No siempre en el mismo sentido

Leí una vez, no recuerdo dónde, que si se daban vueltas a un circuito más o menos circular deberían hacerse unas vueltas en un sentido y otras, en otro, no siempre igual, como un borrico en la noria. Venía a decir el artículo que si el circuito tiene una ligera pendiente no en el sentido de la marcha, sino de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, puede ocurrir que una pierna se desarrolle de distinta manera a la otra.

Cuando doy vueltas a Pradolongo, no tengo en cuenta esto, ya que el circuito no es muy circular del todo, pero cuando doy vueltas a Parque Sur sí lo tengo en cuenta y procuro hacer la mitad de las vueltas en un sentido y la otra mitad en el otro, siempre que sea un número par de vueltas…

Pues hoy no lo he hecho, he salido a dar vueltas a Parque Sur y he dado las tres vueltas en el mismo sentido, pero ya digo que es una excepción.

Después de estos meses de entrenamientos algo caóticos, voy tratando de buscar el ritmo de maratón y hoy salía con la idea de llevar un ritmo cercano a 4:45 min/km después de calentar los tres kilómetros de la primera vuelta, pero me ha sorprendido porque iba a 4:40 con cierta facilidad. Sólo han sido seis kilómetros a «ritmo de maratón», pero he acabado bastante contento con ese ritmo, completando 9 km en un tiempo de 43:15 @ 4:48 min/km.

Se agradece el nublado

Después de muchos días de mucho calor y mucho sol hoy ha salido un día, aunque caluroso, nublado. Es de esos días bochornosos en los que no apetece ponerse a correr, así que hemos empezado muy lentamente y yo creo que de tan lento que íbamos me dolía la rodilla más de lo habitual. De hecho ya casi no notaba la molestia. También puede ser que me molestara más porque había cambiado el ejercicio 1 de esta serie de ejercicios, haciéndolo con el pie extendido en vez de con el pie a noventa grados. Quizás eso no le haya gustado.

El caso es que la primera vuelta ha sido muy lenta y he pensado que a lo mejor acelerando el paso mejoraba la cosa. Y así ha sido, al aumentar el ritmo la rodilla iba mejor. Como al aumentar el ritmo, la manera de pisar cambiar, eso puede provocar ir mejor. Así que lo tengo claro, a toda pastilla desde el primer metro 😉

Los primeros cinco kilómetros los hemos recorrido en 28:50 @ 5:46 y los segundos cinco, en 24:37 @ 4:55, totalizando 10 km en 53:27 @ 5:21. Y muchas mejores sensaciones en la segunda vuelta que en la primera.

La torre de San Miguel

El sábado participé en la I carrera nocturna San Miguel, como he comentado en la entrada anterior. La carrera está organizada por el club de atletismo San Miguel. Sin duda el nombre el nombre del club organizador viene dado por uno de los monumentos más conocidos, sino el que más, de La Puebla de Montalbán, que no es otro que la torre de San Miguel.


Torre de San Miguel, foto obtenida de panageos.es

Siempre me ha llamado la atención esta torre, debe ser porque está en uno de los puntos más altos del pueblo y es una torre muy alta, de 32 metros. Quizás también por lo estilizado de su figura. A lo mejor porque me trae recuerdos de la infancia cuando con los compañeros de clase veníamos a pintar la torre.

No es raro que cuando me enteré de la existencia de esta carrera me apuntase inmediatamente, tenía demasiados atractivos y siempre que pueda volveré a venir.

Hoy decía Jesús que todavía tenía las piernas castigadas del circuito tan duro, pero yo las notaba bastante bien. Creo que el sábado, más que piernas lo que me faltó fue respiración. Cuando más corta es la carrera, más rápido se va y más cuesta acompasar la respiración. Habrá que hacer series cortas (400 ó 500 metros) para mejorar esta faceta.

De todas formas, no apretamos mucho en las dos vueltas. Hicimos 9,5 km en un tiempo de 49:50 a un ritmo de 5:14 min/km.

I Carrera nocturna San Miguel

Hoy he participado por primera vez en una carrera nocturna, aunque no es la primera que corro de noche, ya que he participado en alguna San Silvestre, pero claro, no es lo mismo correr a las seis de la tarde en invierno, que ya es de noche pero es por la tarde, que a las diez de la noche en verano que es cuando se ha celebrado esta primera edición.

