Media maratón de Murcia

Tenía pensado correr la media de Latina porque es una de las carreras incluidas en el circuito de la Unión de Carreras de Barrio y por ello había hecho desde principio de año un par de tiradas largas de 15 kilómetros y otro par de 16, pero sin prisa porque hasta el último domingo de febrero aún quedaba mucho. Casualmente el lunes 24 de enero al salir a entrenar me encontré con Antonio, que me contó que iba a correr la maratón de Murcia ya que algunos de sus compañeros de entrenamiento la iban a hacer y otros tantos la media. La verdad es que lo único que pensé es ¡qué loco está este hombre para hacer ahora una maratón! Ese día bajé al Parque Lineal e hice una tirada larga de 15 kilómetros con el ánimo de acumular kilómetros para la media de Latina; sin embargo, algo se me debió quedar en la cabeza porque cuatro días después pensé que no sería mala idea ir a la media de Murcia y aprovechar para hacer turismo por esta ciudad y sus alrededores. Ya con la idea en la cabeza, el sábado 29 salí a entrenar con Miguel y nos metimos 17 kilómetros entre pecho y espalda y pensé, si puedo hacer 17 ¿por qué no voy a poder hacer 21?

Al día siguiente me inscribí en la prueba y busqué un apartamento en airbnb para pasar unos días. El viernes salimos para allá, pero antes de llegar a la ciudad de Murcia pasamos por el monté Arabí, un sitio bastante bonito, cerca de Yecla. La cueva de la Horadada es una maravilla.

Cueva de la Horadada

Después estuvimos visitando el desierto de Abanilla que según decía el artículo que leí, existe cierta similitud con el Rif marroquí. No sé si es verdad o no porque no conozco ese desierto. Supuestamente este desierto era el fondo de un mar existente hace 10 millones de años y aunque ya no quede agua lo que sí se puede apreciar es la arena y la sal.

Desierto de Abanilla

El sábado fui a recoger el dorsal y entre que era pronto y que no había muchos inscritos, lo recogí en cuestión de segundos. Aprovechamos para visitar las minas abandonadas de La Unión, cerca de Cartagena, y resulta curioso contemplar cómo el hombre es capaz de modificar el paisaje, en este caso excavando y horadando la tierra en busca de metales preciosos.

Mina a cielo abierto abandonada

Otro de los sitios que había leído que eran muy bonitos era la Puntas de Calnegre, perteneciente a Lorca y efectivamente entre un mar de plástico de los invernaderos se llega a este pequeño pueblo donde se alza un pequeño monte realmente bonito.

Puntas de Calnegre

Visitamos también el pueblo de Aledo, del que había leído maravillas, pero fue lo que más me decepcionó. En octubre había estado en Erice, en Sicilia, y eso sí es un pueblo medieval. Aledo tiene una torre del homenaje y restos de una muralla. Lo que más me gustó del pueblo fue algunos graffitis en diversas paredes de algunas casa. Y cuando hablo de graffiti me refiero a un dibujo hecho con arte, no como alguna gente que dibuja cuatro letras mierdosas y ya se consideran «artistas».

Graffiti en Aledo

Estando en Murcia no podía dejar de probar el pastel de carne, uno de los platos más típicos de la región, así que por la noche cené un pastel de carne, un trozo de empanada y me fui a la cama pensando que a las 6:30 había que estar arriba. Antes de acostarme estuve tratando de quedar con Antonio para vernos al día siguiente, pero como no nos poníamos de acuerdo quedé con él en vernos en el segundo cajón desde donde ambos teníamos que salir.

Me levanté a la hora prevista, desayuné un suizo y un vaso de leche con café, hice mis necesidades y estuve un rato tranquilo haciendo tiempo. No dormí bien, pensando en la carrera, como si esta carrera tuviese la menor importancia. A las ocho y diez salí de casa y fui andando hasta la salida, pudiendo ver las calles mojadas, que el sol estaba escondido detrás de las nubes y que hacía una temperatura fresca. Un día inmejorable para correr sin lugar a dudas.

Después de dejar la ropa en el ropero y pasar por el servicio estuve buscando a los conocidos y faltando diez minutos los pude encontrar y nos hicieron esta bonita foto. Por cierto, me acabo de dar cuenta que los tres llevamos medias altas, no sé si es que están de moda.

Minutos antes de la salida con Antonio y Juan Carlos

Esperando a que dieran la salida estuve hablando con Juan Carlos y con Javi, otro conocido y uno dijo que iría más o menos a 4:30 y el otro que no lo sabía porque había estado lesionado. A mí 4:30 me parecía muy deprisa para mi estado de forma, ya que yo había pensado en ir a 4:35 como muy deprisa.

