XV Media maratón de Villarrobledo

He vuelto de Villarrobledo un poco triste. Triste por la carrera en sí porque el día ha sido fabuloso con los compañeros. Sabía que no iba bien entrenado, pero pensaba que no lo iba a pasar tan mal como lo he pasado en los últimos kilómetros de la carrera. Menos mal que Joaquín sí ha podido continuar a su ritmo y ha conseguido auparse al primer puesto del cajón en locales de su categoría y segundo contando con los forasteros. Y no le faltó mucho para quedar también primero porque sólo estuvo a 28 segundos. Me consuelo si al menos los catorce kilómetros y medio en los que estuvimos juntos le serví de ayuda.

Aunque la salida de la media era a las diez y media, el día empezó temprano para nosotros ya que habíamos quedado con Emilio a las siete y media para salir de Madrid a Villarrobledo, que está a unos doscientos kilómetros. Llegamos unos minutos tarde al punto de encuentro y ya estaba allí Emilio con un amigo suyo, Rafa, que también se venía con nosotros a tierras albaceteñas. Así que serían las siete y treinta y cinco cuando salimos y dos horas más tarde estábamos aparcando al lado del Polideportivo de los Pintores, lugar donde está situada la línea de salida y la de meta.

Componentes del Club Atletismo Zofío cada uno con la camiseta que le apeteció ponerse. Libertad de expresión lo llaman 🙂

Dentro ya del polideportivo estuvimos esperando a que llegara Joaquín, que lo hizo al poco. Nos entregó los dorsales, los colocamos en el pecho y volvimos al coche a dejar parte de la ropa y otro poco lo dejamos en el guardarropa habilitado dentro del polideportivo. Nos habíamos llevado prendas de repuesto para después ducharnos y estar presentables para la comida posterior.

Entre unas cosas y otras cuando quisimos calentar un poco sólo faltaban diez minutos para el comienzo y poco pudimos calentar, pero al ser una carrera tan larga tampoco hace falta un calentamiento exhaustivo. Hicimos unos trotes suaves y nos colocamos en el pelotón esperando el pistoletazo de salida. Fue en ese momento cuando dijeron por megafonía que la salida se retrasaba unos minutos porque un autobús que venía desde Leganés había sufrido algún percance y llegaba con retraso, que esperábamos al equipo Maratonianos de Leganés que venían en el bus. También dijeron por megafonía que sólo darían premios a los tres primeros de la general y al primero de cada categoría. Así que el segundo y el tercero sólo les quedaría el puesto, nada de premio ni reconocimiento. A mí compañero Joaquín no le hizo mucha gracias e imagino que lo mismo ocurriría con otros tantos, que a pesar de su edad se esfuerzan cada día para tratar de subir al pódium. Me pareció muy mal esta decisión de la organización. De hecho creo que esta va a ser mi última participación en esta carrera.

Tampoco esperamos demasiado porque tres minutos más tarde dieron la salida. Mi idea era acompañar a Joaquín para que tratase de hacerlo lo mejor posible y pudiera subir al cajón al menos como local porque ya le habían dicho que el primero puesto de su categoría era imposible. Salimos al buen ritmo y el primero kilómetro lo pasamos en 4:14, lo que me pareció muy rápido, pero ese primer kilómetro cuenta con un tramo cuesta abajo donde sin querer se te van las piernas. Yo quería ir sólo unos segundos por debajo de 4:30 para poder llevar un ritmo majo, pero sin pasarnos, que el entrenamiento no había sido todo lo bueno que me hubiese gustado. Poco antes del tercer kilómetro hay un giro de ciento ochenta grados y ahí vimos a dos corredores con la camiseta del club local que Joaquín pensó que eran de su categoría y al verlos por delante le dio un poco de bajón porque pensaba que le iban a ganar.

