Otra vez hasta los hue.os

Otra vez me he vuelto a calar hasta los huesos. He salido y hacía un tiempo ideal para correr con el cielo cubierto y fresquito, aunque el parque estaba aún más embarrado, si cabe, que ayer, por lo que he optado por ir al río. El terreno por el parque lineal del Manzanares tenía algún que otro charco, pero poca cosa.

Poco antes de llegar al meridiano del entrenamiento ha empezado a llover ligeramente, pero poco a poco iba lloviendo cada vez más. De repente aparecían charcos por doquier, era prácticamente imposible no pisar agua. Y es que la tierra está ya tan húmeda que en cuanto llueve un poco aparecen charcos como setas. El caso es que he llegado a casa empapado y suerte que he tenido porque poco después, cuando ya estaba estirando, llovía de una manera exagerada.

Lo mejor de tanta lluvia es el aspecto que presenta el parque, todo verdecito, realmente precioso. Creo que esto lo digo todos los domingos pero es inevitable.

Hoy ha sido el último entreno dominical antes de Mapoma. Ya estoy nervioso antes de la gran cita, ¿seré capaz de acercarme a las 3h20? ¿Pegaré un petardazo como acostumbro últimamente? Estoy en ascuas.

Estaba pensando que desde que empecé el entrenamiento más específico para la maratón, allá a finales de diciembre ha llovido mucho, pero mucho, como yo no recuerdo. Seguro que al final se cumple ese corolario de la ley de Murphy que dice que el día de la maratón hará un tiempo todo lo contrario a lo que se ha entrenado. Por lo que si durante estas semanas de entrenamiento ha habido lluvia y frío, el domingo no habrá lluvia y hará calor. Seguro. No me hace falta ninguna predicción meteorológica

Ensayo general

Al final no he ido a la media de Madrid, por lo que he hecho la puñeta a mi compañero Liborio que me había conseguido un dorsal. Lo siento Liborio, pero la salud es lo primero.

Habíamos planeado realizar la media a ritmo de maratón (Liborio quiere hacer 3h15) por lo que habría que ir a 4:37/km. Así que como no he ido a la media, he decidido hacer en solitario esos 21 km para ver si era capaz de mantener ese ritmo y ver lo fundido que llegaba a casa. Además he salido con un gel en la mano para ver si llegaba al kilómetro 14 sin tirar el gel a hacer puñetas, como tengo pensado hacer el día de la maratón. Al final te acostumbras a llevar algo en la mano y casi no te das cuenta.

La jugada era clara, tratar de hacer los kilómetros entre 4:30 y 4:35, para tener un pequeño colchón de segundos, ya que a la vuelta las cuestas me harían bajar un poco el ritmo y además los dos primeros kilómetros eran de calentamiento.

Aunque he hecho 22 km el cronómetro sólo ha registrado 21 ya que lo he parado cuando me he encontrado con una conocida y he olvidado ponerlo en marcha hasta un kilómetro después, pero eso son menudencias. Lo importante es que esos 21 km los he recorrido en 1:36:33, a un ritmo de 4:36/km, aunque el ritmo ha sido algo más rápido (4:33/km) si descontamos los dos kilómetros iniciales de calentamiento, pero entonces no serían 21. De todas formas, considero el objetivo cumplido.

Lo peor es que cuando he terminado el recorrido, estoy convencido de que no hubiera podido seguir otros 20 km más a ese ritmo. Y eso me desanima un poco de cara a Mapoma. Quizás debería replantearme mis objetivos.

El calor y la maratón

Existen personas que corren mejor con calor y otros que prefieren el frío para correr. Yo, desde luego, prefiero el fresquito, siempre que no haga un frío exagerado como este año en Fuencarral.

Aparte de eso, es un hecho objetivo que las altas temperaturas influyen en los tiempos a realizar en una carrera, especialmente en una maratón que es una carrera de más larga duración.

En las tablas de Daniels se puede ver el impacto de las altas temperaturas en la maratón. Lo primero que dice es que si la temperatura es de 16º o menor, no hay influencia, a no ser que la temperatura sea tan fría que sea imposible de aguantar.

Según va aumentando la temperatura, el registro va empeorando. Por ejemplo, si a 16º fuésemos capaz de hacer 3h15 (4:37/km) en la maratón, a 21º -sólo cinco más- el tiempo se nos iría a casi 3h18 (4:41/km). Y si ese día fuese realmente caluroso y la temperatura se fuese a 32º, el tiempo se dispararía a 3:23:47 (4:50/km). Haciendo la cuenta la vieja sale más o menos un segundo más lento por kilómetro por grado centígrado (a partir del los 16º).

