Sí, ya sé que se trata de un tema muy manido y tratado infinidad de veces, pero quiero dar mi punto de vista lo más objetivamente posible. Para ello he buscado los distintos precios de inscripción de las carreras populares más típicas del calendario madrileño, con datos desde 1996 que fue cuando me introduje en el mundillo de las carreras populares. Todos los datos que he podido encontrar los he incorporado a esta hoja de cálculo. Faltan datos de algunos años y otros aparecen en rojo cuando no estoy seguro de la autenticidad.
El otro día cuando estaba tirando papeles en casa descubrí una carpeta que contenía papeles de antiguas carreras de finales de los años noventa. Me llamó la atención los precios de inscripción de aquel entonces y con la ayuda de esos panfletos, correos electrónicos, información del equipo de atletismo de la empresa y de la memoria de algunos compañeros he podido reunir información sobre la evolución de los precios de inscripción.
Lo primero que hay que decir es que si las carreras son caras, la culpa es exclusivamente de los corredores. La única manera de que una carrera se plantee bajar los precios de la inscripción es que note que cada vez va menos gente a su carrera. Afortunadamente, cada vez hay más competencia y siempre se puede optar por ir a una carrera más barata o correr en el parque con los amigos. No soy partidario de correr sin dorsal porque eso puede perjudicar a los corredores que han pagado religiosamente su inscripción.
Lo segundo es determinar que es caro. Evidentemente depende del nivel económico del corredor. No es lo mismo ser Amancio Ortega que un parado que tiene lo justo para comer. Aún con un precio, digamos elevado, no es lo mismo que la bolsa del corredor esté bien surtida y con buenos regalos a que no te den ni las gracias. Tampoco es lo mismo que la organización cuide hasta el mínimo detalle o que sea un desastre. Hay desde luego muchos parámetros que intervienen en esta apreciación de si la carrera es cara o no.
También hay que tener otra cosa en cuenta. Cuando una persona o grupo de personas decide organizar una carrera es evidente que trata de obtener un beneficio. No es cuestión de perder tu tiempo y además tu dinero. O tienes un patrocinador fuerte que suelte el dinero o hay que buscarse las habichuelas para poder sacar adelante la carrera sin poner dinero de tu bolsillo. Y es que organizar una carrera tiene un coste: hay que alquilar los chips de cronometraje, comprar los regalos incluidos en la bolsa del corredor, el avituallamiento sólido y líquido, la página web, los dorsales, los voluntarios, los premios en metálico, los trofeos, etc. Una carrera tiene un coste y el organizador tiene que sopesar si el dinero que se obtiene del patrocinador y el obtenido por las inscripciones compensa el coste.
La otra cara de la moneda son las carreras gratuitas. Un buen ejemplo de este tipo de carreras es la carrera de La Melonera, que año tras año sigue siendo patrocinada por El Corte Inglés y sigue siendo gratuita. Y cuando es gratuita, el corredor suele hacer la vista gorda si algo no va bien antes, durante o después de la carrera. Ya se sabe, a caballo regalado no le mires el diente. Otra carrera que también es gratuita es la Carrera Popular de Aluche, organizada por La Caixa. Y una tercera, la que se celebra en el barrio de San Nicasio, en Leganés, organizada por la AAVV de ese barrio. Esta última, los organizadores aseguran que mientras ellos sigan con la carrera, será gratuita. Según sus propias palabras: nuestra intención es fomentar el deporte y que la carrera sea totalmente popular. Bonita filosofía, sin duda, de la que muchos deberían tomar notas.
Curiosamente, tras las carreras gratuitas, hay patrocinadores fuertes como La Caixa o El Corte Inglés, pero también pequeños como la Asociación de Vecinos de San Nicasio. Parece una incongruencia, pero lo mismo ocurre con carreras «caras». Da igual ser pequeño que grande, el negocio es el negocio.
Ahora viendo que unas cuestan dinero y otras no, hay que fijarse un límite a partir del cual se considere cara una carrera o no. Se podía pensar en poner ese límite en 10 €, por poner algo y tratar con datos objetivos.
