Se ha celebrado la XVI edición de la carrera popular villa de Aranjuez bajo unas condiciones meteorológicas muy aceptables: solecito y fresquito a la vez. Sólo dos maratidianos nos dimos cita en esta hermosa carrera: Fernando y un servidor. La salida se retrasó 15 minutos por el ansia de los organizadores de apuntar a cuantos más mejor. Al final se llenó el cupo de 1000 corredores (con dorsal) al que se añadieron 250 sin dorsal.
Corrí con Parra, que ya me acompañó en el Cross de los Tres Refugios, por lo que comencé un poco acelerado, lo que me hizo andar algo fastidiado desde el km 5 al 7. Al final me recuperé algo y eché el resto en la pequeña cuestecilla, terminando mi carrera a unos 100 m antes de la meta en un terrible atasco de corredores. Llegué a «meta» con un tiempo de 42:17 aunque no tengo claro si recorrí 9,9 km o, como todos los años, algo menos. Apuesto por esta última posibilidad.
La llegada estaba organizada horriblemente. Los «nuevos medios informáticos» -consistentes en un código de barras, dando la impresión de ser un enorme paquete de embutido- de los que se jactaban por megafonía antes de darse la salida provocaron un enorme atasco ya que sólo había dos calles pasada la línea de meta. Después de meterte en una de las calles recorrías un largo recorrido (200 m aproximadamente) para llegar un mostrador con al menos 10 personas de las que sólo las dos primeras daban regalitos. Este consistía en el típico plato de cerámica, batido de chocolate, bollito, bote de refresco y demás zarandajas.
Creo que las organizaciones se equivocan tratando de controlar al segundo las clasificaciones. Soy de la opinión que deberían controlar sólo a los primeros -quizás 50, quizás 100- y los demás podrían entrar asaco en la meta, de esta manera se ahorrarían muchos problemas. Colocando además la zona de «regalos» lejos de la meta no se formaría el atasco «antes de» sino «después de». Otros años en Aranjuez no había tanto control y nunca había problemas de atasco.
Al final sí hubo jornada gastronómica y, por supuesto, en el Rte. La Alegría de la Huerta. Fernando llevaba prisa y se marchó raudo, así que después de una ducha en el polideportivo nos dimos la gran comilona, disfrutando de los exquisitos manjares que se sirven en la citada casa de comidas ¡os aseguro que el entrecote que manduqué ha sido de los mejorcitos que he probado! Lástima por los que quisieron pero no pudieron ir, se perdieron un buen día para correr.
Coincido con mi compañero Goyo en que la recogida de ropa fue lo más duro de la carrera con diferencia. Ahí la organización falló estrepitosamente, colocando un solo punto de devolución de ropa (5 ó 6 personas atendiendo) para una carrera de más de 3000 participantes, con la meta en distinto sitio de la salida y con un frío que pelaba, ¡creo que estuvimos al menos 20 minutos hasta que pudimos recoger la ropa!
Hasta ese momento la organización me había parecido normal aunque con algunos puntos débiles:
No vi ningún kilómetro señalizado y aún no tengo claro si los arcos de plástico indicaban el kilometraje.
El avituallamiento en el km 5, aunque yo no cogí agua, pude apreciarlas dificultades que tuvieron mis compañeros de pelotón para tal menester.
Yo salí tranquilo con JuanMa ya que no intentaba hacer marca ni nada por el estilo. Es por eso que nos pusimos algo atrás en la salida junto a Fernando. Esto motivó que tardáramos 45» en cruzar por la alfombra de salida. Fernando salió pitando y luego, bajando por Arcentales, se quedó JuanMa y anduve solo hasta la meta. Algo después del km 5 vi a Angel, al que intenté animar lo más posible (cosa que después me reprochó sobremanera), aflojando el ritmo para que pillara rueda, pero al volver la vista atrás ya no vi ninguna camiseta de MaraTI+D por lo que proseguí a mi ritmo. En el último kilómetro tuve bronca con un espécimen que me dio un codazo después de haberme dado otro bajando Alcalá, lo cual me espoleó para llegar fuerte a meta. Entrando con un tiempo oficial de 45:51.
Desgraciadamente, llegué tarde a la cita del punto de encuentro por no haber calculado bien el tiempo que podía tardar en metro, aunque me alegró encontrarme con gente nueva , ¡nos veremos en las próximas carreras!
También me gustaría dar las gracias a todos aquellos que estuvieron animando a pesar de la mañana tan desagradable que hacía.
