Fue en la media de Getafe donde por primera vez conseguí bajar de hora y media en la distancia de media maratón. Aquel 24 de enero de 2010 conseguí en esta media una marca de 1:29:18 que en aquel entonces me pareció una marca estratosférica. Desde entonces he conseguido bajar de esa barrera de los noventa minutos unas cuantas veces, pero ya no estoy como estaba. Los años y los cuatro meses que he estado parado no me han permitido coger la forma que me hubiese gustado, aunque voy poco a poco.
Las últimas cinco medias, por poner un número, han sido con marcas muy por encima de los noventa minutos. Por orden cronológico:
13-10-2019
Media de Colonia
1:42:06
7-4-2018
Media de Madrid
1:33:46
17-3-2019
XV Media de Villarrobledo
1:36:20
24-3-2018
XIV Media de Villarrobledo
1:31:34
25-2-2018
Media de Latina
1:33:47
¿Y cómo estoy en estos momentos? Desde luego estoy mejor que en Colonia, pero creo que peor que en la Media de Madrid, así que si todo marcha bien, espero andar por 1h35 (ritmo de 4:30), lo cual sería un buen tiempo para mí. Bajar de ese tiempo lo veo casi imposible, deberían alinearse todos los planetas habidos y por haber.
Esta semana, antes de la carrera, he hecho dos entrenamientos. Salí el martes 21 de enero al parque Pradolongo, en una jornada muy ventosa, gracias a la borrasca Gloria que ha hecho estragos en el país. De hecho, cayó una rama de gran tamaño en el camino por el que pasé, aunque tuve suerte porque cayó entre el primer paso y el segundo. Debido al airazo en algunos tramos costaba avanzar y en otros -cuando daba a favor- no se notaba nada. La idea era hacer unos kilómetros fáciles y de esta manera completé 12,3 km en un tiempo de 1:05:21 @ 5:18 min/km.
Lo mejor de todo es que antes de salir de casa marcaba la báscula 70,2 kg y me puse contento porque me voy acercando a los 69.
El jueves salí al Parque Lineal, que ya lo habían abierto después de unos días cerrados por la borrasca. Cuando salí iba muy contento porque no notaba ninguna molestia, ni en la rodilla derecha, ni en el talón, pero la alegría me duró poco porque cuando cuando subí la ligera cuesta que hay para entrar en el Parque Lineal volvió a molestarme la rodilla. Esa desagradable sensación que se tiene de que en cualquier momento puede fallar.
Esta vez salí con la idea de hacer 14 km y meter unas series a ritmo umbral, en concreto, hacer dos dos miles a 8:54. Hice seis kilómetros para calentar los músculos y me dispuse a hacer ese primer dos mil. Me salió regular porque hice 8:57 y me ocurrió lo que me suele ocurrir, que hago el primer kilómetro bien (4:27), pero luego me relajo como si ya estuviera todo hecho (4:30).
Después de ese primer dos mil hice un kilómetro de recuperación y me dispuse a hacer el segundo dos mil en el tiempo previsto. Esta segunda sí me salió bien e hice los dos kilómetros en 8:50 repartidos en 4:24 el primero y 4:26 el segundo. Después de ese segundo dos mil ya me relajé y subí hacia Pradolongo a ritmo más tranquilo. Totalicé 14 km en un tiempo de 1:09:28 @ 4:57 min/km.
El lunes 20 de enero tuve la oportunidad de asistir a la presentación del Primer Circuito de Carreras de Barrio de Madrid. En dicho acto presentaron las carreras que formarán parte de ese circuito en el que está incluida la Carrera Popular Barrio del Zofío de la cual soy el delegado.
La presentación se realizó en la sede de la FRAVM (Federación Regional de Asocaciones Vecinales de Madrid) y en el acto conducido por Isaías Díaz Peña hablaron David Corbacho (ideólogo del invento y el que más ha trabajado en este proyecto), Quique Villalobos (presidente de la FRAVM que creyó en este proyecto desde el comienzo) y Clara Viñarás (atleta internacional también participante en algunas carreras de barrio).
Se habló de la importancia de las carreras de barrio en la historia del atletismo popular en Madrid y de cómo estas carreras fomentan el que los corredores populares conozcan los barrios de Madrid, resaltando la importancia que tienen en la participación vecinal la organización de estas pruebas. También hablaron de las distintas pruebas y de la puntuación en cada una de ellas. Resumiendo:
14 prueba incluyendo dos medias maratones (Fuencarral y Latina), un par de crosses (Trofeo Marathon y Salvar el pinar de la Elipa), un par de sansilvestres (Vicálvaro y Villaverde), una carrera no competitiva (Carrera del árbol) y el resto carreras de 10 km donde algunas además ofrecen la posibilidad de hacer la versión de 5 km. Para todos los gustos.
11 Distritos, 150 kilómetros y 17000 participantes.
La inscripción al circuito se realizará automáticamente al participar en cualquier prueba.
Habrá una clasificación general individual y por equipos/clubs.
