fue excelente. Empezando por el detalle de los retretes, ya que habían colocado ¡¡¡diez!!! servicios portátiles (incluyendo uno para minusválidos) para poco más de 300 corredores. Esta proporción entre número de retretes y corredores deja a la altura del betún carreras tan importantes como la maratón de Madrid y otras muchas.

Debido a la tendinitis en el tendón de Aquiles, que prácticamente no me molesta en los primeros kilómetros, pero sí cuando paso del siete, no tenía pretensiones de correr demasiado deprisa. Mi amigo Fran, aunque podía más deprisa decidió acompañarme durante la carrera, en un acto de buen compañerismo. Siento haber sido una rémora para él.


Con Fran antes de la salida

Hicimos bastantes kilómetros a un ritmo cercano a los 5:10, pero en algunos se disparaba el tiempo. Tengo la sensación de que algunos kilómetros no estaban bien medidos. Los tiempos por kilómetro:

tiempos-torrijos-2009
Tiempos por kilómetro

Primera vuelta: 26:43
Segunda vuelta: 27:00
Total: 53:43

Tardamos unos cuantos segundos en pasar la línea de salida, donde estaban instaladas unas alfombras para cronometraje, sin embargo, la organización no ha ofrecido tiempos netos, por lo que habrá que conformarse con el tiempo oficial que es el tiempo que se tarda en traspasar la línea de meta desde que se da el pistoletazo de salida. Según Thunar, el tiempo fue de 53:48, lejos de los 44:09 del año pasado, pero las circunstancias son muy diferentes del año pasado a éste.

Nada más pasar la línea de meta nos cubrieron con una gran toalla, uno de los regalos de la organización. Luego nos obsequiaron con la típica camiseta técnica, fruta, coca-cola, cerveza a mogollón, patatas fritas, caramelos, un bolígrafo, una bolsa tipo mochila. Una buena bolsa del corredor, sin duda.

Llegada Torrijos 2009
Llegada Torrijos 2009

Se trata de una bonita carrera poco masificada y muy bien organizada. Recomendable para todo el mundo. Espero estar allí el año que viene… si las lesiones me lo permiten.

VIII Carrera popular barrio del Zofío

Hoy domingo se ha celebrado en mi barrio, la Carrera popular barrio del Zofío. Justo antes de empezar la prueba me encontré con Iván, un compañero de equipo que se había apuntado a última hora. Yo no tenía que haber participado después de los 100 km de la semana pasada, pero al final lo hice porque la salida está cerca de mi casa. El problema es que al poco de salir noté que el gemelo izquierdo me tiraba mucho, sobre todo en las bajadas, pero cabezón que es uno… hoy estoy medio cojo. Espero que el problema no sea demasiado grave. Ya he llamado a Josefa para ver si consigue apañarme aunque sea un poco.

Se trata de una carrera de barrio donde la participación es escasa, aunque de bastante nivel entre los primeros y donde la AAVV del barrio hace todo lo que puede para organizar lo mejor posible la prueba. Lo mejor es que al haber tan poca gente, no hay colas de ningún tipo ni apreturas en la línea de salida ni durante la prueba. La carrera se hizo durilla ya que consta de continuos toboganes, aunque la dureza se vio mitigada porque el calor no apretó demasiado y corría algo de marea fresquita.

Salí con la idea de ir tranquilo y aún así me tiraba el gemelo izquierdo. Aguanté como pude hasta el final y llegué haciendo un tiempo penoso de 54:44.

La bolsa del corredor bastante bien para el precio de la carrera (3 €) con camiseta conmemorativa de algodón, una gorra, un plátano, una botella de agua, un bote de refresco y una barrita de cereales. Además de un numerito para un sorteo en el que, por supuesto, no me tocó nada de nada.

Prefiero, cada vez más, estas carreras de barrio que las carreras multitudinarias de las que tanto abundan. Que aparte de que son cada vez más caras, el mogollón de gente es mayor y hace más difícil todo: recoger el chip, cola para dejar la bolsa en el guardarropa, apreturas en la línea de salida, apreturas y codazos durante la carrera, cola para recoger la bolsa, etc. Un verdadero horror.

100 km en 24 horas

Ante todo decir que tuve una suerte increíble durante toda la prueba, esto hizo que se me hiciera más llevadera. No me ha resultado tan dura como pensaba, aunque he sufrido mucho por las ampollas.

Después de recoger el dorsal de los 100k24h
Después de recoger el dorsal, impaciente por salir

Salí con Ángel, un compañero de equipo que había acabado todas las ediciones de los 100, con la idea de hacer toda la prueba con él, ya que para un novato como yo era todo un aliciente correr con un superveterano como él. Con el intenso calor que hacía salimos muy despacio y eso me ayudó a conservar unas fuerzas que me fueron muy útiles para el resto de la prueba. Sin embargo, Ángel no debía encontrarse bien porque continuamente me pedía que me fuese solo, cosa que al final hice sobre el km 15 ó 16. Estoy realmente arrepentido porque quizás con mi ayuda podía Ángel haber terminado, una vez más, la prueba.

