Por fin ha llovido

Llevábamos ya unos cuantos meses sin que lloviese por Madrid, excepto un día a finales de agosto que cayó alguna nube. Realmente hacía falta que lloviese y hoy lo ha hecho y con bastantes ganas.

Como hoy es festivo, en vez de correr ayer martes, que es lo habitual, hemos salido el miércoles por la mañana. Hemos quedado una amiga, mi tocayo Miguel y un servidor y como estaba lloviendo y el parque muy embarrado hemos ido a Madrid Río, que aunque también tiene muchos charcos se pueden ir esquivando. Además como estaba lloviendo el paseo estaba casi desierto y se podía correr en condiciones.

Tenía las piernas bastante cansadas de la carrera del domingo y en cuanto mis acompañantes aceleraban el ritmo, era incapaz de alcanzarlos. Además me iban molestando partes múltiples del cuerpo: gemelos, tendones de aquiles y rodilla. En resumen, que iba fatal, aunque contento de sentir la lluvia en la cara.

Hemos completado 12 km en un tiempo de 1:02:44 @ 5:13 min/km. Físicamente no muy bien, aunque espero recuperarme de aquí al domingo.

En abril aguas mil

Este año se está cumpliendo el refrán letra por letra. Está lloviendo por toda la península como si el diluvio universal fuese a empezar. Me cuesta trabajo recordar un mes de abril en Madrid donde haya llovido tan de continuo.

Hoy, 19 de abril, inmersos en este mes lluvioso, también ha llovido y aunque a las siete de la tarde no lo estaba, el parque estaba muy embarrado, pero muy embarrado…

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Barro y charcos en el Parque de Pradolongo

Debido al estado del terreno hemos decidido ir a correr a Madrid Río, que aunque también tiene charcos, estos se pueden esquivar y no hay barro. Mucho mejor, que esta semana de lo que se trata es simplemente de mover un poco las piernas. De hecho estuvimos hablando de si bajar el jueves.

Fuimos de Pradolongo a Madrid Río por la calle Antonio López. Fuimos por la margen derecha dirección al estadio Vicente Calderón y un poco antes, por una pasarela cruzamos el río para volver por la margen izquierda. Si el camino de la margen derecha es recto y llano paralelo al río, el camino de la margen izquierda va cerca del rio, pero es muy curvilíneo y con bastantes subiditas y bajaditas. No sé si se hizo con idea o salió por razones que a mí se me escapan.

Fuimos bastante tranquilos, pensando más en el próximo domingo que en otra cosa, así que hicimos el recorrido casi sin darnos cuenta. Y a lo tonto, hice 11 km en un tiempo de 1:01:30 @ 5:35 min/km.

No lloréis por mí

El pasado domingo fallecieron dos corredores, Francisco y Juan, en la maratón de Vías Verdes Ojos Negros, en Castellón. Descansen en paz.

Se ha formado cierto revuelo mediático sobre este asunto. Parece que correr es ahora una actividad de riesgo, pero no parece que sea así, ya que se habla de la gente que fallece haciendo ejercicio, pero no de la que lo hace llevando una vida sedentaria.

Según parece la estadística dice que muere 1 de 50.000 corredores de muerte súbita, pero resulta que según el artículo de la Revista Española de Cardiología, en España se deben producir unas 9.000 MSC al año en pacientes de 25 a 74 años aunque menos de la cuarta parte reciben este diagnóstico en el boletín estadístico de defunción 18. En los EE.UU. esta cifra se eleva a 300.000 o 400.000 personas al año (para todas las edades).

Es decir, si no me fallan los cálculos, aproximadamente hay 112 muertes por cada 50.000 personas. Así que parece casi un seguro de vida dedicarte a esto del correr.

De todos modos, si algún día me da un arrechucho mientras corro y me voy al otro barrio, no lloréis por mí que me habré ido más contento que unas castañuelas. Y a todo esto, decir que no llevo ninguna prisa en doblar la servilleta…


Volviendo a temas más mundanos, hoy habíamos quedado en el punto de encuentro a la hora habitual y hasta allí nos hemos acercado, aunque mejor hubiese sido quedarse en casa, porque estaba lloviendo a mares o como dicen los ingleses, estaban cayendo perros y gatos (mola esta expresión anglosajona); sin embargo, allí nos hemos encontrado Emilio II, Joaquín y un servidor.

