Seis millas

Las dos vueltas que completamos en Pradolongo son 9,6 km. Después de un montón de años haciendo ese par de vueltas, hoy, cuando acababa el entrenamiento, me he dado cuenta que esos 9,6 km son justamente 6 millas. Tampoco es que sea un descubrimiento trascendental, lo digo sólo para demostrar hasta donde puede llegar la fuerza de la costumbre, que haces siempre lo mismo y no miras más allá.

El domingo voy a una carrera en Portillo de Toledo, ya que estuve el año pasado y me gustó, así que voy a repetir. Es por esto que no quería machacarme mucho y he dado las dos vueltas al tran, tran, sin esforzarme mucho.

De hecho, tenía la idea clara en la cabeza de no machacarme, así que cuando han empezado a incrementar el ritmo me he quedado tan ricamente. Dicen que más vale solo que mal acompañado 😉

Lo dicho, que he recorrido 6 millas o 9,6 km en un tiempo de 52:44 @ 5:28 min/km.

Unos miles

Después de haber sido escupido y después insultado por unos gitanos, tenía los nervios a flor de piel, así que lo mejor es darse una buen paliza entrenando. Hoy he optado por hacer unos miles a tope. Es una muy buena alternativa.

Después de una primera vuelta con Luismi y Joaquín, he empezado el primer mil al pasar por el quinto kilómetro. Ha salido algo más rápido que lo esperado, a 3:54. Así que he intentado andar sobre ese ritmo los siguientes. El segundo lo he hecho en 3:56 y el tercero y último a 3:53. Entre un mil y otro, otro mil al trote. Sí, ya sé que no es un entrenamiento muy ortodoxo, pero a mí me ha venido de perillas. He llegado más suave que un guante.

La idea también de hacer unos miles por debajo de cuatro, ritmo que no soy capaz de alcanzar en ninguna carrera ahora mismo, es para decir a mi gobernador central que no pasa nada por ir a esa velocidad, que no hace falta que salten todas las alarmas. Hay que ir preparando al cuerpo y a la mente para ir más rápido.

Entre el calentamiento, los miles a tope y los miles de recuperación he acabado con 11 km en un tiempo de 56:56 @ 5:10 min/km.

Las anandamidas

Esto del correr da mucho de sí. Hay montones de estudios que dicen unas cosas, otros, las contrarias. Entre estos múltiples estudios hay uno que dice haber descubierto que correr y fumar marihuana es prácticamente lo mismo. De lo que se desprende que los fumadores de canutos son más listos, lo pueden hacer cómodamente sentados y no necesitan sudar ni sufrir para llegar al mismo destino que los pobre corredores.

En esta investigación se ha descubierto que los ejercicios relacionados con correr con intensidad incrementan los niveles en sangre de las endorfinas beta y las anandamidas. Esta última molécula cruza el flujo sanguíneo del cerebro y cuando lo hace, activa los receptores canabinoides de las neuronas, los mismos que se activan cuando el HTC u otros químicos de la marihuana llegan a la corrienta sanguínea.

Por lo que he visto por internet, después de leer este artículo, es que también el chocolate negro incluye las anandamidas entre sus múltiples componentes. Por lo tanto, también los devoradores de chocolate son más listos que los corredores.

Lo que debe ser la bomba es un corredor que fume canutos y coma chocolate negro…

Según esto, hoy nos hemos ido colocados a casa. Tocaba hacer cuatro kilómetros a ritmo umbral, sobre los 4:20, después de unos kilómetros de calentamiento. Hemos empezado tranquilos como siempre, pero a partir del tercer kilómetro ha empezado a tirar e Emilio y al completar los primeros cinco kilómetros hemos empezado los cuatro a umbral. Primer kilómetro a 4:21, segundo a 4:23, tercero a 4:16 para recuperar los segundos de los dos anteriores y en el cuatro kilómetro nos hemos quedado a oscuras porque se ha acabado la batería del reloj, pero hemos seguido al ritmo que íbamos hasta donde más o menos acababa ese cuarto kilómetro. Yo creo que sí, que hemos hecho el entrenamiento previsto.

El reloj se ha parado cuando marcaba 8,7 km y un tiempo de 41:49 @ 4:46 min/km. Un buen entrenamiento, sin duda.