Hicimos esa primera vuelta haciendo algunos kilómetros por encima de 4:30 y otros por debajo, por lo que me pareció que no íbamos mal; sin embargo, llegando a esa primera mitad noté que llevaba la boca seca, muy seca, lo cual me extrañó un poco porque hacía calor pero tampoco era una cosa exagerada, pero me notaba algo deshidratado por lo que cuando nos dieron agua sobre el kilómetro once, lo agradecí sobremanera, me dio la vida. Eso provocó que acelerara el ritmo casi sin querer, animado además por una chica que nos adelantó y que llevaba un ritmo similar. Unos de los que habíamos visto en el tercer kilómetro que Joaquín presumía iba a ser un rival, lo vimos andando, así que uno menos en la lucha por el cajón.

Por el kilómetro 9 con la boca seca, seca

Si el agua del kilómetro once me dio la vida, la que nos dieron pasado el catorce me dejó seco. Antes de llegar a ese punto ya se me había pasado el efecto de la anterior botella y notaba de nuevo la boca muy seca, estaba deseando volver a beber y el caso es que antes del avituallamiento oficial nos dieron unas botellitas azules y fue echar un trago y perder el ritmo que llevaba y ver que el grupo con el que iba, donde iba bien instalado Joaquín, se marchaba unos pocos metros.

Pensé que podía volver a integrarme al grupo, porque el parón podía deberse a un gesto instintivo al beber agua, pero me di cuenta que no, que no iba bien, que las piernas me pesaban, que seguía con sed incluso después de beber, tanto que tuve que coger otra botella en el siguiente puesto de avituallamiento que no estaba muy lejos del puesto de botellitas azules. Mi único consuelo era ver que Joaquín no perdía ritmo y seguía en el grupo. Sospecho que el haber adelantado a un rival le dio ánimos para continuar a buen ritmo.

Poco a poco el grupo me iba sacando cada vez un poquito más. Me adelantó un grupo de cuatro, luego otro grupo de tres, lo que indicaba que iba realmente mal. Tuve un momento medio bueno cuando iba por la Avenida Presidente Adolfo Suárez porque el terreno era descendente, pero al acabar esa calle y embocar en la Avenida Francisco Tomás y Valiente me di cuenta que iba mal, muy mal. La piernas me pesaban, la boca estaba de nuevo seca y me quedaba casi un kilómetro contra el viento en ese bulevar que se hace largo, largo aunque vayas bien. Así que cuando vas mal…

Después de esa larga recta con viento en contra llega una parte que se hace dura si vas mal porque es ligeramente cuesta arriba y también daba el viento en contra. Me planteé como objetivo no subir de cinco minutos el kilómetro, pero no pude, no iba. Creo que llevaba las piernas peor que en los últimos kilómetros de algunos maratones. Algo tremendo.

Se acaba esa ligera cuestecilla en el kilómetro veinte y quedando sólo un kilómetro traté de acelerar todo lo que pudiera, pero ya estaba para pocos trotes. Llegué a meta con un tiempo oficial de 1:36:15 haciendo el peor tiempo de mis cinco participaciones, cinco minutos más que el año pasado cuando tuvimos que pelear contra un vendaval y ¡diez minutos más tarde de cuando conseguí aquí mi MMP en media maratón! Una carrera para olvidar. Debí llegar en mal estado porque Joaquín lo primero que me dijo fue que me limpiara la boca. Luego cogí dos plátanos, una manzana y dos botellas de agua y me senté en una de las sillas tratando de recuperarme del esfuerzo, totalmente agotado.

Joaquín en el cajón, luciendo orgulloso la camiseta del Club Atletismo Zofío

Fue una buena jornada para el Club Atletismo Zofío porque Joaquín fue segundo en su categoría y primero también en su categoría pero local. Emilio fue también segundo en su categoría y la fémina del grupo fue tercera. Lástima que no pudieran subir al cajón. Un detalle muy feo de la organización por no premiar el esfuerzo de estos atletas veteranos que entrenan con todas sus fuerzas por subir al pódium. Curiosamente Emilio subió al pódium por ser el atleta más veterano y Joaquín por ser el primero local.