Nos hemos puesto a correr y estaba todo el parque muy embarrado así que hemos decidido sobre la marcha ir hacia Madrid Río, que aunque mojado, al menos no estaba embarrado. Así que el camino ha consistido en ir por el carril bici hasta el Parque Lineal y desde allí, por la pasarela sobre la M-30, llegar a Madrid Río y tirar hasta la Pasarela de Arganzuela. Un precioso puente, aunque bastante caro, ya que costó la friolera de trece millones de euros.

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Pasarela de Arganzuela, sobre el río Manzanares. Foto cortesía de Víctor Ferrando

Una vez debajo de este puente, vuelta hacia el barrio pero esta vez yendo hacia el Parque de Pradolongo por la calle Antonio López en vez de llegar al Parque Lineal. Y menos mal que hemos tomado este atajo porque hemos estado prácticamente una hora corriendo y eso que tenía unas agujetas de espanto de la media del domingo. La verdad es que habíamos salido sólo para correr un poco y rebajar las agujetas y nos hemos pasado tres pueblos.

En Fuencarral tenía que haber estado

El sábado 30 de enero por la noche hice la inscripción a la media de Fuencarral y horas después, el domingo, en la Casa de Campo me lesioné. Es cierto que hoy he ido a correr, pero por precaución no he ido a la media de Fuencarral ya que son muchos kilómetros y encima cuesta arriba un montón de ellos.

Un día como hoy, pero hace seis años, estuve allí, en un día muy, muy frío. Y también estuve hace 19 años y 12 días en la que fue mi primera participación en esta bonita y dura carrera.

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En la media de Fuencarral 1997, con unos años menos y unos cuantos kilos más

Pues bien, en un ataque de cordura decidí no participar esta vez aunque ya llevo un par de días corriendo, pero no me gustaría recaer, así que he optado por un recorrido más suave y de menor kilometraje.

Salí de casa y estaba lloviendo, así que opté por la manga corta, que cuando llueve, cuanto más ropa lleves, peor, que luego tarda más en secarse. Curiosamente, dejó de llover al poco y pudimos disfrutar de un agradable día por Madrid Río, que fue nuestra elección al estar todo muy mojado.

Hicimos unos 11,6 km aunque el GPS sólo muestre 9,8 km. Y es que esta vez decidió el cacharro no sincronizar. Debió ser que no estaba muy conforme con el día nublado, aunque sé que no tiene nada que ver una cosa con la otra. El caso es que fuimos trotando y pasaron 1,8 km hasta que consiguió sincronizar con los satélites.

Después una ida tranquila por Madrid Río y luego apretando un poco a la vuelta, acercándonos a ritmos de cinco minutos por kilómetro. Y la verdad es que la lesión, bien, no noté nada raro. Esto parece que marcha bien.

Lo que no marcha tan bien es lo del peso. Ayer marcaba la báscula 69,7 kg, que es mucho, mucho peso. Vuelvo a estar casi en la casilla de salida de cuando hicimos Joaquín y yo el pacto de un mes, un kilo.

Entrenamientos mes de diciembre 2015

Después de correr hace dos días la San Silvestre de Villaverde, llegó el último entrenamiento del año. Fue el día 29 de diciembre y consistió un entrenamiento muy suave por Madrid Río haciendo el mismo recorrido que el del día 23. Tuvimos que acercarnos a una zona cercana a la Glorieta de Cádiz y desde allí nos acercamos a Madrid Río y fuimos dirección Casa de Campo, subimos por el Paseo del Embarcadero y poco antes de llegar a la valla vuelta por el mismo camino. Fueron unos 10 km a un ritmo entre 5:20 y 5:30 calculo a ojo porque no llevamos cronómetro. El domingo, el día de la San Silvestre, marcaba la báscula 69,4 kg. Me parece una barbaridad haber subido un kilo en una semana, tampoco es que me haya pasado tanto con la comida. No sé, no sé.

