Camino de Santiago. Etapa 3

La etapa partía de Segovia para llegar a Coca. Eran 55 kilómetros y 233 metros de desnivel, lo que parecía ser una etapa tranquila. Una amiga nos había comentado que lo había hecho en su mayor parte por la Vía Verde del Eresma; sin embargo el track iba por otro sitio.

Nos levantamos a las 7:45 y como una hora después salimos de Segovia siguiendo otro track que pensamos que podría ser mejor, pero nos llevó mucho tramo por carretera, luego un poquito por camino, más tarde por un polígono para volver a otra carretera. Allí decidimos volver al track de los días anteriores y buscando coger el dichoso track cogimos un par de cuestas que nos dejaron las piernas tiritando y nos íbamos acordando de la amiga que decía que había ido tan tranquila por la Vía Verde del Eresma.

Por casualidad, al pasar por un puente vi esa vía, por lo que nos olvidamos del track y nos fuimos por esa senda, que es muy llana y tranquila. Allí nos encontramos con un pareja de ciclistas que nos dijeron que el tramo del Camino para llegar a Coca desde Santa María la Real estaba fatal, que te hundías en la arena y nos aconsejaron que continuásemos por esa Vía Verde.

Cuando llegamos a la altura de Santa María la Real continuamos por un camino que va paralelo a la vía del tren y por allí anduvimos bastantes kilómetros, dejando la vía a la izquierda hasta llegar cerca de Nava de la Asunción donde cruzamos al otro lado y fuimos acercándonos poco a poco a ese pueblo… Pero allí tampoco cogimos el Camino y continuamos por la Vía Verde porque en el track parecía que el Camino iba por una carretera. Seguimos por esa Vía hasta que llegamos a un barranco por donde se veía el Voltoya, así que nos tocó dar la vuelta unos cuantos metros para pasar por debajo de la vía del tren y seguir la Vía Verde. Cruzamos un puente de hierro y enseguida llegamos a una carretera por la que alcanzamos Coca, entrando justo por donde está el castillo. Hicimos según Google Maps 66 km en 4h38’. El GPS, que aguantó más que días anteriores, se paró cuando llevábamos 58 km.

Llegando a Coca con su incomparable castillo

Junto al castillo hay una caseta de información turística donde nos sellaron las credenciales y nos dijeron que llamáramos a un número de teléfono para ver si podíamos visitar el castillo, ya que es privado. Llamamos y nos dijeron que no se podía visitar por la tarde porque estaba cerrado ya que se celebraba un evento. Nos dio la chica un mapa del pueblo con sus monumentos y nos dio algunas indicaciones de qué ver. Desde allí nos fuimos al apartamento que habíamos reservado (apartamentos la Rocanda). Allí pudimos dejar las bicis abajo y subimos a la habitación que nos enseñó y nos dio las oportunas explicaciones. Una habitación que estaba realmente fenomenal, muy nueva y muy limpia. Nos duchamos, lavamos la ropa, la colgamos en la terraza con nuestras cuerdas y nos fuimos a comer. Muy posiblemente el mejor alojamiento de todo el Camino.

Por la tarde estuvimos buscando alojamiento en Medina de Rioseco, fin de la cuarta etapa y reservamos en el Hostal Duque de Osuna por 51 €.

Mi consejo es tratar de hacer toda la etapa por la Vía Verde del Eresma, cogiendo esta vía lo más pronto posible y no seguir el Camino, al menos hasta Santa María la Real de Nieva y enterarse allí si el Camino tiene mucha arena o si es transitable. Si se puede ir con la bici coger ya el Camino o en caso contrario seguir por la Vía Verde hasta la carretera SG-V-3431 dirección Coca poco después de atravesar el Voltoya.

Camino de Santiago. Etapa 2

La segunda etapa originalmente partía de Manzanares el Real y llegaba a Segovia atravesando el puerto de la Fuenfría. Una etapa de 56 km con 1.220 metros de desnivel; sin embargo nosotros salíamos de Becerril de la Sierra, así que nos ahorrábamos unos kilometrillos.

A las ocho comenzaba la hora del desayuno, pero cuando bajamos ya había gente que se había ido. Si lo hubiéramos sabido… Después de desayunar preparamos las cosas y nos pusimos en marcha, un poco antes de las nueve. Antes de salir del pueblo nos pasamos por el Ayuntamiento para que nos sellaran las credenciales, nuestro primer sello. Volvimos por la misma carretera por la que entramos al pueblo y cogimos el Camino a la altura de una rotonda donde confluyen la M-617 por donde veníamos el día anterior y la M-607 que va a Navacerrada. El Camino, que está bastante mal, transcurre paralelo a esta carretera atravesándola en un momento dado y entrando en la localidad de Navacerrada y por algún motivo que desconozco el track te lleva por la calle más empinada de Navacerrada, tan empinada que tuvimos que poner pie a tierra. No habíamos llegado a la Fuenfría y ya habíamos penado unas cuantas veces. Esa cuesta tan empinada acaba en una calle cortada donde hay que subir una cuesta corta y aún más empinada de tierra con algún desperdicio de materiales de construcción. Ese rampón acaba en la carretera y justo enfrente hay un cartel del Camino, así que fui para allá sin tan siquiera mirar el track. Craso error porque el track llevaba por la carretera hasta Cercedilla y el Camino iba por unos escalones muy altos y de mucha pendiente, que me costó Dios y ayuda subir. La cuesta era tan dura que tuve que dejar mi bici y subir la de mi amiga. Me di cuenta después de ese ímprobo esfuerzo de mi error y volvimos a la carretera, donde después de una pequeña cuesta ya es todo cuesta abajo hasta Cercedilla, población que hay que atravesar para coger la carretera que sube a la Fuenfría y que pasa por las piscinas naturales tan famosas. Desde luego si alguien hace el Camino, que atraviese Navacerrada por la carretera M-607 sin entrar en el pueblo.

