Modo perder_peso=on

El objetivo de las navidades aparte de estar unos días de vacaciones, de visitar a la familia, de ponernos ciegos a comer y a beber, de correr la San Silvestre (nunca la vallecana) es no pasarme con el peso. Y es complicado, muy complicado.

El propósito era no aumentar más de un kilo en estas fechas. Y lo he conseguido. El día 21 de diciembre, antes de partir a participar en la Carrera del Aceite, la báscula marcaba 68,3 kg. El día 31, antes de salir a correr a la San Silvestre de Getafe, ya había subido a 68,9 kg. Y el domingo, antes de salir a entrenar, volví a subirme otra vez y la báscula marcaba 69,2 kg. Así que no me puedo quejar demasiado, pero el objetivo de los 66 kilos está cada vez más difícil.

El 17 de octubre de 2009 comencé con un sencillo plan de adelgazamiento que consistía en cuatro cosas bien simples, de sentido común, que me vinieron y me siguen viniendo fenomenal. Voy a copiar en esta entrada para «refrescar» mi memoria. La receta consiste:

  • Nada de fritos.
  • Nada de alcohol.
  • Nada de bollería industrial.
  • Nada de frutos secos, patatas fritas de bolsa, gusanitos, etc.
  • Prohibido picar entre horas, hasta un chicle es picar, ya que el estómago segrega jugos gástricos.
  • Nada de hidratos de carbono en las cenas.

Después de unos días de vacaciones, hoy he vuelto a entrenar en el horario habitual de siete de la tarde, martes y jueves. Nos hemos encontrado bastantes en el punto de encuentro, hasta seis y nos lo hemos tomado con mucha tranquilidad, estamos todos en un periodo de descanso activo, que diría el ínclito Manolo Saiz. Bueno, después de los sucedido con este individuo, seguro que «descanso activo» no es más que un eufemismo.

De todas formas, para mí ese descanso activo no es más que bajar un poco el pistón, pero sin dejar de correr… aunque ya se hablaba ayer de que el jueves la cosa iba a cambiar.

Hicimos las dos vueltas típicas completando 9,6 km en un tiempo de 54:20 @ 5:38 min/km. Más que descanso activo es casi descanso de sofá 😉

Alargando las cuestas

Empecé haciendo cuestas en Pradolongo. Eran cuestas más bien cortas y de poca pendiente. Luego pasé a Parque Sur donde las cuestas son algo más largas y, sobre todo, más empinadas y hoy he dado el siguiente paso que es hacer cuestas bastante más largas. Para ello he bajado al Parque Lineal, que tiene cuestas más largas que en cualquiera de los otros dos parques.

La verdad es que es una gozada vivir donde vivo, porque tengo tres parques «a tiro de piedra» cada uno de los cuales tiene características diferentes. Pradolongo es más llano, Parque Sur es algo más accidentado y el Parque Lineal tiene de todo.

En tres kilómetros se llega al Parque Lineal. Desde la puerta del parque hasta el comienzo de la primera cuesta hay unos quinientos metros, así que llegamos al pie del Cerro Coyote habiendo recorrido una distancia ideal para llegar caliente, con los músculos preparados para hacer un ejercicio intenso.

Se puede subir al Cerro Coyote desde tres sitios distintos. Nosotros elegimos el menos inclinado aunque más largo. Son casi quinientos metros de subida. Una vez coronado el mirador, se trata de bajar a buen ritmo para acostumbrar los músculos a las bajadas. Bajamos por un camino más corto, pero más inclinado.

Después de bajar de este cerro, trotando hacia el pie de la Cabeza de Ariadna, uno de los símbolos de este parque. La subida a la cabeza son trescientos metros, que hay que subir con brío. Se baja de la cabeza también a buen ritmo y se trota hasta el pie del Cerro Coyote. Y a partir de entonces se repite la jugada hasta tres veces, para completar seis cuestas arriba y seis cuestas abajo, que también dejan huella en las piernas.

De vuelta a casa, hay otra bonita cuesta para subir desde la calle San Mario hasta la glorieta del Doce de octubre. Son sólo doscientos metros, pero bastante empinados.

