Entrenamientos mes de diciembre 2015

Después de correr hace dos días la San Silvestre de Villaverde, llegó el último entrenamiento del año. Fue el día 29 de diciembre y consistió un entrenamiento muy suave por Madrid Río haciendo el mismo recorrido que el del día 23. Tuvimos que acercarnos a una zona cercana a la Glorieta de Cádiz y desde allí nos acercamos a Madrid Río y fuimos dirección Casa de Campo, subimos por el Paseo del Embarcadero y poco antes de llegar a la valla vuelta por el mismo camino. Fueron unos 10 km a un ritmo entre 5:20 y 5:30 calculo a ojo porque no llevamos cronómetro. El domingo, el día de la San Silvestre, marcaba la báscula 69,4 kg. Me parece una barbaridad haber subido un kilo en una semana, tampoco es que me haya pasado tanto con la comida. No sé, no sé.

Es toda una tradición salir a correr el día de Navidad. La cena de Nochebuena suele ser copiosa (y eso que trato de controlarme lo más posible) y es una buena jugada salir a correr para desgastar un poco lo comido. Además este día también toca comida familiar, así que todo lo que se queme bien está. Había convocado un entrenamiento conjunto a las 11:00 en el punto de encuentro a todos los compañeros y compañeras pradolongueras que quisieran asistir y nos juntamos cuatro, que no está nada mal. Bajamos al Parque Lineal y nos cascamos 14 km a un ritmo algo más tranquilo que el día anterior. Lo único malo es que casi al salir del Parque Lineal me tropecé con una piedra y caí al suelo. Menos mal que llevaba guantes y manga larga, así que no me rocé en ninguna parte. Y con este día de Navidad han sido tres días corriendo seguidos, cosa que no suelo hacer, que añadido al entrenamiento que hice el lunes y la San Silvestre que haré el domingo, sumarán cinco día de entreno, parezco casi un profesional 🙂

Me gusta salir a correr el día de Nochebuena, es una tradición, igual que ir a hacer la ronda con los amigos por lo bares del barrio después y cantar villancicos. Así que quedé con Joaquín a las nueve de la mañana y bajamos al Parque Lineal. Al llegar al parque incrementamos el ritmo, aunque tampoco exagerado, y tratamos de mantener ese ritmo vivo durante todo el trayecto por el parque. Luego al salir, de vuelta a Pradolongo, ya bajamos la velocidad y volvimos más tranquilos. En total hicimos 14 km en un tiempo de 1:11:00 a un ritmo de 5:04 min/km. Por cierto, hacía un frío de mil demonios, andaba la temperatura por los dos grados únicamente.

Esta semana navideña estuve de vacaciones, así que el día 23 de diciembre lo aproveché para salir por la mañana con la luz del día. Fui con una amiga por Madrid Río, ya que por un asunto tuvimos que acercarnos a un lugar próximo a la Glorieta de Cádiz. Cerca de allí nos acercamos a Madrid Río y por allí hicimos el recorrido que he descrito en el último entrenamiento del año que, curiosamente, es el primero de esta entrada. Fueron en total 10 km en un tiempo de 50:38 @ 5:03 min/km. Los cinco kilómetros de ida fuimos a un ritmo no muy fuerte, pero sin dormirnos, y a la vuelta hicimos cuatro kilómetros a muy buen ritmo, bajando de 4:45.

El día 21 de diciembre, un día después de las elecciones generales salí a correr con una amiga para celebrar algo, no sé el qué, ¿quizás el fin del bipartidismo? Como salimos por la mañana, decidimos acercarnos al Parque Sur, porque por la noche, según cuentan, está muy mal iluminado. En un principio se nos pasó por cabeza hacer algunas cuestas, pero nos dimos cuenta que las cuestas de la Carrera del aceite nos habían dejado las piernas bastante cansadas y hacer otra vez cuestas… Mejor para otro día. Así que hicimos tres vueltas, tratando de no acercarnos demasiado a la A42 para no respirar demasiada mierda, aunque sospecho que un poco más dentro del parque tampoco soluciona nada. Hicimos tres vueltas y un poco más para completar 10 km en un tiempo de 52:39 @ 5:15 min/km. No está nada mal para haber corrido a tope dos días antes. Por cierto, que ya empieza a notarse que estamos en el mes de diciembre, porque la báscula marcaba hace un par de día 68,4 kg. Ya he vuelto a subir otra vez a los 68. Como lo hablaba el otro día con Joaquín, este mes de diciembre no sólo no vamos a perder ese kilo, sino que habrá que tratar de no coger muchos.

El 17 de diciembre estábamos a dos días del sábado 19, que era el día en el que llegaba una de las carreras más emotivas del año, la Carrera del aceite, que se celebra en mi pueblo, en Los Navalmorales. Así que no era cuestión de cansar las piernas en este último entrenamiento previo a la gran carrera. El año pasado había estado entrenando específicamente para esta carrera, haciendo muchos días cuestas, pero este año, el entrenamiento para la media de Villaverde me había desviado de este objetivo y dos días antes no iba a hacer ya gran cosa para mejorar el asunto, así que tranquilito, charlando con Joaquín completamos las dos vueltas y un poquito más para totalizar 10 km en 55:53 @ 5:35 min/km.