El día antes nos había dicho un tipo que iba en bici que lo peor de la Fuenfría son los primeros kilómetros, los asfaltados y que luego suavizaba y es verdad que al comienzo hay tramos de buena pendiente donde mi amiga tuvo que poner pie a tierra. Llegamos a una fuente junto a un aparcamiento y allí paramos a repostar agua. La carretera poco a poco va perdiendo asfalto, pero no suaviza hasta algo después, que se puede subir más tranquilo. Pasamos por un mirador donde comienza una cuesta abajo y pensábamos que ya habíamos coronado, pero no, aquello seguía subiendo aunque más llevadero. Mi amiga me preguntó la hora y como eran cerca de las doce paramos a comernos una barrita. No tardamos mucho en llegar a la cima de la Fuenfría donde paramos a recoger agua en una fuente próxima. Bajé andando a la fuente con los dos bidones, los llené, subí arriba, nos hicimos una foto y ya bajamos hacia Segovia por un camino horripilante lleno de piedras que me hacían temer por las alforjas; sin embargo acabó lo peor de la bajada y las alforjas ahí seguían. Después de las piedras hay tramos asfaltados, unos mejor y otros peor por donde bajábamos a buen ritmo y por un tramo final que debía tener una pendiente bárbara porque la bici se iba a toda pastilla.

Después de una buena bajada se coge un camino a la izquierda un tanto irregular porque hay algunas piedras y algunos tramos con rodadas algo profundas donde mi amiga metió la rueda de la bici y se cayó y menos mal que no se hizo nada serio. Llegamos a una carretera que cruzamos y a partir de ahí luego mejoró el Camino que seguía favorable hasta la llegada a Segovia donde paramos a comer antes de llegar al hotel. Igual que el día anterior, el Garmin se quedó sin batería antes de llegar a nuestro destino, por lo que habrá que fiarse del Google Maps que dice que hicimos 48 kilómetros en casi cinco horas y es que hasta que pasamos el pueblo de Navacerrada y subimos la Fuenfría se nos fue demasiado tiempo.

Ante el acueducto de Segovia

El Hostal Natura no tiene un sitio donde dejar las bicis, hay que subirlas a la habitación y además no hay ascensor. Subimos las bicis, nos duchamos, lavamos la ropa y la colgamos en el cuarto de baño utilizando nuestra cuerda y nuestras pinzas. La habitación era bonita, pero para dormir no me convenció nada porque la luz de emergencia era demasiado luminosa, el aire acondicionado hacía mucho ruido y si abrías la ventana se oían los demás aparatos de aire acondicionado. No lo aconsejo, aunque su única ventaja es que está muy céntrico.

Mi consejo, como ya había comentado, es no seguir el track al llegar al pueblo de Navacerrada, sino atraversarlo por la M-607. Entrar en el pueblo es penar innecesariamente para nada.

Camino de Santiago. Etapa 1

La etapa 1 acababa en Manzanares el Real y según la web se trataba de una etapa de 53 kilómetros con 615 metros de desnivel. Como ya comenté en la anterior entrada, al no encontrar alojamiento en Manzanares íbamos a pernoctar en Becerril de la Sierra, eso provocaba que esta primera etapa iba a ser más larga y la segunda, más corta. Como en la segunda teníamos la subida del puerto de la Fuenfría, no nos pareció mala idea alargar la primera y acortar la segunda.

Había bajado un track de wikiloc que partía desde Butarque (Villaverde) y llegaba a Santiago recorriendo 717 kilómetros. Nosotros llegábamos a ese track con una diferencia de 4 kilómetros, por lo que deberíamos recorrer 713 kilómetros si no nos salíamos ni un milímetro del track cosa que ya asumimos desde un principio que iba a ser imposible.

Sonó el despertador a las 7:45 y entre unas cosas y otras, cuando quisimos comenzar el Camino ya habían pasado unos minutos de las nueve. Atravesamos Pradolongo y cogimos el Anillo Verde por Antonio López, haciéndolo en sentido horario hasta alcanzar el carril bici de Colmenar por el que fuimos hasta Tres Cantos cuando llevábamos recorridos unos 35 km. Hasta ese momento todo había ido bien, ya que no notaba mucho las alforjas al no ir a tope. Ahí el track nos enviaba por el Camino y por allí que nos fuimos abandonando la comodidad el carril bici. Cuando llevábamos un par de horas paramos las bicis debajo de un árbol y nos comimos una barrita.

Listo para comenzar el Camino

El Camino va empeorando según nos íbamos acercando a Colmenar, con mucha gravilla que provocaba que costara subir las cuestas. Menos mal que la entrada al pueblo, por el cementerio, la carretera está asfaltada porque la pendiente se nota en las piernas. Ya dentro del pueblo, para subir a la iglesia, también hay que salvar una pendiente considerable. En la iglesia nos hicimos una foto y cargamos agua porque la mañana era bastante calurosa.

La salida de Colmenar es horrorosa por una camino lleno de piedras y con muchas subidas y bajadas, aunque luego mejora un poquito ya cerca de Manzanares, donde debíamos habernos quedado. Mirando el track vimos que teníamos que llegar hasta el kilómetro 75 (71 para nosotros) y ahí desviarnos hacia Becerril, pero pasando Manzanares cuando llevábamos 61 km ya íbamos bastante cansados y deshidratados porque el sol nos daba de lleno. Tuvimos suerte porque ya medio desfallecidos pasamos por la ermita de San Isidro (kilómetro 68,5 del track) y vimos una fuente donde afortunadamente había agua. Paramos, llenamos los bidones y volvimos a ponernos en marcha.

Al llegar a Mataelpino (kilómetro 71 del track, 67 para nosotros), ya hartos de dar a los pedales salimos a la carretera para coger la M-617 que tiene también una bonita cuesta que nos hizo acordarnos de muchas cosas y ninguna agradable. Después de coronar esa cuesta ya es todo favorable hasta Becerril de la Sierra, que tuvimos que atravesar casi por completo para llegar al hotel Las Gacelas donde llegamos pasadas las tres de la tarde después de recorrer 73 km según Google Maps, ya que al Garmin se le acabó la batería.

