XIV Media maratón de Villarrobledo

La media maratón de Villarrobledo viene celebrándose estos últimos años un sábado por la tarde, lo cual no es muy habitual en el calendario de carreras, que suelen ser los domingos por la mañana, pero es lo que hay y si no te gusta, pues carreras hay muchas. Reconozco que me despista un poco el día y, sobre todo, la hora, pero tampoco lo veo muy problemático. Es por esto que llegamos a Villarrobledo a eso de las doce de la mañana. Lo primero fue buscar un bar o un restaurante donde poder comer algo porque correr sin haber comido nada desde el desayuno de las nueve de la mañana me parecía excesivo. Fue buscando ese sitio para comer donde me di cuenta que no iba a ser una carrera fácil porque el viento que soplaba hacía difícil incluso avanzar.

Comimos un plato combinado y volvimos al hotel comprobando que el tema del viento no había mejorado y que mejor sería olvidarse de las marcas y correr a lo que saliese. Tenía la esperanza de volver a bajar de hora y media, pero lo descarté incluso antes de comenzar.

Fuimos al hotel y nos tumbamos para reposar la comida, pero nos descuidamos y cuando nos quisimos dar cuenta faltaban sólo cuarenta minutos para que empezase la carrera y mi compañero Joaquín estaba nervioso porque no aparecíamos por la salida y nos tenía que dar los dorsales.

Nos vestimos lo más rápido posible y fuimos en el coche hacia el polideportivo, pero como no sabía exactamente donde estaba, me perdí. Tuvimos que llamar de nuevo a Joaquín para que nos diera precisas instrucciones. De este modo, cuando quisimos llegar sólo faltaba un cuarto de hora para comenzar. Nos colocamos el dorsal en el pecho y el chip en la zapatilla y salimos a calentar los diez minutos que faltaba para el comienzo.

Hacía tanto aire que no pusieron arco de salida ni alfombras para recoger los tiempos. Por supuesto, tampoco arco de meta, estableciéndose ésta en la puerta del polideportivo. Era tremendo como soplaba.

Como no había arco de salida ni raya pintada en el suelo establecieron la salida en donde el suelo cambiaba de color, al lado de una furgoneta blanca. Eso sí, la salida se dio a las cuatro y media exactas.

Joaquín salió como alma que lleva el diablo, pero pronto me puse a su altura. El primer kilómetro es favorable y fue el más rápido de toda la carrera. Ya desde el primer metro empecé a observar que la gente recortaba todo lo posible no sé si para guarecerse del viento o simplemente por rebañar metros a la carrera. Yo traté de correr sin subirme a la acera, aunque hubo un par de ellas que no pude evitar.

En estos primeros kilómetros no notaba el viento, no sé si porque daba de espaldas o porque íbamos protegidos por las casas, pero fue en el kilómetro cinco, después de girar a la izquierda en la calle peatonal donde noté que el viento no se había ido, que estaba ahí al acecho. Además fue por esta zona donde empezamos a adelantar a aquellas corredoras que se habían apuntado a la carrera de la mujer y a algún chico que participaba en la prueba de iniciación. Era una zona por el centro del pueblo con calles estrechas y costaba adelantar. Tuve que hacer algún eslalon para adelantar y en una de esas golpeé a unos de los corredores de la media que iba a mi lado. No me pareció buena idea la de mezclar pruebas.

Pasado el kilómetro siete comienza la Avenida del Este. Es un paseo de 800 metros sin ninguna protección contra el viento ni a un lado ni a otro. Ahí el vendaval era notable, avanzar era una tarea de titanes, por lo que había que protegerse del viento de alguna manera; sin embargo, el grupo que nos precedía estaba algo lejos y dado que era Joaquín la estrella de la carrera pensé en hacer yo de parapeto para que él pudiera ir algo más cómodo, así que le ordené que se pusiera a mi espalda. Después de esa larga recta comienza una subida de ligera pendiente de aproximadamente kilómetro y medio donde también el viento daba de cara. En este tramo no sólo la pendiente, sino el viento iban en contra del corredor. Me acordé de ese dicho ciclista que dice que en ciclismo todo da por el culo excepto el aire que siempre da de cara.

