XXXIV Maratón popular de Madrid

Hoy he participado en la XXXIV edición de la maratón de Madrid. Si conseguía terminar hubiera supuesto mi decimonovena maratón terminada. Y tengo que decir que sí, que ya van diecinueve completadas, la mayor parte de ellas en Madrid.

Como siempre, llegué con bastante antelación a Cibeles, bien acompañado de Emilio, Joaquín y Emilio II. Lo primero fue ir al servicio a soltar lastre. Como el año pasado, muchos estaban precintados, por lo que haciendo uso de la navaja que llevé para tal fin hice un favor a los que esperaban pacientemente en los que sí habían sido ya habilitados.

Pradolongueros + Garabitas
Pradolongueros + Garabitas (gracias a Emilio II)

Después de realizar los deberes, me dirigí a la verja del Palacio de Linares donde estaba establecido el punto de encuentro con los compañeros de MaraTI+D. Allí, antes de la hora, me encontré con los más madrugadores. Según se iba acercando la hora, fueron apareciendo más compañeros, aunque algunos llegaron tarde, lo típico.

Viendo que el fotógrafo oficial del equipo no llegaba, el sobrino de Juan Ignacio nos hizo una foto con su cámara que imagino nos enviará cuando pueda. ¡¡¡Muchas gracias José María!!!

Por el hecho de esperar a los retrasados, cuando traté de llevar mis enseres al guardarropa, la cola ya era de impresión. Estuve bastante tiempo para soltar la bolsa y pegarme con el resto de gente para poder salir de la ratonera que se había formado, por lo que no pude llegar a la línea de salida con el tiempo holgado como pretendía, pero haciendo uso de los codos, me acerqué bastante. De hecho sólo tardé treinta y ocho segundos en pasar por la alfombra inicial. Un cero para Mapoma en el tema del guardarropa.

Había planeado hacer toda la carrera con Joaquín por lo que salimos juntos. Luis, un compañero de MaraTI+D, nos esperaba en el kilómetro 17 con la idea de hacer 25 km como entrenamiento para la maratón de Praga. Debo agradecer a Luis su ayuda durante toda la prueba, ya que sus ánimos, el ritmo que nos marcó y el agua que nos iba cogiendo durante esos kilómetros nos vino de perillas para completar el objetivo.

La salida como siempre algo caótica. El mezclar a la gente que corre 10 km con los que corren la maratón es una idiotez supina, que sólo sirve para hacer la foto de la salida y para que todo el mundo esté fastidiado en la salida y tarde en coger el ritmo. ¿Tan difícil es retrasar quince minutos la salida de una prueba y la otra? Otro punto negativo.

Salimos con prudencia Castellana arriba para no excedernos en el ritmo y al poco pasamos al globo de las 3h30, por lo que pensamos que íbamos bien. Sobre el kilómetro siete adelantamos a otro globo de 3h30 que marchaba a un ritmo de 4:30 y que nos hizo pensar que a los corredores que lo seguían iban a sufrir un buen calentón. Poco después pasamos por una marquesina que marcaba 11º, se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Aunque el cielo estaba casi totalmente despejado, la temperatura era muy buena para correr.

Por el kilómetro 10 pasamos en 46 minutos. La cosa marchaba bien en el primer cuarto de carrera. Seguimos a un ritmo bastante aceptable, bajando un poco la marcha en las subidas y alegrando un poco las piernas en las bajadas. En esta parte, en los tramos más favorables, el cronómetro marcaba un ritmo de cuatro y treinta y pocos e iba un poco asustado por si me había equivocado de ritmo; sin embargo, era el tiempo previsto en la calculadora que un buen día nos hizo llegar Manolo y que gracias a que el año pasado fue el mismo recorrido pude afinar muy bien. Algún día tendré que hablar de este invento, francamente útil para calcular los tiempos de paso.

Poco después de pasar el kilómetro 15 hice uso del primer gel que llevaba preparado, que llevaba fijado en el costado del pantalón con un imperdible. Creo que me vino francamente bien, además no me causó ningún efecto colateral, ya que el año pasado la ingesta de los geles me revolucionaron un poco las tripas.

