XLIV Carrera popular fiestas de la Elipa

Me animé a participar por segunda vez en esta carrera por tres motivos: el primero es porque forma parte del circuito de la Unión de Carreras de Barrio, el segundo porque me gustó la anterior vez en la que participé y el tercer motivo y principal, por ir con los compañeros del Club Atletismo Zofío a una carrera.

Esta carrera, al contrario que otras, empieza con las pruebas de los más pequeños, siendo la carrera de seniors y veteranos la última de todas. Esto hace que la carrera «grande» dé comienzo a las once de la mañana, que siendo como es verano, suele hacer calor. Y no sólo calor, con estas últimas tormentas, había también mucha humedad, un mal cóctel para correr, al menos para mí.

Quedamos a las diez menos cuarto en el punto de encuentro por lo que me dio tiempo a levantarme sin prisas y desayunar antes de llegar al punto donde ya estaban mis compañeros. Nos montamos en el coche de Emilio y nos acercó al madrileño barrio de la Elipa, donde dejamos el coche no muy lejos de la salida/meta. Fuimos andando a recoger el dorsal, lo colocamos en la camiseta y nos hicimos una foto junto al icónico dragón del barrio.

El frente de juventudes en la carrera de la Elipa

Dejamos la bolsa en el guardarropa, bebimos un trago de agua en la fuente situada junto al dragón y nos pusimos a calentar subiendo la calle Ricardo Ortiz, la misma por la que pasa la carrera nada más empezar. No quisimos hacer la calle entera para no asustar a uno de los compañeros que no conocía la siguiente subida, así que nos dimos la vuelta trotando y ya fuimos buscando nuestra posición detrás del arco de salida, aunque esa zona estaba casi vacía porque estábamos todos los corredores al otro lado de la avenida en la sombra, que ya pegaba el sol de lo lindo.

Nos encontramos con Tino, el de la carrera del árbol, con el que estuvimos charlando hasta el comienzo de la carrera. Dieron la salida, puse el cronómetro en marcha y al poco de empezar, subiendo Ricardo Ortiz, confirmé que las piernas estaban cansadas de la caminata de ayer, pero eso ya lo sabía del calentamiento y es que meterse una caminata de veinte kilómetros el día antes de una carrera no es una buena idea. Me fijé como objetivo alcanzar a un señor que corre con una camiseta de Mapoma de hace unos años. Poco a poco le fui dando alcance y un poco antes de llegar a la última bajada le adelanté.

A punto de finalizar la primera vuelta, foto cortesía de la Organización

En la segunda vuelta adelanté a dos corredores y me adelantó uno, así que iba más o menos bien, aunque más cansado que en la primera. Cuando alargaba la zancada notaba los cuádriceps muy cargados, así que hice muchos kilómetros con zancada más corta, como en las subidas. Cuando acabé la primera vuelta vi que el GPS marcaba 4,8 kilómetros, así que me animó pensar que no teníamos que hacer diez, se me hizo más llevadero aunque largo de todos modos. Cuando llegué al noveno kilómetro ya sólo quedaban 600 metros y todos cuesta abajo por lo que pensé en relajarme un poco, pero iba sintiendo pasos detrás de mí y tuve que acelerar hasta meta, llegando con un tiempo de 43:45 a un ritmo de 4:34 que lo di por bueno siendo una carrera con tanta cuesta, con tanto calor y con tanta humedad. La organización me da un tiempo neto de 43:39 debido a que tardé un tiempo en pasar por la alfombra de salida, pero cinco o seis segundos más o menos, tampoco es mucho la diferencia.

Cogí la bolsa que contenía productos de AhorraMas: agua, bebida isotónica, zumo, manzana y barrita. Bebiendo agua subí unos trescientos metros hasta la sombra de un árbol donde estuve animando a los corredores que pasaban, entre ellos Juanqui que fue el primero y al poco los demás compañeros. Luego, mientras nos hidratábamos, estuvimos un rato hablando de que había mucha humedad y hacia mucho calor y poco después nos fuimos al barrio donde Emilio nos dejó de nuevo en el punto de encuentro. ¡Muchas gracias Emilio!

Decir que por la mañana me pesé después de levantarme y hacer mis necesidades y la báscula marcaba 68,3 kg que es un peso que está muy bien, sobre todo pensando que he estado a punto de sobrepasar los setenta este verano.

IV Carrera nocturna solidaria de Gerindote

Decían que este fin de semana iba a ser la hecatombe climatológica porque iba a llover más que en tiempos de Noé y la verdad es que aunque cuando salimos, pasadas las siete de la tarde, de Madrid yendo hacia Gerindote empezó a llover y a la altura de Parla lo hacía de una manera bárbara, luego aflojó un poco, pero se veía en los campos de cultivo que había llovido lo suyo porque estaba la tierra encharcada. Acercándonos a Toledo, en el desvío cerca de Bargas volvió a arreciar al lluvia y empecé a pensar que nos íbamos a mojar, pero llegamos a Gerindote y no caía ni una gota, aunque hacía fresco, lo cual no era mala cosa.