Total, que llegamos a casa con 12 km y con unas cuantas cuestas en las piernas. Esos 12 km los hemos recorrido en 1:06:11 @ 5:31 min/km. No es un ritmo muy allá, pero si se tiene en cuenta las dificultades orográficas, no está mal.

Antes del entrenamiento, como todos los sábados, a la báscula. Hoy marcaba 67,9 kg lo mismo que la semana pasada. No bajo, pero por lo menos no subo.

Se nota la diferencia

Después de tres entrenamientos por las cuestas de Pradolongo hoy he decidido dar un paso más. He trasladado el lugar de entrenamiento a Parque Sur donde hay unas cuantas cuestas también y además con más pendiente y más largas. Y se nota la diferencia, ha resultado un entrenamiento bastante más duro que los tres anteriores. Espero que estos entrenamientos sirvan para mejorar mis prestaciones en la carrera de mi pueblo, que me juego… nada.

Salí a eso de las nueve y media de la mañana y la temperatura estaba fresca, pero subiendo cuestas se entra en calor enseguida. Durante el entrenamiento me crucé un par de veces con un grupo bastante nutrido donde se veían prendas de abrigo. ¿Tanto miedo hay al frío?

Después de una primera vuelta, unos tres kilómetros, me dispuse a subir la primera cuesta, que es la más larga y la más inclinada. Y me costó bastante, no lo voy a negar. Luego las otras, después del primer sofoco, se me dieron algo mejor. Cada cuesta subida, era bajada al trote y así hasta completar la primera tanda de siete cuestas. Después de la última, trotando hacia el sur para empezar de nuevo la rutina de subir y bajar todas las cuestas.

Una vez acabadas todas las cuestas, un poquito más para enfriar y esta vez me ahorré los dos doscientos con los que suelo terminar porque debía volver a casa con cierta urgencia, que tenía cosas que hacer. Llegando a casa, ya caminando deprisa para bajar pulsaciones me quedé gratamente sorprendido por el bonito paisaje otoñal que se veía al lado de casa. En la foto se pueden apreciar los diversos colores otoñales.

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Precioso paisaje otoñal

Completé 8,36 km en un tiempo de 48:33 @ 5:49 min/km. Un ritmo bastante pausado, pero que no es para nada indicativo del esfuerzo que costó subir las cuestas.

Antes de comenzar el entrenamiento me subí a la báscula y marcaba 67,9 kg prácticamente lo mismo que la semana pasada. Me está costando bajar de ahí.

Peinando la zona

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua peinar tiene varias acepciones. Una es desenredar el pelo, otra es rastrear minuciosamente un territorio en busca de alguien o de algo.

A mí se me ocurre otra acepción: subir y bajar distintas cuestas en paralelo, haciendo un circuito en forma de púas.

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Circuito con cuestas en Pradolongo

La verdad es que toda esta introducción es una tontada, pero resulta difícil pensar qué poner en una entrada cuando ya he escrito más de mil y procurando que no se repita el tema.

Cuando me levanté estaba lloviendo así que opté por desayunar y salir más tarde. Tan tarde, que ya eran pasadas las doce cuando salí a la calle. Había quedado con una amiga y ambos nos acercamos al parque de Pradolongo a realizar el circuito de cuestas. Como había hecho en semanas anteriores, se trataba de hacer catorce cuestas en dos tandas de siete y siete. Esas siete cuestas todas distintas en longitud y pendiente.

Empecé a tope con la primera cuesta y traté de seguir a tope en todas las demás. Tuvimos la «fortuna» de que en la cuesta más dura habían podado unos árboles y era imposible llegar hasta arriba, ya que las ramas ocupaban todo el camino. No pasa nada, el circuito es algo más suave pero aún así es durillo.

Después de las catorces cuestas, un par de doscientos a tope, completando, de este modo, 10 km en 56:52 @ 5:41 min/km. Un entrenamiento duro y espero que fortalecedor de piernas.