Al pasar por el 17, en plena calle Fuencarral recibimos ánimos de los pradolongueros allí apostados y se nos unió Luis, que ya no nos abandonó hasta la línea de meta.

Entrando en la Gran Vía con Luis y Joaquín
Entrando en la Gran Vía con Luis y Joaquín (galería de Angelín Granizo)

La cosa marchaba viento en popa hasta llegar al túnel con el que nos había obsequiado la organización debido a los palmeros. Una bajada muy pronunciada y una subida aún peor que no hizo más que machacar un poco más las piernas y que nos eliminó uno de los puntos más atractivos del recorrido, el Palacio de Oriente. Ese túnel fue aprovechado por mis dos acompañantes para vaciar la vejiga. En mi caso, como sudo bastante, elimino el líquido por los poros de la piel y me ahorro tener que parar. Eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes, ya que si se suda mucho se pierden sales y pueden llegar los temidos calambres.

Poco después pasamos por la media maratón. Miré el reloj y llevábamos 1h37 ¡¡¡clavamos el tiempo previsto!!! Quizás unos segundillos más porque enseguida el crono pasó a marcar 1h38, pero bien, muy bien. Se acaba Ferraz, se baja el Paseo Moret y en Paseo del pintor Rosales vimos como a doscientos metros el globo de las 3h15. Ahí me asusté de verdad, me parecía que íbamos demasiado deprisa para el objetivo de 3h20, así que conminé a mis acompañantes a bajar un poco el ritmo, aunque la bajada hasta el Puente de los franceses se hace rápida.

Según íbamos bajando por el Paseo de Camoens (km 23) me pareció ver a algunos metros por delante a un compañero de MaraTI+D. Según los puntos de encuentro, sólo podía ser Luis, pero recé para que no fuese así. He seguido los entrenamientos de Luis para esta maratón y han sido terriblemente concienzudos y muy bien ejecutados. No podía ser que fuese él, no podía ser que fuese él.

Por desgracia, sí era él. En la Avda. de Valladolid (km 24) me puse a su altura y estuve unos metros con él invitándole a seguirnos, pero decía que no iba, que no sabía lo que le pasaba, pero que no iba. Le comenté que con el entrenamiento que llevaba seguramente se recuperaría y podía acabar bien.

Una vez pasado el 25 llega una bajada criminal para entrar en la Casa de Campo. Me gustan muy poco ese tipo de bajadas, que te dejan los cuádriceps machacados, pero es lo que hay. La entrada en la Casa de Campo y hasta casi el kilómetro 29 es cuesta arriba. Hay que tomárselo un poco con calma para luego recuperar esos segundillos a la vuelta. Buscando ese punto kilométrico se nos unió Paco, el hermano de Joaquín para acompañarnos hasta meta. Ya íbamos cuatro en el grupo.

Se llega al punto más alto de la Casa de Campo y se empieza a bajar. Enseguida se llega a la alfombra del kilómetro 30 donde miré otra vez al cronómetro y vi que marcaba 2h20 (un minutillo más que lo previsto) e hice el rápido cálculo mental de que si quedaban doce kilómetros y éramos capaces de hacer una media de cinco minutos, teníamos las tres horas y veinte en el bolsillo, pero claro, quedaba lo peor, lo más duro.

Tenía previsto tomarme el otro gel sobre el kilómetro 32, pero lo olvidé, ya la cabeza va sólo pensando en dar una zancada más y luego otra, no en florituras. Un par de kilómetros después noté algo raro en el costado y ¡era el gel! Me lo tomé y el efecto no debió ser inmediato porque cruzando el Puente de San Isidro empecé a notar las piernas como piedras. Entonces pensé que si el año pasado llegué casi fresco al kilómetro 37, este año que había empezado antes a estar fastidiado, me iba a costar más llegar. Llegamos al kilómetro 35 y volvía a mirar el reloj: habíamos tardado sólo 23 minutos en ese último cinco mil y eso me animó aunque las piernas no fueran finas del todo.