Parece que no, pero cuando salí el 15 de diciembre, una semana después de la media de Villaverde, todavía notaba las piernas algo cansadas y además tenía una bonita ampolla en el talón del pie izquierdo. La ampolla era debida a que el domingo no tenía ganas de correr, hacía frío para montar en bici y opté por ir a andar. Pero me pasé con la caminata y acabé haciendo 16 km. Curiosamente, llevo con las zapatillas corriendo desde abril y las primeras molestias que he tenido ha sido hoy ocho meses después de estrenarlas. Está claro que no se corre igual que se anda. A lo que iba, que entre eso y que el sábado tocaba carrera, no era cuestión de machacarse aún más la piernas, por lo que tocó entrenamiento suave. Y tan suave que fue que hicimos los 10 km en un tiempo de 57:03 @ 5:42 min/km. De hecho, según iba corriendo notaba que algo pegajoso me subía por la pierna, ¡¡¡era un caracol!!! Así de deprisa íbamos.

El 10 de diciembre fue el día después del gran reto. Resulta raro salir a entrenar un jueves y que el martes no haya habido entrenamiento, sino carrera, pero este año tocó así. Joaquín estaba pletórico, muy contento después de su gran carrera en Villaverde. También agradecido, decía que mi compañía le había venido muy bien para no entrenar solo estos días oscuros de otoño. Hoy, por supuesto, tocaba regenerativo, por lo que hicimos 10 km en un tiempo de 56:44 @ 5:40 min/km. Ritmo tranquilo y charla, como diría nuestro compañero Esteban, un orgasmo detrás de otro.

Después de correr la media de Villaverde, nos marchamos a casita y nos adecentamos todos, porque a las dos teníamos la gran cita de la temporada: la comida navideña pradolonguera 2015. Que estuvo realmente bien. Comimos de lujo, a muy buen precio y con una compañía inmejorable. Y en el barrio, muy cerca de nuestro amado parque de Pradolongo.

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Los veteranos corredores de Pradolongo rodeando al campeón del duelo

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Todos querían arrimarse a las chicas

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¡¡¡Y acabamos jugando al mus en el bar de Lico!!!

V San Silvestre de Villaverde Alto

Hoy he tenido la fortuna de participar en la San Silvestre de Villaverde Alto. Y digo la fortuna porque es una carrera muy emotiva, con ese sabor a antaño que tanto nos gusta a aquellos que llevamos ya unos cuantos años corriendo.

El año pasado nos presentamos diez pradolongueros en esta prueba y este año uno menos, pero no está mal tampoco. De nuevo, hay que agradecer a Juan Carlos del Herbolario dBambú el que nos hiciera las inscripciones. ¡Muchas gracias Juan Carlos!

También es de bien nacidos agradecer a la Asociación de Vecinos La Incolora sus desvelos para sacar adelante esta carrera, que aunque parezca fácil, no lo es. Para mí, desde luego, la organización fue perfecta.

Habíamos quedado el grupo de pradolongueros en el punto de encuentro habitual del parque a las once en punto de la mañana, justo una hora antes del comienzo. Estuvimos hablando si ir corriendo desde allí o acercarnos en coche, pero al final nos decantamos por el vehículo, debe ser por llevar la contraria a los consejos del ayuntamiento…

En diez minutos estábamos aparcando junto al parque Plata y Castañar, nos dirigimos raudos al auditorio donde estaba montado todo el tinglado y esperamos un poco a juntarnos todos para hacernos esta bonita foto:

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Pradolongueros en la San Silvestre de Villaverde Alto

Después de la foto dejamos la ropa en el guardarropa y nos dimos cuenta que la temperatura era muy buena para correr. Si el año pasado hacía un frío de mil demonios, este año se estaba la mar de bien en camiseta de tirantes.

Este año habían cambiado el circuito, ya no había que dar dos vueltas por el parque Plata y Castañar, sino que se hacía un buen tramo por un camino paralelo a la A42 y se volvía por el carril bici paralelo a la ida. Con este añadido y una vuelta parecida (o igual) a la del año pasado se completaba un recorrido de 3,9 km que como decía la organización: aunque llano, es un pelín durillo dada la variedad de terreno por el que discurre: hierba, tierra, carril-bici.

Estuvimos calentando por ese tramo nuevo y cinco minutos antes de la salida nos pusimos en el pelotón, prestos y dispuestos a correr a todo lo que dieran nuestras piernas. La salida se daba cerca de un campo de fútbol que había que atravesar a lo largo, pero para llegar al terreno de juego antes había que subir un montículo.

Dieron la salida y todos salieron como posesos. Algunos jovenzuelos, ya antes de que acabase el campo de fútbol iban aflojando la marcha. Otros miraban hacia atrás buscando a sus amiguetes, pero otros zumbaban de lo lindo. Yo también salí como un poseso, sin mirar atrás porque había que poner toda la atención en el terreno, que era muy accidentado por los cambios continuos de dirección y de terreno.

