XXXIII San Silvestre vicalvareña

Hoy he participado por octava vez en esta carrera como colofón del año atlético que para mí acaba este día de San Silvestre aunque la federación de atletismo tenga otro calendario.

Había quedado con un heterogéneo grupo de corredores a las once de la mañana en el polideportivo de Vicálvaro, pero llegué a la hora justa y la cola para recoger los dorsales estaba a tope, por lo que gasté bastante tiempo esperando y no pude ver a todo el mundo con los que había quedado.

Después de recoger el dorsal nos hicimos una foto los maratidianos que andábamos por allí y cola de nuevo en el guardarropa.

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Con los compañeros maratidianos antes de la salida

Al final llegamos con el tiempo justo a la línea de salida y salimos como pudimos. Hice toda la carrera junto a una amiga que peleaba por subirse al cajón y aunque hizo una buena carrera al final se quedó en puertas de subir al pódium ya que quedó cuarta de su categoría. Hicimos un tiempo oficial de 38:05, aunque neto de 37:49, según puede verse en la clasificación oficial o en una copia en PDF que conservo aquí

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En pleno esfuerzo por las calles de Vicálvaro

Cuando corrí por primera vez aquí en 2005 éramos cuatro monos, pero hoy había un montón de gente. Desde mi humilde punto de vista (y no es una crítica a la organización ni mucho menos), esta carrera va perdiendo encanto a medida que van pasando los años. Habrá que ir buscando alternativas para años venideros.

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Llegando a meta

¡¡¡Feliz año nuevo!!!

Que el 2013 nos traiga kilómetros y kilómetros de felicidad.

Nos vemos en el asfalto, caminos, cañadas o veredas, pero siempre en marcha.

Esto se acaba chicos

Se acaba el año 2012 y viene 2013, que tiene una pinta horrible… Esperemos que no sea así y la cosa empiece a enderezarse.

Hoy hemos salido a hacer un poco de trote y algunos progresivos de cara a la San Silvestre vicalvareña, que se celebra mañana por la mañana. Se trata, obviamente, de la última carrera del año, aunque hay gente que se mete la vicalvareña por la mañana y la vallecana por la tarde, pero eso es mucho para mí, con una me conformo.

No es cuestión de machacarse, por lo que han sido pocos kilómetros, sólo 7,5 km incluyendo cuatro progresivos, que han salido fuertecillos. Mañana veremos lo que nos depara la sansil, en la que será mi octava participación en esta carrera.

Acabo de ver que se han agotado los mil dorsales de esta carrera. Nada que ver con los cuarenta mil de la vallecana, pero la carrera de Vicálvaro sigue creciendo.

Hoy he subido a la báscula después de correr. Marcaba 68,3 kg un kilo más de la última pesada justo antes de la maratón de Valencia. No me puedo quejar estando en estas fechas navideñas y habiendo estado un mes sin correr.

Coge el dinero y corre

La semana pasada, en concreto el jueves 20, me llegó un correo del club organizador de la maratón de Nueva York en referencia a la resolución tomada sobre la cancelación de la maratón de este año. Proponen tres opciones:

  1. Te devuelven la pasta de la inscripción ($347 para los corredores internacionales), aunque no devuelven los once dólares que hay que pagar de «preinscripción».
  2. Entrada garantizada para la maratón de NY de 2013, 2014 ó 2015.
  3. Entrada garantizada para la media maratón de NY de 2013, a celebrar el 17 de marzo.

El que elija la opción 2 o la opción 3 tiene que volver a pasar por taquilla, eso sí, al mismo precio que pagaron en 2012.

Yo elijo la opción 1, cojo la pasta y a correr. Ahora hay que ver cuando y como me hacen llegar el dinero. Estos no me vuelven a ver por NY ni en pintura.


Ayer no pude salir a correr por un compromiso, así que he salido hoy acompañado de una amiga. Para nuestra desgracia, ya se había ido el sol cuando hemos salido, así que hemos podido comprobar una vez más el penoso estado de la iluminación del parque. Siento ser tan repetitivo…

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Así de bonito lucía el parque de Pradolongo esta noche (y no es ninguna broma)

La idea era hacer una primera vuelta tranquila y luego hacer cuatro kilómetros sobre 4:50, pero salió de aquellas maneras: 4:56, 4:58, 4:56, 4:38 y 4:37. Vamos, que salió regular, ya que los tres primeros fueron algo lentos y los dos últimos demasiado rápidos.