Se puntuará según el puesto y categoría de la prueba. Para optar a la general final se deberá participar en un número mínimo de pruebas.
Obtendrán premio los/as primeros/as clasificados/as así como los/as corredores/as con mayor número de participaciones.
Os animo a todos a participar en las carreras del circuito, distintas pruebas todas con su idiosincrasia, que las hace únicas y donde el trato al corredor es más personalizado.
A mediados de diciembre comenzaron las nuevas fuentes de Pradolongo a funcionar, al menos la más cercana a Rafael Ybarra. Reconozco que no me di cuenta si las otras nuevas han llegado a funcionar. Así que me llamó la atención cuando salí el miércoles a entrenar y vi que esta fuente ya no tenía grifo. En un principio pensé que había sido objeto de un acto vandálico, pero luego me comentaron que los operarios del Ayuntamiento habían quitado los grifos. Poco más de un mes han durado las fuentes 🙁
De todas formas, tengo la esperanza de que hayan quitado los grifos porque hace frío y existe la posibilidad de que se hiele el agua y que cuando llegue la primavera pongan de nuevo los grifos, pero ya veremos qué hacen. Sería una pena que hayan construido unas fuentes para nada.
El lunes salí con una amiga a realizar unos kilómetros fáciles. Fuimos a Parque Sur, por el que hacia tiempo que no íbamos y dimos tres vueltas «largas» totalizando 10 km en un tiempo de 53:25 @ 5:20 min/km.
El miércoles también salí con una amiga, pero al contrario que el lunes hoy tocaba hacer kilómetros más exigentes. Mientras que la chica iba a hacer cuatro kilómetros a umbral (el suyo a 4:58) yo tenía que hacer cinco kilómetros a umbral (el mío a 4:27). Hicimos tres kilómetros de calentamiento hasta la entrada al Parque Lineal y ahí comenzamos cada uno con lo nuestro. Yo hice mis kilómetros a 4:28, 4:24, 4:23, 4:26 y 4:28. Quizás un par de ellos un poco rápidos, pero bien, acabé bastante contento. Si la semana anterior me salieron fatal, esta vez la cosa fue mejor y además me encontré mejor. En total fueron 12,6 km en un tiempo de 1:02:53 @ 4:58 min/km.
Después de una jornada exigente el viernes tocaba otra jornada tranquila, aunque haciendo más kilómetros. Esta vez había quedado con una amiga y con Miguel a las 9:30. Poco después de esa hora nos pusimos en marcha y fuimos a Parque Sur donde dimos tres vueltas «pequeñas» para completar 9 km. Ahí se quedó nuestro amiga y mi tocayo y yo nos marchamos a Pradolongo para hacer unos cuantos kilómetros más, pero sin apretar. Hicimos en total 14,1 km en un tiempo de 1:15:42 @ 5:21 min/km.
Con el domingo se completaba la semana de cuatro días. Habíamos quedado en el punto de encuentro y allí aparecimos cinco pradolongueros: Mariano, Quique, Miguel, Emilio II y un servidor. Salimos los cinco rumbo al Parque Lineal y poco a poco, pasados el tercer kilómetro, se fue desgranando el grupo yendo cada uno al ritmo que le interesaba o podía. Yo tenía pensado hacer una tirada de 18 kilómetros de los cuales 12 serían a ritmo de maratón que recordaba era a 4:49. Luego al acabar me di cuenta que según la última carrera el ritmo de maratón debería ser a 4:44; sin embargo no anduve muy lejos de este ritmo porque hice una media de 4:46, así que no me puedo quejar. Hice en total 18,3 km en un tiempo de 1:31:03 @ 4:58 min/km.
Con los kilómetros realizados este domingo completé una semana de 55 kilómetros, que son mucho para mi cuerpo.
El día 5 de enero el roscón y el chocolate son los protagonistas de la mesa. Yo me lo tomé como el último atracón de las navidades y me prometí a mí mismo controlar la comida para tratar de llegar a la maratón con un peso de 68 kg poco más o menos. Es por ello que esta semana me he controlado bastante la alimentación y hoy sábado me he subido a la báscula y marcaba 70,8 kg que son kilo y medio menos que la semana anterior. Siempre he dicho que no me fío mucho de la báscula porque perder tanto peso en una semana me parece demasiado, pero bueno, es lo único que tengo para controlar el peso.
El martes, dos días después de la carrera de Yuncler salí a soltar piernas y ciertamente las notaba cansadas. Bajé al Parque Lineal acompañada de una amiga e hicimos 12 km en un tiempo de 1:05:23 a un ritmo tranquilo de 5:27. Un buen regenerativo.
El miércoles tocó descansar y el jueves tocó estrenar zapatillas. Mis compañeros de trabajo no sólo me regalaron la inscripción a la maratón, sino que también me regalaron unas zapatillas Asics modelo Cumulus 21, el modelo inmediatamente superior a las que he estado utilizando.