Había hablado con Joaquín de ir juntos y tratar de bajar de cuatro minutos todos los kilómetros, por lo que había que salir rápido y mantener ese ritmo hasta el final. Joaquín me adelantó poco antes de llegar al primer kilómetro y se puso en cabeza. Yo iba detrás, a dos metros, tratando de mantener su velocidad. En estas que llegamos al primer giro de ciento ochenta grados, cerca del estanque de tormentas. Allí había un árbol que había que rodear, yo no calculé bien y me di un buen golpe en la cabeza. Menos mal que llevaba gorra y algo debió amortiguar, aunque soy de cabeza dura.

Después del giro se pasa de acera a carril bici y se va rodeando ese estanque de tormentas y se va dejando a mano izquierda un campo de fútbol -no el de la salida-. Allí hay una pequeña cuesta arriba que hace más difícil seguir el ritmo vivo. Fue en esa cuesta donde adelantamos a una chica de rubia y rizada melena que fue al final la segunda clasificada.

Acaba la cuesta arriba, se convierte en bajada y se entra de nuevo en el parque Plata y Castañar donde se abandona el carril bici y comienza la tierra. Allí Joaquín empezó a zumbar de lo lindo y me costaba seguir sus pasos. Enseguida llegamos al kilómetro dos y al rebufo de la primera chica. Estuvimos un rato detrás de ella y de algunos que iban a su alrededor porque no era sencillo adelantar al ser un sendero estrecho, que luego se convirtió en acera y posteriormente, al hacer un giro de noventa grados, en un carril de tierra, pero bien compacta y pavimentada. Allí adelantamos a la chica que fue la ganadora de la carrera y fuimos atravesando el parque llevando una trayectoria más o menos paralela al Paseo de los Ferroviarios, hasta llegar al final del parque y realizar un giro bastante brusco en una ligera bajada donde se cumplía el tercer kilómetro. Hasta ese punto habíamos hecho 3:53, 3:53 y 3:59 por lo que el objetivo de bajar de cuatro en todos los kilómetros estaba casi hecho.

Sin embargo, el último kilómetro es en buena parte cuesta arriba y ahí nos fuimos dejando unos segundillos que luego aunque apretamos en el tramos final no conseguimos rebajar, haciendo esos 900 metros por encima de lo previsto, a 4:02 y totalizando la prueba con un tiempo, según mi cronómetro, de 15:16, aunque la organización me dé un par de segundos menos, pero algo debió fallar en el cronometraje porque entré de la mano con Joaquín y a este le dieron 15:05.

Después de entrar en meta nos obsequiaron con una bolsa de la compra de plástico fuerte y resistente con una banana y una botella de agua, además de otra botella de agua y un refresco. Todo un derroche de generosidad teniendo en cuenta que el precio de la inscripción fue de 1 €.

En la entrega de trofeos, no hubo categorías, dieron una copa a los tres primeros clasificados en categoría masculina y a los tres primeros clasificados en la femenina. Una de las pradolongueras, Ninfa, se hizo con el tercer puesto de la categoría femenina. Pero hubo otros, que aunque no subieron al cajón, obtuvieron puestos de honor en la carrera. Joaquín fue el primero en categoría Master 55. Emilio fue también primero, pero en categoría Master 65 y Marisa fue segunda en Master 45. Yo sólo pude ser cuarto en Master 45 y es que de donde no hay, no se puede sacar 😉

Una magnífica carrera con un sabor a antaño de las que enamoran. El año que viene volveré seguro. Se han ganado mi corazón.

XIII Carrera del aceite

Marzo de 1975: mi padre es trasladado a otra localidad y toda la familia abandonamos Los Navalmorales; sin embargo, no estábamos lejos y las visitas al pueblo eran frecuentes y casi todos los veranos los pasaba allí.

Septiembre de 1985: mi último verano en el pueblo. Desde entonces las visitas al pueblo se fueron espaciando cada vez más y en los últimos años visito el pueblo que me vio crecer de pascuas a ramos; es por esto que cuando descubrí la Carrera del Aceite decidí que participaría siempre que pudiese en esta carrera, ya que me sirve de excusa perfecta para visitar este bonito pueblo del que tengo tantos recuerdos.

Cuando venía de camino me iban viniendo a la cabeza recuerdos de tiempos pasados y la nostalgia me iba embargando. Recuerdo aún, como si fuese hoy, las palabras de mi padre siempre que nos acercábamos al pueblo, después de pasar las interminables rectas viniendo de Malpica: «ya veo la Sierra del Santo». Hoy sin embargo no se veía, el humo de los molinos de aceite lo impedía.

Es por tanto, la carrera del aceite, no una prueba atlética sino una peregrinación al pasado, un viaje a la nostalgia, un reencuentro con mis recuerdos y sobre todo un torrente de emoción cuando llego al lugar donde mi padre descansa, donde me siento más cerca de él.