Ayer la báscula marcaba 68 kg exactos. No he conseguido bajar de los sesenta y ocho pero no me parece mal. A seguir trabajando.

V Pachanga de las aficiones

Aunque prometí el año pasado que no iba a volver a correr esta carrera, lo he vuelto a hacer. Parezco un político, prometiendo y no haciéndolo, pero como dije el otro día, quería aprovechar mi estado de forma para intentar bajar de cuarenta minutos una vez más.

Habíamos quedado cuatro pradolongueros a las 7:15 en la estación de Renfe de Orcasitas. Puntualmente nos juntamos allí los cuatro y en menos de media hora nos bajábamos en la estación de Nuevos Ministerios y antes de las ocho ya estábamos en las inmediaciones de la línea de salida. Lo primero fue una visita al váter y rápidamente a quitarnos la ropa y dejar la mochila en el guardarropa para que no me pasara lo del año pasado, que me tocó correr con la mochila. Pero antes de dejar los chismes, nos hicimos una foto los cuatro pradolongueros.

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Con los compañeros pradolongueros

La recogida de la ropa fue lenta, muy lenta. Había que meter las pertenencias en una bolsa de basura, te daban una pulsera con un número y el mismo número era pegado a la bolsa. Luego enhebraban con una cuerda todas las bolsas de basura una detrás de otra. Un curioso sistema muy bien pensado para perder el tiempo, porque además, aunque había bastantes camiones, hasta que no se llenaba uno, no empezaban con el otro, lo que provocaba atascos ya desde el primer minuto.

Después de entregar la ropa, para no quedarnos fríos, a Miguel se le ocurrió la genial idea de refugiarnos en un cajero automático. Allí estuvimos estirando y a las ocho y media fuimos a la puerta cero del estadio donde nos esperaba Iñaki. Con el que nos hicimos otra foto…

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Con los compañeros maratidianos

Después de la foto a calentar un poco antes de buscar un sitio en la salida. Y cuando faltaban diez minutos para el comienzo a buscar un hueco lo más cerca de la línea de salida. Casualidades de la vida, fui a meterme justo en el sitio donde estaba mi amigo y tocayo con el que corrí un montón de kilómetros en la media de Getafe de 2013.

Me comentó que iba a hacer sobre cuarenta minutos y me pareció mejor opción que ir con Quique y Miguel, ya que este último tenía intenciones de bajar de treinta y ocho minutos para poder correr la San Silvestre Vallecana internacional. Y yo, ni por asomo iba a poder seguir su ritmo, sobre todo viendo sus entrenamientos en el parque donde le habíamos visto fuerte, fuerte.

Poco antes de dar la salida sonó el himno del Madrid, que no fue muy coreado por los merengues; sin embargo, cuando sonó el himno colchonero, el carril donde estaban ubicados los indios comenzó a tronar con miles de gargantas siguiendo el himno. Una curiosa diferencia entre las dos aficiones. Ya podían aprovechar y hacer un derbi a tres bandas, incluyendo al Rayo Vallecano, que también es equipo de la capital y de primera.

Después de ese momento emocionante dieron la salida y me puse en marcha como alma que lleva el diablo. Quique y Miguel salieron más deprisa aún. Los veía alejarse metro a metro. Iban lanzados como cohetes a por su objetivo.

El primer kilómetro es casi todo cuesta arriba. Se sube por la Castellana hasta la plaza de Cuzco, allí se hace un giro de ciento ochenta grados y comienza la cuesta abajo. Al poco de empezar a bajar se pasa por el primer hito kilométrico. El cronómetro marcaba 4:09 que lo di por bueno ya que era el comienzo y cuesta arriba. Ya habría tiempo hasta Neptuno para mejorar los parciales. Y así fue, el segundo kilómetro ya hice 3:44 y el tercero en 3:50. En ese kilómetro pensé, «ya he compensado esos primeros nueve segundos que perdí con este tercero, y encima tengo un colchón de quince segundos. tengo que seguir tratando de moverme a esos ritmos».

