Martín Velasco

Íbamos corriendo un grupo de pradolongueros más grande de lo habitual cuando ha aparecido Luismi, que se deja caer de vez en cuando. Iba hablando de sus historias pretéritas, cuando entrenaba de lo lindo y ha aparecido el nombre del déspota, apodo con el que se conoce a Martín Velasco. Nos ha estado contando algunas perlas de este hombre del que yo sólo sabía dos cosas: que fue el entrenador de José Luis González y de que cometió una de las barbaridades más feas en esto del atletismo.

Sería principios o mediados de los ochenta cuando Martín Velasco se acercó a un pequeño pueblo de la provincia de Toledo: Burujón. Pueblo conocido últimamente por sus barrancas, espectáculo natural notable. Pues bien, este hombre llegó al pueblo y puso a dar vueltas a los muchachos del pueblo para ver quien podría valer para sus planes. Similar a la película de Conan donde enganchan a los niños a dar vueltas a una rueda y sólo queda uno.

A este grupo de niños los exprimió como limones y los pocos que aguantaron consiguieron marcas magníficas en categorías inferiores. Por contra, esos entrenamientos estajanovistas provocó que ninguno de aquellos niños que daba vueltas a la rueda llegara a nada cuando pasaron de niños a hombres. No hubo ningún Jorge Sanz que se convirtiera en un Arnold Schwarzenegger. A lo mejor, en eso consistía el experimento.


Olvidé el reloj en casa y como iba con la hora justa, no volví a por el chisme, así que corrí con la sensación de ir desnudo 😉 De todos modos, ha sido un entrenamiento suave, con precaución, porque el domingo toca carrera en Getafe y ayer estuve fatal de la lumbalgia y sospecho fue de la caña que nos dimos el martes.

Fueron en total 9,6 km a un ritmo aproximado de 5:30 así a ojímetro. Ya terminando me encontré con Jesús que estaba entrenando, lo cual es una buena noticia porque la rodilla le molesta menos.