Como otras veces, en el polideportivo pusieron unas mesas con comida y bebida para los corredores y acompañantes, pero esta vez sólo vi panchitos y cortezas. La primera vez que vine a Villarrobledo, en el año 2011, en las mesas podías encontrar además de frutos secos, queso, lomo, jamón, vino y no sé cuantas cosas más. La cosa ha ido empeorando año a año visto lo visto. Pero lo peor, lo de las categorías, un detalle muy feo de la organización.

Luego ducha y comida con los compañeros, disfrutando de una muy agradable velada. Lo mejor del día sin lugar a dudas después del fiasco de los 21 kilómetros.

XIV Media maratón de Villarrobledo

La media maratón de Villarrobledo viene celebrándose estos últimos años un sábado por la tarde, lo cual no es muy habitual en el calendario de carreras, que suelen ser los domingos por la mañana, pero es lo que hay y si no te gusta, pues carreras hay muchas. Reconozco que me despista un poco el día y, sobre todo, la hora, pero tampoco lo veo muy problemático. Es por esto que llegamos a Villarrobledo a eso de las doce de la mañana. Lo primero fue buscar un bar o un restaurante donde poder comer algo porque correr sin haber comido nada desde el desayuno de las nueve de la mañana me parecía excesivo. Fue buscando ese sitio para comer donde me di cuenta que no iba a ser una carrera fácil porque el viento que soplaba hacía difícil incluso avanzar.

Comimos un plato combinado y volvimos al hotel comprobando que el tema del viento no había mejorado y que mejor sería olvidarse de las marcas y correr a lo que saliese. Tenía la esperanza de volver a bajar de hora y media, pero lo descarté incluso antes de comenzar.

Fuimos al hotel y nos tumbamos para reposar la comida, pero nos descuidamos y cuando nos quisimos dar cuenta faltaban sólo cuarenta minutos para que empezase la carrera y mi compañero Joaquín estaba nervioso porque no aparecíamos por la salida y nos tenía que dar los dorsales.

Nos vestimos lo más rápido posible y fuimos en el coche hacia el polideportivo, pero como no sabía exactamente donde estaba, me perdí. Tuvimos que llamar de nuevo a Joaquín para que nos diera precisas instrucciones. De este modo, cuando quisimos llegar sólo faltaba un cuarto de hora para comenzar. Nos colocamos el dorsal en el pecho y el chip en la zapatilla y salimos a calentar los diez minutos que faltaba para el comienzo.

Hacía tanto aire que no pusieron arco de salida ni alfombras para recoger los tiempos. Por supuesto, tampoco arco de meta, estableciéndose ésta en la puerta del polideportivo. Era tremendo como soplaba.

Como no había arco de salida ni raya pintada en el suelo establecieron la salida en donde el suelo cambiaba de color, al lado de una furgoneta blanca. Eso sí, la salida se dio a las cuatro y media exactas.

Joaquín salió como alma que lleva el diablo, pero pronto me puse a su altura. El primer kilómetro es favorable y fue el más rápido de toda la carrera. Ya desde el primer metro empecé a observar que la gente recortaba todo lo posible no sé si para guarecerse del viento o simplemente por rebañar metros a la carrera. Yo traté de correr sin subirme a la acera, aunque hubo un par de ellas que no pude evitar.

En estos primeros kilómetros no notaba el viento, no sé si porque daba de espaldas o porque íbamos protegidos por las casas, pero fue en el kilómetro cinco, después de girar a la izquierda en la calle peatonal donde noté que el viento no se había ido, que estaba ahí al acecho. Además fue por esta zona donde empezamos a adelantar a aquellas corredoras que se habían apuntado a la carrera de la mujer y a algún chico que participaba en la prueba de iniciación. Era una zona por el centro del pueblo con calles estrechas y costaba adelantar. Tuve que hacer algún eslalon para adelantar y en una de esas golpeé a unos de los corredores de la media que iba a mi lado. No me pareció buena idea la de mezclar pruebas.