Es toda una tradición salir a correr el día de Navidad. La cena de Nochebuena suele ser copiosa (y eso que trato de controlarme lo más posible) y es una buena jugada salir a correr para desgastar un poco lo comido. Además este día también toca comida familiar, así que todo lo que se queme bien está. Había convocado un entrenamiento conjunto a las 11:00 en el punto de encuentro a todos los compañeros y compañeras pradolongueras que quisieran asistir y nos juntamos cuatro, que no está nada mal. Bajamos al Parque Lineal y nos cascamos 14 km a un ritmo algo más tranquilo que el día anterior. Lo único malo es que casi al salir del Parque Lineal me tropecé con una piedra y caí al suelo. Menos mal que llevaba guantes y manga larga, así que no me rocé en ninguna parte. Y con este día de Navidad han sido tres días corriendo seguidos, cosa que no suelo hacer, que añadido al entrenamiento que hice el lunes y la San Silvestre que haré el domingo, sumarán cinco día de entreno, parezco casi un profesional 🙂

Me gusta salir a correr el día de Nochebuena, es una tradición, igual que ir a hacer la ronda con los amigos por lo bares del barrio después y cantar villancicos. Así que quedé con Joaquín a las nueve de la mañana y bajamos al Parque Lineal. Al llegar al parque incrementamos el ritmo, aunque tampoco exagerado, y tratamos de mantener ese ritmo vivo durante todo el trayecto por el parque. Luego al salir, de vuelta a Pradolongo, ya bajamos la velocidad y volvimos más tranquilos. En total hicimos 14 km en un tiempo de 1:11:00 a un ritmo de 5:04 min/km. Por cierto, hacía un frío de mil demonios, andaba la temperatura por los dos grados únicamente.

Esta semana navideña estuve de vacaciones, así que el día 23 de diciembre lo aproveché para salir por la mañana con la luz del día. Fui con una amiga por Madrid Río, ya que por un asunto tuvimos que acercarnos a un lugar próximo a la Glorieta de Cádiz. Cerca de allí nos acercamos a Madrid Río y por allí hicimos el recorrido que he descrito en el último entrenamiento del año que, curiosamente, es el primero de esta entrada. Fueron en total 10 km en un tiempo de 50:38 @ 5:03 min/km. Los cinco kilómetros de ida fuimos a un ritmo no muy fuerte, pero sin dormirnos, y a la vuelta hicimos cuatro kilómetros a muy buen ritmo, bajando de 4:45.

El día 21 de diciembre, un día después de las elecciones generales salí a correr con una amiga para celebrar algo, no sé el qué, ¿quizás el fin del bipartidismo? Como salimos por la mañana, decidimos acercarnos al Parque Sur, porque por la noche, según cuentan, está muy mal iluminado. En un principio se nos pasó por cabeza hacer algunas cuestas, pero nos dimos cuenta que las cuestas de la Carrera del aceite nos habían dejado las piernas bastante cansadas y hacer otra vez cuestas… Mejor para otro día. Así que hicimos tres vueltas, tratando de no acercarnos demasiado a la A42 para no respirar demasiada mierda, aunque sospecho que un poco más dentro del parque tampoco soluciona nada. Hicimos tres vueltas y un poco más para completar 10 km en un tiempo de 52:39 @ 5:15 min/km. No está nada mal para haber corrido a tope dos días antes. Por cierto, que ya empieza a notarse que estamos en el mes de diciembre, porque la báscula marcaba hace un par de día 68,4 kg. Ya he vuelto a subir otra vez a los 68. Como lo hablaba el otro día con Joaquín, este mes de diciembre no sólo no vamos a perder ese kilo, sino que habrá que tratar de no coger muchos.

El 17 de diciembre estábamos a dos días del sábado 19, que era el día en el que llegaba una de las carreras más emotivas del año, la Carrera del aceite, que se celebra en mi pueblo, en Los Navalmorales. Así que no era cuestión de cansar las piernas en este último entrenamiento previo a la gran carrera. El año pasado había estado entrenando específicamente para esta carrera, haciendo muchos días cuestas, pero este año, el entrenamiento para la media de Villaverde me había desviado de este objetivo y dos días antes no iba a hacer ya gran cosa para mejorar el asunto, así que tranquilito, charlando con Joaquín completamos las dos vueltas y un poquito más para totalizar 10 km en 55:53 @ 5:35 min/km.

