Se han venido los alisios con nosotros

Durante las vacaciones, una de las cosas que menos ha gustado entre la concurrencia ha sido la presencia casi constante del viento. Según parece, en la parte nororiental de la isla de Tenerife la presencia de los vientos alisios es muy normal. Y la verdad, no sé si habrán sido los alisios o no, pero sí es cierto que no ha faltado viento durante las dos semanas.

Pensábamos que habíamos dejado atrás los vientos pero resulta que hoy se nos ha ocurrido salir en bici y hacía un viento realmente fuerte y, por lo tanto, desagradable y peligroso para ir en bici. Muy mala suerte la nuestra.

El caso es que teníamos ganas de montar un poco en bici después de tantos días y aunque hemos salido tarde, no nos ha parecido mal del todo porque se trataba de montar un poco, sin más pretensiones; sin embargo, durante el trayecto hacia San Martín nos íbamos arrepintiendo de la idea. Menos mal que esta localidad no está lejos, a unos 26 km de casa, y la parada en el San Marcos a desayunar es obligatoria. Así se mitiga un poco la sensación desagradable de ir remando y remando contra el viento, que hacía que cualquier repecho pareciese el Tourmalet.

Después del café y la tostada de rigor, de vuelta a Madrid esperando que el viento fuese favorable. Craso error, ya lo dice uno de los corolarios de la conocida ley de Murphy: cuando rodemos con el viento en contra, pensaremos que a la vuelta irá a nuestro favor; sin embargo, el viento cambiará de dirección para azotarnos la cara hasta llegar a casa.

Lo peor es que aunque no fueron muchos kilómetros, debido al viento el esfuerzo fue intenso y acabé con molestias en la rodilla izquierda. Aquella que me casqué años atrás con los primeros pedales automáticos que tuve… allá a finales de los ochenta.

Realizamos 52 km en un tiempo de 2h24 a una media espantosamente lenta de 21,7 km/h. Demasiado para el viento que hacía.

Últimos entrenamientos de julio

La verdad es que el mes de julio ha sido un buen mes respecto al número de entrenamientos. La calidad de ellos, ya dudo un poco, porque con tanto calor no hacía otra cosa más allá de trotar; sin embargo, en la última semana he tenido un problemilla que ya relataré en la próxima entrada y que me ha impedido completar el mes como hubiese deseado.

Voy a resumir en esta entrada los entrenos de la segunda quincena del mes de julio, ya que no hay mucho que destacar como para hacer una entrada por día.

Después del día récord de calor, el jueves 16, vino un día bastante caluroso también, pero se notaba que había bajado algo, aunque fuese sólo un par de grados. El entrenamiento no fue tan asfixiante, pero aún así fuimos muy tranquilos. Hice 9,4 km en un tiempo de 52:45 a un ritmo más que tranquilo: 5:36 min/km.

El sábado 18 de julio quedamos a las 8:15 de la mañana para salir con la fresca. En un principio íbamos a salir cuatro, pero uno de ellos se nos durmió, así que sólo fuimos tres. Y aunque la temperatura era muy placentera, sobre todo en la ida que era más pronto y había bastante sombra, también fuimos muy tranquilos. Decidimos ir por el Parque Lineal que es un paseo muy agradable aunque luego los últimos kilómetros toque subir. Como anécdota, ya terminando, subiendo cerca del 12 de octubre se tiró un perro a por mí, que me dio un susto bárbaro, pero según su dueña era porque se sintió acosado. Un poco después pasaron mis dos compañeros y también se tiró a por ellos, imagino que también sintiéndose acosado. El pan nuestro de cada día en la eterna pelea corredores y perros. Hicimos 12 km en 1:03:20 @ 5:16 min/km en una jornada de lo más agradable, hay que tener en cuenta que pasamos de estar rondando los cuarenta grados los días entre semana y a los pocos más de viente hoy.

El domingo 19 tocó bicicleta. Lo primero fue subirme a la báscula, que marcaba 70,3 kg un poco más que la semana pasada. No está mal del todo, me mantengo. Tocaba estirar un poco más la tirada y decidimos ir a Villaconejos, haciendo el mismo recorrido que en tiempos pretéritos gustaba mucho hacer a los componentes del Club Ciclista Cortés. La idea era salir lo más pronto posible, pero al final se nos fue la hora hasta las 8:45, que no está mal del todo, pero que prometía calor a la vuelta. Llegamos a Villaconejos bastante bien, aunque desde Titualcia hasta el pueblo de los melones es casi todo para a arriba. Paramos en un bar a recuperar fuerzas y vuelta otra vez por donde vinimos. Hasta Titulcia bastante bien porque es muy favorable. Luego tampoco fuimos mal por Ciempozuelos y San Martín; sin embargo, nos costó un poco la subida a La Marañosa ya que hacía bastante calor y llevábamos muchos kilómetros (para nuestro nivel) en el cuerpo. Además, al ser más tarde había menos ciclistas circulando y no conseguimos enganchar ningún grupo que nos hiciera más cómodo el rodaje. En total hicimos 93,5 km en un tiempo de 3h56, consiguiendo mi compañera de rodaje su récord de kilometraje en una jornada.