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Ya se ha convertido en una rutina que espero cada año con anhelo. Espero a que salga las inscripciones, me apunto y aguardo impaciente hasta el día señalado. Me levanto temprano, desayuno, salgo de mi casa, me monto en el coche y cuando me desvío de la carretera de Extremadura en la salida 86, cuando la carretera pasa de una autopista de dos carriles de ida y otros tantos de vuelta a una carretera comarcal estrecha es entonces cuando la memoria retrocede un montón de años y ya no voy montado en el coche, ahora estoy en un era con los amigos, persiguiendo un balón y desollándome las rodillas con las piedras.

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Este año llegamos con el tiempo un poco justo. Aparcamos el coche, fuimos a recoger los dorsales al silo y volvimos al coche a cambiarnos de ropa y disfrazarnos de corredores. Mientras nos cambiábamos, nos encontramos con Tito, que enseguida me reconoció. Estuvimos hablando un buen rato y una de las cosas que comentó fue que la carrera debería ir por las calles del pueblo y no por las afueras y la verdad es que tiene toda la razón.

A mí me gustaría más bajar toda la carretera hasta la iglesia, subir hasta el Rollo, pasar por la plaza de las flores, subir por la calle Concepción, empalmar con la calle del Caño y bajar por la calle Antonio Palomeque otra vez a la carretera. O incluso callejear aún más para recorrer más calles. Pero esto es un deseo y no creo que sea fácil de cumplir. Imagino que es más fácil sacar la carrera por los caminos fuera del pueblo y cortar las menos calles posibles.

Después de departir gustosamente con el bueno de Tito, nos despedimos y estuvimos haciendo la vuelta para ver si era la misma de los años anteriores y sí, lo era. Ya sabíamos a los que nos íbamos a enfrentar.

Con puntualidad suiza, a las 11:30 dieron la salida. Calculaba a ojo que seríamos unos cien participantes y como suele ocurrir en esta prueba, había gente de mucho nivel, tanto hombres como mujeres. En el calentamiento había visto a la china Dong Liu y a mi paisano Marcos Bueno. Ambos han ganado esta prueba ya unas cuantas veces. También vi a José Felix, conocido como el somalí madrileño, que con su camiseta amarilla del club Akiles se postulaba como uno de los hombres fuertes de la carrera. Luego me comentó que acababa de salir de una lesión y que no estaba todavía a tope.

Como ocurre siempre en estas carreras cortas y con gente de mucho nivel, el personal sale a toda pastilla, como si no hubiese mañana, y enseguida ocupas tu nicho en el hábitat de la carrera, sobre todo una vez que se corona la cuesta por primera vez, poco antes del punto kilométrico uno. Las bajadas se me dan fatal y en la primera de ellas me adelantó un tipo con una buena melena que bajaba bastante deprisa.

Después de esa bajada tan pronunciada se llega al punto más bajo, cuando se pasa por el arroyo -que no llevaba ni gota de agua- y empieza una segunda subida ni tan larga ni de tanta pendiente como la primera para llegar hasta la carretera y ya en terreno llano llegar a la gasolinera para pasar esta y alcanzar el arco de meta donde empieza la siguiente vuelta.

Como a diez o quince metros iba un pequeño grupo donde marchaba una mujer a muy buen ritmo. Pensé que a lo mejor podía llegar hasta ellos, pero no iba a resultar fácil porque iban a un ritmo muy parecido al mío.

En la segunda vuelta poco cambió mi posición, mantuve mi puesto apretando los dientes en la subida y tratando de bajar lo mejor que pude, o sea, mal. Al pasar por meta otra vez vi que la chica del dorsal siete (luego supe que era Mónica Yerra) me seguía sacando unos metros, pero después de una vuelta no había conseguido recortar ni un segundo.

En la tercera vuelta subí más o menos bien y en la bajada me adelantaron dos chicas que iban como almas que lleva el diablo. Con mi triste zancada no pude ni seguirlas y vi que se iban alejando poco a poco. Ellas veían que Mónica Yerra no estaba muy lejos e iban a por ella. Pero les pasó lo mismo que a mí, que no conseguimos alcanzarla.

Ya llegando a meta pude presenciar la pelea por parte de las dos chicas que me habían adelantado por ver quien llegaba antes. Había varios litros de aceite en juego y merecía la pena esforzarse por llegar una delante de otra. Al final fue María Lourdes Pérez quien llegó unos segundos antes que Isabel Ojea. Yo llegué unos segundos por detrás de Isabel haciendo un tiempo oficial de 19:09 que es mejor que el año pasado, pero sospecho que este año el circuito es algo más corto. Debieron poner las vallas más cerca de la gasolinera.

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Después de llegar a meta, fuimos al coche a cambiarnos y después volvimos a ver las clasificaciones. Mi amiga con la que me había acercado al pueblo se ha llevado estos últimos años alguna garrafa de aceite, pero este año sólo pudo ser séptima de su categoría. Lástima.

Después de mirar las clasificaciones nos pasamos por el restaurante Las Ruedas y nos tomamos unos cortos, fieles a la costumbre de este pueblo. Luego, vuelta a casa. El año que viene aquí estaremos.

