XXXV Maratón de Madrid

En el mes de diciembre participé en la maratón de Málaga y aunque es una carrera con recorrido llano, los últimos cuatro kilómetros se me hicieron terriblemente duros. Al llegar a meta estuve hablando con un par de compañeros y llegamos a la conclusión que había que hacer más kilómetros a la semana para no sufrir en los últimos kilómetros. Y aprendí la lección. Si para Málaga la semana de más kilometraje fue de 76 km esta vez he hecho un pico de 78 km a tres semanas de la carrera. Y parece que se ha notado 😉

Bueno, sin coñas, aunque esta vez he hecho menos kilómetros, creo que haber hecho varios días algunas series y algún cambio de ritmo me ha venido mejor que hacer muchos kilómetros a la semana. Pienso que hay que hacer kilómetros, pero sin pasarse.

Y ahora llega el ladrillo.

A las siete menos diez habíamos quedado con Emilio para ir en su coche a la salida. Aparecimos a la hora prevista Miguel y un servidor, fuimos a recoger a Quique y después pasamos a por Joaquín. A eso de las siete y veinte estábamos en la calle Felipe IV aparcando el coche. Desde allí fuimos hacia la línea de salida, acordándonos de las madres de los organizadores y de su genial idea de poner el ropero en la línea de meta. Allí me encontré con Pedro que estaba pesaroso por la reciente muerte de su padre. Aunque tenía la cabeza en otras cosas, había pensado en correr esta carrera como homenaje a su padre, igual que Quique, que se había propuesto bajar de tres horas por el mismo motivo.

Emilio, que iba a llevar el globo de las 3h45, se fue pitando hacia la salida, donde tenían que entregarle el globo. El resto de pradolongueros nos hicimos una foto para inmortalizar el momento. Durante el paseíto hacia la salida, me encontré con un viejo conocido que llevaba tiempo sin ver y también me encontré con un antiguo compañero de estudios. Juntos corrimos la maratón de 1999 y trece años después hemos vuelto a repetir experiencia.

Pradolongueros en la maratón de Madrid 2012
Pradolongueros en la maratón de Madrid 2012

Tenía previsto correr con Miguel y Joaquín, pero como se añadió mi antiguo compañero formamos un cuarteto con intenciones de hacer aproximadamente 3h20 y si fuese posible llegar a 3h15, pues miel sobre hojuelas. La táctica de este año era un poco distinta a estos últimos maratones, ya que decidí olvidarme del cronómetro y correr por sensaciones, y es que estar pendiente del cronómetro, como otras veces, produce un poco de ansiedad. Además, no dar excesiva importancia a la marca que pudiera realizar, me llevó a afrontar esta maratón muy tranquilo. De hecho estaba en la línea de salida como si de un entrenamiento se tratase.

Colocado en el corral que nos habían asignado, junto a los que iban a ser mis compañeros de aventuras en esta carrera, esperamos pacientes el disparo que anuncia el comienzo. Tardamos algo más de un minuto en atravesar el arco de salida y el primer kilómetro nos lo tomamos con mucha calma, no había ninguna prisa. Poco a poco fuimos cogiendo el ritmo de crucero, el cual ignoraba ya que el cronómetro no existía para mí, aunque lo llevase en la muñeca.

Sobre el kilómetro 14 comenté a uno de mis compañeros que no sabía si íbamos bien o mal de ritmo y Joaquín, sabiamente, me comentó que era el cuerpo el que me lo debía indicar y la verdad es que me sentía francamente cómodo tal como íbamos, aunque poco después empezaron a entrarme las dudas porque veía los globos de 3h15 muy cerca, como a unos cien metros de nosotros. En el km 16 estaba mi madre, por lo que paré unos segundos a saludarla y cambié un par de besos por un plátano, que ya habían pasado cuatro horas desde que desayuné. Perdí contacto con mis compañeros pero pude alcanzarlos al poco. Justo en esos momentos que iba descolgado, pasamos donde estaban los compañeros pradolongueros que no participaban en la carrera y que nos animaban fervientemente. Además nos hicieron bonitas fotos. Gracias por todo.

Por la calle Fuencarral
Por la calle Fuencarral

La animación era espectacular por las calles de Madrid, en determinados sitios la gente se agolpaba al paso de los corredores, era realmente emocionante pasar por el estrecho pasillo que dejaban. Eso hacía que las piernas marchasen casi sin esfuerzo.

