Carrera popular «Usera libre de violencia machista»

Si ayer participé en una carrera de nombre largo, la de hoy tampoco se queda atrás. Dos carreras en dos días y ambas por una buena causa, que todo el mundo se conciencie que esta lacra que es la violencia machista se tiene que acabar de una vez. Si esta carrera y la de ayer sirven para paliar este problema, bienvenidas sean ambas carreras.

La carrera es en Usera, en mi barrio, cerca de mi casa y como habíamos quedado a las 8:15 en la explanada de la Junta Municipal de Usera no hizo falta que me diera un súper madrugón, pero aún así el despertador sonó a las 7:30 que no está mal para ser un domingo.

A esa hora estábamos Miguel y yo como un clavo esperando a Mariano, que llegó al poco, cuando estábamos cogiendo los dorsales. Nos dieron un dorsal de cartón y una camiseta. Lo del dorsal de cartón fue una muy mala idea ya que estaba lloviendo y mucha gente perdió el dorsal durante la carrera.

Estaba tratando de poner el dorsal en la camiseta y no era capaz, no tenía manera de colocar la camiseta porque todo estaba mojado y trataba de hacerlo de aquellas maneras. Es por esto que me tiré un buen rato intentándolo. En esos minutos apareció por allí Adelino que nos dijo que venían unos cuantos pradolongueros más a la carrera. Y menos mal que vinieron porque la participación fue escasa y nuestro grupo engrosó el pelotón de la carrera.

Unos cuantos pradolongueros acudieron a la cita y falta alguno que no salió en la foto

Después de conseguir colocar el dorsal, aunque de muy mala manera, y como quedaba aún tiempo y seguía lloviendo decidimos Miguel y yo meternos en un bar para tomar un café y al menos no mojarnos. Allí estuvimos un buen rato y mientras tomábamos el café vimos a un tipo que subía y bajaba Rafaela Ibarra calentando por lo que sospechamos que podía ser unos de los favoritos… Y no nos equivocamos. Cuando salimos del garito sólo quedaban diez minutos, lo suficiente para calentar un poco, pero ese poco fue más de lo que pensábamos porque se dio la salida minutos después de las nueve.

Dieron la salida y enseguida nos quedamos cuatro por delante, aunque Mariano y el «otro» iban ya destacados antes de llegar a Marcelo Usera. Miguel iba un poco descolgado y yo más todavía. En el trayecto por Marcelo Usera, casi todo favorable, Mariano y su acompañante se fueron yendo poco a poco y Miguel también se me fue yendo.

Giramos por San Antonio de Padua y veía que Miguel iba ahí, a veinte metros, que me sacó prácticamente en la bajada, pero yo apretaba y no le recortaba nada. Los dos primeros iban más rápido y casi no los veía, sólo podía ver la moto que los acompañaba.

Por la calle Santuario y Cristo de la Vega se llega a Doctor Tolosa Latour y ahí empieza una subida de no mucha pendiente pero que se nota en las piernas. Esa subida la recordaba de cuando se pasaba en la antigua Carrera de Usera y sabía que era durilla. Seguía viendo a Miguel más o menos a la misma distancia pero nada, que no le recortaba ni un metro.

En Avenida de los Poblados, que es un terreno llano, me dio la sensación de que me acerqué un poco. Fue en ese momento cuando mejor me encontré, pero al girar por Rafaela Ibarra, justo en el kilómetro cuatro, vi que la cosa era ya muy complicada porque la distancia no disminuía y ya notaba las piernas algo cargadas. No sé si la carrera de ayer se notó, es probable.

Efectivamente, el tránsito por Rafaela Ibarra se me hizo bastante duro y en esos últimos metros me sacó algo más de distancia pero mantuve la cuarta en la línea de meta después de mi tocayo. Mariano nos contó que no pudo hacerse con el primer puesto, aunque llegó bastante cerca. De todos modos no estuvo nada mal ya que los componentes del Club Atletismo Zofío estuvieron en posiciones cabeceras. Mariano fue segudo, Miguel fue tercero, yo fui cuarto y Adelino llegó séptimo. No estuvo nada mal, no. Rebeca, la única fémina del equipo también estuvo ahí, creo que fue la quinta de las chicas.

Estuvo toda la carrera y la previa llovizneando, pero resultaba agradable porque no hacía mucho frío y la lluvia era escasa. Tuvimos la fortuna que después de la carrera dejó de llover y la temperatura no estaba mal por lo que no lo pasamos esperando la entrega de trofeos. En categoría masculina subieron Mariano y Miguel, un buen botín para estos dos magníficos corredores.


Podium de la carrera con dos atletas del Club Atletismo Zofío escoltando al ganador

Había olvidado comentar que la organización dijo que la carrera medía 4,8 km pero mi GPS marcó 4,79 por lo que calculo la carrera tendría cien metros menos o así. Hice un tiempo de 19:41 @ 4:07 min/km por lo que no consigo bajar de cuatro en una carrera de estas cortas ni de broma. Como no pierda unos kilos no hay nada que hacer.

Carrera Popular por el Día Internacional contra la Violencia de Género

Hola se celebraba en el parque Plaza y Castañar una carrera de largo nombre: Carrera Popular por el Día Internacional contra la Violencia de Género. Por aquello de participar en una prueba solidaria que además se celebra cerca de casa y encima gratuita me animé a apuntarme.