Hoy se ha celebrado la carrera del CSIC. Ayer, justo antes de acostarme me di cuenta de que había olvidado en la empresa los dorsales de la gente a la que tenía que dárselos a la hora de la carrera. Mi mujer se negó rotundamente a madrugar para acercarme en coche, así que me tocó madrugar a mí en exceso y pillar un taxi. Luego metro hasta la Pl. de la República Argentina, donde llegaba a las 9h10′. Había llovido por la noche, pero a esas horas no llovía y la temperatura era buena para mi gusto y para Angel, un poco alta.
Dado el nerviosismo propio de la ocasión, tuve que acercarme rápidamente a los servicios donde pude contemplar con desazón la inmensa cola -de gente- que había para hacer uso de estos inventos. Estando esperando, vi como poco a poco el reloj se acercaba a las 9h30′ e incluso las sobrepasaba. Algo más tarde y después de…, nueva cola -también de gente- para recoger el chip. Curiosamente, todos los quioscos de reparto de chips estaban vacíos menos el que me tocaba a mi.
Afortunadamente, estando en la cola se acercaron Francisco y Javier a los que pudedarles el chip y el dorsal, sin embargo Alberto no apareció por allí. Entregué mi ropa en el guardarropa y trotando me acerqué al punto de encuentro a eso de las 9h45′ y ¡Alberto tampoco estaba! Le estuve esperando con el chip y el dorsal en la mano hasta tres minutos antes de dar la salida, cuando se lo entregué a Javier G. -todos esperamos verte pronto de corto- por si casualmente le veía en estos momentos postreros.
La salida fue verdaderamente horrorosa. Por el asunto de Alberto estaba atrás del todo del pelotón con Mariano con el que había planeado correr sobre los 5’/km. Tardamos sobre 40» en pasar la pancarta de salida y no sé cuántos más en comenzar a correr. Viendo que el pelotón andaba algo pastoso me puse a correr por la acera y en ese momento ya no volví a ver a Mariano hasta la meta. Cerca del km 2 cogí a Angel -que se había parado a atarse la zapatilla- y estuvimos juntos un par de kilómetros o más hasta que con mi ágil zancada le fui dejando atrás poco a poco. Pasé por donde ponía km 5 con 26′ y treinta y tantos segundos, viendo que mi intención de acercarme a los 50′ se aleja bastante. Ya que mi salida fue muy tranquila, aceleré algo el ritmo aunque me parecía difícil cumplir el objetivo (tiempo < 50′). Sin embargo, me pareció que el kilómetro entre el punto donde ponía 6 km y el de 7 km era más corto que los otros. Imagino, que la organización -en su infinita sabiduría-, sabiendo que la primera parte era más fácil que la segunda, puso en aquella los kilómetros más largos y en la segunda, más cortos para que el corredor tuviera una sensación subjetiva de igual dificultad durante todo el recorrido. Pues eso, al final llegué a meta sorprendentemente con un tiempo oficial de 49:27 en una distancia aproximada de 10,4 km.
Es una carrera bastante sosa de animación, pero los acompañantes de MaraTI+D se portaron extraordinariamente animando al personal. Gracias a todos.
No hubo ningún problema en la línea de llegada gracias a los chips. La devolución de chips se hizo fácilmente a cambio de una bolsa con una camiseta y una botella de agua. Había un quiosco donde daban refrescos. En este aspecto, la cosa estuvo bastante bien. Un buen grupo de compañeros nos quedamos en el césped durante el sorteo, disfrutando un poco del sol que lucía esplendorosamente ayer por la mañana. Lástima que a algunos no se les vió el pelo por ningún sitio.
La organización no estuvo mal del todo. Se libran por poco del cero pelotero en la calificación. Lo peor de todo fue el cambio de recorrido sin avisar de ninguna manera de que la carrera no eran 10 km. La salida también es un poco desastrosa: un enorme grupo (80% al menos de la totalidad) estaban por delante de la pancarta de salida. Lo demás más o menos correcto, aunque pecaron de racanería, ya que que 8 servicios para 2000 tíos o más era un número ciertamente escaso como se demostró con las enormes colas que se formaban delante de estos habitá-culos.
Esta tarde se ha celebrado la tan nombrada carrera conocida como La Melonera. Después de un verano de poco entrenamiento y un poco fastidiado por las lesiones, me dispuse a tomar la salida dispuesto a sufrir un poco por las calles de Legazpi y Arganzuela. Hacía bastante calor a esas horas, lo cual era un mal presagio para lo que sucedió después.