Llegamos al polideportivo donde acaba la carrera y comenzaba la segunda vuelta. Joaquín comentó que no se nos había dado mal esa primera vuelta, pero que ahora empezaba la segunda y veríamos. ¿Y qué fue lo que vimos? Que las fuerzas eran más reducidas y que el viento seguía haciendo de las suyas.

Mal del todo no íbamos porque nos adelantaron un par de ellos y nosotros adelantamos a alguno más. Sobre todo el objetivo eran dos corredores del equipo local que pensábamos podían ser de la categoría de Joaquín. Sobrepasamos a éstos sobre el kilómetro 17 y traté de aumentar el ritmo porque sólo nos quedaba un kilómetro sin viento en contra.

Esta vez el tramo por la Avenida del Este se hizo más dura. De nuevo hice de parapeto, pero esta vez no sólo se aprovechó Joaquín se aprovechó de mi estela, sino que hubo un par de corredores que se pusieron a rebufo, incluso uno de ellos trataba de quitar el puesto a mi compañero que era el más cómodo. Tuvo que tirar de codos para mantenerse a mi espalda. El paso por la calle Camarilla, la Travesía de la loma y su continuación por la calle Blas López, todo cuesta arriba se me hizo tremendamente duro; sin embargo, al coronar la cuesta ya quedaba aproximadamente un kilómetro y tratamos de aumentar el ritmo en lo que pudimos.

Llegamos a meta con un tiempo oficial de 1:31:34 consiguiendo el objetivo previsto: Joaquín fue el primero de su categoría y el primero también de los locales. Todo un éxito. Emilio, otro compañero del Club Atletismo Zofío, también se subió al cajón, haciendo segundo de su categoría. La única chica del club, que llegó con una buena pájara, sólo pudo ser cuarta. Quique fue quinto y el que esto escribe fue el peor de todos, sólo pudo ser octavo.


Llegando a meta con don Joaquín

Esperando a que Joaquín recogiera los dorsales nos llevamos una grata sorpresa ya que llamaron al podium al Club Atletismo Zofío como uno de los equipos con varios representantes. Subimos Emilio y yo a recoger las seis botellas de vino con que la organización nos obsequió.


En el podium representando al Club Atletismo Zofío

Por debajo de hora y media

Hacer menos de hora y media en una media maratón era uno de los objetivos que me marqué cuando comencé en el mundillo de las carreras populares. Tardé bastante tiempo en conseguirlo ya que comencé a participar en carreras populares con cierta continuidad en 1994 y hasta 2010 no lo conseguí.

Después de haber bajado por primera vez lo he conseguido bastantes veces y curiosamente en mis tres participaciones en la media de Villarrobledo he conseguido bajar de hora y media. Allí tengo 1:29:51, 1:25:57 y 1:28:56.

Cuento esto porque la jugada sería tratar de bajar otra vez de hora y media para no «empañar» mis participaciones en Villarrobledo, pero me temo que va a ser complicado porque he mirado las previsiones del tiempo para el sábado y dan viento de 40 km/h con rachas aún más fuertes. Complicado, complicado.

Existe un plan B un poco más rebuscado y que está relacionado con la maratón de Madrid de 1999. Ese año la meta de la carrera se estableció cerca de la Plaza de Neptuno, por donde estará este año. Aquella vez conseguí bajar por primera vez de las tres horas y media en la maratón y este año también me gustaría hacerlo. En aquel entonces, antes de correr la maratón me probé en la media de Coslada e hice 1:31:39. Por lo tanto, el plan B consistirá en tratar de bajar de esa marca de Coslada, lo que indicaría que me encuentro en condiciones de bajar de tres horas y media en maratón.

Salí a las siete menos cinco al punto de encuentro. Allí vi a Miguel, que ya llevaba seis y luego aparecieron Joaquín y Emilio. Hice las dos vueltas de rigor a ritmo tranquilo para no cansarme demasiado para la media del sábado y tratar de cumplir el plan A o si no fuese posible, el B.

Hice un total de 10 km en un tiempo de 52:12 @ 5:13. Un entrenamiento tranquilo pero no de paseo.

¿Primavera? ¿Qué primavera?

Hoy ha entrado la primavera y sigue haciendo un tiempo invernal. Es por esto que parafraseando al famoso disco de Supertramp Crisis? What crisis? me pregunto ¿Primavera? ¿Qué primavera? Si hace un frío de mil diablos.


Portada del disco Crisis? What crisis?

