Media maratón de Murcia

Tenía pensado correr la media de Latina porque es una de las carreras incluidas en el circuito de la Unión de Carreras de Barrio y por ello había hecho desde principio de año un par de tiradas largas de 15 kilómetros y otro par de 16, pero sin prisa porque hasta el último domingo de febrero aún quedaba mucho. Casualmente el lunes 24 de enero al salir a entrenar me encontré con Antonio, que me contó que iba a correr la maratón de Murcia ya que algunos de sus compañeros de entrenamiento la iban a hacer y otros tantos la media. La verdad es que lo único que pensé es ¡qué loco está este hombre para hacer ahora una maratón! Ese día bajé al Parque Lineal e hice una tirada larga de 15 kilómetros con el ánimo de acumular kilómetros para la media de Latina; sin embargo, algo se me debió quedar en la cabeza porque cuatro días después pensé que no sería mala idea ir a la media de Murcia y aprovechar para hacer turismo por esta ciudad y sus alrededores. Ya con la idea en la cabeza, el sábado 29 salí a entrenar con Miguel y nos metimos 17 kilómetros entre pecho y espalda y pensé, si puedo hacer 17 ¿por qué no voy a poder hacer 21?

Al día siguiente me inscribí en la prueba y busqué un apartamento en airbnb para pasar unos días. El viernes salimos para allá, pero antes de llegar a la ciudad de Murcia pasamos por el monté Arabí, un sitio bastante bonito, cerca de Yecla. La cueva de la Horadada es una maravilla.

Cueva de la Horadada

Después estuvimos visitando el desierto de Abanilla que según decía el artículo que leí, existe cierta similitud con el Rif marroquí. No sé si es verdad o no porque no conozco ese desierto. Supuestamente este desierto era el fondo de un mar existente hace 10 millones de años y aunque ya no quede agua lo que sí se puede apreciar es la arena y la sal.

Desierto de Abanilla

El sábado fui a recoger el dorsal y entre que era pronto y que no había muchos inscritos, lo recogí en cuestión de segundos. Aprovechamos para visitar las minas abandonadas de La Unión, cerca de Cartagena, y resulta curioso contemplar cómo el hombre es capaz de modificar el paisaje, en este caso excavando y horadando la tierra en busca de metales preciosos.

Mina a cielo abierto abandonada

Otro de los sitios que había leído que eran muy bonitos era la Puntas de Calnegre, perteneciente a Lorca y efectivamente entre un mar de plástico de los invernaderos se llega a este pequeño pueblo donde se alza un pequeño monte realmente bonito.

Puntas de Calnegre

Visitamos también el pueblo de Aledo, del que había leído maravillas, pero fue lo que más me decepcionó. En octubre había estado en Erice, en Sicilia, y eso sí es un pueblo medieval. Aledo tiene una torre del homenaje y restos de una muralla. Lo que más me gustó del pueblo fue algunos graffitis en diversas paredes de algunas casa. Y cuando hablo de graffiti me refiero a un dibujo hecho con arte, no como alguna gente que dibuja cuatro letras mierdosas y ya se consideran «artistas».

Graffiti en Aledo

Estando en Murcia no podía dejar de probar el pastel de carne, uno de los platos más típicos de la región, así que por la noche cené un pastel de carne, un trozo de empanada y me fui a la cama pensando que a las 6:30 había que estar arriba. Antes de acostarme estuve tratando de quedar con Antonio para vernos al día siguiente, pero como no nos poníamos de acuerdo quedé con él en vernos en el segundo cajón desde donde ambos teníamos que salir.

Me levanté a la hora prevista, desayuné un suizo y un vaso de leche con café, hice mis necesidades y estuve un rato tranquilo haciendo tiempo. No dormí bien, pensando en la carrera, como si esta carrera tuviese la menor importancia. A las ocho y diez salí de casa y fui andando hasta la salida, pudiendo ver las calles mojadas, que el sol estaba escondido detrás de las nubes y que hacía una temperatura fresca. Un día inmejorable para correr sin lugar a dudas.

Después de dejar la ropa en el ropero y pasar por el servicio estuve buscando a los conocidos y faltando diez minutos los pude encontrar y nos hicieron esta bonita foto. Por cierto, me acabo de dar cuenta que los tres llevamos medias altas, no sé si es que están de moda.

Minutos antes de la salida con Antonio y Juan Carlos

Esperando a que dieran la salida estuve hablando con Juan Carlos y con Javi, otro conocido y uno dijo que iría más o menos a 4:30 y el otro que no lo sabía porque había estado lesionado. A mí 4:30 me parecía muy deprisa para mi estado de forma, ya que yo había pensado en ir a 4:35 como muy deprisa.

Dieron la salida a las nueve en punto y enseguida vi que se alejaban de mí tanto Juan Carlos como Javi, lo que pensaba en ir como mucho a 4:30. Sólo Antonio, que iba a hacer los 42 kilómetros, salió más tranquilo y estuve con él unos metros charlando un rato y diciéndole que se lo tomara con calma, que no se picara con nosotros, que hiciera su carrera. Hice los dos primeros kilómetros precisamente a 4:30 y los dos colegas se iban alejando cada vez más de mí. Menos mal que no traté de seguirlos.

El recorrido es feo, pero muy llano y con algunas rectas muy largas, por lo que es ideal para hacer una buena marca, pero se hace algo aburrido precisamente por esas largas rectas y la escasa animación. Decir que además de la maratón se correo la media y un diez mil. Mientras que la salida de la la maratón y la media era a las nueve de la mañana, el diez mil era un cuarto de hora más tarde, lo que dio lugar a una graciosa situación y es que el primero que atravesó la línea de meta, en la prueba de diez kilómetros, ¡había salido un cuarto de hora antes! Así pasó, que llegó con un marcón de 27 minutos y pico. Luego fue descalificado, pero el tío se llevó con el pecho la cinta de ganador.

Cuando los de los 10 kilómetros llevan cuatro se juntan con los otros que llevan ya siete y se monta un pequeño guirigay con gente de dorsal rojo (los de la maratón) con gente de dorsal azul (los de la media) y los de dorsal negro (los del diez mil). Y es que cuando ya has cogido tu ritmo y tu sitio en la carrera aparecen los otros con un ritmo más rápido y te trastornan un poco porque casi sin querer modificas tu ritmo.

Poco antes del kilómetro 11 me hicieron esta bonita foto con la torre de la catedral al fondo y nada más hacerme la foto pude ver a uno de mis dos compañeros que ya me sacaba la torta, iba a toda pastilla.

