XXI Carrera cívico-militar contra la droga

Al igual que estos últimos años, nuestro buen compañero pradolonguero Pepe tuvo a bien apuntarnos a unos cuantos a esta carrera. En un principio no tenía pensado ir porque tenía otros compromisos, pero al final los planes iniciales se deshicieron y fui gustoso a esta carrera.

Otros años hemos ido trotando desde el parque de Pradolongo, pero esta vez debido a la falta de entrenamiento decidimos ir en coche y mi tocayo se ofreció a llevarnos. No fue fácil encontrar aparcamiento, pero encontramos un sitio y a la hora fijada estábamos ya preparados para la foto, que este año no fue tan numerosa como otras veces.

Miembros del Club Atletismo Zofío en la Carrera Cívico-Militar contra la droga

Llevo unas semanas fastidiado y aunque ya estoy algo mejor no quise forzar, así que salí tranquilo con la idea de no perder de vista a una de las compañeras del club y afortunadamente pude seguir su ritmo y sin demasiadas molestias, lo cual es una gran noticia.

Fuimos a un ritmo cercano a los cinco minutos en la primera parte que es con tendencia ascendente y mejorando esos tiempos en la segunda parte, más favorable. De esta manera completamos los poco más de seis kilómetros en un tiempo de 30:41 según mi cronómetro ignorando si coincide con el tiempo oficial.

Ninfa, compañera del Club Atletismo Zofío subió al cajón como segunda clasificada. Y es que a esta chica no hay quien la baje del cajón.

Ninfa recibiendo su trofeo como segunda clasificada de la carrera

XIX Carrera cívico-militar contra la droga

Hoy nos hemos dado cita un buen número de pradolongueros en la Casa de Campo y todo hay que agradecérselo a Pepe que amablemente nos ha inscrito a todos ¡¡¡muchas gracias Pepe!!!

Igual que el año anterior habíamos quedado a las 8:45 en el punto de encuentro para ir trotando hasta el Urogallo, al lado del lago de la Casa de Campo, lago que por cierto está en obras y sin agua. La distancia recorrida desde el punto de encuentro hasta el Urogallo fue de 8,4 km, pero fuimos a un ritmo tranquilo y cuando llegamos al destino y vimos al resto de compañeros aún no había llegado Pepe con los dorsales, pero en poco tiempo apareció. Nos dio los dorsales, nos lo prendimos en el pecho y nos hicimos una bonita foto de grupo.


Un montón de pradolongueros en la carrera

Después de retratarnos dejamos la ropa en el coche de un compañero. Entre unas cosas y otras se nos echó encima la hora de salida por lo que fue dejar la ropa e ir directamente a la salida donde nos colocamos muy cerca de los primeros, pero aunque salimos tan cerca de la línea de salida, fue un tanto caótica porque mucha gente que se había situado en primera línea salió muy despacio y algunos incluso andando, así que el primer kilómetro se nos fue a 4:26 cuando otras veces lo hemos hecho a cuatro y poco.

En un principio íbamos a formar un trío, pero la fémina se quedó por detrás y no fue capaz de contactar con nosotros, así que compusimos un dúo que se mantuvo unido toda la prueba. Yo fui tirando todo el rato sintiéndome muy fuerte durante toda la carrera y llegando a meta pletórico, sin esa sensación de llegar muerto, haciendo los últimos kilómetros con mucha energía y no como, por ejemplo, el domingo pasado que los últimos dos kilómetros se me hicieron durísimos.

Llegué a meta con Joaquín, lo cual es un triunfo porque en las dos ediciones de esta carrera en la que había intentado ir con él me había dejado. Según mi cronómetro hice un tiempo de 25:59 en una distancia de aproximadamente 6,2 km. Como a medio minuto llegó la tercera componente del terceto que no pudo seguir el ritmo que marcamos durante toda la carrera. Acabé muy contento porque me noté muy fuerte durante toda la carrera, parece que mi entrenamiento secreto está dando sus frutos.

Cogimos la bolsa del corredor que se componía de una botella de agua, una camiseta y una mochila de cuerdas. Demasiadas cosas para haber sido gratis, aunque me molaba más la ración de combate que daban hace años.