El pacto

Íbamos corriendo Joaquín y yo hablando de la carrera del domingo y haciendo cábalas de si deberíamos hacer tal o cual cuando hemos llegado a la conclusión que para mejorar las marcas lo único que podemos hacer, además de seguir entrenando con regularidad, es bajar de peso.

Así que a Joaquín se le ha ocurrido hacer un pacto conmigo que consiste en el reto de lo que hemos llamado un mes = un kilo. Es decir, nos comprometemos en los próximos cinco meses (hay que estar a tope para Villarrobledo) en perder cinco kilos. Ya digo, antes de empezar, que me parece una barbaridad, pero vamos a intentarlo.

El punto de partida es de 70,1 kg por mi parte y de 67,3 kg por parte del otro componente del reto. Veremos si somos capaces de tener cerrada la boca durante este tiempo.

Se puede cuantificar lo que la pérdida de peso puede suponer en una determinada marca. Utilizando la hoja de cálculo desarrollada por Herman Nieuwendaal se puede ver que una persona con 70 kg que haga una marca de 42:38 puede hacer 39:58 con cinco kilos menos. Vamos, que con el mismo esfuerzo que hace uno de 70 kilos para ir a 4:16, uno de 65 kilos va a 4:00.

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Influencia del peso en un determinado tiempo

Aparte de esto, ha sido un día bastante tranquilo, tratando de recuperar las piernas de la carrera del domingo. Aún así he recorrido 10 km, pero en un tiempo de 54:05 @ 5:24 min/km

Martín Velasco

Íbamos corriendo un grupo de pradolongueros más grande de lo habitual cuando ha aparecido Luismi, que se deja caer de vez en cuando. Iba hablando de sus historias pretéritas, cuando entrenaba de lo lindo y ha aparecido el nombre del déspota, apodo con el que se conoce a Martín Velasco. Nos ha estado contando algunas perlas de este hombre del que yo sólo sabía dos cosas: que fue el entrenador de José Luis González y de que cometió una de las barbaridades más feas en esto del atletismo.

Sería principios o mediados de los ochenta cuando Martín Velasco se acercó a un pequeño pueblo de la provincia de Toledo: Burujón. Pueblo conocido últimamente por sus barrancas, espectáculo natural notable. Pues bien, este hombre llegó al pueblo y puso a dar vueltas a los muchachos del pueblo para ver quien podría valer para sus planes. Similar a la película de Conan donde enganchan a los niños a dar vueltas a una rueda y sólo queda uno.

A este grupo de niños los exprimió como limones y los pocos que aguantaron consiguieron marcas magníficas en categorías inferiores. Por contra, esos entrenamientos estajanovistas provocó que ninguno de aquellos niños que daba vueltas a la rueda llegara a nada cuando pasaron de niños a hombres. No hubo ningún Jorge Sanz que se convirtiera en un Arnold Schwarzenegger. A lo mejor, en eso consistía el experimento.


Olvidé el reloj en casa y como iba con la hora justa, no volví a por el chisme, así que corrí con la sensación de ir desnudo 😉 De todos modos, ha sido un entrenamiento suave, con precaución, porque el domingo toca carrera en Getafe y ayer estuve fatal de la lumbalgia y sospecho fue de la caña que nos dimos el martes.

Fueron en total 9,6 km a un ritmo aproximado de 5:30 así a ojímetro. Ya terminando me encontré con Jesús que estaba entrenando, lo cual es una buena noticia porque la rodilla le molesta menos.

A puntito

Hoy, no sé si para celebrar mi santo, he estado a punto de volver a caerme como el día aquel. Quedaba kilómetro y medio más o menos cuando se ha cruzado un chaval que no me lo he llevado por delante de puro milagro.

De la carrera de Torrijos había obtenido, según Daniels, un VDOT de 49,2 lo que supone los siguientes ritmos de entrenamiento: ritmo umbral a 4:19, ritmo de maratón a 4:34, zona aeróbica entre 5:17 y 5:31 y zona de recuperación con ritmos cercanos a los seis minutos. Y si quiero hacer unos miles, pues el ritmo a llevar un poco por debajo de cuatro: 3:57.