Recogimos el dorsal que nos lo dieron junto a una camiseta rosa, un bolígrafo de Soliss, una botella de agua, una pulsera y unos caramelitos blandos. No estuvo mal para comenzar. Nos vestimos de corredores, nos hicimos una foto y salimos a reconocer el circuito.

En la Carrera nocturna solidaria de Gerindote

Al recoger el dorsal vi que había una modificación al circuito que habíamos hecho unos años antes, así que fuimos a reconocer ese nuevo tramos y vimos que incluía una cuesta arriba y una cuesta abajo que antes no había, lógicamente. También vimos otra modificación del circuito, a la altura del pequeño parque del Caño Nuevo, que se rodeaba en vez de pasar por el camino más corto. Seguimos trotando por el circuito sacando del error a algunos paisanos que nos animaban como si fuésemos los primeros, tuvimos que decirlos que estábamos calentando aún.

Fuimos hacia la salida ya que no quedaba demasiado tiempo. Saludamos a unos y a otros y verificamos que mi amiga estaba inscrita como local. Otros años sólo podían apuntarse como local si estabas empadronado allí, pero este año lo habían abierto también a los nacidos en la localidad, cosa que me pareció más lógica. Nos dio tiempo aún a calentar un rato a un lado y otro del arco de salida y meta. En la línea de salida vi a un matrimonio del club atletismo Novés, que estaban dispuestos a comenzar la prueba. Durante la maratón de Madrid estuvimos con ellos durante unos kilómetros y recuerdo que me contó que querían hacer 1h45 en la media maratón. Dieron la salida y me puse como objetivo adelantar al chico de Novés, calvo como yo, debía ser presa fácil 🙂 Pero me pasé de listo porque él iba en un grupo que me sacaron diez metros nada más empezar y no me acercaba a ellos ni queriendo. Hice el primer kilómetro en 4:18 y me pareció rápido. Pensé que si hacía la prueba a 4:30 estaría bien porque no me encontraba muy allá.

Iba sin perder de vista la cabeza pelada del de Novés cuando en la cuesta del «añadido» me adelantó una chica de la Asociación Atlética Torrijos, una tal Angélica, a la que no quise dejar escapar y pensé que quizás manteniendo su ritmo podríamos llegar a alcanzar al grupo donde iba mi «presa», pero fue todo lo contrario, me acomodé a su ritmo y éste era algo inferior al del grupo delantero y se fueron yendo poco a poco.

Un poco después de pasar por primera vez por el arco de meta fui dejando atrás a Angélica y fui poco a poco recortando terreno a otra chica del club TrainingRey. Esta chica iba haciendo unos ruidos muy fuertes en cada respiración, era un poco angustioso ir a su lado. Afortunadamente pronto se quedó atrás y volvió a acercárseme la tal Angélica, que debía ser muy conocida porque mucha gente la animaba por su nombre. En el parque del Caño Nuevo, hicimos el recorrido de la primera vuelta aunque la gente que iba andando (también había una marcha nocturna) decía que había que ir por el otro lado. La chica de TrainingRey aprovechó la circunstancia e hizo el «trasqui», yéndose por el camino más corto, poniéndose por delante de Angélica y de mí y ya no fuimos capaces de alcanzarla, haciéndose con la primera posición de veteranas y Angélica, segunda. Yo le dije a mi compañera de correrías que había hecho trampas, pero parece que no pareció importarla mucho.

Hice un tiempo oficial de 22:39 y lo mejor vino después porque nos comimos unas migas muy ricas recién hechas que habían preparado para corredores y paisanos mientras esperábamos la entrega de premios. Estuvimos hablando con los del club de atletismo de Novés y estuvieron tratando de convencernos de que nos apuntáramos a su club y le dijimos que lo pensaríamos. Llamaron al pódium a las tres veteranas y mi amiga no era ninguna de ellas, lo cual fue enormemente positivo porque de esa manera fue la primera de las locales y se llevó un gran jamón de Embutidos España.

Con su trofeo y su jamón, acompañada de la alcaldesa de Gerindote

Decir que era el segundo día que me calzaba unas Saucony Rider 16 y acabé muy contento con ellas, igual que el día anterior que fue cuando las probé. No me han ido mal las Brooks que acabo de desechar, pero éstas me han dado buen rollo. He cambiado de zapatillas para ver si con las nuevas se me quita ese dolor de rodilla que llevo con él desde febrero.

Saucony Rider 16

Carrera nocturna de Chinchón

El lunes llegó un correo a una amiga con lo que vendían como un plan irrechazable: carrera nocturna, chapuzón y ágape, todo por 10 € y no muy lejos de Madrid, concretamente en Chinchón, uno de los pueblos más bonitos de la provincia. Así que rápidamente me convenció e hicimos las inscripciones para una carrera que se celebraría un día no muy habitual, un jueves. Nos apuntamos mi amiga y yo y tratamos de convencer a algunos compañeros del Club Atletismo Zofío, pero sólo Emilio se animó.

