Comienza el nuevo curso

Como los niños que van al cole, hoy se podía considerar que es el día que comienza el curso. La gente ya ha vuelto de vacaciones y Joaquín, mi inseparable compañero de entrenamientos, ya ha vuelto también. Bueno, volvió el martes. Y como todos los nuevos cursos, las intenciones son inmejorables. De momento, la idea es retomar el blog que lo he tenido abandonado en estos últimos meses. Escribiré un resumen de todo lo que no he escrito.

Nos hemos juntado cuatro en el parque de Pradolongo: Joaquín, Emilio II, una amiga y el que esto escribe. Hemos dado una primera vuelta muy tranquilos y luego hemos apretado un poco, pero poca cosa, que todavía hace mucho calor y no es cuestión de morir en el intento. De hecho, en estos días tan calurosos, siempre aprovechamos para beber y refrescarnos en alguna fuente. Hoy lo hemos hecho en la fuente que está en la glorieta y antes salía el agua muy fresquita, pero hoy no me lo ha parecido.

He recorrido 9,7 km en un tiempo de 54:00 @ 5:33 min/km.

Objetivo sobrevivir

Hoy ha hecho un día muy caluroso. A eso de las siete y media la temperatura debería rondar casi los cuarenta grados. Bien pertrechado con mis medias de compresión altas, mallas largas, bolsa de plástico alrededor del torso, camiseta de manga larga, cortavientos y gorro de lana he salido a provocar al tiempo.

¡¡¡¡¡No!!!! Que es broma. Ni se me ocurriría ponerme nada de eso. Es una lista de lo que no se debe uno poner en estos días de calor casi insoportable.

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¡Ojo a la temperatura del día de hoy!

He llegado tarde como siempre y no había nadie en el punto de encuentro. Pensaba que quizás no hubiese bajado nadie porque no era día para correr, así que me he puesto en marcha sin más dilación. Cuando llevaba unos setecientos metros me he encontrado con el incombustible Joaquín con el que llevo mano a mano muchos meses ya, desde que se han ido lesionando algunos compañeros y otros que han dejado de venir por una u otra otra razón.

Lo primero ha sido parar en una fuente para refrescarnos. Beber un buen trago de agua, lavarse la cara y mojar la gorra es casi imprescindible para poder sobrevivir en un día como hoy. Bueno, y lo más importante, ir a un ritmo tranquilo.

La primera vuelta al trote cochinero y la segunda, también. No está la cosa para bromas. Además, la molestia en el soleo de la pierna derecha aún la noto ahí, así que eso también ayuda a no forzar en absoluto. Dos vueltas y no completas para totalizar 9 km en un tiempo de 49:09 @ 5:27 min/km. Ya vendrán tiempos mejores para acelerar.

XXXIV Trofeo San Lorenzo

Un par de semanas antes de lo habitual se ha celebrado una edición más del Trofeo San Lorenzo. Y ya van treinta y cuatro, lo que hace que esta carrera sea una de las tradicionales del calendario popular de Madrid. Lo normal es que se celebre el último fin de semana de julio, pero este año por algún motivo que desconozco se ha adelantado dos semanas.

Habíamos quedado a las 7:40 en el punto de encuentro. Nos acercó amablemente Emilio a la zona de salida. Aparcamos con facilidad y fuimos a una cafetería situada junto a la estación de autobuses y estuvimos saludando a la gente de Gran Grupo Garabitas, que habían quedado allí. Nosotros aprovechamos para soltar lastre. Quedaba aún mucho tiempo, así que desde allí nos fuimos tranquilamente a dejar la bolsa en el guardarropa.

Estuvimos calentando, estirando y cuando faltaban diez minutos fuimos cogiendo sitio en la zona de salida, en Ronda de Atocha. Estábamos hablando tranquilamente cuando dieron la salida, yo pensaba que aún quedaba algo más de tiempo para comenzar. Apreté el botón de comienzo del cronómetro y me puse en marcha junto a Joaquín, aunque me decía que no se veía bien, que no sabía cómo le responderían las piernas. Yo tampoco sabía cómo responderían mis piernas, porque ayer salí con la bici y las notaba cansadas.