El cuarto kilómetro fue mejor todavía, el cronómetro marcó 3:41 y era una gozada ir a esos ritmos impensables en un terreno llano… o cuesta arriba.

Antes de llegar a Colón uno de los corredores que iba delante de mí cayó al suelo cual largo era. Había un policía cerca y se aproximó para ver qué pasaba. Espero que fuese sólo el susto.

Ya en la plaza de Colón, alcancé a la tercera clasificada, que iba acompañada por una bicicleta de la organización indicando su posición. Al salir de la plaza, mientras adelantaba a esta chica, la que iba cuarta también la adelantó. Esta chica iba más deprisa y enseguida me sacó unos diez metros. Vi que junto a la chica y la bicicleta iba el amigo con el que había coincidido en la salida. Su gorra amarilla me iba marcando el ritmo. Yo trataba de que no me sacase demasiado.

Pasamos Cibeles y llegamos al avituallamiento. No vi el punto kilométrico cinco y bien que me alegro porque siempre suelo tener un bajón entre el cinco y el seis, así que pienso que lo pasé mejor así, aunque después del agua, se llega a Neptuno y ahí se dobla a la derecha para afrontar la cuesta de la Cueva de Alí Babá, más conocida como el Congreso de los diputados. Casi enfrente de los leones del congreso está situado el punto kilométrico seis. Ahí vi que estos dos últimos kilómetros los había hecho en 7:57. ¡Bien! No pasé de los ocho minutos.

La cuesta de la Carrera de San Jerónimo se hace bastante dura, a mí al menos me costó. Es quizás el tramo más duro porque está esta cuesta y luego también es hacia arriba desde Sol hasta la plaza de la Villa. Ahí se me fue el kilómetro a 4:14, pero lo di por bueno. El tramo más complicado y no demasiados segundos por encima de los cuatro.

Acaba Mayor y se llega a Bailén. Se pasa por San Francisco el Grande y hay otra pequeña cuesta para llegar a la Puerta de Toledo, pero es poca cosa, aunque por aquí ya no iba muy fino, por lo que me entraron los típicos pensamientos negativos: «¿qué hago yo aquí sufriendo como un perro?, ¿merece la pena pegarse esta paliza?». Lo típico. Aún así conseguí hacer 3:57 en ese kilómetro. Ya tenía claro que bajaba de cuarenta seguro… a no ser que ocurriese alguna desgracia.

Desde la Puerta de Toledo empieza la cuesta abajo más pronunciada de la carrera, que transcurre por el Paseo de Pontones. Hay que darlo todo para recuperar segundos en esa zona, pero sin dejarse todas las fuerzas que aún queda la fiesta final. Bajando Pontones se llega a una plaza por la que suele pasar la maratón de Madrid, la plaza de Francisco Morano. Ahí se gira a la izquierda y se baja por el Paseo Imperial donde está el kilómetro nueve. Ayudado por esa cuesta abajo hice ese kilómetro en 3:47. ¡Ya estaba la cosa hecha!

Se llega a Pirámides, se gira bruscamente a la derecha por Alejandro Dumas y al fondo ya se ve el Vicente Calderón, pero no se llega al estadio por Paseo Melancólicos, sino que se sigue por Alejandro Dumas y a unos trescientos metros de la llegada viene la fiesta final. Una cuesta de las que hace daño en las piernas, sobre todo por el desgaste que ya se lleva.

Antes de comenzar la cuesta ya había perdido a mi amigo de la gorra amarilla, pero la tercera clasificada no estaba demasiado lejos. Comenzamos la cuesta arriba y todavía me quedaba algo de fuerzas. Allí adelante a algunos que me precedían. La chica sufrió bastante en esa subida y también conseguí pasarla.

