XLI Trofeo San Lorenzo

Un año más, para celebrar que llegan las vacaciones de verano, participé en la XLI edición del Trofeo San Lorenzo, una de las carreras más bonitas y castizas de Madrid y que además forma parte de la Unión de Carreras de Barrio. Es por ello que nos dimos cita un buen número de compañeros del Club Atletismo Zofío, para sumar puntos individuales y por equipos. Este año tocó adelantar la carrera ya que en un principio se iba a celebrar el 23 de julio, pero al convocar las elecciones ese día, tuvieron que adelantarlo una semana.

Sonó el despertador a las siete y me levanté. Desayuné como todos los días, pero menos cantidad para no tener la tripa llena en el momento de la carrera. Llegamos a las ocho en punto al punto de encuentro y nos extrañó no ver a nadie, pero pronto aparecieron los compañeros, se montaron en el coche y antes de llegar a la glorieta de Embajadores nos metimos por una calle a la derecha y enseguida encontramos sitio donde aparcar.

Fuimos andando hacia la meta y en la calle Argumosa, justo donde acaba la pequeña cuesta, nos encontramos con la otra compañera que había venido por otro lado. Dejamos las cosas en el ropero, nos hicimos una foto y estuve estirando mientras los demás calentaban.

Foto de equipo en el Trofeo San Lorenzo 2023

Fui hacia la salida y enseguida nos pusimos en marcha. Pronto me quedé solo, ya que mis compañeros salieron más deprisa ya que yo había decidido ir tranquilo porque llevo con la rodilla fastidiado desde que me lesioné entrenando para la maratón, ya unos cuantos meses y no se me pasa.

Fui prácticamente al trote sufriendo la rodilla más en las bajadas que en las subidas. Gente que me adelantaba en la bajada o en el llano luego los adelantaba en la subida. Los escalones me los tomé con calma, pero tampoco me dormí. Pasando por el Palacio Real adelanté a José Luis, compañero de equipo, y ya fui con él hasta la meta. El hombre también anda algo tocado de la rodilla. Al pasar por la línea de meta vi que el minutero marcaba 51 minutos, pero hasta que no vi la web no supe que mi marca era de 51:46. Recogí la bolsa con avituallamiento consistente en agua, bebida energética, una manzana, un zumo y una barrita con la correspondiente bolsa de AhorraMas.

Poco después de subir los escalones con mi bonito dorsal 404 (Not found)

XL Trofeo San Lorenzo

Llevaba unas semanas fastidiado por lesiones varias y con poco entrenamiento por esas mismas lesiones y por el Camino, así que participé en esta prueba sin muchas pretensiones, pero con la motivación de estrenar la camiseta del Club Atletismo Zofío.

Con nuestras espectaculares camisetas

Vinimos una compañera y yo con Emilio, con el que habíamos quedado a las 7:45, por lo que poco antes de las ocho estábamos aparcando cerca de la línea de salida. Nos dio tiempo a ir tranquilamente al servicio y al guardarropa y pudimos calentar sin ninguna prisa. Según iba llegando la hora de salida la calle Argumosa, cerca de Ronda de Atocha se iba llenando de gente, pero nadie hacia intención de ir a la línea de salida. La explicación era sencilla en Argumosa había sombre y la línea de salida estaba al sol y no era cuestión de calentarse antes de tiempo. Faltaban menos de cinco minutos cuando la marabunta se fue moviendo hasta la línea de salida.