El sábado hice nueve kilómetros a ritmo de maratón, aunque salieron un poco más rápido, y hoy quería hacer cuatro a ritmo umbral, que es de 4:19. El problema es que hice el primero más rápido de lo que debiera (4:15), el segundo salió también algo más rápido (4:17) y el tercero ya se me fue un poco (4:23) y en el cuarto y último ya no podía con las zapatillas y se me fue a 4:36. También es cierto que este último kilómetro era todo para arriba y eso se nota cuando vas a tope. Bueno, alguno quizás se piense que subo por una rampa empinada y no es así, es para arriba pero la pendiente es pequeña.

La verdad es que los kilómetros a ritmo umbral se me hicieron duros, algo más de lo que debería ser, así que la próxima vez iré algo más lento. Fueron en total 8 km en un tiempo de 37:21 @ 4:40 min/km.

Siguiendo el España-Grecia

Hoy hemos empezado, como casi siempre últimamente, sólo Joaquín y un servidor. Al rato ha aparecido Luismi y estaba escuchando la retransmisión del partido de baloncesto España-Grecia, lo cual nos ha venido de perillas para saber cómo iba la cosa.

Ya llevábamos casi la primera vuelta completa cuando se ha puesto a nuestro lado y no faltaba mucho para que acabase el partido y he pensado «lo mismo acabamos el entrenamiento y no ha acabado el partido». Y me he equivocado, pero no mucho la verdad. Afortunadamente el partido ha caído de parte de los españoles para jolgorio de los aficionados al baloncesto. A mí es un deporte que me gusta, pero no lo sigo demasiado. Lejos queda ya aquellos años que disfrutaba del Estudiantes con asiduidad.

El entrenamiento de hoy consistía en hacer cinco kilómetros de calentamiento y luego cuatro a ritmo umbral. Un ritmo que todavía no sé cual es y sigo buscando. Si la vez anterior que hice un entrenamiento similar calculé a ojímetro un ritmo de 4:30 hoy había pensado en 4:25 para ver cómo iba la cosa.

Define Daniels el ritmo umbral como aquel ritmo exigente pero sin llegar a ser estresante del todo. El problema es que resulta difícil medir las sensaciones. Salieron los kilómetros en 4:25, 4:28, 4:23 y 4:23. Bastante bien, la verdad. Creo que quizás mi ritmo umbral sea un poco más exigente. Veremos la carrera del domingo lo que me dice.

Totalicé 9.69 km en 48:21 @ 4:59 min/km cansado, pero con buenas sensaciones.

Día de perros

Hoy ha sido un día de perros y no me refiero meteorológicamente hablando; sino en el sentido estricto de la palabra. Estábamos en el punto de encuentro charlando tan ricamente cuando escuchamos unas voces poco amistosas. Una pareja con un par de perros cada uno reprendían a un individuo que llevaba a su perro, de buen tamaño, suelto y el can había ido a por ellos. Tampoco lo dimos demasiada importancia, nosotros a lo nuestro.

Empezamos a correr Joaquín, Jesús y un servidor y Jesús se iba quejando de su rodilla, estaba bastante dolorido y acabó retirándose al finalizar la primera vuelta. Él pensaba que quizás no debería haber bajado y es probable que lo mujer hubiese sido quedare en casa en reposo.

Ya en esa primera vuelta me tocó frenar al cruzarse un perro, pero en la segunda vuelta, parecía que todos los perros del mundo iban a por nosotros. Aquel perro que ladraba a los de su especie nos lo volvimos a encontrar. Tocó parar. Luego nos sorprendió otro que su afán era adelantarte rozándote por debajo de la rodilla. Dos veces me lo hizo. Posteriormente otro más. Al final perdí la cuenta de los parones a los que me vi forzado. Pero bueno, tampoco me quejo al menos no me tiraron o mordieron.

Alguno puede pensar que odio a los perros, pero nada más lejano de la realidad. Eso sí, prefiero a los gatos.

De esta forma, entre can y can, completé 10 km en 52:47 @ 5:16 min/km

Ahora toca coger ritmo otra vez

Después de un verano un tanto irregular, ya va siendo hora de coger ritmo otra vez y eso implica, primero, entrenar de manera constante y segundo, hacer algún día de ritmo vivo. No hablemos de series que me pongo malo.