Cerca del kilómetro once aún pletórico de fuerzas

Sobre nuestro kilómetro trece se separan los del diez mil para entrar en meta y de nuevo el pelotón adelgaza. Allí la carrera se interna en la parte céntrica de la ciudad y es algo más entretenida porque vas un edificio, otro distinto, un giro a la izquierda, otro a la derecha, pero sigue siendo escasa la animación. Me di cuenta que había ido durante mucho rato acompañado por un tipo con un chaleco que a veces iba un poco por delante y otras un poco por detrás, pero no nos perdíamos de vista el uno al otro. Aún seguían las calles mojadas y había que tener precaución para no pisar las líneas blancas de los pasos de cebra porque ahí era donde podías resbalarte. Debía ser cerca del kilómetro quince cuando pasamos por una calle peatonal junto al Corte Inglés. Esa calle peatonal en vez de estar asfaltada está adoquinada y resbalaba de lo lindo, así que no me quedó más remedio que acortar la zancada e ir con precaución. En ese momento aprovecharon para adelantarme unos cuantos.

Se toma entonces otra larga recta por la Avenida Juan Carlos I buscando el kilómetro 18. Se hace larga la calle porque vas viendo que los otros vuelven, pero no llega el momento de girar. Me pareció que estábamos subiendo ligeramente y que luego lo íbamos a bajar y eso me animó, aunque ya me iban costando los kilómetros, se me iban haciendo largos. Cuando ya comencé a bajar la avenida, aunque iba cansado, traté de acelerar un poco y pensaba que iba más deprisa, pero no, iba al mismo ritmo más o menos, pero gastando más. Ya iba con la reserva encendida.

En los últimos kilómetros, foto cortesía de la organización

Echaba un vistazo a mi alrededor y veía al tío del chaleco, que al poco se lo quitó, a una chica y a un tipo en sandalias y pensaba, no me pude ganar un tipo en sandalias. Es una bobada, porque no por ir en sandalias va a correr menos o a correr más, pero me servía para motivarme. En el último kilómetro aumenté un poco el ritmo y conseguí alejarme un poco de mis acompañantes, hasta que llegué a la calle que da a la plaza de la catedral, donde estaba situada la meta. Esa calle es también adoquinada y también resbalaba lo suyo por lo que me cortó un poco el ritmo, pero ya no quedaba prácticamente nada. Llegando a meta vi que el cronómetro marcaba una hora, treinta y cinco minutos y cincuenta y tantos segundos y aceleré para que no llegara el minutero a treinta y seis, pero no lo conseguí. Pasé por debajo del reloj de meta cuando marcaba 1:36:08, por lo que descontando el tiempo que tardé en pasar la línea de salida se queda en 1:36:01 que está en la horquilla del tiempo que había pensado entre 1h35 y 1h37, así que no me puedo quejar. Contento.

Por la calle «resbaladiza» llegando a meta

Después de la carrera estuve saludando a los compañeros que habían llegado antes que yo, Juan Carlos había marcado un crono de 1:32:08, una grandísima marca y Javi pinchó un poco y se fue a 1:33:25. De todos modos, una buena marca también.

No me quedé a esperar a Antonio porque me estaba quedando frío y me fui a duchar, pero luego me dijo que hizo 3:24:05 que es un poco más de lo que esperaba, pero que está muy bien.

X San Silvestre de Villaverde Alto

Se presentaba la San Silvestre de Villaverde Alto como la penúltima prueba del primer Circuito de la Unión de Carreras de Barrio. Por ello, tratamos de apuntarnos todos los que pudimos del Club Atletismo Zofío para esta carrera. Como la carrera comenzaba a las doce y había que recoger el dorsal antes, quedamos a las 10:50 en el punto de encuentro donde nos recogería Emilio para acercarnos al parque Plata y Castañar donde se celebra tradicionalmente la carrera aunque no estén muy conformes los organizadores, ya que ellos querrían que se corriera por el barrio.

Amaneció el día lluvioso y no dejó de caer agua ni antes, ni durante, ni después de la carrera. Aparcamos cerca de la meta, donde estaban instaladas las carpas donde daban el dorsal y estaba el ropero. Cogimos el dorsal rápidamente, pero no dejamos la ropa para estar lo más protegidos posible de la lluvia, que seguía inclemente, menos mal que no era una lluvia muy fuerte.

Al poco llegaron los otros dos componentes del Club Atletismo Zofío, recogieron sus dorsales y estuvimos calentando, aún con ropa de abrigo. Faltando un cuarto de hora nos despojamos de esa ropa de abrigo y de la mascarilla, quedándonos únicamente con la ropa de correr. Algunos dejaron la ropa en el maletero del coche y a mí se me ocurrió la mala idea de dejar la bolsa en el ropero… con la que estaba cayendo..

A las doce dieron la salida y salí todo lo más rápido que pude, haciendo el primer kilómetro en 4:05, lo que me pareció demasiado. El segundo se me fue bastante, a 4:23, debido a que me encontré un buen atasco que me costó solucionar. Mejoré un poco en el tercero, haciéndolo en 4:18, siendo un ritmo que aunque iba fuerte, podía mantener. De hecho, el siguiente kilómetro lo hice al mismo ritmo. Bajé un poco en el último kilómetro a 4:21 porque se nota la pequeña cuesta arriba y al final esprinté todo lo que pude porque iba por delante de mí un tipo calvo que pensé sería de mi categoría. Esos 120 metros que mi GPS midió de más, los hice a muerte. Está claro que actualmente no puedo ir por debajo de cuatro como he hecho alguna vez en esta carrera, pero todo se andará, aunque cada vez me resulta más difícil. Acabé con un tiempo de 21:50 según mi cronómetro, un segundito menos según la clasificación oficial y con ese tiempo conseguí auparme al puesto 34º de la general y séptimo de mi categoría de mayores de cincuenta.

Una vez traspasada la línea de meta

Aspirábamos a dos puestos de honor, pero al final sólo una de las componentes del equipo lo consiguió, siendo además la primera de la carrera. Con el aporte de los cinco compañeros del equipo conseguimos el tercer puesto por puntos, que a expensas de lo que pase en la San Silvestre vicalvareña (si es que se celebra) nos da el tercer puesto del Circuito de la Unión de Carreras de Barrio.

El equipo al completo con la campeona

Acabamos celebrando la Navidad tomando un aperitivo, pero sólo unos cuantos de la expedición, que no hacía día para andar por ahí.

XIX Cross popular Salvemos el pinar de la Elipa

Por vez primera he participado en esta prueba, una más de la Unión de Carreras de Barrio. Es por ello que nos animamos un buen grupo de compañeros de equipo a participar en la prueba.