El caso es que después de dejar a Ángel más sólo que una colilla y aprovechando que después del avituallamiento del 18,5 era cuesta abajo, empecé a trotar en las zonas más favorables e iba adelantando a bastante gente. Tenía previsto llegar sobre las seis de la tarde a Colmenar y llegué un poco antes, sobre las seis menos veinte. En el polideportivo me paré el tiempo suficiente para comer lo que tenía previsto: bollo y plátano y me cambié de calcetines después de aplicarme vaselina. En ese momento me di cuenta de que las ampollas me iban a fastidiar durante la prueba, porque ya notaba algo en la planta de los pies.

A la salida de Colmenar me encontré a una chica que avanzaba muy rápidamente sobre unos bastones, estuvimos hablando un rato, pero en las cuestas abajo me ponía a trotar y pronto me quedé solo. En ese trayecto hacia Tres Cantos pude adelantar a un hombre que iba todo de blanco: pantalones largos, camiseta de manga larga y gorra. Parecía que iba en pijama, pero andaba a un ritmo realmente demoledor. Sabía que aunque pudiera adelantarle a mi trote cochinero, él me iba a adelantar cuando empezasen las cuestas, como así fue. El tramo entre el avituallamiento del km 39 (demasiado cerca de la salida de Colmenar) y el avituallamiento del 45,7 se me hizo realmente largo sobre todo debido a la terrible cuesta arriba junto a la tapia de El Pardo. Me sorprendió que después de Colmenar ya no hubiese las manadas de corredores que salieron a mediodía. Después me enteré que en Colmenar se habían retirado casi 700 corredores.

Poco después me adelantó la chica de los bastones y me pareció increíble que sólo andando pudiera darme alcance. Luego me confesó que había ido también corriendo un buen tramo. Poco antes del km 49 había que vadear un arroyo que este año apenas llevaba agua, por lo que fue más sencillo pasar al otro lado. Para llegar al polideportivo de Tres Cantos había que atravesar una pasarela peatonal sobre a Ctra. de Colmenar y recorrer una larga calle. Cruzando la pasarela alcancé de nuevo a la de bastones y, aunque en ese momento no lo sabía, iba a estar con ella casi la mitad de la prueba. Al cruzar la pasarela, el termómetro marcaba 33º, mucha temperatura para la hora en la que estábamos. Al polideportivo de Tres Cantos llegué casi con nueve horas de carrera. Allí me puse a comer y a coserme las tres ampollas que tenía en ese momento. Aproveché para cambiarme de zapatillas pensando que peor no me podía ir. Craso error.

Salí de polideportivo casi sin poder plantar los pies, como si fuese el mismo Chiquito de la Calzada. Casualidades de la vida, me encontré de nuevo con la de los bastones nada más salir de Tres Cantos, además de un grupo de unas cinco personas que hicimos ese tramo, hasta San Sebastián, todos juntos. Al poco de empezar la marcha cayó la noche y empezamos a caminar con la luz de los frontales. Era una experiencia nueva para mí caminar con el frontal en plena noche. En este tramo empezó a llover y bien que lo agradecimos, harto como estábamos de tanto calor. El grupo fue creciendo hasta llegar a ser de diez personas. En el avituallamiento del km 67 nos comentó el hombre que allí estaba que no habían pasado por ese punto más de 80 personas. Me pareció increíble que de los 1200 que éramos de la partida fuese en posiciones tan avanzadas. Sobre el km 70 nos adelantaron corriendo un trío. Me pareció alucinante que alguien pudiera en ese punto tener energía para ir trotando y habilidad para no tropezarse, más teniendo en cuenta que era una noche muy oscura.

En el km 74, poco antes de la una de la noche, llegamos al polideportivo de San Sebastián, que estaba en obras. Polideportivo por llamarlo de alguna manera, pues sólo eran varias casetas prefabricadas. Allí me puse a comer mi bollo y mi plátano y anduve buscando al fisio para que me diese algo de vaselina porque me rozaban los muslos. No fui capaz de encontrar al fisio ni al bote de vaselina, desgraciadamente para mí. Los pies no quise ni mirarlos de lo que me dolían. Pude observar que casi todo el grupo con el que había venido hasta allí había optado por darse una ducha, por lo que aproveché que salían tres individuos vestidos de azul para unirme a su grupo.

El camino hasta Tres Cantos estaba muy bien arreglado, con el piso muy firme, por lo que el trío de azules me animó a ponerme a correr. Yo pensaba que estaban locos, pero lo intenté. Y el caso es que pude ponerme a trotar y era capaz de seguirlos. Aunque en las cuestas arriba volvíamos a caminar, el resto del camino lo hicimos trotando. Me resultó muy placentero correr por la noche ya que, como decía uno del grupo azul, correr de día es lo normal, pero por la noche es algo que no se hace todos los días.

