Se han venido los alisios con nosotros

Durante las vacaciones, una de las cosas que menos ha gustado entre la concurrencia ha sido la presencia casi constante del viento. Según parece, en la parte nororiental de la isla de Tenerife la presencia de los vientos alisios es muy normal. Y la verdad, no sé si habrán sido los alisios o no, pero sí es cierto que no ha faltado viento durante las dos semanas.

Pensábamos que habíamos dejado atrás los vientos pero resulta que hoy se nos ha ocurrido salir en bici y hacía un viento realmente fuerte y, por lo tanto, desagradable y peligroso para ir en bici. Muy mala suerte la nuestra.

El caso es que teníamos ganas de montar un poco en bici después de tantos días y aunque hemos salido tarde, no nos ha parecido mal del todo porque se trataba de montar un poco, sin más pretensiones; sin embargo, durante el trayecto hacia San Martín nos íbamos arrepintiendo de la idea. Menos mal que esta localidad no está lejos, a unos 26 km de casa, y la parada en el San Marcos a desayunar es obligatoria. Así se mitiga un poco la sensación desagradable de ir remando y remando contra el viento, que hacía que cualquier repecho pareciese el Tourmalet.

Después del café y la tostada de rigor, de vuelta a Madrid esperando que el viento fuese favorable. Craso error, ya lo dice uno de los corolarios de la conocida ley de Murphy: cuando rodemos con el viento en contra, pensaremos que a la vuelta irá a nuestro favor; sin embargo, el viento cambiará de dirección para azotarnos la cara hasta llegar a casa.

Lo peor es que aunque no fueron muchos kilómetros, debido al viento el esfuerzo fue intenso y acabé con molestias en la rodilla izquierda. Aquella que me casqué años atrás con los primeros pedales automáticos que tuve… allá a finales de los ochenta.

Realizamos 52 km en un tiempo de 2h24 a una media espantosamente lenta de 21,7 km/h. Demasiado para el viento que hacía.

Entrenamientos vacacionales en Bajamar

Voy a resumir en esta entrada los entrenamientos que hice en Bajamar, Tenerife, durante mi estancia vacacional en esta localidad.

Lunes 10 de agosto. El día anterior había corrido el cross de Bajamar por lo que no tenía muchas intenciones de salir, pero un chaval conocido me animó a salir con él porque tenía un plan de entrenamiento de pretemporada futbolera. Así que no pude negarme y salí con él. Ese primer día de su segunda semana consistía en hacer treinta minutos de carrera continua. Curiosamente, ese día cuando estábamos dispuestos a salir estaba lloviendo a raudales, pero eso no importa a dos aguerridos corredores, así que salimos como si tal cosa. Así paso, que nos calamos hasta los huesos y además comprobamos que el terreno es duro de narices. No sé muy bien cómo, pero acabamos llegando a la Avda. del Club Náutico de Bajamar que es una cuesta larga pero dura. Ahí demostró que la juventud es un grado. Subió mi acompañante como si tal cosa mientras que yo iba echando los pulmones por la boca. Acabamos esa avenida y volvimos sobre nuestros pasos. Hicimos en esos treinta minutos unos 5,5 km @ 5:26 min/km. Aparte de mojarnos bastante, no tuve ningún problema con la picadura y notaba los tendones de aquiles que me tiraban un montón. Eso me pasa por salir dos días seguidos.

Miércoles 12 de agosto. Tocaba carrera continua de veinte minutos, cinco minutos andando y quince minutos corriendo de nuevo. Optamos por tirar hacia Punta del Hidalgo hasta completar esos veinte minutos. Allí nos volvimos andando esos cinco minutos y luego nos pusimos a correr. En total hicimos en esos cuarenta minutos 7 km clavaos @ 5:43 min/km. También este itinerario es duro, pero ya nos habíamos dado cuenta que daba igual ir para un sitio que para otro. Sólo hay subidas y bajadas vayas donde vayas. Así que resignación. Hoy me molestaban menos los aquiles.