La carrera daba comienzo a las nueve de la noche, por lo que quedamos a las siete y media. Recogimos a Emilio y pusimos rumbo a Chinchón, célebre por el licor del mismo nombre y por su preciosa plaza con soportales… Y también conocido por la celebración de la Pasión de Jesús que escenifican en Semana Santa.

Llegamos con tiempo, recogimos el dorsal, nos vestimos de corredor y fuimos trotando a hacernos una foto en la plaza. Reconozco que no me gustó nada ver la plaza como estaba ya que debido a que iban a comenzar las fiestas la iban a utilizar como plaza de toros y estaba con vallas y gradas que estropeaban la vista de la plaza y los soportales. Nos hicimos la foto y volvimos hacia la piscina municipal porque era allí donde estaba situada la salida y la meta. Pensamos que si la carrera transitaba por el pueblo nos iba a tocar subir unas cuantas cuestas y duras, pero habíamos visto el perfil y sólo se veía una cuesta, así que estaba claro que el recorrido iba a ser por otro sitio.

En la plaza de Chinchón antes de la carrera

Dieron la salida y después de unos pocos metros por asfalto cogimos un camino bastante polvoriento y no volvimos a pisar asfalto hasta la llegada, así que ese 80% por caminos y 20% por asfalto no fue muy exacto… Después de las lesiones que he tenido y que estoy entrenando poca cosa a pie y más con la bici, no sabía cómo iba a responder. En un principio pensaba esperar a mi amiga, pero en el primer kilómetro vi que no se acercaba y decidí ir al ritmo que me pidiera el cuerpo. Lo bueno de este recorrido por caminos es que es más o menos llano, hasta que nos encontramos con una cuesta bastante puñetera, pero tiene de malo que se levantó mucho polvo y se iba pegando a la garganta.

Como salí algo conservador, luego fui adelantando a unos pocos, tampoco muchos. Se me atragantó la cuesta, como imagino que a todo el mundo, y una vez coronada traté de seguir al ritmo que iba, aunque iba notando que me fallaba un poco la respiración aún teniendo las piernas más o menos bien, se nota que entreno poco y lo poco que entreno lo hago más relajado.

Llegué a meta dándolo todo y muy feliz porque no me dolió ni la rodilla ni el gemelo derecho que empezaba a notar alguna cosilla por ahí. Poco después llegó mi amiga y algo más tarde Emilio. Mientras ellos llegaban fui al coche a por las mochilas y rápidamente nos metimos en la piscina, que fue de lo más agradable. Después de correr y venir todo sudoroso, un baño en la piscina o en el mar o donde sea, es de lo mayores placeres.

Después de la carrera, un bañito en la piscina municipal de Chinchón

Nadamos un poquillo y salimos no sea que los ávidos corredores fueran a terminar con la comida que ya estaba puesta sobre la mesa cuando llegamos. Allí estuvimos comiendo y bebiendo un generoso ágape esperando a la entrega de trofeos que estaba prevista a las diez y media y que empezó a la hora establecida. Nuestra compañera quedó segunda en su categoría, por lo que además del baño y las viandas nos volvimos con una copa, que no es nuestra, pero como si lo fuese 😉

Después de los trofeos nos fuimos a la plaza a tomar un café para así completar la cena del día y algo más tarde, vuelta para Madrid más contentos que unas castañuelas por esa bonita jornada. Habrá que repetir si se anima la organización a volver a hacerla el año que viene.

Corrí sin reloj por lo que no supe el tiempo que realicé porque aunque a la entrada vi que llevaba 25 minutos no vi los segundos. Luego en la clasificación vi que me dieron un tiempo neto de 25:46 que tratándose de un recorrido de 5,5 kilómetros supone un ritmo de 4:41 que no es nada del otro mundo, pero que llevaba bastante tiempo sin ir a esos ritmos entre unas cosas y otras.

II Milla (naútica) nocturna de Usera

Dado que esta prueba se celebra la lado de mi casa me animé a participar siendo tan sólo 1609 metros. En las dos últimas carreras en las que participé me tuve que retirar y la verdad es que muy católico no me encontraba, pero pensé que muy mal se me tenía que dar para no terminar siendo tan corta la distancia.

Me enteré el día antes de la celebración de la milla así que traté de apuntarme y ya no había dorsales, aunque sí una lista de espera en la que me apunté junto a una amiga y un chaval conocido que corre como un galgo estas pruebas. El caso es que no tenía muchas esperanzas al habernos apuntado en la lista de espera, pero me llamaron el mismo día de la carrera diciendo que nos habían adjudicado un dorsal porque había algunos disponibles.

Por la tarde nos acercamos al Polideportivo de Orcasitas a recoger el dorsal y a confirmar los horarios de salida, ya que dependiendo de la categoría la salida era a una hora u otra.