Jóvenes y viejas generaciones de corredores y corredoras, foto cortesía de Macu

Salimos sin ir a tope, al menos yo, y en el primer kilómetro vi que marcaba 4:11. Me pareció que la cosa iba bien, aunque las piernas no marchaban con la alegría que me hubiese gustado. El segundo kilómetro consiste en subir a Puerta de Toledo y bajar por Ronda de Segovia, por lo que es más bien favorable. Lo hice en 4:17 y me di cuenta que Joaquín se había quedado unos metros más atrás.

Entonces me fijé que delante de mí, como a diez metros, iba un individuo que me ganó en la Media de Villaverde, así que me marqué el objetivo de ganarle. Iba poco a poco acercándome a su chepa, pero no conseguía ponerme a su altura. Justo al acabar la bajada de la calle Segovia y al girar por Virgen del Puerto me adelantó una chica de un club de Seseña, que marchaba junto a un compañero del mismo club. Bajaba mejor que yo, pero en llano parecía que yo llevaba un poco más de chispa.

Este tercer kilómetro con la bajada de la calle Segovia es favorable y ahí marcó el crono 4:07, pero lo peor es lo que viene después, que es la subida por la Cuesta San Vicente. Ahí se le va a todo el mundo el crono, ya que es casi todo el kilómetro cuesta arriba. Hice ese kilómetro en 4:42 y lo di por bueno, pero lo que me preocupaba era «mi rival» que no conseguía acortarle ni un metro.

Poco después de acabar ese cuatro kilómetro se llega al cruce donde se cruza la calle Bailén (por arriba) con la cuesta de San Vicente (por abajo). En ese punto se dobla a la derecha y te encuentras con una bonita rampa para subir a Bailén y llegar al Palacio de Oriente. Esa rampa se me hizo más dura que el kilómetro anterior, ahí me flojearon las piernas un poco, pero me fui reponiendo al paso por el palacio y la llegada al viaducto. Hice ese kilómetro, que marca la mitad de la carrera, en 4:35, dejando claro que la rampa de Bailén me había hecho pupita.

Poco después de dejar atrás el meridiano de la carrera se pasa por San Francisco el Grande y se comienza a subir hacia Puerta de Toledo y desde allí, se continúa subiendo hacia la Plaza de la Cebada. Pasada la Puerta de Toledo está el punto kilométrico seis, que pasé en 4:14. En ese punto estaba un puesto de avituallamiento y ahí mi rival sólo me sacaba un metro. Cogí una botella de agua, eché dos tragos e inmediatamente después noté una gran flojedad de piernas; sin embargo pareció que mi rival se tomó un Red Bull porque a partir de ahí empezó a sacarme más y más metros.

Esta subida por la calle Toledo hasta Latina me sentó fatal. El llano hasta Puerta Cerrada y el terreno favorable hasta la calle Mayor no me «devolvió» los segundos que perdí en esa subida y se me fue este séptimo kilómetro a 4:42, ¡lo mismo que en la Cuesta de San Vicente! No me encontraba muy fino y yo creo que el rival se me había marchado más por demérito mío que por mérito suyo.

El tramo entre el séptimo y el octavo kilómetro consiste en subir por la calle Mayor, bajar un poco hasta Sol y volver a subir un poco hasta casi la calle Sevilla. Subiendo por Mayor me adelantó la pareja de Seseña y al terminar la subida, a la altura de la Plaza Mayor, volví a ponerme yo por delante. Ahora la «batalla» estaba más por aquí que con el otro chico, que ya se había marchado bastante. Este octavo kilómetro se me fue a 4:28.