Foto de equipo Melonera 1999
Durante toda la carrera, marché a ritmo relajado un poco temeroso por la lesión y atenazado por mi falta de forma (sobre todo). El avituallamiento cerca del km 7 fue un fiasco, la gente de la organización (A. D. Marathon) no daba a basto para llenar vasos de agua. Sí, sí, ¡¡vasos!! Nada de botellas, ni tetra brik, esas son cosas modernas que sólo utilizan en el 99% de las otras carreras. Si el avituallamiento fue malo, la meta fue el mayor caos que he visto nunca. La jugada consistía en encerrar a todos los participantes (5000 según la organización) en un corralillo en forma de L situado entre el edificio de la sede de la Junta Municipal y la tapia que delimitaba la zona. No había posibilidad de volver hacia atrás. Miles de personas clamaban como desesperados, deseando echarse un trago al coleto. Cuando conseguí alcanzar la barra, el miembro de la organización me sirvió un vaso VACÍO diciéndome que no había ningún tipo de refresco, pero que más adelante daban una bolsa con agua. Un poco antes hubo un inicio de tumulto: algunos exaltados tiraron las vallas que había colocado Poca-Cola. Por allí, dentro de la barra, vi colarse hábilmente a algunos corredores.
Pasando la esquina de la L del corralillo, había otra barra donde a cambio del dorsal te entregaban (supuestamente) una bolsa con una camiseta y una botellita de agua. Yo sólo conseguí la camiseta, la cual encesté de un gran tiro de tres puntos en el contenedor de basura más cercano. Había otra barra más, enfrente de la otra, donde me acerqué desesperado buscando agua o algo similar. De nuevo mi búsqueda fue infructuosa. Curiosamente, lo único que podía haber conseguido es la
consabida raja de melón que desprecié por considerar que ya estaba bien de burlas.
Al poco vi una cámara de televisión entrevistando a un atleta, me puse a despotricar sobre la carrera y uno de los entrevistadores se me acercó y me rogó que me callara, consejo que desatendí con mucho gusto.
Algo después vi al grupo de maratidianos donde Antonio el coletas me ofreció su botellita, al que di un par de tragos, increiblemente ¡ya no tenía sed! El único punto positivo que puedo achacar a la organización fue que aunque perdí el número que identificaba mi mochila dejada en el guardarrropa, ésta me fue devuelta al identificar los objetos que había dentro de ella.
Considero humillante el trato sufrido por los corredores después de la meta al negárseles lo más básico después de un ejercicio: el agua. Sobre todo después del calor que hizo el sábado. Al contrario que algunos que consideran la gratuidad como eximente de culpa, yo considero que si algo no puedes hacerlo, no lo hagas. O si lo haces, se me ocurre que al hacer la inscripción se indique claramente en el resguardo y en letras grandes: CADA CORREDOR DEBE DE LLEVAR EL AGUA QUE CONSIDERE OPORTUNO NECESITE DURANTE Y DESPUÉS DE LA CARRERA. En la maratón de las Arenas, que se celebra en el desierto, así son las cosas y nadie protesta por eso.
Otro punto negativo más: el reloj marcaba 30 segundos menos de los que realmente hice, ¿cómo es eso posible?
¡Ah! Se me olvidaba. Mi reloj marcó 59:01 cuando pasé por el arco de meta. La distancia de esta carrera se supone fue de 10,920 km.
El día empezó muy temprano: a las seis, arriba. Mi amigo Parra me esperaba en la puerta de casa y con él, viajecito en coche hasta Ventas y pasados unos minutos de las siete y cuarto, viajecito en autobús hasta el parking de Canto Cochino en la Pedriza, donde llegamos sobre las ocho. Resultaba curioso comprobar la cara de alucine de algunos pibes que estaban durmiendo por allí y de repente se despertaban rodeados de gente que se estaba cambiando de ropa. Manolo y Liborio llegaron algo después, más tarde apareció Fernando con su cuñado y mucho más tarde llegaron Angel, Bienve y los amigos de éste.
A eso de las nueve, paseo hasta el Refugio Giner -situado a media hora andando- y una vez allí esperar unos minutillos para comenzar la salida. Podía verse bastante gente esperando en la pradera, bastante más de los 150 que indicaba la organización como número máximo. Está claro que cuanto más gente hubiera, más pasta para el bolsillo. Poderoso caballero es don Dinero.
Un señor se subió a un roca, explicó brevemente el recorrido de la carrera y algo más y dio la salida. Una pequeña bajadita y enseguida comenzó la subida al collado Cabrón. Empecé a subir a buen ritmo intentando seguir a Liborio, pero enseguida el amigo con el que iba me dijo que tranqui, que todavía quedaba mucho. Subimos y bajamos tranquilamente el citado collado y al poco llegamos al primer control y avituallamiento: Charca Verde, donde fuimos obsequiados con un vaso de agua. La carrera continuaba por una zona más o menos llana hasta llegar a las escaleras, donde se cogía una senda que ascendía hasta el collado de los Pastores donde estaba situado el segundo control. Esta senda era bastante estrecha y en algunos puntos de fuerte pendiente, también estaba aderezada con graciosas jaras y ramas que arañaban las piernas, brazos e, incluso, cabeza. Este segundo avituallamiento ya constaba de agua, líquido isotónico -se supone- y trozos de naranja.