En total hicimos 10 km aunque el forerunner sólo registró 9 km en un tiempo de 45:57 @ 5:06 min/km.

Entrenamiento casacamperil

Hoy, día de Navidad, he vuelto a entrenar en la Casa de Campo después de muchos meses sin hacerlo. He utilizado la Casa de Campo para hacer las tiradas largas de cara a la maratón, pero no venía ex profeso a entrenar desde el 3 de enero de 2010 hace ya casi tres años. Reconozco que me cuesta trabajo tener que coger el coche para ir hasta Lago, dar la vuelta a la Tapia y volver a coger el coche para ir a casa. Y me cuesta porque tengo el parque de Pradolongo al ladito de casa y si quiero hacer más kilómetros sólo tengo que ir corriendo un poco más allá hasta el Parque Lineal y yendo hasta el final de este parque y volviendo por donde he ido, hago 16 km que son más o menos lo que una vuelta a la Tapia. Por contra, no puedo disfrutar de la compañía de los compañeros maratidianos que son asiduos a este entrenamiento.

Quizás no elegí bien el día, ya que al ser un día tan significativo, no hubo mucho quórum y sólo nos juntamos cuatro. Pero bueno, formamos un grupo majo que nos metimos una vuelta a la Tapia casi sin enterarnos. Eso sí, desde que la última vez que fui, he podido comprobar que han hecho algunas modificaciones que provocan una reducción de kilómetros por vuelta.

En total hicimos 15 km en un tiempo de 1:20:53 @ 5:25 min/km. Un ritmo aceptable teniendo en cuenta la dureza del recorrido.

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Con una familia de corredores después del entreno

Después del cocido

Ayer, después de correr en Los Navalmorales, nos acercamos a Barcience, pequeño pueblo de la provincia de Toledo donde existe un restaurante denominado La Barraca que tiene como uno de sus platos estrella el cocido. Habíamos quedado un grupo de amigos para celebrar la Navidad de la manera típica: comiendo.

No conocía este restaurante más que de oídas, pero a fe que tenía fama merecida. El cocido estaba soberbio, de los mejores que he probado y el precio muy razonable. Todos los asistentes acabamos muy satisfechos de la comida. Un sitio realmente aconsejable.

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Detalle del tercer plato

Todo esto venía para tratar de justificar por qué he salido este día de Nochebuena a correr, habiéndolo hecho el día anterior. Y es que entre el cocido de ayer y la previsible cena opulenta de hoy, mejor hacer unos kilómetros para quemar unas cuantas calorías, aunque es evidente que el número de calorías quemadas va a ser siempre inferior a las ingeridas en estas comilonas.

Salimos por el parque de Pradolongo a eso de las diez de la mañana y hacía un día muy agradable, con una temperatura templada para estas fechas. Tampoco era cuestión de machacarse después de la carrera de ayer, por lo que nos tomamos con calma las dos vueltas, haciendo 10,5 km en un tiempo de 55:41 @ 5:18 min/km.

Y ahora veamos si somos capaces de descifrar el famoso porcentaje de la pérdida de forma. Supongamos que estoy totalmente fuera de forma (100% de pérdida). Incluso estando totalmente desentrenado, una persona puede ser capaz de correr una determinada distancia, sobre todo si es corta. Digamos que en esas condiciones soy capaz de hacer los 4,8 de la carrera de ayer a un ritmo de 6:00 min/km. Esto implica que estando al 85% sería capaz de correr a 5:06 min/km. Nada, no salen las cuentas.

Supongamos entonces que totalmente desentrenado soy capaz de ir a 5:30 min/km, eso implica que al 85% sería capaz de ir a 4:40 min/km, que se aproxima más a la media que hice ayer, que fue de 4:43 min/km.

Ahora bien, ¿estando totalmente fue de forma sería capaz de ir a 5:30 min/km durante 5 km en una carrera dura? La verdad es que no lo tengo nada claro, no lo veo sencillo. Lo cierto es que después de dar vueltas al tema, tengo más preguntas que respuestas.