Parece que no, pero cuando salí el 15 de diciembre, una semana después de la media de Villaverde, todavía notaba las piernas algo cansadas y además tenía una bonita ampolla en el talón del pie izquierdo. La ampolla era debida a que el domingo no tenía ganas de correr, hacía frío para montar en bici y opté por ir a andar. Pero me pasé con la caminata y acabé haciendo 16 km. Curiosamente, llevo con las zapatillas corriendo desde abril y las primeras molestias que he tenido ha sido hoy ocho meses después de estrenarlas. Está claro que no se corre igual que se anda. A lo que iba, que entre eso y que el sábado tocaba carrera, no era cuestión de machacarse aún más la piernas, por lo que tocó entrenamiento suave. Y tan suave que fue que hicimos los 10 km en un tiempo de 57:03 @ 5:42 min/km. De hecho, según iba corriendo notaba que algo pegajoso me subía por la pierna, ¡¡¡era un caracol!!! Así de deprisa íbamos.

El 10 de diciembre fue el día después del gran reto. Resulta raro salir a entrenar un jueves y que el martes no haya habido entrenamiento, sino carrera, pero este año tocó así. Joaquín estaba pletórico, muy contento después de su gran carrera en Villaverde. También agradecido, decía que mi compañía le había venido muy bien para no entrenar solo estos días oscuros de otoño. Hoy, por supuesto, tocaba regenerativo, por lo que hicimos 10 km en un tiempo de 56:44 @ 5:40 min/km. Ritmo tranquilo y charla, como diría nuestro compañero Esteban, un orgasmo detrás de otro.

Después de correr la media de Villaverde, nos marchamos a casita y nos adecentamos todos, porque a las dos teníamos la gran cita de la temporada: la comida navideña pradolonguera 2015. Que estuvo realmente bien. Comimos de lujo, a muy buen precio y con una compañía inmejorable. Y en el barrio, muy cerca de nuestro amado parque de Pradolongo.

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Los veteranos corredores de Pradolongo rodeando al campeón del duelo

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Todos querían arrimarse a las chicas

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¡¡¡Y acabamos jugando al mus en el bar de Lico!!!

Otro enredo más

Algunas veces, por motivo de trabajo, tengo que salir a correr con el móvil encima. Solía hacerlo con una funda enganchada al brazo, pero siempre me ha resultado incómodo llevar algo en le brazo. Si lo dejo algo flojo, se mueve, se cae; si lo aprieto, me duele el brazo. En fin, un horror.

Hace ya un tiempo Nelson me indicó que habían sacado una especie de riñonera pero más discreta de las que existían antes que servía para meter el móvil, las llaves y poco más y el otro día también fui obsequiado en mi cumpleaños con un artilugio de estos. Hoy lo he probado y me ha resultado bastante convincente, bastante más cómodo que lo del brazo.

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Riñonera para el móvil

Hoy hacía un día soleado aunque algo fresco. Por donde daba el sol se iba genial, por la sombra, ya no tanto. Hemos salido por Madrid Río y la verdad es que en casi todo el camino daba el sol, así que frío no hemos pasado. Eso sí, debido al buen tiempo, el paseo estaba repleto de gente en bici, andando, corriendo, en patines, etc. A veces resulta peligroso moverse un poco a la derecha o a la izquierda porque no es difícil que te arrolle alguna bici.

Después de dieciséis kilómetros del domingo pasado hoy tocaba aumentar un poco más. Así que hemos planeado hacer dieciocho. La jugada era clara, bajar por el carril bici hasta el Parque Lineal y ahí coger el carril de Madrid Río hasta un poco más de la Casa de Campo, que hicieron los 9,6 km. Desde allí vuelta casi por el mismo camino, porque los últimos kilómetros son algo distintos de los primeros de la ida.

Iba con una compañera y esta chica en cuanto llega a Madrid Río se motiva con la gente y ha empezado a aumentar el ritmo y hemos hecho un montón de ellos a poco más de cinco. Está fuerte la criatura.

Ya casi finalizando el recorrido, inmersos ya en el Parque de Pradolongo nos hemos encontrado con Esteban y Pepe y nos ha hecho gran ilusión encontrarlos porque hacía bastante tiempo que no veía a Esteban. Y ahí está el tío, fenomenal, con su interesante filosofía sobre esto del correr. El no concibe esto de sufrir cuando se corre, la meta de correr, dice, es ir a un ritmo que te permita ir de orgasmo en orgasmo.

Al final conseguimos completar los 18 km en un tiempo de 1:34:11 @ 5:14 min/km, quizás ya algo ya hartos de tantos kilómetros.