Viernes 14 de agosto. Bajada caminando del Teide por el sendero siete, unos 9 km de bajada que se traducían en cuatro horas y media… nos dijeron. Subimos en el teleférico hasta la base del Teide, pero por desgracia no teníamos permiso para subir a la cumbre así que cambiamos el ascenso a la cumbre por la bajada por el sendero siete. No fue buena idea porque una buena parte del sendero es por pequeñas piedras rodadas por las que te resbalabas con una facilidad pasmosa. De hecho, una de las componentes del grupo se hizo un esguince al resbalarse. Eso sí, mereció la pena por el paisaje, verdaderamente espectacular.

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Vista de la cumbre del Teide desde donde llega el teleférico

El sendero siete llega hasta el punto kilométrico 40,5 de la TF-21. Desde allí había todavía un par de kilómetros hasta donde habíamos dejado el coche aparcado, parte de los cuales los hicimos trotando

Domingo 16 de agosto. Tercer día de su segunda semana de entrenamientos. Consistía en hacer dos tramos de veinte minutos de carrera continua metiendo entre tramo y tramo cinco minutos corriendo. Hicimos como el día anterior el camino hacia Punta del Hidalgo, sólo que llegamos algo más lejos. Fuimos bastante tranquilos a la ida, pero a la vuelta empezamos a dar a la zapatilla e hicimos un kilómetro en 4:44, otro en 4:33 y los últimos ochocientos metros, ya muy favorables, a 4:02. Al ser la vuelta tan rápida, llegamos al punto de salida ¡tres minutos antes! así que no completamos los cuarenta y cinco minutos previstos. De esta forma completamos 7,8 km en un tiempo de 42:04 @ 5:24 min/km. El chaval aguantó como un campeón y yo acabé bastante bien.

Con estos entrenamientos acabamos su segunda semana de pretemporada. No volvió a llovernos otra vez durante los entrenos, aunque sí lo hacía con cierta frecuencia. Lo mejor es que no hacía mucho calor, corría el viento y solía estar nublado, aunque hubiese bastante humedad. Fenomenal, porque los entrenamientos en Madrid de junio y julio han sido una auténtica tortura debido al intenso calor. E incluso, recuerdo el año pasado en Mojácar que o madrugabas o los entrenamientos eran bastante duros con la suma de calor y humedad.

Martes 18 de agosto. Carrera continua 1×10′ y 1×20′ y entre las series de carrera continua meter cinco salidas a sprint entre 20 y 30 metros al 80%. Planteamos hacer las salidas a sprint en la zona donde están situadas las piscinas de Bajamar, que es un terreno llano. Así, después de diez minutos por las calles de Bajamar fuimos al sitio señalado (que es por donde se meten los surfistas al mar) y vimos que hasta la tercera farola eran más o menos los treinta metros… muy a groso modo. Hicimos cuatro series supuestamente al 80% y le propuse hacer la última hasta la cuarta farola a muerte. ¡Qué ochenta por ciento ni qué leches! Ahí me demostró el mozalbete que zumba de lo lindo, ya que en esos cincuenta metros me sacaría diez. Para hacer los veinte minutos que nos quedaban fuimos como siempre hacia Punta del Hidalgo, aunque, por supuesto, no llegamos. Nos dimos la vuelta en la Cafetería Melita. Hicimos 6 km con la carrera continua y las series.

Miércoles ‎19‎ de ‎agosto‎. Senderismo por el macizo de Anaga, todo de bajada como el otro día en el Teide. Según la wikipedia, el macizo de Anaga es una formación montañosa y región histórica del nordeste de la isla canaria de Tenerife, España. Es el lugar que cuenta con mayor cantidad de endemismos de Europa y fue nombrado Reserva de la Biosfera por la UNESCO el 9 de junio de 2015.