X Carrera del aceite

Un año más, y ya van tres, me he acercado a Los Navalmorales, pueblo en el que pasé los primeros años de mi vida. La verdad es que paso poco por mi pueblo, pero aunque ya me sienta forastero, siempre me agrada ir.

El año pasado llegué una hora antes por lo que me tuve que pegar un madrugón de órdago; sin embargo esta vez leí bien el reglamente y vi que la hora de inicio de la carrera de los «mayores» empezaba a las doce de la mañana, por lo que no tuve que madrugar tanto. A las ocho sonó el despertador y a eso de las 11:15 estábamos allí. Al tratarse de una carrera poco multitudinaria, resulta muy sencillo encontrar sitio para aparcar y recoger el dorsal. Esta vez me ocurrió algo que nunca me había pasado, ¡alguien había retirado mi dorsal! Tuve la sensación de que otra persona con mi mismo nombre y mi primer apellido se lo había llevado por equivocación. Y eso fue lo que ocurrió, aunque lo supe después. Para solucionar el tema, la organización me asignó otro dorsal.

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Minutos antes de la carrera

Cuando estábamos calentando nos cruzamos con una atleta china del club Bikila. Me sorprendió encontrarme en este pueblo remoto a una persona de tan lejana procedencia. Esta chica fue la que ganó la prueba en categoría femenina. Su nombre es Dong Liu y cuando subió al pódium me enteré que fue campeona del mundo junior de 1.500 en 1992 en Seúl y un año después campeona del mundo absoluta en esa misma distancia en Stuttgart. Además tiene todavía en su poder el récord de Asia de 800 metros con 1:55:54. Según he podido leer, después de trece años alejada de las competiciones, volvió a entrenar en 2011 y parece que no se le ha olvidado esto del correr.

Después de calentar y estirar, cerca de un centenar de atletas nos colocamos tras la línea de salida. Sonó el pistoletazo y aunque estábamos atrás del pelotón, no tardamos prácticamente nada en atravesar el arco de salida. Al ser tan pocos participantes, enseguida se sitúa cada uno en el lugar que le corresponde y durante la carrera resulta difícil que alguien te adelante o adelantes tú.

No quise forzar en absoluto debido a las dudas que mantenía sobre mi estado de forma, así que decidí acompañar a la amiga que se había desplazado conmigo hasta allí. Esta joven, ya en categoría de veteranas B, podía optar a un premio, así que yendo a su vera iba controlando al resto de chicas participantes para azuzar en caso de que fuese necesario a mi compañera de carrera.

No tuve que hacer gran cosa, ella misma iba controlando la carrera y fue adelantando a toda chica que se ponía a tiro. Después de completar las tres vueltas (4,8 km) llegó a meta con un tiempo de 22:28 y dos segundos después llegué yo haciendo, por lo tanto, 22:30. Se puede ver la clasificación en esta copia que conservo aquí.

Lo mejor vino después porque ¡¡¡quedó primera de su categoría!!! y se llevó nada más y nada menos que 23 litros de aceite, que a 2,80 € el litro, supone un premio muy suculento. Desde luego mereció la pena desplazarse hasta allí.

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Posando toda feliz con sus premios

Todo fue un espejismo

Mis compañeros de martes me comentaron que hoy no iban a poder ir a entrenar, así que esperaba encontrarme solo en el punto de encuentro. Pero al llegar estaba Andrés & company y con ellos empecé el entrenamiento aunque tuve esperar bastante rato a que el forerunner de las narices consiguiera una precisión aceptable (considero aceptable cuando anda cerca de 6 ó 7 metros).

Notaba los cuádriceps algo cargados, lo que indica que el entrenamiento del martes no fue una perita en dulce; sin embargo, a un ritmo tranquilo marchaba bien. Para nuestra desgracia, pudimos comprobar que la buena iluminación de días anteriores fue simplemente un espejismo. Hoy había extensas zonas sin iluminar, por lo que habrá que volver a considerar entregar el papel con las firmas en la junta municipal.

Un tanto enojado por esta situación absurda a la que nos somete un día tras otro la junta municipal, pero por otro lado encantado de correr junto a Andrés se fueron pasando los kilómetros a un ritmo bastante llevadero. Hice 10 km en un tiempo de 53:56 @ 5:24 min/km y con bastante solvencia.

