No me lo puedo creer

Es increíble lo que puede hacer un político (en este caso una política) por un puñado de votos.

Acabo de leer que Esperanza Aguirre «organiza» una carrera popular gratuita, o lo que es lo mismo, quiere engatusar a un colectivo con la golosina de una carrera, eso sí, pagando con el dinero de todos. La carrera se denomina «carrera por la alcaldía» y en ella los corredores podrán elegir entre el circuito de 5 o de 10 kilómetros y será cronometrado por chip. En la meta los participantes recibirán un avituallamiento líquido y sólido y una bolsa técnica, que incluirá una camiseta técnica. Vamos que tiene todos los elementos de una carrera «de verdad», pero puestos a disposición de un acto electoral.

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Ni siquiera se curraron el correo que enviaron

Se la debería caer la cara de vergüenza, no digo ya por lo de la carrera, sino de presentarse a la alcaldía después de tantos escándalos de corrupción ocurridos bajo su paraguas. Pero claro, el primer requisito para ser político es no tener vergüenza. Así nos va en esta ciudad y en el resto del país.

Este asunto me fastidia por dos motivos principalmente. El primero es tratar de aprovechar la organización de una carrera para fines políticos, cuando el deporte debería estar totalmente separado de esta sucia práctica. Y lo segundo, es lo que he visto en la organización de la Carrera del Zofío en la que formo parte de la organización. La Junta Municipal, gobernada por el PP, que ayudaba económicamente a organizar «nuestra» carrera, hace ya unos cuantos años que no lo hace, pero los mismos peperos no tienen problema en soltar dinero para esta nueva carrera/acto electoral. Está claro que el dinero de los ciudadanos mejor para sus propósitos que para otros fines. Realmente lamentable.

Pestilente

Hay un montón de árboles cerca de mi casa que han florecido y sueltan un olor un poco fuerte. El problema es que al haber tantos, ese olor un «poco fuerte» se convierte en algo realmente desagradable, casi pestilente. El olor es tan exagerado que es casi alergico. Corriendo por Pradolongo también te encuentras unos cuantos.

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Árbol más que florido

Para más inri, estos árboles sueltan una especie de pelotillas esféricas, muy pequeñas, aproximadamente de un centímetro de diámetro que son bastante duras. Entre la dureza y que hay muchísimas, andar por una calle se convierte casi en ir patinando sobre esas pelotillas.

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Pelotillas soltadas por lo árboles

El de hoy ha sido un entreno bastante tranquilo, ya que la temperatura era bastante elevada, sobre los treinta grados. Llegué tarde y acorté un trecho. Y en ese recorte me encontré con Jesús, que había recortado aún más. Luego vimos a Quique y Joaquín que como alumnos aplicados no habían hecho ningún recorte e iban por el camino oficial.

No tuvo mucho más truco el entrenamiento. Muchísimo calor, ritmo bajo para aguantarlo y finalización en la fuente para al menos refrescarnos al final. Hice 9 km en un tiempo 49:23 @ 5:29 min/km.

Deseando que se vaya este calor tan exagerado y que vuelva una temperatura más templada más acorde con el mes del año en el que estamos.

Aunque fue el domingo cuando me pesé, justo antes de ir a la carrera, lo pongo ahora por no «manchar» la crónica del otro día. La báscula marcaba 70,2 kg que es mucho, pero estoy seguro que he bajado desde el anterior fin de semana que vine a tope.

II Carrera del río de Toledo

Traté convencer en días pasado a mis compañeros de asistir a la carrera de las hoces del Huécar, pero al final no tuvo éxito la propuesta, así que pensé en otro objetivo y convencí, a última hora, a una amiga para participar en la segunda edición de la carrera del río de Toledo.

Se trata de una prueba que transcurre en su mayor parte por una senda que va pegada al río Tajo. Se sale del barrio del Polígono, situado a las afueras de la ciudad y llevando el río a derechas durante muchos kilómetros, los corredores nos vamos acercando al centro de la ciudad, aunque la carrera acaba en un aparcamiento muy cerca de la estación del tren aún fuera del casco histórico de Toledo.

