Preparado para la media… De nuevo

Comentaba hace unas semanas que me veía preparado para la media de Villarrobledo y hoy puedo decir lo mismo, que me encuentro preparado para la media… Pero esta vez la de Madrid.

Empecé la semana de entrenamientos como siempre un martes. Antes de salir me eché crema en el tendón de Aquiles de la pierna derecha y estuve masajeando la zona, luego estiré y a las siete estaba en el punto de encuentro. Allí estaba Joaquín y al poco llegó Jesús, así que los tres nos pusimos en marcha a un ritmo bastante llevadero, ya que yo tenía más miedo que vergüenza a que me doliera el tendón de Aquiles, pero afortunadamente pude correr sin problemas. Hice 10 km en 57:46 @ 5:46 min/km.

El jueves cuando llegué al punto de encuentro vi a Joaquín y a Emilio armados con palos. Les pregunté cual era el motivo y me contó Emilio que había llegado antes al parque, decidió dar una pequeña vuelta y cuando llegó donde están los perreros cinco perros le habían rodeado. Como siempre, con la frase mágica de si no hacen nada lo arreglaron todo los perreros. Al poco vino Jesús y nos pusimos en marcha los cuatro con Joaquín y Emilio bien provistos de palos por si volvía a ocurrir lo mismo. Al poco vimos a Mariano y un poco después a Luismi, al que llevábamos bastante tiempo sin ver, de esta forma completamos un pelotón de seis corredores que no es muy habitual. En la segunda vuelta se fuero Emilio y Jesús y al poco Luismi por lo que aprovechamos para apretar un poco, pero no conseguimos dejar a Mariano aunque dice estar lesionado. La segunda vuelta fue claramente en progresión ya que hicimos 4:56, 4:39, 4:21 y 4:09. En total fueron 9,5 km en 48:32 @ 5:05 min/km. Un buen entreno. En estas dos vueltas no tuvimos problemas con ningún perro pero cuando Joaquín se iba para casa se encontró con dos perrazos con muy malas intenciones… Y con las dueñas muy groseras que no pararon de insultarle, respondiendo aquello de el que tienes que estar atado eres tú cuando mi compañero les dijo que, por favor, ataron a los perros.

El sábado habíamos a las nueve y media y cuando llegué ya estaban en el punto de encuentro bastante gente: Andrés, Quique, Emilio II, Jesús y Miguel, aunque Andrés estaba de charla, no tenía intenciones de correr. Después de un rato de charla salimos los cinco hacia el río. Pasado el kilómetro cuatro decidió Quique poner tierra de por medio y yo aceleré, pero sólo un poco, por no ir al trote el guarro; sin embargo cuando llegué al cinco pensé que podía hacer los kilómetros que me quedaban por el parque a ritmo M, que fijé en 4:35 ya que 4:30 me parecía demasiado ambicioso. Cumplí con el plan e hice 8 km que salieron justo a ese ritmo. Cuando llegué al punto de encuentro estaba Miguel con el que me fui andando hasta su casa. Completé 16 km en 1:19:25 @ 4:58 min/km. Un ritmo bastante interesante.

Para no castigar más el tendón de Aquiles, pero con la intención de hacer fondo, se me ocurrió salir con la bici, por lo que el 31 de marzo fue la fecha señalada para la primera salida en bici de este año 2019. No fue un buen día porque al contrario que el día anterior, estaba nublado e incluso llovió, lo que hizo que me mojara. Además hacía frío. Fui por el carril bici hasta la glorieta de la Warner, muy cerca de San Martín de la Vega y allí me di la vuelta. Fue entonces cuando empecé a notar frío de verdad y se complicó la cosa con un dolor de culo típico de estas primeras salidas en bici. Hice poco más de 53 km en 2:16:27 @ 23,5 km/h.

En el suelo otra vez

Hoy es festivo, por lo que algo de ejercicio había que hacer. Como ayer corrí a pie, no era cuestión de volver a realizar ejercicio pedestre, así que opté por la bici. Quedé con una amiga y sobre las diez de la mañana salimos rumbo a San Martín de la Vega como es habitual. Hacía un día un tanto gris, pero no parecía que fuese a llover, aunque tampoco que fuese a salir el sol.