Ayer me pesé después de un par se semanas sin hacerlo y la báscula marcaba 68,6 kg. Me parece que no llego a sesenta y seis kilos, como me propuse, ni en broma.

Mi primer recuerdo atlético

Mi primer recuerdo atlético fue un cross celebrado en un pueblo vecino al mío. Allí me llevó mi padre, que en absoluto era fan de este deporte, a ver al mítico Mariano Haro que participó en esta carrera. Tenía yo por aquel entonces unos seis o siete años.

Siempre he pensado que haría por allí este gran atleta palentino y leyendo este artículo de la revista digital de carreraspopulares.com he encontrado una posible razón. Dice el artículo que Mariano Haro corría todo lo que podía porque era la única manera de poder vivir del atletismo. Se puede considerar uno de los primeros profesionales españoles de este deporte.

Sin ninguna intención de emular al gran Mariano Haro, salí esta mañana acompañada de una amiga dispuestos a realizar una tirada larga y lenta, siguiendo la progresión de semanas anteriores. Hacía un bonito día, soleado y con una temperatura agradable… excepto cuando ibas por la sombra, que se notaba el frío.

Desde el mes de febrero, cuando preparábamos la maratón de Sevilla, no habíamos vuelto a ir por ese sitio y es sorprendente la cantidad de corredores y corredoras que te encuentras tanto en uno como en otro sentido y eso que hoy se celebraba la media de Getafe que es una carrera a la que se desplazan bastantes madrileños. Y no sólo madrileños, también ha participado David Magán, de la Puebla de Montalbán, que ha sido el décimo de la carrera y el primer español clasificado con un impresionante tiempo de una hora y ocho minutos. Una marca asombrosa para tratarse de un corredor totalmente amateur y encima con un trabajo físicamente duro.

Nosotros, ajenos a todo, fuimos hasta el Puente Segovia y vuelta, haciendo los 16 km previstos en un tiempo de 1:23:57 @ 5:15 min/km. Bastante rápido para mi acompañante tratándose de un entrenamiento donde tendríamos que haber ido mucho más lentos. Pero mi compañera no se puede aguantar, si va bien, no afloja el ritmo.

Hoy la báscula marcaba 68,4 kg. Algo más que la semana pasada, pero tampoco mucho. Después del entrenamiento volví a pesarme y había perdido un kilo. Pero un kilo de sudor, que se recupera con cuatro tragos de agua.

¡Qué mala pata!

¡Qué mala pata! o más bien debería decir ¡qué mala rodilla! Salimos a hacer 18 km como última tirada «larga» de cara a la maratón y mi compañera de entrenamientos empezó a notar molestias en la rodilla. Molestias que fueron in crescendo y que nos obligaron a parar cuando llevábamos sólo 15 kilómetros.

Es una desgracia lesionarse una semana antes de la maratón, pero estoy convencido que con una semana de reposo y tratándose la rodilla conseguirá estar en la línea de salida sin mayores problemas. Seguro que sí, ¡¡¡mucho ánimo!!! Porque además su estado de forma es excelente.

Por lo demás, poco que contar, que sólo queda una semana y que la maratón se nos va a dar fenomenal. Sólo confiar en que el tiempo nos respete y que la temperatura no sea muy alta, que parece que no…

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Ayer la báscula marcaba 68,5 kg que no está mal para afrontar una maratón. Preferiría que fuese menos, pero es lo que hay.

Regla del ochenta por ciento

Leí, ya no recuerdo dónde, que después de llegar al pico máximo de kilometraje de cara a la maratón hay que empezar a bajar los kilómetros, lo que llaman el periodo de tapering. Hablaba de que la reducción debería ser de un 80% la siguiente semana, por lo que hoy tocaba hacer el 80% de los 30 km de la semana pasada. Así que hoy tocaba hacer 24 km.

En un principio la idea era ir por Madrid Río hasta la Casa de Campo y llegar hasta el Puente Colorao que está a poquito más de 12 km de nuestro punto de salida; sin embargo, durante la marcha decidimos cambiar la ruta porque desde que salimos la lluvia no dejaba de caer y para llegar al acueducto hay que subir algo más de un kilómetro y sobre tierra, por lo que seguro estaría embarrado.