Una de las cosas que hablamos durante el entrenamiento fue de la comida de Navidad que hacemos los corredores pradolongueros todos los años. Esta vez se nos ha echado el tiempo encima y ya resulta imposible hacerlo antes de Navidad como siempre hemos hecho. La mejor alternativa será después de Reyes cuando ya estemos todos de vuelta, ya que en estas fechas cuando no está uno de vacaciones está otro.

Ya está bien de vaguear

Llevo desde la maratón de Valencia sin dar un palo al agua, atléticamente hablando. Allá por el mes de marzo empecé con unas ligeras molestias en la rodilla y todavía sigo con ellas. He parado un mes para ver si remitía, pero sigo igual así que he vuelto a empezar con el entrenamiento y seguiremos lidiando con la puñetera rodilla.

Me preguntaba cómo estaría después de un mes de no correr absolutamente nada, por lo que estuve buscando por internet respuestas a esa pregunta. Algo conseguí encontrar.

http://www.correrengalicia.org/index.php?name=Forums&file=viewtopic&t=227

En 1979 Houston y Al hicieron pruebas a seis corredores en la cumbre de su entrenamiento. Estos atletas pararon quince días antes de volver a retomar el entrenamiento para una misma duración. La VO2max, la actividad de las dos enzimas (aeróbica y anaeróbica) así como el tiempo mantenido a un ritmo inferior a VO2max fueron medidos antes de la parada, después de 15 días de inactividad y después de volver el entrenamiento a los 15 días.

Resultados:

Los niveles de los indicadores observados han considerablemente bajado después de quince días de descanso. Por ejemplo el tiempo de carrera medido ha pasado de 19 a 14 minutos.

Después de quince días de reanudar el entrenamiento, los indicadores fisiológicos no habían ni siquiera alcanzado la mitad de las pérdidas ocasionadas por el descanso. La marca había pasado de 14 a 17 minutos.

Comentarios:

Este estudio confirma la mayoría de los estudios hechos sobre el desentrenamiento y el reentrenamiento. Todos muestran que un breve periodo de inactividad perjudica considerablemente las marcas.

Los efectos más rápidos y espectaculares intervienen a nivel de los citocromas de la cadena respiratoria, de la capacidad del músculo de almacenar glucogeno y volumen sanguíneo.

Por eso se recomienda bajar el entrenamiento en vez de pararlo completamente. En este caso, los estudios muestran que es preferible bajar el volumen y la frecuencia de las sesiones manteniendo su intensidad (Hickson y Al 1982,1985).

En este blog puede verse una tabla que relaciona los días de inactividad con la pérdida de forma:

http://yonocorrovuelo.blogspot.com.es/2010/01/que-velocidad-perdemos-forma-fisica.html

DÍAS SIN REALIZAR ENTRENAMIENTO % DE PÉRDIDA DE CONDICIÓN FÍSICA
1 a 5 días 0 – 1%
7 días 10%
14 días 35%
21 días 60%
28 días 85%
35 días o más 100%

Se puede encontrar más información en el libro Correr con inteligencia de Hal Higdon

Pregunta: ¿Cuántas semanas sin correr han de pasar para perder la preparación física una vez se ha alcanzado?
Respuesta: Depende de su definición de “estar en mala forma física”. Algunos corredores de maratón 2:10, pueden considerar que están en mala forma física cuando sus tiempos han bajado a 2:15.

Es verdad que su acondicionamiento físico se perderá si usted no hace ejercicio. De todas maneras, no sucede de la noche a la mañana. Puede no ocurrir en dos o tres días, pero al cabo de dos o tres semanas, comenzará usted a experimentar declives de entre el 7 y el 15 por ciento en varias funciones importantes relacionadas con el ejercicio incluido el VO2max máximo y el umbral de lactato. Usted ya no podrá correr este maratón 2:15.

