Un buen grupo de compañeros de MaraTI+D hemos corrido la XV edición de la Media Maratón de Fuencarral. El tiempo era bastante bueno -al final un poco caluroso- para correr. La organización falló, desde mi punto de vista, en dos puntos importantes: hubo problemas en la salida y el tráfico estuvo abierto en un sentido durante toda la carrera. Sin embargo la entrega de chips -sin fianza- y la recogida de éstos y los regalitos sí estuvieron bien.
Foto de equipo antes de la salida
La salida fue un poco decepcionante, yo me encontraba a dos metros detrás de la pancarta de salida y delante de mi había la güeva de personal. De hecho, había más gente delante de mi que detrás. El locutor por más que decía que se pusiesen detrás de la pancarta, menos caso le hacían. Esto provocó cierto retraso en dar el pistoletazo de salida y que gran parte de la gente no recorriera los 21 km y 97 metros.
Mi posición dentro del lote era tan mala que cuando dieron la salida, tardé entre 30» y 45» en empezar a correr. Cuando me dejaron un poco de espacio empecé a apretar un poco, aunque sólo pude pasar el primer kilómetro en 5’48» -sospecho que estaba mal medido-. No conseguí en ningún momento encontrar un grupito que fuese a mi ritmo por lo que decidí ir a mi bola o lo que es lo mismo mantenerme sobre las 172 – 173 ppm en llano.
Bajando Herrera Oria me sorprendió el grito de ánimo de Silvia -muchas gracias-. Esto me agradó, saqué pecho y me lancé todavía más deprisa por la cuesta.
Mi intención era rebajar mi MMP de 1:36:52, así que cuando pasé los 10 km en 43:53 vi que la cosa iba bien. Era una gozada correr hacia el Pardo, mirar de frente y ver las montañas nevadas todas rodeadas de encinas. Sí, la cosa iba realmente bien. Poco antes del km 12 comenzó la «cuesta del cuartel», ya empezaban a oirse las primeras respiraciones forzadas de algunos. Al terminar esta cuestecilla, recordé las palabras de Juan Ignacio del pasado año: «Primera cuesta y sin novedad». Lástima que él no estuviera aquí, hubiera disfrutado tanto con la carrera…
Al poquito de esta primera cuesta, comienza la segunda, que es, además, la más larga de todas ellas. Al principio la pendiente suave no castiga demasiado pero las últimas rampas con verdaderamente exigentes. El hecho de estar abierta al tráfico impedía trazar las curvas por el camino más corto, como se hacía en años anteriores. Casi terminando la cuesta pude ver a Liborio que iba sufriendo lo suyo intentando llegar al km 15. El pobre acababa de salir de una gripe y no andaba muy fino. Le pasé en ese punto kilométrico y me lancé a tumba abierta a por la penúltima cuesta de la jornada.
Después de una larga bajada, poco antes de comenzar la cuesta que pasa por debajo de la vía del tren vi de nuevo a Silvia animando a los compañeros -gracias de nuevo-. Con renovados bríos me dispuse a atacar la cuesta más dura de pendiente aunque no muy larga, pensando que la meta ya estaba cercana. Después de la cuesta, justo enfrente del cementerio de Fuencarral, esponjas. Otra bajadita y la última cuesta.
Esta última cuesta ya transcurre en el barrio de Fuencarral, a lo largo del nuevo barrio de Los Tres Olivos. Subí todavía con energías y al llegar a la «cima», a falta de un kilómetro, vi a Bienve. Con éste en mi punto de mira, aceleré lo que pude, acercándome poco a poco. Veía que iba un poco tocado de su pie aunque no tuve ninguna oportunidad de cogerle. Cuando divisé el reloj de meta, marcaba 1:34:40. Eché toda la carne en el asador para intentar bajar de 1h35, pero no lo conseguí. Al final, aunque mi cronómetro marcaba 1:34:59, el tiempo oficial era de 1:35:01. No está mal, bajé 1:51 de mi mejor marca y llegué aún con energías. Mejor que sobre, que no falte.