Tenía pensado hacer 14 kilómetros, de los cuales iban a ser 5 km a umbral, pero me parecían muchos kilómetros para estrenar zapatillas, de modo que pensé que si notaba molestias me volvería a casa a cambiarme las zapatillas. Con eso en mente, bajé al Parque Lineal teniendo en cuenta que según la marca obtenida en Yuncler, el ritmo umbral es de 4:27. Hice tres kilómetros de calentamiento para llegar al parque y una vez allí aumenté el ritmo durante dos kilómetros para comenzar la serie con las pulsaciones ya un poco subidas y me salió no demasiado bien ya que hice los cinco kilómetros en 4:26, 4:32, 4:32, 4:33 y 4:28. Eso sí, tenía que haber tenido en cuenta que ese ritmo umbral Jack Daniels recomienda seguirlo durante 20 minutos y si se piensa hacer más tiempo, el ritmo debe ser algo inferior. Quizás debería haberme planteado hacerlo un poquito por debajo de 4:30 y me hubiesen salido mejor. En total hice 14 km en 1:09:48 @ 4:59 min/km. Un entrenamiento durillo y una experiencia con las zapatillas muy buena. Acabé encantado.
Con mi idea de correr un día sí y otro no descansé el viernes y volví a salir el sábado. Si el día anterior había salido solo, esta vez nos dimos cita en el punto de encuentro nada menos que ocho pradolongueros, entre los cuales había dos chicas. No es fácil últimamente juntarnos tantos. Bajamos una vez más al Parque Lineal y una vez allí nos dividimos. Quique y Mariano se fueron a toda pastilla. Miguel y yo nos quedamos un poco por detrás con la idea de hacer 18 km, de los cuales 12 km a un ritmo de 4:45 y el resto se lo tomaron con más calma y decidieron hacer sólo 12 km.
Hicimos tres kilómetros de calentamiento y luego tratamos de ponernos a un ritmo crucero de 4:45 y más o menos lo conseguimos. De hecho hicimos los dos kilómetros algo más rápido perseguidos por un tipo que quería alcanzarnos. Decir que aunque los primeros kilómetros salieron a 4:45 con cierta facilidad luego tuve que ir mirando el cronómetro para no perder el ritmo. Justo lo contrario le pasó a mi compañero, que empezó algo cansado porque había entrenado el día antes y al principio le costó un poco, pero acabó fuerte, fuerte, de hecho no fui capaz de seguirlo en el último kilómetro. Salieron los 12 km en 4:43 y los 18 km totales los hicimos en 1:29:15 @ 4:57 min/km. De nuevo salí con las nuevas zapatillas y excepto que suenan un poco más que las anteriores, creo que noté menos las molestias que arrastro desde el mes de abril. Sería genial que con estas zapatillas dejaran por fin de estar ahí. Esta semana he realizado 44 kilómetros en tres días lo cual está muy bien para mí.
Hoy por quinta vez me he acercado a Yuncler para participar en la carrera popular que allí organizan. Alguien puede pensar que me acerqué a correr, pero la carrera era simplemente una excusa para comer huevos fritos con migas acompañados de una cerveza. Bueno, no es cierto del todo, que también me tomé en serio aquello del correr.
Habíamos quedado un nutrido número del Club Atletismo Zofío en el punto de encuentro habitual a las 9:30 de la mañana, ya que la carrera daba comienzo a las 11. Como siempre, llegué un minuto o dos tarde, cuando ya estaban allí casi todos. No tardaron en venir los dos que faltaban, por lo que rápidamente pusimos rumbo a Yuncler, una pequeña localidad toledana situada a medio camino entre Madrid y Toledo.
Según íbamos acercándonos vimos que la temperatura iba disminuyendo, hasta alcanzar valores por debajo de cero; sin embargo al entrar en la localidad el termómetro andaba cerca de un grado sobre cero. Fresquito de todos modos y con un poco de niebla. Teníamos la esperanza de que el refrán aquel que dice «mañanita de niebla, tarde de paseo» no se cumpliera del todo y mejorara el tiempo según se acercara la hora de salida. Y efectivamente la niebla se retiró, salió el sol, pero aún así hacía fresco.
Había cola para recoger el dorsal, pero tampoco exagerada, por lo que en cinco minutos estábamos con el dorsal en la mano. Aproveché para ir al servicio y cuando salí nos hicimos una bonita foto que deja constancia del gran número de compañeros que participamos en la prueba.
Nos acercamos al coche para cambiarnos y nos pusimos a tratar de calentar un poco por la calle donde está situada la salida y la meta, que no es otra que la calle Trafalgar. Al igual que otros tantos cientos, recorrimos la calle arriba y abajo tratando de que los músculos entraran en calor y subieran un poco las pulsaciones.