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Un alto en Villaconejos, el pueblo de los melones

El martes 21 de julio parecía casi invierno 😉 La temperatura andaba un poco por encima de los treinta y seis grados y resulta curioso como se notaba esos tres grados de diferencia. Se corría medio bien. De hecho, después de una primera vuelta muy tranquila, fuimos luego jugando a tratar de llevar un ritmo y la verdad es que no nos salió muy bien. El primero era ir a 5:00 y Joaquín marcó 4:45. El segundo me puse yo a marcarlo y salió a 4:55, algo más razonable. El tercero también lo marqué yo y lo clavé, se trataba de ir a 4:50 y no me fui ni un segundo arriba ni un segundo abajo. El cuarto y último de esta segunda vuelta era para tratar de ir a 4:45 y lo marcaba Joaquín, pero aquí lo dio todo y lo hicimos en 4:30. Un poco desastre, pero lo pasas entretenido jugando un poco. Totalicé 9,4 km en 49:24 @ 5:13 min/km. De nuevo, como en estos otros días anteriores, nos acompañó una amiga habitual del Pradolongo con la bicicleta y con el bidón bien cargado de agua, que nos hizo más llevadera la jornada.

El jueves 23 de julio se animó mi tocayo a venir con nosotros. Sus obligaciones de padre no le permiten casi nunca bajar a esta hora, sale más tarde, pero este día fue una excepción. Y en que momento… El tío está fuerte como el vinagre y después de haber estado tirándonos el moco de que entrenábamos como jabatos, vino a demostrar que el que entrena de verdad es él y nosotros hacemos poco más que arrastrarnos. Después de un par de kilómetros más o menos tranquilos, empezó a apretar el acelerador y tratamos de que no se fuera. Yo había comido muy tarde y notaba todavía la comida en la boca, por lo que esta aceleración no fue muy de muy agrado, pero el tío siguió a un ritmo más o menos constante hasta acabar la primera vuelta y luego a aceleró más. Sobre el kilómetro 5,5 decidí que ya estaba bien de hacer el canelo porque las molestias en la tripa eran horrorosas y sentía como si en la próxima zancada se me fuese a salir la comida por la boca, así que bajé el ritmo y al tran, tran cumplimenté 9,3 km en un tiempo de 47:26 @ 5:07 min/km.

El sábado 25 de julio quedamos a las 8:15 en el punto de encuentro. Nos juntamos tres: mi tocayo que me había reventado el jueves, una chica que estaba preparando una maratón para el mes de agosto y que ya andaba con el tapering y un servidor que iba casi de convidado de piedra. Decía la chica que el rodaje de hoy era de 1h50 a un ritmo cómodo. Ese ritmo cómodo era para ella cercano a 4:30. Así que se me pusieron los pelos como escarpias cuando oí eso. Dijo que bueno, como era un circuito de ida y vuelta, trataría de ir a ese ritmo cómodo a la vuelta. Hicimos un par de kilómetros tranquilos, pero pronto empezamos a ir a un ritmo cercano a cinco, siempre por debajo. Llegamos hasta el final del Parque Lineal y a la vuelta, como siempre, aire en contra y buscando el ritmo cómodo poco a poco. De 4:50 pasamos a 4:35, 4:38, 4:29, 4:34 y ahí ya se me fueron y ya aproveché para aflojar el ritmo, que me llevaban con la soga al cuello. Ese ritmo tan cómodo era mucho para mí. Pararon en la fuente y me esperaron. Desde allí hasta el parque de Pradolongo ya fuimos más tranquilos y fue en ese tramo donde el GPS se quedó sin batería, por lo que sólo me marcó 12,7 km de los 15 km que hicimos. Esos 12,7 km registrados por el GPS los hicimos en 1:02:09 @ 4:57 min/km. No estuvo mal el entreno, no. La báscula marcó 70,2 kg, bajando lo que subí la semana anterior.

El domingo 26 de julio fue día de bicicleta. Y esta vez me tocaba pedalear en solitario, ya que mi acompañante habitual estaba fuera de Madrid. Como suele ocurrir, salí a las 8:45, más tarde de lo que hubiese deseado, por lo que me iba a tocar pasar calor. El recorrido era de Madrid hasta un pequeño pueblo de Toledo llamado Gerindote. Y la jugada era hacer una parada más o menos a medio recorrido para desayunar algo y recuperar fuerzas. Salí por el recorrido habitual hasta San Martín, Ciempozuelos y desde allí tirar hacia Aranjuez para desviarme a Seseña, Esquivias, Borox, Añover de Tajo y Villaseca de la Sagra donde tenía previsto parar; sin embargo, no conseguí encontrar el desvío a Seseña, ya que no estaba indicado, así que me fui por un camino mal asfaltado paralelo a la A4 que ya conocía de otras veces. Ese camino mal asfaltado se convierte en tierra poco antes de pasar por debajo de la A4 y sigue siendo de tierra bastantes metros más. Cerca ya del peaje de la R4 es de nuevo asfalto y ya se coge la carretera que tenía previsto en el plan inicial. Me ahorré unos cuantos kilómetros por no haber encontrado el desvía a Seseña.