Y a pesar del frío nos dimos cita en el parque cuatro pradolongueros: Miguel, Joaquín, Emilio R y un servidor. Yo llegué algo tarde por un tema del trabajo, así que los cogí de camino cuando ellos ya habían sobrepasado el primer kilómetro y yo aún no había llegado a ese primer mil.

Dimos un par de vueltas a ritmo tranquilo, tampoco de paseo, aunque Miguel iba algo más rápido, pero nos esperaba dando algún rodeo. Se está tomando en serio la preparación para la maratón y está últimamente haciendo bastantes kilómetros. Hay que tener cuidado que hacer muchos kilómetros tampoco es bueno. No olvidemos la tabla de la revista Runners que da una idea de los kilómetros a la semana que se deben hacer para tratar de abordar una determinada marca en la maratón. En su momento hablé de ello en este artículo.

Hice poco más de 9 km en un tiempo de 47:50 @ 5:15. Tranquilo.

Lluvia, viento y frío, ¿alguien da más?

Mal día hemos elegido para hacer una tirada larga. Habíamos quedado a las 9:00 en el punto de encuentro y ya estaba lloviendo. Pero no sólo llovía, el viento soplaba de lo lindo y hacía bastante fresco. Optimista que es uno, pensaba que mejoraría el tiempo según fuéramos «comiendo» kilómetros.

Mi optimista predicción falló por completo porque siguió lloviendo sin parar ni un minuto y el viento seguía soplando y la temperatura seguía fresca.

A las 9:00 estábamos tres compañeros en el punto de encuentro. Dimos una vuelta a Pradolongo para volver a pasar por la salida a las 9:30 donde nos esperaba el cuarto pradolonguero. De tal modo, cuando encontramos a Quique ya llevábamos casi cinco kilómetros y la ropa bastante mojada. Esos primeros kilómetros fueron los más calmados, ya que fuimos por encima de cinco todo el rato.

Según íbamos bajando al Parque Lineal se fueron animando mis acompañantes y nos pusimos a un ritmo de crucero de 4:40 segundo arriba, segundo abajo. Así hasta llegar al final del Parque Lineal. Allí nos dimos la vuelta y aunque el aire era en contra, encima aumentaron el ritmo y nos pusimos a 4:35 a la vuelta.

Yo iba notando que los muslos se iban poniendo cada vez más duros, no sé si por la lluvia, por la velocidad o por la combinación de ambas. El caso es que me hice la ilusión de que cuando acabáramos el recorrido por el parque íbamos a aflojar un poco ya que Quique se iba, pero me equivoqué porque Miguel seguía erre que erre cuando abandonamos el Parque Lineal y llegamos a Madrid Río.

Estos últimos kilómetros se me hicieron bastante duros porque iba bastante cansado, tenía las piernas duras como piedras, iba hasta los eggs de la climatología y para colmo me había rozado los muslos (y eso que me había echado vaselina). Un entrenamiento duro, muy duro.

Dicen que estos entrenamientos en días tan complicados valen por dos. Uno por el entrenamiento que haces tú y otro por el que no hace tu rival, pero en mi caso como mi único rival soy yo mismo, me quedo igual. Además suele ocurrir, cuando los entrenamientos son en días fríos y con lluvia, al final la maratón será con mucho calor. Un horror.

Hicimos 26 km en un tiempo 2:05:16 en una media bastante rápida para ser un entrenamiento largo: 4:49 min/km.

Subida exponencial

Suele utilizarse la expresión «subida exponencial» en la vida diaria como una fuerte subida, una subida brusca, que no necesariamente tiene que ajustarse al concepto de matemática de un número elevado a x. Digo esto porque todas las semanas me llega un correo de embalses.net con una gráfica del agua embalsada y se puede ver una subida exponencial del volumen de agua en las últimas semanas. Muy reconfortante saber que el agua que está cayendo está sirviendo para algo… Además de venir bien para los cultivos, claro está.


Gráfica del agua embalsada en España

La línea roja muestra el volumen de los pantanos en 2018. Se puede ver que en la semana nueve había aproximadamente 24.000 hectómetros cúbicos y en la semana trece -un mes después- el volumen es aproximadamente 34.000 hectómetros cúbicos. Es decir, que en un mes ha aumentado la reserva de agua en un 42%. No sé si se puede considerar exponencial, pero es una muy buena subida y lo mejor es que actualmente los pantanos tienen más agua que el año pasado. La mala noticia es que el año pasado tenían muy poca agua, así que debería subir más aunque nos toque mojarnos en cada entrenamiento y nos quejemos.