Fuimos al coche de un compañero a por la ropa y desde allí al kiosco de La bicicleta, lugar de reunión de los Garabitas, donde nos esperaba Emilio. Nos tomamos un café -casi todos- con media tostada de aceite y tomate que nos supo a gloria. Y después de recuperar fuerzas, a casita, a donde nos acercó Emilio muy amablemente.

Las tiradas largas mejor con compañía

Cualquier entrenamiento suele ser mejor si vas acompañado, pero si se trata de un entrenamiento de mucho kilometraje, no es que sea mucho mejor, es que es casi imprescindible. Y la verdad es que he tenido suerte hoy porque en un principio iba a ir solo y al final hemos acabado yendo ¡cinco corredores! Y no sólo los cinco, sino que ha habido una amiga que nos ha acompañado en bicicleta con ayuda logística.

Habíamos planeado hacer 30 km y la idea era salir por Madrid Río, hacer prácticamente una tapia en la Casa de Campo y volver por el mismo camino. Y eso fue lo que hicimos, aunque con algunas visicitudes.

Salimos por Madrid Río y ya empezamos a marchar a buen ritmo, un poco por encima de cinco. En estos primeros kilómetros me costaba llegar al grupo, aunque luego fui mejorando.

Llegamos a la Casa de Campo, entrando por el Paseo del Embarcadero. Luego seguimos por la CdC haciendo la tapia en sentido contrario a las agujas del reloj. Tuvimos la primera incidencia en la reentrada en la CdC por la Carretera de Castilla ya que hacía un tiempo había allí una bonita entrada y ya lo habían vallado. Dudamos entre darnos la vuelta o continuar por una senda paralela a la carretera donde la chica del grupo decía que había otra abertura en una valla. Decidimos continuar y también habían sellado esa abertura. Así que no nos quedó más remedio que levantar la valla del suelo y entrar de nuevo en la CdC arrastrándonos como serpientes. Fue más complicado meter la bici, pero también se pudo.

Una vez de nuevo en la CdC comenzó el tramo más duro ya que casi todo el camino es ascendente hasta llegar a la Puerta de Somosaguas, que es el punto más alto de la Casa de Campo. Antes habíamos parado en la fuente de Casa Vacas y en la fuente del Cerro Garabitas. En esta última fuente recuperamos un poco para afrontar la cuesta más dura del recorrido. Una vez coronada esta dura cuesta llevábamos 16,5 km y, por lo tanto, habíamos atravesado el ecuador del entrenamiento.

A partir de entonces el perfil es descendente hasta la salida de la CdC y ahí empezamos a acelerar el paso haciendo kilómetros por debajo de cinco casi en su totalidad. Decidimos salir por la boca de metro de Lago para volver a sentir en las piernas esa subida que lleva repitiéndose en la maratón en los últimos años y desde allí bajamos por la Avenida de Portugal hasta Madrid Río para volver por donde vinimos.

Ahí me emocioné y empecé a hacer kilómetros sobre 4:30 y eso para lo único que sirvió fue para demostrar que Mariano es un fuera de serie, que Juli bastante hizo el hombre de aguantar tantos kilómetros después de la emboscada que le preparamos y que la única chica del grupo es la más dura de todos sin lugar a dudas.

Aflojamos en los dos últimos kilómetros para intentar reagruparnos los cinco, pero llegamos a Pradolongo, donde se cumplía el kilómetro 30 cada uno por nuestro lado. Allí me di la vuelta y fui a buscar a los rezagados.

La amiga de la bicicleta nos hizo una bonita foto una vez cumplido el objetivo:


Con 30 km en las piernas

Completé los 30 km en un tiempo de 2:29:01 a un ritmo de 4:58 min/km, lo cual no está nada mal para haber sido tantos kilómetros. Pensándolo bien, quizás hemos ido un poco deprisa.

La báscula marcaba antes de salir 69,4 kg lo que indica que no voy a llegar a la maratón con 68 como me hubiera gustado ni de broma.

XVIII Carrera cívico-militar contra la droga

Por tercera vez he participado en esta bonita carrera que se celebra en la Casa de Campo en la zona del lago. Y no he ido yo solo, no, sino que nos hemos juntado un montón de pradolongueros y «asociados», lo cual es una gran noticia, ya que no hay muchas carreras en las que nos juntemos tantos compañeros.