Afortunadamente, sólo queda subir un poco más por Carrera de San Jerónimo, donde poco antes del Congreso comienza terreno favorable ya casi hasta meta. Animé a la chica de Seseña indicando que ya era todo cuesta abajo y me lancé todo lo deprisa que pude buscando el Paseo del Prado y el noveno kilómetro que estaba enfrente del Jardín Botánico. Por allí andaba Emilio haciendo fotos y animando al personal. Este kilómetro, que es casi todo cuesta abajo, fue el más rápido que hice, en 4:04, pero por más que apretaba veía a «mi rival» muy lejos.

El último kilómetro en su paso por Atocha, el Reina Sofía y la Ronda de Atocha sigue siendo favorable, pero el desnivel se equilibra con la subida por la calle Argumosa, donde está situada la meta. Subí bastante bien esa subida situada a 300 metros de meta y escuché por primera vez el nombre de la chica de Seseña. Alguien la gritó: «Vamos Marina, que vas la segunda».

Acabé la cuesta y apreté los dientes para hacer los últimos metros. Pasé por la línea de meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 43:22 haciendo este último kilómetro en 4:06, el segundo más rápido. Se nota que estos dos últimos kilómetros son los más favorables. Marina entró muy cerca de mí y Joaquín y Ninfa, que se habían juntado durante el recorrido llegaron como medio minuto más atrás, a punto estuvieron de cogerme. Lo curioso es que al mirar las clasificaciones vi que Marina, la chica que había entrado justo detrás de mí, aparecía como tercera clasificada. Le comenté que lo más seguro es que hubiese entrado un tipo con un dorsal de chica y que reclamase. Al final parece ser que fue así. Reclamaron y se solucionó el asunto, de tal forma que esta chica pasó a ser la segunda clasificada y Ninfa, la tercera.

Llegando a meta, foto cortesía de Macu

https://connect.garmin.com/modern/activity/1259446459

Desayunando fuera de casa

Desde el 1 de mayo no cogía la bici y tenía mono, debo reconocerlo. Así que me he levantado sobre las ocho de la mañana, he inflado las ruedas de la bici, me he vestido de romano y zumbando hacia San Martín, que es el recorrido más fácil que tengo.

La idea era ir tranquilo, pero tampoco de paseo. Además, de todos modos, siempre te acabas picando con alguien. Realmente no era coger la bici y correr, de lo único que se trataba era de desayunar fuera de casa. Y pensaba que al llegar a la churrería San Marcos, en San Martín (esto va de santos) habría poca gente, pero me he equivocado por completo. Estaba a rebosar. Como no tenía ninguna prisa, me he sentado en una silla que había libre esperando que alguien dejase una mesa. Tampoco he tenido que esperar mucho.

Como siempre, media barrita con aceite y tomate y café con leche. Me lo he tomado tranquilamente, disfrutando del momento. El sitio es fenomenal, pero el precio es realmente barato. Ese desayuno ha costado un euro y medio, que comparado con los dos euros y cuarenta céntimos que me cobran al lado del trabajo, es baratísimo. No me extraña que se llene.

Después la vuelta a casa con la misma idea: tranquilo, pero sin dormirme. Pero mientras venía para casa me he acordado de Pedro que hoy participaba en un half en Vitoria y he pensado, ¿por qué no probar a correr después de ir en bici?

Y no me ha parecido mala idea, por lo que al llegar, me he despojado del traje de romano y me he vestido de corredor, dispuesto a correr sólo cuatro kilómetros. Y tengo la sensación de que no ha sido buena idea porque cuando he salido iba con el gemelo derecho raro, como si lo tuviese «flojo». Una extraña sensación. El caso es que según iba corriendo me iba encontrando mejor; sin embargo, esta tarde cuando escribo esta entrada noto que me duele. Mal asunto.

Aún no me había recuperado

He salido con un chaval que conozco a hacer unos kilómetros en Parque Sur. Suelo hacer tres vueltas de tres kilómetros cada vuelta. Le comentaba al chico de hacer una primera de calentamiento, la siguiente rondando los cinco minutos por kilómetro y una tercera vuelta tratando de mejorar esos cinco minutos.