Se está poniendo de moda en las carreras toledanas correr por parejas. Puedes apuntarte como parejas mixtas o por parejas de chicos o de chicas. En nuestro caso, obviamente, nos apuntamos en la categoría de parejas mixtas y nos asignaron el dorsal 212, número capicúa que siempre es señal de buena suerte.

El objetivo era alcanzar al menos el tercer puesto del cajón, así que salimos a buena marcha con la mente puesta en el objetivo. Hicimos el primer kilómetro en 4:30 y pensamos que era mejor relajar un poco la marcha, ya que a esas horas, pasadas las once de la mañana, hacía un calor horroroso.

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Dentro del primer kilómetro, aún por asfalto, foto cortesía de atletismotoledano.blogspot.com.es

No se hace ni un kilómetro por asfalto cuando por un túnel que pasa bajo la vía del tren se toma un camino que ya no se abandona hasta la llegada. La idea era ir sobre 4:45 y marchando a ese ritmo enseguida nos pusimos detrás de una pareja. Estuvimos un par de kilómetros agazapados a su espalda pero se me ocurrió pasarlos ya que me estaba pareciendo que mi compañera se iba acomodando a su ritmo, un poco por debajo de cinco minutos, y que podíamos ir más rápido. Craso error.

No demasiado lejos pude divisar otra pareja que pensé que a lo mejor podíamos alcanzar; sin embargo, pasado el kilómetro cinco empecé a notar que a mi partenaire le estaba costando. El calor era insoportable y ni siquiera la cercanía del río lo mitigaba. Los árboles que había junto al río están situados al oeste por lo que había escasos tramos de sombra.

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Sobre el km 7, junto al río, foto cortesía de atletismotoledano.blogspot.com.es

En las carreras de diez kilómetros siempre lo he pasado mal en el tramo del cinco al seis, por lo que pensé que a mi compi le estaba pasando lo mismo, pero no fue así, iba perdiendo fuelle poco a poco debido al calor y a que sentía las piernas muy pesadas.

Pasado el kilómetro siete nos adelantó la pareja a la que habíamos adelantado poco antes y no fuimos capaces de seguir su ritmo, poco a poco se nos fueron escapando. Nos dimos cuenta que las posibilidades de subir al cajón se esfumaban, pero cuando vas mal poco se puede hacer, por mucho dorsal capicúa que lleves.

En un determinado punto, que además estaba sombreado, un espectador nos dijo que estábamos en el último kilómetro. Miré el GPS y vi que íbamos por el km 8,5, por lo que pensé que era la típica frase de ánimo a los corredores, pero no era así, el hombre tenía razón porque la carrera no llegaba a los diez que indicaba el reglamento.

Cuando nos acercábamos al aparcamiento donde estaba instalada la línea de meta aceleramos un poco para acabar la carrera lo más pronto posible y poder conseguir algo de agua y, de este modo, atravesamos la línea de meta con un tiempo oficial de 47:38 en un distancia aproximada de 9,6 km y consiguiendo la quinta posición en la categoría de parejas mixtas.

En la meta, agua y refresco fresquitos y plátano y naranja para reponernos del esfuerzo. También una bonita camiseta, todo por 16 € que valía la inscripción como pareja.

Desde mi punto de vista, se echó en falta un avituallamiento a mitad de carrera en un día tan caluroso, pero imagino debe ser complicada prever que a principios de mayo fuese a hacer un día con una temperatura muy elevada. Cuando nos íbamos a recoger el coche, vimos que un termómetro cercano a la estación de tren marcaba 32 grados, por lo que no es de extrañar que en la meta hubiese un hombre tendido, quizás deshidratado, siendo ayudado por las asistencias.

La organización ha tenido dos fallos que deberían tratar de arreglar, uno relacionado con el otro. Deberían plantearse modificar la hora de la carrera y hacerla más temprano. Y si no es así, al menos poner un puesto de avituallamiento a mitad de carrera.