Poco antes de Añover apareció delante de mí, saliendo de un camino como por ensalmo, un buen grupo de ciclistas de MTB de Pinto y me acoplé un rato a rueda para descansar un poco. Iba a buen ritmo y bien protegido. Por desgracia, enseguida se bifurcaron nuestros caminos. Poco después adelanté a un ciclista en MTB que iba en solitario, yo seguí a mi bola y pasados los kilómetros, cuando me acercaba a la central térmica de Villaseca vi que me seguía de cerca y luego me adelantó, así que cogí su rueda y fui unos kilómetros aprovechando su rebufo. El tío iba deprisa, pero tampoco me importaba gastar algo de fuerzas, ya que en Villaseca tenía pensado desayunar. Curiosamente, en este pueblo paramos los dos. Yo a desayunar e imagino que él habría llegado a su destino. Estuve dando una vuelta por el pueblo y no fui capaz de encontrar un bar con terraza donde parar, así que seguí hasta Mocejón, el siguiente pueblo. Allí sí encontré una bonita terraza en la plaza del ayuntamiento. Me tomé un café con leche y tostada con aceite y tomate y monté de nuevo en la flaca. En ese momento llevaba 73,5 km en un tiempo de 2h35. Había hecho más kilómetros de los que pensaba antes de parar.

No es buena idea para en Mocejón, porque el siguiente pueblo que es Olías del Rey está en un alto y la carretera es todo el rato picando para arriba. Eso, después de llenarse bien el estómago es un mal asunto, pero aflojando un poco el ritmo se lleva sin demasiados agobios. Desde Olías a Bargas, pasando por encima de la A42 y desde Bargas al río Guadarrama por una carretera llena de subidas y bajadas que fui sorteando con bastante frescura. Al llegar al río, lo lógico es que hubiese seguido hacia Rielves por lo que era la antigua carretera de Toledo a Ávila, pero se me ocurrió la genial idea de hacer un pequeño rodeo, tirando hacia Villamiel de Toledo. Craso error, desde el río hasta Huecas, que está más allá de Villamiel es todo para arriba, no es un puerto, se trata de un falso llano que pica y pica hacia arriba, sin apenas descanso. Un horror. ¿Y todo por qué? Porque en mi época de juvenil había corrido una carrera ciclista que partiendo de Torrijos salía hacia Huecas, Villamiel, Rielves y vuelta al origen. Y hoy, aunque lo hiciese al revés, me gustaba recordar esas carreteras y esos tiempos. Al llegar a Huecas se termina la subida y al tirar hacia Torrijos se va por una carretera bastante poco transitada donde hay algún repecho, pero es más bien favorable. Ya quedaba poco para llegar a mi destino, lo cual hice tras recorrer 42,2 km (una maratón) en un tiempo de 1h38. Totalizando de esta manera 116,8 km en un tiempo de 4h16 a una velocidad de 27,3 km/h.

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Una buena kilometrada en solitario

Cuando llegué al destino, lo único que iba pensando era en ir a la piscina y darme un buen baño para quitarme el sudor y de paso, recuperar algo de sales con una buena cerveza. Y me sentaron de vicio ambas… sobre todo la cerveza.

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Primero un remojón por fuera

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Y luego por dentro

Y con este viaje en bicicleta se acabaron los entrenamientos de julio una semana antes de que acabara el mes por un motivo inesperado.

Queda descartado

Todavía andaba dando vueltas a la cabeza a lo de participar en el Gran Premio Canal de Castilla, pero me temo que este año no va a poder ser. La prueba es el sábado que viene y este año he entrenado poquísimo y me resultaría prácticamente imposible terminar, ya que son muchos kilómetros y no es que se vaya de paseo precisamente. Así que, lo dejaremos para el año que viene. Descarto por completo participar. Una verdadera pena porque el año pasado me encantó.

Después de madrugar ayer, hoy también tocó, pero no importa porque es la mejor hora para salir y siempre puede uno echarse una siesta para recuperar el sueño perdido. Aunque leí el otro día que eso no sirve, que hay que dormir cuando hay que dormir.

Hoy, por razones técnicas, no podía alejarme mucho de Madrid, así que la idea era ir como mucho hasta Ciempozuelos. Así que fue eso lo que hicimos. De casa a Villaverde y carril bici hasta San Martín. Desde allí un poquito más hasta la glorieta de entrada a Ciempozuelos y vuelta por el mismo camino hasta casa.

Como siempre, parada en el San Marcos para recuperar energías. Allí nos encontramos con unas amigas que estaban desayunando y estuvimos un rato charlando. Tiempo dio para hacernos una bonita foto en la terraza de esta cafetería.

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En la cafetería San Marcos, acompañado de muy buena gente

Acabo de darme cuenta al mirar la foto con detenimiento de que debo ser de los pocos ciclistas que llevan las patas llenas de pelos. Hay que distinguirse de alguna forma de los demás 😉

Después de desayunar, como llevaba algo de prisa, salimos pitando, sin esperar a nuestras compañeras de desayuno y fuimos a buen paso. Subimos la Marañosa bastante deprisa y al llegar a la cima nos encontramos con un grupo de ciclistas veteranos que iban a un ritmo similar al nuestro, así que echando morro al asunto, nos pusimos a su rueda y anduvimos bastantes kilómetros con ellos. Hasta que llegamos a un glorieta donde ellos tiraron hacia Getafe (creo que ellos eran de Leganés) y nosotros hacia Madrid.

