XXXIV Maratón popular de Madrid

Hoy he participado en la XXXIV edición de la maratón de Madrid. Si conseguía terminar hubiera supuesto mi decimonovena maratón terminada. Y tengo que decir que sí, que ya van diecinueve completadas, la mayor parte de ellas en Madrid.

Como siempre, llegué con bastante antelación a Cibeles, bien acompañado de Emilio, Joaquín y Emilio II. Lo primero fue ir al servicio a soltar lastre. Como el año pasado, muchos estaban precintados, por lo que haciendo uso de la navaja que llevé para tal fin hice un favor a los que esperaban pacientemente en los que sí habían sido ya habilitados.

Pradolongueros + Garabitas
Pradolongueros + Garabitas (gracias a Emilio II)

Después de realizar los deberes, me dirigí a la verja del Palacio de Linares donde estaba establecido el punto de encuentro con los compañeros de MaraTI+D. Allí, antes de la hora, me encontré con los más madrugadores. Según se iba acercando la hora, fueron apareciendo más compañeros, aunque algunos llegaron tarde, lo típico.

Viendo que el fotógrafo oficial del equipo no llegaba, el sobrino de Juan Ignacio nos hizo una foto con su cámara que imagino nos enviará cuando pueda. ¡¡¡Muchas gracias José María!!!

Por el hecho de esperar a los retrasados, cuando traté de llevar mis enseres al guardarropa, la cola ya era de impresión. Estuve bastante tiempo para soltar la bolsa y pegarme con el resto de gente para poder salir de la ratonera que se había formado, por lo que no pude llegar a la línea de salida con el tiempo holgado como pretendía, pero haciendo uso de los codos, me acerqué bastante. De hecho sólo tardé treinta y ocho segundos en pasar por la alfombra inicial. Un cero para Mapoma en el tema del guardarropa.

Había planeado hacer toda la carrera con Joaquín por lo que salimos juntos. Luis, un compañero de MaraTI+D, nos esperaba en el kilómetro 17 con la idea de hacer 25 km como entrenamiento para la maratón de Praga. Debo agradecer a Luis su ayuda durante toda la prueba, ya que sus ánimos, el ritmo que nos marcó y el agua que nos iba cogiendo durante esos kilómetros nos vino de perillas para completar el objetivo.

La salida como siempre algo caótica. El mezclar a la gente que corre 10 km con los que corren la maratón es una idiotez supina, que sólo sirve para hacer la foto de la salida y para que todo el mundo esté fastidiado en la salida y tarde en coger el ritmo. ¿Tan difícil es retrasar quince minutos la salida de una prueba y la otra? Otro punto negativo.

Salimos con prudencia Castellana arriba para no excedernos en el ritmo y al poco pasamos al globo de las 3h30, por lo que pensamos que íbamos bien. Sobre el kilómetro siete adelantamos a otro globo de 3h30 que marchaba a un ritmo de 4:30 y que nos hizo pensar que a los corredores que lo seguían iban a sufrir un buen calentón. Poco después pasamos por una marquesina que marcaba 11º, se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Aunque el cielo estaba casi totalmente despejado, la temperatura era muy buena para correr.

Por el kilómetro 10 pasamos en 46 minutos. La cosa marchaba bien en el primer cuarto de carrera. Seguimos a un ritmo bastante aceptable, bajando un poco la marcha en las subidas y alegrando un poco las piernas en las bajadas. En esta parte, en los tramos más favorables, el cronómetro marcaba un ritmo de cuatro y treinta y pocos e iba un poco asustado por si me había equivocado de ritmo; sin embargo, era el tiempo previsto en la calculadora que un buen día nos hizo llegar Manolo y que gracias a que el año pasado fue el mismo recorrido pude afinar muy bien. Algún día tendré que hablar de este invento, francamente útil para calcular los tiempos de paso.

Poco después de pasar el kilómetro 15 hice uso del primer gel que llevaba preparado, que llevaba fijado en el costado del pantalón con un imperdible. Creo que me vino francamente bien, además no me causó ningún efecto colateral, ya que el año pasado la ingesta de los geles me revolucionaron un poco las tripas.

Al pasar por el 17, en plena calle Fuencarral recibimos ánimos de los pradolongueros allí apostados y se nos unió Luis, que ya no nos abandonó hasta la línea de meta.

Entrando en la Gran Vía con Luis y Joaquín
Entrando en la Gran Vía con Luis y Joaquín (galería de Angelín Granizo)

La cosa marchaba viento en popa hasta llegar al túnel con el que nos había obsequiado la organización debido a los palmeros. Una bajada muy pronunciada y una subida aún peor que no hizo más que machacar un poco más las piernas y que nos eliminó uno de los puntos más atractivos del recorrido, el Palacio de Oriente. Ese túnel fue aprovechado por mis dos acompañantes para vaciar la vejiga. En mi caso, como sudo bastante, elimino el líquido por los poros de la piel y me ahorro tener que parar. Eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes, ya que si se suda mucho se pierden sales y pueden llegar los temidos calambres.

Poco después pasamos por la media maratón. Miré el reloj y llevábamos 1h37 ¡¡¡clavamos el tiempo previsto!!! Quizás unos segundillos más porque enseguida el crono pasó a marcar 1h38, pero bien, muy bien. Se acaba Ferraz, se baja el Paseo Moret y en Paseo del pintor Rosales vimos como a doscientos metros el globo de las 3h15. Ahí me asusté de verdad, me parecía que íbamos demasiado deprisa para el objetivo de 3h20, así que conminé a mis acompañantes a bajar un poco el ritmo, aunque la bajada hasta el Puente de los franceses se hace rápida.

Según íbamos bajando por el Paseo de Camoens (km 23) me pareció ver a algunos metros por delante a un compañero de MaraTI+D. Según los puntos de encuentro, sólo podía ser Luis, pero recé para que no fuese así. He seguido los entrenamientos de Luis para esta maratón y han sido terriblemente concienzudos y muy bien ejecutados. No podía ser que fuese él, no podía ser que fuese él.

Por desgracia, sí era él. En la Avda. de Valladolid (km 24) me puse a su altura y estuve unos metros con él invitándole a seguirnos, pero decía que no iba, que no sabía lo que le pasaba, pero que no iba. Le comenté que con el entrenamiento que llevaba seguramente se recuperaría y podía acabar bien.

Una vez pasado el 25 llega una bajada criminal para entrar en la Casa de Campo. Me gustan muy poco ese tipo de bajadas, que te dejan los cuádriceps machacados, pero es lo que hay. La entrada en la Casa de Campo y hasta casi el kilómetro 29 es cuesta arriba. Hay que tomárselo un poco con calma para luego recuperar esos segundillos a la vuelta. Buscando ese punto kilométrico se nos unió Paco, el hermano de Joaquín para acompañarnos hasta meta. Ya íbamos cuatro en el grupo.

Se llega al punto más alto de la Casa de Campo y se empieza a bajar. Enseguida se llega a la alfombra del kilómetro 30 donde miré otra vez al cronómetro y vi que marcaba 2h20 (un minutillo más que lo previsto) e hice el rápido cálculo mental de que si quedaban doce kilómetros y éramos capaces de hacer una media de cinco minutos, teníamos las tres horas y veinte en el bolsillo, pero claro, quedaba lo peor, lo más duro.

Tenía previsto tomarme el otro gel sobre el kilómetro 32, pero lo olvidé, ya la cabeza va sólo pensando en dar una zancada más y luego otra, no en florituras. Un par de kilómetros después noté algo raro en el costado y ¡era el gel! Me lo tomé y el efecto no debió ser inmediato porque cruzando el Puente de San Isidro empecé a notar las piernas como piedras. Entonces pensé que si el año pasado llegué casi fresco al kilómetro 37, este año que había empezado antes a estar fastidiado, me iba a costar más llegar. Llegamos al kilómetro 35 y volvía a mirar el reloj: habíamos tardado sólo 23 minutos en ese último cinco mil y eso me animó aunque las piernas no fueran finas del todo.