El hotel Las Gacelas está muy bien y además tiene piscina si alguien quiere darse un bañito. No es mala idea echar un bañador a las alforjas, que no pesa ni ocupa mucho. Además pudimos dejar las bicicletas en un salón que tenían cerrado. La habitación nos costó 56 € con desayuno incluido. Ese día por la tarde estuvimos reservando por Booking.com el alojamiento de la tercera etapa, la que acababa en Coca. Elegimos Apartamento la Rocanda y nos costó 55 €. Íbamos con la idea de reservar siempre el alojamiento de dos días después.

Mi consejo para esta primera etapa es tratar de parar en Manzanares el Real si no estás muy bien de forma, porque en caso contrario se hace larga la etapa. Además, es recomendable ir por el carril bici todo lo que se pueda y evitar a toda costa la salida de Colmenar por el Camino porque es horrorosa.

Camino de Santiago. Etapa 0

La planificación para el Camino es fundamental, no conviene dejarlo todo al azar, aunque tampoco es bueno dejarlo todo cerrado para tener cierto margen de maniobra. Reconozco que soy poco organizado y fui dejando para los últimos días algunos detalles. Eso sí, semanas antes había comprado un transportín y un par de alforjas y había estrenado una de ellas en una buena tirada de 88 kilómetros por caminos que suponía serían similares a lo que nos íbamos a encontrar… Pero me equivoqué porque estos caminos por donde ensayé, eran una autopista comparados con algunos tramos con los que nos tuvimos que enfrentar. También es una buena idea llevar la bici al taller para una puesta a punto. En mi caso, tenía un problema para cambiar al plato mediano y por eso unos días antes llevé la bici al taller, de tal manera que cuando comencé el Camino la bici estaba como nueva.

El día antes de salir fuimos a por nuestra credencial a la Real Iglesia Parroquial de Santiago y San Juan Bautista, muy cerca del Teatro Real de Madrid. En la sacristía nos entregaron las credenciales y echamos un par de monedas al Santo para que nos protegiese durante el Camino.

En la puerta de la iglesia con la credencial

Luego fuimos al Decartón a comprar un poncho por si nos llovía, una toalla y otra cámara más por si pinchábamos. Con esto fuimos demasiado precavidos porque llevábamos tres cámaras de repuesto además de parches.

La amiga con la que iba a emprender la aventura no se veía en condición de llevar peso adicional por lo que tuve que meter lo suyo y lo mío en mis dos alforjas. Esto fue lo que metí en mi alforja: un culote, un maillot, un par de calzoncillos, un par de calcetines, un par de camisetas, un pantalón de deporte, un pantalón largo de montaña de los que se pueden quitar la pata y dejarlos cortos, una toalla, dos cámaras, algunas herramientas, parches, una navaja suiza, cargador para el móvil, batería portátil (absolutamente prescindible), cuerda para colgar la ropa, pinzas, bolsa de aseo, barritas energéticas de Ahorramas con sabor a plátano, un cuaderno, un boli y una cadena para atar la bici. En la otra alforja algo similar, aunque me costó pelear duro para no llevar más cosas.

Como la primera etapa acababa en Manzanares el Real estuve buscando alojamiento allí, pero lo que vi era muy caro y me puse a buscar algo cercano, encontrando el Hotel Las Gacelas en Becerril de la Sierra. Esto obligaba a desviarse un poco de la ruta, pero no demasiado. También busqué alojamiento en Segovia, final de la segunda etapa, y encontré en el Hostal Natura, del que me habían hablado bien.

Camino de Santiago desde Madrid

Realizar el Camino de Santiago siempre ha sido una meta para mí. La idea era hacer andando el Camino Francés desde Saint Jean Pied de Port pero viendo que esa opción es complicada decidí llegar a Santiago desde la puerta de casa y en vez de ir andando, en bicicleta. Para ello estuve buscando en internet y encontré la web conalforjas.com donde hablaban del asunto en este enlace.

Las diferentes etapas las saqué de esa web porque me convenció la distancia de cada una de las etapas, las veía asequibles y además acababan en sitios muy interesantes. Esto es lo que decían: Aunque la longitud de las etapas va a depender de tu forma física, estilo de cicloturismo… nosotros te proponemos las siguientes 13 etapas que permiten realizar el Camino completo en dos semanas:

  • Etapa 1: Madrid – Manzanares el Real. 53km (+615m)
  • Etapa 2: Manzanares el Real – Segovia. 56km (+1.220m)
  • Etapa 3: Segovia – Coca. 55km (+233m)
  • Etapa 4: Coca – Puente Duero. 50km (+139m)
  • Etapa 5: Puente Duero – Medina de Rioseco. 49km (+311m)
  • Etapa 6: Medina de Rioseco –Sahagún. 60km (+212m)

Camino Francés

Una vez enganches con el Camino Francés a la altura de Sahagún restan las siguientes etapas:

  • Etapa 7: Sahagún – León. 60km (+311m)
  • Etapa8:León–Astorga. 51km(+372m)
  • Etapa 9: Astorga – Ponferrada. 55km (+849m)
  • Etapa 10: Ponferrada – O Cebreiro. 53km (+1.211m)
  • Etapa 11: O Cebreiro – Portomarín. 70km (+1.037m)
  • Etapa 12: Portomarín – Arzúa. 53km (+1.102m)
  • Etapa 13: Arzúa – Santiago de Compostela. 39km (+713m)

XXXVI Carrera del Árbol

Como la carrera empezaba a las 10 de la mañana quedamos a las 8:45 en el punto de encuentro y Emilio tuvo el detalle de acercamos con el coche al barrio de Vallecas. Llegamos con bastante tiempo, ya que no está lejos de casa y nos dio tiempo a hacernos una foto y movernos al ritmo de músicas latinas mientras hacíamos tiempo a alguna cosa, porque la carrera empezó diez minutos más tarde.

Los componentes del equipo

Tenía previsto un viaje en bicicleta después de la carrera, así que me lo tomé con mucha calma, por ello hice toda la carrera con el gran Emilio, yendo codo con codo desde la partida hasta la línea de llegada. En los primeros kilómetros nos hicieron una bonita foto.