En la Plaza de las Moreras, en la fuente, decidimos seguir por el camino que va paralelo a la M-30 y luego paralelo a la Carretera de Castilla hasta el kilómetro 13. Allí dimos la vuelta y poco después en la fuente que está junto al Puente de los franceses paramos a tomarnos un gel y beber algo de agua.

Curiosamente, tuvimos lluvia en todo el camino de ida, pero en el punto de retorno, se calmó la lluvia y empezamos a notar el aire en contra que habíamos tenido a favor todo el rato, pero como cuando va a favor parece que no hay aire… pensábamos que hoy no estaba Eolo haciendo de las suyas.

Estos días de lluvia y agua son fastidiosas, ya que el agua te moja y luego el viento te congela. Como salgo con poca ropa para no sudar demasiado por el tema de la urticaria, empecé a notar un frío desagradable a la vuelta.

Ha resultado un día duro, de los que fortalecen, sin duda alguna un buen entrenamiento de cara a la maratón. Acabamos haciendo los 24 km en un tiempo de 2:08:16 @ 5:21 min/km.

Ayer me pesé, como todos los sábados y la báscula marcaba 68,2 kg. La cosa tiene truco, ya que corrí el viernes y, por lo tanto, no son las mismas condiciones que en las semanas «normales» que corro los jueves.

Indumentaria: camiseta de la media de Villaverde lavada a máquina metida por dentro, pantalón Mizuno, calcetines cortos y guantes.

Resultado: algunas vejigas en los glúteos y pocas en la cintura. No demasiado mal.

Hasta el Valle de las Cañas

El mes pasado hice un entrenamiento que me llevó desde mi casa hasta el polideportivo Valle de las Cañas de Pozuelo. Tenía pensado hacer 18 km y me fui hasta los 24. Hoy había pensado un recorrido alternativo y calculé que haría unos 14 km.

No sé en que momento hice los cálculos, porque acabé haciendo 20 km yendo por el trayecto planeado. Me confundí totalmente haciendo la cuenta. Lo más gracioso es que ayer no pude salir a entrenar con los compañeros porque ¡estuve haciendo de profe de mates! Pobre alumno…

Esta vez no cometí el error de salir sin haber hecho la digestión. Eso provocó que la hora de salida se me fuese a las cinco y media. En vez de entrar a la Casa de Campo por el carril bici, me fui por Madrid Río y fui a buen ritmo en una tarde fresca, pero no demasiado y sin lluvia.

Llegué a la Casa de Campo, entré por el embarcadero y paralelo a la M-30 hasta la Plaza de las Moreras. Allí hice mi primera parada (10,5 km) para beber y comenzó la subida hasta la Puerta de Húmera. Atravesar la Casa de Campo, como lo hice es todo subir y subir. Iba haciendo cuentas y me di cuenta que no iba a hacer sólo los 14 km previstos, que el recorrido era bastante más largo.

En la Puerta de Húmera me adentré en terreno desconocido. Después de tomo el tramo subiendo, hay una bajada que estaba horrorosa de barro, parece que debido al paso de équidos. Allí me puse las zapatillas totalmente llenas de barro. Después de ese patatal, llegué al primer cruce. Paré, saqué el mapa… y me confundí de camino. Doscientos metros después había una valla y me tuve que dar la vuelta. Poco después, callejeando acabé en la plaza de Húmera. La luz estaba ya menguando, casi no veía bien el mapa cuando paré en la plaza y volví a estudiarlo.

Poco después crucé la carretera que va hacia Aravaca y desde allí, otra vez todo para arriba. No me esperaba tanta cuesta, todo sea dicho de paso. Ya andaba un poco cansado. Otro par de paradas más para consultar el mapa y por fin llegué al Valle de las Cañas después de casi 20 km, aunque el GPS sólo marcó 18,3 km ya que estuve un buen rato con el cronómetro parado.

A pesar de la dureza del recorrido, fui a buen ritmo, haciendo 1:31:15 en esos 18,3 km a un ritmo de 4:58 min/km.

Este recorrido me ha gustado mucho más que el otro. Mucho más.

Indumentaria: camiseta de la carrera de Usera lavada a máquina metida por dentro, pantalón regalo de Emilio de las dos leguas, calcetines cortos y guantes.

Resultado: algunas vejigas en los glúteos y en la cintura. No demasiado mal.