Como es una carrera de no mucho kilometraje, decidimos salir unos cuantos pradolongueros corriendo desde el punto de encuentro habitual en el parque Pradolongo. Como la carrera comenzaba a las diez de la mañana, habíamos quedado a las nueve y media en el Urogallo con el resto de compañeros y por ello habíamos calculado que saliendo a las 8:45 del punto de encuentro llegaríamos a las 9:30.

Salimos un par de minutos tarde y de camino recogimos a Joaquín, que ya estaba algo nervioso porque no llegábamos. De este modo llegamos cinco a Madrid Río y avanzamos a buen ritmo por la vera del Manzanares hacia la Casa de Campo. Cerca del Calderón apareció Mariano que había ido en coche y volvía para encontrarnos y calentar un poco.

Llegamos al Urogallo prácticamente a la hora convenida y estuvimos saludando al personal y esperando que llegara Pepe, que era la persona que se había encargado de realizar las inscripciones y traer los dorsales. No tardó en llegar y se puso a pasar lista de manera marcial, para no desentonar con la ocasión, para repartir los dorsales. Recogimos los dorsales, posamos para la foto e incluso nos dio tiempo a calentar un poco.


Un montón de pradolongueros antes del comienzo de la carrera

Estando por allí, después de la foto, apareció Fran, compañero maratidiano al que hacía tiempo que no veía. Me dio gran alegría verlo. Estuvimos charlando un rato de los viejos y nuevos tiempos. Un gran tipo Fran.

En la línea de salida me junté con Joaquín, pero no vimos al resto de contendientes pradolongueros con los que supuestamente íbamos a ir a un ritmo similar. Esperando justo debajo del arco de salida pusieron por megafonía Paranoid de Black Sabbath y eso me animó sobremanera.

Dieron la salida y salimos a toda pastilla. Enseguida nos pasó Jovita como un obús con su nueva equipación de la Unión Atlética Coslada y segundos después Miguel. Formamos un terceto que duró escasos segundos porque Joaquín empezó a marcharse en la cuesta abajo. Y el dueto tampoco es que durase mucho porque Miguel salió en su búsqueda. Yo me quedé rezagado sabiendo que mi estado de forma es peor y que si me esforzaba demasiado luego lo iba a pagar.

Pasé el primer kilómetro en 4:08 no muy distanciado de los otros dos. Iba viendo como Miguel iba tratando de alcanzar a Joaquín, que se había instalado en un grupo, mientras que yo iba solo porque no encontraba nadie que fuese a mi ritmo. El segundo kilómetro también lo hice en 4:08 lo cual me pareció bastante razonable ya que ese segundo kilómetro pica para arriba. Miguel ya había alcanzado a Joaquín y circulaban cómodamente en un grupeto.

Empecé a pensar que Mariano debería de alcanzarme en breve ya que suponía que había salido por detrás de nosotros, pero me extrañaba que no me hubiese adelantado ya. Al paso por el tercer kilómetro, que hice en 4:17, calculé que me sacaban unos veinte segundos y que lo iba a tener muy complicado para cogerlos porque poco después empieza el terreno más favorable y ahí me iba a resultar imposible alcanzarlos.

El cuarto kilómetro, ya favorable lo hice en 4:07, pero ya mis compañeros estaban más lejos, aunque no mucho. El quinto kilómetro fue también a un ritmo similar ya que marcó el crono 4:06, pero se habían alejado mucho más, aunque los tenía todavía a la vista. Ya sólo quedaba algo más de un kilómetro y apreté los dientes de lo lindo ya que había un tipo que me seguía los pasos y tenía intenciones de adelantarme.

Cual fue mi sorpresa cuando llegué al arco de meta, que era el mismo que el de salida, y al parar el crono vi que no había llegado al sexto kilómetro, lo cual me extrañó un poco, porque me sonaba que la carrera era de algo más de seis. Paré el crono cuando pasé por debajo del arco y vi que marcaba un tiempo de 23:24. El GPS decía que los kilómetros recorridos eran 5,68 km por lo que la distancia de la carrera era de poco más de cinco kilómetros y medio. Nada que ver con la de hace dos años que era de unos 6,2 km. Está claro que es una carrera de distancia variable.