Después de este control, la carrera transcurría por una pradera, en una garganta, muy cerca del rio. Esta zona aunque era cuesta arriba permitía correr prácticamente de contínuo -cosa que no hice- aunque con el riesgo de meter la pata en los múltiples charcos. Cuando la garganta giraba hacia la izquierda y se divisaban las antenas de la Bola, la pendiente se tornaba brutal y comenzaba la subida más fuerte de todas, se podía ver un rosario de corredores tanto por delante como por detrás. Arriba, en Bola, hacía bastante aire y frío y el avituallamiento era algo mejor que los anteriores, aparecía el chocolate, la sandía y los ¡quicos! Allí me papeé un gran trozo de sandía que me sentó como un rayo kilómetros después.
Con un viento infernal, se bajaba hasta Navacerrada por una carretera asfaltada donde se podía acortar en bastantes tramos y en pocos minutos ya estábamos allí. Los últimos metros de esta bajada, por una pista de esquí eran realmente peligrosos, ya que había unas redes prácticamente invisibles donde el riesgo de tropezarte era enorme. Al llegar al paso de cebra, se cruzaba la carretera y se bajaba unos cuantos metros hasta el Albergue de Navacerrada donde existía otro puesto de avituallamiento.
La subida al Telégrafo era corta pero muy empinada. La bajada de esta pista también era muy peligrosa por las susodichas redes. Al final empalmaba con el camino Smith, un sitio lleno de raíces aunque muy agradable porque con la enorme cantidad de árboles que tenía, no se notaba el calor, que había hecho furor en las zonas anteriores. Calculé, aproximadamente, que la cantidad de gente que transitaba dicho camino era inversamente proporcional a las fuerzas que me quedaban y aunque hice todo el camino corriendo, parecía que el final no llegaba nunca.
Empecé a sentir ciertas molestias en el vientre. Una corta subidita final y ya estábamos en la Fuenfría, donde estaba situado otro control y nos ofrecieron un vasito de agua.
Ya sólo quedaba la bajada por la calzada romana hasta el Chalet de Peñalara, sin lugar a dudas, el tramos más complicado de toda la carrera. Ya Fernando había advertido de la dificultad de este tramo, pero la realidad era verdaderamente inimaginable. Aquello era un pedregal donde había que mirar muy bien donde plantar el pie. Cuando ya quedaban sólo 500 m para alcanzar la meta -cosa que yo no sabía- el dolor de vientre se convirtió en fuertes retortijones y me tuve que parar en el primer seto que encontré, donde alivié mis dolores. Unos cuantos miles de piedras más y llegué a la meta junto a mi amigo con un tiempo de 3:27:19.
Ya había llegado mucha gente por lo que el agua se había acabado, sólo quedaban algunas botellitas de «no sé qué» y algún que otro bote de Acuarius. Eso sí, había pasas de todas las formas y colores. Para beber te recomendaban la fuente por la que salía un triste chorro, por lo que beber un trago de agua se convertía en una prueba de paciencia.
Al poco nos hicimos una foto todos los miembros de MaraTI+D y cuando ya me disponía a bajar a Cercedilla donde estaba el coche, de nuevo una visita a los matojos. En el camino y antes de llegar al coche, tres nuevas visitas más y ya, un poco antes de llegar, vómito completo que me dejó, afortunadamente, nuevo. Creo que la sandía me sentó mal, o se cumplió, en este caso, la definición de Angel: «Carreras de Montaña: en el oído de algunos maratidianos actúa como diarreico, quizás debían probarlas para curarse.» Después, ya recuperado, estuvimos comiendo en una pradera, cerca de un arroyuelo y a las cinco, vuelta a Madrid.
Foto de equipo después de terminar la prueba
La carrera es dura como ya advirtió Fernando el pasado año, sin embargo no es exageradamente dura. Si te lo tomas con tranquilidad y tienes buena forma física, puedes correr y disfrutar del paisaje. Era mi segunda carrera de montaña y la carrera de Sierra Norte, allá en Octubre, me pareció más dura que ésta.
Lo que me pareció peor de todo fue el precio. Me parece exagerado cobrar 2500 pelas por esta carrera. Yo imaginaba jamón de pata negra o algo similar en los avituallamientos, pero no. Y encima, en la meta les faltó hasta el agua. Algo verdaderamente imperdonable, mas cuando nos habíamos cruzado con cientos de arroyelos durante la carrera. Pero ya se sabe, es la ley de la oferta y la demanda. Este año, suben un 50% y las inscripciones se duplican, verdaderamente increíble. ¿Realmente los corredores estamos bien de la cabeza?