Hoy he salido más tarde de lo habitual y los compañeros ya estaba terminando, así que me ha tocado entrenar solo. Tampoco pasa nada, he entrenado solo durante muchos años y he sobrevivido hasta ahora 😉

Salí a buen ritmo desde el principio y la primera vuelta fue rápida. En el primer kilómetro de la segunda vuelta apreté un poco más y luego traté de hacer los 3,6 km a un ritmo de 4:30, buscando el ritmo umbral que debería corresponderme a estos momentos de la temporada.

Salieron esos kilómetros a un ritmo de 4:30, 4:29, 4:30 y 4:24. Bastante bien, muy ajustado. Quizás es que esos 4:30 no sean el ritmo umbral, teniendo que en cuenta que estábamos a 27 grados. Habrá que seguir buscando.

En total fueron 9,6 km en un tiempo de 47:12 @ 4:52 min/km.

Últimos entrenamientos de julio

La verdad es que el mes de julio ha sido un buen mes respecto al número de entrenamientos. La calidad de ellos, ya dudo un poco, porque con tanto calor no hacía otra cosa más allá de trotar; sin embargo, en la última semana he tenido un problemilla que ya relataré en la próxima entrada y que me ha impedido completar el mes como hubiese deseado.

Voy a resumir en esta entrada los entrenos de la segunda quincena del mes de julio, ya que no hay mucho que destacar como para hacer una entrada por día.

Después del día récord de calor, el jueves 16, vino un día bastante caluroso también, pero se notaba que había bajado algo, aunque fuese sólo un par de grados. El entrenamiento no fue tan asfixiante, pero aún así fuimos muy tranquilos. Hice 9,4 km en un tiempo de 52:45 a un ritmo más que tranquilo: 5:36 min/km.

El sábado 18 de julio quedamos a las 8:15 de la mañana para salir con la fresca. En un principio íbamos a salir cuatro, pero uno de ellos se nos durmió, así que sólo fuimos tres. Y aunque la temperatura era muy placentera, sobre todo en la ida que era más pronto y había bastante sombra, también fuimos muy tranquilos. Decidimos ir por el Parque Lineal que es un paseo muy agradable aunque luego los últimos kilómetros toque subir. Como anécdota, ya terminando, subiendo cerca del 12 de octubre se tiró un perro a por mí, que me dio un susto bárbaro, pero según su dueña era porque se sintió acosado. Un poco después pasaron mis dos compañeros y también se tiró a por ellos, imagino que también sintiéndose acosado. El pan nuestro de cada día en la eterna pelea corredores y perros. Hicimos 12 km en 1:03:20 @ 5:16 min/km en una jornada de lo más agradable, hay que tener en cuenta que pasamos de estar rondando los cuarenta grados los días entre semana y a los pocos más de viente hoy.

El domingo 19 tocó bicicleta. Lo primero fue subirme a la báscula, que marcaba 70,3 kg un poco más que la semana pasada. No está mal del todo, me mantengo. Tocaba estirar un poco más la tirada y decidimos ir a Villaconejos, haciendo el mismo recorrido que en tiempos pretéritos gustaba mucho hacer a los componentes del Club Ciclista Cortés. La idea era salir lo más pronto posible, pero al final se nos fue la hora hasta las 8:45, que no está mal del todo, pero que prometía calor a la vuelta. Llegamos a Villaconejos bastante bien, aunque desde Titualcia hasta el pueblo de los melones es casi todo para a arriba. Paramos en un bar a recuperar fuerzas y vuelta otra vez por donde vinimos. Hasta Titulcia bastante bien porque es muy favorable. Luego tampoco fuimos mal por Ciempozuelos y San Martín; sin embargo, nos costó un poco la subida a La Marañosa ya que hacía bastante calor y llevábamos muchos kilómetros (para nuestro nivel) en el cuerpo. Además, al ser más tarde había menos ciclistas circulando y no conseguimos enganchar ningún grupo que nos hiciera más cómodo el rodaje. En total hicimos 93,5 km en un tiempo de 3h56, consiguiendo mi compañera de rodaje su récord de kilometraje en una jornada.