La carrera empezaba a las diez de la mañana así que salí a las nueve y cuarto en coche. En un principio la idea era ir corriendo desde casa pero hacía frío y no tenía claro si se podía dejar la ropa allí, ya que la información sobre la carrera era ciertamente escasa. Así que decidí ir en coche para poder utilizarlo como guardarropa.

Aparqué el coche, me acerqué trotando a donde daban los dorsales, me dieron una camiseta y un dorsal que se pegaba en la camiseta. Recogí los chismes y me fui al coche a cambiarme. Pegué el dorsal y vi que pegaba regular.

Llegué al punto de salida cinco minutos antes de las diez. Nos juntamos junto al arco de salida unos cincuenta como mucho entre corredores y corredoras. Nos estuvieron contando que había que dar dos vueltas a un circuito de 2,5 km y que estaba señalizado con flechas pintadas y algunas cintas en algunos árboles.

Dieron la salida y salí pitando. Enseguida vi que había tres tipos por delante que iban más rápido que yo y me acoplé a un tipo que iba más o menos al mismo ritmo que yo. Del grupo de tres uno se iba quedando descolgado, pero no sé si los otros dos le esperaron o espabiló. El caso es que terminando la primera vuelta ese trío iba como cincuenta metros por delante y de repente desaparecieron como por arte de magia, como si hubieran atravesado un agujero de gusano y esos cincuenta metros se convirtieron en muchos más porque dejamos de verlos.


En los primeros metros de la carrera

Mi compañero se enfadó mucho e iba diciendo a todo el mundo que esos tres habían recortado. A mí me daba exactamente igual porque aunque no hubieran recortado no los hubiera cogido casi con toda seguridad. También es verdad que a mi compañero le quedaba algo de fuelle porque apretó un poco más en la segunda vuelta y se me fue un poco, pero yo creo que tampoco los hubiese cogido… Aunque a lo mejor a alguno sí, ¡quien sabe! En esa segunda vuelta perdí el dorsal después de anteriormente habérmelo pegado otra vez. No parece un buen sistema eso de los dorsales autopegados.

El circuito estaba señalizado más o menos bien o más o menos mal según lo quieras ver. De todos modos era una carrera para lo que era, para reivindicar una lacra que ahora mismo es un problema importante y si esto ha servido para dar más visibilidad a este asunto, bien está.

Llegué a meta el quinto, pero eso es lo de menos. Cogí una botella de agua y me fui trotando al coche, que no era cuestión de quedarse por allí, que hacía frío. Mis tiempos aquí.

Por cierto, decir que sólo había tres trofeos y eran para las tres primeras chicas.

LIV Cross Canguro

Hoy asistí a la 54ª edición del Cross Canguro organizado por el club de atletismo del mismo nombre. Se dice pronto lo de 54 pero es una auténtica pasada. Mi enhorabuena al Club Canguro por seguir año a año organizando esta prueba. Si acaso, como sugerencia, decir que eché en falta un retrete químico y un guardarropa.

Fui con una amiga al cross y llegué sobre las nueve y media al aparcamiento del Teleférico. Desde allí fuimos dando un paseo hasta el lugar donde estaba instalada la meta y la salida, en el Pinar Alto, sitio donde está ubicado el Circuito del Bosque, un conocido cuatro mil donde entrenan desde atletas de élite a corredores populares. Es un circuito duro, no es ninguna tontería.

Íbamos paseando hasta la salida y pudimos comprobar que el día era extraordinario para correr ya que hacía una temperatura fresca, pero no fría y el cielo estaba nublado. Además no llovía, por lo que el único problema podría estar en que el suelo estuviera muy embarrado, pero estaba perfecto también.

Llegamos a las diez menos cuarto a recoger el dorsal, pero aún no lo tenían organizado, así que esperamos unos minutos dando una vuelta por las cercanías disfrutando de las hermosas vistas que se pueden apreciar desde allí. Con las últimas lluvias estaba todo muy verde y contrastaba con el amarillo de algunos árboles. Estaba precioso.

Al poco recogimos el dorsal junto a un par de guantes finos y unas cremas de protección solar. Como aún quedaba una hora para el comienzo de la primera de las pruebas en las que participaba mi amiga, fuimos dando un paseo de vuelta al coche, junto al Teleférico, con la peregrina idea de buscar un bar o algo semejante donde hacer nuestras necesidades.

Llegamos al aparcamiento nos encontramos con Marina de Benito, excelente corredora del Club Atlético Aranjuez que nos estuvo contando que ha estado lesionada unos cuantos meses. Menuda putada lo de las lesiones, que dañinas son tanto física como psicológicamente para los corredores. Afortunadamente parece que se ha recuperado bien porque luego hizo una buena carrera.

Nos encontramos también por allí a Antonio, amigo y vecino que se había acercado con un amigo suyo del Club Canguro y que se dirigían para la salida. En el coche nos cambiamos y fue entonces cuando me di cuenta que había olvidado mi bonita camiseta azul del Club Aletismo Zofío, pero mi amiga me dejó la suya ya que es algo friolera y dijo que no iba a correr con manga corta. Fijé el dorsal con cuatro imperdibles y me embutí, literalmente, en la camiseta. Salimos trotando para la salida porque la hora de la prueba de 4 km se acercaba.

Llegamos a la salida y mi amiga estuvo calentando un poco hasta que el reloj se acercó a las once de la mañana momento en el que dieron la salida a la primera de las pruebas. Salieron disparadas tanto Marina como mi amiga y aproveché para calentar yo yendo de un sitio a otro del circuito para hacer fotos a las dos.