Casi un mes después de la maratón he participado en una carrera. Se trata de la VIII edición de la media maratón de Ávila, donde ya participé hace un par de años. En aquel entonces nos quedamos después a comer, pero este año no habíamos quedado, por lo que fue llegar, correr y volver.
Después de la media de Ávila
Entre que andaba algo molesto con el tendón de Aquiles y que la semana que viene voy a ir al cross de los tres refugios, tampoco tenía muchas intenciones de darme la paliza. Así que salí con JuanMa tranquilamente.
Sobre el kilómetro 18 adelantamos a Goyo, un compañero del equipo que había salido con muchas ganas y que estaba pagando el esfuerzo realizado. Y es que no sé si por el calor o por el cansancio todavía de la maratón, la carrera se hizo dura.
Al final se nos fueron las dos horas por poco, ya que realizamos un tiempo oficial de 2:00:49 y es que la subida final a las murallas agarran de verdad, ¿no es así Goyo?
La organización fue modesta pero digna. Abundante avituallamiento en meta, con cerveza fría y montados de salamí, que a todos nos supieron a gloria.
Resultó curioso ver rodar por allí a Ramiro Matamoros y a Fabían Roncero, el actual recordman español de maratón que aunque no participaban en la carrera iban por allí rodando. Bueno rodando para ellos, que a mí me parecía que iban volando.
Hasta el momento, la temporada 99 ha sido la mejor temporada de mi
vida. El hecho de que la maratón de San Sebastián se celebrara a finales
de noviembre me llevó a comenzar el plan de entrenamiento con una base
sólida y no empezar de cero como siempre me ocurre. Descansé un par de
semanas después de la maratón de Donostia, ya que al correr tenía
dolores de rodillas. Estas molestias me impidieron participar en el
Trofeo Akiles, una de las carreras que más me gustan. Comencé el plan de
entrenamiento de 18 semanas el 21 de diciembre, machacándome un poco
para la carrera de Usera que se celebraba en enero. En ésta conseguí mi
mejor marca en 10 km, realizando un tiempo de 41:39. Poco después, en
Fuencarral batí mi marca de media maratón, pulverizándola un mes después
en Coslada con un tiempo de 1:31:39. Más tarde, en los XI 20 km Villa
de Madrid machaqué mi marca de 20 km, dejándola en 1:24:28.
Carrera
Fecha
Distancia
Tiempo
Puntos
IV 10 km Pedestres Distrito de Usera
17/1/99
10
41:43
448,91
XV Media Maratón de Fuencarral
7/2/99
21,097
1:35:01
426,48
XV Media Maratón de Coslada
7/3/99
21,097
1:31:39
467,96
XI 20 km Villa de Madrid
28/3/99
20
1:24:28
496,39
Con estos presagios, imaginaba que podría mejorar mi marca en la
maratón. La marca obtenida en los 20 km, a un mes de la maratón,
extrapolada, indicaba un tiempo a realizar de 3:08:53. Mis
entrenamientos a ritmo, sobre las 160 ppm, me daban un paso de carrera
aproximado de 4:45/km, haciendo la cuenta de la vieja: 3:20:26. Por otro
lado, Juan Ignacio desde Alemania y Cañadilla desde aquí intentaban
convencerme de que las 3h15 eran un objetivo realista. Me planteé hacer
un tiempo cercano a las 3h20. Mejor pecar de conservador.
Utilicé una hoja de cálculo que nos pasó Manolo Cabrera para calcular
los tiempos de paso por los distintos puntos kilométricos, con la idea
de hacerme una pequeña chuleta y pegarla a la correa del reloj. Ocurrió
que hice los números tan pequeños (4 puntos) que luego era incapaz de
leerlos según corría, al menos tenía en mente algunos kilómetros
importantes y el tiempo que tenía que hacer en ellos. Esta hoja de
cálculo necesitaba como entradas, los minutos totales empleados en
terminar la prueba y la hora de salida. Utilizaba un factor r
que dependía del perfil de la carrera y calculaba, el ritmo por
kilómetro, el tiempo acumulado de carrera y la hora de paso por cada
punto kilométrico. Esta hoja de cálculo fue bastante útil para elaborar
el plan de puntos de encuentro. La siguiente tabla muestra los tiempos
estimados por kilómetro para esta maratón.
