Media familia

Hoy ha participado media familia en la VII edición de la carrera de la mujer. Se han pegado un buen madrugón, pero han vuelto muy satisfechas. La más mayor ha hecho el recorrido en 27 minutos, mientras que la más pequeña ¡¡¡en 34 minutos!!! Esta marca si que tiene mérito.

Yo, dispuesto a emular a las féminas, he preparado un circuito de seis kilómetros, pero en vez de ser en El Retiro, ha sido en el parque de Pradolongo, que tampoco está tan mal. Sobre todo ahora que en primavera está precioso. He recorrido esos 6 km en 29:45, por lo que no he sido capaz de alcanzar la prestación de mi media naranja. Y es que se cumple el dicho: cría cuervos y te sacarán los ojos.

Estoy sorprendido

Estoy sorprendido de lo bien que tengo las piernas después de la maratón. Creo que ha sido la vez, y ya van dieciocho, que mejor recuperación he tenido. Imagino que el haber entrenado más que nunca se ha debido notar.

He corrido tranquilo una vuelta a Pradolongo y luego he acompañado a Emilio hasta casi su casa. En total he hecho 8 km a un ritmo cercano a los 6:00/km y, lo dicho, me he encontrado excepcionalmente bien de piernas. Sin lugar a dudas, lo mejor de esta maratón (sin contar la MMP) ha sido la recuperación. Lástima de la uña del dedo gordo que acabó negra y que hoy se ha tornado blanca.

Comentando la jugada

Hoy había gran expectación. Nos reunimos un buen grupo de gente para hablar sobre la maratón del domingo: que si en el 17 ibas muy bien, que si vaya carita se te vio después de subir el repecho de Alfonso XII, que si ibas tan ciego que ni me viste, que si tenías que haber hecho mejor tiempo, etc. Los típicos comentarios post maratón.

También se habló mucho sobre los tramposos. Resulta que en la categoría de Emilio el hombre radiactivo el que figura en primera posición ¡¡no pasó por ninguna alfombra!! sólo pasó por la alfombra de meta. Menudo caradura. Eso quiere decir que Emilio es tercero de su categoría. Lo de este hombre es increíble, es para hacerle un monumento y eso que iba acompañando a Ninfa, que si no, podía haber optado a la victoria en su categoría.

Emilio y su nieto llegando a meta

Después de la charla salimos a trotar un poco. Hice unos seis kilómetros muy tranquilo a unos 6:00/km. La verdad es que iba muy bien de piernas, creo que me ha venido bien el ligero trote de ayer y estos kilometrillos también al trote.

Último entrenamiento

Ya queda poco, bien poco para la gran cita del año. Hoy hemos hecho el último entrenamiento y ha consistido en mover un poco las piernas, poco más, ya que he recorrido poco más de 9 km en 52:05.

Algunos no recomiendan correr en los últimos tres días, otros dicen que el día antes no está mal correr 20 minutillos para estirar un poco las piernas, sobre todo si has viajado al sitio donde se va a realizar la carrera. Yo nunca he hecho nada el día antes y creo que esta vez tampoco lo voy a hacer, aunque tengo tentaciones… Por ejemplo, antes de la media de Getafe de este año hice cinco kilometrillos con cinco progresiones, pero claro, no es lo mismo una media que una maratón.

Nos hemos quedado sin camisetas

Una mala noticia para los pradolongueros en el comienzo de la última semana. Macu nos devolvió el dinero ayer porque al final las camisetas no se hacen y es que los de Bikila de Leganés se han comportado como unos auténticos sinvergüenzas. Al final se ha optado por lo más lógico, no hacerlas. Una pena que todos los quebraderos de cabeza de Macu al final no hayan servido para nada.

Lo más curioso es que hablamos en la escuela de fútbol sobre hacer unas camisetas para correr, sobre todo la carrera del barrio, todos uniformados y cuando ya había olvidado este asunto ¡me dicen que ya están hechas! Lo que te quitan por un lado, te lo dan por otro. Nunca se sabe.