Los kilómetros pasaban a una velocidad vertiginosa, casi sin darnos cuenta ya estábamos en la calle Ferraz, pasando por la media maratón. Uno de mis compañeros indicó que llevábamos un tiempo de 1h37 pelaos, tiempo que me parecía idéntico al del año pasado, aunque luego comparando he visto que era justo un minuto menos. Los globos de 3h15 seguían ahí mismo. Yo iba un poco alucinado y pensaba que más que ir nosotros deprisa, iban ellos un poco despacio.

En la Avda. de Valladolid, sobre el kilómetro 24, mi compañero de estudios decidió que el ritmo que llevábamos era muy rápido para él y aflojó la marcha. Si en la maratón de 1999 fui yo el que me quedé por detrás, ahora era él el que se rezagaba. Nos quedamos en un trío, los inicialmente previstos. La cosa marchaba bien y el objetivo de llegar los tres pradolongueros juntos parecía factible.

Entramos en la Casa de Campo y el recorrido se hizo algo más tedioso. El terreno es duro y prácticamente no hay nadie animando. Me gustó las palabras que nos dijo una chica: disfrutar de la Casa de Campo que hasta el año que viene no pasáis por aquí y está preciosa y tenía razón, estaba realmente bonita después de las últimas lluvias que han caído en Madrid. Una verdadera gozada circular por el pulmón verde de esta ciudad. Desde la entrada a este parque, el terreno es ligeramente ascendente, hasta llegar al kilómetro 29 que se empieza a bajar lo subido. En el 30 nos obsequiaron con un gel que tenía un sabor muy dulzón, debía ser puro azúcar, pero que pienso nos vino bien. Por desgracia, en este punto se quedó Joaquín, por lo que ya sólo quedábamos dos. Bajando por el Pº de los Castaños, decidimos bajar un poco el ritmo para ver si entraba, pero al ver que no llegaba decidimos seguir tirando.

Se sale de la Casa de Campo por la zona del metro de Lago. Allí hay una cuesta que tiene miga, pero esa zona estaba llena de gente que animaba incesantemente a los corredores y se subía casi en volandas, aunque se notaba en las piernas la pendiente. Al poco llegamos al Puente de Segovia donde había unos cuantos familiares animando, eso me dio alas y poco después, un subidón más, porque pasamos cerca del estadio Vicente Calderón y escuchamos en himno del Atleti. No es que el fútbol me atraiga en exceso, pero la afición que tiene mi hijo parece que está haciendo efecto.

Con la inercia provocada por la musiquita en cuestión, llegué al otro extremo del Puente de Segovia y subí la cuesta de la calle del mismo nombre a buen ritmo, aunque tuve un pequeño percance con un corredor que iba delante de mí, que de repente paró en seco y tuvimos un pequeño encontronazo, pero seguí a mi ritmo. Poco antes de iniciar la subida, un amigo de Miguel se nos unió para hacer los últimos kilómetros y después de coronar, se nos unió una amiga que me esperaba con otro plátano. Ya estábamos en el kilómetro 35 y las piernas se encontraban en muy buen estado y los globos de 3h15 seguían ahí cerca…

Subimos el Pº Imperial, donde ingerí un trozo de plátano. Bajamos hacia Embajadores, en uno de los pocos tramos favorables de estos últimos kilómetros y afrontamos el Pº de las Acacias, que se hace muuuuuuy largo y encima picando para arriba. Este tramo no me gustó nada, no sólo por el terreno poco favorable, sino porque la mitad de la calle estaba abierta al tráfico (juraría que otros años no) y era muy desagradable buscar oxígeno para tus pulmones y encontrar monóxido de carbono. Pasado Embajadores mi amiga me dijo que no podía seguirnos y se fue quedando atrás. No sé si fue eso o ver que el globo de 3h15 estaba cada vez más cerca lo que me hizo acelerar o que Miguel deceleró, pero fue perdiendo mi estela metro a metro y en el 39 me había quedado completamente solo.

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En uno de los últimos avituallamientos, foto cortesía de Sebastián Navarrete

Los dos globos a los que perseguía se iban separando cada vez más, parece que uno pinchó (no el globo, sino el que lo llevaba) y en Atocha conseguir pasarle. Llegué a la temida cuesta de Alfonso XII y reconozco que me aunque me costó subirla, la energía que me transmitieron los compañeros pradolongueros me ayudó a pasar esa última dificultad y me planté en el kilómetro 40 casi sin querer.