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XXXII Media maratón de Villaverde

Crónica dedicada a Pepe, pradolonguero de pro y fan de mis batallitas. Va por ti, campeón.

Algunos se empeñan en llamar a esta carrera la media maratón de Villaverde, pero para todos los pradolongueros, es y será el duelo de la minutada, ya que dos ilustres pradolongueros: Joaquín y Miguel se habían retado en esta carrera, en la que Miguel había amenzado a Joaquín con meterle una minutada.

Lo de la minutada es un concepto difícil de definir no sólo por parte de los contendientes, sino por el resto de los mortales. Unos hablaban de cinco o seis minutos, otros quizás exagerando, proclamaban incluso hasta veinte. En este mismo blog, en una entrada había tratado de «objetivar» en minutos ese etéreo concepto y había llegado a la conclusión que teniendo en cuenta las edades de cada uno, hasta once minutos podría ser una distancia asumible.

Informadas las partes de las ideas de cada uno de esa posible diferencia en meta, se había llegado a un acuerdo tácito de que una diferencia mayor de seis minutos podría ser considerada una minutada, ya que por un día dejábamos de lado el concepto edad y el lastre que supone.

Así las cosas, en un rincón se presentaba Miguel, peso semipesado, edad 41 años y prometiendo hacer 1h24. En el otro rincón, Joaquín, peso wélter, edad 56 y con la idea de acercarse a la hora y media. Ambos prometían una lucha a muerte en un combate a 21 asaltos.

He de decir que en el rincón de Joaquín se encontraba un servidor, tratando de ayudar en lo que fuera posible. Principalmente con la idea de marcar el ritmo para conseguir el objetivo de la hora y media.

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Esperando el pistoletazo de la salida. Foto cortesía de Emilio R

Comenzó la carrera y ya en los primeros metros vimos como Miguel iba con un paso más vivo y que no iba a ser tarea fácil minimizar la diferencia, más bien al contrario. Si no desfallecía, su triunfo era seguro. El primer golpe fue psicológico, pero Joaquín lo encajó sin demasiados problemas y seguía con la defensa alta y con un buen juego de pies.

Entramos en el Parque Lineal y yo iba mirando el cronómetro para no acelerarnos en exceso. Un ritmo demasiado alegre al principio podía convertirse en nuestra tumba al final. Le iba cantando los tiempos cada kilómetro y el plan de la hora y media iba a la perfección, robando segundos en muchos de los kilómetros y teniendo que tirar de la rienda de vez en cuando porque Joaquín se desbocaba. De hecho, cuando pasamos por el primer tercio de la carrera, kilómetro siete, íbamos por debajo de la media hora, cumpliendo perfectamente nuestro plan. En el parque fuimos animados por un montón de pradolongueros que se habían desplazado para animar y presenciar in situ el gran duelo. Muchas gracias por vuestros ánimos. Da gusto tener compañeros como vosotros.

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En pleno Parque Lineal, pasado el km 7. Foto cortesía de @edutri3

Existen dos zonas en el Parque Lineal donde la carrera realiza un giro de ciento ochenta grados y, por lo tanto, se puede apreciar la diferencia entre unos y otros. En el primero de ellos, sobre el kilómetro nueve, vimos que Miguel iba a buen ritmo y que la diferencia entre él y nosotros era notable, algo más de dos minutos. Fue un duro golpe, directamente al hígado, de los que duelen, pero de nuevo Joaquín lo encajó a la perfección y no se vino abajo ni mucho menos.

A dos kilómetros y medio está el otro punto donde se cruzan los unos con los otros. Ahí, a la altura del puente nuevo, nos cruzamos de nuevo con Miguel. Se le veía bien acoplado a un grupillo y seguía llevando un buen ritmo. Miré el cronómetro y después de girar y llegar de nuevo al puente volví a mirar y marcaba justo tres minutos de diferencia. Íbamos por el kilómetro doce y la minutada se dejaba entrever. Iba a depender de quien de los dos iba a aguantar mejor la dureza del último tercio.

Le comuniqué a mi compañero que iban tres minutos de diferencia y eso le espoleó aún más y aumentó el ritmo, dispuesto a vender cara su piel. Ese cambio de ritmo a mí me mató, empecé a ir a un metro de su espalda y sufriendo por no descolgarme.

Se sale del Parque Lineal por un camino que pasa por debajo de la A4. El camino es de tierra y muy bacheado y cuenta con una interesante subida para llegar a la M-301. Desde allí se sigue subiendo para llegar a la calle Estefanita y por esta misma calle se siiiiiiigue subiendo hasta que se corona y se baja hasta la Plaza de los Metales. En ese punto estaba el kilómetro catorce, el segundo tercio, y aunque estos dos últimos kilómetros se nos habían ido a casi 4:30 al mirar el cronómetro vi que llevábamos 59:37 por lo que el objetivo de la hora y media aún era factible, aunque difícil.