Como la carrera comenzaba a las doce, pero había que inscribirse antes, habíamos pensado en estar allí una hora antes, por lo que a las 10:45 habíamos quedado en Plaza Elíptica, ya que Emilio se había ofrecido a llevarnos. Salí de casa con tiempo, pero olvidé la cartera y el teléfono y cuando llegué a Plaza Elíptica no vi a nadie, cosa que me extrañó porque suelen llegar siempre antes de la hora. Como no tenía teléfono no pude llamar a ninguno para ver el punto exacto de la plaza, cosa que no habíamos aclarado. Iba moviéndome de una lado a otro, pero nada, que no los veía. Pasaba el tiempo y me iba poniendo cada vez más nervioso, maldiciendo haber olvidado el teléfono. Al final opté por correr todo el perímetro de la plaza, en algún sitio debían estar. Y efectivamente, allí estaban cansados de esperarme, en un sitio que desde donde yo esperaba no los podía ver. Me disculpé con mis compañeros aún sabiendo que no tenía perdón.

Por mi retraso no llegamos al punto de inscripción una hora antes, pero aún así no tardamos mucho en inscribirnos. Aquí volví a demostrar mi torpeza porque costaba 2 € la inscripción al no haberlo hecho antes y como había olvidado la cartera tuve que pedir prestado a Emilio los dos euros. Nada, peor no podía ser. Allí nos esperaba un compañero que venía de participar en la carrera de Tetuán y se iba a marcar un doblete. Y no era el único.

Hacía un día soleado, pero bastante fresco, además con un viento muy desagradable. Es por esto que tratamos de mantenernos con ropa de invierno todo el tiempo posible. Estuvimos reconociendo el circuito al que había que dar tres vueltas y me pareció bastante duro, pero no me pilló de sorpresa porque ya me habían dicho que el circuito se las traía. Dimos una vuelta y luego seguimos calentando por la explanada junto a la meta y cuando ya habíamos dejado la ropa y nos habíamos hecho la foto, dijeron por megafonía que retrasaban la salida un cuarto de hora porque aún había gente apuntándose.

Con los compañeros y el Pirulí a la espalda

A las doce y cuarto dieron la salida y salí con cierta precaución porque el camino es estrecho en algunas zonas y de muy mal piso. En la zona de las escaleras, cuesta abajo, me pasaban a toda pastilla, pero trataba de mantener el tipo en las subidas, aunque algunas eran muy empinadas y poco más que trotar se podía hacer.

Vi a Tino, uno de los compañeros de la Unión de Carreras de Barrio, y fui a por él. Pronto le adelanté y me quedé sin referencia, así que iba fuerte, pero no a tope, porque en este tipo de carreras con tantas cuestas no sé bien mantener el ritmo adecuado.

Iba quedando cada vez menos y veía que me iba acercando poco a poco a una chica que me precedía. En el último tramo eché toda la carne en el asador y conseguí adelantar a esta chica casi en la línea de meta. Cosa que no me supo nada bien, porque siempre queda feo adelantar a alguien en el último metro, pero bueno, iba lanzado y no me iba a frenar. Según mi reloj, la carrera no llegaba a los seis kilómetros anunciado ni de lejos, ya que marcó 5,6 kilómetros que con el erro que tienen los GPS deben ser cinco kilómetros y medio. Para esa distancia hice un tiempo de 27:19 que es un tiempo bastante mediocre, pero la carrera es bastante dura y mi estado de forma es regular. Ya vendrán tiempos mejores.

Cuando llegaron los compañeros estuvimos viendo si nos quedábamos o no, porque quizás la compañera podía haber subido al cajón, pero como era tan tarde y seguía haciendo frío, nos fuimos sin saber qué había pasado. Luego descubrimos que habíamos hecho bien porque la compañera quedó a las puertas del podium, pero no fue de las tres primeras.

En fin, habrá que venir otro año y mejor preparado.

VIII Carrera popular de Butarque

Hoy he participado por primera vez en esta carrera que es una de las que componen el circuito de la Unión de Carreras de Barrio, al igual que la anterior en la que participé, la de la Elipa.

El viernes nos acercamos a recoger el dorsal al local de la AVIB (Asociación Vecinal Independiente de Butarque) y aunque llegamos con la hora justa pudimos recoger los dorsales sin problemas junto a una bonita camiseta. Se notaba ajetreo en el local de la asociación con un montón de gente colaborando.

Como la carrera comenzaba a las nueve y media quedamos una hora antes en el punto de encuentro con dos miembros del Club Atletismo Zofío. Cuando llegamos ya estaban allí por lo que paré el coche, se montaron y en un cuarto de hora o menos estábamos los cuatro aparcando en un descampado pegado a la línea de meta/salida. Por allí ya estaban los otros tres miembros del equipo. Una de las compañeras llegó medio lesionada ya que se había hecho daño en la zona lumbar poco antes de salir, por lo que no tenía muy claro que pudiera terminar la carrera. Le di la llave del coche por si tenía que retirarse para que pudiera recoger sus cosas.

Al final, entre unas cosas y otras no conseguimos juntarnos los siete para hacernos la foto de rigor, por lo que hicimos la foto los que allí estábamos porque ya iba quedando menos tiempo para el comienzo y había que calentar un poco.

Obsérvese la uniformidad de los miembros del equipo 😉

A las nueve y media nos pusimos en marcha y en un principio pensé ir con Jesús, que había calculado podría ir a su ritmo. El primer kilómetro, buscando el Parque Lineal es cuesta abajo y quizás ese terreno favorable ayudó a que el cronómetro marcaran únicamente 4:18, ritmo que nos pareció a ambos algo rápido, pero a él más que a mí porque yo aflojé un poco y enseguida miré atrás y vi que se había quedado descolgado.

Llevaba mucho tiempo sin correr deprisa y sin entrenar en serio, por lo que no tenía muy claro qué ritmo podría aguantar durante la decena de kilómetros, así que me marqué como objetivo andar sobre 4:30 el kilómetro, aunque ya de entrada me pareció algo ambicioso. En el segundo hice 4:33 y noté que iba un poco al límite y quedaba mucho aún. De todos modos pensé en aguantar un par de kilómetros más a ese ritmo para ver qué pasaba. Hasta el cinco fui más o menos a ese ritmo, pero ya me noté muy cansado y veía que iba forzando mucho, por lo que decidí bajar un poco el ritmo con más razón todavía ya que comenzaba la parte más dura del recorrido y tampoco era cuestión de ir sufriendo sin jugarme nada. Sabía que había que guardar algo por que aunque era la primera vez que participaba en esta carrera y no lo conocía, me habían dicho que había una bonita cuesta sobre el kilómetro ocho y algún que otro repecho.

La salida del Parque Lineal es cuesta arriba y allí, sobre el kilómetro seis, habían colocado un puesto de avituallamiento. Cogí una botella de agua, vacié dos terceras partes del contenido y me bebí el resto, tampoco hacía falta beber mucho ya que la temperatura era agradable.