Cuando acabaron su carrera dejé a mi amiga la mochila para que se abrigara un poco y me puse a calentar. Minutos antes de las once y media me acerqué a la línea de salida y me puse a esperar mientras charlaba un poco con mi amigo Antonio. Vi unos metros delante de mí a dos ilustres del atletismo madrileño, uno de ellos Antonio Gallardo y otro Javier Odriozola.

Dieron la salida y salí a tope como mandan los cánones en este tipo de carreras cortas. Enseguida todos los conocidos estaban por delante de mí, el único que no se despegaba era Odriozola y es que debió salir conservador porque le adelanté al poco. Vi que el primer kilómetro lo hice en 3:58 y lo di por muy bueno porque aunque la primera mitad es favorable, luego la segunda es para arriba. Aflojé un poco en el segundo kilómetro y eso que es favorable, haciendo 4:11. Con ese segundo kilómetro habíamos hecho «el primer pulmón» y quedaban los cuatro kilómetros del Circuito del Bosque.

El tercer kilómetro, que es prácticamente el mismo que el primero, se me fue a 4:17 y el cuarto a 4:14 y eso que era favorable. Ahí noté que iba peor de respiración que de piernas y no podía ir más deprisa porque los pulmones no daban más de sí. Empecé a pensar que las búrpis que me están poniendo las piernas fuertes, pero si la respiración no acompaña, no hay nada que hacer. Hay que entrenar los ritmos de carrera para que una cosa acompañe a la otra.


En plena acción en el Cross Canguro, foto cortesía de Marina de Benito

El quinto kilómetro es el más duro y ahí las pasé canutas, ni búrpis ni leches, hice 4:32. Fue en ese tramo donde me pasó Odriozola y no pude seguir su estela. Además al empezar el sexto kilómetro que hay una bonita cuesta abajo se me fue irremediablemente ya que bajo fatal y él lo hacía con soltura. Como este sexto y último kilómetro es favorable traté de darlo todo después de bajar el tramo más pronunciado, pero no conseguía recortar nada a los que iban por delante de mí. Llegué a meta y pude ver el reloj con un tiempo de 24 y algo, pero no atiné a parar mi cronómetro por lo que no sé el tiempo que tardé. Según la clasificación oficial, de la que guardo una copia aquí, el tiempo fue de 24:46. Esto indica que hice el último kilómetro a un ritmo de 3:58, igual que el primero. Así que no me puedo quejar, la cosa avanza, voy mejorando la forma poco a poco. De hecho he obtenido un VDOT de 47,5 que es algo menos que lo obtenido en la carrera de los militares (47,7) pero este cross es más duro que aquella carrera y encima el terreno es mucho más blando, que también influye.

Una vez en meta cogí un bote de Aquarius y unas galletas saladas, me cambié la camiseta y nos fuimos andando hasta el coche después de haber disfrutado de una bonita mañana de atletismo.

XIX Carrera cívico-militar contra la droga

Hoy nos hemos dado cita un buen número de pradolongueros en la Casa de Campo y todo hay que agradecérselo a Pepe que amablemente nos ha inscrito a todos ¡¡¡muchas gracias Pepe!!!

Igual que el año anterior habíamos quedado a las 8:45 en el punto de encuentro para ir trotando hasta el Urogallo, al lado del lago de la Casa de Campo, lago que por cierto está en obras y sin agua. La distancia recorrida desde el punto de encuentro hasta el Urogallo fue de 8,4 km, pero fuimos a un ritmo tranquilo y cuando llegamos al destino y vimos al resto de compañeros aún no había llegado Pepe con los dorsales, pero en poco tiempo apareció. Nos dio los dorsales, nos lo prendimos en el pecho y nos hicimos una bonita foto de grupo.


Un montón de pradolongueros en la carrera

Después de retratarnos dejamos la ropa en el coche de un compañero. Entre unas cosas y otras se nos echó encima la hora de salida por lo que fue dejar la ropa e ir directamente a la salida donde nos colocamos muy cerca de los primeros, pero aunque salimos tan cerca de la línea de salida, fue un tanto caótica porque mucha gente que se había situado en primera línea salió muy despacio y algunos incluso andando, así que el primer kilómetro se nos fue a 4:26 cuando otras veces lo hemos hecho a cuatro y poco.

En un principio íbamos a formar un trío, pero la fémina se quedó por detrás y no fue capaz de contactar con nosotros, así que compusimos un dúo que se mantuvo unido toda la prueba. Yo fui tirando todo el rato sintiéndome muy fuerte durante toda la carrera y llegando a meta pletórico, sin esa sensación de llegar muerto, haciendo los últimos kilómetros con mucha energía y no como, por ejemplo, el domingo pasado que los últimos dos kilómetros se me hicieron durísimos.

Llegué a meta con Joaquín, lo cual es un triunfo porque en las dos ediciones de esta carrera en la que había intentado ir con él me había dejado. Según mi cronómetro hice un tiempo de 25:59 en una distancia de aproximadamente 6,2 km. Como a medio minuto llegó la tercera componente del terceto que no pudo seguir el ritmo que marcamos durante toda la carrera. Acabé muy contento porque me noté muy fuerte durante toda la carrera, parece que mi entrenamiento secreto está dando sus frutos.

Cogimos la bolsa del corredor que se componía de una botella de agua, una camiseta y una mochila de cuerdas. Demasiadas cosas para haber sido gratis, aunque me molaba más la ración de combate que daban hace años.