Corriendo con Emilio

De charleta se nos fueron pasando los kilómetros y llegamos a meta con un tiempo, según mi crono, de 28:31 en algo más de cinco kilómetros. Tiempo que realmente no quiere decir nada ya que se trata de una carrera no competitiva. Todos los participantes que acaban se llevan un arbolito de regalo, aparte de otros muchos que ofrece la organización, pero yo no quise el árbol porque todos los que me he llevado se han acabado secando.

Con el coche de Emilio volvimos al barrio. Yo me fui rápidamente a casa, me vestí de ciclista y me hice 88 kilómetros estrenando una de las alforjas que utilizaré a partir de 28 de junio para hacer un Camino muy particular. Quizás debido al calor se me hicieron bastante duros esos 88 kilómetros, pero hay que ir acostumbrando las piernas al ejercicio de la bicicleta.

X Carrera Popular PAU de Vallecas

El martes me pasé por la Asociación Vecinal del PAU del Ensanche de Vallecas y retiré mi dorsal y el de cuatro compañeros del Club Atletismo Zofío. Hoy domingo habíamos quedado a las nueve en el punto de encuentro, ya que la carrera comenzaba a las diez, para dar los dorsales a los compañeros y partir todos desde allí, pero al llegar me di cuenta que había olvidado los dorsales en casa. Tengo la cabeza sobre los hombros, pero no sé para qué.

Así, nos dividimos en dos coches, uno salió hacia la carrera y el otro me acercó a casa para recoger los dorsales, cosa que hice raudo como el viento 🙂

Tuvimos suerte al llegar a la zona de la carrera porque encontramos sitio para aparcar pronto y creca. Llegamos con tiempo de sobra para dar a cada uno su dorsal, a visitar los servicios y a hacernos una bonita foto con el arco de salida y llegada al fondo.

Todos los componentes del equipo juntos, los de 5 y los de 10

De los siete que íbamos, sólo dos iban a hacer la prueba de cinco kilómetros y los otros cinco nos habíamos apuntado a los diez kilómetros, pero empezábamos todos juntos y los de cinco se separaban cuando pasábamos cerca de meta y los demás seguíamos.

A las diez en punto dieron la salida y salimos a toda pastilla ya que el primer kilómetros es favorable. Salí junto al compañero que iba a hacer cinco kilómetros, pero enseguida le dejé ir porque iba muy deprisa para mí. Tanto que cuando pasé por el primer kilómetro el crono marcaba 3:59 lo que me pareció muy deprisa. Aflojé un poco en parte porque no quería ir tan deprisa y en parte porque ya no era cuesta abajo mientras veía como Ninfa se iba alejando poco a poco. En un principio había pensado seguirla, pero vi que iba también demasiado aprisa, así que decidí ir a mi ritmo.

Después de ese primer kilómetro favorable, los tres siguientes son más o menos llanos, pero del cuarto al quinto es todo para arriba y pensé en lo afortunados que eran los de los cinco kilómetros porque para ellos acababa el sufrimiento mientras que nosotros seguíamos cuesta arriba y con un aire en contra bastante fuerte y frío. Pero no acababa ahí la cosa porque seguía el terreno ascendente con algunos tramos llanos, pero siempre para arriba.

Andaba un poco mosqueado porque primero me di cuenta que había salido sin gorra y sin gorra me siento como desnudo y segundo me estaba resultando duro y pensaba que a mi compañera Ninfa le estaría pasando lo mismo, porque la veía ahí cerca y aunque me acercaba muy lentamente, no era capaz de alcanzarla. Menos mal que llegamos al octavo kilómetro y a partir de ahí sí comenzó un tramo favorable, donde pude aumentar un poco la velocidad. De hecho hice esos dos últimos kilómetros en 4:17 y 4:16 cuando en los anteriores no bajaba de cuatro minutos y medio ni de broma. En ese último kilómetro me hicieron una bonita foto.

Apretando en el último kilómetro

Aunque los últimos metros también son cuesta arriba, sólo quedaba apretar los dientes y pasar la línea de meta de la mejor manera posible. Paré el cronómetro con un tiempo de 44:19 que coincide con el tiempo neto dado por la organización.

Fue un buen día para el Club Atletismo Zofío porque tres de los que habíamos venido subieron al cajon. En la carrera de cinco kilómeros se ganaron en dos categorías y en la de diez kilómetros, en veteranos C, José Luis consiguió la segunda posición. Estuvimos un buen rato esperando a que dieran los trofeos porque hubo alguna irregularidad, pero al final pudieron posar los tres juntos.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío mostrando sus trofeos

XVI Media maratón del Camino

Me apunté a ciegas, sin conocer nada de la carrera, sólo con la idea de hacer turismo por La Rioja y cuando empecé a ver el recorrido y el perfil, me asusté un poco, ya que vi una cuesta bastante importante, pero pensé que el circuito sería más o menos llano hasta esa cuesta y luego después de subir, relativamente favorable. No podía estar más equivocado, lo que me encontré después fue mucho peor, ya que el circuito es un continuo subir y bajar con muy poco llano.

El día anterior fuimos a Nájera, lugar donde comienza la carrera y estuve buscando la salida, así pude ver que empezaba cuesta arriba, pero no quise recorrer mucho para no asustarme demasiado. Estaba un poco mosqueado porque el viernes había llovido bastante y el sábado también llovía y pensaba que estaría todo embarrado, aunque confiaba que no lo estuviera demasiado. Desde allí fuimos al lugar donde iba a estar situada la meta, en Santo Domingo de la Calzada, allí recogí el dorsal junto a una bonita camiseta de manga larga y unos bonitos calcetines. También me dieron un vale para que al día siguiente pudiera beber un par de vinos y tomarme un pan «preñao».

