XL Maratón de Madrid

Debuté el 26 de abril de 1987 en la maratón de Madrid y tenía ilusión de treinta años después demostrar que sigo en la brecha. Por aquello del aniversario, la idea era haber preparado bien la maratón, pero entre una lesión en el mes de enero y una terrible lumbalgia a tres semanas de la carrera, llegué a la línea de salida con un preparación más bien corta, así que el objetivo era hacer algo similar a las dos últimas maratones, que consistió en salir tranquilo y tratar de llegar a meta sobre las tres horas y cincuenta minutos.

En un principio habíamos quedado tres pradolongueros para tratar de ir juntos, pero un par de semanas antes Joaquín se lesionó en la rodilla y Miguel no estaba nada convencido de terminar la carrera. Aún así consiguió un dorsal y los dos nos presentamos en la línea de salida. Recogí a Miguel a las 6:55 y poco después de las siete estábamos aparcando el coche en Alfonso XII. Como habíamos pensado dejar la ropa en el coche, teníamos mucho tiempo hasta las 8:30 que habíamos quedado con los compañeros de MaraTI+D y asociados. Nos acercamos a la línea de meta, ya que tenía ganas de soltar lastre.

Con mucha tranquilidad nos fuimos dando un paseo, hicimos lo que teníamos que hacer y de vuelta nos pusimos en camino hacia la terraza del Ritz donde habíamos quedado. Nos encontramos en el camino con Isidoro y Chema, con los que estuvimos charlando. Resultó un paseo muy agradable por el Parque del Retiro, disfrutando del fresquito de la mañana sabiendo que ese fresco se iba a convertir en calor pocas horas después.

Llegamos con tiempo al punto de encuentro y nos hicimos la foto de rigor, aunque no salió demasiado bien…


En la salida de la Maratón de Madrid 2017

En contra de lo habitual, pensando en el calor, elegí salir con una camiseta más clara y bien recubierto de crema protectora, ya había sufrido en alguna maratón anterior quemaduras en los brazos y hombros y esta vez no estaba dispuesto a que volviera a pasar. Además había metido en el bolsillo del pantalón seis píldoras de sales porque sudo mucho y las sales se acaban si solo bebes agua. Fue de Miguel la idea de las píldoras y creo que fue un acierto. Habíamos pensado meternos una píldora cada diez kilómetros.

Después de la foto estuvimos haciendo tiempo porque íbamos a salir con un par de compañeros, pero éstos no llegaban y a las 8:45 nos fuimos hacia el cajón tres que me habían asignado. Estuvimos haciendo tiempo viendo a los paracaidistas cómo caían y escuchando al locutor dar salida a las múltiples pruebas: los de las sillas de ruedas, los élite de la media, los élite de la maratón y al final, el resto de mortales, que salimos algún minuto después de lo previsto. De nuevo, por aquello de la foto, salieron juntos los de la media y los de la maratón, lo cual es una idiotez supina que repiten una y otra vez para abultar los números.

Salimos muy tranquilos, principalmente porque era cuesta arriba y porque iba a hacer muuuucho calor, que ya a las nueve se notaba la calorina. Además el increíble gentío tampoco permitía ir demasiado deprisa y eso que salimos del tercer cajón, que los que salieron del sexto o séptimo debieron tardar lustros en ponerse a correr.

En Plaza de Castilla, kilómetro cinco, se acababa la primera cuesta, que es prácticamente desde la salida. Tomamos nuestra primera botella de agua y miramos el reloj. Habíamos completado este primer tramo a 5:30, dentro de lo previsto.

La bajada por Bravo Murillo hasta Cuatro Caminos se hace rápida, pero tampoco queríamos lanzarnos, por lo que aumentamos el ritmo sólo un poco. Llegamos al kilómetro diez fenomenal y después de coger la botella de agua ingerimos la primera de las píldoras de sales.

Empezamos a notar que la ingesta de agua nos estaba llenando la vejiga, provocándonos ganas de vaciarla, así que decidimos parar donde el año pasado, en la calle Francisco Silvela, que es cuesta abajo y luego se tarda menos en volver a coger el ritmo. Pasado el kilómetro trece se encuentra la subida por la calle Serrano que tiene su miga, es bastante inclinada, aunque afortunadamente no demasiado larga. Poco después, pasando al otro lado de la Castellana, cerca de Rubén Darío nos adelantó el globo de las 3h45, pero no lo dimos la menor importancia, considerábamos que nuestro ritmo era bueno y que ya le adelantaríamos.