Habíamos planeado la salida desde el restaurante de la Cruz del Carmen. Allí nos acercaron en coche y cuando íbamos a comenzar la caminata vimos que había un grupo de atletas «traileros» que se disponían a realizar un entrenamiento conjunto. Estaban haciéndose la típica foto de grupo antes de salir. Y estaban a punto, porque cuando llevábamos recorridos doscientos metros nos adelantaron todos. Luego vimos subir a unos pocos. Imagino que el grueso del pelotón volverían por otro camino porque a esos no los vimos.

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Cartel indicando el camino a Bajamar desde la Cruz del Carmen

Hasta Bajamar son 10,5 km como indica el cartel y el paisaje es alucinante. Una verdadera maravilla. Según va bajando va cambiando y luego no es tan frondoso, pero merece la pena. Como curiosidad, decir que nos adelantaron unos tipos en bicicleta de descenso que se metieron por unas sendas que resultaba casi difícil pasar andando, no quiero ni imaginarme cómo pasarían con la bici.

Jueves 20 de agosto. Carrera continua 1×5′ y 1×20′ y entre las series de carrera continua meter ocho salidas a sprint entre 20 y 30 metros al 80%. Hicimos más o menos lo que el día anterior, pero me parecía que cinco minutos sólo antes de hacer unas salidas a sprint era poco, así que lo prolongué un minutos más, tampoco mucho, que el chaval decía que había que hacer únicamente los minutos que decía el plan. Esta vez no hicimos la última a muerte como el día anterior, sino que todas más o menos al mismo ritmo, ese 80% teórico. Hicimos en total 5,4 km este día.

Y de esta forma se acabaron las vacaciones veraniegas. El sábado 22 de vuelta ya estábamos de vuelta a Madrid después de dos semanas en tierras tinerfeñas.

Y para terminar, un tirito en las piscinas naturales de Garachico, mostrando cómo se clava la entrada en el agua.

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Clavando la entrada en el agua

Últimos entrenamientos de julio

La verdad es que el mes de julio ha sido un buen mes respecto al número de entrenamientos. La calidad de ellos, ya dudo un poco, porque con tanto calor no hacía otra cosa más allá de trotar; sin embargo, en la última semana he tenido un problemilla que ya relataré en la próxima entrada y que me ha impedido completar el mes como hubiese deseado.

Voy a resumir en esta entrada los entrenos de la segunda quincena del mes de julio, ya que no hay mucho que destacar como para hacer una entrada por día.

Después del día récord de calor, el jueves 16, vino un día bastante caluroso también, pero se notaba que había bajado algo, aunque fuese sólo un par de grados. El entrenamiento no fue tan asfixiante, pero aún así fuimos muy tranquilos. Hice 9,4 km en un tiempo de 52:45 a un ritmo más que tranquilo: 5:36 min/km.

El sábado 18 de julio quedamos a las 8:15 de la mañana para salir con la fresca. En un principio íbamos a salir cuatro, pero uno de ellos se nos durmió, así que sólo fuimos tres. Y aunque la temperatura era muy placentera, sobre todo en la ida que era más pronto y había bastante sombra, también fuimos muy tranquilos. Decidimos ir por el Parque Lineal que es un paseo muy agradable aunque luego los últimos kilómetros toque subir. Como anécdota, ya terminando, subiendo cerca del 12 de octubre se tiró un perro a por mí, que me dio un susto bárbaro, pero según su dueña era porque se sintió acosado. Un poco después pasaron mis dos compañeros y también se tiró a por ellos, imagino que también sintiéndose acosado. El pan nuestro de cada día en la eterna pelea corredores y perros. Hicimos 12 km en 1:03:20 @ 5:16 min/km en una jornada de lo más agradable, hay que tener en cuenta que pasamos de estar rondando los cuarenta grados los días entre semana y a los pocos más de viente hoy.