El primero en participar fue el más joven de los tres, que comenzó su tanda de jóvenes y promesas a las 21 horas. El chaval no tuvo mucha competencia y se llevó su prueba con un tiempo de 5:41. Fue al acabar cuando vimos que algo no cuadraba porque el tiempo era muy malo teniendo en cuenta que dos meses antes en la milla de Carabanchel había hecho 4:53. Resultó que su GPS marcaba aproximadamente 1,8 km, es decir, una milla náutica. ¡Estaba mal medido!

En lo más alto del cajón en la II Milla nocturna de Usera

La siguiente en participar fue mi amiga, que salía a las 21:35 y que se quedó a las puertas del podium ya que fue cuarta en su tanda. Tuvo mala suerte de quedarse a las puertas, pero la tercera no le dio oportunidad.

En pleno esfuerzo luchando por el tercer puesto

Yo salí a las diez y salí muy tranquilo, de hecho no llevé ni reloj. Cuando me quise dar cuenta iba de los últimos y tuve que apretar, se acabó mi idea de ir de paseo, después de unos pocos metros me puse ya a tope (dentro de mis limitadas capacidades) y hasta meta tratando de adelantar a un chico que iba por delante de mí al que alcancé en la recta de meta esprintando a muerte. Lo mejor es que no me molestó ni la rodilla ni el gemelo.

En la II Milla nocturna de Usera

Miré el reloj de meta pero se me olvidó por lo que saludé al chico que adelanté y le pregunté el tiempo, a lo que me respondió que 7:10 (luego vi que el tiempo oficial fue de 7:08). Así que me doy con un canto en los dientes porque me salió un ritmo de aproximadamente 4:00 que es parecido al que llevaba en la milla de Carabanchel. Eso sí, esta vez acabé bastante peor porque tenía la garganta que me ardía y así estuve mucho rato.

Dos victorias seguidas

Dicen que una retirada a tiempo es una victoria, por lo que dos retiradas son dos victorias y yo llevo dos seguidas. La de la maratón la semana pasada y la de hoy.

Unos meses antes me había apuntado a la VII edición de la Volta a Illa de Ons que se celebraba una semana después de la maratón. En aquel entonces pensé que aunque hubiese hecho 42 kilómetros podía terminar esta carrera que me la iba a tomar en modo turista más que en modo corredor.

Según dice la Wikipedia, la isla de Ons es una isla perteneciente al municipio pontevedrés de Bueu, situada a la entrada de la ría de Pontevedra en Galicia, España. Es la isla principal del archipiélago de las Ons que forma junto con la isla de Onza u Onceta y otros pequeños islotes. No es tan famosa como las islas Cíes, pero es un sitio que merece mucho la pena visitar, esto ya lo digo yo, no la Wikipedia.

Existía la posibilidad de hacer la prueba corriendo o andando. Los que se habían apuntado a correr tenían que dar dos vueltas completando unos 19 kilómetros y los que lo iban a hacer andando tenían que dar una única vuelta de unos diez kilómetros más o menos. Yo me había apuntado a la prueba de correr y la amiga que me acompañó a tierras gallegas se había apuntado a la de andar.

Además de ir con mi amiga, habíamos quedado allí con otras dos amigas que al igual que nosotros una iba a correr y otra a andar. Una de ellas es natural de Bueu y tuvo a bien permitirnos dormir en su casa, así que no tuvimos que madrugar demasiado para coger un barco en Bueu que nos llevó hasta la isla, el viaje hasta allí ya entraba en el precio de la inscripción. Anduvimos un rato por allí calentando y algunas haciendo zumba. Dieron la salida y yo salí trotando con Ana, pero en la primera bajada tuve claro que no iba a completar las dos vueltas ni de broma.

Corriendo por la isla de Ons

Efectivamente, faltando un par de kilómetros para completar la primera vuelta dije a mi amiga Ana que siguiera sola, que yo lo dejaba, me parecía una tontería seguir corriendo con dolores en el gemelo que lo único que podía hacer era ponerme peor, así que el último tramo lo hice andando y al acabar la vuelta lo dejé. Igual que en la maratón, me retiré a tiempo, así que otra victoria. Mejor lo hizo mi amiga que llegó primera de los andarines, pero no la sirvió de mucho porque era una prueba no competitiva.

Aunque no conseguí terminar, el viaje hasta allí fue satisfactorio porque conocí un bonito paraje que si no hubiese sido por esta carrera no hubiese conocido. Así que habrá que darlo por bueno.

Intento fallido de maratón

Preparé la XLV edición de la Maratón de Madrid con la intención de hacer mi trigésima maratón y dedicarme a mis labores, así que traté de prepararla en condiciones metiendo un par de medias maratones como la de Fuencarral y la de Latina.

La media de Fuencarral se celebró el 12 de febrero y la de Latina el 26 del mismo mes. Pues bien, entre ambas corrí tres días seguidos: 8 km el viernes 17, 14 km el sábado 18 y 17 km el domingo 19. Fue mi perdición porque desde ese momento comenzó a dolerme la rodilla izquierda y en todos los entrenamientos que hice de cara a la maratón me estuvo molestando la rodilla; sin embargo, aunque iba con molestias, podía correr.