La carrera se ha celebrado en la localidad toledana de La Puebla de Montalbán, en la que pasé cuatro años de mi vida, bueno más que años, cursos, porque estuve allí estudiando desde quinto de básica a octavo. Es por esto que la carrera me ha resultado bastante emotiva, ya que pasaba por sitios que me retraían a la infancia. Si a eso añades que antes y después de la carrera me he encontrado con antiguos amigos de aquel entonces, no es raro que haya estado a punto de soltar una lagrimita…

Hasta allí me acerqué con una compañera pradolonguera. Habíamos quedado con Jesús, otro pradolonguero, en la plaza del pueblo donde daban los dorsales y estaba situada la salida y la meta. Recogimos el dorsal, saludamos a Jesús, estiramos un poco y aprovechando que comenzaba la carrera de la mujer -de sólo dos kilómetros- aprovechamos para calentar, acompañando a la hermana y sobrina de mi acompañante.

No tenía ningún objetivo en esta carrera, ya que entre que estuve unas semanas corriendo descalzo, otro tiempo lesionado y que todavía ando algo renqueante del rotuliano, me conformaba con salir y correr, sin más. Nos situamos en medio del pelotón y después de tres cohetazos y el disparo del juez de salida, nos pusimos en marcha.

Los primeros 700 metros son favorables, pero al llegar a ese punto, la carrera gira bruscamente a la izquierda y el terreno empieza a ponerse cuesta arriba. Una buena cuesta de algo más de un kilómetro que se hizo dura, tanto en la primera, como en la segunda vuelta. Una vez coronada la cuesta, se comienza la bajada y al poco se llega al segundo kilómetro, justo enfrente de la torre de San Miguel, que da nombre a la carrera y al club de atletismo que la organiza.

El terreno es favorable hasta casi llegar a la plaza, donde de nuevo hay una bonita cuesta de unos 200 metros que se agarra a las piernas de aquellas maneras.

Una vez se llega a la plaza, otra vuelta al mismo recorrido. Si en la primera vuelta la primera cuesta se hizo dura, ahora se me hizo más dura todavía, pero al menos ya conocíamos el terreno que pisábamos. De nuevo coronamos el punto más alto, nos tiramos por las bajadas y poco antes de llegar a la ermita de la Soledad, sobre el kilómetro siete, me adelantó un individuo que iba siempre un par de metros por detrás. Tampoco lo di mucha importancia, iba echando la vista atrás (en el tiempo) y trataba de recordar situaciones y lugares por donde pasaba.

En la cuesta que lleva a la plaza donde está situada la meta noté que alguien por detrás trataba de darme alcance, así que aceleré el paso y no sólo no me pasó, sino que en la línea de meta adelanté al corredor que me había adelantado un kilómetro antes.

Olvidé parar el cronómetro al traspasar la meta, por lo que tuve que esperar las clasificaciones para saber con certeza el tiempo realizado, que fue de 34:42. Comparando este tiempo con los poco menos de 32 que hice en la San Silvestre vicalvareña, me doy cuenta que es un poco birria, pero hay que tener en cuenta que esta carrera es más dura y mi estado de forma bastante, bastante peor. Además, aunque comenzó a las diez de la noche, hacía un calor horroroso y eso castiga mucho. Prefiero el frío al calor para correr.

Entre que era de noche, que no llevaba gafas y que no había muchos participantes, había veces que no tenía muy claro el camino a seguir, menos mal que los lugareños te orientaban si veían que te ibas por otro camino. Quizás sería una buena idea pintar las rayas del suelo con pintura fosforescente porque no se veían prácticamente.

La bolsa del corredor estuvo muy bien, ya que llevaba bastante fruta, que después del líquido es lo que más apetece. Mi bolsa tenía incluida una pera, una paraguaya, un melocotón y ¡dos plátanos! Además de la fruta: una botella de agua, un refresco y un bocata. No podía faltar tampoco la camiseta conmemorativa y una gorra. Además de un pañuelo cortesía de la Caja Rural, dos bolígrafos, bastantes caramelos y una invitación para tomar una cerveza o un refresco en uno de los bares de la plaza. Una bolsa completísima por el módico precio de 6 €.

Una carrera muy bien organizada a la que volveré siempre que pueda, aunque espero llegar algo más entrenado para no pasarlo tan mal en las cuestas.


Carrera de San Miguel, obsérvese la nocturnidad y alevosía de la foto 😉

Treinta y ocho

Esos son los minutos que me gustaría hacer en una carrera de 10 km, pero el título de la entrada no viene por eso, sino por los grados que había cuando a eso de las 20:30 he acabado de correr. Ha hecho un día de calor terrible, era insoportable.