A los pocos kilómetros adelanté de nuevo a la chica de los bastones que había salido antes que nosotros y seguía a buena marcha con su impecable técnica de caminata nórdica. Según me comentó, con los bastones las rodillas sufren menos que andando normal y el impulso es más eficaz. Sin embargo, los bastones son algo incómodos si tratas de correr porque son más una molestia que otra cosa.

Seguíamos alternando el trote con la caminata hasta que llegamos a la ciudad de Tres Cantos, donde la entrada es un auténtico laberinto, ya que hay que cruzar la Ctra. de Colmenar una vez en un sentido y luego en otro. Este último cruce se hace por la pasarela que ya se pasó en el km 51. Pasamos sobre las tres de la mañana y el termómetro marcaba 24º, que no está nada mal. Llegué al polideportivo (km 88) sobre las 3h20 y la señora que sellaba el rutómetro nos comentó que sólo habían pasado por allí 50 personas. No me lo podía ni creer. Así que me dispuse a comer mi media ensalada de macarrones y el plátano y el bollo de rigor más contento que unas castañuelas. Aproveché para ir explotando las nuevas ampollas que me habían salido. Me dolía, sobre todo, una ampolla nueva que me hice en el pie derecho de un diámetro aproximado de dos centímetros. Esta vez ya no tenía ganas ni de «coserme» las ampollas, por lo que cogí la mochila que había dejado allí, me la puse a la espalda y salí decidido a afrontar el último tramo de la prueba.

Salí con la idea de tomarme este último tramo más tranquilo, ya que estaba algo harto de ir todo el día a paso cuartelero y cuando no, trotando. Al pasar de nuevo por la pasarela, el termómetro marcaba 23º y eran las cuatro de la mañana. En contra de mis planes, de nuevo la chica de los bastones coincidió conmigo en la salida del poli y ella no estaba dispuesta a aminorar la marcha, por lo que hice los cuatro primeros kilómetros más deprisa de lo que había pensado, pero en el avituallamiento del km 92 seguí con mi plan inicial de tomármelo más tranquilo y me quedé solo. Estos últimos ocho kilómetros han sido los únicos donde he ido solo durante toda la carrera. Me adelantaron los tres azules y no tuve ganas de seguirlos, prefería ir a mi bola. Alfonso, uno de ellos, me había advertido, igual que antes Angel, que poco antes del final había una enorme trampa, la cuesta del cementerio.

En el km 96 cuando se deja de vadear el arroyo una y otra vez, se encuentra el último avituallamiento. A partir de ahí es todo una sucesión de cuestas, alguna más difícil que otra. Cada una que subía pensaba ¿será esta la del cementerio? Pero no me parecían suficientemente duras… hasta que llegó un momento, ya cercanas las luces de Colmenar, en que el camino de tierra se torna asfalto y la carretera se empina de forma inverosímil. Afortunadamente, había dejado algo de energías para ese momento y lo subí bastante bien, creo. En plena subida me adelantó un corredor y me comentó que si apretaba un poco podía llegar antes de las seis de la mañana. Pero en la cuesta poco podía apretar. Sin embargo, cuando coroné pude ver el polideportivo Lorenzo Rico donde estaba instalada la meta. Así que me olvidé de cansancio, de ampollas y demás cosas accesorias y me puse a correr -ahora sí corría, no trotaba- hacia la meta, donde llegué tres minutos antes de las seis de la mañana, haciendo un tiempo de 17h57, un poco alejado de mi tiempo previsto de 16h45, pero enormemente feliz después del día tan duro que habíamos pasado y de algunos problemas físicos que tuve en esta última semana.

Diploma de los 100 km en 24 h 2009
Diploma de los 100 km en 24 h

Ya en el polideportivo, me duché, me puse rompa limpia y me tiré sobre una colchoneta con la idea de dormir hasta por lo menos las diez. No pudo ser, a las ocho y media me desperté y no fui capaz de volver a dormirme. Fui al puesto donde estaban las enfermeras y trataron de arreglarme un poco las ampollas, pero no sirvió de mucho, me seguían doliendo como condenadas. Eso sí, me aconsejaron que metiera los pies en agua con sal y vinagre, cosa que estoy haciendo en estos momentos, mientras escribo estas líneas.

Desde aquí quiero dar las gracias a varias personas que ha hecho que haya podido llegar a la meta. En primer lugar a Ángel por haberme metido el gusanillo de esta prueba y por sus sabios consejos. También el amigo Luis que me ha ayudado mucho con su enorme conocimiento de técnicas de entrenamiento y alimentación e hidratación. Tampoco quiero olvidar a Belén, la «chica de los bastones» y al trío azul, compuesto por Alfonso, Javi y Pedro que me ayudaron en los últimos tramos de la prueba.