El domingo anterior a la maratón salí a entrenar con mi compañero Miguel y a la vuelta, subiendo del río dije de pararme porque la rodilla seguía erre que erre, así que pensé que lo mejor era no hacer nada hasta el día M; sin embargo, la cosa no quedó ahí porque en esa última semana empezó a dolerme el gemelo o el soleo o algún músculo de esos que tenemos en la pantorrilla, también en la pierna izquierda, como la rodilla.

El día indicado nos juntamos tres compañeros del Club Atletismo Zofío con la idea, utópica en algunos casos, de terminar la maratón. El único que estaba en condiciones era Miguel porque Ninfa decía estar muy mal del estómago y yo estaba con mi pierna izquierda hecha papilla.

Dieron la salida y pronto se fue Miguel por delante, yo me quedé con Ninfa y fuimos a un ritmo tranquilo tratando de no forzar, pero notaba el gemelo/soleo que me tiraba bastante y alguna molestia en la rodilla. Pasé la media maratón fastidiado y un par de kilómetros después, bajando Marqués de Urquijo, ya me dolía toda la pierna e iba cojeando. Hubiese sido el momento de retirarme, pero había quedado con una amiga en el kilómetro 26 y fui renqueando hasta allí donde ya lo dejé. Lo malo es que Ninfa decidió retirarse también cuando ella podía haber seguido sin problemas. Y así acabó mi intento de terminar mi trigésima maratón, que se me está resistiendo.

Abandonando en el Puente del Rey

Como curiosidad decir que en 1995 también me retiré de la maratón de Madrid y no fue muy lejos de donde lo hice esta vez, ya que fue junto al Lago de la Casa de Campo.

I Milla de Carabanchel

Hoy por segunda vez he participado en una milla. Bueno, quizás la primera, porque cuando participé anteriormente en una milla no medía 1609 metros porque si lo hubiese medido, los cuatro primeros habrían batido el récord del mundo. Esto sería a mediados de los ochenta en una milla organizada por el club deportivo de la facultad de Matemáticas de Madrid.

Esta vez la prueba no se realizaba en la Ciudad Universitaria acabando en la pista de ceniza, sino que acababa y comenzaba en el madrileño barrio de Carabanchel junto al pinar de San José.

No tenía ni idea de lo que podía hacer, pero pensé que si lo hacía en 6:15 hubiese sido una buen marca; sin embargo al ver el circuito ya me pareció que esa marca iba a resultar muy complicada ya que el circuito no era llano en absoluto, tampoco es que hubiese que subir el Tourmalet, pero llano no era ni un solo metro, todo ligera subida y ligera bajada con cuatro giros de 180º donde también se pierden segundos, desde luego nada que ver con una milla en pista que aunque hay giros no son tan pronunciados.

Estando en plena preparación para la maratón de Madrid me acerqué por allí más que nada por acompañar a un chaval al que conozco que quería medirse en esa distancia. Había quedado con él y me acercó con su coche hasta una calle próxima a la salida/meta. Aparcó el coche a unos quinientos metros de la salida y fuimos paseando hasta allí en una agradable mañana, fresca pero ni mucho menos fría, ideal para correr.

Había varias categorías, entre ellas Master masculino que era donde yo participaba, mientras que el compañero participaba en Senior masculino. Estuvimos calentando por el pinar y a las diez nos aproximamos a la calle de la Torta para ver la primera de las pruebas, la Master femenina. Había abundancia de participantes del club Triatlón Carabanchel, que organizaban la prueba. También había muchos de un club llamado BreatheSport que creo también es de este barrio.

Un cuarto de hora más tarde que las chicas salieron los de mi categoría, yo algo desanimado por las ligeras cuestas y los giros, aun así salí a toda pastilla, para mi nivel, en esos primeros metros de subida, que pronto fueron favorables, yendo unos segundos por debajo de cuatro en ese terreno. Después de un giro de 180º ese terreno favorable se convierte en ligera cuesta y esos segundillos que había ganado en la bajada se perdieron en la subida. Luego se baja un poquito, otro giro de 180º y se sube hacia la meta para completar la primera vuelta, 800 metros. Como en la primera vuelta, se baja hasta el siguiente giro de 180º y antes de ese tercer giro se cumplió el kilómetro que hice en 3:59. Seguí más o menos al mismo ritmo, ya no daba más de sí, apretando los dientes para llegar a meta en el menor tiempo posible que fue 6:26 según mi cronómetro, algunas décimas menos según la clasificación oficial.

En pleno esfuerzo terminando la milla

A las 10:45 comenzó el compañero que salió un poco retrasado. En la primera vuelta iba el séptimo o el octavo, pero luego fue remontando y acabó tercero. Hizo una gran carrera con un tiempo de 4:53, algo más de minuto y medio más rápido que yo. Mientras esperábamos a que subiera al cajón estuvimos viendo las pruebas de los más pequeños y la verdad es que es reconfortante ver que hay niños y niñas que practican atletismo y que serán los futuros campeones del mañana.