La primera bien… Como hemos ido muy tranquilos. En la segunda nos hemos puesto al ritmo objetivo y en la tercera, menos mal que el chaval no ha querido seguir porque yo tenía las piernas muy cansadas. No había conseguido recuperarlas de ese par de series de poca monta que había hecho el jueves. Debe ser verdad eso que dicen de que con los años va costando más recuperar.

Aunque el chico sólo hizo dos vueltas, yo continué e hice una más totalizando 9 km en un tiempo de 45:44 @ 5:05 min/km.

Antes de salir a correr me pesé y la báscula marcaba 69,1 kg que lo puedo dar por bueno, pero no consigo bajar a 68 que es mi objetivo a corto plazo.

Probándome un poco

Hoy no he podido quedar con los compañeros pradolongueros en el punto de encuentro a la hora prevista. Tenía que asistir a un evento en el Parque Lineal y no sabía cuando podría ponerme a correr. Al final el asunto ha acabado antes de lo previsto; sin embargo era demasiado tarde para subir a Pradolongo y, por lo tanto, he corrido por el Parque Lineal.

He salido a las ocho y aunque hacía calor, tampoco era exagerado, rondaría la temperatura por los treinta grados. Tres kilómetros de calentamiento y mientras los hacía se me ha pasado por la cabeza hacer unas series para ver cómo están las piernas. Y lo que se me ha ocurrido es hacer dos dos miles a ritmo umbral. Como no sé el ritmo umbral, he pensado hacerlo a 4:15 el kilómetro o lo que es lo mismo, 8:30 el dos mil.

Así que pasados esos tres kilómetros de calentamiento, me he puesto en marcha. Primer kilómetro en 4:15 -perfecto- pero el segundo se me ha ido a 4:25. Mal. Después un kilómetro de recuperación y luego otros dos kilómetros a umbral. El primero a 4:08 y el segundo a 4:22. Clavados los 8:30, aunque el primero me haya salido más rápido.

He ido probando si era mejor ir dando zancadas largas o zancadas cortas y rápidas. Las largas en el primer dos mil y cortas en el segundo. Y creo que me he encontrado mejor con las zancadas cortas, pero tiene la pega de que tengo que ir muy concentrado y parece que me canso más.

En total han sido 11 km en 55:38 @ 5:03 min/km.

¿Un nuevo pradolonguero?

Hace unos días se puso en contacto conmigo a través del blog un individuo. Le comenté que los martes y los jueves nos puede encontrar en el punto de encuentro a las 19:30 en verano y media hora en invierno.

Hoy se ha presentado allí puntual… Y no como yo. Estaba hablando con Ninfa, Joaquín y Ángel, así que hoy nos hemos juntado cinco en Pradolongo, algo casi inaudito en estos últimos tiempos.

Hacía un calor de mil diablos, treinta y cinco grados según indica la actividad de Garmin, por lo que no era un día muy indicado para correr. Aún así nos hemos puesto en marcha como campeones.

Hemos salido tranquilos, pero al nuevo le costaba. Yo creo que más por el calor que por otra cosa. El caso es que a poco de terminar esa primera vuelta se ha quedado y Ángel con él.

En la segunda vuelta hemos apretado un poco, incrementando el ritmo kilómetro a kilómetro: 4:56, 4:35, 4:16 y 4:06. Bastante rápido para el calor que hacía, la verdad; sin embargo, no me ha costado demasiado, me estoy encontrando muy bien estos últimos días.

En total han sido 9,6 km aunque el Garmin lo puse un kilómetro después. De tal modo que esos 8,6 km los he recorrido en un tiempo de 44:16 @ 5:06 min/km.

Noticia muy triste

Hoy he ido con una amiga entrenar a Parque Sur, con la idea de hacer unas cuestas. Pero tampoco muchas, todo hay que decirlo. Hemos dado una vuelta de calentamiento y tras subir la primera cuesta nos hemos encontrado con otra amiga. La pobre estaba hecha polvo, nos ha contado que se ha separado de su marido, ¡qué noticia tan triste!