Después de la carrera vimos a Mariano que no me había adelantado ¡¡¡porque había salido antes!!! Y no sólo me había ganado a mí, sino que había sido el primero de los chicos pradolongueros con un tiempo de 21:58 o algo similar. Luego nos contó que había salido demasiado deprisa. Tiene la excusa de que todavía es novel en estos temas y no sabe controlarse.

Después una cervecita y a casa, pero en vez de volver corriendo nos fuimos con Emilio que se ofreció amablemente a acercarnos al barrio. Y no sólo eso, sino que pagó también las cañas. Lo tomaremos como una invitación por su cumpleaños que ya está próximo.

Pasados los cincuenta

En febrero pasé de los cincuenta… años. Y hoy y el anterior domingo he pasado de los cincuenta… kilómetros. El último entrenamiento dirigido específicamente para la maratón fue en 2012 y desde entonces he corrido alguna más, pero sin entrenar para ello, así que es raro que sobrepase los cincuenta kilómetros a la semana.

Este año, por aquello de que hace treinta que corrí el primero me lo estoy tomando más en serio, aunque no sé muy bien el porqué, como si me jugase algo…

El caso es que hace ya algún tiempo descubrí que para entrenar la maratón hay que hacer entrenamientos en cansancio, que es la única manera de simular los últimos kilómetros de la maratón. Es decir, empezar el entrenamiento teniendo las piernas ya cansadas. Como yo no entreno demasiado, no estoy acostumbrado a correr un día detrás de otro, así que aprovecho el sábado para castigar un poco las piernas y el domingo para hacer una tirada larga. Es lo más parecido a hacer una maratón, al menos para mí.

Ayer estuve con mi tocayo haciendo algunos kilómetros a ritmo entre 4:40 y 4:45 y hoy tenía las piernas bastante cansadas, así que cuando he comenzado a correr y pensaba que tenía que hacer 18 km se me hizo un mundo sólo de pensarlo. Comencé en el Puente de Toledo, por Madrid Río y cuando llegué a la Casa de Campo iba con pocas ganas y eso que acababa de empezar.

Entré en la Casa de Campo, corrí paralelo a la M-30 y luego a la carretera de Castilla y no dejaba dar vueltas a la pelota de que si iba cansado, de que para qué hacía esto, etc. Poco más allá del Puente de los Franceses, dejando la vía a la derecha empiezan unos repechos considerables y en ese un momento se me quitó la tontería de golpe. Ya no pensaba en bobadas, sólo tratar de subir y de bajar esos repechos, que son realmente duros.

Tenía pensado darme la vuelta cuando el cronómetro marcase 7 km, pero decidí seguir un poco más para llegar a un puente que atraviesa la vía y pasar por la fuente de Casa de Vacas, que me notaba algo deshidratado. Eso hice, lo que me costó subir y bajar algún repecho más. Paré en la fuente y agradecí que el camino de vuelta fuese más llevadero, ya que no subidas y bajadas como esos repechos «del otro lado».

Sobre el kilómetro 10, llegando al Puente de los Franceses, decidí acelerar un poco, porque tenía ganas de llegar a casa y anduve uno seis kilómetros un poco por debajo de cinco, aunque luego aflojé porque ya me notaba bastante cansado.

Acabé con 18,3 km en las piernas en un tiempo de 1:35:57 a un ritmo de 5:13 min/km. Desde mi punto de vista, fue un buen entrenamiento de cara a la maratón.

Corriendo bajo la lluvia más feliz que una perdiz

Ayer no pude salir porque tuvimos una reunión para hablar de la carrera del barrio y casi mejor porque el entreno del martes me dejó la rodilla maltrecha, ya que estuve el miércoles con ella muy dolorida.

Llegué a casa del trabajo, hice un encargo y me puse a correr. Ya estaba lloviendo antes de comenzar a correr y lo estuvo haciendo durante todo el entreno, pero era muy agradable porque no llovía en exceso. Además corrí al ritmo que me dictaba el cuerpo y me sentí fenomenal durante todo el recorrido. Hacía tiempo que no tenía tan buenas sensaciones. Además como pasé por la Casa de Campo y estaba lloviendo, estaba preciosa. Eso da un plus.