El compañero en el cajón

Estando por allí esperando al podium me crucé con un chico que me sonaba un montón su cara, pero que no le ubicaba, luego gracias a Strava vi que era Alberto, un antiguo compañero de MaraTI+D con el que corrí varias carreras, entre ellas la de su debut con el equipo en los 10 km pedestres de Usera de 1999 donde gracias a su ayuda hice en aquel entonces mi mejor marca en 10 kilómetros marcando 41:39 que me costó un montón de años superar. Después de recoger su trofeo me despedí de mi compañero que tuvo la gentileza de llevarse mi ropa de abrigo y yo me hice 10 millas más para completar un entrenamiento largo de cara a la maratón, ya a un mes vista.

XVII Media maratón de Latina

Sobre las siete me levanté y desayuné un vaso de leche con café y dos tostadas de pan de molde con crema de cacahuete y mermelada de arándano. Tenía pensado levantarme un poco más tarde y desayunar menos, pero al final desayuné lo que las últimas veces pensando que se iba a hacer larga la media.

Poco antes de las ocho y media salimos hacia el punto de encuentro con el coche. Cogimos a mi tocayo de camino y subimos al centro comercial de Aluche, aparcamos y fuimos andando tranquilamente hasta la pista de atletismo. Allí estuvimos haciendo tiempo con la ropa de abrigo puesta, ya que hacía fresquete, y cuando faltaban veinte minutos nos quitamos la ropa dejándola en el guardarropa. Luego fuimos trotando hasta la línea de salida, pero antes nos hicimos una bonita foto.

Representantes del Club Atletismo Zofío en la Media de Latina

Estando los cuatro en la línea de salida apareció Simba, el cuarto componente del Club Atletismo Zofío, que no había dado señales de vida hasta ese momento. Dieron la salida y Simba salió como un ciclón. Una de las compañeras, que iba a hacer la carrera de 5 km, nos fue marcando el ritmo el primer kilómetro, pero luego la dejamos atrás y empecé a sufrir para que Ninfa y mi tocayo no me dejaran descolgado. Fui casi toda la carrera detrás de ellos, porque aunque en las cuestas arriba me ponía a su altura, cuando la carrera era más favorable dos, tres metros siempre me metían y sufría para no perder más.

Íbamos picados con una chica que nos precedía unos cincuenta metros, pero aunque la recortábamos en las subidas, nos alejábamos en las bajadas. Yo dije que en la calle Valmojado la íbamos a coger y fue allí, subiendo Valmojado, cuando me sentí mejor. Cogí la cabeza del terceto y puse un buen ritmo, fue en ese momento cuando nos hicieron una bonita foto, casualmente el único rato donde estuve en cabeza del grupo.

Dándolo todo en la calle Valmojado a dos kilómetros de meta

No duró mucho mi euforia porque veía que si apretaba se quedaba la compañera, así que al final la chica a la que tratábamos de coger llegó antes que nosotros a meta. Cruzamos la línea de meta con 1h38 y unos pocos segundos, los tres hermanados como dos semanas antes en Fuencarral.

Nada más acabar nos pasamos por el stand de los fisios porque cada uno acabamos con alguna movida. A mí me dolía la rodilla izquierda, me tumbaron en la camilla, me movieron la rodilla para acá y para allá y llegó a la conclusión que era una sobrecarga.

Ninfa siendo séptima de la carrera quedó tercera de su categoría, siendo esta vez era Veterana C, en una extraña clasificación por edades que hicieron. Como tenía que subir al cajón estuvimos esperando. Yendo hacia el avituallamiento me llamaron y cual fue mi sorpresa que era Josetxu, antiguo compañero maratidiano con el que compartí muchas carreras en el pasado, sobre todo nos acordábamos de la maratón de San Sebastián del 98, de la chupa de agua que nos cayó durante todo el fin de semana y principalmente durante la carrera. Estuvimos un rato hablando, me contó que hacía la maratón de Valencia y la de Madrid todos los años. Nos despedimos, cogí la comida y la bebida y la ropa de abrigo y estuve estirando un poco haciendo tiempo.

Después de esperar a casi todos los premiados por fin subió la compañera al cajón y con su trofeo en la mano y nuestras medallas al cuello nos volvimos al barrio donde en una terraza celebramos convenientemente la carrera tostándonos al sol de invierno.

XXXVIII Media maratón de Fuencarral

Todo empezó a la hora de hacer la inscripción. Si querías camiseta, más tenías que pagar. En mi caso tengo camisetas para aburrir, así que dije que no, aún así no es que la cosa saliera regalada, que tuve que soltar 14,60 € por apuntarme. Ignoro si hubo otros tramos en los que era más barato apuntarse, pero ese precio «a pelo» no es un regalo precisamente. Mucho ha cambiado la cosa desde la primera vez que participé allá por 1997.