Como «no me jugaba nada» salí tranquilo, sobre todo pensando en la cuesta de San Vicente y los escalones con los que nos íbamos a encontrar, novedad en esta edición. Aún así hice los tres primeros kilómetros, más bien favorables, en 4:29, 4:36 y 4:24. Cuando se llevan tres kilómetros y medio se afronta la cuesta de San Vicente y ahí me fueron cayendo los segundos como si fueran de plomo. Este cuarto kilómetro ya se fue a 5:03 y el siguiente, quizás debido a los sesenta escalones y al esfuerzo de la cuesta, también se fue a 5:06. Ese kilómetro pasa por los jardines de Sabatini y delante del Palacio Real y es una de las razones que hacen a esta carrera tan atractiva. El sexto kilómetro no desmerece al anterior, ya que su paso por San Francisco el Grande y la Puerta de Toledo es también muy agradable a la vista, no tanto a las piernas porque el paso por la Puerta de Toledo también es cuesta arriba. Ya recuperado un tanto del esfuerzo del anterior kilómetro éste lo hice en 4:41, acercándome a los ritmos de comienzo. En la calle Toledo, a la altura de la Plaza de la Cebada, me hizo José Luis, un compañero del club, esta bonita foto.

Corriendo por la calle de Toledo, foto cortesía de José Luis

No sé qué me pasó porque como no iba muy pendiente del reloj cuando pitó el octavo kilómetro pensé que el GPS se había vuelto loco y que íbamos por el séptimo. Calculaba mentalmente por donde habíamos pasado y seguía convencido de que era el séptimo. Por otro lado, tampoco me cuadraba porque cuando pitó ese kilómetro circulaba por la Carrera de San Jerónimo y sabía que no quedaba mucho para meta. Estuve un rato algo despistado, pero tampoco lo di muchas vueltas porque sabía que era casi todo cuesta abajo. Estos dos últimos kilómetros fueron los más rápidos ya que los hice en 4:16 y en 4:23 también picado con un tipo que tenía una forma extraña de correr y al que conseguí adelantar en Atocha, pero que en la cuesta de Argumosa me adelantó a mí. En el sprint final, aunque lo di todo, tampoco pude evitar que me adelantasen otro par de tipos. Llegué a meta con un tiempo según mi cronómetro de 46:35, aunque tardé en dar al botón de parada, por lo que no es extraño que en la clasificación oficial aparezca con un tiempo de 46:30 que no es nada del otro mundo, pero refleja mi nivel actual y que me lo tomé con calma, ya que en el anterior diez mil que hice, en el PAU de Vallecas, hice dos minutos menos, pero sufrí de lo lindo.

Del club, sólo Ninfa consiguió subir al cajón, siendo segunda de su categoría en una carrera, en la que como todos los años, había gente de mucho nivel.

Esta carrera es sin duda la más bonita de Madrid por los sitios por donde pasa y además es una auténtica carrera popular, se nota en el trato a los corredores, en la cercanía de la gente y que también piensan en los más jóvenes, ya que después de la prueba de 10 kilómetros hubo carreras de niños. Una carrera absolutamente recomendable.

XXXVI Trofeo San Lorenzo

A las siete sonó el despertador. Me levanté, desayuné una rosquilla y una taza de café con leche y un poco más tarde de las 7:45 estábamos en el punto de encuentro donde ya estaban Joaquín y Emilio. Salimos con el coche de Emilio y a las ocho estábamos en Embajadores aparcando en Ronda de Valencia, muy cerca de la salida. Haciendo tiempo por aquí y por allí tuvimos la suerte de encontrarnos con otros dos compañeros pradolongueros.

Saludamos a unos y a otros, hablamos un rato y nos fuimos yendo a la zona de la llegada. Subí por la calle del doctor Piga al sitio donde montaron el guardarropa. Hice cola, pero enseguida cogieron la mochila. Tremendamente eficientes.


En la puerta de la Gatoteca, un sitio curioso en la calle Argumosa

Estuvimos un rato calentando y faltando poco minutos para la salida bajamos hacia Ronde de Atocha donde estaba ubicada la salida. Para los pradolongueros había dos duelos interesantes. Por un lado Ninfa y Joaquín se la jugaban y por el otro Emilio 2 quería asaltar el número 1 del otro Emilio.