En el punto de encuentro estaban Jesús y Emilio R como menos habituales además de los tres que casi siempre estamos: Joaquín, Miguel y yo. Estuve hablando con Jesús, con el que hacía tiempo que no lo hacía y se fueron pasando los kilómetros sin darnos cuenta. El entrenamiento fue tranquilo pero sin dormirnos, yo pensaba en los 26 km que tenía pensado hacer el sábado y no quería apretar mucho, pero sí hice más kilómetros de lo habitual, hasta 13. Miguel había bajado media hora antes y acabó con 15 km en las piernas. Totalicé 13,2 km en 1:08:44 a un ritmo de 5:12 min/km.

El cambio horario está próximo

Salimos a entrenar como siempre a las siete de la tarde y es una gozada hacer casi todo el recorrido con luz solar. Cuando esto ocurre sabemos que el cambio horario está próximo, en un par de semanas cambiarán la hora y nuestras carreras por Pradolongo poniendo los pies donde buenamente nos parece se acabarán. Ahora veremos perfectamente donde poner el pie.

Hicimos una primera vuelta tranquila, pero Miguel se fue yendo poco a poco. Tuvimos que apretar Joaquín y yo para atraparlo e hicimos una segunda vuelta rápida, aumentando el ritmo a cada kilómetro: 4:41, 4:26, 4:21 y 4:08. Yo paré cuando llegué al kilómetro nueve, pero Miguel siguió un poco más. Está fuerte el tío, es una pena que no venga a Villarrobledo.

Hice en total 9,8 km en un tiempo de 49:21 @ 5:01. Un entrenamiento bastante intenso.

Hoy 13 de marzo mi padre hubiese cumplido 81 años. No te olvido papá.


Mi padre con sus gafas oscuras en la plaza de San Antonio, en Los Navalmorales

Estreno de las Adidas Supernova

Sí, lo he vuelto a hacer. No debería, pero no es fácil encontrar una zapatilla que te vaya bien, así que he pensado que más vale lo malo conocido. Esta vez han caído unas Adidas Supernova, así sin más, sin el «Glide» que llevaban las otras que he estado utilizando.


Adidas Supernova recién sacadas de la caja

No parecía el día más conveniente para estrenar zapatillas, ya que la idea era hacer 24 km y tantos kilómetros no es lo más ideal para un estreno, pero tenía la certeza de que si seguía con las otras iba a acabar con alguna ampolla en algún sitio. Así que de perdido, al río.

Quedamos a las 9:30 en el punto de encuentro. Allí nos encontramos cuatro pradolongueros, de los cuales sólo una fémina. Uno de ellos se quejaba de una rozadura en sus partes debido a que había corrido el día antes y la lluvia torrencial había provocado la rozadura. Dijo que no sabía si iba a aguantar mucho y no lo hizo, se dio la vuelta cuando no llevábamos ni medio kilómetro.

Por lo tanto, continuamos únicamente tres dirigiendo nuestros pasos hasta el Parque Lineal. Al llegar allí pudimos comprobar que había llovido bastante porque suele haber pocos charcos por allí, pero hoy se veían bastantes. El entrenamiento parecía consistir en ir esquivando charcos, unos por la derecha, otros por la izquierda, otros saltando. Divertido, muy divertido.

El compañero pradolonguero debió aburrirse de nuestra compañía y puso pies en polvorosa poco antes del kilómetro diez. Comprendo que lo hiciese porque este hombre hace entrenamientos por debajo de cuatro y nosotros íbamos sobre 5:15 y eso para él es casi contraproducente.

Yo continué con la compañera hasta la vuelta al punto de encuentro donde el GPS marcó 16 km. Allí se quedó ella y yo continué con idea de hacer ocho kilómetros más. Me parecía una tarea épica porque tenía las piernas bastante cansadas, no sólo de los 16 km que llevaba, sino del entrenamiento del viernes. Está claro que ya no recupero como antaño.