En el kilómetro quince, ya subiendo Santa Engracia, agarramos otra botellita de agua para tratar de subir con energía esa bonita cuesta, pero mi pensamiento no era otro que ver a mi madre que esperaba un par de kilómetros después. Miré el reloj y vi que íbamos a llegar un poco antes de lo que le había dicho, pero pensé que mi madre, que es muy previsora, estaría antes de la hora establecida. Y así fue, en el kilómetro diecisiete estaba esperando con un plátano. Un abrazo y un beso a cambio de la fruta y emoción a raudales.

Compartí el plátano con Miguel bajando San Bernardo y sin querer ya estábamos en Gran Vía donde empieza uno de los tramos más emocionantes de la carrera. El paso por Gran Vía, Callao, Sol y la calle Mayor pone los pelos de punta incluso a los más insensibles. Es alucinante como te llevan en volandas con sus gritos de ánimo. Yo tengo a tendencia a acelerarme con los gritos, pero Miguel me paraba cuando aumentaba el ritmo. Allí vi a Andrés, animando al personal. ¡Mucha gracias Andrés!

El paso por el Palacio Real, sobre el kilómetro veinte, también es emocionante, hay mucha gente animando. De nuevo echamos mano a una píldora y con un buen trago de agua conseguimos ingerirla. Y poco después otro trozo de plátano en el avituallamiento cercano a la media maratón. Pasamos por la pancarta de la media, miré el cronómetro y vi 1h52. Le comenté a Miguel que pensaba que íbamos mejor que el año pasado, pero no estaba demasiado seguro. Me sorprendió no ver un reloj en el arco de la media y pensé que ahorrando por aquí y ahorrando por allá, al final se sacan unas perrillas más de beneficio.

Pasamos Ferraz, Rosales y comenzamos a bajar por el Paseo de Camoens hacia el Puente de los Franceses. En una de las primeras curvas, sobre el veintitrés, vimos a un individuo tirado en el suelo, de lado, atendido por otros corredores. Daba muy mal rollo, espero que la cosa no haya ido a mayores. No era el primero que veíamos a alguien parado, pero sí parecía el más grave. Posiblemente el calor ya iba haciendo de las suyas.

La Avenida de Valladolid se hace larga. Íbamos todos por nuestra izquierda buscando la sombra, aunque cuando acaba esta avenida y empieza el Paseo de la Florida, no queda más remedio que ponerse a la derecha donde no hay nada de sombra. En la Puerta de San Vicente también había muchísima gente animando, dejando un pasillo estrecho que llega hasta la estrecha y empinada bajada hasta el río. Allí había un puesto de avituallamiento donde repartían geles. Cogimos un gel y una botella y nos la vimos y nos la deseamos para conseguir abrir el dichoso gel. Luego fue ingerido con rapidez y bien pasado por agua para que se nos quitara esa sensación de tener la boca pastosa.

La subida al lago de la la Casa de Campo es bastante dura y luego el camino por el Paseo de los Plátanos sigue siendo ascendente. Empecé a notar que Miguel se iba quedando un poco por detrás. El tránsito por la Casa de Campo es muy agradable porque vas todo el rato por la sombra. Al contrario que en años anteriores que el recorrido por la Casa de Campo era más largo y estabas deseando terminar, ahora daban ganas de que no acabase nunca por el frescor que se sentía.

Lo malo es la salida por el metro de Lago, allí nos obsequian un año sí y otro también con una bonita cuesta, pero también la animación es bárbara en ese punto. Al acabar la cuesta Miguel se quedó otro poco, poco antes del kilómetro treinta y en la cuesta de la Avenida de Portugal ya me separé definitivamente. No me porté bien con él, pero como salió con la idea en la cabeza de que a lo mejor abandonaba me fui… Pero no debería haberlo hecho ya que probablemente si hubiera seguido con él quizás no hubiera abandonado, pero yo seguía obsesionado con «mi» treinta aniversario y no pensé en otra cosa. Mea culpa.

