Estuve unos cuantos años utilizando medias largas de compresión para correr y medias de compresión para recuperación. Luego lo dejé y ahora he vuelto a utilizar ambas. El tiempo que los estuve utilizando fue quizás el periodo en el que menos lesiones tuve y cuando fui más deprisa. Es posible que lo de las lesiones sea por las medias, pero obviamente no iba más deprisa por esas prendas. El caso es que después del aviso en el gemelo que tuve el 7 de diciembre, después de las cuestas que hice en Parque Sur, pensé que quizás las medias de compresión me ayudarían a proteger los gemelos.
Este tipo de medias altas de compresión tienen un problema como bien me contó Nelson en su momento: la media ha de quedar un par de dedos por debajo del tendón rotuliano porque si está más arriba puede producir mucha tensión en esa zona y en la zona del poplíteo.
Si eres de pierna larga no hay problema, porque la media quedará bastante por debajo de la rodilla, pero si eres de pierna corta, como es mi caso, la solución es que la media sea más corta. ¿Y cómo soluciono esto? Pues fácil, doblando la parte de arriba de la media hacia abajo, de tal modo que quede liberada la zona del tendón rotuliano, de la misma manera de cómo se colocaban antes los futbolistas las medias de fútbol, aunque ahora las lleven algunos por encima de la rodilla.
Como se puede ver en la imagen, llevo doblada la media como cuatro o cinco dedos, lo suficiente para tratar de «evitar» el rotuliano y de que no se caigan.
Llevo ya unas semanas utilizando las medias de compresión y, por supuesto, hoy también he salido pertrechado con ellas. Había quedado con Miguel sobre las diez y cuarto y como últimamente hago/hacemos hemos bajado al Parque Lineal. Mi idea era hacer una tirada larga y meter kilómetros a ritmo de maratón. Según la San Silvestre vicalvareña, mi VDOT es de 46,3 y eso se corresponde con un ritmo de maratón es de 4:49.
Por lo tanto, si haciendo el circuito hasta el final son 16 km y descontando los 3 km que hay desde el punto de encuentro hasta el Parque Lineal (utilizados de calentamiento) y los 3 km de vuelta (de enfriamiento), salen 10 km que utilicé para ir a ese ritmo de 4:49. Y nos salieron clavados: 4:49, 4:51, 4:50, 4:51, 4:48, 4:46, 4:52, 4:47, 4:46 y 4:49.
En total salieron 16,4 km en un tiempo de 1:21:38 @ 4:59 min/km. Un buen entrenamiento y bien acompañado por mi tocayo. ¡Muchas gracias por la compañía!
Se me ocurrió pesarme antes de salir a entrenar para que me entraran remordimientos y no comiese tanto y la báscula me escupió 72,3 kg que es una verdadera barbaridad.
Me gusta comenzar el año igual que lo acabé, corriendo. Es por ello que convocamos un entrenamiento conjunto para todos aquellos pradolongueros que se animaran con el doble objetivo de quemar un poco de la cena de Nochevieja y de brindar por el nuevo año.
Por aquello de que en Nochevieja se suele trasnochar, quedamos a las 11 de la mañana en el punto de encuentro habitual y nos juntamos nada menos que seis. Algunos veníamos de la San Silvestre vicalvareña, otros de la vallecana y otros se tomaron el día de asueto. Igualmente, unos habían trasnochado más y otros menos, así que aunque comenzamos juntos luego cada uno hizo lo que le pidió las piernas… o la cabeza.
Bajamos los seis juntos al Parque Lineal y pasados el kilómetro cinco nos dimos la vuelta Jesús y yo. Poco más allá se dieron la vuelta Miguel y Ninfa y los más ambiciosos fueron Mariano y Quique que continuaron y a buen ritmo y eso que Mariano se había metido una vallecana en 38 minutos.
De vuelta al punto de encuentro saqué unos dulces navideños, Jesús sacó un vino Moscato ya que no había botella de cava y Ninfa trajo sidra. Mariano también sacó unos dulces. Con todo ello comimos, bebimos y brindamos por un nuevo año 2020 en el que el deseo más importante es que las lesiones y las enfermedades nos respeten. Con estos deseos quedó claro que es lo que preocupa a los corredores.
Hoy se celebraba nada más y nada menos que la cuadragésima edición de la San Silvestre vicalvareña, sin duda una de las carreras más antiguas de las que se celebran en Madrid y ahí estuvimos unos cuantos del Club Atletismo Zofío celebrando el aniversario.
Como todos los años, ya que la carrera da comienzo a las 11:45, quedamos a las 10:00 en el punto de encuentro habitual, a la puerta del Parque de Pradolongo donde nos hicimos una bonita foto antes de salir.