Fuimos al coche de un compañero a por la ropa y desde allí al kiosco de La bicicleta, lugar de reunión de los Garabitas, donde nos esperaba Emilio. Nos tomamos un café -casi todos- con media tostada de aceite y tomate que nos supo a gloria. Y después de recuperar fuerzas, a casita, a donde nos acercó Emilio muy amablemente.

I Cross solidario en marcha por el cáncer de mama

Se ha celebrado en el parque de Pradolongo, al lado de mi casa y donde entreno habitualmente, un cross de nombre tremendamente largo: I Cross popular solidario de Usera en marcha por el cáncer de mama. Y ahora que lo escribo me doy cuenta que el nombre no parece muy apropiado ya que por, en una de sus acepciones, viene a significar «A favor o en defensa de alguien o de algo». Y en este caso imagino que no se hace el cross para estar a favor del cáncer ni a defenderlo.

Dado que se celebraba al lado de casa, que era gratuito y por una buena causa y aunque sabía que los organizadores no son nada del otro mundo, me animé a apuntarme por pasar la mañana y tratar de hacer más visible el tema. Es cierto que iba si ninguna pretensión ya que estaba bastante cansado debido a que el viernes había estado cavando participando en una de las actividades de voluntariado y el sábado hice 16 km a buen ritmo.

La prueba de los mayores comenzaba a las 11:30, pero una hora antes bajé a por los dorsales y a por la camiseta conmemorativa que era de color rosa, color relacionado con el cáncer de mamá, como se puede apreciar en los lacitos que han llevado algunas personas este fin de semana por este motivo.

Recogí los dorsales y me sorprendió porque había más gente de la que había pensado ya que me pareció que el evente no había sido muy publicitado. De hecho, en internet era imposible encontrar información. Sólo había visto el anuncio en Twitter, pero nada de recorridos ni cosas semejantes. Me habían contado que el circuito era de algo más de un kilómetro y había que dar ¡¡¡cinco vueltas!!! para totalizar seis kilómetros.

Recogí mi dorsal y el de una amiga, estuve charlando con un compañero de entrenamiento y me fui a casa a prender el dorsal y ponerme la camiseta rosa. Llegué con mi amiga, dimos una vuelta al circuito y nos pareció que no tenía un kilómetro ni de broma, así que si teníamos que dar cinco vueltas no íbamos a hacer ni cinco.

Somos un grupo de aproximadamente veinte pradolongueros; sin embargo sólo nos dimos cita ocho de esos veinte. Resulta curioso que pudiendo correr al ladito de tu casa una carrera gratuita algunos elijan no ir y otros prefieran ir a carreras pagando y es que los corredores somos muuuuuuy tontos (yo también me incluyo).


Pradolongueros posando antes de la carrera

Antes de tomar la salida pregunté a un tipo de la organización si había categorías en la carrera de mayores y me dijo que no, que era categoría única para todos aquellos nacidos antes del 2000. Me había hecho ilusiones de poder subir al cajón en mi categoría, porque veía muchos jóvenes pero no tantos mayores, pero mis esperanzas se esfumaron cuando me dijo lo de la categoría única.

Junto a la carrera se celebraba también una marcha y es por eso que en el arco de salida nos juntamos un buen número de personas, aunque no todos con intenciones de correr. Dieron la salida con un par de minutos de retraso y como salí de los primeros, cuando me quise dar cuenta iba el séptimo de la carrera. Un compañero que iba conmigo me animó diciéndome: «este es tu parque, ves a por el pódium».

Y eso hizo que me subiera la adrenalina y que aumentara un poco el ritmo. Primero fueron cayendo algunos jovenzuelos que salieron con mucha alegría. Luego una chica que salió también fuerte. En la segunda vuelta ya iba tercero, pero no tenía muy claro que pudiera con el segundo, pero en mi cabeza martilleaban las palabras que me había dicho mi compañero: «este es tu parque». Y claro que lo es, estaba jugando en casa y eso me dio un plus.

A mitad de la segunda vuelta, después de haber esquivado a unos cuantos grupos de gente que iban andando pude adelantar al segundo clasificado. Al hacerlo apreté todo lo que pude para que no se pusiera a mi rebufo. Ya iba con las piernas muy cansadas, pero pensé que él también las llevaría, así que apreté y apreté todo lo que pude.

Acabé la tercera vuelta y el objetivo era tratar de esquivar a la gente que iba andando y buscar la ruta más corta y con menos barro, lo que implicaba ir avisando a los de delante para que se fueran apartando y con un rápido eslalon buscar la posición más óptima. De vez en cuando, en las esquinas, iba echando un vistazo hacia atrás por si se acercaba el tercero, pero no veía nada. O lo tenía muy cerca o se había quedado muy lejos.

Cuando acabé la cuarta vuelta ya quedaba algo menos de un kilómetro para terminar y me dije que eran menos de cinco minutos de sufrimiento y eso ¿qué es? No es nada. Traté de al menos mantener el ritmo y a falta de trescientos metros aceleré todo lo que pude por si acaso venía alguien con intenciones aviesas. Pasé por meta según mi reloj con un tiempo de 20:22 para una distancia según el GPS de 4,7 km bastante por debajo de la distancia oficial de seis kilómetros, quedando el segundo de la carrera por primera vez en mi vida. Lo curioso es que mi amiga también quedó segunda en la clasificación femenina, así que fue curioso que ambos subiéramos al cajón en la misma posición.