Subí la cuesta de Marqués de Monistrol a buen ritmo, ayudado por la música de Rosendo, el ilustre carabanchelero. Y poco después de coronar, los gritos de ánimo de mis cuñados me dieron alas. Fueron los kilómetros más rápidos, me sentía como en una nube. Pasé por el Paseo de la Ermita del Santo como una exhalación. Crucé el Puente de San Isidro donde cogí un trozo de plátano. No sé si fue la fruta o la vista del Vicente Calderón, pero las piernas iban a una velocidad endiablada -dentro de lo que cabe- y así seguí hasta la cuesta de la Calle Segovia, donde no me quedó más remedio que aflojar el ritmo. En esa cuesta iban andando bastantes corredores y resultaba complicado adelantar.

Coroné la cuesta, me dejé caer por Ronda de Segovia relajando los brazos y comencé a subir el Paseo Imperial bastante bien. De nuevo, en esa cuesta iba mucha gente andando. El hombre del mazo no daba abasto. Acabó la subida y después de coronar me dejé caer por el Paseo del Doctor Vallejo Nájera sabiendo que era la última bajada antes del festival de cuestas arriba.

El Paseo de las Acacias y su continuación por Ronda de Valencia y Ronda de Atocha se me dio mejor de lo que yo pensaba, pero al llegar a Atocha, empezó a darme el bajón y empecé a subir el Paseo del Prado notando ya flojedad en las piernas. Juanqui me acompañó desde Atocha tratando de animarme y me vino fenomenalmente bien porque iba notando que las fuerzas me iban abandonando poco a poco. Mal del todo no iba porque seguía adelantando gente, aunque alguno que otro me pasaba a mí.

Empecé a marcarme pequeñas metas. Primero llegar a Neptuno, donde espero estar dentro de poco más de un mes 😉 luego llegar a Cibeles, después a Colón. En Colón, enfilé Goya y el objetivo era la esquina de Goya con Velázquez. Todo picaba para arriba, pero la cuesta de Velázquez tiene tela marinera. Suprimieron Alfonso XII, pero no sé cual es peor. Pasé el kilómetro cuarenta y le dije a Juanqui que cogiera una botella de agua por mí en ese avituallamiento, ya no tenía ganas ni de pelearme por conseguir una botella.

Nada más pasar el avituallamiento coroné la cuesta de Velázquez y enfilé Ortega y Gasset más animado, pensando que lo peor ya había pasado. Llegué a la Plaza del Marqués de Salamanca y ya vi Príncipe de Vergara con su bonita cuesta abajo. Traté de alargar la zancada lo que puede para acelerar un poco el ritmo, pero sospecho que no fui mucho más rápido.

La entrada en el Retiro, como siempre, resultó apoteósica. Entre que el terreno es favorable, que ya no queda casi nada para terminar y el griterío del respetable, este último tramo es realmente fantástico. Todo lo sufrido se olvida en cuanto se pone el pie en el Paseo de Fernán Nuñez. Ese último kilómetro de gloria es tremendamente emocionante.

En este último tramo me adelantaron unos cuantos, ya que no aceleré por la proximidad de la meta. En 2010, en un día también muy caluroso, fui a tope hasta el final y llegué algo mareado a meta, así que me tomé con tranquilidad el tramo por el Retiro, tratando de disfrutar de los últimos metros de mi vigésima séptima maratón.

Pasé por línea de meta cuando el cronómetro marcaba 3h47 por lo que descontando el tiempo que tardé en pasar por la línea de salida se convierte en un tiempo neto de 3:46:39, así que tengo que estar satisfecho ya que he conseguido estar en la horquilla prevista antes de comenzar. Treinta años después, lo volví a hacer, eso es buena señal. No sé si aguantaré corriendo otros treinta años, pero se intentará, aunque no creo que corriendo maratones.

Después de pasar por la línea de meta, recibí la medalla, me dieron un bolsa con comida y bebida y me fui hacia el coche. Tenía la esperanza de no encontrar a nadie allí, lo que hubiese significado que Miguel habría llegado a meta. Y así fue, Miguel no estaba… Pero llegó al poco diciendo que venía del «servicio». Me apenó saber que se había retirado ¡¡¡en el kilómetro treinta y siete!!!