No tardamos mucho en llegar al barrio de Vicálvaro donde pronto encontramos sitio para aparcar el coche, ya que aún quedaba bastante tiempo para que comenzara la prueba de los mayores. Fuimos paseando tranquilamente hasta el polideportivo Margot Moles mientras veíamos a los más pequeños volando por el asfalto aún helado, ya que la mañana había amanecido con una buena «pelona».
Recogimos los dorsales con relativa facilidad aunque el orden de las colas era un tanto aleatorio, nos cambiamos, dejamos la mochila en el ropero y antes de salir del pabellón nos pasamos por unas colchonetas donde estaban explicando la maniobra RCP con unos maniquíes al ritmo de la Macarena. Miramos todos con interés, pero algunos de los compañeros se animaron incluso a dar el masaje cardíaco.
Después de practicar un poco salimos a la calle del polideportivo donde subimos y bajamos unas cuantas veces. Faltando diez minutos nos acercamos al coche a dejar algo de ropa que aún manteníamos por aquello del frío, aunque a estas horas el sol calentaba un poco, pero por la sombra se notaba el frío.
Dejamos la ropa y fuimos hacia la salida e hicimos como los «buenos»… nos metimos por delante del pelotón, pero nos fuimos yendo hacia dentro en vez de quedarnos en primera línea. Estando allí esperando comentó José Luis que había oído por megafonía que la salida se retrasaba porque había volcado un camión lleno de melones. En un principio me lo tomé a broma, pero algo debió haber pasado porque dieron la salida siete minutos después.
Cuando dieron el pistoletazo de salida salí relativamente tranquilo porque no quería que me pasara lo ocurrido dos días antes, que salí muy fuerte y luego fui ahogado, por lo que miraba el reloj para no acelerarme, pero como la salida es cuesta abajo se me iban un poco las piernas, es por esto que fue el kilómetro más rápido de todos, que completé en 4:13.
Es la vicalvareña una carrera con prácticamente ninguna zona llana, todo es cuesta arriba o cuesta abajo, con más pendiente o con menos, pero poco, poco llano, por lo que es difícil mantener un ritmo constante. En las cuestas arriba se me iba el ritmo sobre 4:30 y en las cuestas abajo me acercaba a 4:15. Tampoco quería acelerar más porque aún recordaba esos kilómetros duros de Villaverde y no tenía ganas de pasarlo tan mal.
Lo dicho, fui regulando, yendo un poco más lento subiendo y un poco más rápido bajando, pero reconozco que el último kilómetro que transcurre por la misma calle donde bajamos al principio se me hizo duro, incluso un tipo disfrazado de Spiderman me adelantó; sin embargo, luego le adelanté yo porque aflojó su ritmo esperando a un par de niños.
Ya en la pista del polideportivo aceleré lo que pude y cuando atravesé la línea de meta observé que el reloj ya había pasado de los treinta y cinco minutos, que en un principio tenía pensado no sobrepasar, pero es lo que hay, tampoco me puedo quejar. Según la clasificación oficial mi tiempo fue de 35:16 con una distancia, según mi cronómetro, de algo más de ocho kilómetros, lo que parece indicar que sí está bien medida y que son realmente ocho kilómetros la distancia que se recorre.
Tuve el honor de ser el primero de los compañeros del Club Atletismo Zofío en llegar a meta, pero la que realmente triunfó fue la única fémina que vino con nosotros que se hizo con el tercer puesto de la categoría de súper veterana. Una auténtica campeona esta chica. Tuvo tiempo de darse una ducha y de subir al cajón como si no hubiese corrido.
Y de este modo acabo el año 2019 como me gusta, corriendo.
Este año la representación del Club Atletismo Zofío ha sido escasa en esta carrera, justo al contrario que el número de participantes de la carrera, que ha crecido enormemente, de hecho la organización hablaba de 300 participantes.
Como
la carrera se celebra cerca de casa y comenzaba a las doce de la mañana
tampoco había que madrugar mucho, pero antes de la hora prevista me
despertó mi despertador de cuatro patas, ya que antes de las nueve la
gata empezó a arañar la puerta y me despertó. Como quedaban más de tres
horas para la carrera me levanté y me llené la panza con un vaso de
leche y un trozo de roscón. Nada, un desayuno de poca cosa…
A las once salí de casa y en diez minutos el coche estaba aparcado junto al parque Plata y Castañar donde se celebra la carrera. Fuimos a recoger al dorsal y vimos que estaba muy animado, había incluso una buena cola para recoger el dorsal. En unos minutos nos tocó recogerlo a cambio de 2 € que era el precio de las inscripciones por internet. Me extrañó que hubiese ropero, pero mi memoria es tan mala que tampoco puedo asegurar que no lo hubiese el año anterior. Estábamos cerca del ropero cuando apareció por allí Juanqui, el tercer miembro del equipo, y aprovechamos para hacernos una foto después de dejar la ropa y prendernos el dorsal. Como se puede ver en la foto, íbamos perfectamente uniformados con la camiseta del equipo.