Estudios llevados a cabo por científicos como Edward F. Coyie, Ph.D., de la Universidad de Tejas en Austin, han sugerido que tras un periodo de interrupción del entrenamiento, usted debe entrenarse durante dos días para recuperar el nivel perdido por un día de inactividad. Dicho de otro modo, si deja de correr durante 6 semanas, necesitará 12 semanas para recuperar su nivel anterior de forma física. Ésta es una de las razones por las que resulta aconsejable que cuando un corredor sufre una lesión que le impide correr durante cierto tiempo (como, por ejemplo, debido a una fractura por esfuerzo excesivo) encuentre una actividad alternativa para minimizar la pérdida de forma física y velocidad cuando la lesión esté curada.


¿Qué saco en claro de todo esto? Para empezar, que un periodo de inactividad supone una pérdida de forma evidente. Aquí no hay que dar más vueltas y está claro para todo el mundo.

Pero por otro lado, según la tabla que he puesto, estar un mes parado, como es mi caso, supone una pérdida de forma de un 85% aproximadamente, pero ¿qué significa ese porcentaje? Sinceramente, no tengo ni idea. Viendo ese porcentaje, casi querría decir que debería arrastrarme como un gusano después de estos días de parón. Veremos el próximo domingo que tengo una carrerilla que ya hice el año pasado y ahí podré comparar tiempos.

Quizás lo más interesante es lo que comentar Hal Higdon en su libro. Para volver a recuperar el nivel que se tenía, hay que entrenar el doble de días de lo que se está lesionado, es decir, que si he estado parado un mes, tendría que estar entrenando dos para volver a estar como en la maratón de Valencia. Será interesante verificarlo.

Y una cosa que se me ocurre ahora, a vuela pluma, es con respecto al peso. No es lo mismo estar parado y empezar a coger kilos que mantener el peso. La semana pasada me subí a la báscula y marcaba 68,5 kg que anda un poco por encima de lo «normal», pero bastante por debajo de lo que podría suponer tanta inactividad.


Ahora trabajo en un sitio lejos de mi casa, por lo que tardo bastante en volver y eso va a provocar que llegue justo o tarde a los entrenamientos. Hoy he llegado tarde y pensaba que tendría que coger a mis compañeros por el camino; sin embargo, he podido ir con ellos desde el principio. Hemos dado una primera vuelta a un ritmo bastante asequible, rondando los 5:40 min/km y yendo a ese ritmo me parecía que iba deprisa. Como siempre, en la segunda vuelta han apretado y no se me ha ocurrido otra cosa que apretar con ellos, manteniendo un poco la distancia, pero exigiéndome. Pensaba que iba a petar como un sapo cuando fuese por el siete, pero he aguantado ritmos bastante majos, haciendo una media de 4:44 min/km en esa vuelta y llegando a hacer un kilómetro en 4:35. Y no he acabado nada mal. En total han sido 9,7 km en un tiempo de 50:37 @ 5:13 min/km.

Este entrenamiento me ha dejado un poco perplejo, ¿cómo encaja ese porcentaje del 85%? Vete tú a saber.

Por cierto, que el parque estaba muy bien iluminado. Excepto la zona más cercana a Almendrales, todo lo demás tenía buena luz. No sé si las quejas telemáticas han surgido efecto o es pura casualidad. Tengo que la duda de si aguantar las firmas recogidas si el parque sigue así. Habrá que esperar y ver cómo evoluciona.

El parque de Pradolongo y sus problemas de iluminación

El parque de Pradolongo sufre un problema de iluminación evidente, que de tan repetitivo, ya llega a cansar. Hace cinco años presentamos ante la Junta Municipal una solicitud para que arreglaran los problemas de iluminación y, cosa extraña, lo solucionaron. Ni que decir tiene que desde entonces hasta ahora el problema sigue subsistiendo.

Como hace un lustro, volvemos a la carga, presentando una solicitud similar a la de hace cinco años para ver si nos hacen caso y arreglan los problemas que un año y otro acucian no sólo a los corredores sino a los paseantes y «perreros». Y lo que es más grave, supone un claro peligro transitar por el parque por las zonas tan oscuras que hay, no hay que olvidar los sucesos luctuosos que han ocurrido en el parque años atrás.

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Solicitud presentada en 2007

Quien quiera firmar que me lo diga, que gustosamente le acerco la hoja.