Cuando he llegado al parque, a la hora de encuentro habitual, estaba Joaquín sentado en un banco con cara de pocas intenciones, pero visto lo visto después, me parece que estaba haciendo teatro, porque ha bufado como un auténtico vendaval durante el entrenamiento.

Hoy no había mucha gente por estos lares, sólo hemos salido cuatro, pero parece que con ganas de guerra porque ya en el primer kilómetro íbamos deprisa, luego se ha puesto a tirar Emilio y todos nos preguntábamos ¿cómo puede ir este hombre a 4:30 con casi 40º de temperatura con 66 años? Y nadie encontraba la respuesta, aunque es la más simple: este hombre es un fenómeno de la naturaleza.

El caso es que esos tirones ha provocado que se alborotara el gallinero y cuando Emilio se ha retirado del terreno de juego, ha empezado Joaquín a apretar y nos ha hecho sufrir de lo lindo en esa segunda vuelta. Me he notado bastante cansado, insisto, se nota mucho estar casi dos semanas sin entrenar. Se pierde forma a pasos agigantados.

Aunque me he llevado una pequeña botella, tenía al terminar la boca más seca que la mojama, no sé cómo estarían los otros compañeros que no han bebido durante el entreno, que ha consistido en hacer 9,5 km en un tiempo de 46:55 @ 4:54 min/km, haciendo unos cuantos kilómetros sobre 4:40. Demasiado pá mi body en estos momentos.

Trece días y la cosa sigue igual

He estado trece días parado para ver si mejoraba algo la rodilla, pero he visto que sigue más o menos, molestando un poco. El pasado domingo me comentaba Javier que podía ser un problema del rotuliano y ayer Josefa casi lo confirmaba. Según parece el rotuliano duele bastante cuando te pones en cuclillas y ¡vaya si me dolía cuando me agaché!

De todas formas, es normal que no haya mejorado nada, ya que estos días que he estado parado en vez de aprovechar y todos los días hacer ejercicios para fortalecer la rodilla, he hecho poca cosa. Lo dicho, que es normal seguir como estaba.

La única ventaja es que puedo correr, la pequeña molestia está ahí, pero no impide el movimiento, así que saldré saliendo a correr y a tomarme en serio los ejercicios de piernas, que yo creo que la constancia en esos ejercicios es lo único que lo va a mejorar. Por lo tanto, seguiremos con la rutina habitual, después de disfrutar de unas vacaciones atléticas.

Y para volver, ¡qué mejor que unas cuestecitas! Tenía una amiga intenciones de hacerlas y me he animado a acompañarla, no sé si ha sido la mejor idea… Hemos salido tarde, a las 8:20 y hacía todavía bastante calor (cosa normal en esta época del año en estas tierras). Una vuelta de tres kilómetros para ¿calentar? y luego cuesta para arriba, cuesta para abajo, hasta un total de cinco. Unas más largas y de poca pendiente y otras más corta y de más pendiente.

Después de acabar con esa quinta cuesta, un kilometrillo al trote para volver otra vez al punto de inicio del circuito de cuestas y otras cinco a la buchaca. Para terminar, el kilometrillo que quedaba, pero esta vez con sprint final, donde me he dado cuenta de que he perdido bastante con el parón (y que mi amiga no es coja precisamente).

En total 9,5 km en un tiempo aproximado de 57:00, aunque en el Garmin no haya registrado el primer kilómetro.

Y siguen tirando

Parece que los dos kilómetros que hice con las zapatillas minimalistas me han dejado más tocado de lo que pensaba. Si el martes tenía una tirantez brutal en los gemelos, hoy estoy algo mejor, pero todavía siguen tirando lo suyo. Está claro que hice una burrada metiéndome dos kilómetros de metatarso. La transición debe ser muy lenta, muy lenta. Lo repite frecuentemente, como un mantra, a ver si se me mete en la cabezota.

Si el otro día éramos un pelotón nutrido, hoy faltaban unos cuantos componentes, pero tampoco estuvo mal para la época del año, aunque poco a poco el pelotón fue menguando y cuando me quise dar cuenta, sólo estaba acompañado por una persona. Pero bueno, lo importante es comenzar una buena cantidad de gente y luego ir acoplándose al grupeto donde mejor se vaya.

Hoy salí con la botella bastante fresca del frigorífico, pero tampoco sirvió porque volvió a calentarse a la temperatura del té antes de acabar el recorrido, que fueron 10 km en un tiempo de 51:40 @ 5:10 min/km.