Fuimos para allá a ritmo tranquilo y paramos como siempre en la Cafetería San Marcos. Siempre pido un café con leche con media barra con tomate y aceite pero hoy he pedido chocolate con churros porque intuía iba a ser la última salida en bici del año. Los cuatro churros y el chocolate me supieron a gloria.

Volvimos para Madrid y como no había mucha gente por el carril bici nos dio para hacernos un selfie en plena marcha, cosa que no se debe hacer, pero como íbamos por un carril bici segregado de la carretera y sin que viniese nadie, aprovechamos.


Selfie en la bici con la líder del Tour 🙂

Al llegar a Madrid nos metimos por el Parque Lineal como hacemos siempre últimamente, pero esta vez en vez de meternos por cerca de la gasolinera por donde atravesamos un camino de tierra fuimos un poco más allá, hasta el barrio de los Rosales donde sale un camino asfaltado hasta el parque pasando por debajo de la A4.

Nos mojamos un poco a la vuelta, pero lo malo no es que nos mojáramos nosotros, es que el camino estaba mojado. No fue únicamente eso, lo malo fue que en uno de los pasos por debajo de uno de los puentes, que encima es cuesta abajo y en curva me encontré con dos chicas que venían en paralelo con sus bicicletas. Una de ellas por la derecha (bien) y otra por la izquierda (mal). Cuando las vi ya las tenía casi encima porque fue justo en la curva y viendo que por mi derecha lo tenía difícil pensé que a lo mejor podía pasar por entre las dos, pero no fue posible porque la chica que iba por la izquierda se fue yendo hacia la derecha y al final no conseguí esquivarla. Choqué contra ella y caí sobre mi costado derecho, haciéndome una herida en el codo y lo peor no fue eso, sino que la pieza del cambio de la rueda trasera se dobló hacia dentro. Estando en el suelo llegó por detrás la amiga que me había acompañado a San Martín y nos embistió, yéndose también al suelo.

Nos levantamos echando la bronca a la muchacha y viendo el cambio lo saqué un poco hasta dejarlo recto… O eso era lo que yo pensaba porque cuando me puse en marcha y cambié, el cambio se metió entre los radios saliendo disparado hecho trizas. A cinco kilómetros de llegar a casa se acabó la marcha ciclista por hoy y seguramente por lo que queda de año.

Si el 15 de septiembre me caí corriendo a pie, hoy casi un mes después me he caído en bici. Un auténtico duatlón de caídas.

Si no se puede a pie, se va en bici

Pensaba que la lesión que me impidió terminar la maratón no era para tanto, pero llevo un mes que prácticamente no he corrido y aunque me encuentro mejor, todavía tengo bastantes molestias por la pierna izquierda.

Y ya que no puedo o debo correr, he pensado que a lo mejor en bicicleta podía practicar deporte sin problemas, aunque no tenía claro si iba a poder aguantar con la bicicleta, pero he comenzado a dar pedales y no notaba nada, ni siquiera cuando me exigía en una cuesta arriba.

Viendo que la cosa iba bien, he puesto rumbo a San Martín de la Vega, atravesando el Parque de Pradolongo y el Parque Lineal y luego saliendo por un camino para empalmar con el carril bici que va a San Martín de la Vega.

Pensaba que iría peor, pero el viento debía ser favorable porque iba a buen ritmo sin demasiado esfuerzo. Llegué a San Martín y paré donde siempre, en la terraza del San Marcos. Me asombró la cantidad de ciclistas con los que me crucé y pensé que quizás la terraza estaría a rebosar, pero había bastantes mesas libres. Mientras me tomaba un café con leche y una barrita con tomate aproveché para hacer una foto al vehículo que me había traído hasta allí.