Igual que Acacias, también se hace larga esta calle hasta la Puerta de Alcalá, pero ya está cerca el kilómetro 41 donde se acaba el sufrimiento y empieza el último kilómetro de gloria. El tramo desde la Puerta de Alcalá hasta la entrada del Retiro también tenía mucha animación, te llevaban en volandas. Y la entrada a este parque ya fue la repera, ya que estaba repleta de gente que animaba sin cesar. Además desde la entrada hasta meta es casi todo el tramo favorable. Apreté un poco el ritmo, pero sin pasarme para no acabar en la enfermería como hace dos años y cuando mi astigmatismo me dejó enfocar debidamente el reloj de meta, no me lo podía creer, marcaba 3h15 y bastantes segundos. Los suficientes para que al acercarme a la línea de meta los minutos pasaran de 35 a 36, llegando con un tiempo oficial de 3:16:12. Descontando el minuto y poco que tardamos en pasar por la primera alfombra, queda un tiempo neto de 3:15:08 que pasa a ser mi mejor marca en la distancia.

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Llegando a meta y haciendo MMP

Un par de minutos después llegó Miguel, marcando un tiempo de 3h17. Joaquín lo hizo en 3h25 y mi antiguo compi, no sé lo que hizo, porque en las clasificaciones aparece con 3h06, pero que yo sepa, no me adelantó en ningún momento. Ha debido fallar el chip como a otros muchos corredores. Tengo la sensación de que este dispositivo de medida no es muy certero, ya hubo problemas en la media maratón de Madrid y en la entera, también. Emilio se adelantó un poco al tiempo que marcaba su globo y llegó con un tiempo de 3h42, neto de 3:40:13. No sé si los corredores que iban siguiendo el globo andarán buscándole para lincharle o estarán contentos por haberles hecho bajar su marca.

Aparte de la marca, lo mejor es que acabé bastante entero y con las piernas en muy buen estado. El domingo por la tarde parecía que no había corrido, aunque imagino que mañana lunes sí notaré algo cargadas las piernas.

Desde mi punto de vista, la organización ha empeorado con respecto a otros años:

  • Lo de poner el guardarropa en la línea de llegada, en vez de en la de salida, es de juzgado de guardia. Un error gravísimo. Como anécdota contaré que faltando 20 minutos para el comienzo, cuando ya estaba yo colocado en mi corralito, llegaron un par de guiris preguntándome donde dejar la ropa. Cuando les dije que a un par de kilómetros, casi se les cae el alma al suelo. No sé qué hicieron, pero si tuvieron que ir hasta allí y volver, tuvieron que hacer una maratón de 46 km.
  • Parece que el chip falló bastante y falseó el tiempo de muchos corredores.
  • Me llamó la atención que no estuviese marcado el recorrido con una línea azul como siempre lo ha estado. No es mucho problema para mí, porque llevo riadas de gente por delante, pero imagino que alguno sí pudo desconcertarse durante el recorrido.
  • ¡No se puede abrir al tráfico tramos que coincidan con la carrera! Que no estamos hablando de la una carrera de poca monta, que se supone que la organización se jacta de ser «silver road race».

Esperemos que la cosa mejore, ya que ¡¡¡tenemos una cita en la XXXVI edición!!!

Se admiten apuestas

Hoy ha sido el último entrenamiento antes de la maratón de Madrid. Mañana viernes habrá que ir a recoger el dorsal y el sábado, un sesión de fisoterapia para relajar las piernas y que estén más que preparadas para los 42 km del domingo.

Hay algunos que prefieren hacer unos kilómetros el sábado, pero para mí el jueves es el último día. Suelo hacer poco kilómetros, siete como mucho, pero hoy íbamos de amena cháchara y al final hemos completado las dos vueltas. Eso sí, a un ritmo muy asequible.

El objeto de la conversación era apostar, aunque sin dinero por medio, sobre los tiempos que iban a hacer el resto. En mi caso, la apuesta era: Quique: 2h55, Emilio: 3h44 y Joaquín, mi tocayo y un servidor: 3h19. Desgraciadamente, poco más recuerdo. Alguna cosa, como que algunos pensaban ¡¡¡que podía hacer entre 3h10 y 3h14!!! Mucha tela para mí es eso. Emilio, que llevará el globo de 3h45 dice que acabará en 3h43, por si alguno está interesado en seguir.

