Hoy hacía un día desapacible. Lluvia, algo de viento, pero justo a la hora de encuentro la lluvia había amainado. El hecho de que el tiempo haya empeorado ha provocado que hubiese poca gente por el parque de Pradolongo, aunque muchos de los habituales del parque allí estábamos.
Mientras íbamos corriendo me comentaba Enrique que la situación se había normalizado en el parque. No se veían paseantes prácticamente y corriendo estábamos nosotros, los chicos del equipo de fútbol del Moscardó y algún que otro habitual. Nada que ver con la cantidad de gente que pululaba por allí hace pocos días.
Esta es una de las cosas que determinan la diferencia de un corredor «como dios manda» y un aficionado. O lo que es lo mismo, entre un runner y un jogger, como diría Gonzalo. Un compañero me comentaba a la hora de comer que tenía pensado salir a correr un poco por la tarde, pero que se estaba poniendo muy fea la cosa (estaban cayendo cuatro gotas) y que se quedaría en casa. Está claro, éste es un jogger. No como nosotros, los pradolongueros, verdaderos runners 😉 que aunque caigan chuzos de punta estamos en el punto de encuentro más o menos a tiempo… que no somos excesivamente puntuales.
Pues eso, que había poca gente, pero Javier era uno de ellos, otro de los habituales. Iba yo corriendo y estaba a punto de entrar en el Nirvana atlético cuando me he cruzado con él y me he parado a conversar un rato, que hacía tiempo que no le veía. Me comentaba que no iba fino y, por el contrario, yo iba mejor que bien, como hacía meses que no me sentía. Lástima que después cuando me he puesto a correr para completar la vuelta el Nirvana ya estaba lejos, muy lejos. Pero las sensaciones han sigo geniales, parece que esto marcha.
Después de la carrera del sábado notaba, todavía, las piernas y los pies algo cargados, por lo que no quise hacer más de cinco kilómetros, los cuales completé en 26:09 @ 5:14 min/km. Además haciendo dos kilómetros en 4:55 como si tal cosa. Acabé contento, muy contento. Veremos si la cosa dura. Lo que sí he aprendido del día de hoy es que necesito ir a mi ritmo. No me sirve ni ir más despacio ni más deprisa. Es la mejor manera de que la rodilla moleste lo menos posible.