Tiempos de paso en la maratón de Madrid

Maratones acabados en siete

Este año es 2017. Ha habido otros años acabados en siete en los que he corrido la maratón de Madrid. Empezando por hace 30 años, estos son los resultados:

1987 3:57:11
1997 4:16:22
2007 4:05:48

Como puede verse, no son tiempos para tirar cohetes. Además en cada uno de ellos hubo diversos avatares. El del año 1987 fue el primero, aquello era todo territorio inexplorado, fue simplemente una primera toma de contacto.

En 1997 corrí con una amiga que corría su primer maratón. Hice de acompañante y no se nos dio mal del todo, casi cumplimos el objetivo inicial.

En 2007 me lesioné en los primeros kilómetros y no pensaba que terminaría, pero por cabezonería acabé, aunque sufriendo como un perro. Recuerdo que en esa maratón hizo mucho calor, como parece va a hacer este año.

Aunque tenía intenciones de entrenar esta maratón decentemente, al final no ha podido ser, así que me presentaré en la línea de salida con pocos kilómetros en las piernas, pero llevando un ritmo tranquilo espero poder terminar sin demasiados agobios.

No era cuestión de hacer muchos kilómetros, hay que tratar de llegar a la línea de salida de la maratón lo más descansado posible, pero tampoco era cuestión de cruzarse de brazos, así que opté por hacer unos 18 km que no es ni chicha ni limoná.

Quedé con una amiga y bajamos al Parque Lineal a hacer el circuito completo, aunque hicimos una variante para ir por un camino que hay justo debajo de la cementera. Vimos que tampoco aporta mucho la variante, así que es mejor hacerlo como siempre, por el puente nuevo que hicieron.

El parque estaba precioso, con verde por todos sitios, de hecho, el camino parecía otro ya que ibas entre hierbas. La higuera ya tiene higos, el abuelo ya está verde. Una maravilla. Estoy de acuerdo que la Casa de Campo no tiene parangón, pero el Parque Lineal merece mucho la pena.


Uno de los senderos del Parque Lineal rodeado de verde

Fuimos a un ritmo normal, tampoco de paseo y totalizamos los 18 km previstos en un tiempo de 1:35:51 @ 5:19 min/km.

Después de la carrera fui a visitar a Quique porque sigo con molestias extrañas por la pierna izquierda. Se lo comenté y me dijo que sí, que podía ser consecuencia del lumbago. Notó algo distinto comparando una pierna con la otra y se enfocó en eso. Estuvo un buen rato dale que te pego y parece que estoy mejor. Habrá que esperar al menos un día para ver si ha sido efectivo.

Se nota la Semana Santa

Hoy he salido a correr por el Parque Lineal y debe ser porque es Semana Santa porque había poquísima gente corriendo. Eso sí, de los pocos que había, uno iba a una velocidad endiablada. Me ha adelantado cuando yo iba a buen ritmo y se iba alejando cada vez más. ¡Cómo iba el individuo!

Quería probar mi estado de forma haciendo un último entrenamiento metiendo algo más de calidad que casi siempre. Salí con la idea de hacer siete u ocho kilómetros sobre 4:40 y 4:45, pero el primero -después de los tres primeros de calentamiento- lo hice a 4:36 y ya fijé el objetivo en 4:40 y excepto un par de ellos que hice a 4:41 los demás los hice por debajo.

Cuando llegué al kilómetro diez llevaba siete a buen ritmo, pero vi que no iba mal del todo y me animé a hacer un kilómetro más. Pensé «en este último echo toda la carne en el asador», pero al terminar vi que lo había hecho 4:37, así que muy fino ya no iba. Pero estoy contento, creo que podré afrontar la maratón sin demasiados problemas.

Antes de salir del Parque Lineal paré en la fuente a hidratarme ya que hacía bastante calor, cerca de los 20º, y ya iba un poco seco. Hice en total 14 km en un tiempo de 1:09:30 @ 4:58 min/km, aunque lo importante son los ocho kilómetros que hice en 37:03 @ 4:38 min/km.

Antes de salir me subí a la báscula y marcaba 69,8 kg. Ha aumentado un poco desde la semana pasada, quizás debido al efecto torrijas, pero al menos ando por debajo de setenta.

