LIII Cross Canguro

He participado por segunda vez en esta bonita prueba que se celebra además en un entorno privilegiado. No es precisamente una carrera primeriza, todo lo contrario. Este año se celebraba la 53ª edición, lo cual no es cuestión baladí.

Fui acompañado por una amiga que participaba en la prueba de 4 km. Esta carrera comenzaba a las 11:00 y en la que yo estaba inscrito media hora después. De todos modos, no hacía falta madrugar mucho para estar con tiempo en la salida.

Nos acercamos en coche hasta el aparcamiento del teleférico y desde allí fuimos andando al lugar donde daban los dorsales y estaba situada la meta y la salida. Recogimos el dorsal en un periquete y aún faltaba una hora para que comenzase la primera de las prueba, la de 4 km. Así que estuvimos por allí disfrutando del buen día que hacía, todo lo contrario que el año anterior que hacía frío y llovía. He de confesar que para un cross prefiero que llueva y haga frío, es lo suyo.

Mientras esperábamos el comienzo nos encontramos por allí con Marina, del Club Atletismo Seseña, que se acercó igual que el año pasado con la idea de hacerse con uno de los canguros que regalan a los que acceden al cajón. También me encontré con un amigo del Club Atletismo Leganés que en la Carrera de Gerindote me dio bien para el pelo, por lo que pensé que podría ser una buena rueda a seguir. Y aún hubo más, porque ya casi a punto de colocarme para la salida me encontré con un primo mío que llevaba muuuucho tiempo sin ver. Así que más que una carrera fue para mí un acontecimiento social.

Tan entretenido estaba con unos y con otros que casi llego tarde a la salida…


Perfectamente concentrado en la salida

El circuito del bosque como se le conoce popularmente es un recorrido de cuatro kiómetros con una curiosa forma de dos pulmones.


Circuito del bosque de la Casa de Campo

Con un perfil claramente rompepiernas:


Perfil del circuito del bosque de la Casa de Campo

Dieron la salida y como nuestra prueba era de sólo 6 km (pulmón y medio) ya desde el principio había que salir a tope, no al cien por cien, pero casi. Vi que tanto mi primo como el amigo de Leganés iban por delante por lo que el objetivo era no alejarme mucho de ellos. Lo curioso es que al poco de comenzar mi primo desapareció de mi vista y eso que llevaba una vistosa camiseta de color rosa, por lo que ya sólo quedaba el leganense por delante.

Me puse a su espalda, aunque iba sufriendo para aguantar su ritmo en los primeros kilómetros, pero como a mitad de recorrido aflojó un poco el ritmo y me puse por delante. A partir de entonces fue él el que se puso a mi espalda.

De los conocidos sólo Marina iba por delante, pero la veía muy lejos, tan lejos que me parecía imposible alcanzarla. Y así fue, aunque quise aumentar el ritmo ya iba muy justito y no recortaba ni un metro. La subida que transcurre paralela al Camino del Pinar Chico se me hizo muy dura y me dejé ahí lo poco que me quedaba. Menos mal que la cuesta se corona en el punto kilométrico cinco y sabía que sólo quedaban ochocientos metros para acabar y una pequeña cuesta abajo para recuperar un poco.

Los últimos quinientos metros son ligeramente cuesta arriba y hay un par de alpacas que te cortan un poco el ritmo, pero apreté los dientes y gasté las últimas fuerzas que me quedaban. Llegué a meta con un tiempo oficial de 25:04, dos segundos antes que el amigo leganense que entró pisándome los talones.

Mirando los tiempos de año pasado vi que lo he hecho un poco peor, pero aún así, muy contento porque acabé con muy buenas sensaciones. Si no ocurre ninguna cosa rara, el año que viene volveré a esta bonita carrera.

VI 10 km solidarios de Seseña

Nunca había participado en esta carrera y me ha gustado bastante. El único problema ha sido el aire, pero eso no es culpa de los organizadores, ya que el Club de Atletismo Seseña lo ha hecho bastante bien.