En total hicimos 66 km en un tiempo de 2:44:40 y con muy buenas sensaciones por parte de mi compañera a la que vi realmente fuerte.

Lo peor fue la noticia que recibí cuando llegué a casa. Javier Krahe había fallecido. Un grande entre los grandes. Descanse en paz.

Otra vez a Titulcia

Salí el domingo pasado y hoy he vuelto a repetir recorrido, aunque esta vez, bien acompañado. Me gusta la ruta a Titulcia porque la carretera desde Ciempozuelos hasta Titulcia es muy agradable, con buena sombra y bonitos paisajes. La pena es que es algo estrecha, pero bueno, de uno en uno y bien pegado al borde no se va mal. Bien es cierto que hoy, al ser sábado, se notaba más tráfico de lo habitual por esas carreteras.

Esta vez decidimos parar a desayunar en esta localidad y la verdad es que es un sitio más tranquilo y ¡las barritas de aceite y tomate estaban de muerte! Después de desayunar y repostar agua, vuelta a Madrid por el mismo sitio, pero con la ventaja de que el desayuno está algo más digerido cuando llegamos a la Marañosa que es el único sitio donde hay que apretar un poco los dientes.

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Un selfie antes de comenzar el camino de vuelta

A la vuelta, en la Marañosa nos juntamos con un grupo de ciclistas que iban a un ritmo similar al nuestro, así que nos pusimos a rueda y estuvimos bastantes kilómetros bien resguardados, hasta que mi compañera se quedó en un repecho y de nuevo nos quedamos los dos solos, pero ya estaba la cosa casi hecha.

El caso es que estuvo fenomenal, hicimos 75 km en un tiempo de tres horas, a una velocidad de 25 km/h. No estuvo nada mal.

Antes de salir de casa me subí a la báscula y marcaba 70,3 kg. Pensaba que había empezado a disminuir el peso, pero no bajo de setenta ni en broma.

Hasta Titulcia, territorio de caza del pistolero

Habitualmente suelo montar en bici con una amiga, por lo que suelo ir siempre acompañado, pero hoy ella no podía salir así que me ha tocado salir en solitario. La idea era ir hasta Titulcia saliendo de Madrid hasta San Martín, desde allí a Ciempozuelos y por último llegar hasta Titulcia. Luego vuelta por el mismo camino.

Y eso fue lo que hice. Traté de ir a un ritmo algo más fuerte del que llevo cuando voy acompañado, pero sin pasarme tampoco que son cuatro días los que he salido en bici y eran 80 km los que me tenía que meter entre pecho y espalda. Así que me adelantaban algunos que en otras ocasiones podía haber saltado a su rueda, pero prefería ir a mi ritmo.

A la vuelta, se me ocurrió parar en el San Marcos. La terraza estaba a tope de ciclistas y de paisanos desayunando, así que me tocó desayunar dentro. Y no se me ocurrió mejor idea que pedirme una ración de churros, que son cuatro, pero de buen tamaño. No conseguí comer más que tres y ya fueron bastante… que luego subiendo la Marañosa a punto estuvieron los churros de salirse por la boca.

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Churros de la churrería San Marcos

Hice en total un recorrido de 80 km en un tiempo aproximado de tres horas, segundo arriba, segundo abajo. No sé el tiempo exacto porque sin querer puse a cero el cuentakilómetros. No ha estado mal el entrenamiento, he llegado a casa con fuerzas todavía, pensé que los ochenta kilómetros me iban a costar más.

Nos atrae como un imán

Hoy hemos salido en bici. La segunda vez esta temporada, así de triste es. Y como casi siempre, las bicicletas nos han dirigido por el carril bici hasta San Martín. Parece como si este pueblo nos atrajera como un imán. La verdad es que el carril bici que va desde Madrid hasta esta localidad, aunque está un poco abandonado, provoca mucho «tráfico» de bicicletas y uno de los que sacan beneficio es el San Marcos, que siempre está lleno de ciclistas desayunando.

Hacía algo de fresco a eso de las nueve de la mañana así que decidí salir con manguitos. Y menos mal, porque sólo me los quité ya cuando veníamos de vuelta.

Como siempre, el viento se hace notar. Viento en contra para allá, sobre todo al rodear Perales del Río, pero después de subir la Marañosa el terreno es favorable y aunque el viento se nota, no impide el avance. Una vez en San Martín, parada en el San Marcos a desayunar y vuelta a casa.

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En la terraza del San Marcos, con mi maillot de la ONCE y mi rodilla magullada

A la vuelta el viento era favorable, pero en algunos tramos daba también en contra. Es increíble lo del viento. Ya lo dice uno de los puntos de la ley de Murphy del ciclismo: el viento dará de cara siempre.

De todos modos, la vuelta se nos hizo más dura. No sé el motivo. Hicimos unos 54 ó 55 kilómetros entre la ida y la vuelta.