Temperatura 16º C 21º C 27º C 32º C
Tiempo 3:30:00 3:33:09 3:36:18 3:39:27
Ritmo 4:59 5:03 5:08 5:12

Habrá que rezar para que haya una temperatura que ronde los 16º el día 25, no vaya a ser que la temperatura y la distancia nos funda a más de uno.

Hoy ha sido un día tranquilo, aunque creo que he hecho más kilómetros de los que debiera. He bajado al río, tratando de llevar un ritmo unos pocos segundos por encima de los 5:00/km. A la ida tenía que ir controlando para no ir más deprisa, pero a la vuelta, entre que hacía aire en contra y que es cuesta arriba, me ha costado más mantener ese ritmo. Al final he realizado los 15 km en 1:15:29 a un ritmo de 5:02/km. He corrido con las zapatillas Fila con las que empecé el año y ha sido terrible, he sufrido un montón con los ojos de gallo y en el lateral interno del pie derecho que me roza inmisericordemente. Esas zapatillas no me sirven para correr, necesito otras ya mismo.

Hoy estoy contento con mi peso, ya que he bajado a los 67,1 kg que ha sido mi peso mínimo desde hace lustros. Y es que en cuanto controlas la alimentación, el peso baja. Espero estar en 66 el día de la maratón, lo que supondría haber bajado diez kilos desde que empecé con la pauta alimentaria.

No sé si mañana correré la media de Madrid, ya que me ha llamado un compañero que podría conseguirme un dorsal, sin embargo, esta semana no he dormido bien, encima hoy me he despertado a las siete y mañana no me gustaría tener que madrugar también.

Segunda (y última) tirada extralarga

Hoy he dormido regular ya que me dolía la garganta. No sé si la respiración nasal me ha provocado esta molestia. No parece que tenga mucho sentido, pero ¡quién sabe! Quizás haya cogido frío y ando algo constipado. De todas formas, hoy he llevado la respiración como siempre, por si las moscas.

Para mejorar, lo mejor es una buena carrera y hoy mejor que nunca, ya que tocaba hacer la segunda tirada extralarga de cara a Mapoma. Nunca en mi vida he hecho dos tiradas extralargas preparando una maratón, espero no acabar sobre-entrenado y llegar con ganas al día D. Esta semana ha sido la más larga (82 km), ahora hay que ir disminuyendo kilometraje para llegar fresco.

El día ha salido soleado, aunque no excesivamente caluroso. Botella de Isostar y gel en mano he ido dirección al Parque Lineal, para coger desde ahí el Camino del Malecón, cruzar la vía del AVE y pasar al Camino de los Aceiteros. Poco después de pasar por debajo de la M-50, en el kilómetro 11 he dejado la bolsa con la botella y el gel con la idea de hacer uso de ellas a la vuelta.

Avanzando por el Camino de Aceiteros se cruza la Cañada Real Galiana (más conocida por el tráfico de drogas que por el tránsito de ganado). En ese punto, junto al Manzanares había siete u ocho nidos de cigüeña, con los polluelos piando sin cesar, ¡qué bonito!

A partir de la cañada, el camino se estrecha y se pasa por alguna zona arbolada. En el km 15 se llega a un tramo lleno de charcos, debido a un torrente que baja por el cerro para desembocar en el Manzanares. Ahí me tenía que haber dado la vuelta, pero cuadriculado de mí, tenía pensado totalizar 31 km y como el camino era de ida y vuelta, pues he continuado hasta el 15,5, esquivando charcos y procurando no llenarme las zapatillas de barro.

A la vuelta, en el km 20 me esperaban el gel y la botella de Isostar, que ya anhelaba fervientemente porque la sed se hacía sentir y un extra de energía seguro que me venía de perillas. Y bien que me vino, porque no sé si debido al efecto placebo o a que realmente algo hizo, el caso es que de ir a poco más de cinco minutos por kilómetro, empecé a acelerar casi sin darme cuenta haciendo kilómetros a poco más de 4:40, de hecho fueron estos últimos diez kilómetros lo más rápidos y eso que la vuelta es menos favorable que la ida.

Al final, fueron 31 km en 2:33:56 a una media de 4:57/km, acabando con buenas sensaciones, aunque con una pequeña molestia en la ingle izquierda. Por suerte para mí, ya ha acabado el entrenamiento más exigente de cara a Mapoma.