Será por carreras

Había tratado de convencer a tirios y troyanos para ir a Cuenca a la carrera de la hoz del Huécar, pero sólo conseguí convencer a uno… y no estaba convencido del todo. Así que al final opté por no ir a esta carrera y casualmente vi en Twitter una carrera que se celebraba el domingo y que todavía podía uno apuntarse. No me lo pensé dos veces, Toledo está más cerca que Cuenca y además era una carrera junto al río, por lo que muy dura no debería ser. Además existía la posibilidad de inscribirse por parejas, lo cual siempre es una opción distinta e interesante. Así que me apunté junto a una amiga en la modalidad de parejas mixtas, ya que ella tenía en un principio pensado correr la carrera de la mujer, pero el precio de las inscripciones es exagerado comparado con el dinero que va a parar a la lucha contra el cáncer, que se supone es el principal propósito de la carrera.

Como ella corre un poco más despacio que yo y la jugada será ir a su ritmo, salí hoy a entrenar sin pensar mucho en la carrera del domingo a la que me acababa de apuntar, aunque tampoco dándolo todo, que ya tiene uno una edad y los esfuerzos dejan secuelas.

Fui a Parque Sur y di solamente tres vueltas. Las dos primeras vueltas muy tranquilas y la tercera, tampoco es que me matara, sólo tratando de bajar unos segundillos de cinco minutos, sin ninguna pretensión. Me sorprendió, porque estaba el parque muy animado ya que la temperatura era muy agradable y como todos los viernes, lleno de jóvenes.

Fueron en total 9 km en 45:45 @ 5:05 min/km.

Me siento pesado

Ya estaba algo pasado de peso antes de la maratón, que no conseguía bajar de 70 kg, pero después de este fin de semana no quiero ni pensar en cuantos kilos estaré ya. Me lo tomaré en serio de una vez por todas lo de adelgazar.

Digo esto porque estos días me he sentido pesado al correr, además me miro la tripa y no me gusta lo que veo. Y no digo nada de las rodillas, que sufren en exceso con mucho peso.

Me propuse llegar a los 66 kg, pero ya me conformo, de momento, con un par de kilos más. Veremos.

De momento, mientras cierro la boca, sigo corriendo. Hoy, para variar, he llegado tarde. Ya habían empezado los compañeros, así que he recortado un trecho y me he ahorrado un kilómetro, que como no estoy entrenando para nada en concreto, bien ahorrado está. Ya lo dice el dicho: carrera que no da el galgo, en el cuerpo se la lleva.

Hoy nos hemos juntado cinco en el parque, lo cual no está nada mal. Pero entre que notaba todavía las piernas algo cansadas y que los compañeros tampoco estaban muy por la labor, hemos ido tranquilos. De este modo he completado 8,7 km en un tiempo de 47:54 @ 5:29 min/km.

Notaba el gemelo izquierdo algo tirante, imagino que todavía no recuperado de la maratón. Espero que a base de estiramientos vaya mejorando.

La depuradora que no depura

Hoy he salido a correr después de volver de viaje de fin de semana. Estas salidas son un mal asunto, ya que casi lo único que haces es comer y beber. Es por ello que llegué a casa con remordimientos de conciencia. Así que después de deshacer la maleta me puse las zapatillas y a correr un poco.

Decidimos ir al Parque Lineal y cuando pasamos por la Caja Mágica me di cuenta de que había torneo de tenis, que debe ser el único evento que se celebra en este sitio. Cuando pasé por allí recordé las palabras de un vecino del barrio de San Fermín, donde se encuentra la Caja Mágica, que me comentaba que cuando el torneo se celebra, no se pone en marcha la depuradora de la China, que está prácticamente enfrente de la Caja, porque desprendía olores un tanto desagradables.

Me sorprendió que se oía ruido de la depuradora, pero no llegaba ningún olor pestilente como suele ocurrir cuando funciona y pensé que quizás hubieran solucionado ese problema, pero cuando pasé por el desagüe por donde la depuradora vierte el agua al río comprobé que el agua salía realmente asquerosa. Así que llegué a la conclusión que la depuradora no depura, quizás debido al evento, como me comentó el vecino.

Bueno, es una simple anécdota de cómo funcionan las cosas en este país, o al menos, en esta ciudad.