Al salir del parque se cruza la M-301, por la que he pasado un montón de veces para ir a San Martín con la bici, y luego se gira a la derecha para bajar por la calle Aunon. En esa bajadita se recupera un poco el resuello que supone la salida del parque. Pero enseguida se gira a la izquierda por la calle del Oro y se vuelve a girar a la izquierda para tomar la calle Calcio. Esos dos tramos son cuesta arriba. Siguiendo en línea recta se llega a una rotonda y empieza la calle Berrocal, que es un bonito bulevar sombreado y que además es en buena parte favorable. Allí tuve la suerte de adelantar a uno de los múltiples integrantes del equipo Forofos del Running y una conocida de ellos sacó una foto donde me colé.

No se nota mucho porque la foto es pequeña, pero la cara es de sufrimiento

La calle Berrocal desemboca en la plaza de los Metales, que recordaba de la media de Villaverde. Es allí, en la calle de la Hulla, donde comienza la famosa cuesta de la que me habían hablado y que se hace larga de narices porque además es en curva y no se ve bien donde acaba. Poco antes de coronar la cuesta se pasa por el punto kilométrico ocho donde no me hizo falta mirar el crono para saber que había sido el kilómetro más lento.

Una vez coronada la cuesta comienza una bonita bajada por la calle Arroyo de la Bulera, la cual termina en el trozo no recorrido de la calle Berrocal donde se encuentra el kilómetro nueve. Sobre ese punto kilométrico debía de haber alguna subida o yo iba muy mal porque me adelantaron en un santiamén ocho o nueve corredores. Pasado el nueve se llega de nuevo a la plaza de los Metales y allí se sube por la calle Estefanita buscando la meta. De nuevo hay un bonito repecho donde me adelantó alguno que otro y al coronar el repecho ya son doscientos o trescientos metros favorables hasta meta. Tampoco es que me lanzara como un loco, pero cuando me acerqué a meta y vi que el crono marcaba cuarenta y cinco minutos y cincuenta y tantos segundos apreté para que no se incrementase el minutero, cosa que conseguí apuradamente. Según la organización hice un tiempo de 45:52 que es exactamente lo que midió mi cronómetro.

El botín del Club Atletismo Zofío no estuvo nada mal porque Ninfa hizo tercera absoluta y fue primera de su categoría, José Luis fue segundo en la suya y los demás tuvimos que conformarnos con aplaudir a los que se subieron al cajón y lo más importante sumar puntos para la clasificación del primer circuito de la Unión de Carreras de Barrio tanto a nivel individual como por equipos.

Ninfa y José Luis con sus bonitos trofeos

Para terminar decir que la organización me pareció de diez. Muy bien organizada y con un montón de voluntarios. Genial, queda apuntada con tinta indeleble en mi calendario.

XLII Carrera popular fiestas de la Elipa

Esta carrera es una de las que forman parte del primer Circuito de Carreras de Barrio de Madrid. En este circuito hay una clasificación individual y otra por equipos. Para que un equipo consiga puntos tienen que llegar a meta al menos cuatro participantes, así que me inscribí con la idea de participar y ayudar al equipo a conseguir puntos para esa clasificación, pero no conseguí convencer a muchos compañeros para que se apuntaran, así que estábamos justo cuatro para la carrera.

Llevaba casi todo el verano con unas molestias en el gemelo (o el sóleo) derecho, pero iba aguantando, hasta que el jueves tuve que pararme en el entrenamiento porque el gemelo (o el sóleo) me dijo basta. De este modo, lo más sensato es que no hubiese participado en la prueba, pero no quise dejar colgados al resto de compañeros por lo que no volví a correr desde el jueves, estuve estirando bien esos días y el domingo decidí participar tratando únicamente de llegar a meta. ¡No podía dejar colgados a los compañeros del Club Atletismo Zofío!

Nunca había participado en esta carrera y desde luego es de marcado carácter popular, un perfecto ejemplo de lo que debe ser una carrera de barrio. Lo que menos me gustó es que el recorrido es durillo, tiene bastantes subidas y bajadas y muy poco llano, pero como no iba a disputar nada, tampoco me importó.

Tuvo el detalle Emilio R de acercarnos a todos los miembros del equipo hasta el barrio de la Elipa. La carrera comenzaba a las once por lo que no hubo que madrugar mucho y por eso a las nueve y media estábamos en el punto de encuentro. Como salimos con tiempo no tuvimos muchos problemas para aparcar el vehículo, acercarnos tranquilamente hasta la salida, recoger el dorsal, hacernos unas fotos y dejar la ropa en el guardarropa. Íbamos pensando que si la carrera hubiese sido a las nueve hubiese hecho un tiempo magnífico para correr porque hacía fresquito a esas horas, pero luego se fue calentando el ambiente.

A las once dieron la salida y yo preferí ir a mi ritmo, al tran tran, y fui bastante bien hasta el tercer kilómetro donde empezó a molestarme el gemelo (o el sóleo) de manera considerable. Bajé el ritmo y noté que iba mejor en las subidas que en las bajadas ¿¿¿??? Así, preocupado por si la cosa podía ir a más, completé la primera vuelta que era algo más corta de los cinco kilómetros que se suponía debería medir.

Esa segunda vuelta la hice más despacio que la primera, yendo casi más rápido subiendo que bajando y dando vueltas a la cabeza si debería de no haber corrido por si se agravase la lesión, casi sin darme cuenta, llegué a meta marcando un tiempo oficial de 53:00 que prácticamente coincide con lo que marcó mi cronómetro.

Acabé con una sensación agridulce porque acabé con el gemelo (o el sóleo) algo peor de como comencé, pero por el lado bueno decir que ayudé al equipo a conseguir buenos puntos y además la chica del equipo consiguió subir a lo más alto del cajón en su categoría. Digo lo de alto en modo metafórico porque realmente no había podium, pero eso es lo de menos, incrementa el sabor a carrera de barrio.

La compañera del Club Atletismo Zofío ganadora en su categoría
Un servidor entrando en meta

XXXV Carrera del Árbol

No tenía previsto participar en esta carrera, pero una amiga me animó y poco antes de las diez de la mañana nos presentamos los dos en la línea de salida de la carrera, situada en la avenida de Buenos Aires. Allí estaba todo el mundo con su camiseta/dorsal de la carrera y su mascarilla puesta y tratando de mantener la distancia de seguridad. La verdad es que vi a todo el mundo muy respetuoso.

A las diez en punto dieron la salida y la primera sorpresa fue ver que en vez de girar a la derecha y tomar la avenida de la Albufera, como en las anteriores ediciones en las que había participado, seguimos rectos por la calle Pío Felipe donde nos encontramos una bonita cuesta.

Mi amiga quería probar cómo se encontraba y la vi bastante fuerte, apretando los dientes en las subidas, echando el resto en las bajadas y tratando de mantener un ritmo alegre en las partes llanas del circuito.