El domingo llegamos a Nájera cuarenta minutos antes de las once, la hora de salida. Me dio tiempo a tomar un café y soltar lastre. Llegué bien abrigado a la salida y hasta diez minutos antes no me quité el abrigo porque hacía un frío de mil demonios. Hice un par de trotes para acá y para allá para no quedarme helado y al poco me coloqué en una posición intermedia en el pelotón, no quise salir en posiciones demasiado delanteras porque la semana anterior, en la media de Latina, me puse en cuarta o quinta fila y me estuvieron adelantando toda la carrera. Esta vez la estrategia era la contraria, salir atrás, tranquilo y tratar de adelantar lo que pudiera.

A las once en punto dieron la salida y el comienzo es toda una declaración de intenciones, ya que los primeros 900 metros son todos cuesta arriba. Me puse en marcha con zancada corta, agaché la cabeza y a sufrir. Ya se me hizo largo ese primer tramo. Metros después, cuando llegué al primer kilómetro no quise ni mirar el cronómetro, no merecía la pena pensar en el tiempo.

La carrera empieza subiendo, ni verlo quería

Nada más coronar ese primer repecho comienza una bajada y en ese subir y bajar se van pasando los kilómetros. Siempre he pensado que el tiempo que pierdes subiendo no lo recuperas bajando y no nadie que me pueda convencer de lo contrario, sobre todo porque bajo fatal. Como salí muy atrás, fui constantemente adelantando gente y eso me iba animando. Además, como había salido despacio, podía aprovechar las zonas llanas para aumentar el ritmo porque ni subiendo ni bajando iba cómodo.

Sobre el kilómetro cinco y medio, aproximadamente, se llega a Azofra, donde estaba situado el primer avituallamiento. Cogí una botella, bebí un poco y me acordé que en la salida habían dicho por megafonía que a la salida de este pueblo había un barrizal, así que iba alerta ya que el asfalto se iba a acabar y pensaba que ahí estaría el barro, pero entré en el camino y estaba bien; sin embargo un par de kilómetros más tarde, cuando el camino se acerca a la autopista, en una curva, llegó el barrizal, unos doscientos metros de patinaje sobre barro que hacía difícil mantener el equilibrio.

Después de sortear ese obstáculo viene un tramo ligeramente ascendente, pero bastante llevadero. Por allí iba a buen ritmo, adelantando a gente como si no hubiese un mañana y bien de fuerzas. Iba viendo a lo lejos un tramo muy empinado y rezaba porque la carrera no fuese por allí. Como no veo bien de lejos, no veía a nadie en dicha cuesta, pero según me iba acercando vi que sí, que esa debía ser la cuesta que había visto en el perfil días antes. Pensé que si las otras cuestas del circuito, que casi no se apreciaban en el perfil, me habían parecido duras, esta iba a ser la bomba. Y vaya si lo era, me costó y creo que a todos, un mundo subir, iba cada vez más despacio y cada vez más despacio y la puñetera cuesta no se acababa. Fue el momento más delicado sin lugar a dudas. Luego mirando los tiempos vi que uno de los kilómetros de subida se me fue a 6:17, casi dos minutos más lento de lo que podría ir en llano. Cuando acabó la subida había un tipo muy majete que me hizo esta bonita foto.

Volando hacia meta después de la subida más dura y más larga

Si antes de comenzar la carrera pensaba que después de esta cuesta la cosa iba a ser coser y cantar, ya me imaginaba según había visto los kilómetros anteriores, que no iba a ser así y efectivamente no me equivoqué porque después de esta cuesta larga, pero dura (parafraseando al gran Perico Delgado), vinieron otras cuantas subidas y bajadas, aunque el paso por Ciriñuela fue por una zona asfaltada y más o menos llana. Allí estaba instalada un arco que pensé sería donde dio comienzo la prueba de 10 kilómetros, aunque no lo sé seguro. También había allí un avituallamiento por lo que cogí la botella, vertí gran parte del contenido en el suelo y eché un par de tragos. Tampoco hacía falta beber mucho porque el día era frío y gris.

Pasando este pueblo se vuelve a coger el camino de tierra y de nuevo vuelven los repechos y aunque ya llevábamos algo más de dos tercios y unas cuantas subidas, me veía bien. Vi que iban delante de mí dos chicas a las que iba comiendo terreno poco a poco y en una de las subidas las adelanté. En la posterior bajada me superaron porque sobre todo una de ellas, bajaba a una velocidad extraordinaria. En la siguiente subida las volví a pasar y en el pequeño llano antes de la próxima bajada aceleré todo lo que pude para tener un pequeño «colchón» de segundos antes de la bajada. Efectivamente, en la bajada se me acercó una de ellas, la que mejor bajaba, pero no me adelantó. La otra le dijo que no se preocupara, que tirara para adelante, que se veían en meta.

Iba viendo delante un grupo de corredores vestidos de azul y otro vestido de gris que se iba descolgando. Intenté acercarme a ese grupo echando toda la carne en el asador. En ese momento pasé por el kilómetro 18 y como me veía bien pensé «qué bien así tengo más tiempo para adelantarlos».

Entre que venía de una bajada y que el final es llano, fueron esos últimos kilómetros los más rápidos, luego vi que hice 4:14, 4:13, 4:29 y 4:13 y sin embargo, no fui capaz de alcanzar a ese grupo de «azules», a los que iba recortando pero no alcancé ya que llegué a la meta antes de cogerlos. Luego vi que en ese grupo iba la que fue ganadora de la carrera.

Entrando en San Domingo de la Calzada, a punto ya de comenzar el último tramo asfaltado, como a dos kilómetros de meta, me hicieron esta bonita foto donde no tengo mala cara y es que no acabé demasiado mal.

Entrando en Santo Domingo de la Calzada, cerca de meta ya

Llegué a meta, según la organización me da un tiempo neto de 1:40:45 un segundo menos de lo que marcaba mi cronómetro y quizás con algún metro menos de una media reglamentaria, por más que dijeran que estaba bien medida, pero si mi GPS marcaba menos de 21 kilómetros, es que la distancia no es media maratón ni de broma.

Para terminar os pongo el perfil de la media, para que no se piense nadie que estoy exagerando. Como comentaba a los compañeros, la media de Latina, que me pareció dura una semana antes, parece llana comparada con ésta.