Yo salí con Ninfa y Joaquín, aunque sabía que me acabaría quedando. Hicimos juntos el primer kilómetro, pero en la bajada de Ronda de Segovia se fue alejando Joaquín, quedándonos Ninfa y yo algo atrás. Y así estuvimos hasta el kilómetro seis donde Ninfa decidió ir a por Joaquín. Yo desde la mitad del recorrido ya iba bastante justo, así que cuando me quedé solo me relajé un poco, ya que no estaba por la labor de sufrir demasiado.

Fui viendo como Ninfa se iba acercando poco a poco hasta que en la Puerta del Sol se puso a la altura de Joaquín. Luego a los dos juntos los fui viendo mientras bajábamos por la Carrera de San Jerónimo hasta Neptuno y por el Paseo del Prado hasta Atocha, pero allí ya me sacaban bastante y yo iba muy cansado y con pocas ganas de nada.

Una vez pasada la Glorieta de Atocha no los volví a ver hasta que pasé la línea de meta donde Joaquín (43:30) me dijo que había ganado el duelo porque había apretado en la cuesta de la calle Argumosa y Ninfa (43:35) se había quedado un poco atrás. Ninfa demasiado hizo porque tenía un par de uñas muy fastidiadas de los entrenamientos de los últimos días.

En el otro duelo, Emilio I sigue siendo Emilio I porque el otro Emilio no fue capaz de ganarle, aunque cada vez se va acercando más. Emilio el number one hizo 49:11 y el otro Emilio un par de segundos menos de 50. La otra compañera pradolonguera llegó un poco después con muy mala cara. Y yo, que no había dicho nada, llegué prácticamente un minuto después de Joaquín, con un tiempo oficial de 44:28. Me sacaron un buen puñado de segundos en los dos últimos kilómetros.

Fue un día duro por varios factores. El principal es por la cantidad de cuestas que hay, pero además hizo calor y sobre todo, mucha humedad, lo que provocó que nada más pasar la línea de meta me quitase la camiseta, cosa que no hago nunca, pero había sudado lo que no está en los escritos. Luego cogí la mochila del ropero, fuimos a ver las clasificaciones y Joaquín cogió un mosqueo de narices porque pensaba que iba a subir al cajón y sólo pudo ser séptimo. Decía que con el tiempo que había hecho hubiese subido al cajón el año pasado. Ninfa, una habitual de los cajones, tampoco pudo subir ya que fue quinta de su categoría.

Antes de irnos del barrio de Lavapiés nos hicimos una foto los compañeros pradolongueros y unos cuantos allegados.


Pradolongueros y allegados después de la carrera

Después de estar por ahí mareando nos fuimos hacia los coches. En el de Emilio los cuatro que habíamos venido y en el otro coche el resto de pradolongueros. Nos acercamos a un bar del barrio a tomar algo para recuperarnos del esfuerzo y allí estuvimos un rato muy agradable disfrutando de la compañía.

XXXIV Trofeo San Lorenzo

Un par de semanas antes de lo habitual se ha celebrado una edición más del Trofeo San Lorenzo. Y ya van treinta y cuatro, lo que hace que esta carrera sea una de las tradicionales del calendario popular de Madrid. Lo normal es que se celebre el último fin de semana de julio, pero este año por algún motivo que desconozco se ha adelantado dos semanas.

Habíamos quedado a las 7:40 en el punto de encuentro. Nos acercó amablemente Emilio a la zona de salida. Aparcamos con facilidad y fuimos a una cafetería situada junto a la estación de autobuses y estuvimos saludando a la gente de Gran Grupo Garabitas, que habían quedado allí. Nosotros aprovechamos para soltar lastre. Quedaba aún mucho tiempo, así que desde allí nos fuimos tranquilamente a dejar la bolsa en el guardarropa.