En el segundo escalón del cajón

Es totalmente inexacta ya que no son 6 km y he visto que falta gente, pero guardo la clasificación de la carrera. ¡Qué no se me pierda! No siempre aparece uno como segundo clasificado de una carrera.

III Carrera Mercamadrid

Sí, lo reconozco, me apunté a la Carrera Mercamadrid por pura ansia, porque el año pasado los compañeros pradolongueros que se apuntaron vinieron muy contentos porque la organización había sido muy generosa y vinieron con fruta como para parar un tren. Así que este año pensé ¿y si me apunto y por un poco más de diez euros tengo fruta para toda la semana? Me llevé un buen chasco.

Habíamos quedado a las 8:30 y sin que sirva de precedente estábamos puntuales como clavos. Estuvimos dudando si llevar una furgoneta, para cargar el material que pensábamos traer o si llevar un coche. Al final nos decidimos por el coche porque aunque hubiésemos tenido la oportunidad de traernos fruta, tampoco íbamos a vaciar Mercamadrid.

Mercamadrid está cerca de Pradolongo, por lo que un cuarto de hora más tarde estaba Emilio aparcando allí. Lo primero que noté es que hacía un frío del carajo porque había bastante viento y venía frío. Y yo no había llevado nada de abrigo, sólo una camiseta de manga corta y un pantalón también corto. Tremendo fallo.

Nos acercamos al sitio donde estaba instalada la meta, donde iban a dar las bolsas a los que entraran por la meta y estuvimos saludando a los pradolongueros que estaban por allí que se habían ofrecido como voluntarios. Todos estaban ataviados con sus chalecos y tenían todo prácticamente preparado y eso que quedaba más de una hora para el comienzo. Unos chicos realmente eficientes.

Nos hicimos una bonita foto los que íbamos a correr y los que iban a currar. Se ven un montón de gente en la foto, pero aún había alguno más.


Pradolongueros por doquier

Yo buscaba el chocolate con roscón, pero no lo encontré así que nos metimos dentro de una de las naves, donde estaban los servicios porque hacía frío de verdad. Sin lugar a dudas el día que más frío he pasado en estos últimos meses. Aproveché para soltar lastre y me llevé una sorpresa porque el retrete era una taza turca, algo que llevaba tiempo sin ver.

Este tipo de retretes resulta muy útil para evitar que la gente se ponga a tontear con el móvil mientras defeca. Recuerdo que mi padre me contaba que cuando trabajaba en una sucursal bancaria al hacer o reformar los baños pusieron taza turca para que los empleados no perdieran el tiempo leyendo el periódico. Ahora lo mismo, pero con el móvil. Aparte de que el tema sea más rápido, parece mucho más higiénico porque no tienes que tocar nada que a saber qué puede tener.

Faltando algo menos de media hora para el comienzo de la carrera abandonamos nuestro confortable escondrijo y fuimos al coche a dejar la ropa y ponernos la de correr. No había más remedio que calentar porque seguía haciendo frío y aprovechando que en el aparcamiento daba el sol estuvimos trotando yendo y viniendo.

Nos pusimos en el pelotón de salida y me sorprendió encontrarme rodeado de tanta gente. En las últimas carreras que he participado éramos cuatro monos y hoy había gente para aburrir. Dicen que había dos mil inscritos.

Tenía pensado salir con Joaquín y con Ninfa y ésta me dijo que iba a rodar, que había mucha competencia y que iba a ser complicado rascar bola. Claro, que para lo que esta chica es rodar para mí es ir a toda pastilla.

Dieron la salida y partimos los tres juntos, aunque me vi en cabeza del trío al poco tiempo. No tenía reloj, por lo que no sabía el ritmo al que iba, pero miraba hacia atrás y veía a mis otros dos compañeros y trataba de marchar a su ritmo. Pensaba que estando peor que ellos, no iba a ir por delante. Sobre el kilómetro tres se pusieron a mi altura y ya fuimos codo con codo casi todo el camino.

Con el aire que hacía era de agradecer meterse dentro de las naves porque allí el viento no se notaba. Algunas naves las atravesábamos a lo largo, otras a lo ancho, pero casi todo el recorrido era por fuera de las naves, al aire libre. De todos modos, aunque hacía aire, tampoco era como lo que nos encontramos en la última media de Villarrobledo.

A mitad de carrera Ninfa se puso a acelerar y me costaba seguir su ritmo. Pasé kilómetro y pico en los que iba sufriendo para aguantar la marcha de mis compañeros. Luego me recuperé un poco, pero cuando llegó la bajada más pronunciada se fue Joaquín con esa zancada grácil que exhibe en todas las bajadas. Nos sacó cuatro o cinco metros y nos costó ponernos a su altura. Lo conseguimos cuando empezamos a subir lo bajado, sobre el kilómetro ocho. Fue poco antes de esa cuesta cuando vimos que había tres o cuatro chicas delante nuestro. Animé a Ninfa para ver si podíamos hacernos con ellas.