En total han sido siete cuestas y tampoco subidas al 100%, siempre dejando algo. Lo bueno es que al ser pronto no hacía una temperatura muy elevada y se llevaba bien esto de subir cuestas. En total han sido 9,2 km en un tiempo de 52:22 @ 5:40.

Antes de salir me subí a la báscula y marcaba 69 kilos exactos. Lo cual no está nada mal después de un mes de junio de poco entrenamiento.

XXXIX Carrera Fraudulenta Toledo-Polígono

He participado por segunda en esta clásica carrera toledana que ya va por la 39ª edición. Y remarco lo de la edición porque aún siendo una carrera tan longeva, la organización me ha parecido tan mala como si de una primera edición se tratase.

Hace dos años participé con una amiga y nos inscribimos como pareja mixta. Este año hicimos lo mismo y nos dieron un bonito dorsal con el número en color rojo. En nuestro caso, nos tocó el número 544. Remarco lo del color rojo porque era la manera de distinguir si un corredor corría en la categoría de pareja con los que no, que llevaban un dorsal con el número en negro.

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Con la Puerta de Bisagra al fondo, luciendo nuestras bonitas camisetas de la carrera del Zofío

Recogimos el dorsal en un lugar recóndito que nos costó encontrar y faltando media hora estábamos calentando por la zona de salida. Comenzó la carrera, subimos hacia Zocodover, bajamos por una cuesta muy empinada, cruzamos el Tajo por el puente de Alcántara, enfilamos el Paseo de la Rosa, subimos una cuesta bastante larga por un camino, cruzamos la A-42 por un puente y bajamos una cuesta donde mi cronómetro marcó el meridiano de la carrera.

Fue en ese punto donde nos pasó una pareja del toledano equipo Training Rey. Obsérvese que recalco toledano. Miré de reojillo los dorsales de la pareja y vi que eran de color negro. ¡Qué bien! pensé, menos mal que no eran pareja, con lo deprisa que iban nos hubiera sido imposible alcanzarlos.

Seguimos por la carretera que lleva al barrio del Polígono. Llegamos al kilómetro seis, pasamos por el centro comercial La luz del Tajo, encontrando por esa zona ¡¡¡la carretera abierta al tráfico!!! aunque separados por conos, eso sí. Llegamos al colosal hospital -aún en construcción- que ocupa una parcela de más de un kilómetro de largo. Lo pasamos y poco después ya estábamos en el último kilómetro, por supuesto sin señalizar como todos los anteriores y como todo el trayecto.

Según íbamos acercándonos al final iba viendo que una pareja iba por delante. No sabía si corrían como pareja o no, aunque algo sospechaba. Al llegar a un glorieta, el circuito es cuesta abajo por la calle Río Guadarrama. En esa calle se hace un giro de ciento ochenta grados y se vuelve a subir para afrontar la recta de meta. En ese giro vi que la pareja llevaba un dorsal con números en rojo. Invité a mi pareja a que acelerase para ver si los podíamos adelantar, pero no pudo ser. Entramos en meta con un tiempo de 49:20 a cuatro segundos de la otra pareja.

Después de atravesar la línea de meta fuimos a tomar una botella de agua, que la temperatura andaba por encima de los treinta grados, y nos encontramos con una cola enorme que apenas avanzaba. Luego había otra cola para recoger la camiseta y luego había otra cola más si querías degustar una cerveza artesanal en una barra que habían montado por ahí. Después de tirarnos casi media hora entre unas cosas y otras fuimos a ver la clasificación. Allí vimos que aparecíamos como tercera pareja mixta clasificada. Me puse muy contento, ya que no suelo subir al podio casi nunca.