Estuvimos calentando, estirando y cuando faltaban diez minutos fuimos cogiendo sitio en la zona de salida, en Ronda de Atocha. Estábamos hablando tranquilamente cuando dieron la salida, yo pensaba que aún quedaba algo más de tiempo para comenzar. Apreté el botón de comienzo del cronómetro y me puse en marcha junto a Joaquín, aunque me decía que no se veía bien, que no sabía cómo le responderían las piernas. Yo tampoco sabía cómo responderían mis piernas, porque ayer salí con la bici y las notaba cansadas.

Jóvenes y viejas generaciones de corredores y corredoras, foto cortesía de Macu

Salimos sin ir a tope, al menos yo, y en el primer kilómetro vi que marcaba 4:11. Me pareció que la cosa iba bien, aunque las piernas no marchaban con la alegría que me hubiese gustado. El segundo kilómetro consiste en subir a Puerta de Toledo y bajar por Ronda de Segovia, por lo que es más bien favorable. Lo hice en 4:17 y me di cuenta que Joaquín se había quedado unos metros más atrás.

Entonces me fijé que delante de mí, como a diez metros, iba un individuo que me ganó en la Media de Villaverde, así que me marqué el objetivo de ganarle. Iba poco a poco acercándome a su chepa, pero no conseguía ponerme a su altura. Justo al acabar la bajada de la calle Segovia y al girar por Virgen del Puerto me adelantó una chica de un club de Seseña, que marchaba junto a un compañero del mismo club. Bajaba mejor que yo, pero en llano parecía que yo llevaba un poco más de chispa.

Este tercer kilómetro con la bajada de la calle Segovia es favorable y ahí marcó el crono 4:07, pero lo peor es lo que viene después, que es la subida por la Cuesta San Vicente. Ahí se le va a todo el mundo el crono, ya que es casi todo el kilómetro cuesta arriba. Hice ese kilómetro en 4:42 y lo di por bueno, pero lo que me preocupaba era «mi rival» que no conseguía acortarle ni un metro.

Poco después de acabar ese cuatro kilómetro se llega al cruce donde se cruza la calle Bailén (por arriba) con la cuesta de San Vicente (por abajo). En ese punto se dobla a la derecha y te encuentras con una bonita rampa para subir a Bailén y llegar al Palacio de Oriente. Esa rampa se me hizo más dura que el kilómetro anterior, ahí me flojearon las piernas un poco, pero me fui reponiendo al paso por el palacio y la llegada al viaducto. Hice ese kilómetro, que marca la mitad de la carrera, en 4:35, dejando claro que la rampa de Bailén me había hecho pupita.

Poco después de dejar atrás el meridiano de la carrera se pasa por San Francisco el Grande y se comienza a subir hacia Puerta de Toledo y desde allí, se continúa subiendo hacia la Plaza de la Cebada. Pasada la Puerta de Toledo está el punto kilométrico seis, que pasé en 4:14. En ese punto estaba un puesto de avituallamiento y ahí mi rival sólo me sacaba un metro. Cogí una botella de agua, eché dos tragos e inmediatamente después noté una gran flojedad de piernas; sin embargo pareció que mi rival se tomó un Red Bull porque a partir de ahí empezó a sacarme más y más metros.

Esta subida por la calle Toledo hasta Latina me sentó fatal. El llano hasta Puerta Cerrada y el terreno favorable hasta la calle Mayor no me «devolvió» los segundos que perdí en esa subida y se me fue este séptimo kilómetro a 4:42, ¡lo mismo que en la Cuesta de San Vicente! No me encontraba muy fino y yo creo que el rival se me había marchado más por demérito mío que por mérito suyo.

El tramo entre el séptimo y el octavo kilómetro consiste en subir por la calle Mayor, bajar un poco hasta Sol y volver a subir un poco hasta casi la calle Sevilla. Subiendo por Mayor me adelantó la pareja de Seseña y al terminar la subida, a la altura de la Plaza Mayor, volví a ponerme yo por delante. Ahora la «batalla» estaba más por aquí que con el otro chico, que ya se había marchado bastante. Este octavo kilómetro se me fue a 4:28.