A pesar de todo, el Parque Lineal está precioso, no me canso de decirlo. Todo verde y con mucha vegetación, aunque en algunos tramos ya han pasado la cortadora por la hierba, se supone que para que cuando se seque, no haya mucho «combustible» si salta alguna chispa.

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Sendero en el Parque Lineal

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Amapolas en el Parque Lineal

Hicimos 14 km en un tiempo de 1:17:58 yendo y viniendo hasta el último puente, pero a un ritmo muy tranquilo (5:34 min/km), que tampoco estaban las piernas para muchos trotes.

Para las rozaduras en los pezones

Una de las consecuencias de la maratón del domingo y la cantidad de agua caída fue que acabé con los pezones rozados. Siempre corro con una tirita sobre esta delicada parte del cuerpo, pero la lluvia (y los pelos alrededor del pezón) hicieron que la tirita se despegara y que la camiseta me rozara.

Por la tarde estaba tan molesto, que tenía pánico a meterme debajo de la ducha para no sufrir el horror del agua sobre las rozaduras. Al final no me quedó más remedio y ¡qué dolor! Una tortura.

Pero gracias a esto he descubierto un bálsamo que me ha venido de perillas: Amniolina. Dicen de esta pomada que es un tratamiento en forma de emulsión de aplicación superficial que tiene como fin tratar condiciones como la irritación cutánea y la dermatitis particularmente de zonas sensibles como las áreas genitales y glúteas, su modo de aplicación es sencillo, exterior y debe hacerse dos a tres veces por día, puede provocar irritación.

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Foto obtenida de www.miparafarmaciaencasa.es

La verdad es que me ha venido genial y se lo recomiendo a todo el mundo que sufra esta molestia tan desagradable.

Después de un día de la aplicación de esta pomada, como nuevo, olvidadas las molestias. Así que he salido a correr hoy como si tal cosa. Debe ser que mañana es festivo, porque sólo estaba Quique en el punto de encuentro. Después de unos minutos de cortesía, nos hemos puesto a correr.

La verdad es que me encontraba bastante bien. Después de acabar con los cuádriceps bastante cargados y molestias en el abductor, ya hoy parecía que la cosa estaba olvidada, únicamente notaba el gemelo izquierdo algo cargado. Pero considero que debe ser algo normal.

Como no vino nadie, estuvimos los dos «mano a mano», aunque sólo duró una vuelta, ya que después ha comenzado a acelerar y me he quedado solo. Tampoco es que me importara mucho, porque tenía pensado hacer poca cosa.

He totalizado 7 km en un tiempo de 35:58 a un ritmo interesante: 5:08 min/km.

Bastante satisfecho

No puedo negar que acabé bastante contento y satisfecho de mi última participación en la maratón de Madrid. Sin comerlo ni beberlo me encontré corriendo por las calles de la capital y conseguí acabar los 42 kilómetros sin muchos problemas. En los últimos kilómetros noté los cuádriceps muy cargados, una pequeña molestia en el abductor izquierdo y rozaduras en los pezones. Por lo tanto, no me puedo quejar, acabé bastante bien.

Las zapatillas ¡cojonudas! No me dieron el menor problema durante la carrera y eso que era la tercera vez que las usaba. De momento, encantado con ellas.

En 1995, en mi tercera participación en una maratón, me tuve que retirar en el km 31 debido a una tendinitis que llevaba semanas arrastrando.

En 2000 me tuve que retirar en el km 17 también por una tendinitis aunque tenía claro que no iba a poder terminar porque llevaba un par de meses sin entrenar nada y en rehabilitación. Simplemente salí porque ya tenía pagada la inscripción.

En 2008 me tuve que retirar sobre el km 15 porque el domingo anterior había empezado con molestias en la cadera y aunque estuve descansando toda la semana y yendo al fisioterapeuta, al final no pude aguantar el dolor y me retiré.

Hago recuento de mis maratones fallidas porque de alguna manera la maratón del domingo que hice de manera inesperada y con poco entrenamiento viene a compensar alguna de éstas. Sobre todo la de 2008 que me tuve que retirar después de lesionarme la semana antes y haberme «comido» todos los meses de entrenamiento específico para esa carrera.