Tampoco quise pasarme, por lo que hice 10 km en un tiempo de 50:42 @ 5:04 min/km

LII Cross Canguro

Hoy he participado por primera vez en esta prueba que tiene ya más de medio siglo de vida. Llevaba tiempo con ganas de participar y por fin este año he tenido la oportunidad.

El entorno donde se desarrolla el cross es de los más bonitos que se pueden encontrar en Madrid y alrededores: la zona del Pinar Alto, conocida como el bosque, donde hay un circuito de cuatro kilómetros muy conocido por casi todos los corredores madrileños. El circuito del bosque consta de cuatro kilómetros pero ni mucho menos llanos.

Me acerqué con una amiga a esta carrera. Ella participaba en la prueba de 4 km al ser mujer y veterana. Yo en la de 6 km al ser hombre y veterano. ¿Podría considerarse esto una forma de discriminación?

El caso es que ella salía a las 11:00 y yo a las 11:25. A las 9:45 estábamos dejando el coche en el parking del teleférico y veinte minutos más tarde estábamos recogiendo los dorsales. Había un paseo de más o menos un kilómetro del teleférico a donde daban la salida y meta de las diferentes carreras. Cuando llegamos a por el dorsal había cuatro gatos, pero ya empezaba a verse que llegaban más y más participantes.

Decían las previsiones del tiempo que iba a llover en Madrid y no se equivocaron. Nos levantamos lloviendo y lloviendo estuvo durante todo el tiempo que estuvimos en la Casa de Campo. Y aún sigue. Afortunadamente, era una lluvia muy ligera que resultaba muy agradable, pero que había provocado multitud de charcos y barro en el recorrido.

Íbamos con tiempo de sobra, así que nos dio tiempo a hacernos una foto con ese precioso bosque detrás… y esos horrorosos impermeables amarillos, que aún siendo feos nos vinieron de perilla para no mojarnos demasiado antes de la carrera.

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Con nuestros preciosos impermeables ante un paisaje incomparable

Viendo que había muchos charcos y mucho barro empecé a pensar si era buena idea correr con zapatillas normales, sin clavos, pero como no tengo otra cosa, tampoco era cuestión de dar muchas vueltas al asunto.

A las once dieron la salida de la primera prueba, en la que participaba mi amiga. Me dejó su chubasquero para no correr con ello y salió deprisa, aunque no tanto como algunos jóvenes que participaban en esa carrera. Estuve calentando mientras corrían y luego esperé a que llegase a meta para devolverla el chubasquero y cederla el mío. En poco más de dieciocho minutos llegó ella. La pasé el chubasquero, me prestó su cronómetro, estuve haciendo unos estiramientos y me coloqué en el pelotón presto a tomar la salida.

Salí zumbando, casi a tope, reservando un poco, y enseguida me encontré con Marina, una chica de Seseña con la que coincidí en el Trofeo San Lorenzo, que buscaba subirse al cajón. Fuimos mucho rato adelantándonos el uno al otro y ella iba adelantando a algunas chicas que habían salido con demasiada alegría.

El primer kilómetro por aquello de la adrenalina fue el más rápido, lo hice en 4:04, pero luego no pude mantener ese ritmo, ya que el circuito no es que sea exageradamente duro, pero llano no es y entre el barro, el ir esquivando los charcos y el tener que saltar alguna alpaca, tiene su miga. Los tres siguientes los hice sobre 4:15, pero del cuatro al cinco fue cuando peor lo pasé, porque el terreno es cuesta arriba y se notan los esfuerzos de los kilómetros anteriores.

Poco antes del kilómetro cinco, cuando peor iba, me adelantó Marina y ya no fui capaz de alcanzarla. Ella luchaba por el segundo puesto porque no muy delante iba una chica y tenía alguna posibilidad de alcanzarla. Pero no pudo con ella y tuvo que conformarse con el tercer puesto, que está muy bien.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 24:30 para un distancia de aproximadamente 5,8 km, algo menos de los seis kilómetros oficiales.