El domingo 19 tocó bicicleta. Lo primero fue subirme a la báscula, que marcaba 70,3 kg un poco más que la semana pasada. No está mal del todo, me mantengo. Tocaba estirar un poco más la tirada y decidimos ir a Villaconejos, haciendo el mismo recorrido que en tiempos pretéritos gustaba mucho hacer a los componentes del Club Ciclista Cortés. La idea era salir lo más pronto posible, pero al final se nos fue la hora hasta las 8:45, que no está mal del todo, pero que prometía calor a la vuelta. Llegamos a Villaconejos bastante bien, aunque desde Titualcia hasta el pueblo de los melones es casi todo para a arriba. Paramos en un bar a recuperar fuerzas y vuelta otra vez por donde vinimos. Hasta Titulcia bastante bien porque es muy favorable. Luego tampoco fuimos mal por Ciempozuelos y San Martín; sin embargo, nos costó un poco la subida a La Marañosa ya que hacía bastante calor y llevábamos muchos kilómetros (para nuestro nivel) en el cuerpo. Además, al ser más tarde había menos ciclistas circulando y no conseguimos enganchar ningún grupo que nos hiciera más cómodo el rodaje. En total hicimos 93,5 km en un tiempo de 3h56, consiguiendo mi compañera de rodaje su récord de kilometraje en una jornada.

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Un alto en Villaconejos, el pueblo de los melones

El martes 21 de julio parecía casi invierno 😉 La temperatura andaba un poco por encima de los treinta y seis grados y resulta curioso como se notaba esos tres grados de diferencia. Se corría medio bien. De hecho, después de una primera vuelta muy tranquila, fuimos luego jugando a tratar de llevar un ritmo y la verdad es que no nos salió muy bien. El primero era ir a 5:00 y Joaquín marcó 4:45. El segundo me puse yo a marcarlo y salió a 4:55, algo más razonable. El tercero también lo marqué yo y lo clavé, se trataba de ir a 4:50 y no me fui ni un segundo arriba ni un segundo abajo. El cuarto y último de esta segunda vuelta era para tratar de ir a 4:45 y lo marcaba Joaquín, pero aquí lo dio todo y lo hicimos en 4:30. Un poco desastre, pero lo pasas entretenido jugando un poco. Totalicé 9,4 km en 49:24 @ 5:13 min/km. De nuevo, como en estos otros días anteriores, nos acompañó una amiga habitual del Pradolongo con la bicicleta y con el bidón bien cargado de agua, que nos hizo más llevadera la jornada.

El jueves 23 de julio se animó mi tocayo a venir con nosotros. Sus obligaciones de padre no le permiten casi nunca bajar a esta hora, sale más tarde, pero este día fue una excepción. Y en que momento… El tío está fuerte como el vinagre y después de haber estado tirándonos el moco de que entrenábamos como jabatos, vino a demostrar que el que entrena de verdad es él y nosotros hacemos poco más que arrastrarnos. Después de un par de kilómetros más o menos tranquilos, empezó a apretar el acelerador y tratamos de que no se fuera. Yo había comido muy tarde y notaba todavía la comida en la boca, por lo que esta aceleración no fue muy de muy agrado, pero el tío siguió a un ritmo más o menos constante hasta acabar la primera vuelta y luego a aceleró más. Sobre el kilómetro 5,5 decidí que ya estaba bien de hacer el canelo porque las molestias en la tripa eran horrorosas y sentía como si en la próxima zancada se me fuese a salir la comida por la boca, así que bajé el ritmo y al tran, tran cumplimenté 9,3 km en un tiempo de 47:26 @ 5:07 min/km.