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Un alto en Villaconejos, el pueblo de los melones

El martes 21 de julio parecía casi invierno 😉 La temperatura andaba un poco por encima de los treinta y seis grados y resulta curioso como se notaba esos tres grados de diferencia. Se corría medio bien. De hecho, después de una primera vuelta muy tranquila, fuimos luego jugando a tratar de llevar un ritmo y la verdad es que no nos salió muy bien. El primero era ir a 5:00 y Joaquín marcó 4:45. El segundo me puse yo a marcarlo y salió a 4:55, algo más razonable. El tercero también lo marqué yo y lo clavé, se trataba de ir a 4:50 y no me fui ni un segundo arriba ni un segundo abajo. El cuarto y último de esta segunda vuelta era para tratar de ir a 4:45 y lo marcaba Joaquín, pero aquí lo dio todo y lo hicimos en 4:30. Un poco desastre, pero lo pasas entretenido jugando un poco. Totalicé 9,4 km en 49:24 @ 5:13 min/km. De nuevo, como en estos otros días anteriores, nos acompañó una amiga habitual del Pradolongo con la bicicleta y con el bidón bien cargado de agua, que nos hizo más llevadera la jornada.

El jueves 23 de julio se animó mi tocayo a venir con nosotros. Sus obligaciones de padre no le permiten casi nunca bajar a esta hora, sale más tarde, pero este día fue una excepción. Y en que momento… El tío está fuerte como el vinagre y después de haber estado tirándonos el moco de que entrenábamos como jabatos, vino a demostrar que el que entrena de verdad es él y nosotros hacemos poco más que arrastrarnos. Después de un par de kilómetros más o menos tranquilos, empezó a apretar el acelerador y tratamos de que no se fuera. Yo había comido muy tarde y notaba todavía la comida en la boca, por lo que esta aceleración no fue muy de muy agrado, pero el tío siguió a un ritmo más o menos constante hasta acabar la primera vuelta y luego a aceleró más. Sobre el kilómetro 5,5 decidí que ya estaba bien de hacer el canelo porque las molestias en la tripa eran horrorosas y sentía como si en la próxima zancada se me fuese a salir la comida por la boca, así que bajé el ritmo y al tran, tran cumplimenté 9,3 km en un tiempo de 47:26 @ 5:07 min/km.

El sábado 25 de julio quedamos a las 8:15 en el punto de encuentro. Nos juntamos tres: mi tocayo que me había reventado el jueves, una chica que estaba preparando una maratón para el mes de agosto y que ya andaba con el tapering y un servidor que iba casi de convidado de piedra. Decía la chica que el rodaje de hoy era de 1h50 a un ritmo cómodo. Ese ritmo cómodo era para ella cercano a 4:30. Así que se me pusieron los pelos como escarpias cuando oí eso. Dijo que bueno, como era un circuito de ida y vuelta, trataría de ir a ese ritmo cómodo a la vuelta. Hicimos un par de kilómetros tranquilos, pero pronto empezamos a ir a un ritmo cercano a cinco, siempre por debajo. Llegamos hasta el final del Parque Lineal y a la vuelta, como siempre, aire en contra y buscando el ritmo cómodo poco a poco. De 4:50 pasamos a 4:35, 4:38, 4:29, 4:34 y ahí ya se me fueron y ya aproveché para aflojar el ritmo, que me llevaban con la soga al cuello. Ese ritmo tan cómodo era mucho para mí. Pararon en la fuente y me esperaron. Desde allí hasta el parque de Pradolongo ya fuimos más tranquilos y fue en ese tramo donde el GPS se quedó sin batería, por lo que sólo me marcó 12,7 km de los 15 km que hicimos. Esos 12,7 km registrados por el GPS los hicimos en 1:02:09 @ 4:57 min/km. No estuvo mal el entreno, no. La báscula marcó 70,2 kg, bajando lo que subí la semana anterior.