A partir de entonces, ya sólo pensaba en el siguiente kilómetro, nunca en los kilómetros totales que quedaban. Eso resulta muy eficaz psicológicamente, ya que resulta muy sencillo recorrer sólo un kilómetro, pero si piensas que te quedan siete u ocho, puedes sentirte algo desmoralizado.

La cuesta de la calle Segovia no se me dio mal, como en todas las cuestas anteriores, aflojé un poco el ritmo y lo subí al tran tran, adelantando gente que ya se ponía a andar. Coroné la cuesta y allí me estaba esperando una buena amiga con un plátano. Días atrás había llegado a la conclusión de que si a Nadal le viene bien el plátano en sus partidos de tenis, a mí también me tendría que sentar bien, aunque me quedaba algo de duda porque no había probado a comer esta fruta en carrera. Ella también se unió al grupo, por lo que ya íbamos cinco en pelotón. Luis seguía marcando el ritmo y muchas veces animando al público que se mostraba frío en algunos tramos.

Resulta curioso lo difícil que puede llegar a ser algo tan sencillo como masticar cuando vas muy cansado. Casi no se puede hacer ese gesto tan simple como es abrir y cerrar la boca. No sé si fue debido a ese esfuerzo extra en abrir y cerrar la boca, pero la cuesta del Paseo Imperial se me hizo dura, quizás lo más duro de la carrera. Luego se corona y hay un pequeño tramo algo favorable, prácticamente lo único fácil hasta la entrada al parque de El Retiro.

El Paseo de las acacias y su continuación la Ronda de Atocha se me hizo muy largo, pero moderadamente duro. Pensaba que iba peor, pero el reloj marcaba ritmos cercanos a 5:15 y eso me hizo venirme arriba, ¡el año pasado por estas calles iba peor! Llegamos a Atocha y el grupo marchaba compacto, aunque a Joaquín empezaba a pasarle factura las pocas tiradas largas que había realizado en el entrenamiento. Ese fue el punto donde empezó a quedarse descolgado. Su hermano Paco se quedó con él y el pelotón se dividió en dos trozos: Luis, mi amiga y yo por delante; Joaquín y Paco un poco detrás.

Subiendo Alfonso XII pude ver a mi amigo y vecino Antonio que marchaba de aquellas maneras. Yo subí bien, dentro de lo que cabe en una cuesta tan puñetera, y me iba acercando poco a poco a su espalda. Los gritos de ánimo de los compañeros pradolongueros me vinieron francamente bien para terminar de coronar la cima. Pronto llegué a la alturade Antonio, sobre el kilómetro 40. Le animé mientras que trataba de pasarle, pero me fue cerrando poco a poco al tiempo que aceleraba. Se marchó unos metros. No problem, yo seguí a mi ritmo, no tenía ningún interés en llegar antes que él.

Llegamos a la Puerta de Alcalá y aunque el camino sigue siendo ascendente, ya se adivina la entrada al parque de El Retiro. Volví a acercarme a la espalda de mi amigo y todo emocionado grité aquello de ¡¡¡ya sólo queda un kilómetro de gloria!!! De nuevo este hombre volvió a acelerar, pero visto lo visto, imaginé que volvería a cazarle, aunque no tenía ninguna pretensión de ello.

En el kilómetro de gloria
En el kilómetro de gloria (galería de Carlos)

El año pasado, cuando llegué a meta, me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron directamente a la carpa de Sanidad. Según me iba acercando a meta iba pensando en esta circunstancia y en vez de apretar para llegar a meta con el menor tiempo posible, iba contemporizando para llegar lo más relajado posible a la meta; total, que más da unos segundos más o menos. Con los brazos en alto y dando gritos como un cosaco pasé la línea de meta comprobando que el reloj cambiaba de 3h20 a 3h21, pero más contento que unas castañuelas ya que había conseguido rebajar mi mejor marca en una maratón en más de cinco minutos.