km
r
Total
Inicio
200
9.30.00
1
1
0.04.32
0.04.32
9.34.32
2
1
0.04.32
0.09.05
9.39.05
3
1
0.04.32
0.13.37
9.43.37
4
1
0.04.32
0.18.10
9.48.10
5
1
0.04.32
0.22.42
9.52.42
6
1
0.04.32
0.27.15
9.57.15
7
1
0.04.32
0.31.47
10.01.47
8
1
0.04.32
0.36.19
10.06.19
9
1
0.04.32
0.40.52
10.10.52
10
1
0.04.32
0.45.24
10.15.24
11
1
0.04.32
0.49.57
10.19.57
12
1
0.04.32
0.54.29
10.24.29
13
1
0.04.32
0.59.01
10.29.01
14
1
0.04.32
1.03.34
10.33.34
15
1
0.04.32
1.08.06
10.38.06
16
1
0.04.32
1.12.39
10.42.39
17
1
0.04.32
1.17.11
10.47.11
18
1
0.04.32
1.21.44
10.51.44
19
1
0.04.32
1.26.16
10.56.16
20
1,03
0.04.41
1.30.57
11.00.57
21
1,03
0.04.41
1.35.37
11.05.37
22
1,03
0.04.41
1.40.18
11.10.18
23
1,03
0.04.41
1.44.58
11.14.58
24
1,03
0.04.41
1.49.39
11.19.39
25
1,03
0.04.41
1.54.19
11.24.19
26
1,03
0.04.41
1.59.00
11.29.00
27
1,04
0.04.43
2.03.43
11.33.43
28
1,04
0.04.43
2.08.27
11.38.27
29
1,04
0.04.43
2.13.10
11.43.10
30
1,04
0.04.43
2.17.53
11.47.53
31
1,04
0.04.43
2.22.37
11.52.37
32
1,08
0.04.54
2.27.31
11.57.31
33
1,08
0.04.54
2.32.25
12.02.25
34
1,08
0.04.54
2.37.19
12.07.19
35
1,08
0.04.54
2.42.13
12.12.13
36
1,08
0.04.54
2.47.08
12.17.08
37
1,08
0.04.54
2.52.02
12.22.02
38
1,18
0.05.21
2.57.23
12.27.23
39
1,18
0.05.21
3.02.45
12.32.45
40
1,18
0.05.21
3.08.06
12.38.06
41
1,18
0.05.21
3.13.28
12.43.28
42,195
1,44
0.06.32
3.20.00
12.50.00
1,362
3.20.00
0.04.44
La maratón se celebró el 25 de abril y el día empezó fastidiado. Me
levanté muy justo: dos horas y cuarto antes y no llegué a la hora
prevista. Primera lección: hay que levantarse, al menos, con tres horas de anticipación.
Habíamos quedado en el Palacio de Linares a las 8h30′ para la foto y me
presenté a las 9h00′. Estaba todo nervioso, no encontraba a nadie,
olvidé las botellitas de agua en casa y tenía la boca totalmente seca al
llegar a Cibeles. Empecé a buscar por la zona de salida y al poco me
encontré con Juan Ignacio, Elena y JuanMa ¡menos mal! También me
encontré con Angel León Alcalde, antiguo compañero de la Escuela y que
el año anterior Marisa había visto durante la maratón. Este decidió
venir conmigo ya que no encontraba a sus colegas de Ciudad Real. La
organización en la zona de salida era perfecta. Todo muy amplio,
botellas para poder beber, guardarropa funcionando bien y abundantes y,
lo mejor, todo el Paseo de Recoletos para la salida. Para evitar el
problema de congestión del pasado año, se cambió el lugar de salida y
parte del recorrido.
Creo recordar que el Paseo de Recoletos tiene seis carriles de anchura.
Una gozada. Nos colocamos decentemente en el pelotón de salida y
esperamos el pistoletazo mientras veíamos caer a los paracas con su
habitual precisión milimétrica.
Sonó el disparo y 33 segundos más tarde cruzamos la alfombra de
salida. No estuvo mal la salida, se suponía que estábamos rodeados de
10.000 personas, aunque creo que Mauricio engañó un poco con esta cifra.
Aunque habíamos perdido algo de tiempo en la subida hasta Plaza de
Castilla, en el km 10 íbamos, aproximadamente, medio minuto sólo por
encima del tiempo previsto. Bajando Príncipe de Vergara, pude comprobar
que a Juan Ignacio le costaba seguir el ritmo. Aguantó a duras penas
hasta Sol, donde le dejamos, tanto Angel, como yo. Pasamos la media
maratón en 1:36:41, solamente 36 segundos perdidos respecto a lo
previsto.