En la relación, mirando los precios de 2009 o los de 2008 de los que todavía faltan este, se puede ver que hay unas cuantas que sobrepasan ese límite de 10 € y que podrían considerarse carreras caras: Media de Getafe, Media Univesitaria, Media de Madrid, Mapoma, Media de Valladolid, Carrera del CSIC, Carrera de Canillejas, Carrera de Aranjuez, San Silvestre Vallecana, Dos leguas de la chopera (Leganés), Carrera de las empresas y Behobia-San Sebastián.
Destaca, sobre todo, Mapoma con sus 50 € a la cabeza de carreras caras. Bien es verdad que una maratón debe conllevar más gastos que otro tipo de carreras, pero existen otras maratones en España con precios más asequibles. La maratón de Castilla-La Mancha, a celebrar en el mes de Octubre vale 15 €, la de Toral de los Vados, 18 €, la maratón de San Sebastián vale 40 €. También es cierto que Mapoma comparado con otras maratones que se celebran en otras ciudades de Europa sale ganando en este aspecto, suele costar la mitad.
Otra carrera con un precio elevado es la media maratón Behobia-San Sebastián, cuya inscripción es de 28 €. Una carrera muy cara comparada con otras medias maratones que se celebran en España.
También llama la atención el desorbitado precio de la San Silvestre Vallecana. De ser gratuita en 1997 y años anteriores a los 17 € del pasado año. Todo un récord de subida. Habrá que ver que precio fijan este año. Resulta curioso comparar su precio con su hermana pequeña, la San Silvestre de Vicálvaro, que sólo costó 3 € en 2008.
Otra carrera que siempre ha sido cara, y lo sigue siendo, es la carrera de Canillejas o Trofeo José Cano. Este año la inscripción vale 17 €. La evolución del precio de inscripción ha sido constante desde 1996 (no tengo datos de antes) que costaba 4,80 € hasta el presente año.
Bueno, no me extiendo más sobre este punto, los datos están ahí, no me los invento yo, se pueden ver en la hoja de cálculo adjunta.
Luego existe otro grupo de carreras que tienen un precio digamos razonable, que serían las carreras que cuestan justo esos 10 €, que son: Carrera de Usera, Carrera del Agua, Media de Fuencarral y 10 km de Rivas.
En este grupo existen carreras que mantienen su precio o que han tenido subidas suaves a lo largo de los años y otras que han pegado una importante subida en el último año, véase la carrera de Usera o la carrera del Agua.
Y baratas, pues van quedando pocas carreras baratas. Además de las gratuitas que ya se han comentado, existen otras con un precio razonable, como por ejemplo la Media de Coslada, la Carrera de Carabanchel, la Media de Moratalaz o la San Silvestre Vicalvareña. Poca cosa, la verdad. Hay que tener en cuenta que existen más carreras que se pueden considerar baratas, que no han sido objeto de este estudio. Bien porque son más nuevas, bien por puro desconocimiento.
Desde un punto de vista histórico, independientemente de si son caras o baratas, existen carreras que han subido su precio de manera exagerada como puede ser la San Silvestre Vallecana (de 0 € a 17 €) o la carrera del agua que en un año ha subido de 4 a 10 €. Otras van teniendo un crecimiento menos exagerado, pero han ido subiendo poquito a poquito. En 10 años, la Media de Fuencarral ha duplicado su precio, aunque bien es cierto que en los últimos tres años se mantiene. Una de las subidas más suaves es la de la Media de Coslada que ha pasado de 3,60 € a 5 € en 13 años, todo un ejemplo de crecimiento razonable. Otra de este estilo es la carrera de Carabanchel que ha pasado de 1,80 € en 1999 a 6 € este año.
Conclusión: como todo en esta vida, no todo es blanco o negro, existen matices. Es decir, que existen carreras caras y carreras baratas, desde un punto de vista objetivo. La única manera de que un organizador baje los precios de la inscripción es no participar en la carrera. Para esto hay dos alternativas, bien no correr en ninguna carrera, bien buscar una carrera alternativa de «mejor» precios, ya que no todas tienen precios elevados. En definitiva, que está en la mano de cada corredor que los precios sigan subiendo o que cambien de tendencia. Y acabo ya el ladrillo que ya está bien.