Fuimos adelantando gente casi todo el recorrido y al llegar a la pista de atletismo del polideportivo de Palomeras apretamos de lo lindo, no para ganar nada, ya que es una carrera no competitiva, sino para comprobar el estado de forma de mi amiga. Y doy fe que está muy bien, ya que hicimos 25:21 para los casi cinco kilómetros y medio de los que constaba la prueba, a una media muy razonable de 4:38 min/km. Ni qué decir tiene que mi amiga acabó muy satisfecha.

Una vez llegados a meta, sonrientes a tope

Un diez para el Club Deportivo el Árbol, organizadores de esta prueba.

I Marcha virtual Corre X los barrios de Madrid

La Unión de Carreras de Barrio de Madrid (UCBM) ha tenido la iniciativa de lanzar una marcha/carrera virtual con el objetivo de recaudar fondos para que el Ayuntamiento de Madrid pueda comprar material sanitario.

Cualquier persona podía inscribirse por 5 € y recibir un bonito dorsal con el número 131 que es el número de barrios de la ciudad de Madrid. Este dorsal podía imprimirse -quien dispusiera de impresora- o bien dibujarlo a mano, que fue lo que yo hice. Soy un auténtico negado del dibujo, así que hice lo que pude…

Dorsal 131 barrios de Madrid

Habían pensado en hacer dos salidas este 15 de abril. Unos podían empezar a las 11 de la mañana y otros a las siete de la tarde. Nosotros decidimos comenzar por la mañana.

Medí la distancia del salón y la cocina y vi que era de 11 metros, por lo que una vuelta son 22 metros y si queríamos hacer 5 km había que dar 227 vueltas y un poco.

A las once de la mañana nos pusimos en marcha, andando por la casa, atravesando salón y cocina. El gato nos miraba extrañado y se situaba en distintos puntos del recorrido, como algunos acompañantes en la maratón. Armado de un cronómetro con capacidad para 500 vueltas, iba apretando el botón cada vez que llegaba a la ventana del salón. En una vuelta normal, sin ir muy deprisa, tardábamos más o menos 15 segundos, que se podía bajar si apretábamos el paso, pero como nadie nos perseguía, tampoco íbamos muy deprisa.

Iba mentalmente calculando las distancias y pensé que cuando íbamos por la vuelta 40 llevábamos 1 kilómetro y lo habíamos hecho en algo más de 10 minutos. Luego me di cuenta que 1 kilómetro era algo más de 45 vueltas, así que el objetivo inicial de hacer 5 km nos iba a llevar algo más de 50 minutos.

Curiosamente el tiempo iba pasando deprisa, casi no nos dábamos cuenta y las vueltas se iban incrementando en el cronómetro. Enseguida llegamos al ecuador de la prueba y entonces se nos ocurrió trotar un poco de vez en cuando. Cada 20 vueltas cambiábamos el sentido del giro y luego añadimos al cambio de giro trotar diez vueltas, para que se hiciera algo más ameno. El gato seguía observando extrañado nuestra marcha por la casa pensando que quizás esos dos tipos no andaban bien de la cabeza.

Poco antes de llegar a las 227 vueltas inicialmente previstas a mi acompañante se le ocurrió que en vez de cinco podíamos hacer seis kilómetros y de esta forma hacer algo más de una hora de ejercicio, así que fuimos sumando vueltas y vueltas unas girando en el sentido de las agujas del reloj y otras al contrario. Andando casi siempre y trotando de vez en cuando.

Cuando nos quedaban pocas vueltas vimos que el gato se subió a la mesa, pensé en el palco de autoridades de la llegada de la maratón, pero debió pensar que estos andarines no se merecían su presencia y poco antes de terminar se largó del salón después de haber estado merodeando por allí casi toda la prueba. Cuando llegamos a la vuelta 272 paramos y miré el cronómetro viendo que habíamos recorrido aproximadamente seis kilómetros en algo más de una hora y cuatro minutos.

Sacamos una medalla no sé de dónde y nos hicimos una bonita foto con nuestras preseas, como si fuese una prueba de verdad. Y desde luego para mí fue de verdad de la buena, porque sé que el dinero que abonamos por la inscripción servirá para la lucha contra el maldito Covid-19 que está causando estragos en todo el mundo y especialmente en nuestros mayores.

No eran de oro pero como si lo fuesen

XXXVI Maratón de Sevilla

Empecé a tener malas sensaciones cuando el sábado a las nueve de la noche llegué al hotel y noté las tripas en mal estado. Fui al servicio y parece que las tripas se calmaron un poco. No sabía, aunque había la posibilidad, que me iban a dar guerra al día siguiente.

A las 5:45 sonó el despertador, me levanté, me disfracé de corredor y bajé a desayunar. A las seis abrían el comedor y cuando yo bajé, tres minutos más tarde, ya había gente desayunando. Desayuné un poco más de lo habitual y media hora más tarde subía de nuevo a la habitación a lavarme los dientes, soltar lastre y sobre las siete salía del hotel rumbo al puente de San Telmo donde se suponía pasaba un autobús lanzadera a la salida, pero después de esperar un rato en la parada pasó un autobús al que pregunté lo de la lanzadera y me dijo que no sabía nada, pero que si quería cruzar el puente que montara. Al fin el autobús sólo sirvió para cruzar el puente porque desde ahí tuve que ir andando a la salida.

A las 7:40 me puse a hacer cola en los servicios y mientras esperaba pensaba que aunque hacía fresquito a esas horas era casi seguro que iba a pasar calor durante la carrera, ya que los días anteriores habían sido bastante calurosos en Sevilla. Después de veinte minutos de espera por fin conseguí entrar en un servicio y para mi desgracia comprobé que estaba realmente asqueroso y no puede aliviarme convenientemente.

Ya quedaba menos de media hora y todavía tenía que buscar el ropero, cambiarme, dejar la bolsa y buscar el corralito que me había correspondido, que era el de color naranja donde nos agrupábamos aquellos que pensábamos podíamos hacer la carrera entre 3h15 y 3h30.

No estuve mucho tiempo en el corralito porque desde el ropero hasta allí había un buen paseo, así que al poco dieron la salida y aluciné porque nada más empezar había un tipo que iba corriendo en sentido inverso a la marcha. Según leí después le habían pisado y había perdido la zapatilla y andaba en su búsqueda.

Para atacar las tres horas y media la idea era ir rebajando segundos al ritmo de cinco minutos al menos hasta el kilómetro 30 o alguno más y luego tratar de sumar los menos posibles, así que traté de ponerme a un ritmo crucero de 4:50 y ver hasta donde podía llegar. Un poco delante de mí iban los globos de 3h30 y como siempre, iban formando un buen tapón acrecentado con unos tipos con carrito que iban a su vera. Resultaba complicado poder adelantarlos. Por la zona de la Cartuja, pasado el kilómetro seis aceleré el paso y por fin pude dejar atrás el tapón.