Faltando pocos minutos para las once de la mañana nos situamos Quique, Joaquín, Miguel y yo no muy lejos de la línea de salida. Dieron el pistoletazo de salida y Quique salió como alma que lleva el diablo. Miguel tampoco le fue a la zaga y Juan Carlos, el amigo del Club Atletismo Leganés también salió veloz, como en Villaverde. Yo salí sin demasiadas pretensiones pensando que Joaquín se quedaría atrás y me tocaría hacer solo los casi ocho kilómetros de la prueba. Es por ello que me llevé una grata sorpresa cuando un poco antes de subir la calle Greco vi a mi lado a Joaquín. Pensé que no iba a durar junto a mí porque me había comentado que no andaba muy fino ya que acababa de salir de un catarro.
Subimos la calle Greco a buen ritmo y comenzamos a bajar lo subido cuando se cumplió el primer kilómetro. Miré el crono y vi que lo habíamos hecho en 4:15 que era más o menos el ritmo que pensaba podía seguir durante la carrera. Bajamos a la calle Ramón y Cajal para conectar con el Paseo del Prado donde subimos la segunda cuesta de la jornada, la subida a la iglesia, que frescos como íbamos subimos también a buen ritmo adelantando al personal que habían salido muy deprisa y ahora iban buscando su ritmo de carrera.
Cuando se sale del casco urbano del pueblo se ve una recta larguísima que acaba con un giro a la derecha. Miraba a lo lejos buscando la camiseta azul de Miguel por si no nos sacaba mucho, pero no la veía; sin embargo sí vi la camiseta naranja del Club Atletismo Leganés de Juan Carlos y me extrañó que no anduviera más lejos. Luego me contó que tuvo un aviso muscular y que bajó el ritmo. Esta recta se hace larga y fue a mitad de recta cuando sonó el segundo kilómetro. De nuevo miré el crono y vi 4:23, ritmo que me pareció algo lento, pero el terreno no es sencillo porque habíamos subido la cuesta de la iglesia y después de un pequeño llano el terreno picaba para arriba sin descanso.
El tercer kilómetro se hace terminando la larga recta y haciendo unos cuantos giros para adentrarse en una zona de chalets donde hay más giros a izquierda y derecha, aunque el terreno es más llano. Ahí hicimos 4:18 y yo seguía asombrándome que Joaquín siguiera a mi lado como si tal cosa. Esto demuestra que estaba especialmente motivado porque el año pasado subió al cajón en esta carrera y este año quería volver a hacerlo.
El cuarto kilómetro, situado un poco más allá de la línea de meta, es el más favorable, por eso no me extrañó comprobar que fue el más rápido de todos los que llevábamos. Poco después se vuelve a afrontar la subida a la calle Greco y ya no subimos con tanta alegría como la primera vez, pero no lo hicimos mal del todo. Al coronar nos adelantó un tipo con perilla y Joaquín pensó que quizás pudiera ser de su categoría. Yo le miré y no me lo pareció, pero pensé que era una buena idea utilizar a este corredor como señuelo para que mi compañero no se aflojase el ritmo. Joaquín, competitivo donde los haya, se pegó a la estela de su contrincante y al poco volvió a ponerse por delante, vigilando por el rabillo del ojo por donde andaba el otro.
Hicimos por segunda vez la subida de la iglesia y mientras transitábamos por la recta larga se cumplió el sexto kilómetro. Joaquín dijo en ese momento que se le había acabado la gasolina, pero le animé diciendo que ya faltaban menos de dos kilómetros y que no iba a dejar que le ganara el corredor de la perilla. Poco después, al girar a la derecha eché un vistazo hacia atrás para ver por donde iba su rival. No estaba muy atrás, como a unos diez metros, por lo que apremié a mi compañero para que no se durmiera.
Hicimos el tránsito por los chalets y al salir de esa zona nos adelantaron dos chicos del Club Atletismo Leganés que nos sirvieron para engancharnos a ellos y aumentar el ritmo. Ya faltaba poco menos de un kilómetro y le comenté a Joaquín que había que darlo todo, que ya era terreno favorable hasta meta. Su contrincante seguí a cerca como pude comprobar al cruzar el arroyo, pero Joaquín ya olía la meta y no iba a permitir que nadie le arrebatar el pódium.
Llegamos con energía a la línea de meta dándolo todo y al echar un vistazo al reloj vi que habíamos hecho 33 minutos y pico, lo cual era el tiempo que pensaba podía realizar. Lo que no se me había pasado por la cabeza antes de la carrera es que Joaquín llegara a mi lado, lo cual demostró que es un auténtico campeón. Según la organización mi tiempo neto fue de 33:44 y el de Joaquín 33:43. Son más de dos minutos con respecto al año pasado, pero mi estado de forma es peor y mi peso es excesivo, así que contento.
Cogí una botella de agua y me fui a la búsqueda de una compañera de equipo que ha subido al cajón varios años en esta carrera. Cuando la encontré ya estaba cerca de meta y vi que había varias chicas que la perseguían, así que le dije que lo diera todo hasta meta por si en ese grupo perseguidor iba alguna de su categoría. La chica dio todo lo que pudo y pasó por la línea de meta con un tiempo oficial de 38:20 aunque un neto de seis segundos menos.