Al coronar la cuesta ya está todo hecho. De nuevo se llega al Paseo de Pontones y sólo hay que «tirarse» ya a la meta que está ahí mismo. Apreté todo lo que pude y paré el cronómetro cuando marcaba 39:13. ¡Increíble!, no sólo bajé de cuarenta minutos, sino que hice mejor marca personal. Parece que mi reloj marcó más de la cuenta, debió ser que lo paré demasiado tarde, el caso es que el tiempo oficial es tres segundos menos: 39:10

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Tiempos por kilómetro

Lo curioso es que no estoy muy contento con esta MMP, ya que aunque la carrera está homologada, el hecho de que muchos kilómetros sean cuesta abajo provoca que la marca no sea muy satisfactoria. Probablemente, en una carrera llana hubiese rondado los cuarenta segundo arriba, segundo abajo. Pero bueno, ahí queda anotado esta marca.

El que sí estaba contento, pero que muy contento, es mi compañero Miguel, el vallecano, que había conseguido su objetivo de bajar de los treinta y ocho minutos. Nada menos que 37:37 consiguió hacer. Tuvo incluso la osadía de llegar antes que Quique. Se ha ganado de pleno derecho poder participar en la San Silvestre Vallecana Internacional. ¡Enhorabuena!

Después de la carrera, fuimos al camión a retirar la bolsa. Un auténtico desastre. Nosotros que llegamos al camión no muy tarde, estuvimos más de diez minutos esperando porque el sistema de enhebrar una bolsa con otra es absolutamente improductivo. Para sacar una bolsa tienen que andar sacando todas las anteriores y la cosa se eterniza. Deberían pensar otro sistema porque este es claramente ineficaz.

Aunque es meramente anecdótico, decir que según la organización, ganaron los rojiblancos. Se supone que suman los tiempos de todos, pero no me extrañaría que lo hiciesen de tal forma que este año ganas tú, luego gana el otro. Vamos, tipo bipartidismo, que es lo que se lleva.

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Curioso diploma

Aprovecho para anotar el peso, según la rutina semanal. Aunque había conseguido bajar de los sesenta y ocho durante dos semanas, esta vez he vuelto a subir. Ayer la báscula marcaba 68,4 kg. Tengo que controlar, tengo que controlar, tengo que controlar, … Tendré que repetir este mantra una y otra vez cada vez que me siente a la mesa.

¡Menudo ladrillo me ha salido!

No puedo con ellos

Hoy sábado me he despertado pronto, no sé muy bien el motivo y he decidido acudir al punto de encuentro de los fines de semana a la hora establecida: nueve de la mañana. Me he llevado una buena sorpresa, ya que sólo dos habituales estaban por allí: Quique y Miguel.

Así que sólo hemos empezado los tres el entrenamiento. Tenía esta pareja la idea de hacer un entrenamiento de calidad, pero yo tenía las patas todavía «convalecientes» así que les comenté que me iba al río yo solito; sin embargo, parece que les convenció mi idea y nos hemos ido los tres para el Parque Lineal.

Hoy iba ciego, la batería del GPS se había descargado y no era consciente de ello hasta que he salido a la calle, pero tampoco iba a dejar de entrenar por eso. Además los demás sí llevaban GPS así que sólo era cuestión de preguntar de vez en cuando para ver más o menos como iba.

Iba bien hasta el kilómetro diez o así, que empecé a notar las piernas muy cansadas. Además han empezado a tirar mis dos compañeros y me han dejado solo con mi dolor de patas. Bueno, luego en la fuente de la salida del parque me han esperado. Realmente, no son tan malos como parece 😉

La verdad es que se me ha hecho muy laaaaaaargo el recorrido. Hemos completado 16 km y hacía mucho tiempo que no me aproximaba a esas distancias, nada menos que desde la maratón de Sevilla, allá en el mes de febrero.

Al llegar de nuevo al punto de partida, pregunté a Miguel el tiempo y me comentó que una hora y dieciocho minutos. No estuvo mal el entrenamiento, aunque me resultara algo pesado.

Hoy la báscula marcaba el mismo peso que la semana pasada: 67,6 kg. No está mal, todo lo que sea no aumentar de peso no está mal.

Sube cada cuesta como si fuera la última

Una de las frases preferidas de Cholo Simeone es aquella que dice: «Juega cada partido como si fuera el último». Hago mía esta frase para tratar de explicar el entrenamiento de esta mañana.