Me veía fuerte y con buenas sensaciones, pero pasado el kilómetro ocho empecé a notar la tripa algo revuelta, me daban retortijones y pensé que si no se pasaban iba a necesitar un servicio para aliviar las molestias. Quizás en el kilómetro diez encontrara alguno, pero llegó ese punto kilométrico y no vi nada y la tripa seguía molestando, aunque me daba algunos momentos de tregua. Supuse que algún servicio encontraría…

Cuando pasé por el kilómetro diez miré el reloj y vi que llevaba un poco menos de 49 minutos por lo que pensé que ya había «ganado» al crono casi un minuto. La cosa marchaba aunque las molestias en la tripa seguían. En el quince el crono marcaba poco más de 1h13 por lo que ya llevaba casi dos minutos de ventaja; sin embargo, ya notaba que iba haciendo más calor de lo que me hubiese gustado.

Pasé la media maratón con 1:42:48 por lo que ya había ganado 2:12, pero seguía sin encontrar un servicio donde soltar lastre, la cosa me estaba empezando a mosquear. Poco después de la media había una chica con un cartel que ponía que lo tocase para recibir energía extra y funcionó el efecto placebo porque aceleré el paso casi sin querer. Por esa zona se levantó un poco el viento y traté de acoplarme a algún grupo para refugiarme, por lo que fui un rato agazapado, esperando un cambio de dirección para seguir a mi ritmo.

El siguiente paso donde comprobé el tiempo fue en el kilómetro 25 y allí vi que el tiempo que llevaba era bueno, ya llevaba más de tres minutos de adelanto sobre el ritmo de cinco minutos que me hubiese llevado a las tres horas y media. Y los servicios seguían sin aparecer…

Había puestos de hidratación cada 2,5 kilómetros o cosa así donde ofrecían agua y Aquarius, pero no me atreví con la bebida refrescante no fuese a ser que la cosa empeorara. En unos de los puestos cogí un vaso de agua y al tratar de beber se me cayó parte del agua encima, sobre la teta derecha, eso provocó que se despegara la tirita y que empezase a rozar el pezón con la camiseta. Es lo que tiene beber en vaso, que las probabilidades que se derrame el agua son notables.

En el kilómetro 30 me esperaba una buena amiga que iba a hacer conmigo esos últimos 12 kilómetros. No sé si fue casualidad, pero ese kilómetro fue el primero en el que no resté segundos, ya que lo hice en 5:01, pero el tiempo global seguía siendo bueno ya que llevaba 2:26:19, ¡casi cuatro minutos de ventaja! Mis cálculos eran que si llegaba el cansancio podía aguantar un ritmo de 5:30 hasta el final porque en ese punto iba cansado, pero no me veía mal del todo.

El siguiente se me fue un par de segundos, pero en el 32 volví a bajar de los cinco; sin embargo fue el canto del cisne porque a partir de ahí todo fue empeorar: 5:08, 5:23, 5:48, 6:08 y 6:35 en el kilómetro 37. En esos kilómetros me adelantó una chica que iba con las mallas manchadas de marrón, sospecho que al igual que yo tampoco había encontrado los servicios y ella no había podido aguantarse. Después vi a dos más con el mismo problema.

En el 37 ya iba muy cansado, los gemelos parecía que me iban a reventar, la tripa seguía molestándome y el puente del pie izquierdo también me dolía mogollón, así que viendo que el ritmo de carrera era ya ridículo opté por ponerme a andar para ver si recuperaba algo. Estuve andando unos quinientos metros, paré para aflojar el cordón de la zapatilla, anduve otro poco y volví a ponerme en marcha pasada la basílica de la Macarena. Tampoco es que fuera a la velocidad del viento, pero al menos iba por debajo de siete minutos, que algo es algo. Por la zona de la Alameda de Hércules de nuevo volví a ponerme a andar, esta vez sintiéndome seco como la mojama. La amiga que me acompañaba trató de buscarme agua, buscando algún puesto de avituallamiento o alguna tienda para comprar una botella.

Al pasar por el ayuntamiento me puse de nuevo a correr con la esperanza de llegar a meta corriendo aunque fuese al trote cochinero y parece que me recuperé un poco porque hice esos dos últimos kilómetros decentemente… para como iba, de hecho en la foto parece que voy hasta bien.

Llegando a meta

Llegué a meta cuando el reloj marcaba 3h47, pero como pasé por la salida prácticamente con dos minutos de retraso, acabé con un tiempo oficial neto de 3:45:32, tiempo muy alejado de mis pretensiones, pero la maratón pone a cada uno en su sitio.

Nada más pasar la línea de meta me puse a ingerir todo tipo de líquidos porque me notaba un tanto deshidratado. Cogí la ropa y salí a buscar a la amiga que me había acompañado. Cuando la encontré me hizo una bonita foto.

Después de acabar la carrera, algo recuperado del esfuerzo

Me tocó volver andando al hotel, situado a casi tres kilómetros de la meta y aunque al principio andaba cual Robocop, poco a poco se me fue pasando el dolor en el pie y pude marchar más o menos normal, quizás me vino bien el paseo. Por la tarde notaba las piernas bastante bien y hoy lunes por la mañana cuando escribo estas líneas excepto el dolor en el pie noto los músculos bastante bien, de hecho subo y bajo escaleras con normalidad. Ahora toca analizar el motivo por el que pegué ese petardazo tan brutal.

Parece que la maratón fue un éxito rotundo al menos para los atletas de élite. Se batió el récord de la carrera masculino por parte de Mekuant Ayenew con 2:04:46, el récord femenino por parte de Juliet Chekwel con 2:23:13 y a demás el primer español, Javi Guerra, hizo la tercera mejor marca española de todos los tiempos con 2:07:28. Lo dicho todo un éxito.

Para mí la organización estuvo realmente mal. No vi servicios en ningún punto del recorrido y los puestos de sanidad eran escasísimos. Ni hablo ya de la gente que ves en Madrid en patines que te proporcionan vaselina o Reflex. Si lo comparo con la maratón de Madrid, en ese aspecto no le llega ni a la suela de los zapatos. Muy raro que me vuelvan a ver otra vez en la maratón de Sevilla.

XXI Media maratón de Getafe

Hoy he participado seis años después, también un 26 de enero, en la media maratón de Getafe. Igual que hace seis años como una prueba para la maratón que está a la vuelta de la esquina.

Como la carrera comenzaba a las 10:30 había quedado con Miguel a las 9:00 en la puerta de su casa para recogerle y cinco minutos después con Quique para recogerle cerca de su casa. Antes de las 9:30 estábamos aparcando cerca del polideportivo Juan de la Cierva donde está ubicado el ropero y termina la carrera y muy cerca de la salida.

Fuimos paseando hasta allí y antes de dejar las cosas en el ropero nos dio tiempo a hacer nuestras necesidades, tomar un café y encontrar a Ana con la que nos hicimos esta bonita foto.