¡Y vaya si se animó porque una tras otra fueron cayendo! En el tramo ascendente, que llegaba hasta pasado el kilómetro nueve una tras otra tuvieron que rendirse al ritmo que impuso Ninfa. Sólo se libró una chica que hubiese caído también si la carrera hubiese sido un pelín más larga. Cuando faltaban quinientos o seiscientos metros, ya en bajada, me quedé unos metros de mis acompañantes y sufrí de lo lindo para que no se fuesen más lejos; estaba ahí mismo, pero en la glorieta donde se gira a la derecha para afrontar ya los últimos metros saltó un niño que debía ser hijo del corredor barbudo de Garabitas y se puso a correr con su padre o quien fuese. Eso me obligó a bajar el ritmo para no llevármelo por delante y entre unas cosas y otras llegué cuatro segundos más tarde que mis compañeros. Al pasar la meta vi que el reloj marcaba cuarenta y tres minutos y treinta y tantos segundos. Según la clasificación oficial llegué a meta marcando un tiempo de 43:39 siendo 43:22 el tiempo neto. Me doy por satisfecho ya que hice el tiempo que había pensado podía llegar a hacer.


En el último kilómetro, luciendo los colores del Club Atletismo Zofío, foto cortesía de forofosdelrunning.com

Estuvimos esperando que llegaran los compañeros y cuando estuvimos todos fuimos al coche a cambiarnos y ponernos algo de abrigo. Decían que a las once y media se podía pasar donde nos iban a dar fruta y hamburguesas y no sé cuantas cosas más. Cogí la mochila y fuimos para allá, pero vimos que las cosas habían cambiado con respecto al año pasado y había que hacer cola para todo, algunas colas más largas que otras. Por ejemplo, me dieron tres kakis con sólo cuatro o cinco por delante; sin embargo, para recibir cinco mandarinas tuve que guardar bastante cola y para comer paella había que pagar 1 € lo cual no nos hizo mucha gracia porque no se nos había ocurrido llevar dinero 🙁 Para tomar una cerveza la cola era también tremebunda, así que nos fuimos con el rabo entre las piernas, jurando y perjurando que era la última vez que nos veían por ahí.

¿Quiere decir esto que la carrera no merece la pena? No, la carrera es curiosa, bien organizada y la bolsa del corredor generosa, pero sí es cierto que en las dos primeras ediciones pusieron el listón muy alto en atenciones al corredor y este año ha sido más normal. Pero sólo por conocer Mercamadrid merece la pena ir.

XI Carrera popular villa de Torrijos

Undécima edición y décima participación en esta bonita carrera en la localidad toledana de Torrijos. Una lástima que me perdiera la edición de 2013 porque hubiese hecho pleno. Pero bueno, me doy por satisfecho.

Es una carrera que me gusta mucho para ir a tope y calcular con el tiempo realizado los ritmos de entrenamiento para el otoño, pero esta vez ha sido diferente porque me lesioné dos semanas antes y he estado parado una semana y cuando he empezado de nuevo lo he hecho con mucha calma para no recaer.

Me acerqué con una amiga a participar en la carrera y estando calentando noté que el gemelo no estaba como debería de estar así que pensé en salir despacio y si veía que iba bien trataría de ir a su par y si la cosa se complicaba abandonaría la carrera.

Llegamos a la plaza, retiramos el dorsal y estuve buscando los urinarios que siempre habían estado situados debajo de unos soportales. Siempre he dicho que esta carrera es la de mayor ratio de urinarios por corredor, por lo que me extrañó que no hubiese. Pregunté y me dijeron que estaban al otro lado de la plaza. Fui hasta allí y vi dos casetas prefabricadas, una para chicos y otra para chicos. Entré en la de chicos y vi siete urinarios y dos váteres con puerta. Un despliegue extraordinario para una carrera de unos quinientos corredores.

Estuve estirando y casi dieron la salida mientras hacía los estiramientos, afortunadamente me dio tiempo. Me puse en la línea de salida bastante atrás y salí tranquilo. Fui poco a poco aumentando la velocidad para no perder de vista a mi amiga y como el gemelo no se quejaba pronto estuve a su lado.


Por la calle Molinos, foto cortesía de Juan Hiniesto

Creo que no lo había dicho, pero hacía bastante calor. No sé la temperatura que haría, pero el calor se hacía notar y había que ir bebiendo cada dos por tres, aunque la compañera con la que iba no es de mucho beber; sin embargo en la segunda vuelta me pidió que echara agua sobre su cabeza. Eché agua y algo cayó sobre sus hombros que se mojaron y se llenaron de gotitas de agua. Pues bien, esas gotitas desaparecieron como por arte de birlibirloque en cuestión de segundos. Debía tener los hombros como planchas.

Llegamos a la meta con un tiempo oficial de 49:37 que sirvió a mi compañera para auparse a lo más alto del cajón en su categoría. No sólo ganó un trofeo sino que se llevó a su casa un rico jamón que ya podría repartir entre los compañeros del Club Atletismo Zofío y demás fauna pradolonguera.


En lo más alto del cajón, foto cortesía del Ayuntamiento de Torrijos

VII Carrera nocturna San Miguel

Cuando corrí la primera edición de esta carrera en 2012 pensé que correría todas y cada una de las ediciones, ya que esta carrera resulta muy emotiva para mí; sin embargo, después de esa primera edición por unas causas u otras no pude volver a correr hasta el año pasado y este año afortunadamente he vuelto a poder hacerlo.

Me acerqué con una amiga hasta esta localidad toledana y aparqué el coche junto al convento, sitio donde pasé cuatro cursos de mi vida, de quinto a octavo. Fue aparcar y me volvieron los recuerdos a borbotones.