El sábado 25 de julio quedamos a las 8:15 en el punto de encuentro. Nos juntamos tres: mi tocayo que me había reventado el jueves, una chica que estaba preparando una maratón para el mes de agosto y que ya andaba con el tapering y un servidor que iba casi de convidado de piedra. Decía la chica que el rodaje de hoy era de 1h50 a un ritmo cómodo. Ese ritmo cómodo era para ella cercano a 4:30. Así que se me pusieron los pelos como escarpias cuando oí eso. Dijo que bueno, como era un circuito de ida y vuelta, trataría de ir a ese ritmo cómodo a la vuelta. Hicimos un par de kilómetros tranquilos, pero pronto empezamos a ir a un ritmo cercano a cinco, siempre por debajo. Llegamos hasta el final del Parque Lineal y a la vuelta, como siempre, aire en contra y buscando el ritmo cómodo poco a poco. De 4:50 pasamos a 4:35, 4:38, 4:29, 4:34 y ahí ya se me fueron y ya aproveché para aflojar el ritmo, que me llevaban con la soga al cuello. Ese ritmo tan cómodo era mucho para mí. Pararon en la fuente y me esperaron. Desde allí hasta el parque de Pradolongo ya fuimos más tranquilos y fue en ese tramo donde el GPS se quedó sin batería, por lo que sólo me marcó 12,7 km de los 15 km que hicimos. Esos 12,7 km registrados por el GPS los hicimos en 1:02:09 @ 4:57 min/km. No estuvo mal el entreno, no. La báscula marcó 70,2 kg, bajando lo que subí la semana anterior.

El domingo 26 de julio fue día de bicicleta. Y esta vez me tocaba pedalear en solitario, ya que mi acompañante habitual estaba fuera de Madrid. Como suele ocurrir, salí a las 8:45, más tarde de lo que hubiese deseado, por lo que me iba a tocar pasar calor. El recorrido era de Madrid hasta un pequeño pueblo de Toledo llamado Gerindote. Y la jugada era hacer una parada más o menos a medio recorrido para desayunar algo y recuperar fuerzas. Salí por el recorrido habitual hasta San Martín, Ciempozuelos y desde allí tirar hacia Aranjuez para desviarme a Seseña, Esquivias, Borox, Añover de Tajo y Villaseca de la Sagra donde tenía previsto parar; sin embargo, no conseguí encontrar el desvío a Seseña, ya que no estaba indicado, así que me fui por un camino mal asfaltado paralelo a la A4 que ya conocía de otras veces. Ese camino mal asfaltado se convierte en tierra poco antes de pasar por debajo de la A4 y sigue siendo de tierra bastantes metros más. Cerca ya del peaje de la R4 es de nuevo asfalto y ya se coge la carretera que tenía previsto en el plan inicial. Me ahorré unos cuantos kilómetros por no haber encontrado el desvía a Seseña.

Poco antes de Añover apareció delante de mí, saliendo de un camino como por ensalmo, un buen grupo de ciclistas de MTB de Pinto y me acoplé un rato a rueda para descansar un poco. Iba a buen ritmo y bien protegido. Por desgracia, enseguida se bifurcaron nuestros caminos. Poco después adelanté a un ciclista en MTB que iba en solitario, yo seguí a mi bola y pasados los kilómetros, cuando me acercaba a la central térmica de Villaseca vi que me seguía de cerca y luego me adelantó, así que cogí su rueda y fui unos kilómetros aprovechando su rebufo. El tío iba deprisa, pero tampoco me importaba gastar algo de fuerzas, ya que en Villaseca tenía pensado desayunar. Curiosamente, en este pueblo paramos los dos. Yo a desayunar e imagino que él habría llegado a su destino. Estuve dando una vuelta por el pueblo y no fui capaz de encontrar un bar con terraza donde parar, así que seguí hasta Mocejón, el siguiente pueblo. Allí sí encontré una bonita terraza en la plaza del ayuntamiento. Me tomé un café con leche y tostada con aceite y tomate y monté de nuevo en la flaca. En ese momento llevaba 73,5 km en un tiempo de 2h35. Había hecho más kilómetros de los que pensaba antes de parar.