También
andaba por allí Juan Carlos, del Club Atletismo Leganés, acompañado por
unos cuantos compañeros y compañeras. Luego me di cuenta que Villaverde
está muy cerca de Leganés y que incluso trotando podían haber llegado
enseguida. Me dijo que estaba muy bien, cosa rara en un corredor que
siempre ponen excusas de todos los colores, pero Juan Carlos dijo que
muy bien y luego demostró que así era.
Estuvimos calentando con
ellos porque su club es muy profesional y se preparan bien para la
carrera y mientras lo hacíamos escuchamos por megafonía que la salida se
retrasaba un poco porque aún quedaban muchos dorsales por retirar.
Así fue, serían las doce y diez cuando dieron la salida y yo salí como alma que lleva el diablo porque sabía que pronto se estrecha el camino y se forma un bonito embudo. Fue un error mayúsculo salir tan deprisa porque hice el primer kilómetro en 3:52 y ese ritmo alto me dejó la garganta «gorda» y lo pasé fatal el resto de la carrera. Ahora mismo no tengo las piernas ni pulmones para ir a ese ritmo y lo pagué bien pagado ese primer kilómetro.
En carrera no miré el crono, pero era obvio que iba muy deprisa por lo que aflojé el ritmo para no morir en el intento. Allí iba yo, pensando que era una desgracia que este año hubiesen aumentado la distancia hasta los cinco kilómetros cuando en anteriores ediciones se quedaban en tres y medio, pero no me quedaba más remedio que no hundirme y completar la prueba con la mayor dignidad posible. Adelanté a una chica muy jovencita y luego a otra también muy joven, aunque algo menos, pero luego ambas me adelantaron a mí y ya no fui capaz de alcanzarlas, iban francamente bien sobre todo la más joven.
Llegué a meta con un tiempo de 21:46 que no es para tirar para cohetes, pero que obviamente refleja mi estado de forma actual. Una vez que pincharon mi dorsal -como en los viejos tiempos- y que recogí una bolsa con una botella de agua y un plátano fui hacia la meta para ver si llegaba la compañera del equipo.
Y no tardó mucho en llegar, lo que indicaba que había ido a buen ritmo, marcando 24:27 cuando paró su cronómetro que fue algo después de la línea de meta. Este tiempo la sirvió para auparse al primer puesto de la categoría Máster 50. Mi amigo Juan Carlos, del Club Atletismo Leganés, que hizo una gran carrera se quedó a las puertas del cajón, ocupando el cuarto puesto de la misma categoría, pero de chicos.
Estuvimos hablando con la segunda clasificada en Máster 50, que estaba súper contenta porque decía que nunca había subido al cajón y me extrañó sobremanera que cuando la llamaron para la entrega de trofeos no apareciera, así que sólo subieron la compañera de club y Carmen, una gran atleta veterana del Club Atletismo Leganés.
Después de la carrera los tres miembros del Club Atletismo Zofío nos acercamos a un bar a tomarnos una cervecilla y brindar por el nuevo año que se avecina.
Me ha encantado la infografía sobre la participación en la prueba que se ha currado la Asociación Vecinal la Incolora, los organizadores de la carrera. Es súper chula.
He acabado muy contento la carrera de mi pueblo. He hecho la peor marca de las últimas veces en las que he participado y estoy contento. Me ha salido pero que la del año pasado, que tenía barro para aburrir, y estoy contento. Está claro que la alegría son sensaciones puramente subjetivas y al contrario que el año pasado, este año ha sido de los buenos.
Llegué a mi pueblo sin ninguna pretensión porque los cuatro meses de parón me han sentado peor que nunca y aún no he llegado a estar ni medio bien, por eso lo único que me preocupaba cuando llegué era que el terreno no estuviera tan embarrado como el año anterior, que parecía patinaje en vez de atletismo. Aún parando en la panadería Manzanero, como todos los años a comprar mazapán, llegamos con una hora de antelación a Los Navalmorales. Aparcamos el coche junto a la notaría y fuimos andando hasta el silo donde retiramos nuestros dorsales. Volvimos al coche, dejamos algo de ropa y nos fuimos a dar una vuelta al circuito para ver cómo estaba. Se me puso una sonrisa de oreja a oreja al ver que el suelo estaba en buenas condiciones, algo húmedo, pero se podía correr perfectamente. Las lluvias de días anteriores no habían perjudicado en exceso el firme.
Dimos un par de vueltas, ya que cada una de ellas mide poco más de kilómetro y medio y vimos a las hermanas Rey, las hijas de Julio Rey y Vanessa Veiga, también calentando y a buen ritmo. Al verlas tan jovencitas me extrañó que anduvieran calentando y no compitiendo, ya que las categorías de los más pequeños se celebraban antes de las 11 que era la hora fijada para los adultos.