Además de esta solicitud por escrito, he hecho una sugerencia (no se pueden hacer solicitudes) desde la web del ayuntamiento. La sugerencia ha sido admitida con número de referencia 502/2012/41064 y sé que de aquí no voy a sacar nada, pero si alguno más se anima a hacerlo, a lo mejor sirve para algo. La sugerencia se puede efectuar desde este enlace de www.madrid.es.

La sugerencia tiene un texto similar a la solicitud y dice así:

El Parque de Pradolongo, situado en el distrito de Usera, tiene serios problemas de iluminación. Desde hace tiempo, la mayoría de las farolas no funcionan y la distribución de las farolas con luz es muy irregular. Eso provoca que haya extensas zonas del parque que permanecen en total oscuridad, ya que resulta difícil encontrar una farola con luz en cientos de metros a la redonda. El problema no sólo afecta a la gente que atraviesa el parque para ir al metro o al tren, o que utilizan el parque para pasear o realizar actividades deportivas. También la falta de luz provoca que el parque se haya convertido en un lugar peligroso que los vecinos tratan de evitar y que ha ocasionado y puede volver a ocasionar graves sucesos.

XXXII Maratón de Valencia

Hoy he participado por primera vez en la maratón de Valencia. Este ha hecho el número veintidós en mi lista y sexto fuera de Madrid.

Después del fiasco de Nueva York y en plena crisis de identidad corredora, decidí apuntarme a esta maratón para quitarme la espina. Sabía que no llegaba en buenas condiciones después de tantas semanas de «deskilometraje», pero había que intentarlo.

Salimos con unos compañeros maratidianos el sábado por la mañana y a eso de la una de la tarde estábamos retirando el dorsal. Allí pudimos saludar al quinto maratidiano en discordia, valenciano él, que se había acercado desde Barcelona. Nos hicimos una foto después de recoger el dorsal por si acaso…

Cinco valientes maratidianos
Cinco valientes maratidianos

Carlos decidió comer en casita, pero nosotros habíamos pensado comer allí. Buscando la comida de la pasta arroz nos encontramos con Miguel, compañero habitual de Pradolongo.

Las previsiones del tiempo eran horrorosas, prácticamente sábado y domingo lloviendo, pero estuvimos por la tarde haciendo turismo por Valencia y no cayó ni una gota; sin embargo, durante la cena empezó el festival de lluvia y gran aparato de rayos y truenos. Caía tal cantidad de agua que se nos ocurrió pedir la dueño del restaurante unas bolsas de basura «king size» para mojarnos lo menos posible en la línea de salida.

No me enteré de nada, pero según cuentan, durante toda la noche no paró de llover, pero cuando me desperté a eso de las cinco no caía ni una gota y la temperatura era agradable. Desayunamos con tranquilidad y salimos con prontitud para tratar de aparcar el coche no muy lejos de la salida/llegada. Y lo conseguimos. El guardarropa funcionaba a la perfección y dejamos los trastos en cuestión de segundos. Estuvimos esperando al compañero, pero se retrasó y no pudo salir en la foto. Una verdadera lástima. Aunque sí vimos a Miguel, por lo que éste sí apareció en la foto, como bien puede verse.

Antes de tomar la salida
Antes de tomar la salida

La salida estaba organizada por cajones y creo que salvo raras excepciones, cada uno se colocó en su cajón. Durante la espera, viendo que no venía la lluvia, ni que la temperatura era baja, nos deshicimos de nuestras bolsas de basura. Ocurrieron dos graciosas anécdotas dignas de constatar. La primera fue que Miguel se equivocó al hacer la inscripción y puso que había nacido en 1924 y aunque lo corrigió el día anterior al recoger el dorsal, alguien no debió enterarse y dijeron por megafonía que hoy corría un individuo de 88 años. La segunda anécdota fue originada por la afición desmedida de los valencianos a los petardos. Segundos antes del disparo oficial, pusieron una traca y los primeros del pelotón salieron como almas que lleva el diablo. Tuvieron que detener la carrera y hacer que el pelotón de 9000 personas caminara hacia atrás para dejar sitio a los escapados. La salida fue nula. Ignoro si ha habido muchas salidas nulas en una maratón, pero resulta raro.