Una preciosa carrera en un entorno maravilloso en un día espectacular para corre un cross, con lluvia, barro, charcos y frío, ¡como debe ser! El caso es que durante la carrera no sentí frío, pero luego al tratar de enhebrar los imperdibles uno con otro pasé serias dificultades.

Enhorabuena la club Canguro por esta bonita carrera, a la que trataré de acudir siempre que pueda.

Ya en casa, tuve que recuperarme de los esfuerzos… luego me quejo de que no bajo de peso, aunque ayer marcaba la báscula 69 kilos, algo menos que semanas anteriores.

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Unos callitos para recuperar las fuerzas perdidas

Tocado

Hoy he repetido la experiencia de la semana pasada, la de acercarme a la Casa de Campo a entrenar. Al contrario que siete días antes, hoy hacía una temperatura muy agradable. De hecho, se podía beber agua en las fuentes, cosa que era imposible la semana pasada.

Había quedado con Chema e Isidoro, del clan Pirámides, cerca de la boca de metro de Lago a las nueve de la mañana y llegué puntual como un reloj suizo. Allí los saludé a los dos y también a Jesús, al que no veía había bastante tiempo.

Estiré un poco y salimos en cinco minutos. Fuimos charlando tranquilamente hasta el Puente de la Culebra, donde hicimos la primera parada del día a beber un poco y a prepararnos para la ración de cuestas que vienen a continuación.

En cuanto apareció la primera cuesta Chema salió escopetado y no se me ocurrió mejor idea que apretar el paso para seguir su ritmo. Craso error. Él es un tipo joven y bien entrenado y subía las cuestas con una soltura insultante. A mí me costaba seguir su ritmo y tenía que esforzarme de los lindo.

Y debí forzar el músculo más de la cuenta porque cuando paramos en la siguiente fuente notaba algunas molestias en el gemelo ¿o será el sóleo? de la pierna derecha. No parecía gran cosa, así que seguimos a un ritmo vivo hasta la siguiente parada, ya casi cerca del Cagigal. Desde allí hasta el final iba ya un poco incómodo, notaba que la molestia era más seria de lo que había pensado en un primer momento.

Así que acabé el entrenamiento tocado, con muy malas sensaciones y pensando en la mala suerte de haberme inscrito a la media de Fuencarral y al Trofeo Marathon de cross justo la noche antes 🙁 y probablemente no pueda participar en estas pruebas.

En total han sido 16,2 km en un tiempo 1:20:39 @ 4:57 min/km

Más gente que en muchas carreras

Hoy nos hemos acercado a la Casa de Campo a entrenar. Hacía un montón de tiempo que no me acercaba a la Casa de Campo a hacer la Tapia o similar. He pasado de manera tangencial, haciendo unos pocos kilómetros por allí, pero desde febrero de 2014 no iba con el coche hasta allí, aparcaba y me ponía a hacer la vuelta a la CdC. Cuando llegamos a las inmediaciones del lago, había ya un montón de coches aparcados y una actividad frenética de gente que se disponía a correr a pie, otros en bicicleta. Desde luego, se veía más gente que en muchas carreras.

Había quedado con Chema para ir con el clan Pirámides a las 9:00 cerca del metro de Lago, pero llegamos a las 9:03 y ya no había nadie por allí. Estuvimos esperando hasta y diez por si acaso se hubiesen retrasados ellos -cosa que me extrañaba- y a esa hora partimos.

Hacía un frío de mil diablos. Estaríamos a un par de grados o tres bajo cero. Iba en pantalón corto y tenía las piernas congeladas, los pies helados y los dedos de las manos -aunque llevaba guantes- me picaban de lo frío que estaban. Pero bueno, luego con los kilómetros y las cuestas fui entrando en calor. Hacía tanto frío que en una de las fuentes que paramos estaba congelada y no salía agua del tapón de hielo que había.

No quisimos hacer la Tapia completa y nos comimos un trozo. Aunque por el hecho de acortar un poco, nos metimos por una zona de repechos, que se hacían notar en las piernas. Acabamos haciendo 14 km en un tiempo de 1:15:11 @ 5:21 min/km. Un ritmo normal, pero que en este terreno, es bastante bueno.