A partir de entonces, ya sólo pensaba en el siguiente kilómetro, nunca en los kilómetros totales que quedaban. Eso resulta muy eficaz psicológicamente, ya que resulta muy sencillo recorrer sólo un kilómetro, pero si piensas que te quedan siete u ocho, puedes sentirte algo desmoralizado.

La cuesta de la calle Segovia no se me dio mal, como en todas las cuestas anteriores, aflojé un poco el ritmo y lo subí al tran tran, adelantando gente que ya se ponía a andar. Coroné la cuesta y allí me estaba esperando una buena amiga con un plátano. Días atrás había llegado a la conclusión de que si a Nadal le viene bien el plátano en sus partidos de tenis, a mí también me tendría que sentar bien, aunque me quedaba algo de duda porque no había probado a comer esta fruta en carrera. Ella también se unió al grupo, por lo que ya íbamos cinco en pelotón. Luis seguía marcando el ritmo y muchas veces animando al público que se mostraba frío en algunos tramos.

Resulta curioso lo difícil que puede llegar a ser algo tan sencillo como masticar cuando vas muy cansado. Casi no se puede hacer ese gesto tan simple como es abrir y cerrar la boca. No sé si fue debido a ese esfuerzo extra en abrir y cerrar la boca, pero la cuesta del Paseo Imperial se me hizo dura, quizás lo más duro de la carrera. Luego se corona y hay un pequeño tramo algo favorable, prácticamente lo único fácil hasta la entrada al parque de El Retiro.

El Paseo de las acacias y su continuación la Ronda de Atocha se me hizo muy largo, pero moderadamente duro. Pensaba que iba peor, pero el reloj marcaba ritmos cercanos a 5:15 y eso me hizo venirme arriba, ¡el año pasado por estas calles iba peor! Llegamos a Atocha y el grupo marchaba compacto, aunque a Joaquín empezaba a pasarle factura las pocas tiradas largas que había realizado en el entrenamiento. Ese fue el punto donde empezó a quedarse descolgado. Su hermano Paco se quedó con él y el pelotón se dividió en dos trozos: Luis, mi amiga y yo por delante; Joaquín y Paco un poco detrás.

Subiendo Alfonso XII pude ver a mi amigo y vecino Antonio que marchaba de aquellas maneras. Yo subí bien, dentro de lo que cabe en una cuesta tan puñetera, y me iba acercando poco a poco a su espalda. Los gritos de ánimo de los compañeros pradolongueros me vinieron francamente bien para terminar de coronar la cima. Pronto llegué a la alturade Antonio, sobre el kilómetro 40. Le animé mientras que trataba de pasarle, pero me fue cerrando poco a poco al tiempo que aceleraba. Se marchó unos metros. No problem, yo seguí a mi ritmo, no tenía ningún interés en llegar antes que él.

Llegamos a la Puerta de Alcalá y aunque el camino sigue siendo ascendente, ya se adivina la entrada al parque de El Retiro. Volví a acercarme a la espalda de mi amigo y todo emocionado grité aquello de ¡¡¡ya sólo queda un kilómetro de gloria!!! De nuevo este hombre volvió a acelerar, pero visto lo visto, imaginé que volvería a cazarle, aunque no tenía ninguna pretensión de ello.

En el kilómetro de gloria
En el kilómetro de gloria (galería de Carlos)

El año pasado, cuando llegué a meta, me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron directamente a la carpa de Sanidad. Según me iba acercando a meta iba pensando en esta circunstancia y en vez de apretar para llegar a meta con el menor tiempo posible, iba contemporizando para llegar lo más relajado posible a la meta; total, que más da unos segundos más o menos. Con los brazos en alto y dando gritos como un cosaco pasé la línea de meta comprobando que el reloj cambiaba de 3h20 a 3h21, pero más contento que unas castañuelas ya que había conseguido rebajar mi mejor marca en una maratón en más de cinco minutos.

Esta maratón ha sido, sin lugar a dudas, la mejor de todas. Había entrenado bien y pensaba que si la temperatura se portaba, podía alcanzar una marca de tres horas y veinte minutos ¡¡¡y lo conseguí!!! Según la organización, acabé con un tiempo de 3:21:01, aunque para lo que a mí me importa, un tiempo neto de 3:20:23, clavando las previsiones, llevando un ritmo muy regular durante toda la carrera y manteniendo el tipo bastante bien en la zona más dura de la carrera.

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Llegando a meta, más contento que unas castañuelas

Una vez traspasada la línea de meta, mi único afán era beber y beber y mejor, bebidas con azúcar, el cuerpo me lo pedía. Empecé a tomar todo lo que encontraba: gatorade, fanta, coca cola y un zumo, además de agua en abundancia. Me vino francamente bien para recuperarme, porque comer no es que me apeteciese mucho.

Joaquín llegó casi un par de minutos después que yo, también bastante contento, después de haber ido juntos casi 40 kilómetros. Fue una pena que no pudiera aguantar ese último tramo, pero llegó con un tiempo neto de 3:22:05.

Esperamos a Emilio, el hombre radiactivo, para que nos acercara en coche y nos marchamos a casa con la satisfacción del deber cumplido. Emilio de nuevo dio el do de pecho. Acabó con un tiempo neto de 3:31:59, que hubiese sido inferior si no entra acompañado de su nieto en meta. Una vez más dejó clara su regularidad y su buen hacer. En un principio aparece séptimo de su categoría, pero mirando los que están delante de él hay unos cuantos tramposos que no completaron el recorrido. Según lo que he visto, su puesto es el tercero del cajón. Impresionante lo de este hombre.

Muchas gracias a todos los que me habéis ayudado durante la prueba. A Joaquín por venir conmigo desde la salida hasta casi la meta. A Luis por tirar de nosotros, acercarnos agua en los puestos de avituallamiento y animarnos durante 25 km. A Paco por animarnos durante un porrón de kilómetros también, asustándonos de vez en cuando conque se nos acercaba Emilio por detrás. Y agradecer esos gritos de ánimo y el trozo de plátano con que me obsequió mi buena amiga en el último y más duro tramo de la carrera.

XXXIII Maratón popular de Madrid

Hoy ha culminado todo el trabajo específico de entrenamiento que había comenzado a finales de diciembre. Después de pasar cuatro meses con frío, nieve y lluvia, hoy se ha cumplido esa regla no escrita que dice que el tiempo (meteorológico) que hará en la maratón es totalmente lo contrario al tiempo con el que has entrenado. Por lo tanto, tocaba calor y calor ha hecho. De hecho, creo que ha sido el día más caluroso que ha habido desde que acabó el verano.

En estas últimas semanas, sobre todo después de los dos seismiles, me había dado cuenta que tratar de acercarme a 3h15 era un objetivo muy complicado, por lo que me había marcado un tiempo de 3h20 como un objetivo realista. Sin embargo, viendo el calor que iba a hacer (a las siete de la mañana ya se veían 15º en los termómetros de las marquesinas), ya comencé a pensar en una horquilla entre 3h20 y 3h25, con la esperanza de poder hacer unos utópicos 3h23.

Dado que la carrera empezaba a las nueve, tres horas antes, a las seis de la mañana arriba que hay que desayunar bien. Pero lo primero es lo primero. Y no es otra cosa que echar lastre y subirse a la báscula. Marcaba 67,6 kg, medio kilo más que la semana pasada. Confío en que ese aumento de peso sea debido a que salgo con el depósito lleno de glucógeno, después de empezar el jueves una buena carga de hidratos de carbono. No problem.