#TorrijasEsSalud o #StopTorrijas

Estos días ha estado pululando por ahí una curiosa controversia sobre si las torrijas son buenas o no para los corredores. Los partidarios de las torrijas se han adherido al hashtag #TorrijasEsSalud dando sus razones del porqué, mientras que los detractores vertían sus opiniones -por supuesto equivocadas- sobre los riegos de ingerir este popular dulce típico de la Semana Santa. Ni qué decir tiene que yo soy de los partidario de las torrijas, ¡sólo faltaría!


Una torrijitas porque como todo el mundo sabe #TorrijasEsSalud

Y no es cuestión de oportunismo, que en el blog se pueden ver entradas de otros años hablado de mi afición a las torrijas. De hecho, hoy han caído dos torrijas para desayunar. Una antes de salir a correr y otra, después. Según el Garmin, que calcula las calorías gastadas durante el ejercicio por la cuenta de la vieja, he gastado 892 calorías.

En este artículo hablan de cuantos kilómetros hay que recorrer para quemar las torrijas. Y dice algo así como término medio podemos acordar que unos 100 gramos de torrijas tienen entre 200 y 230 calorías; pero claro, no es fácil encontrar una torrija que pese 100 gramos. Generalmente suelen andar sobre los 200 gramos de peso, lo cual significa que en una sola torrija podemos llegar a consumir entre 400 y 460 calorías por torrija. Hablamos siempre de torrijas de leche, de las que se preparan con huevo, leche, azúcar y canela.

He pesado las torrijas y son de aproximadamente de 150 gramos, así que andarán como máximo por 345 calorías. Es decir, que esta mañana me he metido entre pecho y espalda 690 calorías y he quemado 892, así que el artículo de marras me ha alegrado el día.

Hoy, como es Jueves Santo, he quedado a las nueve de la mañana con mi tocayo y con una amiga para hacer unos kilómetros, tampoco muchos que la maratón está cerca. Hacía una buena temperatura, aunque no me hubiera importado un par de grados menos. Hemos bajado al Parque Lineal, hasta el segundo puente y vuelta, por lo que hemos hecho 12 km en un tiempo de 1:01:56 @ 5:09 min/km. Y eso que decía mi amiga que tenía las piernas cansadas, pero nos ha llevado a buen ritmo.

Ochocientos kilómetros y ya rotas

Llevo tres pares consecutivos con el modelo de zapatillas Adidas Supernova Glide 7. Me compré las primeras en una tienda física y los otros dos pares por Internet. Corrí con esas primeras 1096 kilómetros y aún las uso para andar con ellas. Con las segundas estuve 996 kilómetros, pero ya llevaba bastante con las zapatillas rotas y una de las zapatillas de este tercer par se ha roto a los 812 kilómetros. Al final va a tener razón aquel que decía que las zapatillas que venden por Internet son de peor calidad.


Un buen boquete en la zona interior de las zapatillas

Habíamos quedado a las 18:30, pero ha habido varios desertores, así que únicamente estábamos Emilio el incombustible y un servidor. Nos encontramos con Emilio R., pero duró poco con nosotros porque decía que no se sentía bien. Hacía una temperatura bastante elevada, sobre los 25º, que invitaba a tomarse el entrenamiento con calma. Y eso es lo que hemos hecho, hemos ido a un ritmo bastante tranquilo.

Emilio iba vestido con la ropa que llevará en la media maratón, ya que va a actuar de guía de 1h50. Una bonita camiseta, un pantalón chula y unas zapatillas con buena pinta. Todo Adidas.

Hemos hecho vuelta y media en Pradolongo y otro poco en Parque Sur totalizando 10 km en un tiempo de 55:47 a un ritmo de 5:34 min/km. Un ritmo bastante lento, pero ideal para recuperar las piernas de la paliza del fin de semana.

Los organizadores contraatacan

El otro día comentaba en esta entrada que el médico Josep Brugada ponía a caer de un burro a la gente que corría maratones tachándoles poco menos que de inconscientes y eso, puede afectar al negocio de los que organizan estos eventos. Pues bien, los organizadores no se han quedado de brazos cruzados y el viernes hubo un acto «Maratones por la salud» enmarcado en el Día Mundial de la Salud donde se quiso lanzar un mensaje de tranquilidad frente a los que dicen que correr no es sano.