Hoy al salir a correr notaba los cuádriceps aún castigados; sin embargo, según iba recorriendo metros las piernas iban cada vez mejor. Una vez más la carrera viene genial para recuperar las piernas cansadas.

Tampoco tenía intención de hacer mucho ni muy deprisa, así que sólo fueron 5,45 km en 32:50 @ 6:01 min/km. Un entrenamiento genial para recuperar las piernas.

XXXVIII Maratón de Madrid

Hoy he participado en la XXXVIII edición de la maratón de Madrid de la forma más inesperada y sorprendente.

No tenía ninguna intención de correr esta prueba, ya que no había entrenado para ello. Corrí el 15 de marzo la media de Villarrobledo, estuve parado veinte días y el 3 de abril comencé a entrenar, pero sin tener en mente la maratón. De hecho, la tirada más larga la hice el sábado 18, que fueron 15 km y me pareció una distancia demasiado larga, acabé bastante cansado

Jesús un compañero pradolonguero debutaba este año en la distancia de Filípides, así que varios del equipo decidimos acompañarle. Unos iban a hacer la maratón entera junto a él, yo pensaba salir con él y hacer sólo diez o doce kilómetros al principio y otros tantos al final. Una amiga también había decidido ir con él desde el kilómetro 27 hasta el final. La idea era ir arropando al debutante de principio a fin. Joaquín y Miguel, también compañeros pradolongueros, se habían propuesto acompañar durante toda la carrera al debutante.

Ya estaba preparado para madrugar el domingo y salir con ellos; sin embargo, el sábado por la noche recibí un mensaje de un amigo donde me decía que si quería un dorsal me pasaba el de su hermano que no iba a participar. Pensé que no sería mala idea ir con dorsal así no tendría problemas para entrar en los cajones de salida y coger botellas de agua de los puestos. Se trataba de aguantar los kilómetros que pudiese, al menos hasta el kilómetro 27 donde esperaba una amiga. Llegar hasta ahí ya me parecía un distancia más que considerable.

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¿Quieres un dorsal?

Madrugué, aunque algo menos que otras veces y a las 7:20 estaba en el punto de encuentro fijado con los compañeros pradolongueros a los que iba a acompañar. Llegamos pronto a Atocha, aparcamos el coche y nos dirigimos al guardarropa a dejar nuestras pertenencias. Antes nos hicimos una foto con nuestras flamantes, nuevas y llamativas sudaderas.

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Con nuestras nuevas equipaciones

Nos dio tiempo atravesar tranquilamente el Parque del Retiro y llegar a la terraza del Ritz para ver a los compañeros maratidianos y al grupo de Indrarunners. Miguel comentaba que resulta agradable este paseo desde el guardarropa hasta la salida. Quizás tenga razón.

Junto a la terraza del Ritz estuvimos saludando a unos y a otros. Como siempre, después de los saludos pertinentes nos hicimos una foto poco antes de salir.

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Poco antes de empezar la carrera

Cuando faltaba un cuarto de hora nos metimos en el redil y estuvimos esperando al pistoletazo de salida. Por allí cerca andaba Isidoro, que no parecía muy animado. Eso sí, iba bien pertrechado con un impermeable pues se esperaba un día lluvioso y no le faltaba razón, ya estábamos viendo como caía, pero era una fina lluvia muy agradable.

Después de la espera, que se nos hizo algo larga, dieron la salida y fuimos caminando hacia el arco. Tardamos seis minutos en pasar por la alfombra y al pasar por ese punto empezó para nosotros la carrera, donde los cuatro compañeros, más otro compañero que se nos había unido, marchamos tranquilamente tratando de que nuestro novato no se acelerara. Hicimos el primer kilómetro a casi seis minutos y luego aumentamos un poquito el ritmo, siempre por encima de cinco y medio para tratar de gastar las menos fuerzas posible. Jesús se lo tomó con mucha prudencia, porque siempre iba al fondo, alzando la mano cuando yo miraba hacia atrás para ver si venía. Joaquín no se despegaba de él. Estaba cumpliendo su palabra