A las siete habíamos quedado con Emilio para que nos acercara a la salida en su coche. Puntuales todos (Quique, Ninfa y un servidor), acabamos saliendo para Cibeles poco después de las siete y cuando llegamos estaba todo muy despejado. Tan pronto llegamos que los servicios todavía estaban precintados y yo ya tenía una necesidad perentoria de volver a echar lastre. Menos mal que había por allí un corredor bastante espabilado que iba rompiendo el precinto con los dientes de una llave. Me quité un peso de encima.

A las ocho había quedado con los compañeros de MaraTI+D en la verja del Palacio de Linares. El sitio estaba repleto de gente, ya que las escalinatas del Palacio de Telecomunicaciones estaban valladas y, por lo tanto, habían eliminado uno de los típicos puntos de encuentro. Saludos, charlas con los compañeros y quedo con Pedro y Liborio -dos compañeros de MaraTI+D– para salir juntos y luego tratar de ir cada uno a su ritmo.

Foto de equipo Mapoma 2010
MaraTI+D en la XXXIII Mapoma

A las ocho y media nos vamos yendo hacia la salida y vamos colocándonos lo más cerca que podemos del arco de salida. No estamos mal situados teniendo en cuenta que hay unas diez mil almas preparadas para salir. Más otras cinco mil que ocupaban la otra mitad del Paseo de Recoletos con intenciones de hacer sólo la carrera de 10 km. La verdad es que no me ha gustado nada el haber salido todos juntos. Hubiera sido mejor primero unos y luego otros, como en todos sitios. Espero que lo mejoren para años venideros, porque me temo que ha cuajado esto de los 10 km.

A la nueve pistoletazo de salida y en cuarenta y cinco segundos pasamos por encima de la alfombra de salida. Pongo en marcha mi cronómetro y empieza la aventura. En los primeros kilómetros Liborio iba pletórico y no hacía más que decirle que se fuera, que nos dejara, que iba sobrado, pero no me hacía mucho caso. A Pedro también le veía fuerte, pero trataba de pararle un poco, que todavía quedaba mucha carrera. Sospechaba que en cualquier momento me iba a quedar solo porque realmente los veía fuerte a los dos.

Mis compis tiraban fuerte, yo los frenaba
Mis compis tiraban fuerte, yo los frenaba, km 6

En el kilómetro 13 había quedado con Fernando, otro compañero de MaraTI+D que este año no corría, que nos iba a servir de cicerone durante un montón de kilómetros, animando, cogiéndonos agua, dándonos geles. Desde luego sin él, nunca hubiera llegado hasta donde llegué. En el km 14 me tomo el primer gel, que me sienta regular, ya que durante unos cuantos kilómetros noto que me molesta el estómago. En el km 17 me espera mi madre, me embarga una enorme emoción, se me saltan las lágrimas al verla. Me sirve de acicate para hacerlo lo mejor posible.

Poco después Liborio se fue por delante, ya le veía yo buenas piernas, por lo que Pedro y yo seguimos adelante a nuestro ritmo, clavando 4:45, segundo arriba, segundo abajo. Yo iba un poco extrañado porque el GPS no coincidía ni de coña con los kilómetros marcados por la organización. De hecho una vez llegado a meta, el cronómetro indicaba 42,76 km ¡¡¡más de 500 metros de diferencia!!!

Pasamos la media en 1:40:28 un pelín más lento de lo que yo había calculado, pero siempre mejor pecar de precavido que lo contrario. Poco después, en el 22, Pedro había quedado con un amigo, por lo que de nuevo íbamos cuatro en el grupeto, aunque un par de kilómetros después, ya en la Avda. de Valladolid Pedro decide aflojar un poco. Yo sigo mi ritmo, pero me quedo tranquilo porque al menos su tocayo le hace compañía. Voy muy, pero que muy bien de piernas.

Entramos en la Casa de Campo y el perfil se torna ascendente. Siempre se me ha dado mal el paso por la Casa de Campo, pero esta vez no estaba dispuesto a que volviese a suceder, por lo que aflojé un poco en la ida (que es cuesta arriba), para apretar un poquillo a la vuelta (que es cuesta abajo). Sobre el kilómetro 28 me encontré con Liborio, que parecía estar pasándolo mal. Luego me ha dicho que tuvo calambres hasta en las cejas. Demasiado ha hecho el hombre que ha conseguido llegar a meta después de los malditos calambres. Pasado ese punto kilómetrico me tomé el segundo gel que me ofreció Fernando. De nuevo el estómago estuvo quejándose unos kilómetros, pero pensé que esas molestias podían ser compensadas con un poco de energía extra.

A la salida de la Casa de Campo, junto a la boca de metro de Lago, hay un bonito repecho, donde te dejas una buena ración de fuerzas, aunque luego se compensa con la bajada de la Avda. de Portugal. Ese kilómetro (del 32 al 33) lo hice en 4:40. Me sorprendió ver que a esas alturas todavía pudiera ir tan fuerte.

Por el Paseo de la Virgen del Puerto
Paseo de la Virgen del Puerto, km 35

La siguiente broma -de mal gusto- de esta carrera es la cuesta de la calle Segovia, poco antes del km 36. Ahí también te dejas unas fuerzas preciosas. No subí demasiado mal, pero ya empezaba a notar los kilómetros recorridos y que las piernas no eran las mismas que al principio. Cosa obvia, por otro lado, como no paraba de repetirme.

Allí me esperaba Marisa que me acompañó hasta meta, dándome ánimos en cuanto me veía flojear un poco. Luego me confesó que me veía una carita que daba pena, pero que no me dijo nada para no hundirme en la miseria.

Desde que entré en la Casa de Campo, hasta este punto, iba adelantando corredores a manadas, pero subiendo el Paseo Imperial ya me iban adelantando a mí, por lo que muy bien ya no iba. Ya el ritmo había subido un poco por encima de 5:00/km, pero era algo que se podía asumir, eran ya muchos kilómetros en las piernas y parece que poco a poco se iba alzando el temible muro. Lo único bueno es que ya me estaba acercando al km 37, por lo que llevaba un kilómetro más en la buchaca.

Acompañado y animado por Fernando y Marisa, iba pensando únicamente en llegar al siguiente kilómetro, nunca en el total que quedaba y utilizaba el truco de pensamientos positivos, nunca negativos. Iba yendo cada vez a menos, pero no pegaba el petardazo brutal, por lo que la cosa no marchaba mal del todo. Parece que el muro no llegaba a levantarse del todo. Eso sí, ya había descartado las 3h23 previstas.

Hay que reconocer que desde la subida de la calle Segovia (poco antes del km 36) hasta el final, es duro, pero duro de narices. Subes ese repechón, luego el Paseo Imperial, luego Acacias, Embajadores, Ronda de Atocha, ¡¡todo es cuesta arriba!! En glorieta de Atocha, el perfil es llano, pero no es más que la calma que precede la madre de todas las cuestas, que no es otra que la subida de Alfonso XII, que si todavía te queda un gramo de fuerza, aquí te lo dejas.

Antes de Atocha estaba Esteban animando y nos sacó esta bonita foto. Ahí ya iba un poco fastidiado…

Pasado Embajadores en Mapoma 2010
Ronda de Atocha, km 38

Poco después, en Atocha estaba Rafa, también de MaraTI+D, haciendo fotos y animando como un campeón y encima hizo unos cuantos metros con nosotros. Muchas gracias, Rafa. Pero ni sus ánimos pudieron evitar que me dejara hasta el apellido en la subida de Alfonso XII. Fue, sin lugar a dudas, donde peor lo pasé. Afortunadamente, un grupo de pradolongueros estaba en la cima de este repecho animando y eso me vino bien. Por desgracia, la dureza no acaba ahí, sino que hasta la Puerta de Alcalá sigue subiendo y cuando giras, sigue subiendo hasta la entrada a El Retiro.