Pasado el kilómetro siete comienza la Avenida del Este. Es un paseo de 800 metros sin ninguna protección contra el viento ni a un lado ni a otro. Ahí el vendaval era notable, avanzar era una tarea de titanes, por lo que había que protegerse del viento de alguna manera; sin embargo, el grupo que nos precedía estaba algo lejos y dado que era Joaquín la estrella de la carrera pensé en hacer yo de parapeto para que él pudiera ir algo más cómodo, así que le ordené que se pusiera a mi espalda. Después de esa larga recta comienza una subida de ligera pendiente de aproximadamente kilómetro y medio donde también el viento daba de cara. En este tramo no sólo la pendiente, sino el viento iban en contra del corredor. Me acordé de ese dicho ciclista que dice que en ciclismo todo da por el culo excepto el aire que siempre da de cara.

Llegamos al polideportivo donde acaba la carrera y comenzaba la segunda vuelta. Joaquín comentó que no se nos había dado mal esa primera vuelta, pero que ahora empezaba la segunda y veríamos. ¿Y qué fue lo que vimos? Que las fuerzas eran más reducidas y que el viento seguía haciendo de las suyas.

Mal del todo no íbamos porque nos adelantaron un par de ellos y nosotros adelantamos a alguno más. Sobre todo el objetivo eran dos corredores del equipo local que pensábamos podían ser de la categoría de Joaquín. Sobrepasamos a éstos sobre el kilómetro 17 y traté de aumentar el ritmo porque sólo nos quedaba un kilómetro sin viento en contra.

Esta vez el tramo por la Avenida del Este se hizo más dura. De nuevo hice de parapeto, pero esta vez no sólo se aprovechó Joaquín se aprovechó de mi estela, sino que hubo un par de corredores que se pusieron a rebufo, incluso uno de ellos trataba de quitar el puesto a mi compañero que era el más cómodo. Tuvo que tirar de codos para mantenerse a mi espalda. El paso por la calle Camarilla, la Travesía de la loma y su continuación por la calle Blas López, todo cuesta arriba se me hizo tremendamente duro; sin embargo, al coronar la cuesta ya quedaba aproximadamente un kilómetro y tratamos de aumentar el ritmo en lo que pudimos.

Llegamos a meta con un tiempo oficial de 1:31:34 consiguiendo el objetivo previsto: Joaquín fue el primero de su categoría y el primero también de los locales. Todo un éxito. Emilio, otro compañero del Club Atletismo Zofío, también se subió al cajón, haciendo segundo de su categoría. La única chica del club, que llegó con una buena pájara, sólo pudo ser cuarta. Quique fue quinto y el que esto escribe fue el peor de todos, sólo pudo ser octavo.


Llegando a meta con don Joaquín

Esperando a que Joaquín recogiera los dorsales nos llevamos una grata sorpresa ya que llamaron al podium al Club Atletismo Zofío como uno de los equipos con varios representantes. Subimos Emilio y yo a recoger las seis botellas de vino con que la organización nos obsequió.


En el podium representando al Club Atletismo Zofío

XI Media maratón de Villarrobledo

Hoy me he desplazado a esta localidad albaceteña para participar en la media maratón que organizan. Puede resultar algo raro recorrer 200 km para participar en una carrera, pero el culpable de todo esto es Joaquín, pradolonguero de pro, que es natural de esta localidad y nos convenció para ir. Ha sido mi tercera participación y como en las dos anteriores, no me defraudó en absoluto ni la organización ni la carrera en sí.

Comenzaba a las 10:30 de la mañana por lo que a las siete sonó el despertador. A las 7:45 habíamos quedado con Emilio y como siempre… llegamos tarde. Debido a nuestra tardanza, poco antes de las ocho nos pusimos en marcha y dos horas después estábamos aparcando el coche junto al recinto ferial donde estaba instalada la meta y la salida. Joaquín ya nos había recogido el dorsal por lo que fue todo bastante rápido.

