Hoy he participado en la X edición de la carrera barrio del Zofío. Se trata de una carrera de barrio en la que no se utiliza chip, cosa casi inaudita en estos tiempos. Tampoco es que haga falta, toda la vida ha habido carreras sin chip y se ha cronometrado correctamente; sin embargo, la Agrupación Deportiva Marathon que se encargaba de la parte técnica de la carrera falló en este punto y no ha habido clasificación por tiempos. Yo que corrí sin cronómetro sólo sé que hice un tiempo de 49 y pico. Aunque es un tiempo un poco birria, estoy muy contento porque la contractura que me trae de cabeza no me dio ningún problema.
Según la clasificación llegaron a meta 161 corredores. Puede resultar a simple vista un número escaso, pero teniendo en cuenta que el año pasado llegaron 92, el incremento ha sido espectacular, de hecho desbordó las previsiones.
Antes de comenzar, nos dimos cita un notable grupo de pradolonguer@s, que corríamos en casa. Nos hicimos una bonita foto antes de salir con nuestra flamante camiseta. También había bastantes corredores de la competencia, del parque de enfrente, del Parque Sur, entre ellos Yolanda García Manzano que llegó la primera de las mujeres.
Pradolongueros en la carrera del Zofío
Desde el domingo pasado que participé en la carrera proniño, no había vuelto a correr. Como tenía pensado correr esta carrera había pensado que si entrenaba podía estropearme, así que decidí no hacer nada y probar en la carrera. Y creo que el resultado ha sido satisfactorio: más kilómetros recorridos, más deprisa y casi sin molestias al final. Me ha venido bien el descanso.
La carrera comenzó a las nueve de la mañana, una hora antes de lo que ha sido habitual, por orden municipal. Esto obliga a levantarse pronto, pero tiene la ventaja de que el calor es algo más llevadero que a horas más tardías. Aún así, ya hacía calor a esa hora. Al contrario que otras carreras más multitudinarias, que la gente se agolpa en la línea de salida bastantes minutos antes de la hora de comienzo, hoy la línea de salida estaba vacía cuando todavía faltaban escasos minutos para el comienzo. La gente estaba más atrás charlando los unos con los otros, disfrutando de la sombrita. Casi a punto de dar la salida, la gente se fue acercando a las posiciones delanteras y poco después sonó el pistoletazo. Bueno, lo del pistoletazo es un decir.
Se comienza cuesta abajo, pero poco antes del primer kilómetro empieza una bonita subida por la que hay que pasar dos veces. Luego una bajada, luego otra subida y así sucesivamente. Es una carrera bastante rompepiernas excepto cuando transita por el parque de Pradolongo que es totalmente llana; sin embargo dentro del parque hay muchas curvas y contracurvas que también te rompen el ritmo.
Salí con un compañero y una amiga, aunque en el segundo kilómetro se fue quedando atrás el compañero. Yo seguí con mi amiga el resto de la prueba y me dio la sensación de que iba algo obligada, pero después de llegar a meta me comentó que había llegado sobrada, que podía haber apretado más, pero que visto que no iba a poder avanzar ninguna posición en la clasificación se dejó llevar un poco. De hecho, hizo peor tiempo que el año pasado.
Después de subir y bajar unas cuantas cuestas, llegamos a meta donde la organización me reservaba un bonito chaleco reflectante y me envió a uno de los cruces por donde pasaban las carreras de los niños para impedir que los coches se saltaran el cruce y atropellaran a los participantes. Allí estuve un tiempo, aunque no mucho ya que sólo tuve que controlar la primera carrera de los niños. Luego volví a subir a la línea de meta/salida para hacer unas fotos. Pueden verse las fotos de las llegadas en este enlace (gracias a Eva) y las de los diferentes pódiums, aquí.
Entrando en meta
Me encantó un detalle que tuvo la organización, que organizó una prueba para discapacitados. En el barrio está ubicada una dependencia de la Fundación ANDE y varios discapacitados participaron en la prueba ayudados por algunos corredores que se prestaron gustosos. Fue realmente emocionante ver como estas personas eran aclamadas por todo el público presente. Al final, medallas para todos ellos, que se fueron más contentos que unas castañuelas. Lo dicho, un detallazo, un gesto que demuestra que las pequeñas organizaciones tienen tanto derecho o más a sobrevivir en este mundo de las carreras, que visto lo visto, parece que sólo las grandes tienen los parabienes del ayuntamiento.
Carrera para discapacitados en el barrio del Zofío
Todos los asistentes, mayores y pequeños se ofrecieron a ayudar
Después de las carreras y de las ceremonias del pódium se celebró un sorteo en el que todos esperábamos el regalo estrella: el jamón; sin embargo, este año nos tuvimos que conformar con un juego de gafas de bucear y el correspondiente tubito. No siempre nos va a tocar el premio más gordo, bastante suerte tuvimos, que a otros no los tocó nada.
Antes de correr pasé por la báscula, siguiendo la rutina semanal. Esta vez marcaba 68,4 kg casi un kilo menos que la semana pasada. Esto ya me gusta más.