Tirante a más no poder

Cuando acabé ayer los dos kilómetros con las minimalistas no me veía nada mal, pero según han ido pasando las horas he notado los dos gemelos cada vez más tirantes. Ha sido casi un alivio correr tan amortiguadas para acortar el gemelo y que no tirase tanto. A lo mejor no es mala idea ir alternando…

Durante el entrenamiento hemos ido de charla, trataba de convencer a Jesús de participar en una carrera que se celebra en su pueblo… y casi le he convencido. Si al final va, seremos tres pradolongueros en la línea de salida en la primera edición de esa carrera.

Nos hemos juntado un buen montón de gente, hacía tiempo que no íbamos tantos. Hemos llegado a formar un pelotón de siete pradolongueros. No está nada mal, de lo más abundante de este año. Ya es raro en el mes de julio encontrar tantos corredores porque cuando llega el verano la cosa se dispersa: unos se van de vacaciones, otros se van a pasar una temporada a otro sitio y otros se hacen remolones con el calor.

Contaba Joaquín que está cansado, que necesita parar una temporadita y yo creo que no es mala idea, estoy por apropiármela que todavía tengo algo de tiempo para descansar de cara al entrenamiento para NY.

Hemos hecho dos vueltas a Pradolongo, totalizando 9,5 km en 50:49 @ 5:19 min/km.

Minimalistas

Ya había decidido olvidarme de correr descalzo y cosas semejantes; sin embargo, hoy me ha dado el punto y he estrenado unas VFF Bikila que había comprado un mes antes. La sobrecarga que tenía en el gemelo ya no me molesta en absoluto por lo que he pensado que podría probar a correr con zapas minimalistas para comparar a correr descalzo.

VFF Bikila
VFF Bikila

Como mi última distancia recorrida descalzo fue de 1,8 km ni corto ni perezoso seguí mi progresión, por lo que tocaba hacer 200 metros más, es decir, 2 km con minimalistas. Puse el metrónomo en 180 bpm y salí deprisa, tan deprisa que dejé a mi acompañante «anonadado» con esa fulgurante salida.

Fui acortando más y más la zancada para ir acompañado y cuando llegué al segundo kilómetro paré de correr. Continué cuatro kilómetros más para totalizar seis, en un tiempo algo por encima de los 45 minutos.

Lo primero que hay que decir es que no tiene nada que ver correr descalzo que con minimalistas. Descalzo se siente hasta la más pequeña piedrecilla que pises, mientras que con las zapas por muy fina que tenga la suela, la sensibilidad no es la misma. Por el mismo motivo, las plantas de los pies no sufren prácticamente nada con minimalistas.

Lo que sí es idéntico es cómo tira de gemelos esta manera de correr. Cuando acabé el entreno me notaba bastante bien, pero conforme iba pasando el tiempo veía que el gemelo me tiraba cada vez más, me veía otra vez sobrecargado. Tendré que tomarme las cosas con calma.

De nuevo he hecho el burro haciendo tanta distancia. La transición debe hacerse muy poco a poco, pero cuando digo muy, digo muy. Los gemelos hay que acostumbrarlos muy lentamente a ese trabajo extra que tienen que hacer cuando se corre de metatarso.

Se me olvidaba, la jodía zapatilla izquierda me ha hecho daño en la parte de atrás del talón. Vamos que como un guante no son.

Con la maratón a la vuelta de la esquina, la estrategia es correr con amortiguadas la mayor parte del tiempo e ir descalzo o con minimalistas muy poco a poco. Quizás progresando de 200 metros en 200 metros, pero empezando desde cero.

Válvula de escape

Ayer sábado estuvimos todo el día de excursión por lo que no pude salir a correr. El viernes hasta las dos de la mañana y hoy me ha tocado trabajar 🙁 Así que a eso de las seis de la tarde veía que reventaba. Necesitaba una válvula de escape. Había que elegir entre salir a correr o algo peor, así que elegí la primera opción claramente.

Me vino de perillas salir a correr sin pensar en el reloj, simplemente corriendo por correr, tratando de que la cabeza se despejara. Correr es sin lugar a dudas un relajante como no hay otro, una antidepresivo natural sin igual. Si esto no existiera, habría que inventarlo, pero está claro que lo llevamos en nuestros genes.

Hoy salí en solitario. Ya no hacer el calor que ha hecho estos días y se corre mucho mejor, sin ese agobio que supone llevar la boca pegada y totalicé 9 km (tres vueltas a Parque Sur) en un tiempo de 45:59 @ 5:07 min/km. Volví a casa más suave que un guante, que era de lo que se trataba.