El objetivo era ir con Joaquín y tratar de hacer la prueba en una hora y media. Para eso teníamos que conseguir aguantar un ritmo de 4:15 durante la carrera. Y la cosa empezó bien. El primer kilómetro nos salió algo más rápido ya que es favorable y en los otros fuimos manteniendo bien el tipo; sin embargo, en el kilómetro ocho empezó a flojear y se fue quedando poco a poco.

A partir de ese momento puse en marcha el plan B que consistía en dejar tirado como a un perro a Joaquín y tratar de bajar de 1h29, por lo que aumenté un poco el ritmo y vi que no iba mal del todo, aunque iba notando que el cansancio iba en aumento según iban pasando los kilómetros. Poco antes de terminar la primera vuelta oigo a un individuo decir: ciento veinte. El tipo iba contando en voz alta a todos aquellos que iban pasando. Me dije, podía intentar llegar entre los cien primeros… Bueno, la cosa tenía truco, no es que fuera a adelantar a veinte en la segunda vuelta, es que había pensado que a alguno adelantaría y que entre esos ciento veinte habría alguna mujer que participaba en la carrera de la mujer y que, por lo tanto, no contaba en la clasificación de la media.

El punto 10,5 km está en la pancarta de salida. Empezaba la segunda vuelta y me veía bien, me veía capaz de cumplir el plan B. Sobre el kilómetro once había un puesto de avituallamiento. Recogí una botella, vertí casi todo el contenido y di un par de tragos. Arrojé el recipiente en su respectivo contenedor y me dice el que iba a mi lado, ¿me puedes sujetar un momento la botella? Le dije que sí, pensaba que era por algo importante, pero veo que empieza a atusarse… ¿no podía haberlo hecho antes de coger la botella?

Después de este curioso incidente, me di cuenta que el corredor que me precedía iba calzado con unos bonitos huaraches. Estuve un buen rato detrás de él, pero no conseguía adelantarlo de ninguna manera. Iba mirando sus pies más que otra cosa cuando llegamos al kilómetro 14 (dos tercios de carrera). Vi que el reloj marcaba poco más de 59 minutos lo que me animó a pensar que podía realizar el plan B si conseguía aguantar el tipo.

Poco antes del kilómetro 17 me adelantaron un par de tipos, justo antes de llegar a la avenida Barrax. Es esa calle bastante ancha y el viento pegaba de cara, así que traté de acoplarme detrás de ellos para que me cortaran el viento. Y bien que se notaba, porque ese kilómetro fue de los más rápidos y con menos esfuerzo que en los otros. Después de la avenida Barrax se gira a izquierdas y aparece una calle de un kilómetro muy despejada donde también pegaba el aire de lo lindo. Ahí se me pasó por la cabeza que si aguantaba la estela de los dos que llevaba delante podía conseguir el objetivo.

Llegamos al 19 donde se vuelve a girar a izquierdas y empieza una ligera subida. Ya no pude aguantar el ritmo de «las dos liebres» y me quedé algo descolgado, pero aunque iba sufriendo, no bajaba mucho el ritmo. Esa es la parte más dura de la carrera porque ya se llevan muchos kilómetros en las piernas y el perfil es ascendente. No muy duro, pero casi todo es para arriba. Me fui dejando segundos en esos kilómetros, pero aún tenía esperanza de bajar de 1h29.

Pasado el kilómetro 20 el terreno es llano, pero las fuerzas escasas. Aún así traté de darlo todo. Veía delante de mí un pequeño grupo al que trataba de alcanzar, pero no era capaz. En esa tesitura llegué al recinto ferial al que hay que ir rodeando hasta alcanzar la puerta de dicho recinto donde está instalado el kilómetro 21. Yendo junto a la valla del recinto ferial trataba de acelerar el ritmo tirando de riñones, pero eché en falta haber ejercitado los abdominales. Está claro que estos músculos son fundamentales para correr.