Salí con la idea de hacer cuestas. En Pradolongo tengo identificada siete cuestas que se pueden ir haciendo una detrás de otra, eliminando la necesidad de hacer siempre la misma una y otra vez. Cada una de las cuestas es diferente de la otra: distinta longitud, distinta pendiente. Esto hace el entrenamiento más variado y atractivo.

La jugada era hacer esas siete cuestas comenzando de este a oeste y luego un trote largo para volver a comenzar desde el principio esas mismas siete y en el mismo orden. En total, dos series de cuestas.

Resulta sencillo saber el ritmo a llevar cuando haces series en llano. Jack Daniels ayuda y mucho para saber el ritmo a llevar. Cuando se hacen cuestas y cada una de su padre y de su madre resulta complicado llevar un ritmo uniforme ni fiarse tampoco del cronómetro. Así que pronto surge la pregunta, ¿qué ritmo debo llevar en las series?

Según iba haciendo cuestas di con la respuesta. Se me vino a la cabeza la frase del Cholo, que es perfectamente aplicable a este entreno: hay que subir cada cuesta como si fuera la última. Da igual la primera que la decimotercera. Y así fue como lo hice, sobre todo en la segunda tanda.

El entrenamiento completo consistió en hacer tres kilómetros de calentamiento y luego las dos series de cuestas, subiendo a tope y bajando al trote. Entre cuesta y cuesta también al trote pero un poco más alegre. Después de todas las subidas y bajadas, dos doscientos y un poco más de trote para llegar a los diez kilómetros. La verdad es que me encontré bien subiendo las cuestas. Muy bien.

En el tema del peso por fin he conseguido bajar de los 68 kilos. Ayer sábado la báscula marcaba 67,6 kg que indican que voy por el buen camino hacia el objetivo de los 66.

Se rompió la progresión

Después de las vacaciones veraniegas, donde había venido con un par de kilos de más, me había planteado hace un par de meses el objetivo 66. No iba mal lo cosa, poco a poco iba progresando, perdiendo peso, cumpliendo hitos para alcanzar el objetivo; sin embargo, esta semana se ha roto esa progresión.

Y la culpa la tiene la tarta de manzana…

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…y mi glotonería.

El caso es que esta mañana había subido cuatrocientos gramos con respecto a la semana pasado, alcanzado los 68,5 kg. Si ya se me están resistiendo los 67, va a ser difícil los 66. Pero hay que intentarlo.

No sé si espoleado por esa subida de peso o por lo mal que lo pasé el pasado domingo en Leganés, me he propuesto hacer cuestas de vez en cuando. Siempre había ido a Parque Sur a realizar este tipo de entrenamiento, pero hoy he ido a Pradolongo que también tiene alguna cuesta que otra y son algo más suaves. Hay que empezar por lo más sencillo y luego aumentar de dificultad.

Así que hice tres kilómetros de calentamiento y luego cuesta que subía deprisa, cuesta que bajaba trotando, buscando otra y repitiendo la misma jugada otra vez: subir fuerte, bajar trotando por la misma.

En cada tanda, siete cuestas distintas de inclinación y longitud, lo que hace un entrenamiento, aunque duro, entretenido. Después de la primera tanda, trotando con algo más de salero hacia donde había comenzado y vuelta otra vez a realizar las siete cuestas.

Después de las dos tandas, como parecía que no me había cansado lo suficiente (esto es irónico ¡eh!) un par de doscientos en terreno llano. Y se notaba el cansancio en las piernas, que cuando llevaba 150 metros ya no podía seguir el ritmo.

Al final fue un entrenamiento durillo, espero que sirva para que cuando me enfrente a una cuesta en carrera pueda hacerla con algo más de «alegría». Además, este año hay que hacerlo bien en la carrera de mi pueblo, que ya está a dos meses vista.

En total fueron 10 km en un tiempo de 57:47 @ 5:43 min/km.

Obras en el Parque Lineal

Hoy he vuelto a repetir la salida al Parque Lineal, igual que el domingo anterior. Hoy ha sido un buen día para entrenar, fresquito pero agradable, una magnífica temperatura para correr. Y no sólo a mí me parecía, sino a bastantes corredores que pululaban por allí.