Pero la vida sigue, con o sin camisetas y el domingo nos espera el día más importante de toda la temporada atlética. Lo curioso es que todavía no he corrido Mapoma y ya estoy pensando en la maratón de Berlín a celebrar el 26 de septiembre.

Hoy ha sido un día muy tranquilo para no cansarse de cara al domingo. Dos vueltas, o sea 10 km, al trote cochinero hablando ¡cómo no! del inminente Mapoma.

Como cambia la cosa

Hoy estaba el parque de Pradolongo igual o más embarrado que el jueves. Y si el jueves me pareció un infierno cuando hice los dos seismiles, hoy me ha parecido que iba en la gloria, con el piso blandito, disfrutando mientras esquivaba charcos, un placer correr en ese terreno.

Y es que no es lo mismo ir a tope que tomarse las cosas relajadamente, no sólo por el ritmo, sino que incluso se cambia la percepción del terreno. Si ya dice Esteban que hay que ir tranquilo, para tener orgasmo tras orgasmo y nos empeñamos en no hacerle caso…

Lo cierto es que hoy sí he hecho caso de sus enseñanzas y he ido tranquilo, completando 11 km en 57:02 @ 5:08 min/km, contando ya los días que quedan para Mapoma y disfrutando de la rebaja de kilómetros.

Por cierto, ayer me encontré con Pedro y está fino, fino. Dice que va a por 3h20 y creo que lo puede conseguir. ¡Eh! que yo también estoy fino, hoy la báscula marcaba lo mismo que el sábado pasado: 67,1 kg.

Prueba de los dos seismiles

Hoy, a diez días para la celebración de la XXXIII edición de Mapoma hice la prueba de los dos seismiles. Esta prueba fue ideada por Antonio Serrano y consiste en correr un primer seismil algo más deprisa que el ritmo de maratón previsto y un segundo seismil más rápido. La diferencia de segundos por kilómetro entre la primera serie y la segunda indica si el ritmo de maratón previsto es acertado o no. Se puede encontrar una explicación más exhaustiva en este enlace sacado de la revista Runner’s.

En mi caso, había previsto un ritmo de 3h17, por lo que había que hacer la primera serie en 27:00 (a 4:30/km) y la segunda serie en 24:00 (a 4:00). Es decir, que tenía que sacar 30 segundos de diferencia por kilómetro.

El terreno estaba muy embarrado, con bastantes charcos y muuuuy blando. Vamos, el terreno ideal para no hacer las series. De hecho en los kilómetros de calentamiento se me había quitado de la cabeza hacerlo por el estado del terreno, pero como había convencido a los compañeros para hacer las series, ellos lo iban a hacer sí o sí. Así que después de ser el promotor, no me quedó más remedio.

La primera serie me salió redonda. Tardé 26:58, sólo dos segundos por debajo, serie perfecta. Muy poco después llegaron Ninfa y Emilio haciendo 27:20 poco más o menos ¡¡¡cuando tenían que haber hecho 28:30!!! Demasiado deprisa esa primera serie para ellos.

Paramos más o menos el tiempo fijado de recuperación, que eran noventa segundos, y arrancamos a por la segunda serie tratando de darlo todo. El primer kilómetro lo hice en 3:51, me precipité sin ninguna duda. El segundo kilómetro aflojé un poquillo y lo hice en 4:07, compensando el anterior. El tercer kilómetro lo clavé en 3:59, pero poco después me di cuenta de que me iba a resultar muy difícil cumplir el objetivo, ya que me estaba costando dios y ayuda seguir el ritmo. En el siguiente kilómetro 4:04, luego 4:05 y en el último ya iba muerto y me fui a 4:16. En total hice 24:25, cuando tenía que haber hecho 24:00. Fatal, horrible, acabé totalmente desmoralizado y enormemente cansado.

Se trata, sin lugar a dudas, de un entrenamiento durísimo como me había advertido Luis el día antes, pero aunque he fracasado en el ritmo previsto de 3h17, este entrenamiento me ha servido de mucho, ya que más vale pasarlo mal hoy que en el día de la maratón. Y me ha enseñado que ese día, ni se me ocurra tratar de bajar de 3h20.