En la Plaza de los Metales se gira a mano derecha y comienza una larga subida por la calle Berrocal. Una calle larga y cuesta arriba donde empecé a perder segundos y vi como Joaquín se iba alejando. No quise ser un lastre y le dejé marchar ya que si quería cumplir su objetivo mejor ir sin ninguna rémora.

Llevábamos unos kilómetros con un par de tipos a la chepa donde uno le iba diciendo a otro lo que tenía que hacer: ahora respira, ahora relaja, ahora estira la zancada, ahora sácate un moco, ahora lo tiras al suelo y así dale que te pego, sin parar de dar instrucciones. La verdad es que me estaban poniendo algo nervioso, yo no sé cómo iría el receptor de esas órdenes, pero yo conozco a una que le hubiese mandado bien lejos al emisor.

Después de esa larga calle comienza el tramo más feo de la carrera. La prueba se adentra en la parte antigua de Villaverde Bajo y comienza el slalom. Subir, bajar, curva a la derecha, curva a la izquierda, un túnel por aquí, un puente por allá, un parque, una acera y yo no sé cuántas cosas más. Imagino que si vas sobrado, es entretenido, pero si vas mal, cada accidente que te encuentras que te saca de la rutina es un obstáculo más.

En esos primeros tramos de slalom con curvas a derecha y curvas a izquierda fui atropellado por la pareja emisor receptor, ya que ellos consideraban que la raya blanca que estaba pintada en el suelo era un mero adorno, que el circuito va realmente por encima de las aceras. Cuando me arrollaron, de muy malos modos les indiqué que no está bien acortar y menos, atropellar a un tipo que va por donde debe ir.

De todos modos, esta parejita no eran los únicos «asaltaaceras», prácticamente a todos los que vi en estos tramos iban haciendo lo mismo. Se trata, sin lugar a dudas, de una fea práctica que para lo único que sirve es para engañarse a uno mismo haciendo menos distancia de la que debieran.

En esos tramos por el Parque de San Cristóbal, la subida a la Gran Vía de Villaverde, ya me iban cayendo los segundos como losas. En la Gran Vía, donde hay otro giro de ciento ochenta grados, me crucé con Joaquín al que vi que seguía a buen ritmo, lo cual me alegró considerablemente. Fue en ese punto donde me adelantó la chica que iba en cuarta posición. Traté de engancharme a su ritmo, pero ella iba muy bien y yo, muy mal, así que seguí remando en solitario.

Unos kilómetros antes, cuando pasé por debajo de la estación de cercanías de Villaverde Bajo al GPS se le fue la pelota totalmente y me marcó un kilómetro a 3:53 porque se comió un buen trozo, así que iba ya bastante descompensado los hitos kilométricos con los pitidos del GPS y eso, aunque es una tontada, incomoda un tanto.

Fui penando en esos últimos kilómetros utilizando la técnica maratoniana de no pensar en lo que queda sino únicamente en el siguiente kilómetro. Me iba animando mentalmente, venga que ya llegamos al 16, venga, que el 17 está cerca, vamos, vamos, que tenemos el 18 ahí mismo. Vamos, venga, que el 18 está ahí, a la vuelta de la esquina. ¿Pero qué 18 si ya estamos en el 19? Iba ya tan mal que me había «comido» un kilómetro. Así que cuando vi que era el 19 y que me había encontrado un kilómetro menos, me alegré y me animó. Además ahora el tramo era más llevadero en espera de la traca final, ese tramo de algo más de quinientos metros, todo cuesta arriba, que te lleva hasta el kilómetro 21.

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En el kilómetro 20. Foto cortesía de @edutri3

Iba ya muy escaso de fuerzas cuando empezó la subida, así que el único objetivo era no tener que reptar en ese largo tramo. Emilio II me animó a la mitad de la cuesta y el resto de amigos pradolongueros que estaban por allí ubicados, también. Eso hizo que pudiera subir algo mejor de lo que pensaba ese tramo, aunque sufrí como un c…

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En la cuesta final, sufriendo a tope. Foto cortesía del admin de forofosdelrunning.com

Llegué arriba y al entrar en el recinto donde está instalada la meta aceleré lo poco que pude, ya que venía gente por detrás con intenciones aviesas. No consiguieron pasarme por los pelos y me presenté en meta con un tiempo oficial de 1:32:23. Bastante lejos del objetivo, pero cuando no se puede, no se puede.

Nada más pasar la línea de meta me encontré con Joaquín, que como buen compañero me estaba esperando. Su tiempo en meta oficial fue de 1:30:55. Un excelente tiempo aunque se quedó un poco con la miel en los labios de no haber bajado de la hora y media, pero está muy, pero que muy bien.

Recogimos la bolsa del corredor y estuvimos buscando al otro contendiente para ver en cuanto había consistido la minutada, pero no aparecía por ningún sitio. La tierra se lo había tragado. Fuimos a ver a los compañeros pradolongueros que nos habían animado y Pepe nos indicó que había visto pasar a ambos y que la diferencia andaría por los cinco minutos o menos.