En la Ciudad de las Artes y la Ciencias de Valencia se reunieron los organizadores de las maratones más importantes de España para tranquilizar a la población de corredores. Cosas como «debemos ser capaces de fomentar hábitos saludables y frenar malas prácticas» o «correr una prueba de larga distancia no tiene por qué ser perjudicial para la salud, pero se debe hacer bajo unos controles» y cosas así.

Yo creo que no les falta razón ni a unos ni a otros. Hacer deporte es bueno, digan lo que digan, pero hacer burradas no lo es. Entonces es muy importante tener buena cabeza y no lanzarse a hazañas bestiales sin más ni más. Que de comenzar a correr a hacer maratones es conveniente seguir una progresión lógica y si es aconsejado por un entrenador, mejor y si encima te haces una prueba de esfuerzo, miel sobre hojuelas. Pero sobre todo, cabeza.

Yo no soy quien para dar consejos porque mi primera popular fue una media y la siguiente, una maratón. Pero bien es verdad que llevaba mucho tiempo corriendo, montando en bicicleta y haciendo otros deportes. Así que no pasé de una vida sedentaria a hacer una maratón.


El domingo pasado, día de tirada larga, pinché miserablemente debido quizás a la inactividad. La jugada era hacer 21 km y este domingo seguir con la progresión y hacer 23. Pero como lo tuve que dejar cuando llevaba 18, no tenía muy claro si podría hacer los 23 originalmente previstos, pero salí con esa idea.

Quedé con Miguel y una amiga a los que había conseguido convencer de hacer la kilometrada. Bajamos al Parque Lineal y cuando se nos acabó el parque seguimos por el camino paralelo a la vía del AVE, dejando las vías a la izquierda, hasta que el camino atraviesa las vías por debajo. Allí, a la altura de la M-50 volvimos hacia donde habíamos salido pero ahora, lógicamente, por el otro lado, hasta el puente del Gavia donde volvimos cruzar las vías para poco después llegar al Parque Lineal y volver por el camino de ida.

En total 23 km en un tiempo de 2:03:40 @ 5:22 min/km, en la que va a ser la tirada más larga de cara a la ya casi inminente maratón. Y si la semana pasada las sensaciones fueron horrendas, hoy han sido muy buenas.

¿Secuelas de la lumbalgia?

Llevo varios días que no me molesta el lumbago en absoluto; sin embargo, me duele la pierna izquierda de extraña manera, ya que nunca me había dolido así. Me duele sobre todo por la parte de atrás, arriba, a veces incluso el glúteo. No sé qué demonios será. Afortunadamente cuando corro no me molesta prácticamente. De todos modos, tendré que ir al fisio o a un masajista a ver si pueden hacer algo.

Había quedado con Miguel a las 9:00. Quería probar si después de haber estado con el lumbago podría llevar un ritmo decente durante seis kilómetros. La idea era hacer esos 6 km tratando de ir a un ritmo de 4:45, pero me costó lo suyo, de hecho se me fueron un par de ellos por encima, quizás debido a la inactividad por el lumbago.

De todas formas me doy por satisfecho, no se puede de repente ir a tope como si no hubiese pasado nada. Hicimos en total 16 km en un tiempo de 1:20:48 @ 5:03 min/km.

¡Por fin he conseguido bajar de setenta kilos! Hoy marcaba la báscula 69,4 kg. Sería un puntazo bajar un poco más y llegar a la maratón con 68, pero lo veo difícil.

Mosquitos para merendar

Hoy hemos hecho un entrenamiento largo para ser un jueves y eso es debido a que esta semana va a ser la de más kilómetros de cara a la maratón. Ya sé que esta semana debería ser de ir disminuyendo kilometraje, pero cuando uno va tarde en la preparación, hay que intentar hacer kilómetros como sea.

Habíamos pensado hacer 15 km por lo que adelantamos la hora de salida a las 18:30. En el punto de encuentro nos dimos cita Joaquín, Emilio y un servidor. Bajamos al Parque Lineal y nos encontramos nubes y nubes de mosquitos que costaba trabajo no engullirlos. Joaquín iba echando pestes de tanto insecto volador, diciendo que él no volvía más por allí. Lo cierto es que había más mosquitos de lo habitual, no sé si será porque era por la tarde y yo suelo ir por la mañana o era ese día en concreto que había más por lo que fuese.