Debido al incidente, después de retrasarnos un poco, estuvimos bastantes minutos esperando hasta que se dio la salida oficial. Sonó el pistoletazo y nos lanzamos por las calles valencianas con el ánimo intacto, soñando en nuestro fuero interno con la gloria en nos esperaba junto al Hemisfèric.

Se hace difícil coger el ritmo, ya que el pelotón era grande, las calles no son muy anchas y los charcos que había estrechaban en algunas zonas aún más, por lo que había que zigzaguear si quería mantenerse el ritmo. Tanto Chema, como Miguel como yo, nos íbamos mirando de reojo para no perder los unos la estela de los otros.

La idea era mantener un ritmo sostenido aproximado de 4:30, segundo arriba, segundo abajo. A Chema le parecía muy rápido, pero iba con mucha soltura. A Miguel se le veía francamente bien, por lo que no nos extrañó que en el km 7 decidiera irse. Al poco le vimos un poco por delante del pelotón de las 3h15. Y así nos mantuvimos un montón de kilómetro: el por delante del cartel de 3h15 y nosotros por detrás, sin acercarnos demasiado al pelotón y sin agobiarnos, ya que llevaban un ritmo un tanto irregular.

En el kilómetro 20 daban un gel. En la maratón de Madrid lo cogí y me fue bastante bien, así que aquí hice lo mismo, un poco agobiado porque parecía que se acababan, pero al final conseguí dos, uno de los cuales se lo pasé a otro corredor que se había quedado sin ninguno. El imprescindible tener agua para beber después de meterse el gel en la boca, porque en caso contrario se forma una pasta imposible de tragar.

El paso por la media maratón lo hicimos en menos de 1h37 según nuestro reloj. Echamos de menos un relojito con el tiempo de carrera, pero es lo que había. Esta es la más desapacible con diferencia de toda la carreras. Se trata de un largo bulevar que hay que hacerlo de ida y vuelta. Allí volvimos a ver a Miguel que nos sacaba ahora sí una distancia interesante. La única distracción que había por allí era unos altavoces que escupían a todo volumen la música de la película Carros de Fuego. Además el tráfico estaba abierto por esa zona y era todavía más desagradable. Podrían pensar en suprimir este tramo. A mí, desde luego, no me gustó nada. Para colmo, en la subida del bulevar empecé a notar que las piernas no iban muy finas.

Junto a Chema, por las calles de Valencia
Junto a Chema, por las calles de Valencia

La temperatura en la salida y en estos primeros kilómetros era muy buena, rondando los 17º, pero las nubes se iban abriendo, el sol iba apretando y la temperatura subía según pasaban los kilómetros. Eso iba a ser un hándicap añadido.

Sobre el 26 y 27 hay un par de túneles subterráneos bastante largos. Es prácticamente la única cuesta de todo el recorrido. Para animar esa parte, la organización puso un montón de altavoces con una música ratonera que Chema identificó como la canción de Safri Duo Bongo Song. A Chema esa música le puso las pilas, pero a mí no me gustó nada. Espoleado por este ritmo de tambores, bajando el túnel, aprovechó su gran zancada y se me fue yendo, pero tampoco me preocupé porque aunque notaba las piernas cansadas todavía me veía con fuerzas.

Poco después de salir de los túneles pude volver a ponerme a la altura de Chema y algo después llegamos al km 30 donde la organización nos obsequió con otro gel. De nuevo eché mano a la comida como si del bálsamo de Fierabrás se tratase, pero lo que necesitaba era otras piernas, no un engrudo azucarado.

En el km 33 nos estaba esperando una amiga con plátanos por si hacía falta más energía. Andaba un poco despistado porque el GPS se había vuelto un poco loco al pasar por los túneles y pensé que el kilómetro 33 era el 34, así que cuando llegué al 35 me llevé una terrible desilusión. Fue en ese kilómetro 33 cuando me vine abajo. Chema siguió a su ritmo y yo aflojé. Las piernas estaban cansadas y el estómago me dolía. Llegó el temible muro y no fui capaz de sortearlo.

A partir de entonces, los kilómetros que engullía a ritmos cercanos a 4:30 se fueron alargando y alargando cada vez más, llegando a realizar algunos a más de 6:00 y viendo como me adelantaban manadas y manadas de corredores. Sólo aquellos que se ponían a andar podía adelantarlos.