Recordaba cuando llegué el primer día y mis padres me dejaron en la puerta del convento, era septiembre de 1976 y ya ha llovido desde entonces, ¡nada menos que 42 años! Tengo sobre todo buenos recuerdos porque los malos se olvidan, aunque debo decir que acabé algo quemado de esos cuatro años y cuando por fin acabé octavo pensé que ese sitio era un lugar horroroso y que no volvería por allí ni loco. Y es cierto que no he vuelto al convento, pero ahora lo recuerdo con cariño. Aún me acuerdo de algunos curas que estaban allí cuando estudié, como el P. Julio que fue tutor de los internos, el P. Benjamín, que también fue tutor de los internos en mi último año, el P. Marcos, el P. Máximo, el P. Pedro, el P. Luis, el P. Luis Cerrato, el P. Ángel Zaratiegui y Fray Amancio. Seguramente había más, pero mi memoria no da para tanto. También recuerdo a algunos profesores que no eran curas, como Carlos Catalán, nuestro profesor de quinto, Pedro Mena, profesor de Matemáticas o don Tarsicio, profesor de Gimnasia con el que estuve desde sexto de Básica ¡hasta tercero de Bachiller!


Con el convento a mi espalda

Iba pensando en eso y en muchas cosas que me venían a la cabeza mientras iba hacia la plaza a recoger el dorsal. Estaba ubicada la mesa donde repartían los dorsales en la entrada del Ayuntamiento y la entrega fue rápida. Después de la recogida salimos a la plaza donde pudimos contemplar la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz que lucía espléndida, mostrando las piedras de la fachada que han estado ocultas durante mucho tiempo y ahora han salido a la luz. La plaza Mayor también estaba bonita con la iglesia, el palacio de los condes de Montalbán, los soportales que sujetan las casas. Me encantó, ha ganado mucho en los últimos años.

Buscaba en la plaza a mi amigo Luis, pero no lo encontré, así que decidimos prepararnos, dejar la mochila en el guardarropa y calentar un poco. Fue un breve calentamiento donde examinamos las calles por donde discurre la carrera en su salida. Al volver a la plaza, faltando diez minutos encontré a Luis y con él estuvimos hablando hasta que faltaba un minuto para comenzar la prueba que nos fuimos hacia la salida.

Es una carrera dura por lo que salí guardando un poco. Vi que delante de mí iba una chica llamada Cristina, que debía ser de la Puebla de Montalbán porque era jaleada por multitud de gente en diversos puntos del recorrido y curiosamente íbamos a un ritmo parecido. Nos fuimos adelantando unas cuantas veces. Yo sacaba algo de ventaja en la subida y ella me adelantaba en la bajada. En la segunda vuelta, casi acabando la bajada, faltando más o menos un kilómetro me adelantó y fue en ese preciso instante cuando sentí un pinchazo en el gemelo o quizás en el sóleo de la pierna derecha. Estando a un kilómetro de la meta no lo iba a dejar, así que bajé el ritmo y sólo apreté cuando entrando en meta vi que dos tipos iban querían sobrepasarme en los últimos metros y eso no lo iba a permitir.

Pasada la línea de meta miré el crono y vi que marcaba 34:10, mejor tiempo que el año pasado. Entonces pensé que si el año pasado había sido cuarto con un tiempo peor a lo mejor este año…

Me quité el chip y fui por el circuito hacia atrás para buscar a la amiga que había venido conmigo hasta allí. Cuando la vi, la animé y al llegar a la meta descubrió que había sido la ganadora de su categoría. Tremenda esta chica.

Después de beber una botella de agua y comer un plátano me acerqué al puesto de cronometraje de Evedeport para ver mi clasificación y me decepcioné un tanto porque había llegado el séptimo de mi categoría. Otra vez será.

Con mi buen amigo Luis estuve de cháchara mientras se entregaban los trofeos. Luego seguimos parloteando pero ya sentados y con un botellín en la mano. Pasamos un rato muy agradable.

II Carrera nocturna solidaria de Gerindote

En esta localidad toledana se celebra una carrera solidaria en favor de la asociación Afanion en la que toda la recaudación de la carrera se destina a esta asociación que según ellos mismos se definen en su página web como:

AFANION es la Asociación de Familias de Niños con Cáncer de Castilla-La Mancha y se constituyó el 19 de diciembre de 1995 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de este colectivo.

Es una ASOCIACIÓN SIN ÁNIMO DE LUCRO que nace de un grupo de padres que había atravesado la misma situación de tener un hijo afectado de cáncer.

Puestos a pagar el importe de una inscripción, mejor que vaya a una asociación que se dedique a estos temas solidarios.

Además de gente que iba a participar en la carrera, había otro grupo de personas, quizás más numeroso, que se había apuntado a una marcha, lógicamente también solidaria. También vendían objetos como bolis, pines, etc. para aumentar la recaudación.

A las ocho de la tarde empezaban las carreras de los más pequeños y a las nueve y media estaba prevista la carrera de los más mayores que constaba únicamente de dos categorías: seniors hasta los 39 años y veteranos desde los 40 en adelante.

Llegamos al pueblo cuando habían comenzado los pequeños, pero nos dio tiempo de sobra para cambiarnos, recoger el dorsal y calentar antes del comienzo de nuestra prueba. Había ido hasta allí con una amiga natural de esta localidad y los dos nos pusimos a calentar cuando quedaban veinte minutos para el comienzo, aunque calientes ya estábamos porque la temperatura a esas horas sobrepasaba los treinta grados, pero lo que nos llamó la atención es que trotamos únicamente kilómetro y medio y acabamos absolutamente empapados en sudor. Desde luego para correr era un día absolutamente inadecuado ya que hacía mucho calor y mucho bochorno.