Pasé la puerta del recinto y desde ahí a meta sólo quedan noventa y siete metros y en descenso. Ahí ya lo di todo y conseguí no sólo alcanzar a ese grupo de cuatro corredores, sino sobrepasar a todos ellos llegando a meta con un tiempo oficial de 1:28:56 siendo 97 de la general y 15 de mi categoría. Muy contento con el objetivo cumplido.

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Llegando a meta en apretado en sprint

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El ticket con el tiempo realizado

Aunque no me comporté como hubiese debido con Joaquín, al final con ayuda de sus propias fuerzas consiguió su trofeo. Hizo un magnífico tiempo de 1:32:16.

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Joaquín en el cajón

Otro ilustre pradolonguero, Emilio, también subió a lo más alto del cajón en su categoría. Todo un ejemplo para todos con sus sesenta y nueve tacos.

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Emilio una vez más en lo más alto del pódium

Al acabar, un plátano y una manzana y luego cerveza y agua a discreción. Además habían montado unas mesas con frutos secos en abundancia: patatas fritas, cacahuetes, cortezas, etc. Y parta terminar la bolsa del corredor, que es generosa: camiseta conmemorativa, botella de vino de Villarrobledo, tarro con garbanzos y un par de ajos de Las Pedroñeras. Todo por el módico precio de 10 €. Carrera muy recomendable aunque echa algo para atrás la distancia.

Allí estaremos en la XII edición si no ocurre nada extraño.

Antes de salir para Villarrobledo me subí a la báscula y marcaba 68,7 kg. No bajo de los 68 ni en broma. Debe ser que no me lo propongo en serio.

Se puede ver la actividad de Garmin Connect aquí.

VIII Media maratón de Villarrobledo

Hoy he participado por segunda vez en la media maratón de Villarrobledo. El año pasado me gustó mucho la carrera y la organización y este año he repetido aunque la carrera se celebre a 200 km de mi casa.

Esta vez habían retrasado la salida una hora, lo cual es de agradecer si vives tan lejos, por lo que no tuvimos que darnos un madrugón exagerado. A las ocho menos cuarto salimos de casa y antes de la diez ya estábamos allí y todavía quedaba una hora para que empezara. Contactamos con Joaquín y los otros compañeros pradolongueros (Emilio, Andrés y Quique) para que nos dieran el dorsal y el chip ¡¡¡muchas gracias Joaquín por todo!!! y entre dejar la bolsa en el guardarropa, colocarse el chip, estirar y calentar un poco, fue llegando el momento de la salida.

Por fortuna, la salida y la llegada es en el polideportivo y éste es muy amplio, por lo que gran parte del calentamiento lo hicimos dentro del polideportivo, ya que el día era un poco fresco debido a un viento bastante intenso. Cinco minutos antes de las once nos fuimos acercando a la línea de salida, donde podíamos ver a Abel Antón, que según la megafonía se disponía a realizar la carrera en 1h25, por si alguno quería seguir su estela.

Después de la grata impresión producida el año pasado, había fijado esta carrera como el gran objetivo de esta primera parte de la temporada. Dado que en Getafe había hecho poco más de 1h28, se trataba de hacer 1h27 y tenía la certeza de que podía hacerlo porque los entrenamientos habían sido buenos. Por lo tanto, todo consistía en poder seguir un ritmo de 4:10 durante 21 kilómetros.

Escuché el pistoletazo de salida, puse en marcha mi cronómetro y me lancé a buen paso. Aún así tardé pocos segundos en pasar por la alfombrilla de salida. El primer kilómetro lo pasé en 4:11 y vi que la cosa iba por el camino correcto. Los dos siguientes los hice en 3:53 y empezaron a entrarme las dudas de si iba demasiado deprisa o si los kilómetros estaban mal colocados. Creo que se dieron las dos circunstancias porque en algunos kilómetros bajaba con holgura de cuatro y en otros sobrepasaba bastantes segundos esos cuatro minutos por kilómetro.