Una vez entraron todos los componentes del equipo estuvimos pensando si ducharnos o ponernos a comer migas con huevos fritos y al final optamos por la opción gastronómica, por lo que nos acercamos a los mostradores y cogimos un buen plato con dos huevos fritos y unas migas no muy bien conseguidas, muy apelmazadas y con más chorizo que pan. No me gustaron demasiado, pero no debe ser fácil hacer migas para tanta gente, así que disculpados quedan.
Otras veces han llevado los de Evedeport un monitor donde van poniendo la clasificación e incluso con tu dorsal te dicen el tiempo y el puesto, pero esta vez no había monitor y había que esperar a que sacaran las clasificaciones en papel, como toda la vida. Por algún extraño motivo esta vez tardaron bastante en sacar las clasificaciones y los dos compañeros que pensaban podían subir al pódium estaban nerviositos. Cuando por fin sacaron las clasificaciones pude ver que mi compañero Joaquín había sido segundo de su categoría y la otra compañera, también segunda. Un gran éxito del Club Atletismo Zofío en la carrera de Yuncler.
Pero lo mejor de todo es que también dieron un premio al corredor más veterano de la carrera que fue don Emilio Rodríguez Pascual, corredor incombustible, que con sus 74 añazos aún sigue dando guerra… y lo que le queda. Todo un detalle de la organización premiar al más veterano.
Estuve unos cuantos años utilizando medias largas de compresión para correr y medias de compresión para recuperación. Luego lo dejé y ahora he vuelto a utilizar ambas. El tiempo que los estuve utilizando fue quizás el periodo en el que menos lesiones tuve y cuando fui más deprisa. Es posible que lo de las lesiones sea por las medias, pero obviamente no iba más deprisa por esas prendas. El caso es que después del aviso en el gemelo que tuve el 7 de diciembre, después de las cuestas que hice en Parque Sur, pensé que quizás las medias de compresión me ayudarían a proteger los gemelos.
Este tipo de medias altas de compresión tienen un problema como bien me contó Nelson en su momento: la media ha de quedar un par de dedos por debajo del tendón rotuliano porque si está más arriba puede producir mucha tensión en esa zona y en la zona del poplíteo.
Si eres de pierna larga no hay problema, porque la media quedará bastante por debajo de la rodilla, pero si eres de pierna corta, como es mi caso, la solución es que la media sea más corta. ¿Y cómo soluciono esto? Pues fácil, doblando la parte de arriba de la media hacia abajo, de tal modo que quede liberada la zona del tendón rotuliano, de la misma manera de cómo se colocaban antes los futbolistas las medias de fútbol, aunque ahora las lleven algunos por encima de la rodilla.
Como se puede ver en la imagen, llevo doblada la media como cuatro o cinco dedos, lo suficiente para tratar de «evitar» el rotuliano y de que no se caigan.
Llevo ya unas semanas utilizando las medias de compresión y, por supuesto, hoy también he salido pertrechado con ellas. Había quedado con Miguel sobre las diez y cuarto y como últimamente hago/hacemos hemos bajado al Parque Lineal. Mi idea era hacer una tirada larga y meter kilómetros a ritmo de maratón. Según la San Silvestre vicalvareña, mi VDOT es de 46,3 y eso se corresponde con un ritmo de maratón es de 4:49.
Por lo tanto, si haciendo el circuito hasta el final son 16 km y descontando los 3 km que hay desde el punto de encuentro hasta el Parque Lineal (utilizados de calentamiento) y los 3 km de vuelta (de enfriamiento), salen 10 km que utilicé para ir a ese ritmo de 4:49. Y nos salieron clavados: 4:49, 4:51, 4:50, 4:51, 4:48, 4:46, 4:52, 4:47, 4:46 y 4:49.
En total salieron 16,4 km en un tiempo de 1:21:38 @ 4:59 min/km. Un buen entrenamiento y bien acompañado por mi tocayo. ¡Muchas gracias por la compañía!
Se me ocurrió pesarme antes de salir a entrenar para que me entraran remordimientos y no comiese tanto y la báscula me escupió 72,3 kg que es una verdadera barbaridad.
Me gusta comenzar el año igual que lo acabé, corriendo. Es por ello que convocamos un entrenamiento conjunto para todos aquellos pradolongueros que se animaran con el doble objetivo de quemar un poco de la cena de Nochevieja y de brindar por el nuevo año.
Por aquello de que en Nochevieja se suele trasnochar, quedamos a las 11 de la mañana en el punto de encuentro habitual y nos juntamos nada menos que seis. Algunos veníamos de la San Silvestre vicalvareña, otros de la vallecana y otros se tomaron el día de asueto. Igualmente, unos habían trasnochado más y otros menos, así que aunque comenzamos juntos luego cada uno hizo lo que le pidió las piernas… o la cabeza.