Bici aparcada en la terraza del San Marcos

Pensé que la vuelta iba a ser peor que la ida por aquello de que el viento siempre da de cara, pero tampoco iba a mal ritmo, aunque iba notando el cansancio en los kilómetros finales. Lo cual no era nada raro ya que llevaba desde el 1 de octubre de 2017 sin montar en bici, es decir, 217 días. Y ese montón de días se notaba sobre todo en el culo, que me dolía sobremanera.

Entre la ida y la vuelta a San Martín he completado 60 km en un tiempo de 2h26. Bastante mejor de lo que yo pensaba.

Llevaba un tiempo sin pesarme y me temía lo peor; sin embargo la bascula marcaba 70,5 kg que teniendo en cuenta lo poco que he corrido este mes y que comí más de la cuenta en las dos semanas anteriores a la maratón por tener un poco de ansiedad, no está mal.

Entrenamientos semana 39 de 2017

Empecé la semana haciendo el lunes unos abdominales. No hice piernas porque notaba ciertas molestias en la rodilla de la pierna derecha.

El martes salí a correr pero nada más empezar notaba que la rodilla estaba «rara». Al subir un escalón y apoyar sentía como que la rodilla no me respondía. Corrí junto a Jesús, que corría con precaución por su también maltrecha rodilla. Él no quería hacer mucho y me convenció su idea, así que sólo hicimos 7 km y además muy tranquilos, a un ritmo de más de seis minutos por kilómetro.

El miércoles no pude realizar abdominales, así que el jueves antes de salir a correr hice unos pocos, no todos los que suelo hacer habitualmente. Por ello llegué tarde al punto de encuentro donde estaba una chica nueva, una chica que había contactado conmigo por el blog. Corrí con ella las dos vueltas y aunque iba despacio, a mí me venía de perillas porque seguía con la rodilla fastidiada. Completamos 9,6 km en un tiempo de 56:24 @ 5:50 min/km. Si la semana pasada fue Joaquín el que se probó dando una vuelta a tope, hoy ha sido Mariano el que lo ha probado. Y el tío ha bajado de 19 minutos que ya es una buenísima marca. Este hombre zumba de lo lindo.

El viernes tampoco pude realizar abdominales ¿o no quise? No sé… El sábado estaba en el pueblo y salí a correr por allí. No sabía si hacer 10 km o hacer más si me encontraba mejor. Y al final hice más porque veía que la rodilla estaba algo mejor. No llevaba cronómetro, así que miré el reloj cuando salía y luego cuando entré y creo que estuve más o menos 1h21 corriendo, lo cual no está nada mal porque llevaba desde la maratón sin hacer tantos kilómetros. En total fueron 16 km si no recuerdo mal de otra vez que hice este circuito.

El domingo acabé la semana haciendo bicicleta. De nuevo la ruta fue hasta San Martín de la Vega, desayuno en el San Marcos y vuelta a casa. A la ida estuve con un individuo que encontré en el Parque Lineal y me preguntó si sabía cómo salir de allí y empalmar con el carril bici. Le llevé por la rampa de tierra y no le pareció mal del todo. A la vuelta, ya llegando me encontré con otro que iba andando con la bicicleta en la mano. Le pregunté si necesitaba ayuda y me dijo que había pinchado. Inflé un poco la rueda y se puso en marcha. Kilómetros más tarde volví a alcanzarle y volví a inflar la rueda. Le propuse cambiar la cámara pero me dijo que no, que con esa inflada llegaba hasta el metro. Espero que así fuera. Yo hice un total de 60 km en un tiempo de 2h24.

¿Soltando piernas?

Ayer por la tarde estuve corriendo y hoy se me ocurrió salir con la bici con la idea de soltar piernas. La verdad es que me costó un poco y eso que no fui deprisa, por lo que no sé si la idea fue muy acertada.

Hice el recorrido habitual de ir a San Martín de la Vega y como últimamente yendo por el Parque Lineal para no pisar ni un metro de carretera.

No fui solo, sino acompañado por la amiga con la que estuve ayer en la carrera, que es una chica tremendamente dura y aguanta lo que la echen. Paramos en San Martín a desayunar y nos volvimos exactamente por el mismo camino. Llegando a la circunvalación de Perales del Río empezó a soplar un viento huracanado que no dejaba casi avanzar y luego empezó a llover bastante fuerte. Pasamos un mal rato con el viento y con la lluvia, menos mal que no estuvo mucho tiempo lloviendo.

