LIII Cross Canguro

He participado por segunda vez en esta bonita prueba que se celebra además en un entorno privilegiado. No es precisamente una carrera primeriza, todo lo contrario. Este año se celebraba la 53ª edición, lo cual no es cuestión baladí.

Fui acompañado por una amiga que participaba en la prueba de 4 km. Esta carrera comenzaba a las 11:00 y en la que yo estaba inscrito media hora después. De todos modos, no hacía falta madrugar mucho para estar con tiempo en la salida.

Nos acercamos en coche hasta el aparcamiento del teleférico y desde allí fuimos andando al lugar donde daban los dorsales y estaba situada la meta y la salida. Recogimos el dorsal en un periquete y aún faltaba una hora para que comenzase la primera de las prueba, la de 4 km. Así que estuvimos por allí disfrutando del buen día que hacía, todo lo contrario que el año anterior que hacía frío y llovía. He de confesar que para un cross prefiero que llueva y haga frío, es lo suyo.

Mientras esperábamos el comienzo nos encontramos por allí con Marina, del Club Atletismo Seseña, que se acercó igual que el año pasado con la idea de hacerse con uno de los canguros que regalan a los que acceden al cajón. También me encontré con un amigo del Club Atletismo Leganés que en la Carrera de Gerindote me dio bien para el pelo, por lo que pensé que podría ser una buena rueda a seguir. Y aún hubo más, porque ya casi a punto de colocarme para la salida me encontré con un primo mío que llevaba muuuucho tiempo sin ver. Así que más que una carrera fue para mí un acontecimiento social.

Tan entretenido estaba con unos y con otros que casi llego tarde a la salida…


Perfectamente concentrado en la salida

El circuito del bosque como se le conoce popularmente es un recorrido de cuatro kiómetros con una curiosa forma de dos pulmones.


Circuito del bosque de la Casa de Campo

Con un perfil claramente rompepiernas:


Perfil del circuito del bosque de la Casa de Campo

Dieron la salida y como nuestra prueba era de sólo 6 km (pulmón y medio) ya desde el principio había que salir a tope, no al cien por cien, pero casi. Vi que tanto mi primo como el amigo de Leganés iban por delante por lo que el objetivo era no alejarme mucho de ellos. Lo curioso es que al poco de comenzar mi primo desapareció de mi vista y eso que llevaba una vistosa camiseta de color rosa, por lo que ya sólo quedaba el leganense por delante.

Me puse a su espalda, aunque iba sufriendo para aguantar su ritmo en los primeros kilómetros, pero como a mitad de recorrido aflojó un poco el ritmo y me puse por delante. A partir de entonces fue él el que se puso a mi espalda.

De los conocidos sólo Marina iba por delante, pero la veía muy lejos, tan lejos que me parecía imposible alcanzarla. Y así fue, aunque quise aumentar el ritmo ya iba muy justito y no recortaba ni un metro. La subida que transcurre paralela al Camino del Pinar Chico se me hizo muy dura y me dejé ahí lo poco que me quedaba. Menos mal que la cuesta se corona en el punto kilométrico cinco y sabía que sólo quedaban ochocientos metros para acabar y una pequeña cuesta abajo para recuperar un poco.

Los últimos quinientos metros son ligeramente cuesta arriba y hay un par de alpacas que te cortan un poco el ritmo, pero apreté los dientes y gasté las últimas fuerzas que me quedaban. Llegué a meta con un tiempo oficial de 25:04, dos segundos antes que el amigo leganense que entró pisándome los talones.

Mirando los tiempos de año pasado vi que lo he hecho un poco peor, pero aún así, muy contento porque acabé con muy buenas sensaciones. Si no ocurre ninguna cosa rara, el año que viene volveré a esta bonita carrera.