Primer desayuno del año en San Martín

Llevaba sin montar en bici bastantes meses y ya tenía ganas de hacerlo. Hoy ha sido el día indicado, ya que hacía buen tiempo y teníamos alguna hora que otra libre por la mañana. De todas formas, al final se nos ha hecho tarde y hasta las diez y media no hemos salido rumbo al carril bici de San Martín.

Si notaba el otro día corriendo el haber estado veinte días sin correr, más se notaba hoy con la bici que llevaba seis o siete meses son montar. Pero bueno, con tranquilidad y a velocidad moderada se llega a cualquier sitio y en una hora estábamos sentados en al churrería San Marcos pidiendo unos cafés y unas tostadas con aceite y tomate.

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La foto no hace justicia al tamaño real de los trozos de pan

Ilusos de nosotros, pensábamos que al volver íbamos a tener el viento de culo y que íbamos a ir «sin cadena». Pero el viento no sé donde se metió y nos costó trabajo volver. Se notaba la falta de entrenamiento bicicletil.

Completamos algo más de 50 km a una velocidad muy tranquila. Pero para ser el primer día, no está mal.

Antes de salir de casa me subí a la báscula y marcaba 69,6 kg. Eso indica que he perdido casi un kilo desde la semana pasada. Me parece demasiado.

Objetivo 66

He vuelto de vacaciones con dos kilos más de los que tenía (también con un bonito herpes labial), así que se me ha ocurrido un objetivo que veo factible conseguir aunque no es ni muchos menos fácil. Se trata de alcanzar los 66 kg y tratar de mantenerme en ese peso o como mucho 67, aunque sé que no es fácil, que me va a costar sacrificio conseguirlo. Pero bueno, para eso estamos en el mundo, para conseguir objetivos, o al menos tratar de hacerlo. El domingo me pesé y la báscula marcaba 70,5 kg por lo que sólo tengo que bajar 3,5 kilos.

Con esto en mente hemos salido a hacer unos kilómetros en bici, tampoco demasiados, que llevo casi un mes sin tocarla. Lo más fácil, que es lo que hemos hecho, es ir a San Martín por el carril bici que parte de Villaverde. En San Martín parar en la terraza San Marcos a engullir una deliciosa barrita con tomate y volver por el mismo sitio. En total salen unos 55,5 km.

Este kilometraje difiere un poco del que marcaba el cuentakilómetros que no he conseguido ajustar bien todavía. Según el chisme que va en la bici, los kilómetros han sido 56,2 km, por lo que la diferencia es de 700 metros. Ahora mismo el perímetro está en 212 cm, por lo que esos 56,2 km indican que la rueda ha dado 26509 vueltas. Dato que puede servir para ver que si multiplico ese número de vueltas por 210 cm salen 55,6 km que se ajusta bastante a lo que mide el GPS.

En la foto puede verse el manillar de la bici y el carril bici con su característico color rojo. La foto está hecha en la variante que rodea Perales del Rió que es donde mejor conservado está. En el 90% del recorrido el asfalto rojo o lo que sea está bastante levantado. ¿Lo arreglarán algún día?

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Detalle del manillar y del carril bici

Las barritas del San Marcos

San Martín de la Vega es un enclave ciclístico para todos los aficionados a la bicicleta del sur de Madrid. El hecho de que exista un carril bici que lleva desde Villaverde hasta esta localidad hace que muchos ciclistas pasen por allí. Resulta de lo más habitual partir de Madrid, llegar a San Martín y desde allí tirar hacia Morata subiendo por la Cuesta Nueva o tirar hacia el puente de Arganda y desde allí hacia Chichón o Arganda. Aunque lo más habitual es ir hacia Ciempozuelos y desde allí hacia Aranjuez o Titulcia. La verdad es que da mucho juego.

Pues bien, si San Martín es un lugar habitual de ciclistas, la churrería San Marcos es el punto de encuentro por excelencia de éstos. Es de lo más normal parar allí a repostar y encontrarse con unas cuantas decenas de ciclistas. Unos simplemente llenando «la cacharra» de la fuente y otros disfrutando de las excelencias de la churrería. Destaca sobre todo las porras y churros, de tamaño «king size», pero dado que lo mío no es este tipo de excelencias culinarias, prefiero las barritas con aceite y tomate. Pero ojo, también son de tamaño «king size» por lo que si no eres de mucho comer, es mejor pedir sólo media barrita que es más de lo que te dan en otros sitos como barrita entera.

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La foto no hace justicia al tamaño real de los trozos de pan

Todo esto viene a cuento para decir que de vez en cuando paro en San Martín, en la churrería San Marcos, a reponer fuerzas y hoy no ha sido la excepción. Salí solo por primera vez este año y no tenía intención de gastar muchas fuerzas, que mañana hay carrera pedestre; sin embargo, al final te vas picando con unos y con otros. A unos vas buscando su rueda y le das algún relevo. A otros tratas de superarlos para demostrar «lo bueno que eres» y a otros por mucho que des pedales te das cuenta de que bueno nada, que te dan cien vueltas. De todo me ha pasado en el día de hoy. Y, por supuesto, lo que no puede faltar es el aire en contra que suele molestar en los tramos que menos debiera. Esta vez soplaba fuerte cuando subía la cuesta de la Radio o la Cementera como lo conocen otros. De todas formas, aunque lo pasé mal en esa subida, no me puedo quejar, que en el último tramo, desde San Martín hasta Madrid lo tuve a favor.