Después de coronar el repecho de Alfonso XII
Después de coronar el repecho de Alfonso XII, km 40

Afortunadamente, una vez que entras en el parque, es cuesta abajo, pero ya iba como pollo sin cabeza, tratando de llegar a la meta lo antes posible, pero con poca fuerza. Aún así, aceleré todo lo que pude, tanto que me tuve que controlar, ya que se me pasaba por la cabeza (y Marisa me advertía) la desgracia ocurrida en la media de Madrid.

Cuando pasé por la línea de meta, el reloj de meta marcaba 3:26:37, ¡¡¡había conseguido mejorar mi mejor registro en una maratón!!! Y lo mejor es que el tiempo neto es 45 segundos mejor. Nada menos que 3:25:52 que se convierte en mi MMP y que está dentro de la horquilla de tiempos (bueno, casi fuera) prevista.

Llegada a la meta de Mapoma 2010
Llegada a la meta de Mapoma 2010

Lo peor vino después de pasar la línea de meta porque las asistencias me debieron ver una carita… que me invitaron a sentarme en una silla de ruedas y me metieron en una de las carpas del SAMUR donde me tumbaron algo mareado en una camilla, me tomaron la tensión, me midieron la glucosa en la sangre y llegaron a la conclusión de que había llegado algo deshidratado y con la glucosa un poco baja. Después de media hora me dejaron irme aconsejándome que bebiese bebidas con azúcar durante todo el día. Me fui con una Coca Cola de dos litros debajo del brazo que me fui pimplando poco a poco hasta que terminé con ella.

Lo curioso de la deshidratación es que fui bebiendo agua en todos y cada unos de los puestos, que había cada 2,5 kilómetros. Echaba tres tragos y tiraba la botella. No sé si eso es poco o tenía que haber bebido alguna bebida isotónica. Habrá que tenerlo en cuenta para posteriores maratones.

Mi visita a la carpa del SAMUR hizo que me encontrase con pocos compañeros después. Sin mal no recuerdo, sólo vi a Josetxu, que se estaba aprovisionando bien, a Chema Bravo que me decía que le había resultado durísima la carrera y a Carlos, que tenía la buena cara que siempre tiene cuando acaba una maratón. Yo de mayor quiero ser como Carlos.

La verdad es que tengo que estar contento porque he conseguido hacer mi mejor registro en una maratón a pesar del calor, que me viene fatal. Y lo curioso es que la marca ha sido conseguida en la 18ª maratón que consigo terminar. Sin embargo, tengo la espinita de que mis acompañantes de los primeros kilómetros al final pincharan de una manera u otra. Una verdadera lástima.

Para terminar, agradecer a Luis de la Torre todas sus enseñanzas durante el periodo preparatorio, me ha venido de perillas sus consejos. Felicitar a Juan Ignacio porque ha conseguido terminar su 33 maratón de Madrid y haciendo su mejor marca en estos últimos años. También dar las gracias a Fernando por su inestimable ayuda ¡¡¡durante 28 kilómetros!!! Y a Marisa que me acompañó en la parte más dura. Tampoco puedo olvidarme de Rafa por acompañarme en el tramo más duro de la carrera. Los ánimos de mis compañeros pradolongueros me ayudaron muchísimo y, por supuesto, no quisiera olvidar a todas esas voces que animaban al grito de ¡venga MaraTI+D! Gracias a todos.

La enseñanza más positiva de esta maratón es que hay que tomárselo con mucha calma al principio, controlando la euforia, y que hay que tener muy claro cual es la marca que se puede hacer para poder fijar el ritmo. Y, por supuesto, hacer tiradas largas que es lo que te da el fondo necesario para llegar lo mejor posible a los últimos kilómetros.

En la primera media hice un tiempo de 1:40:28 y en la segunda, 1:45:24, por lo que la diferencia entre una y otra es de 4:56. Creo que nunca ha habido una diferencia tan pequeña entre las dos mitades, al menos en Madrid, y eso dice mucho de la táctica de haber salido tranquilo, ¡sin olvidar las tiradas largas!

Tengo las piernas bastante bien, algo cargadas de cuádriceps, pero también en una media se me cargan estos músculos. Se nota que estaba bien entrenado y que al ir estar menos tiempo corriendo sufren menos. Lo peor es que he acabado con la uña del pie izquierdo negra. Eso era lo que peor llevaba, ya que en las zonas de adoquines sufría un montón.

La clasificación y los tiempos de paso se pueden ver aquí. También se puede ver y/o descargar el diploma oficial.

XIII Maratón de Castilla-La Mancha

He participado por primera vez en la maratón de Castilla-La Mancha, que se celebra en Ciudad Real. El hecho de lesionarme en Madrid me animó a preparar esta maratón otoñal junto a otros dos compañeros de entrenamiento: Emilio y Joaquín. Emilio consiguió auparse a lo más alto pódium en la categoría de mayores de 60 años, ya que consiguió realizar 3h27 con sus casi 63 años.

El día amaneció algo fresco, pero se veía que el sol iba a pegar de lo lindo, ya que se le veía luminoso por la mañana temprano. La participación muy pobre, no creo que llegáramos a 300 atletas, aunque eso tiene la ventaja de que es más sencillo todo el tema logístico.

La salida se dio a las 9:30 (ojo, que eran las 10:30 por el cambio de hora) y a los pocos metros escucho que alguien por detrás que grita ¡¡MaraTI+D!! Resulta que era Luis que también se había apuntado a esta carrera. Me produjo gran alegría reencontrarme con Luis, ya que hacía un montón de años que no le veía y siempre es agradable encontrarte con un antiguo compañero de trabajo y con el que además se ha compartido bastantes kilómetros de carrera.

Estuvimos charlando un rato, pero me comentó que iba a tratar de realizar 3h30, por lo que le animé a seguir con su ritmo, ya que mi meta estaba en la 3h50. Así que desde ese momento no volví a hablar prácticamente con nadie excepto con un par de corredores a los que adelanté sobre el kilómetro 18 y estuve un par de kilómetros con ellos.

La carrera es fea y bastante insulsa, aunque tiene un trazado muy llano. Excepto a su paso por Miguelturra no existe prácticamente animación y la verdad es que en este pueblo, la gente se vuelca con la maratón. Me emocioné cuando al pasar por una de las plazas del pueblo, dijeron mi nombre por los altavoces, al igual que hacían cuando pasaban los otros corredores. Fue un momento mágico.

El caso es que llegué a la media maratón muy bien, con muy buenas piernas y un ritmo más que aceptable. No había reloj en ese punto y tampoco paré mi cronómetro, pero calculo que hice un tiempo de 1h52 aproximadamente. Me encontraba fenomenal y pensaba que el ritmo conservador que había adoptado desde la salida me iba a venir muy bien.

Puerto de Toledo (Ciudad Real)
Junto a Andrés en la Puerta de Toledo

En ese punto, un amigo decidió hacer la segunda media conmigo. Seguí a mi ritmo machacón hasta que llegué al kilómetro 26 donde empecé a notar que las piernas se iban poniendo duras, pero eso, pensaba, no era más que una consecuencia de los kilómetros que ya llevaba en el cuerpo. En el tramo del 25 al 30, aunque perdía algo de velocidad, todavía me mantenía a un ritmo decente (5:36 min/km). Del 30 al 35, deambulando por las calles de Miguelturra todavía era persona, aunque el ritmo ya se había ido a 6:17 min/km. Sin embargo, lo peor estaba por llegar, ya que a partir de entonces, empecé a ir cada vez peor y como por arte de magia los kilómetros se alargaban y alargaban cada vez más. En mi cabeza sólo escuchaba los gritos de «ponte a andar, ponte a andar», pero no estaba dispuesto a ceder ante la tentación.