Después del calentamiento me encontré con Marta, una amiga de mi hermana, a la que saludamos. Andaba por allí ya que su hijo corría. ¡Saludos Marta! Después de saludar a Marta y a su marido volvimos al coche y aprovechamos para hacernos una bonita foto con la Sierra del Santo, su ermita y sus antenas al fondo.
Después de inmortalizarnos nos despojamos de toda la ropa superflua para correr y nos fuimos hacia la línea de meta. Aún nos dio tiempo calentar un poco más y estirarnos antes de que dieran el pistoletazo de salida. Como iba sin ninguna pretensión salí bastante tranquilo e hice la primera vuelta sin esforzarme demasiado. Además, como no llevaba cronómetro, no tenía ni idea del ritmo que llevaba.
En la segunda vuelta vi que había una chica delante de mí que iba a buen ritmo y para fijarme un objetivo traté de alcanzarla. Y me costó lo suyo, porque en esa segunda vuelta por más que lo intenté no conseguía ponerme a su altura. Como hay un tramo en la carretera en que se cruzan los que van con los que vienen, miraba alucinando el nivel de la carrera ya que no sólo había chicos que iban a toda pastilla, que en categoría femenina se estaban partiendo la cara a una velocidad de vértigo. La china Dong Liu, ganadora de no sé cuantas ediciones de esta carrera, iba la quinta o la sexta o más retrasada. Ana del Cerro que cuenta sus participaciones por victorias también iba muy atrás. El nivel femenino era de órdago. Era Rocío Fernández quien iba en cabeza con ese correr tan elegante que tiene y que me enamoró la primera vez que la vi correr en el cross de Leganés. ¡Da gusto verla correr!
Después de cruzarnos por última vez con los que iban por delante me dispuse a afrontar la última vuelta con mi objetivo a pocos metros. Eché toda la carne en el asador en la subida y conseguí sobrepasar a la chica que me precedía. Luego bajé como pude la empinada cuesta de la calle Velázquez, haciendo gala de mi mal bajar, y afronté la subida de la calle Callejas con energía, ya que me quedaban fuerzas de lo ahorrado en la primera vuelta.
Cuando pasé la línea de meta miré el reloj y vi que marcaba veinte minutos y pico y eso me puso feliz, me pareció una buena marca para mi pobre preparación. Luego en las clasificaciones vi que la marca oficial fue de 20:40.
Cogí una botella de agua y volví sobre mis pasos para ver si venía la amiga con la que me había desplazado hasta allí y no tardé mucho en verla, dispuesta a afrontar la última recta. La estuve animando para ver si podía alcanzar a la chica que iba un poco por delante, pero no fue posible, aún así entró también muy contenta con un tiempo oficial de 23:08.
Recogió su botella y nos fuimos al coche a cambiarnos, ya que hacía bastante fresco por allí. Volvimos al silo para ver las clasificaciones y comprobé que mi amiga había quedado sexta de su categoría, lo cual fue una mala suerte porque en esta carrera dan premio, que no es otro que aceite, hasta la quinta clasificada. Otra vez, al igual que el año anterior, se quedó a las puertas de llevarse una garrafa de aceite.
Nos volvimos al coche y antes de irnos fuimos a visitar a unos familiares que no viven lejos de allí. Me hizo mucha ilusión ver a mi tía, a la que hacía bastante tiempo que no veía. Después de la visita nos volvimos a casa y aunque mi amiga se había quedado a las puertas del premio, nos volvimos más felices que dos perdices.
Cuando llegué a casa miré las clasificaciones para ver el tiempo que nos habían dado y comprobé que mi amiga aparecía como quinta clasificada. ¡Menuda rabia! Se quedó sin subir al podium y sin garrafa. Afortunadamente con la ayuda de Aarón, de Evedeport y de Jesús Talavera, el concejal de deportes del ayuntamiento y de mi tío Jesús que fue a recogerla, pudo conseguir al menos la garrafa. No subió al cajón, pero el premio se lo llevó. ¡Muchas gracias a todos!
Salí el lunes 9 con una amiga por Pradolongo. El pinchazo del sábado me molesta menos, pero como comprobé que duele más cuesta arriba conseguí convencer a mi amiga para ir por Pradolongo que es más llano que Parque Sur, lugar por el que suele ir ella. Hicimos 10 km a un ritmo bastante tranquilo, ya que tardamos 54:01 en hacer esos 10 km @ 5:24 min/km.