Había calculado a ojo, antes de salir, algo menos, pero hice 81 km en tres horas justas, por lo que salió una media de 27 km/h que teniendo en cuenta las paradas en los semáforos, no está mal. Quizás demasiado deprisa teniendo en cuenta lo que me espera mañana.

Gran Premio Canal de Castilla

Feliz, estoy enormemente feliz. He participado en el Gran Premio Canal de Castilla y me lo he pasado pipa. Por todo, por la compañía, por la prueba, por el sitio. He vuelto encantado.

Conocía esta prueba desde que Víctor fue desgranando hace unos años la idea. En enero asistí a su presentación en Madrid y lo apunté en mi calendario. En un principio el 5 y luego se retrasó al 19 de julio por aquello de la Operación Salida. Mejor para mí, así tenía más tiempo para entrenar… eso pensaba. Al final cuanto más se aleje en el tiempo, más tarde comienzas los entrenamientos. Así ha pasado, que he llegado algo corto, pero he podido completar los 163 km sin muchos problemas.

La cosa empezó en enero con la presentación como ya he comentado, siguió con la inscripción y el viernes salía para Medina de Rioseco a eso de las seis de la tarde. Craso error. Nos comimos un atasco brutal en la A6 debido a un camión averiado. Debido a esto tardamos tres horas y media cuando deberíamos haber tardado una hora menos. Aún así nos dio tiempo a pasarnos por la Oficina Permanente a recoger el dorsal.

Habíamos quedado con Juan y Rafa, del Club Ciclista Pueblo Nuevo, para cenar después de dejar los bártulos en el hostal y con ellos estuvimos departiendo agradablemente sobre múltiples temas, pero principalmente sobre sus aventuras ciclísticas, como sus largas tiradas de 600 ó 1000 km. A las once y media a la cama que hay que madrugar al día siguiente.

Había puesto el despertador a las seis y media, pero una hora antes ya estaba despierto. Ducha, desayuno y en marcha hacia la Oficina Permanente a recoger el «Pasaporte del Canal» que había que sellar en dos puntos intermedios: Dueñas y Ampudia y al llegar a la meta para «certificar» que habías realizado el recorrido.

Allí me encontré de nuevo con Juan y Rafa. Además por allí andaba Carmelo, fotógrafo implicado en la organización, que siempre es un placer encontrar. También saludé a Víctor, el alma máter de todo este tinglado que andaba nervioso y preocupado. Conocí a Frodo, que nos hizo bonitas fotos, como se podrá comprobar. Todo un placer, Frodo.

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Por delante

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Por detrás

A las ocho menos cuarto, hacia la salida, que se daba junto a la dársena del Canal de Castilla, donde horas después íbamos a finalizar. Toda una declaración de intenciones que la salida/meta se hiciese en un terreno arenoso.

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Hacia la salida

La salida se retrasó unos minutos porque Víctor estuvo dando las últimas indicaciones dado que la Guardia Civil había decidido que el pelotón debía ir junto durante bastantes kilómetros, muchos más de lo que se había hablado en un principio. No hay problemas, comentó, un par de corredores del club ciclista de Medina irían controlando el pelotón, pero como mucho a 35 km/h. ¿Cómo? ¿Qué? ¿A 35 km/h la neutralizada? Increíble, empiezo a plantearme donde me he metido.

Da Víctor la salida, recorremos las calles de Medina y salimos dirección Valladolid hasta el desvío que lleva a Valdenebro de los Valles. Aunque la marcha va «neutralizada» ya empiezan a formarse grupos de gente porque hay unos repechones que quitan el hipo. En este terreno Rafa demuestra que es un tío fuerte porque se va con facilidad. Juan me dice que tranquilo, que ya nos esperará más adelante.

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Bajando uno de los múltiples repechos

Sobre el kilómetro treinta o treinta y cinco la Guardia Civil ha parado a los primeros y nos reagrupamos todos. Es el tiempo de hacer la primera parada técnica. Son pocos kilómetros, pero hemos subido unos cuantos repechos no muy largos pero sí de buena pendiente. Llevo las piernas ya al rojo vivo y me queda mogollón. No sé si voy a poder aguantar a este ritmo. Dice Rafa que llevamos una media de 29 km/h hasta ese punto.

Después de unos minutos, nos ponemos de nuevo en movimiento. Ahora empieza una cuesta abajo y de nuevo Rafa se va con facilidad. Se nota que es corpulento y la gravedad le ayuda. Juan sigue charlando con unos y con otros, saludando a la gente con la que nos cruzamos, dando las gracias a voluntarios y guardias que hay en los cruces. Desde luego este hombre es todo un derroche de optimismo. Da gusto ir con él. A veces me recuerda al negrito de la película Intocable.

Llegamos al kilómetro 52 en Cabezón de Pisuerga donde está el primer avituallamiento líquido. Llevo todavía el bidón lleno así que no paramos. Dentro de tres kilómetros empieza «lo bueno», la primera sirga. Una sirga no es más que un camino de tierra junto al canal donde las mulas tiraban de las embarcaciones. Esta sirga mide una longitud de casi siete kilómetros. No está mal para ser la primera.