Antes de salir la báscula marcaba 68,6 kg. Sólo 300 gramos menos que la semana pasada. Me parece que ni en broma voy a cumplir el reto de un kilo, un mes.

Hoy hace treinta años que falleció mi padre. No te olvido papá.

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XVI Carrera cívico-militar contra la droga

Hoy he participado por segunda vez en esta carrera y debe ser de las pocas que no recordaba el recorrido. Me sonaba lo de la vuelta al lago, pero poco más.

Rezaba la información de que se trataba de una carrera de 6,5 km por lo que pensamos en ir corriendo desde el Pradolongo hasta la Casa de Campo, en concreto hasta el Urogallo, donde esperaban los otros pradolongueros que habían optado por llegar a la CdC por otros medios.

A las 9:00 salimos del punto de encuentro con la intención de llegar a las 9:45 al Urogallo, que era el lugar y la hora fijada para la foto de equipo. Salimos tres pradolongueros y poco después de unió al grupo un cuarto. Ya en Madrid Río apareció el quinto en discordia y aunque llegamos al Urogallo unos minutos tarde, nos dio tiempo salir en la foto…

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Un montón de pradolongueros dispuestos a correr contra la droga

Y poco más hicimos por allí porque enseguida se dio la salida. Estaba colocado junto a Joaquín no muy lejos de la pancarta de salida, pero no veíamos a Miguel que tenía intenciones de disputar un ensayo del duelo que protagonizarán en Villaverde. Hoy era sólo con balas de fogueo.

Joaquín y un servidor salimos a toda pastilla en cuanto dieron la orden de salida. Nada más salir hay un pequeño repecho y luego una bajada. En la bajada nos adelantó Miguel que iba aún más deprisa. Tratamos de no perderle de vista, que no se alejase demasiado y después de que nos sacara un buen trecho al comienzo, luego le íbamos viendo no muy lejos.

El primer kilómetro a 4:08 que dimos por bueno porque un tramo es en subida. El segundo kilómetro en 4:04, lo cual nos pareció bastante bien porque el terreno era ascendente. Pero en el tercer kilómetro flojeamos un poco y se nos fue a 4:13. En ese punto le comuniqué a Joaquín, que siempre iba un metro delante de mí, el parcial que habíamos hecho y comentó que era algo flojo, que había que aumentar el ritmo. Yo iba algo justo, notaba que las piernas no daban más de sí, por lo que Joaquín empezó a alejarse poco a poco a partir de entonces.

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Aquí ya me había quedado solo

Cuarto kilómetro en 4:12 y en ese punto el terreno dejaba, por fin, de ser ascendente para comenzar a ser más favorable. Pude aumentar un poco el ritmo y el quinto kilómetro cayó en 4:05, pero también aumentaron el ritmo los pradolongueros que iban por delante, porque la camiseta anaranjada de Joaquín empecé a dejar de verla. En el sexto kilómetro hice el mismo tiempo que en el anterior y ya me preparaba para aumentar el ritmo en los últimos quinientos metros. Cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta que la gente se paraba poco después. Yo también me paré y lo mismo hice con el cronómetro que marcó 6,2 km y un tiempo de 25:35 @ 4:08 min/km. Un ritmo peor que el domingo anterior en Portillo.

En meta, comentando la jugada y comparando tiempos, parece ser que llegó Miguel con un minuto menos que yo y Joaquín intercalados entre ambos en un tiempo entre veinte y treinta segundos peor que su rival. Demostró Joaquín lo que estoy viendo todos los martes y jueves, que está muy fuerte.

Después de la carrera, una botella de agua o bote de refresco y una mochila de cuerdas con una bonita camiseta conmemorativa. Pude además comprobar la eficiencia del ropero: entrega rapidísima sin tener ni siquiera que decir el número de dorsal porque la persona que se encargaba de ello ya lo había visto según nos acercábamos y raudo había la bolsa del camión. Y todo por cero euros.

Ayer me pesé y la báscula marcaba 69,4 kg que son 200 g más que la semana pasada. Se ha cortado la progresión que llevaba desde que empezamos con el reto un mes, un kilo. Voy a andar justo este primer mes.

Según el GPS: 6,2 km en 25:35 @ 4:08 min/km # VDOT = 48,7 # T = 4:21 # M = 4:37