Decidí adoptar la técnica de carrera conocida como «trote cochinero» para tratar de cumplimentar los últimos kilómetros de la maratón y aunque avanzaba a un rimo de 8 min/km, el objetivo estaba cada vez más cercano. Es curioso lo laaaaargo que se hace los kilómetros finales de la maratón cuando se va mal. Cuando llegué al km 41 miré por primera vez en la carrera mi cronómetro y ya había pasado de las cuatro horas. Decidí que ya estaba bien de trotar cochineramente y me puse a correr con un poco más de determinación. Cuando pasé la línea de meta mi cronómetro marcaba 4:10:17, aunque el tiempo oficial de la carrera ha sido de 4:10:21.

Llegando a meta en la maratón de Castilla-La Mancha
Llegando a meta con más pena que gloria

Tras pasar la línea de meta me encontré, de nuevo, con Luis que me había esperado desde su llegada a meta. Al final a él se le fue un poquito el tiempo previsto y realizó una marca de 3h39, aunque pienso que debe estar satisfecho después de haber realizado en la maratón de Madrid de este año una marca cercana a las cinco horas.

Yo por mi parte, aunque hice una marca bastante pobre, me doy con un canto en los dientes; primero por haber conseguido terminar y segundo por haber terminado sin ningún problema de lesiones que empezaba a resultar algo frecuente en las últimas maratones.

Como siempre, después de una carrera se saca una enseñanza. De esta maratón he aprendido que hay que hacer rodajes largos sí o sí. La verdad es que es una cosa que ya sabía, pero este año con un entrenamiento de menos kilómetros me lo ha corroborado. Esto es insustituible en una carrera tan larga como la maratón. Hay que realizar unos cuantos entrenamientos entre 24 y 30 km para no hundirte miserablemente en los últimos kilómetros.

Y ahora, pensando en la XXXII edición de la Maratón Popular de Madrid que si las lesiones no lo impiden me tendrá en la línea de salida buscando ¡cómo no! bajar de las 3h30.

Tiempos realizados cada cinco kilómetros:

km Tiempo
5 26:03
10 26:40
15 27:03
20 26:57
25 26:48
30 27:58
35 31:26
40 39:56
42 17:22
Tiempo total 4:10:17

XXX Maratón Popular de Madrid

Este año se cumplen 20 años desde mi primera maratón y para «celebrarlo» me he lesionado en los primeros kilómetros de la carrera. A poco de subir el Paseo de la Castellana y empezar a bajar Monforte de Lemos (km 7) sufrí un gran dolor en el tendón de aquiles de la pierna derecha que me impedía correr. Cojeando y como pude, llegué al puesto de sanidad del km 7,5 donde me aplicaron reflex en la zona afectada, hice unos estiramientos e intenté seguir. En un principio hasta Cibeles para ahí coger las de Villadiego.

Foto de equipo en Mapoma 2007

Sufriendo lo indecible en las cuestas arriba y notando menos el dolor en las cuestas abajo fueron pasando los kilómetros. Cada 2,5 km paraba en los puestos de sanidad para el consabido reflex y contacté en el arco de la Victoria con Isidoro Padilla con el que anduve algunos kilómetros.

El paso por Sol debió ser mágico porque por unos instantes parecía que el dolor había remitido, por lo que cuando llegué a Cibeles pensé que a lo mejor podía llegar hasta la media maratón. En la cuesta de la calle Génova noté que me iba a costar mucho terminar porque sufría horrores en las cuestas arriba y ya veía que aquello no mejoraba, al contrario. Empecé a notar que a los mismos que adelantaba, me adelantaban ellos a mí cuando paraba en los puestos de sanidad. Parecía como la película de Atrapado en el tiempo, ya que siempre iba adelantando a los mismos y esos mismos me adelantaban a mí. Entre elucubraciones mentales, llegué a la media maratón con un tiempo neto de 1:54:01. Me parecía casi imposible haber llegado con ese tiempo.

En plena marcha en Mapoma 2007

De la media maratón hasta el kilómetro 32, la película era la misma. Subidas y bajadas y un calor excesivo, al menos para mí, paradas para el reflex y vuelta a adelantar a los mismos. Sin embargo, al pasar al plaza de Cronos y comenzar la calle Albadalejo (impresionante cuesta) empecé a ver que me resultaba imposible subir corriendo. Lo intenté por todos los medios, pero tuve que subir parte de esa cuesta andando. Nada mejoró con la llegada de la Avda. de Arcentales. A partir de la segunda rotonda, me puse andar porque la pierna no iba. Llegué a García Noblejas y ese tramo lo hice medio andando, medio corriendo. Encontré a Jesús Ángel Puerta sentado en la acera con un aspecto regular. Al final se lo tuvieron que llevar las asistencias porque no se recuperaba y eso que ya estábamos casi en el 35.

La cosa mejoró con la bajada de Nicolás Salmerón y luego con la Avenida Daroca hasta el puente de Ventas (no conseguí ver el kilómetro 39). De nuevo vuelta a andar en la subida a Manuel Becerra y una vez coronada esta última subida del día, corriendo hasta meta. En el último kilómetro me esperaba mi mujer con los niños. Mi hija se puso a correr conmigo en la entrada del Retiro y la tuve que ir frenando porque ¡¡¡me dejaba de rueda!!! Entrada en meta cogidos de la mano con un tiempo neto de 4:05:48, aunque oficial de 4:07:54.

He sufrido un montón en la carrera, pero he tratado de terminar porque cuando me casqué en el kilómetro siete me dio mucha rabia pensar que después de meses de entrenamiento, es una pena tirarlos a la basura. Mi pierna, desde luego, no opina igual e imagino que cuando me vea la fisioterapeuta tampoco será de mi misma opinión.

Llegada Mapoma 2007

XXIX Maratón Popular de Madrid

Por fin puedo respirar tranquilo. Ya he cumplido mi gran objetivo -atlético- del año, que no es otro que terminar la maratón de Madrid. Este año casi se corre en el mes de mayo, ya que el último domingo de abril fue el 30. Suelo fijarme como meta bajar de 3h30, pero este año debido a que el mes de enero me lo pasé en blanco por culpa de una lesión, ese tiempo que parecía muy ambicioso y decidí marcarme otro más acorde con mi estado físico: bajar de las cuatro horas.

Posando ante el Palacio de Linares

Este año el recorrido era absolutamente novedoso. Tomando como centro el Paseo de la Castellana, normalmente el recorrido transcurre al oeste de esta vía; sin embargo en esta edición se tocaba la zona este de Madrid. La llegada de nuevo era en el parque de El Retiro como años atrás.

Recorrido Mapoma 2006

Varios compañeros habíamos pensado hacer la carrera sobre las cuatro horas, pero a la hora de la verdad, sólo formamos un pequeño pelotón de cuatro, aunque uno de ellos ni siquiera tenía pensado terminar. Eso sí, nos sirvió de gran ayuda cogiendo botellitas de agua en los avituallamientos y esponjas en los puestos habilitados para tal. La idea era tomarnos las cosas con mucha tranquilidad en los primeros kilómetros con la idea de apretar, si fuese posible, al final. En Plaza Castilla (km 6) nos esperaba otro compañero, éste sin dorsal.

Llegamos al kilómetro 10 con un tiempo cercano a una hora. En ese punto adelantamos al pelotón de las cuatro horas, guiados por atletas con un gran globo azul con el tiempo marcado. Mis compañeros decidieron apretar un poco el ritmo y los fui siguiendo hasta el kilómetro 14. En ese punto, que comenzaba una larga subida hasta la media maratón decidí marchar algo más tranquilo que ellos.

Desde ese km 14 hasta la media maratón, el recorrido es ascendente en su mayor parte y se hace durillo. Yo con mi trote cochinero iba devorando kilómetros casi sin enterarme, lo cual era buena señal. A la media llegué con un tiempo de 1:59:31, un minuto por encima de mis cálculos, pero dentro de lo previsible, aunque durante la carrera no supe el tiempo porque no había puesto en marcha el cronómetro para no obsesionarme con el tiempo.