La entrada está fatal, hay que entrar con mucha precaución, pero una vez dentro empiezo a dar a los pedales y me pongo a 30 km/h. Sonrío interiormente pensando que ese grupo que veo al fondo pronto va a ser alcanzado. Nada más lejos de la realidad. Si yo voy a 30 ellos debe ir a 35 porque se van alejando cada vez más. Juan que venía por detrás me pasa y le sigo a unos metros, porque ir a rueda en estos tramos es peor ya que no ves si hay una piedra, un agujero, un montículo, así que le sigo, pero sin acercarme en exceso. Hay unos cuantos pinchazos en esta zona.

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En la primera sirga

En el asfalto nos reagrupamos un pelotón de unos diez o doce. Tenemos la fortuna de que Dori Ruano, la invitada especial, está entre nosotros. Nos dice como deberíamos revelar y siguiendo su consejo vamos entrando por la derecha y nos dejamos caer por la izquierda. Vamos fenomenal hasta que llegamos a Quintanilla donde hay un tramo testimonial de 100 metros y tiene la desgracia de pinchar. A partir de ahí, Dori se queda y ya se rompe el orden en el pelotón que se había montado.

Después de unos cuantos repechos (alguno bastante duro) llegamos a Dueñas donde está el primer avituallamiento sólido y donde hay que sellar por primera vez el pasaporte. Allí paramos tranquilamente y nos ponemos ciegos a comer: sandwich de jamón y queso, tarta de manzana, melón, sandía, plátano. De todo. Una pasada la cantidad de comida que había. Estamos en el kilómetro 85, en la mitad del recorrido.

Con la tripa bien llena salimos de Dueñas, hay un repechón a la salida del pueblo para subirlo con el tercer plato… si lo tuviera. Me cuesta dios y ayuda no poner pie a tierra. El repechón se baja por una cuesta abajo de tierra con piedras que dificulta colocar la rueda de tal forma que no pise ningún pedrusco. El terreno es favorable hasta el inicio de la segunda sirga de la jornada. Conocida como La sirga de Albúrez, sus 14,5 km nos llevan hasta Palencia. Voy a buen ritmo, junto a un grupo de cuatro o cinco, pero al final me doy cuenta que voy un poco fuera de punto y levanto el pie. Se van yendo y poco después me pasan Juan y Rafa como cohetes y algunos más, pero trato de no cebarme. Se me está haciendo largo este camino y llego a Palencia reventáo.

En Palencia otra sorpresita. Acaba la sirga, se gira a la izquierda y comienza a subirse el Alto de Autilla, que no es muy duro, pero entre que ya voy con las piernas muy cansadas y que el aire en contra es brutal se me hace no duro, lo siguiente, ¡¡¡si parece el Tourmalet!!! Una chica bien maja me dice que me ponga a rueda, que me lleva hasta el que va delante de mí. Curiosamente es Arturo, no el rey, sino un conocido del ciberespacio y entre los dos nos vamos dando relevos para tratar de subir los dos juntos. Juan y Rafa van metidos en un pelotón un poco delante de mí, pero se van alejando cada vez más, hasta que veo que Rafa se para antes de la cima del puerto. Dice que para hacer sus necesidades.

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Subiendo…

En la cima de este alto hay un avituallamiento líquido. Juan nos está esperando. Aprovecho para avituallarme y comer un par de plátanos, que también había. Rafa llega algo después con calambres, se para a estirar y dice que lleva el pulso muy alto, que no le baja. Estamos un buen rato allí, hasta que Rafa se encuentra mejor. Nos advierten que tratemos de hacer grupeta porque aunque el terreno es favorable, hace muchísimo viento en contra. Estamos ya en el kilómetro 106.

Efectivamente, el terreno es favorable, llano y con bajadas hasta Ampudia. Salimos los tres y Juan se pone a tirar con la idea de pillar a un grupo de cinco que van delante de nosotros. Vamos los dos a rebufo, pero cuando ya estamos muy cerca de llegar al grupo se descuelga Rafa y no nos damos cuenta que se ha quedado hasta que conseguimos entrar en el grupo. Rodamos unos kilómetros en ese grupo pero nos descolgamos para echarle una mano. Curiosamente, con lo mal que lo he pasado subiendo, ahora me encuentro muchísimo mejor. Me ha venido fenomenal esa paradita y ese plátano.

Pasamos por el Monasterio de Nuestra Señora de la Alconada, vamos animando a Rafa porque Ampudia está muy cerca. Vamos tan ensimismados que nos pasamos el desvío a la carretera blanca (léase camino) número cuatro que sale justo después del monasterio. Nos adelanta una ambulancia y nos dice que nos hemos pasado, así que vuelta hacia atrás hasta el monasterio. Allí ingresamos en el camino y nos cruzamos con uno que ha pinchado. Dice que no hay remedio que ha llamado para que vengan a recogerle. Seguimos y poco después noto que he pinchado. Me pongo a vocear y a silbar pero mis dos compañeros no se enteran, así que me bajo de la bici, desmonto la rueda y cambio la cámara. Empiezo a hinchar la rueda y noto que empiezan a caer gotas de lluvia. No pasa nada me digo. Cuando ya estoy a punto de montar la rueda veo que llega una furgoneta. ¡Qué sorpresa! Es Rosa, la mujer de otro participante. Mis compañeros le han dicho que si se puede acercar por si me ha pasado algo. Afortunadamente para mí lleva una bomba de aire de pie así que la rueda pasa de 4 kilos (lo poco que había podido inflar a mano) a ocho kilos. Menos mal, porque seguro que con cuatro kilos hubiese pinchado poco después.