Cuatro pradolongueros en Getafe

Después de la foto dejamos la ropa en el ropero, todo rapidísimo, y salimos a la Avenida don Juan de Borbón donde está instalada la salida para calentar un poco. Ahí me di cuenta que había olvidado la gorra en el bolsa y que hacía sol. Me dio un poco de mal rollo, pero ya no había nada que hacer. Faltando diez minutos nos metimos en nuestros corralitos. Miguel y yo en el sub 1h30 y Quique en el sub 1h24. Estiré un poco mientras esperaba que dieran la salida y un minuto más tarde de las 10:31 comenzó la prueba.

Vistos los tiempos de las carreras anteriores y los entrenos, tenía en la cabeza hacer 1h35, lo que suponía ir a 4:30 cada uno de los kilómetros, por eso cuando completé con Miguel el primer kilómetro y vi que había hecho 4:16 decidí aflojar un poco y dejar que mi tocayo se fuese por delante, de este modo los dos iríamos más cómodos.

Poco después me adelantó Chema, antiguo compañero de MaraTI+D, con el que estuve conversando un ratito. Me preguntó que cuanto pensaba hacer, le dije que 1h35 y él me dijo que por ahí o más. No me creí nada porque le vi muy bien y de hecho se alejó enseguida con insultante facilidad.

El añadido que hicieron para que la carrera sólo diese una vuelta es un poco aburrido y lo recordaba con animación cero, pero este año había alguna que otra persona animando. Iba controlando el reloj y veía que el ritmo era el previsto ya que marcaba sobre 4:27, por lo que teniendo en cuenta el error del GPS era más o menos los 4:30 que tenía en mente. Me cercioré que el ritmo era bueno cuando pasé por el primer tercio (kilómetro 7) y vi que el cronómetro marcaba algo menos de 31:30. Durante esos kilómetros iba viendo un globo que supuse era el de 1h35 y efectivamente cuando llegué a su altura vi que era ese tiempo, pero como no me gustan nada los globos, lo adelanté en cuanto pude, sobre el kilómetro nueve más o menos, pero no me alejé mucho de ellos porque de vez en cuando algún espectador decía algo sobre el globo justo a mi altura, por lo que debía ir sólo unos pocos metros por delante.

Ya saliendo de ese tramo por la zona de Los molinos, pasando por debajo de las vías del tren el administrador de la página forofosdelrunning.com me hizo esta bonita foto. No sólo a mí, sino a todo bicho viviente que pasaba por allí y se ponía a la altura de su cámara.

Cerca del kilómetro 10, foto cortesía de forofosdelrunning.com

Seguí a mi ritmo, pero los del globo debieron apretar porque antes de llegar al kilómetro 13 me pasaron. Miré el reloj y vi que mi ritmo era bueno por lo que no quise darme el calentón para seguirlos y seguí como iba. Pasé el kilómetro 14 y vi que el cronómetro marcó menos de 1h03 que era el tiempo de paso de 4:30. La cosa marchaba, pero las piernas ya iban pesando, de hecho fue el kilómetro 16 el primero que hice por encima de 4:30, pero pensé que los cuatro segundos más se compensaban con otros muchos que había hecho por debajo.

Poco después del kilómetro 17 empieza un tramo que me resulta muy desagradable porque está adoquinado y los pies ya van un poco machacados. Ya había perdido de vista al globo de 1h35 y traté de no alejarme de una pareja de corredores vestidos de negro que en su espalda llevaban el nombre de RAULETE y GÁNDARA. Vi que su ritmo era más o menos el mío y no los quise perder. El 18, el 19 y el 20 también estuvieron por encima de 4:30, pero ya quedaba poca cosa y además favorable, por lo que aguanté como pude hasta que comenzó al cuesta abajo donde está instalada la salida y pude aumentar un poco el ritmo, tampoco mucho. En esa cuesta abajo de nuevo el administrador de forofosdelrunning.com estaba haciendo fotos. Se ve en mi cara que iba ya a tope.

A punto de entrar en el polideportivo, foto cortesía también de forofosdelrunning.com

Ya sólo quedaba entrar en el polideportivo, llegar a la pista de atletismo y completar el último cien. Lo hice a buen ritmo, aunque tampoco estaba para muchos trotes. Llegué a meta con un tiempo de 1:35:04 según mi reloj aunque la organización me da un tiempo oficial de 1:34:58. Justo el tiempo que tenía en mente. Bastante contento porque hice la carrera que quería y encima demuestra que voy mejorando con el entrenamiento porque hice siete minutos que en la anterior media.

Ya me estaban esperando mis compañeros cuando llegué. Miguel llegó con un tiempo de 1:32:47 y Quique hizo 1:23:50. Ellos se quejaban mucho de sus isquios, pero yo llegué muscularmente perfecto, sólo con dolor de pies.

La organización de la carrera me pareció perfecta, aunque no me gustó nada lo de tener que recoger el dorsal días antes. Decir que me costó la inscripción 19,70 € que no es precisamente un regalo.

XII Carrera de Reyes de Yuncler

Hoy por quinta vez me he acercado a Yuncler para participar en la carrera popular que allí organizan. Alguien puede pensar que me acerqué a correr, pero la carrera era simplemente una excusa para comer huevos fritos con migas acompañados de una cerveza. Bueno, no es cierto del todo, que también me tomé en serio aquello del correr.

Habíamos quedado un nutrido número del Club Atletismo Zofío en el punto de encuentro habitual a las 9:30 de la mañana, ya que la carrera daba comienzo a las 11. Como siempre, llegué un minuto o dos tarde, cuando ya estaban allí casi todos. No tardaron en venir los dos que faltaban, por lo que rápidamente pusimos rumbo a Yuncler, una pequeña localidad toledana situada a medio camino entre Madrid y Toledo.

Según íbamos acercándonos vimos que la temperatura iba disminuyendo, hasta alcanzar valores por debajo de cero; sin embargo al entrar en la localidad el termómetro andaba cerca de un grado sobre cero. Fresquito de todos modos y con un poco de niebla. Teníamos la esperanza de que el refrán aquel que dice «mañanita de niebla, tarde de paseo» no se cumpliera del todo y mejorara el tiempo según se acercara la hora de salida. Y efectivamente la niebla se retiró, salió el sol, pero aún así hacía fresco.

Había cola para recoger el dorsal, pero tampoco exagerada, por lo que en cinco minutos estábamos con el dorsal en la mano. Aproveché para ir al servicio y cuando salí nos hicimos una bonita foto que deja constancia del gran número de compañeros que participamos en la prueba.

El Club Atletismo Zofío bien representado en Yuncler

Nos acercamos al coche para cambiarnos y nos pusimos a tratar de calentar un poco por la calle donde está situada la salida y la meta, que no es otra que la calle Trafalgar. Al igual que otros tantos cientos, recorrimos la calle arriba y abajo tratando de que los músculos entraran en calor y subieran un poco las pulsaciones.

