LIV Cross Canguro

Hoy asistí a la 54ª edición del Cross Canguro organizado por el club de atletismo del mismo nombre. Se dice pronto lo de 54 pero es una auténtica pasada. Mi enhorabuena al Club Canguro por seguir año a año organizando esta prueba. Si acaso, como sugerencia, decir que eché en falta un retrete químico y un guardarropa.

Fui con una amiga al cross y llegué sobre las nueve y media al aparcamiento del Teleférico. Desde allí fuimos dando un paseo hasta el lugar donde estaba instalada la meta y la salida, en el Pinar Alto, sitio donde está ubicado el Circuito del Bosque, un conocido cuatro mil donde entrenan desde atletas de élite a corredores populares. Es un circuito duro, no es ninguna tontería.

Íbamos paseando hasta la salida y pudimos comprobar que el día era extraordinario para correr ya que hacía una temperatura fresca, pero no fría y el cielo estaba nublado. Además no llovía, por lo que el único problema podría estar en que el suelo estuviera muy embarrado, pero estaba perfecto también.

Llegamos a las diez menos cuarto a recoger el dorsal, pero aún no lo tenían organizado, así que esperamos unos minutos dando una vuelta por las cercanías disfrutando de las hermosas vistas que se pueden apreciar desde allí. Con las últimas lluvias estaba todo muy verde y contrastaba con el amarillo de algunos árboles. Estaba precioso.

Al poco recogimos el dorsal junto a un par de guantes finos y unas cremas de protección solar. Como aún quedaba una hora para el comienzo de la primera de las pruebas en las que participaba mi amiga, fuimos dando un paseo de vuelta al coche, junto al Teleférico, con la peregrina idea de buscar un bar o algo semejante donde hacer nuestras necesidades.

Llegamos al aparcamiento nos encontramos con Marina de Benito, excelente corredora del Club Atlético Aranjuez que nos estuvo contando que ha estado lesionada unos cuantos meses. Menuda putada lo de las lesiones, que dañinas son tanto física como psicológicamente para los corredores. Afortunadamente parece que se ha recuperado bien porque luego hizo una buena carrera.

Nos encontramos también por allí a Antonio, amigo y vecino que se había acercado con un amigo suyo del Club Canguro y que se dirigían para la salida. En el coche nos cambiamos y fue entonces cuando me di cuenta que había olvidado mi bonita camiseta azul del Club Aletismo Zofío, pero mi amiga me dejó la suya ya que es algo friolera y dijo que no iba a correr con manga corta. Fijé el dorsal con cuatro imperdibles y me embutí, literalmente, en la camiseta. Salimos trotando para la salida porque la hora de la prueba de 4 km se acercaba.

Llegamos a la salida y mi amiga estuvo calentando un poco hasta que el reloj se acercó a las once de la mañana momento en el que dieron la salida a la primera de las pruebas. Salieron disparadas tanto Marina como mi amiga y aproveché para calentar yo yendo de un sitio a otro del circuito para hacer fotos a las dos.

Cuando acabaron su carrera dejé a mi amiga la mochila para que se abrigara un poco y me puse a calentar. Minutos antes de las once y media me acerqué a la línea de salida y me puse a esperar mientras charlaba un poco con mi amigo Antonio. Vi unos metros delante de mí a dos ilustres del atletismo madrileño, uno de ellos Antonio Gallardo y otro Javier Odriozola.

Dieron la salida y salí a tope como mandan los cánones en este tipo de carreras cortas. Enseguida todos los conocidos estaban por delante de mí, el único que no se despegaba era Odriozola y es que debió salir conservador porque le adelanté al poco. Vi que el primer kilómetro lo hice en 3:58 y lo di por muy bueno porque aunque la primera mitad es favorable, luego la segunda es para arriba. Aflojé un poco en el segundo kilómetro y eso que es favorable, haciendo 4:11. Con ese segundo kilómetro habíamos hecho «el primer pulmón» y quedaban los cuatro kilómetros del Circuito del Bosque.

El tercer kilómetro, que es prácticamente el mismo que el primero, se me fue a 4:17 y el cuarto a 4:14 y eso que era favorable. Ahí noté que iba peor de respiración que de piernas y no podía ir más deprisa porque los pulmones no daban más de sí. Empecé a pensar que las búrpis que me están poniendo las piernas fuertes, pero si la respiración no acompaña, no hay nada que hacer. Hay que entrenar los ritmos de carrera para que una cosa acompañe a la otra.