Afortunadamente, sólo queda subir un poco más por Carrera de San Jerónimo, donde poco antes del Congreso comienza terreno favorable ya casi hasta meta. Animé a la chica de Seseña indicando que ya era todo cuesta abajo y me lancé todo lo deprisa que pude buscando el Paseo del Prado y el noveno kilómetro que estaba enfrente del Jardín Botánico. Por allí andaba Emilio haciendo fotos y animando al personal. Este kilómetro, que es casi todo cuesta abajo, fue el más rápido que hice, en 4:04, pero por más que apretaba veía a «mi rival» muy lejos.

El último kilómetro en su paso por Atocha, el Reina Sofía y la Ronda de Atocha sigue siendo favorable, pero el desnivel se equilibra con la subida por la calle Argumosa, donde está situada la meta. Subí bastante bien esa subida situada a 300 metros de meta y escuché por primera vez el nombre de la chica de Seseña. Alguien la gritó: «Vamos Marina, que vas la segunda».

Acabé la cuesta y apreté los dientes para hacer los últimos metros. Pasé por la línea de meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 43:22 haciendo este último kilómetro en 4:06, el segundo más rápido. Se nota que estos dos últimos kilómetros son los más favorables. Marina entró muy cerca de mí y Joaquín y Ninfa, que se habían juntado durante el recorrido llegaron como medio minuto más atrás, a punto estuvieron de cogerme. Lo curioso es que al mirar las clasificaciones vi que Marina, la chica que había entrado justo detrás de mí, aparecía como tercera clasificada. Le comenté que lo más seguro es que hubiese entrado un tipo con un dorsal de chica y que reclamase. Al final parece ser que fue así. Reclamaron y se solucionó el asunto, de tal forma que esta chica pasó a ser la segunda clasificada y Ninfa, la tercera.

Llegando a meta, foto cortesía de Macu

https://connect.garmin.com/modern/activity/1259446459

XXXII Trofeo San Lorenzo

Hoy he participado en el Trofeo San Lorenzo, en Madrid, carrera que tradicionalmente supone el final de la «temporada» de carreras populares en la ciudad y el comienzo de las vacaciones veraniegas para muchos. Es una carrera muy castiza que tiene instalada la salida y la meta en el populoso barrio de Lavapies y transcurre por calles bastantes céntricas: calle Bailén donde se puede ver el Palacio de Oriente, Puerta de Toledo, calle Mayor, puerta del Sol, carrera de San Jerónimo (donde se puede ver la Cueva de Alí Babá, digo el Congreso), Paseo del Prado, Atocha y meta en la calle Argumosa, justo detrás del museo Reina Sofía.

Hacía un día de bastante calor y salí con la única pretensión de tratar de ir junto a un compañero de entrenamientos, pero éste salió demasiado deprisa para mí y aunque traté de seguirle en el primer kilómetro se alejó irremediablemente, así que me quedé solo sin saber el ritmo que llevaba porque no estaban señalizados los kilómetros.

Aparte de ser una carrera bonita por donde transcurre, es una prueba dura porque tiene un montón de subidas y bajadas. Una subida bastante dura como es la Cuesta San Vicente que empalma con la calle Bailén y luego otras cuestecillas no de tanta entidad pero que se hacían notar en las piernas. No sé si fue culpa de los 80 km que hice ayer en bici o que estoy muy mal de forma, pero las cuestas arriba se me dieron fatal, siempre me adelantaban seis o siete corredores en cada una de las cuestas. Viendo que no iba muy fino y que el calor apretaba de los lindo, tampoco quise exprimirme del todo, las piernas no iban.