Respiración nasal

He leído A cien millas de Manhattan de Guillermo Fesser. Aparte de que me haya gustado o no, ha habido algunos capítulos donde habla de John Raucci y sus curiosas ideas sobre entrenamiento para corredores. Viene a decir que hay ciertas costumbres que tienen los entrenadores o corredores que no ayudan a correr mejor y que existen diversos aspectos que pueden ayudar a un corredor a mejorar su eficiencia. Mirando en internet he encontrado un artículo escrito por el mismo Raucci donde habla de cinco problemas que tiene un corredor y que se pueden mejorar:

  • El problema de las zapatillas de correr.
  • El problema de la respiración.
  • El problema de la actividad anaeróbica.
  • El problema de la alimentación.
  • El problema de la integración mente/cuerpo.

Sobre el tema de la respiración, que es de lo que quiero hablar comenta que la nariz está hecha para respirar, pero la boca no. Por lo que siempre se debe respirar por la nariz y dejar la boca para hablar y comer. Dice que si observamos a un recién nacido, el aire entra y sale por la nariz. Lo mismo ocurre en el reino animal, todos los animales respiran únicamente por la nariz. Pero no sólo eso; si hace frío, la nariz se encarga de calentar el aire que llega a los pulmones y si el aire está seco, la nariz lo humedece. Incluso tiene una serie de turbinas que impulsan el aire hasta la parte del diafragma de los pulmones. La boca es capaz de tomar aire, pero no se comporta de manera eficiente.

Pues bien, Raucci opina que es por la nariz por donde se debe respirar, sobre todo en una prueba atlética. En este entrenamiento he tratado de seguir sus directrices, respirando sólo por la nariz. Como iba acompañado de un amigo y éste iba a un ritmo algo más llevadero que el mío, he pensado que era una buena ocasión para practicar la respiración nasal.

Así que de los 16 km que hemos recorrido, durante 14 km iba utilizando sólo la nariz. La verdad es que resulta algo incómodo, porque hay que ir con la boca cerrada, aunque tiene la ventaja de que no entran moscas. Parece, además, que la boca se reseca y me hacía escupir con frecuencia. No sé, no he acabado muy convencido de la experiencia, habrá que practicar algo más para ver si me acostumbro.

Hemos bajado hasta el Parque Lineal y el paseo, a lo largo del río, estaba precioso ya que con la llegada de la primavera está todo verde. Da gusto verlo.

Primera tirada extralarga

Hoy tocaba la primera tirada extralarga, es decir, una tirada con una distancia cercana o por encima de 30 km. En todas las ocasiones anteriores en las que he preparado una maratón he hecho una o ninguna tirada extralarga, sin embargo, ya que este año voy a intentar asaltar mi marca de maratón, he planeado dos tiradas extralargas y hoy ha sido la primera. Dentro de dos semanas, a tres de la gran prueba, toca otra.

He salido con la idea de hacer 30 km, pero al final he acabado realizando 32,5 en un tiempo aproximado a las dos horas y cincuenta minutos. Y digo tiempo aproximado porque cuando iba por el kilómetro 23, mi flamante Garmin Forerunner 405 se ha quedado sin batería. Por lo menos se ha quedado grabado en la memoria esos 23 kilómetros.

Ya me iba avisando durante el entreno, que la batería estaba bajo mínimos, pero pensaba que aguantaría hasta el final. Craso error, ahora sé que hay que el día antes -sobre todo si es tirada larga- hay que mirar el estado de la batería y recargar si no queda demasiado.

Cuando he salido, poco después de las 8:30, estaba lloviznando y veía que la cosa no paraba. Pensaba que si seguía lloviendo durante todo el rato iba a acabar como una sopa. Incluso había pensado una parada de emergencia para cambiarme de ropa a mitad de recorrido. Sin embargo, he tenido suerte porque pasado el km 10 ha dejado de llover y ha quedado un buen día.

Empecé tranquilo, muy tranquilo, rondando los 5:30/km, pero veía que no iba cómodo, por lo que aumenté el ritmo tratando de mantenerme entre 5:10 y 5:15. Ahí el forerunner me vino al pelo para controlarme porque en cuanto me descuidaba se me iban las piernas más deprisa de la cuenta.

En el kilómetro 12 hice mi primera parada técnica para eliminar líquidos, ya no podía aguantar más. En esos momentos me encontraba en el punto más lejano de casa, casi debajo del puente de la M-50, ya que había realizado un circuito parecido al que hice en la tirada de 24 km. Afortunadamente, el piso estaba en mucho mejor estado que aquel día.