Bajamos los seis juntos al Parque Lineal y pasados el kilómetro cinco nos dimos la vuelta Jesús y yo. Poco más allá se dieron la vuelta Miguel y Ninfa y los más ambiciosos fueron Mariano y Quique que continuaron y a buen ritmo y eso que Mariano se había metido una vallecana en 38 minutos.
De vuelta al punto de encuentro saqué unos dulces navideños, Jesús sacó un vino Moscato ya que no había botella de cava y Ninfa trajo sidra. Mariano también sacó unos dulces. Con todo ello comimos, bebimos y brindamos por un nuevo año 2020 en el que el deseo más importante es que las lesiones y las enfermedades nos respeten. Con estos deseos quedó claro que es lo que preocupa a los corredores.
Hoy se celebraba nada más y nada menos que la cuadragésima edición de la San Silvestre vicalvareña, sin duda una de las carreras más antiguas de las que se celebran en Madrid y ahí estuvimos unos cuantos del Club Atletismo Zofío celebrando el aniversario.
Como todos los años, ya que la carrera da comienzo a las 11:45, quedamos a las 10:00 en el punto de encuentro habitual, a la puerta del Parque de Pradolongo donde nos hicimos una bonita foto antes de salir.
No tardamos mucho en llegar al barrio de Vicálvaro donde pronto encontramos sitio para aparcar el coche, ya que aún quedaba bastante tiempo para que comenzara la prueba de los mayores. Fuimos paseando tranquilamente hasta el polideportivo Margot Moles mientras veíamos a los más pequeños volando por el asfalto aún helado, ya que la mañana había amanecido con una buena «pelona».
Recogimos los dorsales con relativa facilidad aunque el orden de las colas era un tanto aleatorio, nos cambiamos, dejamos la mochila en el ropero y antes de salir del pabellón nos pasamos por unas colchonetas donde estaban explicando la maniobra RCP con unos maniquíes al ritmo de la Macarena. Miramos todos con interés, pero algunos de los compañeros se animaron incluso a dar el masaje cardíaco.
Después de practicar un poco salimos a la calle del polideportivo donde subimos y bajamos unas cuantas veces. Faltando diez minutos nos acercamos al coche a dejar algo de ropa que aún manteníamos por aquello del frío, aunque a estas horas el sol calentaba un poco, pero por la sombra se notaba el frío.
Dejamos la ropa y fuimos hacia la salida e hicimos como los «buenos»… nos metimos por delante del pelotón, pero nos fuimos yendo hacia dentro en vez de quedarnos en primera línea. Estando allí esperando comentó José Luis que había oído por megafonía que la salida se retrasaba porque había volcado un camión lleno de melones. En un principio me lo tomé a broma, pero algo debió haber pasado porque dieron la salida siete minutos después.
Cuando dieron el pistoletazo de salida salí relativamente tranquilo porque no quería que me pasara lo ocurrido dos días antes, que salí muy fuerte y luego fui ahogado, por lo que miraba el reloj para no acelerarme, pero como la salida es cuesta abajo se me iban un poco las piernas, es por esto que fue el kilómetro más rápido de todos, que completé en 4:13.
Es la vicalvareña una carrera con prácticamente ninguna zona llana, todo es cuesta arriba o cuesta abajo, con más pendiente o con menos, pero poco, poco llano, por lo que es difícil mantener un ritmo constante. En las cuestas arriba se me iba el ritmo sobre 4:30 y en las cuestas abajo me acercaba a 4:15. Tampoco quería acelerar más porque aún recordaba esos kilómetros duros de Villaverde y no tenía ganas de pasarlo tan mal.
Lo dicho, fui regulando, yendo un poco más lento subiendo y un poco más rápido bajando, pero reconozco que el último kilómetro que transcurre por la misma calle donde bajamos al principio se me hizo duro, incluso un tipo disfrazado de Spiderman me adelantó; sin embargo, luego le adelanté yo porque aflojó su ritmo esperando a un par de niños.
Ya en la pista del polideportivo aceleré lo que pude y cuando atravesé la línea de meta observé que el reloj ya había pasado de los treinta y cinco minutos, que en un principio tenía pensado no sobrepasar, pero es lo que hay, tampoco me puedo quejar. Según la clasificación oficial mi tiempo fue de 35:16 con una distancia, según mi cronómetro, de algo más de ocho kilómetros, lo que parece indicar que sí está bien medida y que son realmente ocho kilómetros la distancia que se recorre.
Tuve el honor de ser el primero de los compañeros del Club Atletismo Zofío en llegar a meta, pero la que realmente triunfó fue la única fémina que vino con nosotros que se hizo con el tercer puesto de la categoría de súper veterana. Una auténtica campeona esta chica. Tuvo tiempo de darse una ducha y de subir al cajón como si no hubiese corrido.
Y de este modo acabo el año 2019 como me gusta, corriendo.
Este año la representación del Club Atletismo Zofío ha sido escasa en esta carrera, justo al contrario que el número de participantes de la carrera, que ha crecido enormemente, de hecho la organización hablaba de 300 participantes.