No sé qué están haciendo en el Parque Lineal, pero han cortado varios tramos del recorrido. Curiosamente esos tramos cortados coinciden con parte del recorrido de la media maratón de Villaverde que este año han adelantado al 16 de noviembre.

No tengo claro que para esa fecha hayan acabado las obras -siempre tardan más de lo que parece- por lo que no me ha parecido raro ver por allí a Guillermo, de la Agrupación Deportiva Marathon, que son los encargados de organizar la carrera. No me parece raro porque lo mismo tienen que modificar el recorrido por las obras. Sería paradójico que el ayuntamiento les obligue a cambiar la fecha de la carrera y que ese cambio de fecha les obligue a modificar el recorrido. Como siempre el ayuntamiento ayudando.

He salido con una amiga y nos hemos tomado el entrenamiento con calma, yo siguiendo el ritmo de mi amiga que iba bastante bien, con un ritmo alegre y sin mucho esfuerzo según luego me confesó. Si el domingo pasado hicimos 12 km, hoy hemos aumentado uno más para completar un total de 13 km en un tiempo de 1:08:26 @ 5:16 min/km. Un par de segundos por kilómetro más rápido que el domingo pasado y con mejores sensaciones. Bueno, lo de mejores sensaciones lo digo por ella porque cuando ya a la vuelta subíamos hacia el 12 de octubre he empezado a notar molestias en la rodilla izquierda, donde la condromalacia, cosa que hacía tiempo no me pasaba. Está claro que la rodilla va peor cuando los ritmos son más tranquilos.

La báscula marcaba un poco menos que la semana pasada -sólo 100 gramos- pero es bueno ir siempre restando. El peso antes de salir era de 68,5 kg. Había calculo que podría estar en sesenta y ocho y poco y estoy algo más pesado, pero bueno, poco a poco.

Ya es otoño en el Parque Lineal

Hoy tenía pensado ir a la Casa de Campo con los compañeros, pero al final el sueño me ha vencido y cuando he abierto los ojos ya eran pasadas las nueve, así que he tenido que cambiar los planes.

Y una buena alternativo a la CdC es el Parque Lineal, al que llevaba bastante tiempo sin ir… aunque menos de lo que yo pensaba, ya que ahora, al repasar los entrenamientos, he visto que el 24 de julio también estuve por allí.

Nos hemos levantado con el suelo encapotado y amenazando lluvia, pero eso no ha sido excusa para quedarnos en casa. Lavarme la cara, comer un poco de fruta, estirar las piernas y salir a correr lo más pronto posible. Aún tratándome de darme prisa, cuando nos hemos puesto en marcha ya eran las diez y veinte.

Las lluvias caídas estas últimas semanas han provocado que la hierba esté más verde y más alta, por lo que los parques están preciosos y el Parque Lineal no iba a ser menos. Belleza acrecentada además por las hojas que ya han comenzado a caerse. No me extraña que hubiese bastante gente entre paseantes, ciclistas y corredores.

La idea era ir hasta el segundo puente y así hacer doce kilómetros entre la ida y la vuelta, pero están haciendo obras justo antes de ese segundo puente y hemos tenido que cruzar por el primero. Tampoco pasa nada, da lo mismo ir por la margen derecha que por la izquierda, pero es curioso lo que hace la fuerza de la costumbre, me sentía raro haciendo la ida por donde siempre he hecho la vuelta.

Aunque no está mal ir por el otro lado. Se puede ver durante un buen trecho al abuelo ya sin hojas, imponente como siempre, igual da que esté vestido de verde que de marrón. Me encanta contemplar ese árbol centenario.

De todas formas, da igual por una margen que por otra, al final hemos completado los 12 km en un tiempo de 1:03:35 @ 5:18 min/km. Un agradable entrenamiento por un recorrido sin igual.

Ayer subí a la báscula como debiera hacer todos los sábados y marcaba 68,6 kg. Voy poco a poco, pero bajando. La cosa va bien.