Además de lo mal que lo pasé, sufrí bastante debido a que me dolía el callo y el ojo de gallo del pie izquierdo. Y es que sólo a mí se me ocurre hacer series con unas zapatillas que acababa de estrenar. Me está bien empleado por mequetrefe. Cuando llegué a casa me di cuenta de que no era el callo lo que me dolía, sino que me había salido una ampolla justo encima del callo. Ya lo que faltaba, además de los dos callos, de los dos ojos de gallo y de la uña negra, ahora una ampolla. Soy un auténtico pupas.

Buscando un circuito totalmente plano

Hoy he estrenado zapatillas. Viendo lo buen resultado que me dio la marca Joma, he buscado unas de la misma marca. El modelo es Speed VIII y debe ser antiguo porque no encuentro nada de información por Internet, pero hoy las he probado y no he notado nada raro y eso que tengo los pies ahora mismo que da pena verlos: uña del dedo gordo del pie derecho negra, dos enormes callos en ambos juanetes y dos ojos de gallo cada uno en un dedo meñique. Estoy que no me puedo ni poner zapatos ajustados.

Joma Speed VIII
Joma Speed VIII

El entrenamiento lo he dividido en dos partes, la primera ha sido una vuelta tranquila al antiguo circuito y la segunda tratando de buscar un circuito lo más llano posible para poder hacer el jueves los dos seismiles. Lo curioso es que sin querer hemos dado con una vuelta de justo cuatro kilómetros, por lo que lo tenemos fácil para hacer la prueba, sólo hay que dar vuelta y media. Y lo mejor de esta vuelta es que es prácticamente llana, excepto una ligera subida llegando al primer kilómetro, pero de un desnivel casi despreciable.

Aunque en el fin de semana hizo un tiempo casi veraniego, hoy ha vuelto a llover y hacía fresquito a la hora que hemos entrenado, pero tampoco para ir abrigado. Parece que la lluvia y el mal tiempo no nos lo quitamos de encima.

1ª vuelta (4,77 km): 27:15
2ª vuelta (4,09 km): 22:26

Total (8,86 km): 49:41

¡¡¡Empieza a bajar el kilometraje!!!

Vida útil de unas zapatillas

Así, a grosso modo, la vida útil de una zapatilla depende principalmente -desde mi punto de vista- de tres factores: de la calidad de los materiales utilizados, del peso de la persona que utiliza las zapatillas y de la manera de pisar. Tampoco es que me haya estrujado mucho el cerebro para llegar a esta conclusión…

Mirando por Internet, por ejemplo aquí, la gente habla de que unas zapatillas con una buena amortiguación pueden durar unos mil kilómetros y que pasando ese kilometraje es conveniente tirarlas -aunque tengan buen aspecto- ya que se supone se ha perdido la amortiguación y puede acabar provocando una lesión.

¡¡¡Que más quisiera yo que me duraran 1.000 km unas zapatillas!!!

En mi caso, después de probar unas cuantas zapatillas de diversos fabricantes, he visto que lo que más influye es la manera de pisar. En todos los estudios de la pisada que me han hecho en distintos sitios han llegado a la conclusión de que soy pronador y seguro que lo soy porque siempre desgasto las zapatillas por el interior. Véase una muestra del actual estado de mis zapatillas.

Precioso boquete en mis Joma azules

Que nadie piense que son malas porque son Joma. De ninguna manera, estoy muy contento con este fabricante, pero siempre acabo rompiendo las zapatillas por ahí, siempre. Da igual la marca, el dinero que me haya costado, que sean para pronadores, que sean neutras, que lleve plantillas, que no las lleve…

Entonces, ¿para que me voy a comprar unas zapatillas con súper amortiguación y no sé cuantas mejoras más si lo que se estropea es el lateral? Después de muchas disquisiciones, he decidido no gastarme mucho dinero en las zapatillas porque no me duran ni la mitad de esa supuesta «vida útil» del millar de kilómetros. Las zapatillas de la foto tienen ahora mismo 516 km y las estrené el 26 de enero. Y el boquete no ha salido hoy, que ya llevo tiempo con él. No me han durado enteras ni dos meses.