Perfil de la Media maratón del Camino

XVI Media maratón de Latina

Cuatro años después he vuelto a participar en esta media maratón que forma parte de la Unión de Carreras de Barrio de Madrid (UCMB). Con la idea de coger puntos para el segundo circuito de la Unión, traté de animar a algunos compañeros del Club Atletismo Zofío para que se apuntaran y para ser una media no estuvo mal, ya que fuimos cinco compañeros a la carrera.

Como el dorsal había que recogerlo días antes, nos pasamos el viernes por el centro comercial de Aluche donde recogí mi dorsal y el de unos cuantos compañeros, esto hizo que el domingo no tuviéramos que venir demasiado pronto, aunque quedamos en el punto de encuentro una hora antes, a las ocho y media. Allí nos juntamos cuatro corredores, un «conductor» y ¡tres coches! Dejamos uno aparcado y con dos vehículos fuimos a Aluche donde aparcamos en un periquete en el aparcamiento del centro comercial.

Íbamos con la idea de dejar la ropa en el guardarropa, que otros años ha estado situado en el plaza de ese centro comercial, pero esta vez había que ir hasta la pista de atletismo donde acaba la carrera y allí dejarlo. Estuvimos un rato charlando, haciendo tiempo y cuando faltaban veinte minutos dejamos la ropa. Faltando diez, a la fémina del grupo le dio por ir al servicio y yo aproveché para ir también porque notaba el vientre algo molesto. Nos tocó entrar por la ventana de un cuarto donde guardan las colchonetas de la pértiga y buscar por allí el servicio. Menos mal que fui, pero eso provocó que llegáramos a la línea de salida con el tiempo justo.

Hice en la media de Murcia, tres semanas antes, una hora y treinta y seis minutos y tenía muy claro que esta me iba a costar más porque mientras aquella era plana total, la de hoy tiene un montón de repechos. Pensé que si hacía 1h37 podía darme con un canto en los dientes. Dieron la salida y enseguida el grupo del Club Atletismo Zofío se disgregó. Juan Carlos salió como un cohete, yo me quedé con Ninfa un poco detrás, Miguel y Guille detrás de nosotros y Emilio, más tranquilo, salió a su ritmo. Los dos kilómetros y medio, que se callejea por la Águilas es el terreno más llano de la carrera. Vi que hicimos el primer kilómetro en 4:24 y pensé que era demasiado rápido, por lo que aflojé un poco el ritmo y Ninfa se fue yendo poco a poco. El siguiente fue más lento, incluso más de lo que me hubiese gustado, por lo que aumenté un poco el ritmo, tenía que ir ajustando para no pasarme. Luego, antes de salir de las Águilas comienza un terreno favorable hasta un poco más allá del avituallamiento del kilómetro cinco. Fue ese tramo donde iba más rápido, cosa lógica.

En esos primeros kilómetros iba acoplado a un grupeto donde iba una chica muy alta del club La Gavia, que luego subió al cajón, pero pronto me quedé atrás en cuanto doblamos a la derecha y nos enfrentamos al primer repecho. Ahí me di cuenta que muy fino no iba porque me adelantaban a diestro y siniestro. Después de ese primer repecho, bastante duro, viene una bajada y luego un repecho más corto y una bajada más pronunciada. Se me dio muy mal ese trozo, no iba nada fino, me costaba un mundo la subida y en la bajada no recuperaba lo que perdía en la subida; sin embargo, al pasar el séptimo kilómetro vi que llevaba 31 minutos y pensé que no iba mal del todo porque en Murcia pasé con 32 minutos, pero claro, la diferencia es que en esta carrera ese primer tercio es el más favorable.

Esa bajada acaba en la calle Sepúlveda que ya es de tendencia ascendente, de nuevo iba sufriendo y nada cómodo, pero esa suave pendiente se convierte en un repecho bastante duro para llegar hasta casi la carretera de Extremadura, que se pasa por debajo en una rampa muy empinada y de nuevo otro repechón para subir hacia el metro de Batán, otro repecho duro y donde pasé las de Caín. Allí empieza un terreno favorable que pasa por la puerta del Parque de Atracciones donde está situado el kilómetro diez y un puesto de avituallamiento. Entre el terreno favorable y el trago de agua, recuperé un poco el ritmo de un poco por debajo de 4:30 hasta el lago de la Casa de Campo, al que hay que rodear y donde comienza la parte más dura de la carrera porque desde ahí hasta meta es casi todo cuesta arriba con alguna bajada. Son ocho kilómetros y medio de aúpa.

El lago no se rodea por completo, sino que se coge un camino que lleva hacia las pistas de tenis ya cuesta arriba. Allí me esperaba una buena amiga que me acompañó hasta casi la meta con su bicicleta, animándome cuando me veía flojear. Me hizo una bonita foto con la catedral de la Almudena al fondo.

Esa subida hasta más allá de las pistas de tenis se las trae, menos mal que no hay que seguir hasta el teleférico y un poco antes giramos a la izquierda para bajar al Paseo de los Plátanos donde comienza una subida tendida, pero muy larga. Por allí andaba el kilómetro 14 por lo que ya 2/3 partes de la carrera estaban liquidadas. Miré el crono y vi que llevaba 1h04, por lo que ese segundo tercio había sido bastante más lento que el primero, cosa lógica. Allí me dijo mi amiga que ánimo, que ya quedaba poco.

Como comentaba, es una subida tendida que llega hasta casi el 16, aunque los últimos metros por la Carretera de Rodajos, se empinan un poco más. Por allí puedes ver los que ya están bajando y pude ver a Juan Carlos muy bien acoplado al grupo que iba con la banderola de 1h35 y un poco después también vi a Ninfa, que me sacaba un buen trecho, pero no tanto como había pensado por lo mal que lo había pasado. Cuando se hace el giro de 180º comienza un terreno descendente, corto, que lleva a un cruce hacia el zoo, que es uno de los pocos llanos de esa segunda parte de la carrera; sin embargo ese llano es corto porque se empieza a rodear el zoo por una carretera en curva que también agarra y que empalma con la cuesta Aísa, que es un tramo muy empinado y que la organización cronometra para dar un premio al que lo suba más rápido. Ni me planteé esforzarme 🙂 demasiado tenía con no arrastrarme en esa subida.