Al empezar a correr había dejado en una papelera, junto al punto de encuentro habitual del parque de Pradolongo, una bolsa con un gel y una botella de Isostar. Así que cuando volví del río, ya en el kilómetro 22,5 hice la segunda parada técnica de la jornada para avituallarme. Me vino de miedo el gel y un buen trago de Isostar para afrontar las dos vueltas a Pradolongo que restaban.

Poco después, cuando fui a consultar el cronómetro, estaba totalmente en blanco, la batería estaba totalmente gastada, por lo que no tengo constancia del ritmo de los últimos nueve kilómetros, aunque traté de mantener el que llevaba anteriormente, un poco por debajo de 5:15. La verdad es que estas dos vueltas a Pradolongo se me hicieron laaaaaaargas, ya tenía las piernas algo castigadas, aunque podía mantener ese ritmo sin muchos problemas. Como curiosidad, decir que la batería acabó cuando llevaba dos horas, dos minutos y dos segundos de carrera. Muchos doses.

Vuelta y media después acabé el entrenamiento totalizando 32,5 km y un poco hasta las narices -por no decir otra cosa- de correr. Y es que se hace algo pesado hacer tantos kilómetros. Pero sin duda me va a venir fenomenal para la maratón y además, otra cosa buena y es que el tobillo, que me fastidié en Collado Villaba, no me molestó en exceso, parece que se va curando.

Esta semana he totalizado algo más de 73 km, mucha tela, mucha. Creo que ha sido la semana que más kilómetros he hecho de preparación para la maratón en toda mi vida.

Olvido imperdonable

Cuando faltaban tres o cuatro kilómetros para terminar el entrenamiento me he dado cuenta de que había olvidado ponerme tiritas en los pezones y éstos me iban escociendo cosa fina. Ha sido un error imperdonable, ahora estoy lamentando el olvido.

El entrenamiento de hoy consistía en ir a ritmo de maratón durante unos cuantos kilómetros, en concreto había pensado en hacer unos diez u once kilómetros a ritmo M. Después de cuatro kilómetros de calentamiento, empezaba lo bueno. Y reconozco que me ha costado coger el ritmo y luego no es que fuera muy cómodo por debajo de 4:30. Sigo pensando que no voy a poder con los 4:25 durante 42 kilómetros… En este enlace de Garmin Connect se puede ver el detalle del entrenamiento y el ritmo llevado en esos kilómetros centrales del entreno.

Al contrario que la semana pasada que me pesé después de correr, he vuelto a pesarme antes de la carrera, para tener todos (o casi todos) los datos consistentes. Hoy marcaba 67,2 kg, parece que los 67 son una barrera infranqueable.

Almendro en flor
Ya están los almendros en flor, la primavera está cerca

Por cierto, hoy cumpliría mi padre 73 años.

Barrizal

Menudo día de perros me ha hecho hoy. He salido lloviendo y la lluvia no ha parado en las dos horas y pico que he estado corriendo. He pasado frío, me ha maltratado la lluvia, me han dolido ambas rodillas y en algunos tramos mas que correr iba sorteando charcos y tratando de no cargar demasiado las zapatillas de barro en el inmenso barrizal y es que hoy he estrenado un nuevo camino y visto lo visto no es muy recomendable hacerlo en esta época lluviosa.

Gracias a Google y sus mapas, había planeado un nuevo circuito que va más allá del «circuito del río» y que consiste en salirse de éste muy cerca del final. Si el circuito del río estaba encharcado, el nuevo estaba muy encharcado y muy embarrado.

Casi al final del circuito, hay que salir por un camino que va hacia una subestación eléctrica. Se gira a la derecha justo enfrente de la subestación, se pasa por debajo de la M-45 y poco después se atraviesa la vía del AVE. Hasta ahí el camino no estaba mal del todo, ya que el piso era más arenoso.

Sin embargo al cruzar la vía, el terreno cambia y aumenta el número de charcos y el barrizal. Al pasar la vía, se gira a la derecha y nos incorporamos al Camino de los Aceiteros que transcurre pegado a la ladera de un cerro en el que se puede observar a lo alto trincheras de la época de la Guerra Civil. Por lo visto estas trincheras se excavaron durante la Guerra Civil y fueron ocupadas por la 4ª División del Ejército Republicano. Y se pueden ver un montón de ellas a lo largo de este camino. En este enlace cuentan algo sobre esta ruta.

Pero este camino no sólo tiene interés histórico por los hechos que ocurrieron en la Guerra Civil sino que se pueden ver las diferentes esclusas que lo que fue el Real Canal del Manzanares. Tengo que decir que antes de pasar por aquí no tenía ni idea de que este camino tuviese tanta importancia, la próxima vez trataré de visitar los distintos puntos interesantes que se describen en la interesante ruta del Real Canal.