No es buena idea para en Mocejón, porque el siguiente pueblo que es Olías del Rey está en un alto y la carretera es todo el rato picando para arriba. Eso, después de llenarse bien el estómago es un mal asunto, pero aflojando un poco el ritmo se lleva sin demasiados agobios. Desde Olías a Bargas, pasando por encima de la A42 y desde Bargas al río Guadarrama por una carretera llena de subidas y bajadas que fui sorteando con bastante frescura. Al llegar al río, lo lógico es que hubiese seguido hacia Rielves por lo que era la antigua carretera de Toledo a Ávila, pero se me ocurrió la genial idea de hacer un pequeño rodeo, tirando hacia Villamiel de Toledo. Craso error, desde el río hasta Huecas, que está más allá de Villamiel es todo para arriba, no es un puerto, se trata de un falso llano que pica y pica hacia arriba, sin apenas descanso. Un horror. ¿Y todo por qué? Porque en mi época de juvenil había corrido una carrera ciclista que partiendo de Torrijos salía hacia Huecas, Villamiel, Rielves y vuelta al origen. Y hoy, aunque lo hiciese al revés, me gustaba recordar esas carreteras y esos tiempos. Al llegar a Huecas se termina la subida y al tirar hacia Torrijos se va por una carretera bastante poco transitada donde hay algún repecho, pero es más bien favorable. Ya quedaba poco para llegar a mi destino, lo cual hice tras recorrer 42,2 km (una maratón) en un tiempo de 1h38. Totalizando de esta manera 116,8 km en un tiempo de 4h16 a una velocidad de 27,3 km/h.

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Una buena kilometrada en solitario

Cuando llegué al destino, lo único que iba pensando era en ir a la piscina y darme un buen baño para quitarme el sudor y de paso, recuperar algo de sales con una buena cerveza. Y me sentaron de vicio ambas… sobre todo la cerveza.

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Primero un remojón por fuera

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Y luego por dentro

Y con este viaje en bicicleta se acabaron los entrenamientos de julio una semana antes de que acabara el mes por un motivo inesperado.

De récord

Hoy ha sido día de récord. Pero récord de calor. Y sólo lo hemos sufrido Joaquín y un servidor. Los demás, mutis por el foro. Y bien que hacen, todo hay que decirlo; no obstante, creo que ha sido la primera vez que he visto en las pantallas de tráfico la recomendación de no hacer deporte por las altas temperaturas.

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Altas temperaturas en el día de hoy

No me gusta nada el calor y menos para correr, pero soy de la opinión que se puede correr siempre que sea con cabeza: a ritmo tranquilo e hidratándose. Y eso es lo que hemos hecho, aunque hemos apretado un poco en los dos últimos kilómetros que nos han salido a 4:32 y 4:22 que aún pareciéndome una barbaridad sólo han sido dos, los otros siete tranquilamente charlando y bien provisionados de agua gracias a nuestra compañera que de nuevo ha ido con la bicicleta y la caramañola.

En total han sido 9 km en un tiempo de 46:23 @ 5:09 min/km.

Queda descartado

Todavía andaba dando vueltas a la cabeza a lo de participar en el Gran Premio Canal de Castilla, pero me temo que este año no va a poder ser. La prueba es el sábado que viene y este año he entrenado poquísimo y me resultaría prácticamente imposible terminar, ya que son muchos kilómetros y no es que se vaya de paseo precisamente. Así que, lo dejaremos para el año que viene. Descarto por completo participar. Una verdadera pena porque el año pasado me encantó.

Después de madrugar ayer, hoy también tocó, pero no importa porque es la mejor hora para salir y siempre puede uno echarse una siesta para recuperar el sueño perdido. Aunque leí el otro día que eso no sirve, que hay que dormir cuando hay que dormir.

Hoy, por razones técnicas, no podía alejarme mucho de Madrid, así que la idea era ir como mucho hasta Ciempozuelos. Así que fue eso lo que hicimos. De casa a Villaverde y carril bici hasta San Martín. Desde allí un poquito más hasta la glorieta de entrada a Ciempozuelos y vuelta por el mismo camino hasta casa.

Como siempre, parada en el San Marcos para recuperar energías. Allí nos encontramos con unas amigas que estaban desayunando y estuvimos un rato charlando. Tiempo dio para hacernos una bonita foto en la terraza de esta cafetería.