Mi amiga me acompañó en estos últimos kilómetros y me animó lo suyo, pero cuando no se tienen piernas, no se puede hacer más, sólo sufrir y sufrir y tratar de llegar a la meta con la dignidad intacta como diría el bueno de Juan Ignacio. Gracias a que ella me acompañó, porque en caso contrario me hubiese derrumbado por completo.

En este tramo final, la carrera transcurre por el barrio de El Cabañal, algo desértico de gente y con el sol apretando ya con ganas. No sé la temperatura, pero estoy convencido de que los termómetros sobrepasaban los 20º y eso mezclado con la humedad y el cansancio, forman un cóctel terrible para el corredor. Por esta zona había algunos grupos aporreando tambores y curiosamente al contrario que en los túneles, esta vez la percusión me animó. Me pareció muy simpático el grupo de personas disfrazadas de vaca. Choqué sus manos para tratar de salir un poco de la rutina de poner un pie delante del otro.

Cuando faltan tres kilometrillos ya se ve el Hemisfèric y uno se anima pensando en el final, aunque haya que dar un ligero rodeo. Parecía que las molestias en el estómago remitían y eso me animó aún más. Llegando al kilómetro cuarenta la tendencia de ir cada vez más lento se invirtió y pude acelerar un poco, aprovechando además que el terreno es más favorable.

Al entrar en la zona de la Ciudad de las artes y las ciencias, ya en el último kilómetro, el suelo está adoquinado y resulta un poco incómodo, pero eso ya no importa, estamos en el kilómetro de gloria y ya nada podía detenerme. Por desgracia, a mi acompañante la echaron del circuito y me quedé solo poco antes de llegar a la plataforma que montan sobre el agua donde está situada la línea de salida.

Para no llegar mareado como hace dos años en Mapoma me tomé la llegada con relax, disfrutando de esos últimos metros mirando a un lado y a otro y paladeando el dulce sabor que produce la llegada a la meta de una maratón. El reloj de meta marcaba 3:25:20 que teniendo en cuenta el tiempo que tardé en pasar la línea de salida, se convierte en 3:24:19 que es mi cuarta mejor marca en la distancia. Tengo que estar contento, no siempre se puede realizar una mejor marca personal.

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Llegando a meta, ¡por fin!

Una vez cruzada la meta nos dieron agua, Powerade, una bolsa de mandarinas y una bolsa donde había una palmera de chocolate, un pastel de manzana y unos palitos de pan y chocolate. Recogí la bolsa de la ropa en menos de un segundo y me fui hacia el punto de encuentro donde habíamos quedado los maratidianos. Allí me cambié de ropa y zapatillas, hice unos estiramientos y estuve disfrutando del sol mientras daba cuenta de los líquidos que nos habían dado y de las mandarinas, que estaban buenísimas.

Estuvimos en el punto de encuentro hasta que llegamos todos. Chema pasó por la mano de los fisios y vino como nuevo, feliz como una perdiz con su MMP de 3h17 ¡me sacó siete minutos en nueve kilómetros! El siguiente en aparecer fue Carlos que hizo algo más de tres horas y media, pero muchos kilómetros empujando el carrito de su niño. Después llegó Isidoro también muy contento con su MMP de 3h50 y aunque tuvimos que esperarle un poco, fue Fran el que sin duda más contento y satisfecho estaba, ya que había conseguido terminar su primera maratón. Sin duda ninguna finalizar la primera maratón supone una satisfacción y una emoción difícil de igualar. Mi compañero pradolonguero también pinchó un poco y llegó a la meta con un tiempo neto de 3:21:59. Eso sí, llegó el primero de su categoría de veteranos H. Parece que todavía no habían solucionado la equivocación.

Tras reunirnos todos nos fuimos a encargar un paella y mientras la hacían metimos las piernas en el mar. El agua fría del mar viene de maravilla para recuperar las piernas. Absolutamente recomendable.

¡Qué fría estaba el agua!
¡Qué fría estaba el agua!

Creo que es una carrera absolutamente recomendable. Organización muy buena, animación excelente y trazado llano. Poco más se puede pedir. Bueno, que no permitan circular los coches junto a los corredores.

(Gracias a Chema porque he fusilado partes de su relato)