Faltando pocos minutos para las once de la mañana nos situamos Quique, Joaquín, Miguel y yo no muy lejos de la línea de salida. Dieron el pistoletazo de salida y Quique salió como alma que lleva el diablo. Miguel tampoco le fue a la zaga y Juan Carlos, el amigo del Club Atletismo Leganés también salió veloz, como en Villaverde. Yo salí sin demasiadas pretensiones pensando que Joaquín se quedaría atrás y me tocaría hacer solo los casi ocho kilómetros de la prueba. Es por ello que me llevé una grata sorpresa cuando un poco antes de subir la calle Greco vi a mi lado a Joaquín. Pensé que no iba a durar junto a mí porque me había comentado que no andaba muy fino ya que acababa de salir de un catarro.

Subimos la calle Greco a buen ritmo y comenzamos a bajar lo subido cuando se cumplió el primer kilómetro. Miré el crono y vi que lo habíamos hecho en 4:15 que era más o menos el ritmo que pensaba podía seguir durante la carrera. Bajamos a la calle Ramón y Cajal para conectar con el Paseo del Prado donde subimos la segunda cuesta de la jornada, la subida a la iglesia, que frescos como íbamos subimos también a buen ritmo adelantando al personal que habían salido muy deprisa y ahora iban buscando su ritmo de carrera.

Cuando se sale del casco urbano del pueblo se ve una recta larguísima que acaba con un giro a la derecha. Miraba a lo lejos buscando la camiseta azul de Miguel por si no nos sacaba mucho, pero no la veía; sin embargo sí vi la camiseta naranja del Club Atletismo Leganés de Juan Carlos y me extrañó que no anduviera más lejos. Luego me contó que tuvo un aviso muscular y que bajó el ritmo. Esta recta se hace larga y fue a mitad de recta cuando sonó el segundo kilómetro. De nuevo miré el crono y vi 4:23, ritmo que me pareció algo lento, pero el terreno no es sencillo porque habíamos subido la cuesta de la iglesia y después de un pequeño llano el terreno picaba para arriba sin descanso.

El tercer kilómetro se hace terminando la larga recta y haciendo unos cuantos giros para adentrarse en una zona de chalets donde hay más giros a izquierda y derecha, aunque el terreno es más llano. Ahí hicimos 4:18 y yo seguía asombrándome que Joaquín siguiera a mi lado como si tal cosa. Esto demuestra que estaba especialmente motivado porque el año pasado subió al cajón en esta carrera y este año quería volver a hacerlo.

El cuarto kilómetro, situado un poco más allá de la línea de meta, es el más favorable, por eso no me extrañó comprobar que fue el más rápido de todos los que llevábamos. Poco después se vuelve a afrontar la subida a la calle Greco y ya no subimos con tanta alegría como la primera vez, pero no lo hicimos mal del todo. Al coronar nos adelantó un tipo con perilla y Joaquín pensó que quizás pudiera ser de su categoría. Yo le miré y no me lo pareció, pero pensé que era una buena idea utilizar a este corredor como señuelo para que mi compañero no se aflojase el ritmo. Joaquín, competitivo donde los haya, se pegó a la estela de su contrincante y al poco volvió a ponerse por delante, vigilando por el rabillo del ojo por donde andaba el otro.

Hicimos por segunda vez la subida de la iglesia y mientras transitábamos por la recta larga se cumplió el sexto kilómetro. Joaquín dijo en ese momento que se le había acabado la gasolina, pero le animé diciendo que ya faltaban menos de dos kilómetros y que no iba a dejar que le ganara el corredor de la perilla. Poco después, al girar a la derecha eché un vistazo hacia atrás para ver por donde iba su rival. No estaba muy atrás, como a unos diez metros, por lo que apremié a mi compañero para que no se durmiera.

Hicimos el tránsito por los chalets y al salir de esa zona nos adelantaron dos chicos del Club Atletismo Leganés que nos sirvieron para engancharnos a ellos y aumentar el ritmo. Ya faltaba poco menos de un kilómetro y le comenté a Joaquín que había que darlo todo, que ya era terreno favorable hasta meta. Su contrincante seguí a cerca como pude comprobar al cruzar el arroyo, pero Joaquín ya olía la meta y no iba a permitir que nadie le arrebatar el pódium.

Llegamos con energía a la línea de meta dándolo todo y al echar un vistazo al reloj vi que habíamos hecho 33 minutos y pico, lo cual era el tiempo que pensaba podía realizar. Lo que no se me había pasado por la cabeza antes de la carrera es que Joaquín llegara a mi lado, lo cual demostró que es un auténtico campeón. Según la organización mi tiempo neto fue de 33:44 y el de Joaquín 33:43. Son más de dos minutos con respecto al año pasado, pero mi estado de forma es peor y mi peso es excesivo, así que contento.

Entrando en meta con Joaquín resoplando por el esfuerzo

Cogí una botella de agua y me fui a la búsqueda de una compañera de equipo que ha subido al cajón varios años en esta carrera. Cuando la encontré ya estaba cerca de meta y vi que había varias chicas que la perseguían, así que le dije que lo diera todo hasta meta por si en ese grupo perseguidor iba alguna de su categoría. La chica dio todo lo que pudo y pasó por la línea de meta con un tiempo oficial de 38:20 aunque un neto de seis segundos menos.

Una vez entraron todos los componentes del equipo estuvimos pensando si ducharnos o ponernos a comer migas con huevos fritos y al final optamos por la opción gastronómica, por lo que nos acercamos a los mostradores y cogimos un buen plato con dos huevos fritos y unas migas no muy bien conseguidas, muy apelmazadas y con más chorizo que pan. No me gustaron demasiado, pero no debe ser fácil hacer migas para tanta gente, así que disculpados quedan.

Degustando las migas con los huevos fritos y la cerveza

Otras veces han llevado los de Evedeport un monitor donde van poniendo la clasificación e incluso con tu dorsal te dicen el tiempo y el puesto, pero esta vez no había monitor y había que esperar a que sacaran las clasificaciones en papel, como toda la vida. Por algún extraño motivo esta vez tardaron bastante en sacar las clasificaciones y los dos compañeros que pensaban podían subir al pódium estaban nerviositos. Cuando por fin sacaron las clasificaciones pude ver que mi compañero Joaquín había sido segundo de su categoría y la otra compañera, también segunda. Un gran éxito del Club Atletismo Zofío en la carrera de Yuncler.

Segunda clasificada en la categoría de Veteranas B
Segundo clasificado en Veteranos C

Pero lo mejor de todo es que también dieron un premio al corredor más veterano de la carrera que fue don Emilio Rodríguez Pascual, corredor incombustible, que con sus 74 añazos aún sigue dando guerra… y lo que le queda. Todo un detalle de la organización premiar al más veterano.

Emilio también se subió al pódium