Esa armonía se rompió en el primer avituallamiento, en el kilómetro cinco. Allí al tratar de coger cada cual su botella de agua nos dispersamos y cuando me quise dar cuenta sólo estaba a mi lado Paco, el compañero maratidiano. Aflojamos el ritmo con la esperanza de volver a agruparnos, pero por más que miraba hacia atrás no era capaz de ver la mano de Jesús. Así, a un ritmo fácil, aunque en Bravo Murillo se nos iban las piernas, fueron pasando los kilómetros y ninguno de los compañeros del parque venía.

Sobre el kilómetro doce escucho que me llaman, vuelvo la cabeza y veo que viene Miguel, uno de los compañeros del quinteto inicial, que también había perdido comba con ellos y venía entre dos aguas. Formamos un trío que marchaba a ritmo tranquilo con la esperanza que nos alcanzaran los otros dos, pero no se los veía por ningún sitio.

La lluvia seguía cayendo de vez en cuando y la sensación era agradable porque refrescaba la temperatura corporal y caía suavemente. Era impresionante pasar por determinadas zonas y atravesar estrechos pasillos de gente que animaba sin cesar. El público se merece un diez por estar en la calle animando con un día tan desapacible. El paso por Gran Vía, Preciados, Puerta del Sol y calle Mayor fue espectacular por la animación. La gente ponía alas en los pies de los corredores. Casi sin darnos cuenta nos estábamos acercando al kilómetro veinte y sorprendentemente para mí llevaba las piernas casi bien. En el kilómetro veinte, en el avituallamiento, había plátanos. Todo un acierto de la organización.

Al final de la calle Mayor Paco decidió que ya había corrido bastante. Estaba preparando la maratón de Vitoria, que se va a celebrar en dos semanas y no quería alargar el entrenamiento más de la cuenta. Nos quedamos en cabeza sólo dos ya con pocas esperanzas de que nos dieran caza los otros dos, aunque no sabíamos cuanto de detrás iban.

Pasamos por la media en 1h55 y seguimos a nuestro ritmo un poco por encima de 5:15. Llevábamos unos kilómetros con necesidad de hacer aguas menores y pensamos que en el Paseo de Camoens podía ser un buen sitio, ya que es cuesta abajo y se puede recuperar un poco el ritmo al ser favorable. Así hicimos, paramos en ese punto y aliviamos nuestras vejigas mientras por el rabillo del ojo vigilábamos el paso de los participantes por si pasaban nuestros compis.

Nada, ni aún con la parada técnica nos dieron alcance. Ya lo dábamos casi por imposible. Bajamos hacia el Puente de los Franceses y en esa bajada el cronómetro marcó un par de segundos por debajo de cinco. Era el kilómetro 24 y seguía más o menos bien. Le comenté a mi compañero de aventuras que ni sentía ni padecía, que iba en una especie de trance. Bien es verdad que en el tramo desde la media maratón hasta más o menos el kilómetro treinta se me hicieron los kilómetros muy largos y eso me daba que pensar si sería capaz de mantener el ritmo que llevaba. Tenía claro que pasado el treinta iba a tener que ponerme a andar algún tramo que otro, porque ya me veía en meta de una manera u otra.

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En plena carrera, bien acompañado por Miguel

La entrada de la Casa de Campo, por el Paseo del Embarcadero es dura, todo el rato picando hacia arriba y con la guinda final de la subida al lago. Lo bueno es que nos dieron un gel a la entrada de este bonito parque y parece que me sentó bien. Además, sabía que en Lago, en el kilómetro 27, estaba nuestra amiga y eso me animó sobremanera. Allí estaba la campeona esperando bajo la lluvia y se nos unió en ese momento, por lo que la pareja cabecera se convirtió en trío y con su ayuda y sus ánimos nos enfrentamos al último tercio de carrera, donde empieza la carrera de verdad según dicen los expertos. Yo no soy de esa opinión, creo que carrera empieza en el kilómetro cero, que todo suma.