En plena acción en el Cross Canguro, foto cortesía de Marina de Benito

El quinto kilómetro es el más duro y ahí las pasé canutas, ni búrpis ni leches, hice 4:32. Fue en ese tramo donde me pasó Odriozola y no pude seguir su estela. Además al empezar el sexto kilómetro que hay una bonita cuesta abajo se me fue irremediablemente ya que bajo fatal y él lo hacía con soltura. Como este sexto y último kilómetro es favorable traté de darlo todo después de bajar el tramo más pronunciado, pero no conseguía recortar nada a los que iban por delante de mí. Llegué a meta y pude ver el reloj con un tiempo de 24 y algo, pero no atiné a parar mi cronómetro por lo que no sé el tiempo que tardé. Según la clasificación oficial, de la que guardo una copia aquí, el tiempo fue de 24:46. Esto indica que hice el último kilómetro a un ritmo de 3:58, igual que el primero. Así que no me puedo quejar, la cosa avanza, voy mejorando la forma poco a poco. De hecho he obtenido un VDOT de 47,5 que es algo menos que lo obtenido en la carrera de los militares (47,7) pero este cross es más duro que aquella carrera y encima el terreno es mucho más blando, que también influye.

Una vez en meta cogí un bote de Aquarius y unas galletas saladas, me cambié la camiseta y nos fuimos andando hasta el coche después de haber disfrutado de una bonita mañana de atletismo.

LIII Cross Canguro

He participado por segunda vez en esta bonita prueba que se celebra además en un entorno privilegiado. No es precisamente una carrera primeriza, todo lo contrario. Este año se celebraba la 53ª edición, lo cual no es cuestión baladí.

Fui acompañado por una amiga que participaba en la prueba de 4 km. Esta carrera comenzaba a las 11:00 y en la que yo estaba inscrito media hora después. De todos modos, no hacía falta madrugar mucho para estar con tiempo en la salida.

Nos acercamos en coche hasta el aparcamiento del teleférico y desde allí fuimos andando al lugar donde daban los dorsales y estaba situada la meta y la salida. Recogimos el dorsal en un periquete y aún faltaba una hora para que comenzase la primera de las prueba, la de 4 km. Así que estuvimos por allí disfrutando del buen día que hacía, todo lo contrario que el año anterior que hacía frío y llovía. He de confesar que para un cross prefiero que llueva y haga frío, es lo suyo.

Mientras esperábamos el comienzo nos encontramos por allí con Marina, del Club Atletismo Seseña, que se acercó igual que el año pasado con la idea de hacerse con uno de los canguros que regalan a los que acceden al cajón. También me encontré con un amigo del Club Atletismo Leganés que en la Carrera de Gerindote me dio bien para el pelo, por lo que pensé que podría ser una buena rueda a seguir. Y aún hubo más, porque ya casi a punto de colocarme para la salida me encontré con un primo mío que llevaba muuuucho tiempo sin ver. Así que más que una carrera fue para mí un acontecimiento social.

Tan entretenido estaba con unos y con otros que casi llego tarde a la salida…


Perfectamente concentrado en la salida

El circuito del bosque como se le conoce popularmente es un recorrido de cuatro kiómetros con una curiosa forma de dos pulmones.


Circuito del bosque de la Casa de Campo

Con un perfil claramente rompepiernas:


Perfil del circuito del bosque de la Casa de Campo

Dieron la salida y como nuestra prueba era de sólo 6 km (pulmón y medio) ya desde el principio había que salir a tope, no al cien por cien, pero casi. Vi que tanto mi primo como el amigo de Leganés iban por delante por lo que el objetivo era no alejarme mucho de ellos. Lo curioso es que al poco de comenzar mi primo desapareció de mi vista y eso que llevaba una vistosa camiseta de color rosa, por lo que ya sólo quedaba el leganense por delante.

Me puse a su espalda, aunque iba sufriendo para aguantar su ritmo en los primeros kilómetros, pero como a mitad de recorrido aflojó un poco el ritmo y me puse por delante. A partir de entonces fue él el que se puso a mi espalda.

De los conocidos sólo Marina iba por delante, pero la veía muy lejos, tan lejos que me parecía imposible alcanzarla. Y así fue, aunque quise aumentar el ritmo ya iba muy justito y no recortaba ni un metro. La subida que transcurre paralela al Camino del Pinar Chico se me hizo muy dura y me dejé ahí lo poco que me quedaba. Menos mal que la cuesta se corona en el punto kilométrico cinco y sabía que sólo quedaban ochocientos metros para acabar y una pequeña cuesta abajo para recuperar un poco.

Los últimos quinientos metros son ligeramente cuesta arriba y hay un par de alpacas que te cortan un poco el ritmo, pero apreté los dientes y gasté las últimas fuerzas que me quedaban. Llegué a meta con un tiempo oficial de 25:04, dos segundos antes que el amigo leganense que entró pisándome los talones.