Al término de esa cuesta, había un montón de gente animando, más que en ningún otro tramo de la carrera. Al llegar arriba, casi en el 18, hay una cuesta abajo para pasar por debajo de la carretera de Extremadura, luego otra subida para subir eso que se ha bajado y más tarde una bonita cuesta abajo por la calle los Yébenes que desemboca en la calle Valmojado y de nuevo todo para arriba dejando a la derecha el parque de Aluche, justo por donde habíamos bajado en los primeros kilómetros. Se hace larga esa subida aunque sea tendida. Estaba deseando llegar al metro de Aluche porque me sonaba que por allí andaba el kilómetro 20 y, por lo tanto, se olía la meta.

Pasando el veinte aceleré lo que pude ayudado porque el terreno ya es más llano y conseguí adelantar a algunos que iban ya muy atufados. Entré en la pista de atletismo y noté que algo de fuerza me quedaba porque en la media vuelta que se da por la pista me pareció ir volando. Bueno, eso pensé, porque seguro que daba pena verme. Allí, a falta de cincuenta metros, mi tocayo me hizo una foto y parezco un corredor y todo.

Paré el crono marcando 1:38:12 aunque la Organización generosamente me quita dos segundos siendo, por tanto, mi tiempo oficial neto de 1:38:10, un poco más de dos minutos que la anterior de Murcia. Satisfecho porque la dureza de esa carrera es mucho mayor que la otra y yo ya voy notando que en las cuestas arriba sufro un montón.

Una pena que Miguel tuviera que retirarse, pero creo que hizo lo más sensato porque estaba tocado del gemelo y una carrera con tanta cuesta le hubiese agravado la lesión. Afortunadamente hemos conseguido llegar cuatro del equipo lo que supone conseguir puntos para el circuito de la UCBM. Juan Carlos llegó con 1h34 justos, Ninfa lo hizo en 1:37:03 siendo tercera de su categoria y Emilio, que se lo tomó con calma, llegó… algo más tarde. Ahora ya a pensar en la carrera del PAU de Vallecas, que es la próxima del calendario de la UCBM.

Media maratón de Murcia

Tenía pensado correr la media de Latina porque es una de las carreras incluidas en el circuito de la Unión de Carreras de Barrio y por ello había hecho desde principio de año un par de tiradas largas de 15 kilómetros y otro par de 16, pero sin prisa porque hasta el último domingo de febrero aún quedaba mucho. Casualmente el lunes 24 de enero al salir a entrenar me encontré con Antonio, que me contó que iba a correr la maratón de Murcia ya que algunos de sus compañeros de entrenamiento la iban a hacer y otros tantos la media. La verdad es que lo único que pensé es ¡qué loco está este hombre para hacer ahora una maratón! Ese día bajé al Parque Lineal e hice una tirada larga de 15 kilómetros con el ánimo de acumular kilómetros para la media de Latina; sin embargo, algo se me debió quedar en la cabeza porque cuatro días después pensé que no sería mala idea ir a la media de Murcia y aprovechar para hacer turismo por esta ciudad y sus alrededores. Ya con la idea en la cabeza, el sábado 29 salí a entrenar con Miguel y nos metimos 17 kilómetros entre pecho y espalda y pensé, si puedo hacer 17 ¿por qué no voy a poder hacer 21?

Al día siguiente me inscribí en la prueba y busqué un apartamento en airbnb para pasar unos días. El viernes salimos para allá, pero antes de llegar a la ciudad de Murcia pasamos por el monté Arabí, un sitio bastante bonito, cerca de Yecla. La cueva de la Horadada es una maravilla.

Cueva de la Horadada

Después estuvimos visitando el desierto de Abanilla que según decía el artículo que leí, existe cierta similitud con el Rif marroquí. No sé si es verdad o no porque no conozco ese desierto. Supuestamente este desierto era el fondo de un mar existente hace 10 millones de años y aunque ya no quede agua lo que sí se puede apreciar es la arena y la sal.

Desierto de Abanilla

El sábado fui a recoger el dorsal y entre que era pronto y que no había muchos inscritos, lo recogí en cuestión de segundos. Aprovechamos para visitar las minas abandonadas de La Unión, cerca de Cartagena, y resulta curioso contemplar cómo el hombre es capaz de modificar el paisaje, en este caso excavando y horadando la tierra en busca de metales preciosos.

Mina a cielo abierto abandonada

Otro de los sitios que había leído que eran muy bonitos era la Puntas de Calnegre, perteneciente a Lorca y efectivamente entre un mar de plástico de los invernaderos se llega a este pequeño pueblo donde se alza un pequeño monte realmente bonito.

Puntas de Calnegre

Visitamos también el pueblo de Aledo, del que había leído maravillas, pero fue lo que más me decepcionó. En octubre había estado en Erice, en Sicilia, y eso sí es un pueblo medieval. Aledo tiene una torre del homenaje y restos de una muralla. Lo que más me gustó del pueblo fue algunos graffitis en diversas paredes de algunas casa. Y cuando hablo de graffiti me refiero a un dibujo hecho con arte, no como alguna gente que dibuja cuatro letras mierdosas y ya se consideran «artistas».

Graffiti en Aledo

Estando en Murcia no podía dejar de probar el pastel de carne, uno de los platos más típicos de la región, así que por la noche cené un pastel de carne, un trozo de empanada y me fui a la cama pensando que a las 6:30 había que estar arriba. Antes de acostarme estuve tratando de quedar con Antonio para vernos al día siguiente, pero como no nos poníamos de acuerdo quedé con él en vernos en el segundo cajón desde donde ambos teníamos que salir.

Me levanté a la hora prevista, desayuné un suizo y un vaso de leche con café, hice mis necesidades y estuve un rato tranquilo haciendo tiempo. No dormí bien, pensando en la carrera, como si esta carrera tuviese la menor importancia. A las ocho y diez salí de casa y fui andando hasta la salida, pudiendo ver las calles mojadas, que el sol estaba escondido detrás de las nubes y que hacía una temperatura fresca. Un día inmejorable para correr sin lugar a dudas.