Decidí hacer los ocho kilómetros que me quedaban por el Parque de Pradolongo y tuve suerte porque me encontré a otra compañera pradolonguera que también estaba haciendo kilometrada, ya que iba a participar en la media de Coslada siete días después. No tuvo inconveniente en acompañarme y bien que se lo agradecí porque hizo que fuera el rato más ameno. Además traté de aumentar un poco el ritmo pensando que cuanto más deprisa fuera más rápido acabaría.

Después de vuelta y media por el parque acabé el entrenamiento subiendo la cuesta de la calle Parque de la Paloma y me costó horrores. Acabé muy cansado el entrenamiento. Hice 24 km en un tiempo de 2:05:37 @ 5:14 min/km.

Un buen estreno de las zapatillas que acabaron un tanto embarradas…


Zapatillas ligeramente embarradas en el estreno

Subí a la báscula antes de salir y marcaba 69,3 kg. Tengo que estar con un kilo menos en dos semanas como sea.

Hablando del diluvio

Hablaba el otro día de Enki, el dios mesopotámico y de que fue él quien avisó a los hombres del diluvio universal. Pues no sé si nos habrá advertido otra vez porque parece que ya estamos en pleno diluvio. Bueno, lo digo de manera figurada, porque es cierto que está lloviendo bastante y durante bastantes días, pero aunque en Madrid nos pueda chocar, es algo normal por el norte de España.

Llegué a casa con pocas ganas de nada después de haberme tenido que pelear por montar en el metro, debido a la huelga y mojado. Y sobre todo viendo que la lluvia no amainaba…

Hice de tripas corazón, me puse la ropa de correr y salí. Llegué al parque de Pradolongo y vi que estaba todo encharcado y embarrado, por lo que no me pareció el mejor escenario para ir algo más deprisa de lo normal. Así que opté por atravesar el parque y dirigirme a Madrid Río que aunque algún charco tiene, se puede correr mejor.

Al poco de llegar a Madrid Río, cuando cumplí el tercer kilómetro aceleré el paso tratando de llegar a 4:35 más o menos y mantenerlo durante ocho kilómetros. Vi a un tipo pocos metros delante de mí y me puse como objetivo darle alcance, pero no hubo manera. Este hombre adelantó a otro y este nuevo de camiseta naranja fue el nuevo objetivo, pero tampoco pude con él.

Poco antes de llegar al Puente de Toledo venían cuatro y justo se dieron la vuelta delante de mí. Me dije, ésta es la mía, pero tampoco. Aceleraron como posesos y se fueron alejando cada vez más y eso que yo iba a buen ritmo, pero la gente iba deprisa, no habían salido a pasear bajo la lluvia.

Pasé por el Calderón, se me cayó alguna lágrima ¿o fue el sudor que me chorreaba por la cara? y continué hasta el puente verde en forma de Y. Allí me di la vuelta ya que se había cumplido el sexto kilómetro, la mitad de lo que tenía previsto.

Al darme la vuelta me di cuenta que el viento me había ayudado en la ida y que ahora a la vuelta se oponía a mi avance. Pero lo malo no es que me costara más avanzar, lo malo era que el viento me pegó la camiseta mojada al cuerpo y empecé a notar bastante frío en el pecho y abdomen. Desde luego la combinación viento y lluvia es de lo peor que hay para correr.

Debido al viento en contra me costó más trabajo tratar de mantener los 4:35, pero fui decentemente hasta que abandoné Madrid Río y aparecí en la calle Antonio López, donde se complicó el tema. Cuando llegué al kilómetro once bajé el ritmo para hacer el último de enfriamiento… Nunca mejor dicho.

Lo dicho, hice 12 km en un tiempo de 58:16 @ 4:51 min/km. Un entrenamiento duro bajo la lluvia, de los que curten.

La maratón de Madrid cambia la meta

Leí hace un par de semanas que la maratón de Madrid se veía obligada a cambiar el lugar donde acaba. Según parece por orden municipal la carrera no puede terminar en el Retiro y han optado por situar la meta en el Paseo del Prado enfrente del museo.

Recuerdo haber acabado allí en 1998 y 1999. En 2000 no sé si también acabó allí porque no participé por lesión. Recuerdo con cariño este sitio y el año 99 porque fue ese año cuando conseguí bajar por primera vez de tres horas y media en una maratón. Hice 3h27 y tuve que esperar ¡once años! para volver a bajar de tres horas y media, ya que en la maratón de Madrid de 2010 hice 3h25 acabando esta vez, como casi siempre, en el Retiro.