Mirando los tiempos de año pasado vi que lo he hecho un poco peor, pero aún así, muy contento porque acabé con muy buenas sensaciones. Si no ocurre ninguna cosa rara, el año que viene volveré a esta bonita carrera.

LII Cross Canguro

Hoy he participado por primera vez en esta prueba que tiene ya más de medio siglo de vida. Llevaba tiempo con ganas de participar y por fin este año he tenido la oportunidad.

El entorno donde se desarrolla el cross es de los más bonitos que se pueden encontrar en Madrid y alrededores: la zona del Pinar Alto, conocida como el bosque, donde hay un circuito de cuatro kilómetros muy conocido por casi todos los corredores madrileños. El circuito del bosque consta de cuatro kilómetros pero ni mucho menos llanos.

Me acerqué con una amiga a esta carrera. Ella participaba en la prueba de 4 km al ser mujer y veterana. Yo en la de 6 km al ser hombre y veterano. ¿Podría considerarse esto una forma de discriminación?

El caso es que ella salía a las 11:00 y yo a las 11:25. A las 9:45 estábamos dejando el coche en el parking del teleférico y veinte minutos más tarde estábamos recogiendo los dorsales. Había un paseo de más o menos un kilómetro del teleférico a donde daban la salida y meta de las diferentes carreras. Cuando llegamos a por el dorsal había cuatro gatos, pero ya empezaba a verse que llegaban más y más participantes.

Decían las previsiones del tiempo que iba a llover en Madrid y no se equivocaron. Nos levantamos lloviendo y lloviendo estuvo durante todo el tiempo que estuvimos en la Casa de Campo. Y aún sigue. Afortunadamente, era una lluvia muy ligera que resultaba muy agradable, pero que había provocado multitud de charcos y barro en el recorrido.

Íbamos con tiempo de sobra, así que nos dio tiempo a hacernos una foto con ese precioso bosque detrás… y esos horrorosos impermeables amarillos, que aún siendo feos nos vinieron de perilla para no mojarnos demasiado antes de la carrera.

cross-canguro-2016
Con nuestros preciosos impermeables ante un paisaje incomparable

Viendo que había muchos charcos y mucho barro empecé a pensar si era buena idea correr con zapatillas normales, sin clavos, pero como no tengo otra cosa, tampoco era cuestión de dar muchas vueltas al asunto.

A las once dieron la salida de la primera prueba, en la que participaba mi amiga. Me dejó su chubasquero para no correr con ello y salió deprisa, aunque no tanto como algunos jóvenes que participaban en esa carrera. Estuve calentando mientras corrían y luego esperé a que llegase a meta para devolverla el chubasquero y cederla el mío. En poco más de dieciocho minutos llegó ella. La pasé el chubasquero, me prestó su cronómetro, estuve haciendo unos estiramientos y me coloqué en el pelotón presto a tomar la salida.

Salí zumbando, casi a tope, reservando un poco, y enseguida me encontré con Marina, una chica de Seseña con la que coincidí en el Trofeo San Lorenzo, que buscaba subirse al cajón. Fuimos mucho rato adelantándonos el uno al otro y ella iba adelantando a algunas chicas que habían salido con demasiada alegría.

El primer kilómetro por aquello de la adrenalina fue el más rápido, lo hice en 4:04, pero luego no pude mantener ese ritmo, ya que el circuito no es que sea exageradamente duro, pero llano no es y entre el barro, el ir esquivando los charcos y el tener que saltar alguna alpaca, tiene su miga. Los tres siguientes los hice sobre 4:15, pero del cuatro al cinco fue cuando peor lo pasé, porque el terreno es cuesta arriba y se notan los esfuerzos de los kilómetros anteriores.

Poco antes del kilómetro cinco, cuando peor iba, me adelantó Marina y ya no fui capaz de alcanzarla. Ella luchaba por el segundo puesto porque no muy delante iba una chica y tenía alguna posibilidad de alcanzarla. Pero no pudo con ella y tuvo que conformarse con el tercer puesto, que está muy bien.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 24:30 para un distancia de aproximadamente 5,8 km, algo menos de los seis kilómetros oficiales.

Una preciosa carrera en un entorno maravilloso en un día espectacular para corre un cross, con lluvia, barro, charcos y frío, ¡como debe ser! El caso es que durante la carrera no sentí frío, pero luego al tratar de enhebrar los imperdibles uno con otro pasé serias dificultades.

Enhorabuena la club Canguro por esta bonita carrera, a la que trataré de acudir siempre que pueda.

Ya en casa, tuve que recuperarme de los esfuerzos… luego me quejo de que no bajo de peso, aunque ayer marcaba la báscula 69 kilos, algo menos que semanas anteriores.

callos
Unos callitos para recuperar las fuerzas perdidas