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En la cafetería San Marcos, acompañado de muy buena gente

Acabo de darme cuenta al mirar la foto con detenimiento de que debo ser de los pocos ciclistas que llevan las patas llenas de pelos. Hay que distinguirse de alguna forma de los demás 😉

Después de desayunar, como llevaba algo de prisa, salimos pitando, sin esperar a nuestras compañeras de desayuno y fuimos a buen paso. Subimos la Marañosa bastante deprisa y al llegar a la cima nos encontramos con un grupo de ciclistas veteranos que iban a un ritmo similar al nuestro, así que echando morro al asunto, nos pusimos a su rueda y anduvimos bastantes kilómetros con ellos. Hasta que llegamos a un glorieta donde ellos tiraron hacia Getafe (creo que ellos eran de Leganés) y nosotros hacia Madrid.

En total hicimos 66 km en un tiempo de 2:44:40 y con muy buenas sensaciones por parte de mi compañera a la que vi realmente fuerte.

Lo peor fue la noticia que recibí cuando llegué a casa. Javier Krahe había fallecido. Un grande entre los grandes. Descanse en paz.

A veces no importa madrugar

No cabe la menor duda que para correr con este calor lo mejor es evitarlo y para ello, es imprescindible levantarse temprano. Hoy es sábado y fastidia un poco tener que madrugar cuando se hace durante toda la semana laboral, pero luego se agradece cuando en pleno entreno notas algo de fresco.

Quedamos a las 8:15 en el punto de encuentro habitual y nos presentamos tres: Miguel, una amiga y un servidor. Estuvimos un rato estirando y esperando por si venía alguno más y como diez minutos más tarde nos pusimos en marcha. Diez o doce grados menos de lo habitual se nota y mucho. Además por el Parque Lineal a esas horas hay bastante sombra y da gusto correr.

La ida fue hasta el último puente. Lo cruzamos y en vez de terminar el circuito, volvimos por el otro lado del río. Al llegar de nuevo al punto de encuentro, llevábamos trece kilómetros y pico, por lo que hicimos un rodeo para completar los catorce y, ya de paso, acabar en la fuente para refrescarnos.

En el puente, junto al punto de encuentro, estaban los pradolongueros jubilados que habían terminado también el entrenamiento, así que estuvimos departiendo un rato mientras estirábamos los dos grupos juntos.

Lo dicho, fueron 14 km en un tiempo de 1:14:20 @ 5:18 min/km. Un buen entrenamiento y magníficamente bien acompañado.

Hoy la báscula marcaba 70,2 kg. He bajado una miaja, pero aunque sea poco, siempre es mejor que subir.

Con una caramañola al alcance de la mano

Seguimos con la canción de todos los días: calor, calor y calor. Hoy también rondaba la temperatura los treinta y ocho grados y una humedad relativa del 8%. Bueno, más que humedad, sequedad. Y de relativa, nada, que todo el mundo está de acuerdo.

Hoy se me ha hecho más tarde de lo habitual, así que me he ahorrado unos cuantos metros. Mis compañeros ya habían pasado holgadamente el primer kilómetro y yo todavía no había llegado a ese hito cuando los he encontrado. Fenomenal, metros que me he ahorrado. Además, hoy hemos tenido la fortuna de ir acompañados por una amiga, que además de hacernos una bonita foto en plena acción…

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…ha ido a nuestro lado con la bicicleta durante todo el recorrido con un bidón de agua (caramañola que dicen los colombianos). Resulta agradable poder tener agua al alcance de la mano, sin tener que parar. Lo curioso es que empezamos con el agua bien fresquita y acabamos con el agua ideal para hacer una infusión, lo normal con esta calorina, claro está.

En la segunda vuelta hemos apretado un poco para tratar de bajar de cinco minutos el kilómetro y hemos hecho tres kilómetros algo más rápidos de lo habitual: 4:51, 4:46 y 4:38. Parece que no, pero cuesta ir a 4:38 en estas condiciones, afortunadamente la caramañola nos ha ayudado a ello.

En total han sido 9,1 km en un tiempo de 46:47 @ 5:08. Ritmo que no está mal para lo que está cayendo.

