Hoy he participado por primera vez en esta carrera nocturna que se celebra por las calles del casco antiguo de Toledo. Se trata de una carrera benéfica que tiene por objeto conseguir fondos para la fundación Niemann Pick que trata de encontrar desde hace años una respuesta medica a una enfermedad que a día de hoy no tiene una respuesta médica.
Para tratarse de una ciudad pequeña, de sólo 83.000 habitantes, puede hablarse de una carrera multitudinaria, ya que la inscripción sobrepasaba los 1.300 participantes. Para hacerse una idea, si lo comparásemos con Madrid, es como si se hubiesen apuntado ¡¡¡50.000 corredores!!! La plaza de Zocodover, salida y meta de la carrera, estaba a rebosar de gente, no sólo corredores, sino también aficionados que habían acudido a animar a los participantes. Y no sólo había gente en la plaza, en bastantes puntos del recorrido nos encontrábamos con bastante gente que jaleaba el paso de los corredores.
Nocturna de Toledo
Había acudido a la carrera simplemente con la idea de participar y acompañar a una amiga que también participaba, así que lo único era tratar de evitar torcerme el tobillo en los adoquines que «adornaban» las calles. La buena iluminación que me encontré durante la carrera me quitó esa precaución y lo único con lo que había que tener cuidado era en no tropezarse con nadie en algunas zonas donde las calles eran muuuuy estrechas. Algunas eran tan estrechas que había que pasar de uno en uno.
Poco antes de empezar, lo típico: estiramientos, algo de calentamiento, visita de última hora al servicio y cuando iba hacia la línea de salida pude saludar a Fede, lector de este humilde blog, que fue quien me habló de esta carrera. Me sorprendió encontrarle ya que, como he comentado, había multitud de gente pululando por la plaza.
Parecía que estábamos cerca del arco de salida; sin embargo cuando comenzó la carrera nos dimos cuenta de que había una enorme cantidad de gente delante, por lo que costó dios y ayuda comenzar a correr a un ritmo decente, de hecho ese primer kilómetro lo hicimos en casi seis minutos. Tampoco el resto del recorrido fue fácil ya que al salir más atrás tuvimos que ir adelantando a bastante gente y en algunos tramos era complicado por la estrechez de las calles. En esa tesitura, lo mejor era ir mirando los monumentos que aparecían a nuestra vista durante el recorrido: el alcázar, la catedral, el ayuntamiento, la sinagoga de Santa María la Blanca, etc. Me resultó especialmente emocionante la vista de San Juan de los Reyes, ya que surgió de improviso al coronar una de las múltiples cuestecillas que abundaban en el recorrido.
Reconozco que me gustó el recorrido aunque era auténticamente rompepiernas, todo el rato subiendo y bajando, sin apenas llano. Afortunadamente, las subidas eran de corta longitud, por lo que el recorrido aunque duro no lo era exageradamente. Y así, subiendo y bajando, llegamos a la línea de meta, donde se había formado un enorme tapón justo en la línea de meta, debido al poco espacio que habían dejado en la plaza de Zocodover para recoger la bebida que ofrecían al terminar. El tiempo oficial fue de 31:01 según puede verse en este enlace o en una copia que conservo aquí. Llegamos en el puesto 550 y 551 de los 1071 llegados a meta, prácticamente en la mitad del lote.
Hoy la báscula me reservó una agradable sorpresa, ya que sólo marcaba 67,1 kg un peso más que aceptable de cara a la inminente maratón.