Entre previsones de uno y de otros se fue pasando el tiempo y a lo tonto acabé completando 10 km en un tiempo de 55:45 a un ritmo muy tranquilo de 5:34 min/km.

¡Ya sólo queda el gran día!

Uno de cada cuatro

Parece que los nuevos dueños de la maratón de Madrid se han movido y bien fuera de España. Según cuentan por ahí, lo han promocionado en maratones como Nueva York, Chicago, Berlín, París, Lisboa y Roma. Esto ha hecho que uno de cada cuatro corredores que participen el próximo domingo en la maratón madrileña sean extranjeros. Bueno… eso dice el titular.

Con el tema de organizar los 10 km junto a la maratón, ya empiezan los números a bailar. Resulta que ese 23% (sí, ya sé que no llega a uno de cada cuatro, pero casi) no es de los 12.000 corredores que participan en la maratón, sino de los pocos más de 18.000 que participan tanto en la maratón como en la carrera de 10 km. Así que ya no tengo claro cual es la proporción de foráneos en la distancia de Filípides. Como somos tres pradolongueros los que pensamos ir juntos, yo pensaba formar un cuarteto y practicar mi inglés, que tiempo hay durante la carrera pero ya no sé a qué atenerme.

Hoy, ya inmersos en la semana cero, la gracia consiste en descansar más que otra cosa; sin embargo, tampoco es cuestión de permitir que las piernas se olviden de qué es eso del correr, así que tengo por costumbre salir el martes y el jueves a trotar un poco. Han sido 10 km en un tiempo de 54:37 @ 5:28 min/km. Muy tranquilos.

Llevo varias semanas que me duele la rodilla izquierda y no se me acaba de pasar. No es un dolor que me impida correr, pero no sé si aguantará el trote de los 42 km. Espero que sí.

Sólo una semanita

Ya sólo queda una semanita para el día M. Ya iba siendo hora de que llegase el momento. Cuando íbamos corriendo comentábamos que nos conformábamos con el tiempo que estaba haciendo hoy, que aunque hacía sol, la temperatura era fresca. Mirando en la previsión a un semana, parece que hará buen día para correr, con máximas de 18º y mínimas de 7º y con algunas nubes, aunque de aquí al día M van a cambiar las previsones unas cuantas veces, seguro.

Para no castigar las piernas, que ya sólo necesitan descanso, hemos ido a un ritmo bastante llevadero durante los 15 km del circuito del río. Hemos ido de charleta y se me ha pasado el tiempo volando, ¡si me ha parecido más corto que las habituales dos vueltas a Pradolongo!

Los 15 km los hemos recorrido en un tiempo de 1:16:55 @ 5:08 min/km y aunque me sigue molestando un poco la rodilla, me parece que voy a llegar en un buen estado de forma.

Ayer me pesé justo antes de salir a correr y la báscula marcaba 68 kg, parece que ha bajado un poco de lo que marcaba en las últimas semanas. A ver si consigo perder algo estos días.

Granizada

Hoy hacía un frío de narices en Madrid. Y no sólo frío, también viento, lluvia y granizo. No es que haya caído mucho granizo, pero ha estado siete u ocho minutos granizando brutalmente, justo en pleno entrenamiento y ya que me dolía la cabeza y las orejas de esas pequeñas bolas de hielo que me golpeaban sin piedad.

Y menos mal al granizo, porque la última muestra de hipocresía del rey me estaba sacando de quicio y le iba a poner verde en esta entrada, pero gracias a este peculiar tipo de precipitación me ahorraré de decir que el rey es un sinvergüenza y que ya está bien que se gaste el dinero de los contribuyentes en cacerías y similares. Ya está bien que en el siglo XXI todavía existan estos anacronismos absurdos que no sirven absolutamente para nada, sino es para despilfarrar el dinero de los demás.

De nuevo, gracias al granizo tampoco tendré que decir que hoy es el 81º aniversario de la II República y que ya va siendo hora de que llegue la III porque esta forma de gobierno no tiene ni pies ni cabeza.

Por el mismo motivo también, me ahorraré tener que poner la bandera republicana en su aniversario.

Bandera republicana
¡Viva la república!