Me adelantó cuando iba por la calle Bailén David el de Danone que iba junto a un corredor que llevaba la misma camiseta que yo, la amarilla del Barrio del Zofío. Estuve un rato con ellos (por detrás) y me di cuenta que este hombre de amarillo es el rey de los hiperpronadores. Resultaba curioso verle aterrizar y como la puntera de su zapatilla se metía hacia dentro de una manera considerable. Este hombre me gana en pronación seguro. Estuve detrás de ellos hasta la subida que hay por la calle Toledo, ahí me descolgué un poco y seguí a mi bola…

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Sufriendo en la cuesta de la calle Toledo

Poco después subiendo por la calle Mayor volví a ser adelantado por otro grupo de cinco o seis corredores.

Iba yo a lo mío, buscando la sombra cuando por fin alcancé la Carrera de San Jerónimo, poco antes del Congreso, donde comienza un terreno favorable casi hasta meta. En ese punto, me adelantaron dos chicas, una morena y una rubia (no sé si hijas del pueblo de Madrid) que iban claramente picadas la una con la otra. En el momento que me pasaron, la rubia empezó a ganar terreno ayudada por el terreno favorable y sus piernas largas; sin embargo, por el Paseo del Prado la morena se iba acercando a la otra. Yo iba perdiendo terreno metro a metro, pero lo que no perdía era el detalle de esta batalla.

Cerca de Atocha me adelantó Juan Carlos, otro componente del equipo de Danone, justo cuando la morena estaba casi a la altura de la rubia. Esta se dio cuenta y dio otro tirón y de nuevo volvió a alejarse. Ya en la esquina de Ronda de Atocha con la calle Argumosa, donde comienza la última cuesta la rubia volvió a dar otro tirón y la morena ya no fue capaz de alcanzarla.

Curiosamente, en esa cuesta se quedó Juan Carlos y yo también me quedé… sorprendido porque no aguantase mi ritmo. Aceleré un poco viendo que eran los metros finales y luego un poco más para tratar de bajar de los 45 minutos. De esta forma, llegué a meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 44:56, muy alejado de los 43 minutos que estuve haciendo en el mes de junio. No sé si el calor o la bici de ayer o ambas cosas me han perjudicado. De todas formas contento, ¿por qué no iba a estarlo?

Me di un susto considerable al pasar la línea de meta ya que estaba tendido en el suelo un corredor con una camiseta naranja fosforescente, exactamente igual que la que llevaba mi compañero de entrenamientos con el que había salido. Me acerqué con el alma en vilo, pero afortunadamente no era él. Confío en que el corredor caído se haya recuperado.

Después de la carrera, estuvimos esperando las clasificaciones y comprobamos que José Luis, otro habitual de Pradolongo, había quedado segundo en la categoría de superveteranos. ¡¡¡Enhorabuena José Luis!!!

Iba con nosotros también una chica que suele hacer buenas clasificaciones. Sin ir más lejos en esta carrera el año pasado quedó cuarta de su categoría; sin embargo, este año quedó la 14ª y se quedó bastante extrañada. Preguntó a la gente de la organización como iba la categoría de veteranas y resulta que abarcaba a todas aquellas féminas nacidas entre 1960 y 1977, dándose la curiosa circunstancia que esta categoría cubre 17 años, cuando normalmente suelen ir de diez en diez o si acaso, si no hay muchos trofeos, de veinte en veinte. Bueno, una simple anécdota.

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Cinco pradolongueros después de llegar a meta, cortesía de Ayelen Sekhmet

XXVIII Trofeo San Lorenzo

Hoy se ha celebrado la XXVIII edición del Trofeo San Lorenzo cuya salida y meta están situadas en el barrio de Embajadores, distrito Centro, Madrid. Sin embargo, a cualquiera que preguntes no te dirá que esta zona se trata del barrio de Embajadores, sino el de Lavapiés y es que esta plaza ha acabado dando nombre a una parte del barrio.