Después de la media el terreno es favorable, pero poco antes de llegar al Recinto Ferial (km 24), con objeto de salvar la M-40, aparece un fuerte repecho que no es más que el preludio de los kilómetros que restan. Porque a partir de entonces, se suceden bastantes subidas y bajadas que van machacando las piernas sin piedad. Tremendo el repecho que hay al salir del citado Recinto Ferial (km 27).

Sobre el kilómetro 30 adelanté a un buen amigo, Juan Ignacio, que luchaba por superar su XXIX maratón de Madrid, pero no pudo seguir nuestro ritmo, comentando que iba un poco justo. Al final nos vimos en meta y en su cara se reflejaba la satisfacción de haber terminado todas las maratones de Madrid.

Yo trataba de seguir a una pareja que llevaba un ritmo similar al mío, pero en la subida de la Avda. de Niza (km 32) ya no pude seguirlos. Aunque cansando, veía que todavía tenía algo de fuelle, ¡¡todavía no había llegado el consabido muro!!

Otro punto puñetero llegó en la Avda. Hnos. García Noblejas, sobre el km 36-37. Esa subidita, que en la carrera de Canillejas es prácticamente imperceptible, en la maratón se hacía dura de verdad. Allí me encontré a otro par de compañeros, pero siguieron a su bola. La verdad es que en esos kilómetros, bastante tiene uno con poder mantenerse dignamente.

Ahora había kilómetro y medio de una buena bajada. Lo que va desde la Cruz hasta Ventas por la calle Alcalá. Es en las bajadas donde uno ve si va o no va. Yo pude comprobar que iba más bien poco, pero aprovechando que había bastante sombra intenté relajar lo que pude pensando en la subida a Manuel Becerra. Justo en el puente de Ventas me adelantaron los de las cuatro horas. Me alegró ver entre los portadores de los globos a un compañero de entrenamiento que iba como una máquina, pero me pasaron como una exhalación. No tuve tiempo de ni siquiera pensar si debía o no seguirles.

Me esforcé todo lo que pude por intentar subir ese último repecho corriendo y lo conseguí, pero no creo que lo hiciese más deprisa que si hubiese ido andando. Ya estaba en el km 40. Totalmente fundido, pero con la sonrisa de oreja a oreja pensando que lo peor había pasado. Con un trote bastante pobre, me planteé llegar hasta el kilómetro 41, pero o yo iba ya ciego o este kilómetro no estaba señalizado. El caso es que nos plantamos en la puerta del Retiro y la meta ya estaba muy cerca. No sé si mi memoria me juega una mala pasada, pero me pareció ver muchísima gente agolpada en las vallas animando. Este año mi hijo me acompañó ese último kilómetro. Fue una experiencia irrepetible la entrada en meta agarrado de su mano.

El tiempo oficial fue de 4:02:31 y el tiempo neto, lo que verdaderamente me importa, de 3:59:35, por lo que puedo decir que cumplí mi objetivo de bajar de las cuatro horas.

Llegada Mapoma 2006

XXVIII Maratón Popular de Madrid

Hay que empezar diciendo que esta maratón ha sido la mejor de los últimos años, que siempre por unas cosas u otras, he tenido problemas de lesiones. Unas veces me lesionaba meses antes y otras, como el año 2002, el mismo día de la carrera. Mi tiempo final fue de 3:39:02 lo que supone mi tercera mejor marca en Madrid e infinitamente mejor que en los últimos maratones que había hecho, pero en mis piernas estaban las 3:30 y no he sabido hacerlo bien. Pero bueno, de todo se aprende.

Con la Cibeles al fondo

El caso es que salí con un grupito con un compañero de entrenamientos (Emilio) y con Juan, un compañero del equipo, pero cuando llevábamos 3 km me di cuenta que mi compañero de entrenamientos iba muy deprisa y decidí, junto a Juan, ir más despacio. En el km 6 nos adelantaron dos individuos con un globo que marcaba 3h30 y decidimos integrarnos a ese pelotón, que era bastante abundante. Al menos había cincuenta corredores siguiendo al globito.

Fueron pasando los kilómetros y yo me sentía bien en el grupo, aunque Juan iba un poco con el gancho. Sobre el km 15 se fue quedando, mientras yo seguía cómodamente. En el km 20 se atraviesa la calle Fuencarral, que es una calle estrecha con mucha gente animando y con la música de Carros de Fuego a todo volumen. Verdaderamente alucinante, se te pone carne de gallina cuando hay tanta gente animando. El posterior paso por la calle Montera, Sol y la calle Mayor, donde está situada la media maratón, es alucinante por la cantidad de público que hay. Sólo dejan un estrecho pasillo para que pasen los corredores. En la media maratón hice 1:43:08. Dentro de lo previsto. Hasta ahí, todo bien.

Sobre el km 24 hay un bonita subida por la calle Princesa y ya empecé a hacer la goma con el grupo del globito de las 3h30, aunque con un pequeño esfuerzo volvía a conectar. En el km 26 el tiempo era de 2:07:36, un minutillo por encima de lo previsto, pero seguía encontrándome bien, aunque en los puestos de avituallamiento (cada múltiplo de 5 km) hacía la goma y veía que en un momento dado la goma se iba romper. Estos acelerones por entrar en el grupo, fueron los que al final me acabaron rompiendo totalmente.

Entramos en la Casa de Campo por un repecho muy duro y luego llegamos al km 32 por otra subidita donde me dejé casi todas las fuerzas. Quinientos metros más adelante, el grupo de las 3h30 empieza a irse y veo que no soy capaz de seguirles, la goma se ha roto del todo. Intento no perder la compostura y hasta el 33 sigo luchando, no por entrar en el grupo, sino por no perderles de vista, pero se van, se van y empieza la crisis. Enchufo el piloto automático y aunque en el km 35 todavía estoy en tiempo de llegar a las 3h30, ya que llevo 2:49:29, esos últimos kilómetros, de los cuales muchos son en subida, se me hacen eternos. La gente empieza a pasarme en manadas y sólo soy capaz de superar a aquellos que van andando o se paran en los puestos de avituallamiento o de sanidad. En el km 38 me pasa un corredor vestido de Scooby Doo, pero ni a ese pedazo de perro soy capaz de seguir. Los kilómetros se me hacen eternos y no bajo de los 7 minutos por kilómetro, pero la meta está cerca y sólo hay que pensar en llegar, no pensar en el tiempo.

Bastante tocado por el kilómetro 35, pasado el Puente de Segovia

A falta de kilómetro y medio, me pasó un conocido que me animó y eso me llevó a aumentar un poco el ritmo cochinero que llevaba. Ya en el Paseo del Prado, viendo la meta al fondo, conseguí mantenerme dignamente y entré en la meta sacando pecho, que la ocasión la merecía. Cuando me paré, después de atravesar la línea de meta, me sentí un poco mareado y a punto estuve de ir a visitar a las asistencias médicas, pero se me pasó rápidamente cuando empecé a devorar todo tipo de viandas que encontré a mi alcance: una chocolatina, un plátano, no sé cuantas rajas de sandía, etc. A los diez minutos de llegar ya estaba casi repuesto.

En resumen, por un lado contento porque el tiempo realizado no es malo, pero algo triste porque pienso que ha podido ser mejor. De todas formas, he obtenido una nueva enseñanza: no se puede ir en los grupos que se forman de un determinado tiempo porque los corredores que marcan el ritmo de esos grupos son gente de más nivel y el ritmo que imponen no tiene porque coincidir con el tuyo. Yo me calenté demasiado por no perderles, yendo a un ritmo superior al que debía y luego pasó lo que pasó, que el hombre del mazo no tuvo contemplaciones.