Entre unas cosas y otras, hoy salí tarde a entrenar, ya casi a la hora de comer. El objetivo era hacer unos kilómetros, ya los últimos, a ritmo de maratón. Así que he ido a Parque Sur con la idea de dar cuatro vueltas de 3 km cada una. Una primera vuelta de calentamiento y luego a ponerme sobre 4:30 en las otras tres.

Dicho y hecho. Una primera vuelta a un ritmo de 5:00 poco más o menos y luego bajando al ritmo objetivo de 4:30, a veces unos segundos por encima, a veces unos pocos por debajo. Eso sí, cuando estaba finalizando la tercera vuelta, cuando ha empezado a granizar, el ritmo ha aumentado sin querer, haciendo ese kilómetro, que encima era cuesta arriba, a 4:19. Después, vuelta a los ritmos de 4:30.

He totalizado las cuatro vueltas, es decir, 12 km en un tiempo de 55:04 @ 4:35 min/km.

Atraco municipal

Hoy era un día importante en el plan de entrenamiento, ya que habíamos pensado hacer el test de los dos seismiles para comprobar si la marca que vamos a intentar en la próxima maratón es factible. Había pensado que podíamos realizar la prueba en una pista de atletismo, donde el terreno es perfectamente llano y perfectamente medido.

Nuestro gozo en un pozo. Después de calentar unos kilometrillos en Pradolongo nos hemos dirigido al polideportivo y al entrar nos han dado el alto, invitándonos a pasar por taquilla. Nuestra sorpresa ha sido monumental al descubrir que nos querían cobrar ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ 2,25 € !!!!!!!!! por dar unas cuantas vueltas a la pista. Y no, no vayan a pensar que era ese precio para todo el grupo, no, era por cabeza. Se trata, sin lugar a dudas, de un auténtico atraco perpetrado por el ayuntamiento de Madrid que se gasta la friolera de 860.000 € todos los meses en mantener Madrid Río y no sé, quizás piensa sacarlo cobrando esos 2,25 € a los pobrecitos que hacemos deporte. En fin, una muestra más de la pésima gestión de este ayuntamiento, que debe algo más de 7.000 millones de euros y como el anterior alcalde ha debido hacerlo bien, pues lo hacemos ministro. Pobrecita justicia.

Bueno, a lo que importa. Después del fiasco hemos vuelto a Pradolongo donde nos hemos encontrado con Joaquín y Emilio que acababan de completar la primera vuelta. Emilio se ha ido a casa y Joaquín ha seguido con nosotros. Primera vuelta tranquila en 26:00 @ 5:25 min/km y luego una segunda vuelta a toda pastilla en 20:15 @ 4:13 min/km. Un entrenamiento que no tiene nada que ver con lo que habíamos previsto, pero que nos ha puesto las piernas al rojo vivo.

Sin contar con los kilómetros previos de calentamiento, hemos totalizado 9,6 km en un tiempo de 46:15 @ 4:49. Nos quedamos con la intriga de saber la marca que pudiéramos hacer.

De buena nos hemos librado

Parece que el mes de abril está haciendo honor al refrán aquel de abril, aguas mil. Esta tarde ha estado lloviendo bastante y pensaba que nos íbamos a mojar de lo lindo durante el entrenamiento, así que gorra para que no me caiga el sudor o la lluvia en la cara, ropa de manga corta para que se seque antes, el forerunner en casa y con un par hacia el punto de encuentro.

Cuando salía de casa ya llovía algo menos y al poco de empezar el entrenamiento ha dejado de llover. Era curioso de ver porque hacia el noroeste se veían unas nubes negras de asustar, mientras que hacia el sureste, estaba claro y despejado. Hemos tenido la enorme fortuna de que el viento se llevase las nubes y nos trajera los claros.

Aunque había llovido bastante, el parque estaba mojado, pero sólo había un poco de barro y se podía correr bien. Aún así, nos lo hemos tomado con calma y yo he dado sólo las dos vueltas de rigor, mientras que mis compañeros han seguido algo más. No me encontraba muy católico, por lo que he preferido no seguir con el entrenamiento. Con casi diez kilómetros tenía más que suficiente.

He dado dos vueltas de las «viejas» así que he completado 9,6 km en un tiempo de 51:52 @ 5:24 min/km, guardando fuerzas para hacer el próximo día el test de los dos seismiles.