Ni el apuntador

Hoy sólo hemos aparecido dos en el punto de encuentro. Nos ha fallado Jesús para hacer el trío habitual de los últimos días. El resto de los compañeros están desaparecidos en combate. Algunos por las vacaciones y otro porque está esperando descendencia y tiene otras cosas que hacer a las horas que vamos a correr.

Como todos estos días, la temperatura es elevada y las ganas de correr inversamente proporcional a la temperatura, es decir, pocas, pocas; sin embargo, ya que te pones a dar vueltas al parque, pues algo hay que hacer, no sólo ir al trote cochinero, aunque bien es cierto que muchas veces hasta es difícil hacer eso.

Después de una vuelta de calentamiento, hemos elevado un poco el ritmo y luego hemos empezado a jugar un poco. La idea era ir tratando de marcar un ritmo durante un kilómetro sin mirar el reloj y ver si nos acercábamos a lo previsto. Empezó Joaquín tratando de ir a cinco minutos el kilómetro y casi lo clava, ya que hizo 4:56. Luego traté de hacer lo mismo y se me fue un poco, pero tampoco estuvo mal: 5:02. El siguiente lo marcó Joaquín a 4:50 y también estuvo muy cerca, hizo 4:48 y el último me tocaba a mí y traté de hacerlo a 4:45. Lo clavé, pero reconozco que eché un ojo al cronómetro a mitad de recorrido.

Así con la tontería, hice un total de 9,4 km en un tiempo de 50:20 @ 5:20 min/km. Acabando, como todos estos días en la fuente.

Otra vez a Titulcia

Salí el domingo pasado y hoy he vuelto a repetir recorrido, aunque esta vez, bien acompañado. Me gusta la ruta a Titulcia porque la carretera desde Ciempozuelos hasta Titulcia es muy agradable, con buena sombra y bonitos paisajes. La pena es que es algo estrecha, pero bueno, de uno en uno y bien pegado al borde no se va mal. Bien es cierto que hoy, al ser sábado, se notaba más tráfico de lo habitual por esas carreteras.

Esta vez decidimos parar a desayunar en esta localidad y la verdad es que es un sitio más tranquilo y ¡las barritas de aceite y tomate estaban de muerte! Después de desayunar y repostar agua, vuelta a Madrid por el mismo sitio, pero con la ventaja de que el desayuno está algo más digerido cuando llegamos a la Marañosa que es el único sitio donde hay que apretar un poco los dientes.

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Un selfie antes de comenzar el camino de vuelta

A la vuelta, en la Marañosa nos juntamos con un grupo de ciclistas que iban a un ritmo similar al nuestro, así que nos pusimos a rueda y estuvimos bastantes kilómetros bien resguardados, hasta que mi compañera se quedó en un repecho y de nuevo nos quedamos los dos solos, pero ya estaba la cosa casi hecha.

El caso es que estuvo fenomenal, hicimos 75 km en un tiempo de tres horas, a una velocidad de 25 km/h. No estuvo nada mal.

Antes de salir de casa me subí a la báscula y marcaba 70,3 kg. Pensaba que había empezado a disminuir el peso, pero no bajo de setenta ni en broma.

Cambio de planes en el último momento

Hoy tenía pensado salir con Miguel más tarde de lo habitual; sin embargo, en el último momento ha habido un cambio de planes y a las siete y media estaba en el punto de encuentro. Y allí estaban las dos jotas esperando: Jesús y Joaquín.

Hacía algo menos de calor que el martes, pero aún así hacía bastante, bastante calor. Como siempre en estos casos, a ritmo tranquilo e hidratación. Lo más importante, siempre, siempre siempre, es estar bien hidratados, el ritmo da igual.

Así que una primera vuelta al trote cochinero, prácticamente a seis minutos, y una segunda vuelta un poco más rápido, rondando los cinco minutos. Así que en total han sido 9,4 km en 51:20 @ 5:28 min/km.