En el primer tercio (kilómetro siete) el cronómetro marcaba 28:14 en vez de los 29 que tenía pensado, pero me encontraba francamente bien. En el kilómetro 10 ¡¡¡el tiempo fue de 40:12!!! aunque durante la carrera no lo vi. Menos mal porque me hubiera asustado de ir tan deprisa.

Llegué al kilómetro 14, segundo tercio de carrera, con un tiempo de 56:43 y ya empezaba a notar las piernas que no respondían como al principio, pero sólo quedaba aguantar lo que se pudiera porque veía que el objetivo de 1h27 estaba a mi alcance.

Aunque las piernas no iban frescas, notaba que iba bien porque en la segunda parte de la carrera, excepto un grupo de cuatro que me adelantó sobre el kilómetro 12 y un individuo que me adelantó en el 18, fui todo el rato adelantando a gente. Esa era una muy buena señal.

Precisamente ese kilómetro 18 fue un mal momento, no sólo porque me adelantaran, sino porque noté una molestia en el gemelo de la pierna derecha, que me hizo dudar si aflojar el ritmo o seguir como iba. Opté por la segunda opción, ya que era la carrera que había estado preparando estos meses y no iba a rendirme a falta de tres kilómetros para la conclusión. Así que apreté los dientes y seguí dándolo todo.

Esos tres últimos kilómetros son bastante duros, porque es una recta muy larga y ligeramente cuesta arriba y luego viene otra recta también bastante larga y más cuesta arriba, aunque ninguna es de una pendiente excesiva. A partir del 20 suaviza la cosa y poco después se llega al recinto del polideportivo al que hay que rodear. Poco antes del 21 se entra dentro del recinto y el terreno es favorable hasta meta.

Ya lo di todo y cuando pude distinguir el reloj de meta que me llevé un sorpresón de órdago porque marcaba ¡¡¡una hora y veinticinco minutos!!! Sin embargo, poco antes de cruzar la meta cambió el dígito de los minutos y el tiempo se me fue a 1:26:02. Por fortuna, los segundos perdidos en la salida convirtieron ese tiempo en otro que me gusta más: 1:25:57 que se convierte en nueva MMP y que me parece voy a tardar tiempo en mejorar.

Haciendo la marca de mi vida
Haciendo la marca de mi vida

Las clasificaciones oficiales se pueden ver en chiplevante.net o en una copia que guardo aquí o para ver que no miento, aquí queda constancia del tiempo en el ticket que proporciona la organización.

Ticket con los tiempos de Villarrobledo 2012
Ticket con los tiempos de Villarrobledo 2012

Como había llegado medio pronto, fui a visitar al fisio por la molestia que había sentido en el gemelo. Cuando acabé, ya quedaba poco de lo que habían puesto en las mesas, pero no me importó demasiado ya que íbamos a comer en poco.

Pero si fue bueno para mí, mejor fue para casi todos los pradolongueros, ya que de seis que nos acercamos a este pueblo albaceteño, cuatro se llevaron trofeo: Emilio ganador de la categoría de mayores de 65 años; Andrés, tercer clasificado de la categoría de 55 a 60; Joaquín, segundo clasificado local de su categoría y la única fémina de la expedición pradolonguera, primera clasificada también de su categoría. Todo un éxito de los corredores del parque de Pradolongo.

Exito pradolonguero en Villarrobledo
Exito pradolonguero en Villarrobledo

Para terminar ¡qué decir de la bolsa del corredor! De las mejores que yo haya visto: manzana, naranja, agua, camiseta técnica, botella de vino, cuña de queso, paquete de lentejas, refresco y barrita. Pero es que después de acabar la carrera hay multitud de mesas con frutos secos, embutidos y vino y cerveza a raudales. Todo por el módico precio de 10 €… y 200 kilómetros.

¡Se me olvidaba! Ayer subí a la báscula y marcaba 67,3 kg, un buen peso para hacer una buena marca.