Esta maratón ha sido, sin lugar a dudas, la mejor de todas. Había entrenado bien y pensaba que si la temperatura se portaba, podía alcanzar una marca de tres horas y veinte minutos ¡¡¡y lo conseguí!!! Según la organización, acabé con un tiempo de 3:21:01, aunque para lo que a mí me importa, un tiempo neto de 3:20:23, clavando las previsiones, llevando un ritmo muy regular durante toda la carrera y manteniendo el tipo bastante bien en la zona más dura de la carrera.

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Llegando a meta, más contento que unas castañuelas

Una vez traspasada la línea de meta, mi único afán era beber y beber y mejor, bebidas con azúcar, el cuerpo me lo pedía. Empecé a tomar todo lo que encontraba: gatorade, fanta, coca cola y un zumo, además de agua en abundancia. Me vino francamente bien para recuperarme, porque comer no es que me apeteciese mucho.

Joaquín llegó casi un par de minutos después que yo, también bastante contento, después de haber ido juntos casi 40 kilómetros. Fue una pena que no pudiera aguantar ese último tramo, pero llegó con un tiempo neto de 3:22:05.

Esperamos a Emilio, el hombre radiactivo, para que nos acercara en coche y nos marchamos a casa con la satisfacción del deber cumplido. Emilio de nuevo dio el do de pecho. Acabó con un tiempo neto de 3:31:59, que hubiese sido inferior si no entra acompañado de su nieto en meta. Una vez más dejó clara su regularidad y su buen hacer. En un principio aparece séptimo de su categoría, pero mirando los que están delante de él hay unos cuantos tramposos que no completaron el recorrido. Según lo que he visto, su puesto es el tercero del cajón. Impresionante lo de este hombre.

Muchas gracias a todos los que me habéis ayudado durante la prueba. A Joaquín por venir conmigo desde la salida hasta casi la meta. A Luis por tirar de nosotros, acercarnos agua en los puestos de avituallamiento y animarnos durante 25 km. A Paco por animarnos durante un porrón de kilómetros también, asustándonos de vez en cuando conque se nos acercaba Emilio por detrás. Y agradecer esos gritos de ánimo y el trozo de plátano con que me obsequió mi buena amiga en el último y más duro tramo de la carrera.

10 opiniones en “XXXIV Maratón popular de Madrid”

  1. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Si, señor !!!!!!!!!!!! Pedazo tiempazo. Asi se termina una maraton. Como se nota la experiencia.

    Ayer cuando os veia en los ultimos kilometros, no me llegaba la camisa al cuello.

    Enhorabuena, campeon.

    1. Hola Manolo:

      Muchas gracias. La verdad es que ha sido la maratón en la que mejor he terminado. El que no hiciese mucho calor me vino fenomenal.

      Saludos.

    1. Hola:

      Muchas gracias. No sé si has realizado la maratón, pero si lo has hecho, enhorabuena, porque esta carrera desde el primero al último es un héroe. Incluso más los últimos que los primeros.

      Saludos.

  2. enhorabuena por este nuevo maraton ya tienes un historial bastante amplio en este tipo de carreras , y por supuesto por el tiempo , muy buena la cronica me has echo vivir tu carrera , un saludo campeon

    1. Hola Emilio:

      Siento que no hayas disfrutado al máximo de tu primera maratón. A lo mejor te pusiste un objetivo demasiado ambicioso y eso te ha hecho sufrir más de la cuenta. Espero que esta experiencia, aunque haya sido negativa, te anime a realizar una próxima donde sacarte esa espinita que te ha dejado.

      Saludos.

  3. Miguel:
    Muchas felicidades. Todo el entrenamiento ha dado su fruto. Has cumplido el Objetivo y con sobresaliente. Ahora a por otro reto.
    SERRANO.

    1. Hola Serrano:

      Muchas gracias. El objetivo ha sido cumplido con creces. El siguiente reto es la maratón de Málaga, reto que traté de realizar el año pasado y al final no hice. Espero que esta vez sí pueda hacerlo. De todas formas ya veremos, que todavía queda mucho tiempo.

      Saludos.

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