Como
la carrera se celebra cerca de casa y comenzaba a las doce de la mañana
tampoco había que madrugar mucho, pero antes de la hora prevista me
despertó mi despertador de cuatro patas, ya que antes de las nueve la
gata empezó a arañar la puerta y me despertó. Como quedaban más de tres
horas para la carrera me levanté y me llené la panza con un vaso de
leche y un trozo de roscón. Nada, un desayuno de poca cosa…
A las once salí de casa y en diez minutos el coche estaba aparcado junto al parque Plata y Castañar donde se celebra la carrera. Fuimos a recoger al dorsal y vimos que estaba muy animado, había incluso una buena cola para recoger el dorsal. En unos minutos nos tocó recogerlo a cambio de 2 € que era el precio de las inscripciones por internet. Me extrañó que hubiese ropero, pero mi memoria es tan mala que tampoco puedo asegurar que no lo hubiese el año anterior. Estábamos cerca del ropero cuando apareció por allí Juanqui, el tercer miembro del equipo, y aprovechamos para hacernos una foto después de dejar la ropa y prendernos el dorsal. Como se puede ver en la foto, íbamos perfectamente uniformados con la camiseta del equipo.
También
andaba por allí Juan Carlos, del Club Atletismo Leganés, acompañado por
unos cuantos compañeros y compañeras. Luego me di cuenta que Villaverde
está muy cerca de Leganés y que incluso trotando podían haber llegado
enseguida. Me dijo que estaba muy bien, cosa rara en un corredor que
siempre ponen excusas de todos los colores, pero Juan Carlos dijo que
muy bien y luego demostró que así era.
Estuvimos calentando con
ellos porque su club es muy profesional y se preparan bien para la
carrera y mientras lo hacíamos escuchamos por megafonía que la salida se
retrasaba un poco porque aún quedaban muchos dorsales por retirar.
Así fue, serían las doce y diez cuando dieron la salida y yo salí como alma que lleva el diablo porque sabía que pronto se estrecha el camino y se forma un bonito embudo. Fue un error mayúsculo salir tan deprisa porque hice el primer kilómetro en 3:52 y ese ritmo alto me dejó la garganta «gorda» y lo pasé fatal el resto de la carrera. Ahora mismo no tengo las piernas ni pulmones para ir a ese ritmo y lo pagué bien pagado ese primer kilómetro.
En carrera no miré el crono, pero era obvio que iba muy deprisa por lo que aflojé el ritmo para no morir en el intento. Allí iba yo, pensando que era una desgracia que este año hubiesen aumentado la distancia hasta los cinco kilómetros cuando en anteriores ediciones se quedaban en tres y medio, pero no me quedaba más remedio que no hundirme y completar la prueba con la mayor dignidad posible. Adelanté a una chica muy jovencita y luego a otra también muy joven, aunque algo menos, pero luego ambas me adelantaron a mí y ya no fui capaz de alcanzarlas, iban francamente bien sobre todo la más joven.
Llegué a meta con un tiempo de 21:46 que no es para tirar para cohetes, pero que obviamente refleja mi estado de forma actual. Una vez que pincharon mi dorsal -como en los viejos tiempos- y que recogí una bolsa con una botella de agua y un plátano fui hacia la meta para ver si llegaba la compañera del equipo.
Y no tardó mucho en llegar, lo que indicaba que había ido a buen ritmo, marcando 24:27 cuando paró su cronómetro que fue algo después de la línea de meta. Este tiempo la sirvió para auparse al primer puesto de la categoría Máster 50. Mi amigo Juan Carlos, del Club Atletismo Leganés, que hizo una gran carrera se quedó a las puertas del cajón, ocupando el cuarto puesto de la misma categoría, pero de chicos.
Estuvimos hablando con la segunda clasificada en Máster 50, que estaba súper contenta porque decía que nunca había subido al cajón y me extrañó sobremanera que cuando la llamaron para la entrega de trofeos no apareciera, así que sólo subieron la compañera de club y Carmen, una gran atleta veterana del Club Atletismo Leganés.
Después de la carrera los tres miembros del Club Atletismo Zofío nos acercamos a un bar a tomarnos una cervecilla y brindar por el nuevo año que se avecina.
Me ha encantado la infografía sobre la participación en la prueba que se ha currado la Asociación Vecinal la Incolora, los organizadores de la carrera. Es súper chula.
He acabado muy contento la carrera de mi pueblo. He hecho la peor marca de las últimas veces en las que he participado y estoy contento. Me ha salido pero que la del año pasado, que tenía barro para aburrir, y estoy contento. Está claro que la alegría son sensaciones puramente subjetivas y al contrario que el año pasado, este año ha sido de los buenos.