Llego a Ampudia al avituallamiento (km 126) y allí están mis compañeros de aventuras comiendo y bebiendo. Empiezo a pensar que voy a acabar la prueba más gordo de lo que vine. Durante el rato que estamos allí observo que la lluvia empieza a ser constante, nos va a tocar mojarnos. Sello el pasaporte y como algo y de nuevo en marcha.

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Recuperando fuerzas en Ampudia

Salimos de Ampudia por delante del castillo…

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Castillo de Ampudia

…y salimos por otro camino, pero de sólo 800 metros. Al llegar a la carretera me paro a hacer mis necesidades y digo a mis compañeros que sigan ellos. Los cojo al rato, me encuentro fuerte, mucho mejor que en la primera parte de la prueba. Seguimos dando a los pedales, la lluvia ya es nuestra compañera de camino y llegamos a la carretera blanca número seis, de tres kilómetros de longitud. Me pongo a dar a los pedales sin mirar a atrás y noto que el barro se va pegando a los frenos. Acaba el camino y veo que no viene ninguno de los dos. Al poco llega Rafa y bastante después, Juan. Dice que el barro se le queda en el guardabarros y que no puede pedalear, así que tiene que parar cada poco tiempo a quitar el barro con un desmontable. En ese punto, en Meneses de Campos, en el kilómetro 140, Juan se plantea llegar a Medina de Rioseco por carretera. Yo digo que he venido aquí para hacer el recorrido, que yo sigo, así que seguimos los tres.

Quedan algo más de veinte kilómetros y ya es todo por caminos. Empezamos la carretera blanca número siete de 7,5 km de longitud y la cosa se va complicando. El primer tramo es llevadero yendo por el lateral, ya que la parte central está empedrada, similar a algún tramo de la Paris-Roubaix. La segunda parte es un terreno más ondulado con pequeñas subidas y bajadas y curvas a derecha a izquierda. Lo peor es que con la lluvia la tierra se ha convertido en un barrizal y resulta difícil avanzar en algunos tramos. Adelanto a uno que va andando y dice que no ha pinchado, que se ha caído dos veces. Adelanto a otro y me dice lo mismo. El terreno es complicado, la rueda trasera se va por donde quiere. Veo que Juan y Rafa se van quedando cada vez más atrás, pero sigo mi camino. ¡Ahora es cuando mejor voy! No siento el cansancio, mis piernas responden a cada pedalada aunque no se avanza mucho por este terreno.

Acaba la «carretera blanca» que estaba marrón de la lluvia y empieza el último tramo de la prueba. Se trata de la sirga número tres «Dársena de Medina» que lleva a la meta. Consta de 13,5 km de longitud y como buena sirga, transcurre paralela al canal y está preciosa a más no poder. La lluvia es más fuerte en estos momentos.

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La lluvia es abundante sobre el canal

El subidón que llevo es de órdago, voy como un loco por ese terreno. Ha llovido y está lloviendo bastante por lo que los surcos del camino son un charco continuo. Pero no importa, voy disfrutando como un enano. Recuerdo las palabras de Pedro Horrillo que decía que lo importante de este tramo no es desear llegar a meta, sino desear que no acabe para disfrutar. Y eso hacía disfrutar y disfrutar de este terreno.

Por ahí va uno de amarillo, le sobrepaso. Luego van un par de ellos, también los paso. Otro me dice que ya no puede más. En este último tramo adelante a seis o siete. De repente me parece ver a Carmelo con su cámara y con un paraguas, ¡no me lo puedo creer! Me hace una foto y le saludo. Es sorprendente Carmelo, inesperado. La foto ha salido muy bien para las condiciones que hay en estos momentos.

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Disfrutando como un niño con katiuskas

Sigo y sigo disfrutando y empiezo a ver las casas de Medina. Sigo dando a los pedales y llego a la dársena donde está instalada la meta. Cruzo el arco con una sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. Ha sido una verdadera pasada.

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Llegada a meta, súper contento

Me acerco a la mesa donde bebo un par de vasos de bebida energética. Me sellan el pasaporte y me acerco a la gasolinera a quitar el barro de la bici. Guardo la bici en el maletero del coche, me ducho en el polideportivo y disfruto de una deliciosa y abundante comida con la que nos agasaja la organización. Después de la comida partimos con cierta premura a casa. Ha sido una jornada genial, me lo he pasado de vicio. Muchas gracias Víctor por seguir adelante con tu idea. Espero que el año que viene se pueda celebrar de nuevo. Gracias a Juan y a Rafa por la compañía antes, durante y después de la prueba. Gracias también a Frodo, a Carmelo y a Marisa por las fotos. Bueno, a Marisa por las fotos y todo lo demás.