¿Van a la basura y empiezo a utilizar otras? Pues no, ahora es cuando mejor voy, ya que el pie se encuentra «más a su aire». Las mejores marcas las he conseguido con zapatillas en un estado similar.

¿Las aguanto hasta que se caigan a trozos? Tampoco, ya que uno no se puede exceder con sus vicios y el pie, menos. Trataré de alternarlas con otras que tengo para que lleguen al día 25 del presente mes en las mejores condiciones posible. Y cuando acabe Mapoma, habrá que ir pensando en pasar por caja.

Y ahora vayamos al grano.

Salí con mis lustrosas zapatillas con la idea de hacer unas cuestas en Parque Sur, pero no hubo quórum. Ni siquiera Emilio que vive al lado quiso ir, así que me plegué a la mayoría, que optó por quedarse en Pradolongo.

Rápidamente pensé en un plan alternativo, que no es otro que mi entrenamiento preferido. Una vuelta tranquilo, la segunda, fuerte y unos pocos kilómetros de enfriamiento.

Y así fue, antes hubiera hecho esa segunda vuelta a muerte, pero ahora se trataba de hacer la vuelta a ritmo T, que no es a muerte, pero casi. Según el buen amigo Daniels, mi ritmo de umbral de lactato es 4:10, así que hice traté de mantener ese ritmo o un poco más rápido. Y esto es lo que hice: 4:09, 4:11, 4:04, 4:05 y 4:09. Es decir, hice esos 5 km en 20:38 a un ritmo medio de 4:08. Objetivo cumplido.

Después de castigarme un poco, hice un par de kilómetros también en Pradolongo con Quique para enfriar y ¡bien que me enfrié! porque al salir de Pradolongo nos encontramos con Miguel y Agustín y estuvimos un rato hablando lo que provocó que a los pocos minutos empezara a estornudar, a echar mocos y casi a tiritar. Lo que conseguí fue empeorar del constipado que llevo arrastrando desde el domingo, cuando la sudada que llevaba encima me hubiera venido de perillas si acabo en la ducha rápidamente.

Resulta que me juego la vida

Resulta que mañana (miércoles 7 de abril) leo en el metro, por encima del hombro de un lector, el periódico gratuito ADN (tiene su ventaja escribir la crónica el día después). Hablaba del Parque Regional del Sureste y decía algo relacionado con la caza.

Busco en la edición digital de este periódico la noticia y resulta que en el 80% de este parque se puede cazar y que, por lo tanto, está plagado de escopeteros. Vamos que cualquier día salgo a correr y acabo con el cuerpo lleno de perdigones. La verdad es que me ha metido el miedo en el cuerpo esta noticia, ya que no sabía de este peligro. El único consuelo es que el parque ocupa 31.552 hectáreas y que todavía quedan 6.310 hectáreas libres de cotos de caza. Confío en que el camino que recorro en mis tiradas largas esté dentro de esas 6.310 hectáreas, de todas formas no me adentro demasiado en el parque.

El entrenamiento de hoy ha sido bastante tranquilo, hablando del ya casi inminente maratón. Yo trataba de convencer a Quique que tiene las tres horas en el bolsillo, pero es muy prudente, tiene muy mal recuerdo de su primera maratón y dice -no sé si con la boca chica- que no piensa atacar las tres horas. Desde mi punto de vista, ahora está pletórico.

Después de dar dos vueltas al circuito viejo de Pradolongo, he acompañado a Emilio para hacer algo más porque la vuelta «vieja» es más corta de lo que yo pensaba. Al final he recorrido 12,4 km en 1:06:53, a un ritmo relajado de 5:22.

Antes de comenzar el entreno hemos estado hablando de las camisetas. Parece que ahora nos van a hacer unas algo extraordinarias, para lo que debemos abonar 10 euracos más.