Tampoco hicimos demasiados kilómetros por el Parque Lineal porque Emilio hubiera hecho demasiados kilómetros y él tampoco necesita muchos porque no hará la maratón, sólo la media. Eso sí, llevará la «vela» de 1h50, así que si alguno quiere hacer ese tiempo, que se acople a este hombre que lo clava.

Después de subir del Parque Lineal cruzamos Pradolongo y llegamos al Parque Sur para dejar a Emilio y ya continuamos Joaquín y yo callejeando. Hice en total 15,5 km en un tiempo de 1:22:16 @ 5:17 min/km.

Cada día enterramos a uno

Leo con estupor un artículo aparecido en La Nueva España donde un médico llamado Josep Brugada dice que cada fin de semana enterramos a un runner, hay que parar esto. No sé si se basa en estadísticas o en suposiciones personales, pero me parece un poco exagerado.

Digo que es un poco exagerado porque cada vez que fallece un individuo en alguna carrera aparece en todos los medios ese fallecimiento y la verdad es que no todas las semanas leo ese tipo de noticias, de hecho es raro leer que un corredor ha muerto.

Sí me parecen acertadas otras declaraciones que se pueden leer en el artículo como ahora parece que si no haces cuatro maratones al mes no eres nadie. Y es cierto, hay que tomarse el deporte con mesura, que lo importante es estar corriendo muchos años y no quemarse en pocos años. O también decir que habría que hacerse un chequeo médico antes de participar en una maratón. Reconozco que la primera prueba de esfuerzo y también la última fue en enero de 1989 cuando me saqué la licencia de triatlón. Y sí, debería hacerme otra prueba de esfuerzo porque aunque no he parado de correr desde entonces y he hecho unos cuantos maratones, quien sabe cómo anda el corazón. También es verdad que estos últimos maratones me los he tomado con mucha tranquilidad, así que no creo que el corazón haya sufrido mucho. De todos modos, en mi descargo diré que aunque no me haya hecho ninguna prueba de esfuerzo, si me ha hecho electrocardiogramas con cierta frecuencia y estaba todo bien.

Y hoy durante el entrenamiento tampoco ha sufrido mucho el corazón porque hemos hecho dos vueltas muy tranquilos, totalizando 10 km en 54:04 @ 5:24 min/km. Más ha sufrido viendo el partido del Atleti contra la Real Sociedad y no sé si a los aficionados del Atleti les aconsejan también que se chequeen el corazón.

Peor que en muchas maratones

Se me había metido en la cabeza que hoy debía hacer entre 21 y 22 km. Lo cual ya me parecía una locura después de haber estado parado once días, pero me parecía factible.

En un principio iba a salir por la mañana, pero no ha podido ser, así que he salido a las seis de la tarde con una amiga. Después de haberme metido a la hora de comer un buen plato de garbanzos y haber visto por la tele la brutal victoria de Gilbert en el Tour de Flandes, salí muy motivado.

La idea era dar unas vueltas en Pradolongo y otras en Parque Sur. Pradolongo parecía una verbena, estaba lleno de gente paseando, bailando, jugando, vendiendo globos, cerveza, había gente de todo tipo. Y no es raro, ya que la temperatura era muy agradable, unos 18 grados.

Después de hacer unos 14 km hemos salido del parque. Se me ha ocurrido la idea de entrar en el polideportivo de Orcasitas a beber un trago de agua, ya que no funciona ninguna de las fuentes de Pradolongo. Algo tremendo.

Creo que ha sido un error, porque luego me ha costado horrores arrancar y ya nunca he vuelto a coger un ritmo en condiciones. Los kilómetros por Parque Sur han sido terribles, llevaba las piernas en peor estado que en muchas maratones. Mi amiga, viendo que iba tan despacio y con tan mala cara, me ha propuesto parar y me ha parecido bien, no tenía mucho sentido ir pasándolas canutas. Así que me he quedado solo en 18,4 km en un tiempo de 1:42:22 @ 5:33 min/km.

Creo que he cogido un pajarón de escándalo, pero no sé por qué, porque había comido un buen plato de garbanzos no muchas horas antes. Quizás no me ha sentado bien temperaturas tan altas, quizás el problema es que he sido muy ambicioso queriendo correr mucho después de haber estado parado, ¡quién sabe!