Este año, al igual que el pasado, el tránsito por la CdC es más breve que en años anteriores. En tiempos pretéritos el recorrido por este parque era considerable y aunque es un recorrido muy agradable siempre pecaba de escasa animación. De todos modos, la salida se hace por donde está la boca de metro de Lago donde hay una subida muy pronunciada y además este año el agua corría a raudales en esa zona. Para nuestra suerte, había un segundo puesto con plátanos. Cogí uno, lo pelé y lo engullí sin pensármelo dos veces. El alimento me dio alas, porque empecé a aumentar el ritmo casi sin darme cuenta. Si antes marchaba por encima de 5:15 ahora hacía kilómetros a ritmos cercanos a los cinco minutos. Estaba asombrado, tenía las piernas cansadas, pero el ritmo no flaqueaba.

Llegamos al Paseo de la Virgen del Puerto y la lluvia iba arreciando. La calle estaba llena de charcos y yo y otro muchos íbamos haciendo malabares para tratar de no mojarnos demasiado las zapatillas. Miguel decidió que ya estaba bien de tonterías y a partir de ese momento empezó a meterse por todos los charcos que encontraba. Iba más contento que un niño con katiuskas. En esos momentos vi que se alejaba al no tener que luchar con la marabunta y pensé que ya no volvería a verlo hasta la meta.

No fue así, subiendo la Calle Segovia, entre la pendiente, la cantidad de gente que había y sobre todo su deseo de esperarme, volví a ponerme a su altura. La cantidad de gente que fuimos pasando desde la media maratón era indescriptible, cada metro que avanzábamos dejábamos atrás a bastantes corredores. La verdad es que motiva bastante ir adelantando gente. Viendo los resultados después vimos que adelantamos a casi dos mil corredores en la segunda parte de la maratón.

Se sube el Paseo Imperial se llega a la Plaza de Ortega y Munilla y comienza una larguísima recta que acaba en Atocha. Empecé a darme cuenta que iba mejor si alargaba la zancada y aumentaba un poco el ritmo, así que eso fue lo que hice a partir de ese momento. Imaginaba que ese mayor gasto energético iba a suponer que tuviera que ponerme a andar en algún momento, pero mientras tanto, metros que iba acercándome a meta.

En Atocha el gentío era exagerado, la animación brutal y la meta más cerca. Sólo cinco kilómetros y aunque piensas en ediciones anteriores que la meta estaba más cerca todavía, la gente de nuevo hacer mucho más llevadero el esfuerzo.

Me sentía como en una nube, las piernas estaban cansadas y dolían, sobre todo los cuádriceps y el abductor izquierdo, pero era capaz de ir a buen ritmo aún en ese estado. Desde Atocha hasta Colón casi ni me di cuenta. Allí alcancé a Alfonso al que traté de animar, pero vi que no iba muy católico y enseguida se quedó atrás. Giramos en Goya y escuché a uno que decía que esa era la última cuesta. Nos mintió descaradamente, la calle Velázquez se me hizo durísima, tanto como la cuesta de Alfonso XII de anteriores ediciones, pero sabía que si conseguía sortear este obstáculo ya estaba la cosa casi hecha. Pero costó lo suyo, fue el peor momento por el que pasé.

En esa subida alcancé a Pedro que iba acompañando a un amigo y con bastantes molestias en los glúteos. Traté de darle ánimos, pero no aflojé el ritmo porque sabía que como lo hiciese no iba a ser capaz de volver a ir como iba. Una vez coronada la ahora sí última cuesta, se llega a Ortega y Gasset y mi compañero ya con ganas de llegar a meta aumentó el ritmo considerablemente. Pasamos la Plaza Marqués de Salamanca, embocamos Príncipe de Vergara y me asombré cuando miré el reloj y vi que íbamos a ritmos cercanos a 4:40. No me lo podía creer, los últimos kilómetros de la carrera y los más rápidos.

Llegamos al Retiro a toda pastilla y mi compañero, sacando el niño que lleva dentro, se puso a dar saltos en un enorme charco que había en el umbral de la puerta. Ya estaba la cosa hecha, sólo quedaba hacer el último esfuerzo, bueno, ni esfuerzo siquiera, las piernas ya van solas en ese último kilómetro de gloria.