Preparado para la carrera muy bien acompañado

No había corrido nada durante la semana ya que estuve de vacaciones. Y no sólo no corrí sino que me alimenté como un señor, ya que estando por el norte de España no puede uno andarse con contemplaciones. En Asturias le dimos fuerte al cachopo, que no eran cualquier cosa como se puede ver en la foto.


Cachopo de considerables dimensiones

Alguien podría pensar que es un ejemplar pequeño, pero comparando con las púas del tenedor puede hacerse una idea del tamaño del ejemplar.

El caso es que entre haber entrenado poco, haber comido mucho y el calor que hacía, no tenía muy claro hasta donde podía llegar, así que salí con cierta precaución, sin ir a tope ni mucho menos, tratando de no morir en el intento aunque tampoco arrastrarme.

Hice las tres vueltas de rigor adelantando alguno que otro y acabé los 6,2 km oficiales en un tiempo según mi cronómetro de 26:40 a un ritmo de 4:22 min/km. El GPS marcó 6,1 km por lo que sospecho la carrera debe medir 6 km y muy poquito.

Mi amiga consiguió llegar la primera chica de la carrera por lo que subió a lo más alto del cajón y fue obsequiada con un bonito trofeo y un rico jamón. No estuvo mal la visita.

XXXVI Trofeo San Lorenzo

A las siete sonó el despertador. Me levanté, desayuné una rosquilla y una taza de café con leche y un poco más tarde de las 7:45 estábamos en el punto de encuentro donde ya estaban Joaquín y Emilio. Salimos con el coche de Emilio y a las ocho estábamos en Embajadores aparcando en Ronda de Valencia, muy cerca de la salida. Haciendo tiempo por aquí y por allí tuvimos la suerte de encontrarnos con otros dos compañeros pradolongueros.

Saludamos a unos y a otros, hablamos un rato y nos fuimos yendo a la zona de la llegada. Subí por la calle del doctor Piga al sitio donde montaron el guardarropa. Hice cola, pero enseguida cogieron la mochila. Tremendamente eficientes.


En la puerta de la Gatoteca, un sitio curioso en la calle Argumosa

Estuvimos un rato calentando y faltando poco minutos para la salida bajamos hacia Ronde de Atocha donde estaba ubicada la salida. Para los pradolongueros había dos duelos interesantes. Por un lado Ninfa y Joaquín se la jugaban y por el otro Emilio 2 quería asaltar el número 1 del otro Emilio.

Yo salí con Ninfa y Joaquín, aunque sabía que me acabaría quedando. Hicimos juntos el primer kilómetro, pero en la bajada de Ronda de Segovia se fue alejando Joaquín, quedándonos Ninfa y yo algo atrás. Y así estuvimos hasta el kilómetro seis donde Ninfa decidió ir a por Joaquín. Yo desde la mitad del recorrido ya iba bastante justo, así que cuando me quedé solo me relajé un poco, ya que no estaba por la labor de sufrir demasiado.

Fui viendo como Ninfa se iba acercando poco a poco hasta que en la Puerta del Sol se puso a la altura de Joaquín. Luego a los dos juntos los fui viendo mientras bajábamos por la Carrera de San Jerónimo hasta Neptuno y por el Paseo del Prado hasta Atocha, pero allí ya me sacaban bastante y yo iba muy cansado y con pocas ganas de nada.

Una vez pasada la Glorieta de Atocha no los volví a ver hasta que pasé la línea de meta donde Joaquín (43:30) me dijo que había ganado el duelo porque había apretado en la cuesta de la calle Argumosa y Ninfa (43:35) se había quedado un poco atrás. Ninfa demasiado hizo porque tenía un par de uñas muy fastidiadas de los entrenamientos de los últimos días.

En el otro duelo, Emilio I sigue siendo Emilio I porque el otro Emilio no fue capaz de ganarle, aunque cada vez se va acercando más. Emilio el number one hizo 49:11 y el otro Emilio un par de segundos menos de 50. La otra compañera pradolonguera llegó un poco después con muy mala cara. Y yo, que no había dicho nada, llegué prácticamente un minuto después de Joaquín, con un tiempo oficial de 44:28. Me sacaron un buen puñado de segundos en los dos últimos kilómetros.

Fue un día duro por varios factores. El principal es por la cantidad de cuestas que hay, pero además hizo calor y sobre todo, mucha humedad, lo que provocó que nada más pasar la línea de meta me quitase la camiseta, cosa que no hago nunca, pero había sudado lo que no está en los escritos. Luego cogí la mochila del ropero, fuimos a ver las clasificaciones y Joaquín cogió un mosqueo de narices porque pensaba que iba a subir al cajón y sólo pudo ser séptimo. Decía que con el tiempo que había hecho hubiese subido al cajón el año pasado. Ninfa, una habitual de los cajones, tampoco pudo subir ya que fue quinta de su categoría.

Antes de irnos del barrio de Lavapiés nos hicimos una foto los compañeros pradolongueros y unos cuantos allegados.


Pradolongueros y allegados después de la carrera

Después de estar por ahí mareando nos fuimos hacia los coches. En el de Emilio los cuatro que habíamos venido y en el otro coche el resto de pradolongueros. Nos acercamos a un bar del barrio a tomar algo para recuperarnos del esfuerzo y allí estuvimos un rato muy agradable disfrutando de la compañía.