VII Media maratón de Villarrobledo

He tenido la suerte de poder participar en la VII edición de la media maratón de Villarrobledo. Digo suerte porque se trata de una de las carreras mejor organizadas que he visto, con un ambiente fenomenal y un recorrido muy atractivo. Además, para redondear la jornada la climatología se portó bien, quizás un poco de viento, pero no mucho.

El único pero es la lejanía de esta localidad, que se encuentra a más de 200 km de Madrid, lo que nos obligó a darnos un buen madrugón y a eternizarnos a 110 km/hora por esas carreteras. Afortunadamente llegamos con tiempo suficiente para recoger los dorsales, estirar y calentar unos minutillos.

El culpable de que fuésemos a esta carrera es Joaquín, un compañero de entrenamientos natural de esta localidad. Estaba especialmente motivado porque corría como local y podía llevarse algún trofeo, según le había comentado un paisano suyo. Por este motivo, hice toda la carrera con él tratando de que se llevase el premio. Para su desgracia, el fallecimiento de un tía suya la noche anterior había provocado que durmiese muy poco, por lo que no se veía en buena condición.

Excepto el primer kilómetro que hicimos cada uno por nuestra cuenta, el resto fuimos codo con codo durante la carrera. Flaqueó en algunos momentos, pero traté de animarle, pero lo que más le animó fue ver a un paisano suyo en una de las revueltas. Eso hizo que aumentáramos un poco el ritmo y pocos kilómetros después, sobre el 16,  conseguimos sobrepasar a su «enemigo» local. Desde allí a meta, volvió a sufrir otra pequeña crisis pero la superamos disminuyendo un poco el ritmo.

Viendo que podíamos bajar de la mítica barrera de la hora y media aceleramos el paso lo que pudimos, pero justo unos metros antes de atravesar la línea de meta cambiaron los dígitos del 29 al 30. Llegué a meta con un tiempo bruto de 1:30:04 aunque neto de 1:29:51 y muy contento porque conseguí bajar de 1h30 por segunda vez en mi vida, pero sobre todo, por haber ido con el compañero toda la carrera, aunque él, que salió un poco antes, se quedó con un tiempo neto de 1:30:01. Una copia de la clasificación de la carrera se puede encontrar aquí.

Aparte de sacar un listado de las clasificaciones, la empresa cronometradora daba unos tickets a cada cual que lo solicitase con los tiempos brutos y netos y los puestos realizados. Aquí está el mío.

Ticket con el tiempo realizado
Ticket con el tiempo realizado

Como comenté al principio, la organización rozó la perfección. Antes de la carrera, muy bien la entrega de chips y dorsales y el guardarropa, sin ninguna cola. Durante la prueba, multitud de voluntarios en los cruces, agua cada cinco kilómetros y –esta es la única pega- los kilómetros raramente señalizados ya que casi todos estaban en la parte baja, sobre la acera en unas minúsculas señales de tráfico y otros estaban arriba, pegados en algunos rótulos de tiendas. Pero lo mejor fue después de la carrera ya que la bolsa del corredor era abundantísima: camiseta técnica, calcetines, agua, bebida isotónica, naranja, manzana,  bote de lentejas, ajos, queso y ¡botella de vino de la tierra! Además de la bolsa del corredor, habían dispuesto varias hileras de mesas y una barra donde se podía disfrutar de vino, cerveza, queso, chorizo, lomo, frutos secos, patatas fritas y alguna cosa más que seguro ya no recuerdo. Todo por la módica cantidad de 8 €.

La jornada fue redonda porque varios de mis compañeros consiguieron un trofeo. Mi compañero de fatigas durante la carrera consiguió al final el tercer puesto de su categoría de los locales. Emilio, con sus 65 añazos, se hizo con el primer puesto en su categoría. Otra compañera hizo su MMP en la distancia (bajó seis minutos dejando su marca en 1:45:44) y también se subió al cajón, siendo la tercera de su categoría. Todo un festival de trofeos.

Dos campeones
Dos campeones