Proteínas

Si ayer quedé con Jesús, hoy había con mi tocayo para hacer una tirada larga, aunque no tanto como el domingo pasado. A las diez en punto salimos desde el punto de encuentro habitual y dimos dos vueltas a Pradolongo antes de bajar al río y realizar el típico circuito por el Parque Lineal. Dicho parque está muy verde por las lluvias caídas últimamente, pero tiene el problema de que la población de mosquitos ha aumentado considerablemente y cada dos por tres te encontrabas con nubes de mosquitos imposibles de evitar, por lo que no resultaba extraño que acabases engullendo unos cuantos mosquitos de cada nube. No es la dieta más adecuada, pero nunca viene mal unas cuantas proteínas… no sólo de hidratos de carbono vive el corredor.

Tenía pensado hacer una tirada larga de 25 km, pero Miguel había pensado en hacer todavía más, quería llegar hasta treinta. No sé si lo hizo porque le dejé en solitario al llegar a mi objetivo, pero estoy convencido de que sí lo completó. Las dos vueltas a Pradolongo las hicimos a un ritmo bastante llevadero a 5:08 min/km, pero luego nos fuimos animando y zumbamos de lo lindo, llegando a hacer una media de 4:31 min/km, que no está mal en 15 km y después de llevar 10 en el cuerpo.

Totalicé 25 km en un tiempo de 1:59:02 @ 4:46 min/km. Más rápido de lo que había pensado en un principio que era simplemente bajar de cinco.

Después de llegar a casa, estiramientos y ducha. Y muy importante, los músculos de las piernas, cuando están castigados, agradecen un buen riego de agua fresquita sobre ellas. Se quedan nuevas.

Con este entrenamiento he totalizado 72 km en esta semana con un total de 91,1 puntos. Menos kilómetros que la semana pasada, pero mayor puntuación. De hecho, ha sido la segunda semana respecto a puntos (aunque sigo sin llegar a los 100) después de la semana de Villarrobledo.

Congelado

Esta primavera me trae loco. Hoy he pasado frío, pero frío de verdad. He llegado con las manos como bloques de hielo y es que sólo a mí se me ocurre salir en manga corta y pantalón también corto. El caso es que hacía fresco cuando quedé con Jesús a las diez en punto, pero pensaba que entraría en calor; sin embargo, el día no abría y el frío se hacía notar. No entré en calor en ningún momento y sobre todo lo sufrí en las manos, totalmente heladas. Y eso antes no me ocurría… pero la edad no perdona.

Igual que el jueves, volvimos a bajar al circuito del Parque Lineal para hacer los 15 km de rigor a la orilla del río y luego hacer tres más para completar 18 km en total. Aunque es la primera semana de tapering, no me lo he tomado al pie de la letra porque considero que he hecho pocos kilómetros para la maratón, así que aunque debiera haber hecho menos considero 18 km apropiados para el estado en el que me encuentro.

Después de comernos algunos mosquitos por el Parque Lineal y realizar poco más de media vuelta, completamos los 18 km en un tiempo de 1:30:04 @ 5:00 min/km demostrando Jesús que se encuentra en un buen momento de forma.

Antes de salir, la báscula me dio una desagradable noticia, aunque ya lo esperaba después de ingerir torrijas a diestro y siniestro durante la semana. La báscula marcaba 68,5 kg, por lo que me voy a tener que controlar bien la alimentación estas dos semanas para quitarme un poco de lastre.

Se hace más llevadero

Hoy hemos quedado un grupo de pradolongueros a las diez de la mañana para hacer un entrenamiento en grupo. Sin lugar a dudas, el entrenamiento en grupo se hace más llevadero que ir solo.

Para variar el entrenamiento habitual hemos ido al río. Y daba gusto correr por la ribera del Manzanares porque estos pocos días de lluvia han dejado el paisaje del Parque Lineal muy verde y muy bonito. Resultaba muy agradable correr con el ambiente húmedo y daba gusto respirar el aire limpio de la mañana.

Desde el punto de encuentro habitual en el parque de Pradolongo hasta donde acaba el circuito del Parque Lineal y vuelta son casi 15 km, por lo que hay que hacer un pequeño desvío para completar los quince. Eso fue lo que hicimos, un pequeño añadido y completamos el objetivo inicial.

Esta semana ya hay que empezar a disminuir el kilometraje, después de que la semana anterior llegase al pico de kilometraje, aunque no llegó ni a ochenta.

Lo dicho, realizamos 15 km en un tiempo de 1:18:42 a un ritmo de 5:15 min/km.