Ayer no pude salir a correr porque tuve que ir al hospital, así que he salido solo hoy y por variar he ido a Parque Sur. He tenido suerte porque llevamos unos cuantos días lloviendo casi de continuo y cuando he salido a eso de las seis y media no llovía, aunque había tramos muy embarrados. De hecho, el otro día compré unas zapatillas nuevas, por aquello de las ampollas, y no las he querido estrenar para no mancharlas.

Di tres vueltas a un circuito que tengo medido en Parque Sur, de algo más de tres kilómetros. En la primera vuelta me crucé con Antonio que iba con sus colegas del parque y me invitó a unirme a ellos, que estaban haciendo cambios de ritmo, pero le dije que no, que iba a correr tranquilo.

Hice las tres vueltas completando 9,3 km en un tiempo de 49:45 @ 5:19 min/km. Un entrenamiento algo lento, pensando en el siguiente entreno, que ya tocará apretar.

Las Kalenji Kiprun LD son como la subida del 0,25%

El otro día en la manifestación de los jubilados vi una pancarta que decía «la subida del 0,25% es una mierda» y de ahí se me ha ocurrido el título de esta entrada. Y es que con las Kalenji Kiprun LD no estoy teniendo más que problemas. Que si una ampolla en la planta del pie, que si una ampolla encima del juanete, que si otra ampolla en el otro pie. Contento me tienen. Compré estas zapatillas porque estaban bien de precio y había leído buenas críticas y me he dado cuenta de aquello que decía mi madre: «lo barato es caro».

El problema principal que veo a estas zapatillas es la lengüeta, porque sólo está cosida a la parte de arriba de la zapatilla por el extremo de abajo de la lengüeta, de tal modo que al flexionar el pie quedan huecos entre la lengüeta y la zapatilla y por ahí puede entrar arenilla y provocar, por ejemplo, ampollas. Prefiero, sin lugar a dudas, una lengüeta que esté unida a la zapatilla casi en su totalidad y así evitar este problema. De hecho, estoy pensando en coserlo yo mismo.

Lo curioso es que la semana pasada corrí la media de Latina y no tuve problemas, pero hoy cuando ya llevaba unos quince kilómetros iba notando que me molestaba la parte del pie donde ya me salió la ampolla semanas antes. Debe ser que cuando corrí la media era por asfalto y no se metió ninguna piedrecilla y hoy el entrenamiento ha sido por caminos y alguna ha debido caer.


La ampolla sanguinolenta de hace tres semanas

Hoy nos juntamos seis pradolongueros en el punto de encuentro a las 9:30. Bajamos todos juntos al Parque Lineal, pero enseguida tres de ellos empezaron a acelerar y nos quedamos otros tres más detrás. Yo salí con la idea de acelerar también, pero más tarde, en el kilómetro diez. Así que fui con mis dos acompañantes hasta la decena de kilómetros y fue en ese punto donde empecé a aumentar el ritmo hasta tratar de ponerme a 4:20 durante dos kilómetros, luego bajar el ritmo otro kilómetro y volver a hacer otros dos a 4:20. Una jornada larga de tipo Jack Daniels. Y me salió poco más o menos porque hice el primer bloque a 4:23 y 4:25 y el otro bloque a 4:16 y 4:25. Eso sí, estos kilómetros me dejaron las piernas bastante cansadas y aún quedaban unos cuantos kilómetros para terminar el entrenamiento.

El caso es que «se» me acabó el parque cuando iba en el segundo bloque y por no subir hacia el 12 de octubre y perder el ritmo, opté por dar la vuelta a la cabeza y volver por el otro margen del río hasta la Caja Mágica y vuelta. Por supuesto, cuando di la vuelta, no había rastro de mis acompañantes, así que subí hasta Pradolongo y allí los encontré estirando.

Conminé a mi tocayo a seguir corriendo para completar los 22 km que nos habíamos propuesto antes de salir, pero me dijo que si lo quería hacer yo, que ya sabía el camino. De todos modos él se había dado más paliza que yo en el Parque Lineal y comprendí que no quisiera seguir.

Yo sí completé los 22 km en un tiempo de 1:53:55 @ 5:11 min/km. Un buen entrenamiento.

La báscula marcaba antes de salir 69,7 kg bastante más de lo que me gustaría. A la vuelta había bajado a 68,3 kg, pero esto no cuenta.