El miércoles 11 salí por Parque Sur antes de ir a la fisio. Como me notaba mejor, pensé que si hacía diez kilómetros por un terreno más accidentado a lo mejor me molestaba un poco más y la fisio podía encontrar la lesión con más facilidad. Igual que el lunes, hice también 10 km en un tiempo de 52:51 @ 5:17 min/km. Cuando acabé el entrenamiento me duché y fui a ver a la fisio que me dijo que podía ser una pequeña tendinitis en el sóleo. Esperemos que no sea para tanto. No me dijo que no corriera, sólo que si lo hacía, que me lo tomara con calma.
El viernes 13, día anglosajón de la mala suerte, quedé con una amiga para bajar al Parque Lineal. Hice caso a la fisio y fuimos muy tranquilos, de tal modo que hicimos 12 km en un tiempo de 1:04:38 @ 5:23 min/km. Acabé muy contento porque prácticamente no noté la lesión. Al volver me di cuenta que la fuente que estaban construyendo junto al punto de encuentro estaba terminada. Teniendo en cuenta que pusieron las vallas allá por el mes de mayo, han estado por lo menos siete meses para construir la dichosa fuente. El agua sale un poco blanca, pero espero que sea de la presión y no de alguna cosa rara.
Ese mismo viernes por la noche celebramos el 70 cumpleaños del keniata de Orcasitas, el gran Andrés. Le dimos una bonita sorpresa ya que nos juntamos un buen grupo de pradolongueros y otro buen grupo del Gran Grupo Garabitas y, por supuesto, familiares suyos. Y el tío no se esperaba nada, se llevó una sorpresa de aúpa. Lo pasamos francamente bien acompañando al compañero Andrés.
El mes de diciembre es un mes complicado porque a todo el mundo le da por salir a comer o cenar. Salí el jueves, el viernes y el sábado a cenar, por lo que tenía que acabar la semana haciendo una tirada larga para tratar de perder algo de lo ganado esos días. Al igual que estos días, bajé con una amiga al Parque Lineal con la idea de hacer 16 km, aunque ella no quería hacer tanto, así que optamos por hacer sólo 12 por el Parque Lineal juntos y luego yo continué por Parque Sur hasta completar lo previsto. Hice los 16 km en un tiempo de 1:24:04 @ 5:15 min/km. Y con este cuarto día de entrenamiento completo 48 kilómetros semanales, que no está mal.
Como este mes tengo previsto hacer una carrera con unas cuantas cuestas se me ha ocurrido hacer cuestas en Parque Sur para ir entrenado. Así que he salido sobre las doce sin tener que madrugar nada de nada. Una de las ventajas más interesantes de mi nueva situación.
Como el martes hice 10 kilómetros a ritmo tranquilo, hoy jueves era un buen día para hacer algo más heavy. Hice una vuelta de tres kilómetros para calentar los músculos y luego comencé con las cuestas en la ladera de Parque Sur que da a la carretera de Toledo. Cuesta subida, cuesta bajada y así una tras otra, yendo desde la subida más cercana a la Avenida de los Poblados hacia el intercambiador de Plaza Elíptica. Hice dos rondas y en cada ronda subiría nueve o diez cuestas. Subiendo una de ellas sentí un clic en la rodilla derecha, pero no lo di mucha importancia. Total que acabaría el entreno con unas veinte cuestas totalizando 10,5 km en un tiempo de 1:02:21 @ 5:57 min/km. En este caso, el tiempo realizado no tiene la menor importancia.
El sábado se trataba de hacer una tirada larga metiendo dos dosmiles a ritmo umbral. Cuando llevaba kilómetro y medio sentí un pinchazo en el gemelo izquierdo. Seguí, paré, estiré y masajeé la zona y en vez de volverme a casa hice los dos dosmiles y me salieron por debajo de 4:43 y además cómodamente. A la vuelta, como seguía notando una ligera molesta y más en las subidas, opté por pararme en la cuesta del Doce para no complicar la posible lesión, por lo que en vez de hacer los 14 previstos hice únicamente 12 km en un tiempo de 1:01:03 @ 5:04 min/km. Tendré que visitar a mi fisio favorita a ver si me puede arreglar algo. Me parece que he metido la pata por haber hecho las cuestas. Ya veremos en qué queda esto.
Para terminar la semana se me ocurrió coger la bici y hacer el Anillo Verde y se me hizo bastante duro. En el tránsito por la Casa de Campo, ya casi al final, fui penando como un campeón, totalmente vacío. Y encima hice algún kilómetro de más por Entrevías. Lo peor es que pasé más frío que un tonto, ya que llegué con los pies totalmente congelados. En total hice algo más de 66 kilómetros en un tiempo cercano a las tres horas y media.
Después de unos cuantos años trabajando, mi empresa ha decidido prejubilarme ¿y quién soy yo para contradecir a mi empresa? Así que a partir de ayer, 1 de diciembre, mi vida a dado un giro importante. Se acabaron los madrugones, se acabaron los atascos… y se acabó entrenar de noche. Lo siento por mis compañeros «nocturnos», pero no hay parangón entre salir a correr con la luz del día que correr de noche por el parque, sobre todo en invierno.