Seguimos a buen ritmo y sobre el km 26, Angel se para a orinar y me quedo solo. En el 27 seguía en tiempo, 2h04 y pico por las 2:03:43 previstas. Yo llevaba algunos kilómetros molesto, necesitaba soltar lastre, la Casa de Campo me parecía un buen lugar para hacerlo. Después de coger la esponja en el 27,5 se acerca de nuevo Angel, pero le comunico mi necesidad perentoria, ya veo que la Casa de Campo está demasiado lejos. Algo después de la cacerolada, entre dos coches me alivio. En cosa de un minuto soluciono el problema. Durante esos momentos Juan Ignacio, al que yo creá más lejos, me adelanta. Le cojo ya en la M-30 y un poco antes de llegar a Lago, le vuelvo a abandonar. La verdad es que me comporto como un cerdo, pero todavía me veo fuerte y veo posible cumplir mi objetivo, de hecho en el km 30, el cronómetro marca 2h19′, sólo un minutillo y pico más que lo previsto y después de parar. En Lago, entrego a Marisa mi riñonera, a la que creo culpable de mis anteriores necesidades y aunque había tomado glucosa anteriormente, me quedo sin mis barritas energéticas. Segunda lección: nunca viene mal energía extra para el final de carrera. Al salir de la Casa de Campo, empiezo a notar que ya no voy lo fino que quisiera, el ritmo decae y en el km 35 cuando veo a Jesús Cañadilla ya noto que voy mal. Esos últimos kilómetros los iba haciendo a 5:15. Subo la calle Segovia, el Paseo Imperial y el ritmo baja a 5:30. No logro recuperarme en la bajadita y empiezo a ver que manadas de corredores me adelantan sin piedad. Sobre el kilómetro 39 se acerca Parra y aunque me anima lo que puede, ya no doy más de si. En estos momentos, en la calle Bustamante el viento en contra sopla de lo lindo. En el 40, el cronómetro marca 3:14:00, por lo que llevo perdido casi seis minutos. Subo como puedo Méndez Alvaro, paso Atocha y como a 500 m de meta me adelanta Fernando Goicolea que viene fresco como una lechuga. Generosamente me espera y entramos juntos y hermanados en meta con un tiempo de 3:27:32, mi mejor marca personal, bajando 7:44 la marca anterior y consiguiendo por primera vez en mi vida bajar de tres horas y media, uno de mis objetivos atléticos. Juan Ignacio se recuperó en los últimos kilómetros y llegó a 14 segundos, una gran marca para los entrenamientos que había hecho en Alemania.
Aunque contento con la marca, creo que en esta maratón ha sido donde
más he sufrido, ya que desde el km 34 empecé a decaer y no levanté
cabeza en ningún momento. En todas las anteriores, tuve un momento de
crisis, pero al final siempre me recuperé. Es posible que en los
kilómetros finales necesitara algo de energía que me hubiese
proporcionado las barritas, aunque comí naranjas en casi todos los
avituallamientos. También es posible que hiciera un planteamiento
demasiado ambicioso al principio, ya que en los primeros kilómetros las
pulsaciones se acercaban a las 170. Llegué a meta un poco mareado,
quizás por el calor, quizás por el esfuerzo, no lo sé. Pero lo más
importane, una maratón más a la buchaca.
Angel cumplió a la perfección mi plan, hizo 3:20:16. Coco cascó en la segunda parte y terminó con un tiempo de 3:04:35, prometiendo que nunca más intentaría bajar de las tres horas. Andrés el vecino hizo un gran tiempo: 2:46:06 aunque se lamentaba de que Juan, el vecino, hiciera 2h43 y él no hubiera podido. De MaraTI+D el mejor fue Javier Gallego que se quedó a sólo dos segundos del récord de Manolo el pasado año. Este se tuvo que retirar ya que había dormido poco durante la semana y además tuvo problemas gástricos. Liborio hizo un carrerón, terminando en 3:23:58. Alberto Cánovas también lo bordó, haciendo la segunda media maratón más rápida que la primera, hizo 3:28:34. El resto del equipo, más o menos, en sus tiempos. JuanMa llegó también un poco fastidiado por haber comido algo que le sentó mal, hizo 4:09:05. Francisco bajó, de nuevo, la barrera de las cinco horas, terminando en 4:46:49.
Curiosamente, aunque sufrí bastante en los últimos ocho kilómetros,
la recuperación fue excelente: baño, siesta y paseo me sentaron de
maravilla. El lunes, al hacer la prueba de bajar la escalera, contemplé
que bajaba sin ningún problema. El martes tenía los gemelos muy tirantes
y el miércoles, prácticamente no me acordaba del esfuerzo realizado. Lo
mejor de esta maratón: la recuperación.
Hoy se ha celebrado en Talavera de la Reina la IV edición del Trofeo Lázaro Alcaide. Se trata de una carrera de 10 km por el centro de Talavera, con un perfil totalmente llano. Sin embargo, la carrera no me ha gustado nada porque callejeaba mucho y en algunas esquinas no se sabía si había que ir a izquierda o a derecha. Para más inri, en algunos tramos el tráfico estaba abierto, por lo que era peligroso correr por allí. Me parece que aquí no vuelvo ni loco.