Con la ida y la vuelta hicimos 60,5 km en un tiempo de 2h46. Y al final no sé muy bien si solté piernas o las cansé aún más, pero el paseo, exceptuando el rato de lluvia y viento, fue agradable.

Pedalear hacia arriba

Siempre había pensado que pedalear «hacia arriba» estaba sobrevalorado. Esto que llamo pedalear hacia arriba es lo que en algunos sitios llaman pedaleo redondo y es aquel en el que se pretende ejercer fuerza tanto durante la bajada del pedal como en la subida. En teoría parece una manera inteligente de pedalear puesto que se pretende aprovechar la fuerza de ambas piernas en los distintos momentos del pedaleo. Mientras que el pedaleo a pistón es el que se lleva a cabo únicamente en el momento en el que el pedal baja. Se puede encontrar información sobre este asunto aquí.

No voy a entrar en disquisiciones entre una cosa u otra, pero sí es verdad que hoy he tratado de practicar el pedaleo redondo y he notado dos cosas: que me duele menos la rodilla y que voy a más velocidad, así que trataré de pedalear de este modo de ahora en adelante.

Hoy no podía salir la amiga con la que salgo habitualmente, así que he salido solo. El recorrido ha sido hasta Titulcia pasando por San Martín de la Vega y la rotonda de Ciempozuelos. Desayuno en Titulcia y vuelta por el mismo camino. La única diferencia ha sido que a la vuelta he entrado en el Parque Lineal y a la ida he ido por Villaverde Bajo. En total han sido 81,2 km en un tiempo de tres horas y tres minutos, con muy buenas sensaciones.

El don de la invisibilidad

Este año las salidas en bici se han convertido prácticamente en paseos por el carril bici que va a San Martín de la Vega y desayuno en el San Marcos.

Hoy nos hemos encontrado en la terraza del San Marcos, a la hora de desayunar, con Carlos, Carla y otros tres amigos suyos. Como había menos gente de lo habitual nos hemos sentado sin ningún problema alrededor de una mesa, esperando a que el camarero nos preguntase. Éste pasaba de acá para allá, pero no se dignaba preguntar. Después de un rato, como hacía algo de frío, hemos entrado dentro y nos hemos puesto pegados a la barra. De nuevo, la camarera se pasaba por delante de nosotros sin hacernos caso ninguno. Después de un buen rato, Carlos y su grupo se han largado hartos ya de esperar. Mi amiga y yo, como no llevábamos prisa nos hemos quedado allí esperando, pero no había manera. La camarera estaba enfrente de nosotros y hacía como que no nos veía. Este es el don de la invisibilidad, estar enfrente de alguien y que no te vea. Tiene su utilidad en algunos casos, pero en otros, es un mal asunto.

Así que también hemos puesto pies en polvorosa y nos hemos acercado a otra terraza de un bar llamado El rinconcito donde una señora nos atendió muy amablemente aunque no con demasiada diligencia. Tomamos nuestra barrita mientras el sol de otoño nos calentaba y al terminar, de vuelta para Madrid.

Esta vez, en vez de los 52 km habituales hemos hecho quinientos metros más por desplazarnos hasta el otro bar. Poca cosa.

El del San Marcos ya debe conocernos

Llevaba ya dos semanas sin coger la bici, así que tenía ganas. A eso de las nueve me levanté, preparé los chismes y sobre las diez salí junto a una amiga rumbo a San Martín, con la idea de desayunar allí y darnos la vuelta. Y eso fue lo que hicimos. En San Martín nos sentamos en la terraza del San Marcos, nos tomamos un café con barrita de tomate y vuelta a casa.

Como siempre el viento hizo de las suyas porque hubo un momento que dije que no soplaba y dos segundos después casi no podía sujetar la bici. No tuvo más historia la cosa.