Luego siguió con el tema de recoger el dorsal. O bien lo hacías antes del día de la carrera o bien lo recogías el mismo día, pero soltando 3 €. Teniendo en cuenta que la calle Villaamail está bastante lejos de mi casa, si hubiese ido solo habría sido mejor soltar los 3 € porque según está el tema si vas en coche te lo gastas en gasolina. El caso es que el sábado fuimos en un coche a recoger tres dorsales y eso yo creo que sí es más barato que 9 €, que es lo que hubiese supuesto haber recogido el domingo los tres dorsales. Luego hablaremos de las fotos…

Debuté en esta prueba en 1997 y aunque en los primeros años intentaba hacerla todas las veces que podía, ya llevaba una temporada sin participar, once años en concreto.

119971:36:52
219981:38:05
319991:35:01
420001:39:05
520031:45:34
620051:39:30
720071:46:24
820091:42:19
920101:30:23
1020121:30:41

En los últimos días nos enteramos que la salida la habían retrasado a las diez, por lo que no hacía falta madrugar demasiado; sin embargo yo me levanté tres horas antes, a las siete, para desayunar en condiciones mi café con leche y dos tostadas.

Íbamos tres compañeros del Club Atletismo Zofío para participar en esta carrera y habíamos quedado a las ocho y media en el punto de encuentro para llegar con holgura de tiempo. Minuto arriba, minuto abajo, llegamos al sitio y salimos para el barrio de Fuencarral. Después de dar un poco de vuelta, aparcamos el coche junto al polideportivo de Santa Ana, donde acabó esta carrera unas cuantas ediciones, aunque ya llevan pocos años que han vuelto al sitio original en la calle Nuestra Señora de Valverde.

Como llegamos con tiempo y con el dorsal ya recogido se nos ocurrió tomar un café por aquello de tener una dosis extra de cafeína. En la misma calle donde está la salida y la llegada vimos un sitio abierto llamado Panadería Patio Baena donde vimos unos dulces que se me iban los ojos, pero me conformé con un café cortado. Los de la mesa de al lado pidieron una tostada de pan y puedo asegurar que es la tostada más grande que he visto nunca.

Hacía fresco, por lo que no apetecía mucho quitarse la ropa de abrigo y estuvimos mareando un poco, de tal modo que cuando fuimos a hacer uso del guardarropa, nos tocó esperar un poco y tuvimos poco tiempo para calentar, pero tuvimos tiempo de colocarnos en la línea de salida, aunque algo atrás ya que nuestras pretensiones no eran muy elevadas, nos conformábamos con no sufrir mucho y llegar los tres juntos a meta.

La última vez que participé fue en 2012, también un 12 de febrero, y en aquel entonces y durante casi toda la vida de esta carrera se hacía en el sentido horario, pero creo que fue el año pasado cuando lo hicieron en sentido antihorario, que a mí a priori me parecía más duro, ya que Herrera Oria es una señora cuesta, pero Jesús, el organizador, me aseguraba que la gente estaba haciendo mejores tiempos yendo en contra de las agujas del reloj. No me convenció mucho cuando me lo dijo, la verdad, y luego vi que de ninguna manera.

Bueno, a lo que íbamos, a las diez en punto dieron la salida y tardamos un rato en pasar la línea de salida, ya que estábamos muy atrás. Ese primer kilómetro, aunque favorable, no fue muy rápido por la gente a la que tuvimos que adelantar. Los siguientes siguen siendo favorables hasta un poco más allá del cuatro que viene una bonita cuesta arriba de unos dos kilómetros que termina en la Tapia del Pardo. Uno tramo más o menos llano y comienza una larga bajada hasta El Pardo adonde se llega aproximadamente en el kilómetro diez.

Por la carretera de El Pardo hacia Madrid hay unos cinco kilómetros más o menos llanos en los que íbamos rodando más o menos a 4:40 hasta que llegamos al quince y ahí se acabaron las tonterías. Hasta ese momento habíamos ido los tres juntos, aunque yo siempre medio descolgado, y pensaba que la subida a Herrera Oria iba a ser un «sálvese el que pueda», pero nos fuimos esperando los unos a los otros, total, tampoco nos jugábamos nada. Ese kilómetro 16, ya todo para arriba se nos fue un poco el tiempo, pero es que el siguiente kilómetro es tremendo y ahí se nos fue el kilómetro a 5:45, un minuto más lento que lo que llevábamos en el llano. El siguiente suaviza un poco porque hay un falso llano, pero el 18 también es de aúpa y también se nos disparó el tiempo. Afortunadamente ya habíamos pasado lo peor y aunque el resto seguía picando para arriba era más llevadero. Curiosamente fue en ese tramo final donde mejor me encontré y estuve tirando de mi compañeros tratando de alcanzar a una chica para que nuestra compañera tuviese alguna oportunidad de subir al cajón; sin embargo aunque la pasamos luego nos volvió a superar, aunque de todos modos llegar antes tampoco hubiera servido para hacer un puesto de honor.

Entramos los tres hermanados aunque a mí me dan un tiempo neto algo mejor al pasar detrás de ellos por la salida. Mi tiempo fue 1:40:38 prácticamente diez minutos más que la vez anterior hace once años. Pero contento por haber llegado los tres juntos y haber sido capaz de aguantar el ritmo.