El domingo 26 de julio fue día de bicicleta. Y esta vez me tocaba pedalear en solitario, ya que mi acompañante habitual estaba fuera de Madrid. Como suele ocurrir, salí a las 8:45, más tarde de lo que hubiese deseado, por lo que me iba a tocar pasar calor. El recorrido era de Madrid hasta un pequeño pueblo de Toledo llamado Gerindote. Y la jugada era hacer una parada más o menos a medio recorrido para desayunar algo y recuperar fuerzas. Salí por el recorrido habitual hasta San Martín, Ciempozuelos y desde allí tirar hacia Aranjuez para desviarme a Seseña, Esquivias, Borox, Añover de Tajo y Villaseca de la Sagra donde tenía previsto parar; sin embargo, no conseguí encontrar el desvío a Seseña, ya que no estaba indicado, así que me fui por un camino mal asfaltado paralelo a la A4 que ya conocía de otras veces. Ese camino mal asfaltado se convierte en tierra poco antes de pasar por debajo de la A4 y sigue siendo de tierra bastantes metros más. Cerca ya del peaje de la R4 es de nuevo asfalto y ya se coge la carretera que tenía previsto en el plan inicial. Me ahorré unos cuantos kilómetros por no haber encontrado el desvía a Seseña.

Poco antes de Añover apareció delante de mí, saliendo de un camino como por ensalmo, un buen grupo de ciclistas de MTB de Pinto y me acoplé un rato a rueda para descansar un poco. Iba a buen ritmo y bien protegido. Por desgracia, enseguida se bifurcaron nuestros caminos. Poco después adelanté a un ciclista en MTB que iba en solitario, yo seguí a mi bola y pasados los kilómetros, cuando me acercaba a la central térmica de Villaseca vi que me seguía de cerca y luego me adelantó, así que cogí su rueda y fui unos kilómetros aprovechando su rebufo. El tío iba deprisa, pero tampoco me importaba gastar algo de fuerzas, ya que en Villaseca tenía pensado desayunar. Curiosamente, en este pueblo paramos los dos. Yo a desayunar e imagino que él habría llegado a su destino. Estuve dando una vuelta por el pueblo y no fui capaz de encontrar un bar con terraza donde parar, así que seguí hasta Mocejón, el siguiente pueblo. Allí sí encontré una bonita terraza en la plaza del ayuntamiento. Me tomé un café con leche y tostada con aceite y tomate y monté de nuevo en la flaca. En ese momento llevaba 73,5 km en un tiempo de 2h35. Había hecho más kilómetros de los que pensaba antes de parar.

No es buena idea para en Mocejón, porque el siguiente pueblo que es Olías del Rey está en un alto y la carretera es todo el rato picando para arriba. Eso, después de llenarse bien el estómago es un mal asunto, pero aflojando un poco el ritmo se lleva sin demasiados agobios. Desde Olías a Bargas, pasando por encima de la A42 y desde Bargas al río Guadarrama por una carretera llena de subidas y bajadas que fui sorteando con bastante frescura. Al llegar al río, lo lógico es que hubiese seguido hacia Rielves por lo que era la antigua carretera de Toledo a Ávila, pero se me ocurrió la genial idea de hacer un pequeño rodeo, tirando hacia Villamiel de Toledo. Craso error, desde el río hasta Huecas, que está más allá de Villamiel es todo para arriba, no es un puerto, se trata de un falso llano que pica y pica hacia arriba, sin apenas descanso. Un horror. ¿Y todo por qué? Porque en mi época de juvenil había corrido una carrera ciclista que partiendo de Torrijos salía hacia Huecas, Villamiel, Rielves y vuelta al origen. Y hoy, aunque lo hiciese al revés, me gustaba recordar esas carreteras y esos tiempos. Al llegar a Huecas se termina la subida y al tirar hacia Torrijos se va por una carretera bastante poco transitada donde hay algún repecho, pero es más bien favorable. Ya quedaba poco para llegar a mi destino, lo cual hice tras recorrer 42,2 km (una maratón) en un tiempo de 1h38. Totalizando de esta manera 116,8 km en un tiempo de 4h16 a una velocidad de 27,3 km/h.

116km
Una buena kilometrada en solitario

Cuando llegué al destino, lo único que iba pensando era en ir a la piscina y darme un buen baño para quitarme el sudor y de paso, recuperar algo de sales con una buena cerveza. Y me sentaron de vicio ambas… sobre todo la cerveza.

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Primero un remojón por fuera

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Y luego por dentro

Y con este viaje en bicicleta se acabaron los entrenamientos de julio una semana antes de que acabara el mes por un motivo inesperado.