Después de cambiarnos llegó Miguel y nos dijo que su tiempo en meta era de 1h26. Comprobando las clasificaciones, se puede ver que el tiempo oficial es de 1:26:08 por lo que la diferencia entre ambos es de 4:47. Ni mucho menos una minutada. Queda claro, por lo tanto, que el campeón ha sido Joaquín. ¿Podría ser Villarrobledo la próxima ocasión donde se midan los contendientes?

Miguel no andaba muy contento porque quería bajar de 1h26, pero estuvo muy cerca y no es ésta una carrera para tratar de conseguir una buena marca. Con su estado de forma en el día de hoy hubiese hecho 1h24 (o menos) en Getafe o en Villarrobledo. O sea, que es para estar muy contento.

Joaquín tenía sentimientos encontrados. Por un lado feliz porque se había proclamado campeón del duelo, pero por otro lado le dolía no haber bajado de la hora y media. Pero igualmente aplicable lo de Miguel, esta no es carrera para marcas y debe sentirse más que orgulloso del tiempo conseguido.

Al cambiarnos, Joaquín se dio cuenta que no estaba su móvil en la mochila. Preguntamos en el ropero y nada, no sabían nada. Fueron al coche y allí estaba, afortunadamente. Nosotros nos quedamos en espera de que sacaran las clasificaciones, pero después de un buen rato esperando nos fuimos a casa pensando que no había ningún compañero en puestos de honor. Craso error, por la noche, consultando las clasificaciones vimos que Joaquín había sido tercero de su categoría.

¡¡¡Enhorabuena campeón!!!

Un día tan indicado como éste no podía acabar así. Era el día señalado para juntarnos todos los pradolongueros y celebrar la llegada de la Navidad de la mejor manera posible, que no puede ser otra que comiendo. Así que a las dos nos fuimos a un restaurante no muy lejos de nuestro querido Parque de Pradolongo y allí dimos cuenta de cuantas viandas nos pusieron por delante. Una velada muy agradable con una compañía inmejorable.

I Carrera popular villa de Gerindote

Hoy se ha celebrado la primera edición de la que han llamado «carrera popular villa de Gerindote». El año pasado y el anterior se celebró la segunda y primera edición de la «legua urbana de Gerindote», pero este año lo han cambiado de nombre -imagino- como una manera de cortar con el pasado.

Llegamos al pueblo y nos acercamos a por el dorsal. Nos dieron el dorsal, una bonita camiseta técnica y una riñonera azul muy atractiva. Vimos que no había mucha gente por los alrededores de la plaza donde estaba instalada la meta y la salida. Un paisano me comentó que había varias carreras ese mismo día en la provincia de Toledo y que los corredores se habían repartido. El año pasado había una cantidad ingente de corredores del equipo Training Rey capitaneados por el mismo Julio Rey y su esposa Vanessa Veiga, pero este año no sé si había alguno por ahí desperdigado y desde luego a los que no vi fue al matrimonio maratoniano.

Antes de dar la salida nos hicimos una foto frente al ayuntamiento para inmortalizar el momento:

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Antes del comienzo de la carrera

Además de cambiar el nombre de la carrera, también ha cambiado el circuito y el kilometraje. Si la legua del año pasado era de dos vueltas para completar 5,5 km poco más o menos, hoy había que dar tres vueltas y hacer 6,3 km. Como el martes es la media maratón de Villaverde, a la que estoy inscrito, y no quería machacarme mucho, que luego podrían faltarme fuerzas para la media, decidí acompañar a la amiga con la que había venido hasta este pueblo.

Había muy pocos corredores, así que cuando dieron la salida nos quedamos prácticamente solos. Unos cuantos salieron como galgos hacia delante y otros pocos se quedaron por detrás. Hicimos un primer kilómetro bastante rápido y luego ya fuimos cogiendo velocidad de crucero, aunque la segunda vuelta fue algo más lenta. Ya en la tercera, mi amiga apretó de lo lindo y la hicimos a buen ritmo. Llegamos a meta con un tiempo, según el cronómetro, de 28:44 y una distancia, según el GPS, de 6,2 km.

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A punto de finalizar la segunda vuelta

Después de la carrera la organización, bastante buena, por cierto, nos obsequió con unas ricas migas y un bote de refresco o agua. Pero lo mejor es que mi amiga no sólo consiguió quedar segunda en su categoría, sino que fue la primera de las locales, por lo que fue obsequiada con un buen jamón serrano.

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Pódium de las locales

Los deberes hechos

Hoy nos hemos juntado cuatro en Pradolongo, cosa rara. Pero aún así, nos hemos tomado el entrenamiento como un descanso activo más que otra cosa. Estábamos Joaquín, Emilio, Miguel y yo. Miguel venía, yo creo, a ver cómo estaba la cosa, que en cuatro días llega el gran duelo. Pero Joaquín no ha querido mostrar sus cartas. Decía que los deberes están hechos, que no hay que estudiar en el último momento para el examen.

Como siempre Emilio nos ha acompañado una vuelta y luego hemos seguido el trío, hasta llegar hasta la parte de abajo, que nos ha abandonado Joaquín y ya sólo hemos quedado mi tocayo y yo para terminar.