Pude conversar unos minutos con el coco que estaba por allí preparando la maratón para intentar bajar de las tres horas. Yo salí con una buena amiga que no se encontraba muy bien del todo, por lo que fuimos muy tranquilos. A mí me interesaba también ir a ese ritmo ya que la semana que viene es la gran cita de Mapoma. A pesar de eso, a ella se le hizo algo duro. Llegamos a meta con un tiempo de 55:57.
Hoy se ha celebrado la XI edición de los 20 km Villa de Madrid. Un buen número de maratidianos se dieron cita a eso de las 10 de la mañana en la puerta principal del estadio Vallehermoso para hacernos la foto de rigor. Prácticamente no cabíamos en la foto. Yo salí con Antonio el coletas con la idea de acercarnos al tiempo de 1h25′ por lo que nos situamos cerca de la línea de salida, eso sí, detrás de Francisco que se codeaba en primera línea con los atletas de verdad.
Foto de equipo numerosa
Salimos un poco rápidos ayudados por la cuesta abajo y poco a poco fuimos serenándonos hasta adaptarnos a un ritmo de crucero interesante para nuestros propósitos. Olvidé poner mi cronómetro en marcha y Antonio no llevaba reloj por lo que no andábamos muy enterados del tiempo que llevábamos. Sobre el km 11 nos adelantó Rafael que aunque no participaba iba trotando con unos amiguetes. Mientras él me hablaba cómodamente yo sólo podía responder con jadeos entrecortados.
Fue una pena que Antonio estuviera lesionado en un tobillo, pienso que podía haber realizado una marca mucho mejor. Yo le veía con una zancada muy fluida y una respiración inmejorable, al contrario que yo. Incrementamos el ritmo desde el km 15 coincidiendo con la cuesta abajo. Sobre el 19 vi a un individuo ayudado por la organización que le salía sangre de un ojo. No puedo imaginarme lo que le pasaba. Un poco más allá comenzaba el corto repecho que conduce a la entrada del estadio. Allí Antonio aceleró su paso y se despegó unos pocos metros. Le alcancé a unos 150 metros de la meta e intenté esprintarle, pero no pude con él. Llegó a meta con un tiempo (a ojo) de 1:24:24 y yo llegué un par de segundos después, con una marca oficial de 1:24:28. Después he visto que hice la primera mitad en 42:33 a un ritmo de 4:15 y la segunda mitad en 41:55 a un ritmo de 4:12. Sí, ya sé que la segunda parte es favorable, pero estuve cerca de mi récord de 10 km conseguido un par de meses antes de 41:39. También estuve muy cerca de llegar a los 500 puntos de Purdy (obtuve 496) que para mí son una barrera difícil de franquear.
No es por hacer la pelota, pero creo que la carrera estaba muy bien organizada. La salida era muy ordenada y en una calle ancha. Los kilómetros estaban perfectamente señalizados. Se dieron dos avituallamientos líquidos durante la prueba. Y, para terminar, la zona de meta, dentro del estadio estaba muy bien, con abundantes bebidas y naranjas y con masajes (eso creo).
Hoy a las 11h15′, bajo un sol de justicia se dio la salida a la I edición de la Carrera Popular Intercampus Leganés-Getafe. En total había cerca de 800 corredores. Al tratarse de una carrera fomentada en la Universidad y los institutos de Leganés y Getafe, se veían muchos jóvenes y, también, más mujeres de lo habitual. Por el mismo motivo, se podían observar caras distintas de las habituales en las carreras populares. El recorrido era llano casi en la totalidad, por lo que es muy recomendable para realizar buenas marcas. Yo me lo tomé con mucha calma ya que fui acompañando a una buena amiga.
Aunque se trataba de la primera edición, la organización brilló a gran altura: perfecta zona de salida, puntualidad, señalización de todos los kilómetros -aunque no todos estaban donde deberían estar-, avituallamiento líquido durante la carrera, zona de meta muy cuidada con bastantes pasillos después de la línea, muchos regalos en meta (agua, zumo, cerveza, dos compact, camiseta, bollitos), guardarropa, autobuses que llevaban a la meta o salida, etc. El único pero que se puede poner es la animación. No animaba nadie y eso que el 95% del recorrido era entre casas. El motivo habrá que buscarlo en que se trataba de la primera edición y los paisanos no sabían bien de que iba la cosa.
Yo me encontraba un poco cascado, asi que corrí con mi buena amiga todo el rato. Seguimos un ritmo uniforme durante toda la carrera adelantando gente todo el rato. Ella esprintó al ver la pancarta de llegada consiguiendo un tiempo de 54:30. Yo al final no pude seguir su ritmo endiablado y llegué algo después con 54:34.
En fin, una bonita jornada en la que disfrutamos de la carrera y del día soleado. Desgraciadamente, olvidé mi gorra y de echarme crema protectora, por lo que me quemé la calva y los hombros.