Siguiendo recto por ese camino y poco antes de pasar por debajo de la M-50 se pasa por una vaquería junto a la cual está situada la séptima esclusa del Real Canal del Manzanares. El paso por la M-50 marca el comienzo del Parque Regional del Sureste, después de haber dejado atrás el Parque Lineal del Manzanares.

A la altura de las cuevas de la Magdalena (donde se pueden ver claramente fortificaciones) y detrás de Perales del Río me he dado la vuelta, justo donde el barrizal era más difícil de atravesar. Cuando estaba peleando por saber donde poner el pie para dar el siguiente paso, se ha atravesado un conejo en mi camino y era asombroso ver la elegancia de su correr, ¡¡¡que envidia he sentido!!!

Después en casa, mirando por Internet he visto que me he dado la vuelta antes de llegar a la octava esclusa del Real Canal. En la próxima tirada larga tendré que llegar hasta allí o sobrepasar ese punto.

Ya de vuelta al punto de partida, sobre el kilómetro 13, he aprovechado para tomarme un gel y reponer fuerzas. En una larga jornada es mejor tomar algo de alimento para no agotarse. El gel no quería salir de su envase ya que por el frío estaba más sólido que líquido y me las he visto y deseado para sacar algo de sustancia.

Como curiosidad decir que el «75» que aparece escrito en el gel indica que éste tenía que haber sido ingerido en el kilómetro 75 de la prueba de los 100 km en 24 horas, pero ya ni recuerdo porqué no lo hice. Hoy, ocho meses después, ha cumplido su objetivo.

En total he recorrido 24,6 km en un tiempo de 2:12:18 a una media de 5:23/km. Un par de segundos más lento que lo recomendado por Daniels, pero justificable por el tremendo barrizal y la lluvia persistente que he sufrido durante todo el trayecto.

A vueltas con el peso

Sabía que después de la comilona del pasado fin de semana había cogido peso. Y, efectivamente, cuando me he pesado esta mañana la báscula marcaba 68,9 kg. La verdad es que me ha parecido mucho, pero el cerdo es el cerdo…

Habíamos quedado a las 9:30 para ir al río. Allí estábamos cuatro pradolongueros pensando en no machacarnos demasiado para poder mañana rendir a tope en el Trofeo Marathon de cross. Sin embargo, me apetecía hacer más kilómetros, así que después de volver del río me he dado una vuelta a Pradolongo para totalizar 21,12 km -poco más de una media- en un tiempo de 1:59:32, yendo a un ritmo bastante cómodo de 5:40 en la ida y vuelta al río y a unos 5:10 en la vuelta a Pradolongo. Y es que ya hay que ir pensando en la maratón de Madrid y en ir acumulando kilómetros.

Lo que me ha sorprendido es que después de volver a casa y beberme medio litro de agua me he pesado y voilà sólo pesaba 67,6 kg. No sé qué pensar porque no me parece lógico bajar más de kilo y medio por haber hecho esos 21 km. De nuevo no entiendo nada.

Mañana será mi cuarta participación en el Trofeo Marathon de cross después de correr en 1999, 2005 y 2007. Y la táctica en una carrera tan corta, sólo 5150 metros, es la habitual en estas distancias: a muerte desde el primer metro y confiar en no reventar.

Antes del partido

Hoy hay partido como muchos sábados. A las 10:30 hay que estar en el campo, por lo que toca madrugar para hacer los 20 km que tenía pensado hacer. A las siete de la mañana suena el despertador. Hago mis necesidades -en eso nunca fallo antes de correr- y preparo la riñonera con algo de comer. Voy a probar con los higos secos que compré el otro día.

Sobre las 7:30 salgo hacia el Parque Lineal del Manzanares. Son 8,2 km hasta el final del circuito del río, más otros tantos de vuelta, más los que hago en Pradolongo para completar la veintena. No he ido mal hasta el final el km 8,2, aunque algo lento. Creo que el constipado me está perjudicando. Luego al volver he empezado con ganas de realizar mis necesidades. No sé si por culpa de los higos o por culpa del constipado.

Afortunadamente, cuando he llegado a Pradolongo me he encontrado como en casa y en esos tres kilómetros y pico que me faltaban me han acompañado amablemente. Y bien que se lo agradezco, me ha venido de perillas.

He realizado los 20 km en 2:00:50, a un penoso ritmo de 6 min/km, pero hoy no daba para más.

Lo peor es que se ha perdido el partido por 1-0 cuando se podía haber ganado. Pero está visto que no hay suerte.