Hemos ido hablando, por supuesto, de la prueba del martes, ese gran duelo al sol en Villaverde y también de la posterior comilona que nos vamos a dar los pradolongueros por aquello de la llegada de la Navidad.

En total hicimos 10 km en un tiempo de 54:16 @ 5:25 min/km.

In crescendo

Según la wikipedia, crescendo (del italiano «creciendo») son términos que se utilizan en notación musical para indicar que se debe aumentar gradualmente la intensidad del sonido. Puede usarse también para cualquier actividad donde aumenta la intensidad. Por ejemplo, del ejercicio.

Hoy hemos hecho algo de eso. No era cuestión de darse mucha caña, que ya estamos a una semana, pero tampoco era cosa de ir de paseo, así que hemos aumentado el ritmo en el quinto kilómetro para tratar de alcanzar los 4:30 pero nos hemos quedado algo lejos, ya que salió a 4:38. Luego hemos aumentado el ritmo y hemos hecho el siguiente en 4:20. Y ya hemos seguido con la tontería. Otro apretón y el tercero en 4:13 y ya el último, a tope, en 4:02. Una bonita progresión.

Al final ha salido un entrenamiento entretenido, totalizando 10 km en un tiempo de 50:29 @ 5:03 min/km.

Satisfecho con los entrenamientos

La media de Villaverde no es sólo el duelo pradolonguero entre Joaquín y Miguel. Se trata también de mi objetivo de este último trimestre (o inclusdo del segundo semestre, me atrevería a decir) y debo decir que me encuentro satisfecho con los entrenamientos realizados hasta la fecha. El objetivo es hacer hora y media y tiene su dificultad, porque el recorrido de esta media no es sencillo. Primero porque gran parte es por el Parque Lineal, por caminos de tierra, que siempre se va más despacio, y giros bruscos que cortan mucho el ritmo. La segunda parte, por el barrio de Villaverde, tiene bastantes subidas y bajadas. Vamos, que vamos a tener que sudar la camiseta si queremos hacer ese tiempo. Y más va a tener que sudar mi tocayo si quiere sacar a Joaquín una minutada.

Hoy era la última tirada larga de cara a esta media. Si la semana pasada hicimos 18 km, hoy había que bajar un poco y decidimos hacer 17 km y, como siempre, la parte intermedia del entrenamiento tratando de mantener un ritmo de 4:30. Y la verdad es que nos salió bastante bien. Hicimos los tres kilómetros de calentamiento, luego 11 km a un ritmo de 4:28 min/km y los últimos tres kilómetros de enfriamiento. Se notaron los entrenamientos de semanas anteriores, ya que pude mantener con cierta decencia ese ritmo exigente durante los once kilómetros.

Fueron en total 17 km en un tiempo de 1:21:16 @ 4:47 min/km.

Hoy la báscula marcaba 68,2 kg rozando ya el hito de este segundo mes y todavía queda una semana para bajar más.

Sobre las Glide 7

El 21 de abril de este año estrené unas Adidas Supernova Glide 7. Cinco días después corrí la maratón de Madrid con estas zapatillas. Cero molestias. Ese fue su primer punto a favor. Y un punto muy importante.

Llevo con ellas unos 850 km y debo decir que son las mejores zapatillas que he tenido nunca… Al menos que yo recuerde. De hecho, las próximas que compre van a ser las mismas. Normalmente, cuando llevo tantos kilómetros ya empiezan las zapatillas a romperse por algún sitio, principalmente por la parte interna, pero éstas están aguantando como unas campeonas.

De todos modos, no sería la primera vez que me ocurre que compro un par y estoy totalmente convencido y luego compro otro y no son iguales. Espero que esta vez no sea así y pueda disfrutar al menos mil kilómetros con ellas.

Todavía con mis zapas viejas, hemos hecho el típico entrenamiento a umbral, que nos va a venir de perillas para la media. Cinco kilómetro tranquilos para poner las piernas a tono y luego cinco tratando de mantener 4:20. Han salido los kilómetros a 4:25, 4:20, 4:16, 4:17 y 4:24. A una media de 4:21, sólo un segundo por encima de lo previsto. Bastante bien.

En total han sido 10 km en un tiempo de 49:39 @ 4:58 min/km. Una media por debajo de cinco, algo extraño entre semana.

Cambiaron las temperaturas

Estamos gozando de un otoño bastante cálido, pero esta semana han bajado las temperaturas. Así que hoy ha sido día de estreno de la manga larga. Utilizo la técnica de coger la camiseta que está más abajo en el cajón y hoy ha tocado la que nos dieron en la media de Cantalejo, que es un poco llamativa. Y más llamativa ha quedado todavía después de venir de entrenar…

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Extraña sudada

Solemos tomarnos los martes con calma para hacer el jueves algo de calidad y hoy no ha sido una excepción. Una primera vuelta tranquila y una segunda, también. Así, he hecho 10 km en 54:45, un bonito tiempo capicúa.