Hoy ha sido el primer día que salgo a correr de día siendo un día laborable y he tenido la suerte de ir acompañado, ya que algunos siguen trabajando, pero por la tarde y, por lo tanto, entrenan por la mañana. Muchas gracias a Quique y a Miguel por acompañarme.
Salí a correr el sábado e hice 12 km y el domingo hice 16 km y me he dado cuenta que no estoy para correr dos días seguidos porque acabé con molestias en el talón derecho, molestias que llevo arrastrando desde el mes de abril. Debido a esto he pensado en correr en días alternos, de tal modo que hay semanas en las que correré martes, jueves y sábado y otras lunes, miércoles, viernes y domingo.
¿Y por qué se me ocurrió el domingo hacer 16 kilómetros? Porque con motivo de mi desvinculación con la empresa a los compañeros no se les ha ocurrido otra cosa que regalarme la inscripción para una maratón y no me queda más remedio que hacer algunas tiradas largas, aunque no serán tan largas como otras veces que llegué a hacer tiradas de 30 km. Creo que como mucho llegaré a 25… y ya veremos.
Casi se me olvidaba decir que hoy salí acompañado de Quique y Miguel y bajamos al Parque Lineal. Como Miguel anda recuperándose de una lesión, fuimos muy despacio, por lo que completamos 10 km en un tiempo de 55:25 @ 5:29 min/km. A él le venía bien un ritmo tranquilo y a mí también, que aún me dolía un poco el talón.
¡Ah! Y otra cosa, el domingo me subí a la báscula y marcaba 71,5 kg, así que ya puedo ir controlando la ingesta de comida que tengo que llegar a la maratón por debajo de 68 kg. Hacía años que no estaba tan gordo.
No es que haya estado parado desde que hice la media de Colonia, es que he tenido poco tiempo para escribir, así que resumo las actividades realizadas desde la media hasta final del mes de octubre. Como acabé bastante dolorido de los pies decidí estar unos días sin correr y volví a ponerme las zapatillas casi una semana después de la media, en concreto el sábado 19 de octubre. Había enviado un mensaje para ver si nos reuníamos unos cuantos pradolongueros, pero no hubo mucho quorum y sólo aparecimos tres en el punto de encuentro. Viendo que no había nadie más y después de observar que la obra de la fuente ha avanzado, nos pusimos los tres en marcha.
Bajamos al Parque Lineal y en el trayecto nos encontramos con algunos pradolongueros que habían ido por su cuenta. Nos paramos a saludarlos y seguimos al trote, porque aún notaba las piernas cansadas de la media. Llegamos hasta la fuente que hay junto al edificio Novosur y allí paramos a beber y nos dimos la vuelta, pero en vez de subir por las tablas rodeamos esa zona para completar los 10 km previstos ya que cuando paramos en la fuente llevábamos 4,8 km.
Salí a correr el lunes 21 de octubre porque el martes no iba a poder ya que me habían invitado a un evento y decidí salí a correr por Parque Sur. Hice sólo ocho kilómetros pero después de una primera vuelta tranquila luego fui acelerando en progresión para terminar el último kilómetro en 4:42. Fueron 8 km en 39:58 @ 4:59 min/km.
El jueves 24 de octubre salí a correr y empecé solo porque Joaquín sigue enfermo y Emilio II no es muy regular. Cuando llevaba casi tres kilómetros me encontré con Emilio II. En un principio pensaba dar una segunda vuelta a toda pastilla, pero por deferencia a Emilio seguí a su ritmo. Cuando él se quedó en la plaza de abajo aproveché para apretar ese casi kilómetro y medio que me quedaba e hice 4:37 en 1 km y 4:27 en los últimos 400 metros. Fueron en total 9,4 km en un tiempo de 50:53 @ 5:25 min/km. Se nota que los días son ya muy cortos porque hicimos los últimos kilómetros casi sin luz solar.
El domingo 27 de octubre tenía la inscripción para la Carrera contra la droga, pero me quedé dormido ;-( y eso que la noche fue más larga por el cambio de hora, aunque quizás por eso me confié y no puse el despertador. Cuando abrí el ojo ya era tarde así que me levanté tranquilamente, desayuné y estuve haciendo tiempo para hacer la digestión. Salí de casa pasadas las doce y bajé al Parque Lineal con la idea de hacer dos dos miles a ritmo umbral, que según la media de Colonia era de 4:43. El primer dos mil lo hice en 4:41 y 4:43. El siguiente kilómetro lo hice al trote y el segundo dos mil lo hice en 4:42 y 4:42. Salieron las dos series según el objetivo previsto. Fueron en total 12 km en un tiempo de 1:01:15 @ 5:06 min/km.