Está claro que lo de las carreras populares es un negocio porque algunas carreras lo mercantilizan todo. Por ejemplo, esta carrera saca dinero por el precio del dorsal, por la recogida del dorsal el domingo, por si alguno «pica» y compra una camiseta de ediciones antiguas de ésta y otras carreras, ya que en el local de la recogida de dorsales también había una especie de mercadillo. Y por último, también se hace negocio con las fotos, ya que es una empresa la que las hace y las vende por el módico precio de 4,90 €. Eso sí, reconozco que las fotos están muy bien hechas y de gran calidad.

Esta vez no llevé la indumentaria del Club Atletismo Zofío, ya que ese día en Madrid se celebraba una manifestación por la Sanidad Pública, así que aproveché para manifestarme mientras corría.

XLI San Silvestre vicalvareña

Un año más y ya van quince, he acabado el año atlético participando en la San Silvestre vicalvareña. Y no he estado solo, ya que hasta allí nos hemos desplazado unos cuantos compañeros y compañeras del Club Atletismo Zofío. E incluso un bandolero nos ha acompañado…

La carrera de los mayores comenzaba a las 11:45 aunque desde las diez se celebraban carreras para los más pequeños. Este es uno de los detalles que distingue una carrera popular de una carrera $$comercial$$.

Habíamos quedado a las diez en el punto de encuentro. Llegamos a la hora y al poco salimos. Aparcamos sin demasiadas dificultades no muy lejos del polideportivo Margot Moles, donde está ubicado todo el tinglado. Retiramos el dorsal rápidamente y nos dio tiempo a hacer nuestras necesidades antes de dejar la ropa en el ropero y hacernos la foto de rigor.

Club Atletismo Zofío con bandolero incorporado

Con la referencia de la Carrera del mazapán en la que participé una semana antes sabía que podría llevar un ritmo de carrera de 4:15, pero me conformaba con ir incluso más despacio. Siendo la última del año tampoco es cuestión de ir a muerte.

Dieron la salida y traté de tomármelo con calma, pero al ser favorable ese primer tramo se te van las piernas casi sin querer, son 750 metros que se hacen a toda pastilla. En ese primer giro de noventa grados a derechas vi a mi compañera Ninfa que ya me sacaba un buen tramo y que me iba a resultar muy difícil alcanzarla.

Poco después se vuelve a girar a derechas y se llega al primer kilómetro, que ni miré, ni ese ni el resto. Ahí comienza el tránsito por la calle Villablanca de poco más de un kilómetro y todo para arriba. Imaginé que ese kilómetro lo había hecho más lento que el anterior, cosa lógica por otra parte.

Se llega a la plaza de la Vicalvarada y se coge la calle Casalarreina en un tramo más o menos llano buscando el barrio de Valdebernardo. Dentro de ese barrio se baja por el bulevar de Indalecio Prieto y se sube por el otro lado del mismo bulevar. O sea, lo que se gana por un lado se pierde por otro. Se sale de Valdebernardo y muy poco después se llega al kilómetro cinco.

El sexto kilómetro casi en su totalidad por el Camino Viejo de Vicálvaro es ligeramente favorable hasta llegar a la estación de metro que toma nombre del barrio. A partir de ahí comienza otro tramo favorable por la calle San Cipriano hasta llegar a la calle Minerva. En estos últimos kilómetros iba algo detrás de un tipo que llevaba una camiseta del Einstein Marathon, que imaginé se celebrará en algún lugar de Alemania. Me hizo pensar que quizás los organizadores harían alguna broma diciendo aquello de se descalificará a cualquier corredor que vaya más rápido que la velocidad de la luz.

Son 200 metros los que se sube por la calle Minerva, pero es probablemente el tramo más empinado. La cuesta desemboca en el punto kilométrico uno, por lo que al hacer el camino a la inversa, tocaba un corto tramo favorable y subir esos 750 metros que al inicio bajamos tan alegremente. De nuevo acorté la zancada y traté de dar zancadas más rápidas, pero ya se notaba la fatiga.

Ya en la pista del polideportivo aceleré lo que pude para tratar de llegar a meta lo más dignamente posible. Miré el cronómetro de meta y vi que marcaba algo más de treinta y cinco minutos por lo que aquellos 4:15 que me «auguraba» la Carrera del mazapán se fueron al garete. Llegué a meta con un tiempo oficial neto de 35:25 que son nueve segundos más que la vez anterior en 2019 así que mucho no me puedo quejar.

De nuevo fueron las féminas del equipo las que consiguieron subirse al cajón, ambas como terceras de su categoría. Sin lugar a dudas son ellas las más fuertes. Ambas recibieron una medalla ya que en esta carrera no había trofeos. Fueron rápidos en la entrega de trofeos porque nos dio tiempo a ducharnos y poco más.

Las dos premiadas mostrando sus trofeos

Y de este modo acabo el año 2022 como me gusta, corriendo.

¡Feliz Año Nuevo 2023!