Se trata de una carrera organizada por la Agrupación Recreativa Argumosa a los que hay que agradecer su buena disposición para luchar contra el ayuntamiento todos los años para sacar adelante la carrera. A pesar de su modestia, la organización es brillante. El único pero que encuentro es que la medición de los kilómetros me pareció muy inexacta. Tampoco importa mucho ya que se trata de una prueba de 10,6 km y la marca realizada no tiene ninguna utilidad práctica. El caso es que el forerunner marcó casi 11 km, por lo que, contando con el margen de error, calculo que la distancia sería algo superior a los 10,8 km.

En un principio, la carrera iba a comenzar a las nueve de la mañana, sin embargo, en los últimos días anunciaron que retrasaban la salida media hora. Es de agradecer dormir media hora más un domingo, aunque en esta época canicular esa media hora puede suponer un calor excesivo. Sin embargo hubo suerte, el calor no apretó en exceso y casi todo el recorrido estaba sombreado.

Un nutrido grupo de pradolongueros nos desplazamos al barrio de Lavapiés dispuestos a participar en la carrera. Unos pensaban en subir al pódium, otros nos conformábamos con acabar la carrera. En el ambiente se notaba que esta carrera echaba el cerrojazo a la temporada. El que más o el que menos descansa un poco en este mes de agosto para volver con las pilas cargadas en septiembre.

Carrera San Lorenzo 2010
Pradolongueros en San Lorenzo

Como ando algo tocado en los tendones, decidí salir con una amiga para ver si conseguía alcanzar algún lugar en el pódium. Sin embargo, la carrera se hizo muy dura y al final sólo consiguió ser séptima de su categoría. No conocía la carrera y parecía que el único obstáculo era la cuesta de San Vicente, pero todo el recorrido está jalonado de cuestas que te acaban machacando las piernas.

Sin tener en cuenta este pequeño obstáculo, la carrera está muy bien porque pasa por sitios bonitos de ver como la Puerta de Toledo, el Palacio de Oriente, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco el Grande, Puerta del Sol, Cibeles y la fuente de Neptuno. Bien es cierto que cuando vas corriendo tampoco es que te fijes mucho…

Aparte de la «monumentalidad» de los sitios de paso, la carrera merece la pena por la gran organización. Muchas carreras de más nombre deben dejar de mirarse el ombligo y aprender de carreras más modestas. Un detalle que viene de perillas al corredor con este calor es el avituallamiento líquido; la organización instaló dos puntos de agua. Sobre todo el primero lo agradecí sobremanera porque salí con la boca seca, seca. La exquisitez del detalle es que el agua estaba fresquita. En el segundo puesto de avituallamiento, el agua estaba ya calentorra, pero no se puede pedir todo.

Después de pasar la línea de meta y entregar el chip te daban la bolsa del corredor con una camiseta verde fosforito, una medalla, una bolsa de patatas fritas, un refresco y agua. Eché de menos una cervecita, ya que el día anterior invitaban a un birra a los que retiraran el dorsal. Todo un detalle. El precio de la inscripción fue de 8 € que entra casi dentro de lo normal… si es que puede considerarse normal ya esos precios.

Según los datos del forerunner la distancia fue de 10,9 km y el tiempo realizado: 54:05 que difiere unos segundos del oficial dado por la organización que no es otro que 54:08. Lo más curioso es que a mi amiga le asignan un tiempo de 54:10 cuando entró delante de mí. Guardo una copia de la clasificación oficial en este enlace.

Llegada Trofeo San Lorenzo 2010
Llegada Trofeo San Lorenzo, foto cortesía de la organización

De todos los pradolongueros que fuimos, sólo Ninfa consiguió subirse al cajón, los demás se quedaron con la miel en los labios, sobre todo Emilio el hombre radiactivo que quedó cuarto.

Para terminar y aunque no venga mucho a cuento con la crónica, dejar constancia del peso. El sábado subí a la báscula y marcaba 67,7 kg. Parece que me mantengo en la parte alta de los sesenta y siete. No está nada mal. Firmaría por seguir así in saecula saeculorum.