Dieron la salida a las nueve en punto y enseguida vi que se alejaban de mí tanto Juan Carlos como Javi, lo que pensaba en ir como mucho a 4:30. Sólo Antonio, que iba a hacer los 42 kilómetros, salió más tranquilo y estuve con él unos metros charlando un rato y diciéndole que se lo tomara con calma, que no se picara con nosotros, que hiciera su carrera. Hice los dos primeros kilómetros precisamente a 4:30 y los dos colegas se iban alejando cada vez más de mí. Menos mal que no traté de seguirlos.

El recorrido es feo, pero muy llano y con algunas rectas muy largas, por lo que es ideal para hacer una buena marca, pero se hace algo aburrido precisamente por esas largas rectas y la escasa animación. Decir que además de la maratón se correo la media y un diez mil. Mientras que la salida de la la maratón y la media era a las nueve de la mañana, el diez mil era un cuarto de hora más tarde, lo que dio lugar a una graciosa situación y es que el primero que atravesó la línea de meta, en la prueba de diez kilómetros, ¡había salido un cuarto de hora antes! Así pasó, que llegó con un marcón de 27 minutos y pico. Luego fue descalificado, pero el tío se llevó con el pecho la cinta de ganador.

Cuando los de los 10 kilómetros llevan cuatro se juntan con los otros que llevan ya siete y se monta un pequeño guirigay con gente de dorsal rojo (los de la maratón) con gente de dorsal azul (los de la media) y los de dorsal negro (los del diez mil). Y es que cuando ya has cogido tu ritmo y tu sitio en la carrera aparecen los otros con un ritmo más rápido y te trastornan un poco porque casi sin querer modificas tu ritmo.

Poco antes del kilómetro 11 me hicieron esta bonita foto con la torre de la catedral al fondo y nada más hacerme la foto pude ver a uno de mis dos compañeros que ya me sacaba la torta, iba a toda pastilla.

Cerca del kilómetro once aún pletórico de fuerzas

Sobre nuestro kilómetro trece se separan los del diez mil para entrar en meta y de nuevo el pelotón adelgaza. Allí la carrera se interna en la parte céntrica de la ciudad y es algo más entretenida porque vas un edificio, otro distinto, un giro a la izquierda, otro a la derecha, pero sigue siendo escasa la animación. Me di cuenta que había ido durante mucho rato acompañado por un tipo con un chaleco que a veces iba un poco por delante y otras un poco por detrás, pero no nos perdíamos de vista el uno al otro. Aún seguían las calles mojadas y había que tener precaución para no pisar las líneas blancas de los pasos de cebra porque ahí era donde podías resbalarte. Debía ser cerca del kilómetro quince cuando pasamos por una calle peatonal junto al Corte Inglés. Esa calle peatonal en vez de estar asfaltada está adoquinada y resbalaba de lo lindo, así que no me quedó más remedio que acortar la zancada e ir con precaución. En ese momento aprovecharon para adelantarme unos cuantos.

Se toma entonces otra larga recta por la Avenida Juan Carlos I buscando el kilómetro 18. Se hace larga la calle porque vas viendo que los otros vuelven, pero no llega el momento de girar. Me pareció que estábamos subiendo ligeramente y que luego lo íbamos a bajar y eso me animó, aunque ya me iban costando los kilómetros, se me iban haciendo largos. Cuando ya comencé a bajar la avenida, aunque iba cansado, traté de acelerar un poco y pensaba que iba más deprisa, pero no, iba al mismo ritmo más o menos, pero gastando más. Ya iba con la reserva encendida.

En los últimos kilómetros, foto cortesía de la organización

Echaba un vistazo a mi alrededor y veía al tío del chaleco, que al poco se lo quitó, a una chica y a un tipo en sandalias y pensaba, no me pude ganar un tipo en sandalias. Es una bobada, porque no por ir en sandalias va a correr menos o a correr más, pero me servía para motivarme. En el último kilómetro aumenté un poco el ritmo y conseguí alejarme un poco de mis acompañantes, hasta que llegué a la calle que da a la plaza de la catedral, donde estaba situada la meta. Esa calle es también adoquinada y también resbalaba lo suyo por lo que me cortó un poco el ritmo, pero ya no quedaba prácticamente nada. Llegando a meta vi que el cronómetro marcaba una hora, treinta y cinco minutos y cincuenta y tantos segundos y aceleré para que no llegara el minutero a treinta y seis, pero no lo conseguí. Pasé por debajo del reloj de meta cuando marcaba 1:36:08, por lo que descontando el tiempo que tardé en pasar la línea de salida se queda en 1:36:01 que está en la horquilla del tiempo que había pensado entre 1h35 y 1h37, así que no me puedo quejar. Contento.

Por la calle «resbaladiza» llegando a meta

Después de la carrera estuve saludando a los compañeros que habían llegado antes que yo, Juan Carlos había marcado un crono de 1:32:08, una grandísima marca y Javi pinchó un poco y se fue a 1:33:25. De todos modos, una buena marca también.

No me quedé a esperar a Antonio porque me estaba quedando frío y me fui a duchar, pero luego me dijo que hizo 3:24:05 que es un poco más de lo que esperaba, pero que está muy bien.