Llegué a mi pueblo sin ninguna pretensión porque los cuatro meses de parón me han sentado peor que nunca y aún no he llegado a estar ni medio bien, por eso lo único que me preocupaba cuando llegué era que el terreno no estuviera tan embarrado como el año anterior, que parecía patinaje en vez de atletismo. Aún parando en la panadería Manzanero, como todos los años a comprar mazapán, llegamos con una hora de antelación a Los Navalmorales. Aparcamos el coche junto a la notaría y fuimos andando hasta el silo donde retiramos nuestros dorsales. Volvimos al coche, dejamos algo de ropa y nos fuimos a dar una vuelta al circuito para ver cómo estaba. Se me puso una sonrisa de oreja a oreja al ver que el suelo estaba en buenas condiciones, algo húmedo, pero se podía correr perfectamente. Las lluvias de días anteriores no habían perjudicado en exceso el firme.
Dimos un par de vueltas, ya que cada una de ellas mide poco más de kilómetro y medio y vimos a las hermanas Rey, las hijas de Julio Rey y Vanessa Veiga, también calentando y a buen ritmo. Al verlas tan jovencitas me extrañó que anduvieran calentando y no compitiendo, ya que las categorías de los más pequeños se celebraban antes de las 11 que era la hora fijada para los adultos.
Después del calentamiento me encontré con Marta, una amiga de mi hermana, a la que saludamos. Andaba por allí ya que su hijo corría. ¡Saludos Marta! Después de saludar a Marta y a su marido volvimos al coche y aprovechamos para hacernos una bonita foto con la Sierra del Santo, su ermita y sus antenas al fondo.
Después de inmortalizarnos nos despojamos de toda la ropa superflua para correr y nos fuimos hacia la línea de meta. Aún nos dio tiempo calentar un poco más y estirarnos antes de que dieran el pistoletazo de salida. Como iba sin ninguna pretensión salí bastante tranquilo e hice la primera vuelta sin esforzarme demasiado. Además, como no llevaba cronómetro, no tenía ni idea del ritmo que llevaba.
En la segunda vuelta vi que había una chica delante de mí que iba a buen ritmo y para fijarme un objetivo traté de alcanzarla. Y me costó lo suyo, porque en esa segunda vuelta por más que lo intenté no conseguía ponerme a su altura. Como hay un tramo en la carretera en que se cruzan los que van con los que vienen, miraba alucinando el nivel de la carrera ya que no sólo había chicos que iban a toda pastilla, que en categoría femenina se estaban partiendo la cara a una velocidad de vértigo. La china Dong Liu, ganadora de no sé cuantas ediciones de esta carrera, iba la quinta o la sexta o más retrasada. Ana del Cerro que cuenta sus participaciones por victorias también iba muy atrás. El nivel femenino era de órdago. Era Rocío Fernández quien iba en cabeza con ese correr tan elegante que tiene y que me enamoró la primera vez que la vi correr en el cross de Leganés. ¡Da gusto verla correr!
Después de cruzarnos por última vez con los que iban por delante me dispuse a afrontar la última vuelta con mi objetivo a pocos metros. Eché toda la carne en el asador en la subida y conseguí sobrepasar a la chica que me precedía. Luego bajé como pude la empinada cuesta de la calle Velázquez, haciendo gala de mi mal bajar, y afronté la subida de la calle Callejas con energía, ya que me quedaban fuerzas de lo ahorrado en la primera vuelta.
Cuando pasé la línea de meta miré el reloj y vi que marcaba veinte minutos y pico y eso me puso feliz, me pareció una buena marca para mi pobre preparación. Luego en las clasificaciones vi que la marca oficial fue de 20:40.
Cogí una botella de agua y volví sobre mis pasos para ver si venía la amiga con la que me había desplazado hasta allí y no tardé mucho en verla, dispuesta a afrontar la última recta. La estuve animando para ver si podía alcanzar a la chica que iba un poco por delante, pero no fue posible, aún así entró también muy contenta con un tiempo oficial de 23:08.
Recogió su botella y nos fuimos al coche a cambiarnos, ya que hacía bastante fresco por allí. Volvimos al silo para ver las clasificaciones y comprobé que mi amiga había quedado sexta de su categoría, lo cual fue una mala suerte porque en esta carrera dan premio, que no es otro que aceite, hasta la quinta clasificada. Otra vez, al igual que el año anterior, se quedó a las puertas de llevarse una garrafa de aceite.
Nos volvimos al coche y antes de irnos fuimos a visitar a unos familiares que no viven lejos de allí. Me hizo mucha ilusión ver a mi tía, a la que hacía bastante tiempo que no veía. Después de la visita nos volvimos a casa y aunque mi amiga se había quedado a las puertas del premio, nos volvimos más felices que dos perdices.
Cuando llegué a casa miré las clasificaciones para ver el tiempo que nos habían dado y comprobé que mi amiga aparecía como quinta clasificada. ¡Menuda rabia! Se quedó sin subir al podium y sin garrafa. Afortunadamente con la ayuda de Aarón, de Evedeport y de Jesús Talavera, el concejal de deportes del ayuntamiento y de mi tío Jesús que fue a recogerla, pudo conseguir al menos la garrafa. No subió al cajón, pero el premio se lo llevó. ¡Muchas gracias a todos!