Cruzamos la meta hermanados la amiga acompañante, mi compañero Miguel y un servidor más contentos los tres que unas castañuelas. El cronómetro marcaba 3:53:07, pero el tiempo neto, quitando los casi seis minutos de la salida es de 3:47:08. Un tiempo que ni aún ahora, cuando escribo estas líneas, me puedo creer. Como curiosidad, decir que ha sido la primera vez que consigo hacer la segunda parte más rápida que la primera: 1:55:25 en la primera media y 1:51:43 en la segunda, como los maratonianos de verdad.

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Tiempos de paso

Al llegar a meta la lluvia golpeaba con fuerza. Menos mal que nos dieron una capa de plástico que algo protegía porque tenía que esperar al compañero debutante y a su acompañante, ya que había dejado mi ropa en su bolsa. Estuvimos esperando bajo la lluvia y poco después llegaron los dos también muy contentos. Uno por haber acabado su primera maratón con muy buenas sensaciones y el otro por haberle acompañado y de esta forma, haber ayudado a la consecución de su objetivo.

Recogimos la ropa y nos metimos en una de las tiendas de campaña que habían servido de guardarropa para los de la media. Menos mal que pudimos cambiarnos a cubierto porque llovía de lo lindo en esos momentos. Poco después, camino de Atocha a buscar el coche las nubes nos dieron una pequeña tregua y conseguimos no mojarnos en exceso nuestra ropa seca.

Esta ha sido mi vigésimo quinta maratón y la más inesperada. Muchas gracias a Joaquín por dejarme el dorsal. A Jesús, el debutante, por su entusiasmo que nos contagió a todos. A Miguel por dignarse acompañarme durante casi toda la carrera, pudiendo ir a un ritmo mucho más rápido y a una buena amiga por acompañarnos los últimos quince kilómetros. Pero sobre todo, a todos los compañeros del Parque de Pradolongo que semana a semana motivan los unos a los otros a seguir entrenando este bonito deporte.

El año pasado decía que era mi última maratón. Ahora ya no sé donde está el límite 😉

Suerte a los maratonianos

Ya sé que la palabra es maratonista, pero no me sale y, además, no me gusta, así que utilizaré siempre maratoniano a aquella persona que corre maratones. Y este año habrá un nuevo maratoniano, que no es otro que Jesús, compañero pradolonguero, que trataré de obtener el carnet de maratoniano en la maratón de Madrid.

Por eso no es de extrañar que hoy se lo haya tomado como día libre. De hecho, de los que van a correr el próximo domingo sólo Miguel ha aparecido en el punto de encuentro y con buen criterio, sólo ha hecho unos seis kilómetros a ritmo muy tranquilo. A mí me ha tocado correr solo desde ese punto.

Además, poco después de quedar en solitario he empezado con una molestia en la rodilla izquierda, en la parte interna, un tanto mosqueante. He intentado aumentar el ritmo y me dolía. He bajado el ritmo y seguía doliendo también. Acortar la zancada, tampoco se solucionaba. Curiosamente, un par de kilómetros más tarde, el dolor se fue igual que vino.

Había quedado con Jesús en acompañarle en la maratón. En un principio hacer los últimos quince kilómetros, pero pensándolo bien, creo que será mejor salir con él para tratar de que no se acelere demasiado en los primeros kilómetros. El peor enemigo del debutante es la euforia inicial. Y viendo como ha entrenado Jesús, los cuarenta y dos kilómetros los termina seguro. Y si controla el ritmo de los primeros kilómetros, acabará bien.

He completado 9,6 km en un tiempo 49:41 @ 5:09 min/km. Las zapatillas, bien. Hoy no he apretado tanto los cordones y la planta de los pies no se han calentado. Lo único mosqueante ha sido esa molestia en la rodilla, pero como ha sido sólo un par de kilómetros, quizás no sea problemático.

Mucha suerte a Jesús, Joaquín y Miguel en su inminente maratón.