El martes 29 de octubre como ya se había producido el cambio de hora y a las siete ya es de noche salí a correr antes, ya que había enviado un mensaje al grupo de pradolongueros y nadie iba a salir. Eran las seis menos cuarto cuando me puse en marcha en Parque Sur. Di tres vueltas tranquilo y pensaba que me daría tiempo a acabar antes de que anocheciera, pero me equivoqué y en la última vuelta no veía un pijo. Fueron en total 9 km en un tiempo de 47:28 @ 5:16 min/km.
Tengo un amigo que vive en Düsseldorf y mucha veces me ha animado a participar en la media de Colonia, pero le he ido dando largas un año tras otro… hasta éste. Y ahora me arrepiento de haber esperado tanto porque mi amigo ya no puede correr por problemas en sus rodillas, aunque su hijo ha cogido su relevo. Además no he podido elegir peor año porque la lesiones me han fastidiado la preparación y la misma carrera.
Si no tenía suficiente con la fascitis del pie derecho, en estas últimas semanas empecé con dolores en el dedo gordo del otro pie, que me hacía ver las estrellas cada vez que lo plantaba, así que la cosa no pintaba bien, pero como ya tenía pagada la inscripción, el vuelo y el apartamento no podía dejar de acercarme a esta ciudad corriese o no corriese. Volamos a Colonia el miércoles y estuvimos haciendo turismo por esta ciudad y por Bonn, antigua capital del gobierno federal, que está bastante cerca. Ambas ciudades muy interesantes de ver.
En vista de que no andaba muy fino decidí no correr nada esta semana hasta el día D para ver si mejoraba de mis dolencias, pero no sirvió de mucho porque en cuanto di los primeros pasos ya iba dolorido, pero pensé que podría aguantar el dolor durante 21 kilómetros, ¡eso no es nada!
Dormí mal la noche del sábado al domingo y cuando sonó el despertador a las seis de la mañana tenía bastante sueño, pero me levanté como pude, desayuné, me disfracé de corredor, metí en la mochila toda la ropa y salimos a la calle a coger el tranvía en la estación de Gutenbergstraße. Llegamos poco después de que saliera uno y nos tocó esperar veinte minutos al siguiente.
Habíamos quedado al otro lado del Rin a las ocho en punto de la mañana y llegamos por los pelos. Tuvimos suerte de encontrarnos con el amigo con el que había quedado porque había mucha gente por los alrededores de la salida y la cosa no era fácil, nos dio tiempo incluso a hacernos una bonita foto antes de salir.
Como se puede ver en la imagen, teníamos cada uno el dorsal de un color ya que nos habían colocado en distintos cajones. A mí me tocó el rojo, el primer cajón y cuando estaba buscando la puerta para entrar en mi cajón vi que varios alemanes se saltaban la valla del cajón como cualquier hijo de vecino. En ese momento se me cayó el primer mito respecto a los alemanes, ya que nunca hubiese esperado que esta gente tan recta y tan seria se saltase una valla. Resultaba curioso estar en el primer cajón y ver dorsales de colores variopintos.
Estaba esperando en el cajón mientras el speaker lanzaba sus arengas en perfecto alemán y debía decir cosas interesantes, pero a mí me parecía que estaba hablando en chino ya que no entendía ni jota. Luego me contó mi amigo que los alemanes cuando no entienden nada dicen que parece que me están hablando en español.
Dieron el pistoletazo de salida y salí lanzado, dejándome llevar por los otros corredores y por el terreno que era cuesta abajo, una de las pocas cuestas abajo que había en todo el recorrido. Esa cuesta abajo enseguida se convierte en cuesta arriba para atravesar el Rin por el puente Deutzer y cuando llegué al primer kilómetro miré el cronómetro y vi 4:38 lo que me pareció demasiado rápido para lo que había entrenado. Traté de aflojar, pero como había salido en el primer cajón la gente me llevaba casi sin querer. Miré el cronómetro en el segundo kilómetro y vi que marcaba 4:45 y volví a pensar que iba demasiado rápido, que debía aflojar un pelín y marchar a un ritmo de 4:50 que era lo que tenía en la cabeza. Pues nada, el tercer kilómetro lo hice más rápido aún que los dos primeros y decidí no volver a mirar el reloj, pero sí tratar de llevar un ritmo algo más conservador.
Cuando iba por el kilómetro cinco y pico me crucé con el primer clasificado de la carrera que iría por el ocho y ya marchaba claramente destacado de sus perseguidores. En esos momentos iba por un tramo debajo de un puente donde había su correspondiente bajadita y su pequeña subida, pero todo lo demás había sido muy llano y así lo siguió siendo hasta que volví a pasar por esa misma calle en sentido contrario.