Después de dejar la ropa en el ropero y pasar por el servicio estuve buscando a los conocidos y faltando diez minutos los pude encontrar y nos hicieron esta bonita foto. Por cierto, me acabo de dar cuenta que los tres llevamos medias altas, no sé si es que están de moda.

Minutos antes de la salida con Antonio y Juan Carlos

Esperando a que dieran la salida estuve hablando con Juan Carlos y con Javi, otro conocido y uno dijo que iría más o menos a 4:30 y el otro que no lo sabía porque había estado lesionado. A mí 4:30 me parecía muy deprisa para mi estado de forma, ya que yo había pensado en ir a 4:35 como muy deprisa.

Dieron la salida a las nueve en punto y enseguida vi que se alejaban de mí tanto Juan Carlos como Javi, lo que pensaba en ir como mucho a 4:30. Sólo Antonio, que iba a hacer los 42 kilómetros, salió más tranquilo y estuve con él unos metros charlando un rato y diciéndole que se lo tomara con calma, que no se picara con nosotros, que hiciera su carrera. Hice los dos primeros kilómetros precisamente a 4:30 y los dos colegas se iban alejando cada vez más de mí. Menos mal que no traté de seguirlos.

El recorrido es feo, pero muy llano y con algunas rectas muy largas, por lo que es ideal para hacer una buena marca, pero se hace algo aburrido precisamente por esas largas rectas y la escasa animación. Decir que además de la maratón se correo la media y un diez mil. Mientras que la salida de la la maratón y la media era a las nueve de la mañana, el diez mil era un cuarto de hora más tarde, lo que dio lugar a una graciosa situación y es que el primero que atravesó la línea de meta, en la prueba de diez kilómetros, ¡había salido un cuarto de hora antes! Así pasó, que llegó con un marcón de 27 minutos y pico. Luego fue descalificado, pero el tío se llevó con el pecho la cinta de ganador.

Cuando los de los 10 kilómetros llevan cuatro se juntan con los otros que llevan ya siete y se monta un pequeño guirigay con gente de dorsal rojo (los de la maratón) con gente de dorsal azul (los de la media) y los de dorsal negro (los del diez mil). Y es que cuando ya has cogido tu ritmo y tu sitio en la carrera aparecen los otros con un ritmo más rápido y te trastornan un poco porque casi sin querer modificas tu ritmo.

Poco antes del kilómetro 11 me hicieron esta bonita foto con la torre de la catedral al fondo y nada más hacerme la foto pude ver a uno de mis dos compañeros que ya me sacaba la torta, iba a toda pastilla.

Cerca del kilómetro once aún pletórico de fuerzas

Sobre nuestro kilómetro trece se separan los del diez mil para entrar en meta y de nuevo el pelotón adelgaza. Allí la carrera se interna en la parte céntrica de la ciudad y es algo más entretenida porque vas un edificio, otro distinto, un giro a la izquierda, otro a la derecha, pero sigue siendo escasa la animación. Me di cuenta que había ido durante mucho rato acompañado por un tipo con un chaleco que a veces iba un poco por delante y otras un poco por detrás, pero no nos perdíamos de vista el uno al otro. Aún seguían las calles mojadas y había que tener precaución para no pisar las líneas blancas de los pasos de cebra porque ahí era donde podías resbalarte. Debía ser cerca del kilómetro quince cuando pasamos por una calle peatonal junto al Corte Inglés. Esa calle peatonal en vez de estar asfaltada está adoquinada y resbalaba de lo lindo, así que no me quedó más remedio que acortar la zancada e ir con precaución. En ese momento aprovecharon para adelantarme unos cuantos.

Se toma entonces otra larga recta por la Avenida Juan Carlos I buscando el kilómetro 18. Se hace larga la calle porque vas viendo que los otros vuelven, pero no llega el momento de girar. Me pareció que estábamos subiendo ligeramente y que luego lo íbamos a bajar y eso me animó, aunque ya me iban costando los kilómetros, se me iban haciendo largos. Cuando ya comencé a bajar la avenida, aunque iba cansado, traté de acelerar un poco y pensaba que iba más deprisa, pero no, iba al mismo ritmo más o menos, pero gastando más. Ya iba con la reserva encendida.

En los últimos kilómetros, foto cortesía de la organización

Echaba un vistazo a mi alrededor y veía al tío del chaleco, que al poco se lo quitó, a una chica y a un tipo en sandalias y pensaba, no me pude ganar un tipo en sandalias. Es una bobada, porque no por ir en sandalias va a correr menos o a correr más, pero me servía para motivarme. En el último kilómetro aumenté un poco el ritmo y conseguí alejarme un poco de mis acompañantes, hasta que llegué a la calle que da a la plaza de la catedral, donde estaba situada la meta. Esa calle es también adoquinada y también resbalaba lo suyo por lo que me cortó un poco el ritmo, pero ya no quedaba prácticamente nada. Llegando a meta vi que el cronómetro marcaba una hora, treinta y cinco minutos y cincuenta y tantos segundos y aceleré para que no llegara el minutero a treinta y seis, pero no lo conseguí. Pasé por debajo del reloj de meta cuando marcaba 1:36:08, por lo que descontando el tiempo que tardé en pasar la línea de salida se queda en 1:36:01 que está en la horquilla del tiempo que había pensado entre 1h35 y 1h37, así que no me puedo quejar. Contento.

Por la calle «resbaladiza» llegando a meta

Después de la carrera estuve saludando a los compañeros que habían llegado antes que yo, Juan Carlos había marcado un crono de 1:32:08, una grandísima marca y Javi pinchó un poco y se fue a 1:33:25. De todos modos, una buena marca también.

No me quedé a esperar a Antonio porque me estaba quedando frío y me fui a duchar, pero luego me dijo que hizo 3:24:05 que es un poco más de lo que esperaba, pero que está muy bien.