Hicimos aproximadamente 52 km en un tiempo de 2h13 a una velocidad de 23,5 km/h.

Desayunando fuera de casa

Desde el 1 de mayo no cogía la bici y tenía mono, debo reconocerlo. Así que me he levantado sobre las ocho de la mañana, he inflado las ruedas de la bici, me he vestido de romano y zumbando hacia San Martín, que es el recorrido más fácil que tengo.

La idea era ir tranquilo, pero tampoco de paseo. Además, de todos modos, siempre te acabas picando con alguien. Realmente no era coger la bici y correr, de lo único que se trataba era de desayunar fuera de casa. Y pensaba que al llegar a la churrería San Marcos, en San Martín (esto va de santos) habría poca gente, pero me he equivocado por completo. Estaba a rebosar. Como no tenía ninguna prisa, me he sentado en una silla que había libre esperando que alguien dejase una mesa. Tampoco he tenido que esperar mucho.

Como siempre, media barrita con aceite y tomate y café con leche. Me lo he tomado tranquilamente, disfrutando del momento. El sitio es fenomenal, pero el precio es realmente barato. Ese desayuno ha costado un euro y medio, que comparado con los dos euros y cuarenta céntimos que me cobran al lado del trabajo, es baratísimo. No me extraña que se llene.

Después la vuelta a casa con la misma idea: tranquilo, pero sin dormirme. Pero mientras venía para casa me he acordado de Pedro que hoy participaba en un half en Vitoria y he pensado, ¿por qué no probar a correr después de ir en bici?

Y no me ha parecido mala idea, por lo que al llegar, me he despojado del traje de romano y me he vestido de corredor, dispuesto a correr sólo cuatro kilómetros. Y tengo la sensación de que no ha sido buena idea porque cuando he salido iba con el gemelo derecho raro, como si lo tuviese «flojo». Una extraña sensación. El caso es que según iba corriendo me iba encontrando mejor; sin embargo, esta tarde cuando escribo esta entrada noto que me duele. Mal asunto.

Con Pepe Isbert

Hoy hemos estado en Guadalix de la Sierra, calcando un entrenamiento que hicimos el año pasado. Saliendo desde Madrid enfrente del instituto San Fernando por el carril bici que va paralelo a la M-607.

El carril llega a Colmenar Viejo y luego sigue a Soto del Real, allí donde muchos políticos y gentuza similar tienen una bonita parcela. Desde Soto tiramos hacia Guadalix, pero ya no había carril bici, así que anduvimos por el estrecho arcén que tiene esa carretera.

Hacía un día fresco o incluso alguno diría que frío y, por supuesto, ventoso. Así que cuando llegamos a Guadalix y paramos a desayunar nos tocó meternos dentro del local para no quedarnos helados por el sudor y el frío.

Un cafetito con barrita con aceite y tomate y de nuevo a la flaca para volver al punto de partida, pero antes de salir de Guadalix nos hicimos una foto con Pepe Isbert asomado a la balconada del ayuntamiento de Guadalix.

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Con Pepe Isbert al fondo

A la vuelta, en vez de volver hacia Soto, fuimos directamente hacia Colmenar por la M-625, que tiene unas bonitas subidas. A mi acompañante le costó lo suyo sortear esas cuestas, pero con su tenacidad llegamos a Colmenar donde volvimos de nuevo al carril bici.

Y se nota que en sentido Madrid el terreno es favorable, porque fue cuando íbamos más rápido. Pronto dimos caza a una pareja que iban más o menos a nuestro ritmo y nos pusimos un poco a rebufo. Luego pasó un pelotón y nos quedamos descolgados. De la otra pareja, uno iba bastante cascadete y su compañero le estuvo esperando, así que volvimos a acoplarnos a ellos. Durante el camino nos quedábamos, contactábamos y poco a poco fuimos llegando a nuestro destino que, casualmente, era el mismo que el de los otros dos.

Hicimos unos 76 km en un tiempo de 3h25 a una media de algo más de 22 km/h. No es nada destacable. Está claro que el ciclismo no es lo nuestro… aunque nos guste.