Sobre el kilómetro trece había una animación tremenda porque por esa zona coincidía los que iban con lo que venían, cada unos por una parte de la calle, obviamente. Mientras que los que íbamos por el trece nos quedaba aún más de un tercio de carrera, los que venían de vuelta ya estaban casi en el diecinueve y estaban a punto de terminar. En esa zona el sonido era atronador y es que me di cuenta que los alemanes son más de hacer ruido que de animar de viva voz. Pude ver todo tipo de chismes ruidosos como carracas, cascabeles, panderetas, cencerros y alguna que otra batukada. No sé si clasificar también como «chisme ruidoso» un buen señor que se había bajado su órgano -el musical- a la calle y con ayuda de un micrófono y unos amplificadores estaba amenizando a los corredores y a los vecinos.
Pasado ese tramo vi que las piernas no iban tan ligeras como me hubiera gustado y las plantas de los pies también empezaban a molestarme lo suyo, aparte de la fascitis y el dolor del dedo gordo, que también me estaban martirizando.
En el kilómetro dieciséis pensé aquello de «ya sólo queda una vuelta al parque» pero vi que las piernas ya iban muy cansadas y que me costaba mantener el ritmo que había llevado en anteriores kilómetros. Un kilómetro después miré el cronómetro al que tenía olvidado casi desde el principio y vi que había hecho ese kilómetro casi a cinco minutos. Me pregunté si sería capaz de mantener ese ritmo hasta el final y me respondí a mí mismo que me iba a costar porque me notaba muy cansado.
Sobre el kilómetro diecinueve recibí los ánimos de mi amigo Juan Ignacio y traté de echar el resto ya que me encontraba muy cerca de meta, pero al poco me vino el bajón cuando entré en la zona adoquinada y los pies me dolían a lo bestia, de tal modo que si todos los anteriores kilómetros los había hecho por debajo de cinco, el penúltimo kilómetro que se me fue a 5:33 debido al dolor de pies y el cansancio.
La presencia imponente de la catedral de Colonia me infundió ánimos para llegar a la alfombra roja y acelerar un poco el ritmo con el que completar esos últimos 150 metros. Llegué a meta con un tiempo oficial de 1:42:06 contento porque en estos meses tuve muchos momentos de duda de que pudiese participar en esta carrera.
Estuve esperando a que entrase mi amiga, que había salido en el segundo cajón y después de esperar un rato llegó ella con un tiempo de 1:50:14 también muy contenta y también con los pies muy doloridos. Debe ser que el asfalto de Colonia está más duro que el de Madrid o que las zapatillas no eran las más adecuadas.
Había mucha humedad en Colonia por lo que sudé como una bestia. A eso sumado que en los puestos de avituallamiento no pude beber mucho porque daban vasos en vez de botellas, en la línea de meta estaba sediento y cuando llegamos a los puestos bebí todo lo que pillé: Coca Cola, zumo de manzana, agua con gas, cerveza sin alcohol, cerveza normal, tetrabrik de agua de coco y alguna cosa rara que no conseguí identificar. De comer también me puse fino porque había comida para dar de comer a todo el país y parte del extranjero. Que recuerde me metí para el cuerpo: frutos secos, una especie de morcilla con un trozo de pan, una especie buñuelo dulce, un trozo de pan similar a los típicos bretzels, barritas de cereales, tomate y probablemente alguna cosa más. Había muchas cosas más que no probé porque empecé a pensar que lo iba a acabar echando de tanta mezcla de comidas y bebidas. Desde luego en esto sí que fueron generosos los alemanes porque la camiseta tendrás que comprarla, pero si quieres reventar a comida, lo puedes hacer por los 60 € que me costó la inscripción.
Después de llenar el estómago recogí la mochila en un tiempo récord, ya que lo tenían perfectamente organizado y me dirigí a los camiones donde estaban instaladas las duchas. Fuera del camión, aprovechando que no hacía mal tiempo, dejé todos mis bártulos, me desnudé, me puse las chanclas, cogí la toalla y el bote de gel y me metí en el camión y la verdad es que aluciné. Dentro de camión habría unas veinte duchas todas en perfecto estado de revista con sus dos alcachofas y un grifo termostático que dejaba salir el agua a una temperatura y presión ideales. Fue un momento gozoso después de las penurias sufridas durante 21 kilómetros. Tan bien estaba que alargué un rato el tiempo de estar bajo el chorro porque en esos momentos estaba en la gloria sintiendo el chorro de agua sobre mi cocorota.
Para terminar, diré que la cerveza típica de Colonia es la cerveza tipo Kölsch, que probé abundantemente y me pareció bastante rica; sin embargo, como los de Colonia y los de Düsseldorf andan algo picados, los de Düsseldorf dicen que la cerveza Kölsch se hace dando de beber a un caballo la cerveza de su tierra y embotellando su meada. Tengo la sensación de que los de Colonia opinan lo mismo de la Altbier que es la cerveza de los de al lado.