Estuvimos esperando otro rato más para la entrega de premios, que fue también un desastre, y cuando llegó nuestra hora no escuchamos nuestros nombres. Subí rápidamente a hablar con la speaker y me dijo que le habían dado un papel donde aparecía a boli el nombre de la otra pareja. Busqué a alguien de la organización y me dijo que habían revisado el vídeo y habían visto que había una pareja que había llegado antes. Me pareció muy raro, pero pensé que se habían equivocado simplemente.

La sorpresa vino cuando vi que subía al cajón la pareja que nos había adelantado con los dorsales de color negro, es decir, aquella pareja que no corría como pareja. Protesté de nuevo al organizador y me dijo que él no sabía nada, que si la pareja había llamado antes por teléfono al organizador, que si pitos, que si flautas. En fin, llegué a la conclusión de que el equipo Training Rey es de Toledo y que hacen y deshacen a su antojo, pudiendo elegir la categoría según les conviene.

Me pareció lamentable que consiguieran de esa manera fraudulenta un puesto en el cajón.

Si alguna vez no me encontráis no hace falta que me busquéis aquí, seguro que no estoy.

XXX Trofeo San Antonio de la Florida

Todo sea por repartir octavillas. Eso fue lo que pensé días antes y lo que me llevó a apuntarme a esta carrera en la que nunca había participado. Este año la inscripción era gratuita y encima el cronometraje era con chip. Todo un lujo.

La carrera comenzaba a las nueve de la mañana en el Paseo de Camoens, allí donde tiene la meta la Carrera de la Mujer y está situado el kilómetro 22 ó 23 de la Maratón de Madrid, así que tocaba madrugar el domingo también.

Aparcamos el coche justo detrás del Templo de Debod y desde allí fuimos dando un agradable paseo hasta la salida. El Parque del Oeste estaba precioso con las últimas lluvias caídas.

Llegamos con media hora de antelación, recogimos el dorsal sin hacer apenas cola, dejamos la mochila en el guardarropa y estuvimos calentando y estirando antes de que comenzase la carrera y a las nueve en punto dieron la salida a un pelotón de unos quinientos, así calculado a ojo.

Se podía hacer la prueba de 5 km o la de 10 km. Como el día anterior, elegí la corta para tener más tiempo para repartir octavillas. Salí deprisa pero sin matarme tampoco que tenía las piernas cansadas del día anterior; sin embargo, según iban pasando los metros notaba que iba mejor, que las piernas molestaban menos.

En la larga recta del Paseo de la Florida y Avenida de Valladolid me encontré francamente bien y aceleré el ritmo lo que pude, aunque tratando de guardar algo de fuerzas porque el final era duro.

Efectivamente, cuando llegamos al Puente de los Franceses comienza una subida imponente de unos ochocientos metros que en la maratón mola porque es bajada, pero en esta carrera, que es al revés, como dice el inefable Perico es larga pero dura.

Ahí agaché la cabeza y traté de no perder mucho ritmo y la verdad es que no subí mal del todo, mejor de lo que yo pensaba. Llegando al punto más alto de la carrera -a falta de cuatrocientos metros- me crucé con Jovita, que ganó en la categoría femenina de la prueba de 5 km, y pensé, pues no lo he hecho tan mal.

Llegué arriba y aceleré en la cuesta abajo y en el pequeño repecho donde estaba instalada la línea de meta, llegando con un tiempo oficial de 21:07.

Cogí una botella de agua y me dirigí rápidamente a por la mochila donde guardaba las octavillas. Comencé a repartirlas a los corredores que iban llegando y luego cuando llegó mi amiga me ayudó a repartir. Al final conseguimos deshacernos de todas las que trajimos. Confiemos en que sirvan para que se apunte mucha gente a esa gran carrera que es la Carrera Popular Barrio del Zofío.

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Repartiendo octavillas en la meta del Trofeo San Antonio de la Florida

Una carrera magnífica: gratuita, con chip y al finalizar una botella de agua, ¿para qué se necesita más? Trataré de repetir todos los años que pueda.