Ya estoy pensando en el MAPOMA del año que viene. Las 3h30 no se me escapan de ninguna manera, seguro.

XXVII Maratón Popular de Madrid

Hoy es domingo, 25 de abril, ha llegado el gran día. Se celebra la XXVII edición de la Maratón Popular de Madrid.

6:30 Suena el despertador. Me levanto y desayuno. Hay que llenar el estómago con tiempo ya que en caso contrario, durante la carrera puedes tener problemas.

8:30 Llegada al Palacio de Linares en la plaza de Cibeles. Allí nos encontramos siete de los nueve maratidianos que van a participar en la carrera. Nos hacemos la foto de rigor e inmediatamente después aparece uno de los rezagados. Me hago una foto con él para que no salga tan solo.

Foto de equipo antes de empezar Mapoma 2004

9:30 Se ha guardado un minuto de silencio, se han soltado unas cuantas palomas mensajeras y ¡todos a correr! Hemos tardado más de tres minutos en cruzar la línea de salida. Pero hay que tomárselo con tranquilidad, la carrera es muy larga. El cuartero calavera compuesto por Goyo (maestro espiritual), JuanMa (discípulo aventajado), Ramón (discípulo por necesidad) y un servidor nos tomamos las cosas con muuuuucha calma y hacemos los primeros kilómetros -que encima son cuesta arriba- muy despacito. A estas horas el calor ya se hace notar. Intento concienciar al grupo y especialmente a mí: el calor es mi aliado, el calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …

Iñaki nos acompaña unos kilómetros con la bici y nos hace unas fotos para la posteridad.

El cuarteto calavera por Príncipe de Vergara

11:00 – km 16 Ramón se ha ido quejando de la rodilla y al pasar por la calle Serrano, que es donde tiene aparcado el coche no puede evitar quedarse. Le echamos de menos. El cuarteto se queda en un trío.

11:15 – km 18 Ramón se ha arrepentido y aunque renqueante, se vuelve a unir al trío, ahora somos de nuevo un cuarteto.

En la Glorieta de Bilbao está mi madre animando. También Jesús Mariño que corre unos metros con nosotros dándonos ánimos. Se agradecen, de verdad.

11:35 – km 20 Estamos en la calle Montera, avituallamiento líquido. El suelo está empapado y el empedrado se pone peligroso, hay que bajar con precaución. Llegamos a la Puerta del Sol y el gentío es tremendo, dejan un estrecho pasillo para que pasen los corredores. Tenemos la media maratón a un paso.

11:41 – Media maratón. Estamos en la calle Mayor y todavía se oyen algunas bromas. Por experiencia sé que a partir de ahora, bromas, las justas. El tiempo oficial en la media: 2:11:29

11:45 – km 22,5. Estamos empezando a subir Ventura Rodríguez, una de las cuestecitas con la que la organización nos obsequia un año sí y otro también. Empiezo a sentir dolores en la rodilla izquierda. Goyo comenta que es mejor bajar el ritmo. ¡Cómo se nota que es el maestro!

km 25 Ya no sé ni la hora que es. Llegamos a la Ciudad Universitaria, junto al metro hay un avituallamiento. Cogemos un poco de agua y… ¡ta-chán! Goyo ha desaparecido. El maestro ha dejado colgado a sus alumnos. El cuarteto se convierte en trío. La caló sigue apretando. Mentalmente pienso: el calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …

km 29 Junto a San Antonio de la Florida JuanMa se encuentra con todas las mujeres de su familia: esposa, hermana y madre. El trío se convierte en dúo, pero yo voy muy tocado de la rodilla.

km 30,5 El dúo dura bastante poco, en la M-30 Ramón se cansa de ir al trote cochinero y se marcha hacia delante. Me quedo solo en la parte más jodida, pero así es la maratón.

km 31 La carrera pasa por un túnel debajo de la M-30. La rampa de salida es impresionante. Aquí fue donde el año pasado me dejé las últimas fuerzas que tenía. Así que este año me lo tomo con calma y subo la rampa andando. Después de la rampa empiezo de nuevo a correr.

km 32 Junto al lago de la Casa de Campo me pasa un quinteto de corredoras donostiarras. Si mal no recuerdo del equipo EASOARRAK (o algo así) y me engancho para no ir solo.

km 35 En el puente de Segovia ya ando muy fastidiado de fuerzas. Recojo una botella de agua en este avituallamiento, miro el reloj y veo que son las 13:10 y yo había quedado con mi mujer a las 13:30. Me pongo a andar para dar tiempo a que llegue Al final del puente me encuentro con mis hijos y con mi mujer. Marisa ha pensado hacer conmigo estos últimos siete kilómetros. Sigo andando a buen ritmo para recuperar un poco las piernas.

km 36 Junto al cementerio de San Isidro me pasa un grupo de corredores con un globo que marca 4h30. Me pongo a correr otra vez, el ritmo es llevadero. Cada vez hace más calor, pero yo sigo pensando: el calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …

km 37,5 Mi mujer tiene ganas de hacer sus necesidades por lo que me pongo otra vez a andar esperándola, ¡menuda acompañante me he buscado!

km 38 Después de salvar la cuesta de la calle Segovia me pongo a correr con la idea de no parar ya hasta meta. La subida del Paseo Imperial está llena de “cadáveres” que van andando y a los que sobrepaso con facilidad. Acabo de ver un tipo vestido de novia, ¡a por él! Otro que cae.

Estos cuatro últimos kilómetros se me hacen eternos, pero la gente sigue andando y yo les paso sin piedad. Me encuentro a Andrés Padilla que me anima. Hay que seguir, hay que seguir, pero ¿qué oyen mis oidos? Una orquesta tocando a buen ritmo. ¡No puede ser! Mis piernas se han vuelto locas, ¡quieren ir más deprisa!

km 41 Llego a Atocha por un estrecho pasillo de gente. Me acuerdo de mi compañero de entrenamientos Gonzalo, excelente corredor y ahora convaleciente por el brutal y cobarde atentado del 11 de Marzo. Esto va por ti, campeón, sé que es poco lo que puedo ofrecerte, pero va por ti. Tienes que recuperarte y el año que viene estar corriendo aquí. Tú puedes.

Al poco llego a la zona vallada y Marisa tiene que dejar de acompañarme. Aprieto un poco más, que ya se divisa la meta a lo lejos. En los últimos metros la emoción me desborda y entro gritando como un poseso en la meta. Paro el cronómetro y miro mi tiempo: 4:33:05. No está mal para haber entrenado tan poco. El tiempo oficial final: 4:36:38.

Sorprendente, no me encuentro demasiado mal. Bebo, como y hago unos estiramientos. Otra maratón más en mis piernas. Ya estoy pensando en la del año que viene y en entrenar más.

Muchas gracias a todos aquellos que estuvisteis animando durante la carrera. Un buen grito de ánimo se agradece en cualquier momento de la carrera.

Sobre la organización, como comentó Goyo, falló un poco en el tema del agua. Creo recordar que el año pasado había más agua en más puntos. Desde mi punto de vista, algo peor que el año pasado. Por cierto, la cola de los dorsales acabados en cero, ¡impresionante! Parecía como si hubiese más gente con el dorsal acabado en cero que el resto. Creo que estuve casi 20 minutos para poder entregar la bolsa de ropa.

XXVI Maratón Popular de Madrid

El domingo 27 de abril de 2003 se celebró la XXVI edición de la maratón popular de Madrid. Un mes antes, en concreto el 23 de marzo, en la celebración de la media de Fuenlabrada mi compañero de entrenamientos Antonio sufrió un infarto y aunque en un principio parecía que no salía, hoy, dos años después puedo decir que está bien, pero que muy bien. La única secuela es un problema en las cuerdas vocales que le impiden hacer ejercicio porque se asfixia enseguida. Ahora no corre, pero se mete buenas caminatas. Antes de la salida de la maratón, sus compañeros del Gran Grupo Garabitas le hicieron un homenaje en las puertas del Palacio de Telecomunicaciones, con el lema Va por ti Antonio.

Va por ti Antonio, claro que va por ti

Escamado con lo ocurrido el año pasado, decido ir a mi bola, sin ir con nadie. Además voy a intentar ir despacio en la primera parte para apretar en la segunda.

Durante la carrera veo a Elena varias veces y me comenta que Juan Ignacio me saca unos minutos, por lo que me pongo como objetivo alcanzarle.

En el tramo más desagradable de todos, cuando se pasa por el arcén de la M-30 doy alcance a Juan Ignacio que me comenta que va bastante mal, que siga yo a mi ritmo. Eso hago, voy bien en esos momentos, pero unos pocos kilómetros más tarde sufro la visita del hombre del mazo, aunque no desisto. La rampa que hay al pasar por debajo de la M-30 me deja bastante tocado y ese es el principio del calvario.

El objetivo de hacer 3h45 ya lo veo difícil y por lo tanto, ahora lo fijo en bajar de cuatro horas como en mis principios maratonianos.

Llego al puente de Segovia y allí está una buena amiga con sus niños y su hermana y su cuñado, que me animan a tope. Sólo quedan siete kilómetros para la meta y mi amiga decide acompañarme hasta el final, como el año pasado. No hay problema, el ritmo que llevo es patético, no creo que tenga ninguna dificultad para ir a mi vera.

Otro año más que llego a la meta, no me puedo quejar. Al final el tiempo es malo, pero he bajado de las cuatro horas: 3:55:07. Poco después llegó Juan Ignacio haciendo un tiempo de 4:04:04, ¡menudo montón de cuatros! Otra maratón más que hemos terminado y él ya lleva 26.

Posando antes de la carrera, todos muy felices

XXV Maratón Popular de Madrid

En la XXV edición de la maratón de Madrid, un escaso número de miembros del equipo MaraTI+D nos dimos cita en el Paseo de la Castellana para intentar la hazaña de recorrer 42.195 m. Para mi gusto el día fue muy caluroso, lo que hacía presagiar una carrera dura. Esta vez la organización por esperar al último domingo de abril casi celebra la prueba en el mes de mayo, ya que el día elegido fue el 28.

Tenía pensado correr con Juan Ignacio toda la carrera, pero en el kilómetro 6 tuve un problema en el gemelo de la pierna derecha que me “invitó” a correr más suavemente. Este problema ha conseguido que haya sido la maratón más dura en la cual he participado, ya que cada cinco kilómetros tenía que parar en los puestos de sanidad y realizar algunos estiramientos. Pero bueno, al tran, tran, he conseguido finalizar una maratón más, aunque el tiempo realizado se ha disparado un poco de lo que tenía pensado en un principio: 4:16:07, aunque no me puedo quejar porque correr lesionado casi toda la carrera tiene tela.

Me ha parecido que la organización ha rayado a gran altura, aunque puestos a poner un pero, comentaría el tema del guardarropa que se ha quedado un poco escaso para tantos participantes. Sin embargo, como descargo, la idea de dar agua cada 2,5 km ha sido excelente con el día tan caluroso que hizo.

Espero que el resto, no haya sufrido tanto como yo. Enhorabuena para Carlos, que en su primera maratón llegó a meta bastante bien (o eso me pareció). También hay que dar la enhorabuena a Andrés que en su primera maratón hizo un tiempo de 3h04. Impresionante.

Entrando en el puente de Enrique de la Mata, ¿Dónde está Wally?

X Maratón de Laredo

Dado que me había lesionado en enero y que hasta finales de febrero no había empezado a entrenar, decidí correr en Laredo. La cosa parecía sencilla ya que se trata de una maratón prácticamente llana y mi objetivo, dado que el entrenamiento no había sido bueno, era realizar tres horas y cuarenta y cinco minutos. Era el 27 de mayo de 2001 y se celebraba la X edición de esta carrera.

La maratón transcurre en un circuito urbano de algo menos de 14 km por las calles de la ciudad al que hay que dar tres vueltas. Como todas las ciudades costeras modernas, la población está distribuida a lo largo de la costa, por lo que las calles son muy largas, esto hace que la carrera sea sosa, insípida y monótona en todo su recorrido.

Se trata ésta de una carrera bastante familiar en todos los detalles, incluso en la participación que no llegó a superar los 300 atletas, algunos de los cuales tenían intención de correr sólo la media maratón. El día amaneció ya bastante caluroso y este calor castigó a todos los participantes durante la carrera, ya que no había prácticamente una sola sombra en todo el recorrido. Aunque hay que decir que los puestos de agua y esponjas funcionaron a la perfección.

Tenía la idea de realizar un tiempo cercano a las 3h45, pero comencé a un ritmo superior al previsto, empeñado en formar un grupo con un pibe con el que anduve los primeros ocho kilómetros. A partir de entonces, bajé algo el ritmo y llegué a la media maratón en 1:45:40, ¡demasiado deprisa para mí! Cuando iba por el km 26 tuve el dudoso honor de ser doblado por el primer clasificado, el marroquí Mohamed Aoulhab, que ya había ganado el pasado año y que este año volvió a repetir.

Todavía me mantuve a un ritmo aceptable hasta el km 27 ó 28, pero a partir de entonces, empecé mi calvario particular. Tuve suerte de encontrar un compañero de viaje en el km 33, un fondista barcelonés de 62 años que este año ya se había metido la maratón de Barcelona y la de Madrid. Juntos nos peleamos por atravesar la jungla de coches que invadía el circuito en esta última vuelta y le agradezco sinceramente su ayuda ya que él tiró de mi e incluso me esperó en una zona donde naufragué estrepitosamente (km 36). Llegamos juntos hasta las puertas del estadio de atletismo donde estaba instalada la línea de meta y en esos 300 últimos metros, me sacó 200, tan lamentable era mi estado físico.

Al final, con más pena que gloria llegué a la meta con un tiempo, según mi reloj, de 3:58:24. Bueno, al menos conseguí bajar de las cuatro horas. Después de una ducha en los vestuarios del estadio de atletismo llegó el mejor detalle de la organización: fruta en abundancia para todos. Había plátanos, fresas, cerezas, melón, naranja y alguna cosa más que seguro olvido, todo en perfecto estado para ser consumido en ese mismo instante.

Llegando a la meta de la maratón de Laredo 2001

En resumen, me pareció una carrera fea e insulsa, además con el agravante (no sé si es normal en esos lares y esas fechas) de un calor atroz durante todo el recorrido. Los ánimos de la gente eran prácticamente inexistentes y solamente la gente de la organización en los puestos de agua y esponjas animaban a los corredores. El hecho de que hubiese bastantes calles abiertas al tráfico (aunque utilizando vallas para separar a unos de otros) también me pareció una cosa fea y, además, peligrosa. El tema de los coches se agravó al final ya que se saltaban alegremente los controles que ejercía la Policía Municipal e invadían el circuito en puntos donde se suponía no debería de haber vehículos. Para rematar, lo peor de todo es que con tanto sol, me achicharré la espalda y los hombros ya que no tuve la precaución de protegerlos con crema protectora y ésto no se lo puedo achacar a la organización.

En fin, una experiencia más que espero me sirva para poder hacerlo mejor las siguientes veces. Está claro que aunque la carrera sea llana, hay que estar bien entrenado para poder hacer una marca en condiciones y yo quizás me confié demasiado después de la disputa de la maratón de Madrid. Eso sí, la zona antigua de Laredo es un sitio precioso. Me gustó mucho. Como curiosidad histórica decir que el rey Carlos I de España y V de Alemania desembarcó en Laredo para realizar su último viaje hasta el monasterio de Yuste donde permaneció los últimos años de su vida.