Nos acercamos tres pradolongueros hasta Seseña, localidad medio toledana, medio madrileña a 34 km de mi casa. Llegamos con casi una hora de antelación y pudimos aparcar sin ningún problema en el aparcamiento situado justo al lado del polideportivo El Quiñón donde estaba instalada la meta y muy cerca de la salida.

La recogida del dorsal fue inmediata. Luego buscamos un servicio y después el guardarropa que no encontramos por ningún sitio. Al final tuvimos que dejar la ropa en el coche. Bueno, esto es un punto negativo para los organizadores, deberían de pensar en ponerlo en años venideros.

Dejamos la ropa en el coche y nos pusimos a calentar esperando que llegaran las diez de la mañana cuando comenzaba la carrera. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto los tres pradolongueros.

Prestos y dispuestos a participar en la carrera de Seseña

Poco antes de la salida me encontré con Marina, atleta local que me confesó iba a tratar de ganar la carrera en categoría femenina y que iría a un ritmo entre 4:00 y 4:10, cosa que me pareció demasiado para mí. La comenté que mi objetivo era ir sobre 4:15. Y no lo decía gratuitamente, ya que de la carrera de la semana pasada había obtenido una predicción que me decía exactamente eso.

Predicción para 10 km utilizando VDOT

A las diez en punto dieron la salida y enseguida vi que Marina y sus acompañantes ponían un ritmo vivo, que me pareció excesivo para mí. Iba viendo que poco a poco se iban alejando. Yo miraba el reloj y veía en ese kilómetro unos ritmos de 4:06 que me parecían mucho. Antes del primer kilómetro me adelantó una chica que debía llamarse Sofía porque era el nombre que podía leerse en su camiseta. Traté de ponerme a su ritmo, pero vi que iba también muy rápido y pensé que a lo mejor acababa fastidiando la «fiesta» a las atletas locales.

La carrera consta de varias rectas para llegar al pueblo viejo de Seseña y las mismas rectas para volver. En el pueblo cambia un poco la decoración porque hay más curvas y alguna subida y bajada. Yendo para allá vi que el crono iba un poco por debajo de 4:15, que era el ritmo objetivo, pero iba pensando que esos segundillos que iba rebajando podrían venirme bien al final.

El kilómetro cinco está en el pueblo antiguo, en una subida no muy pendiente, pero subida al fin y al cabo. En esa subidita me adelantaron seis o siete corredores, fue el tramo donde más gente me adelantó. Está claro que debo entrenar más las subidas porque flojeo bastante cuando el terreno se empina aunque sea sólo un poco.

Llegado al punto donde se junta la ida con la vuelta, en esa larga recta por donde habíamos venido me di cuenta que faltaba lo peor, ya que teníamos por delante una recta de casi 3 km y el aire soplaba en contra con bastante violencia. Costaba trabajo avanzar con ese vendaval en contra.

Luchando contra el viento iban cayendo segundos por encima de 4:15 y me alegré al pensar en ese colchón que había conseguido en la primera parte. En ese tramo íbamos adelantándonos un tipo con traje de triatlón y yo. Trataba de ponerme a su chepa cuando me adelantaba, pero no sé si es que no le hacía mucha gracia ir cortándome el viento o es que el huracán le frenaba, el caso es que aflojaba el ritmo y tenía que volver a ponerme por delante.

Faltando kilómetro y medio se gira noventa grados a la izquierda y el aire sigue en contra, pero al poco hay edificios y se nota menos los soplidos de Eolo. Cuando llegué al penúltimo kilómetro miré el crono y vi que marcaba 38:30 por lo que pensé que bajar de 43 minutos era factible, sólo había que no desfallecer.

Tenía algo de fuerzas todavía y ese último kilómetro lo hice a buen ritmo, parando el crono en 42:25 que era justo lo que decía la predicción; sin embargo, el GPS no llegaba a los diez kilómetros por lo que sospecho la distancia de la prueba era algo menor de lo que debía.

Después de la carrera vi que había una pequeña carpa con dos camillas y un fisio. Había una persona tumbada en la camilla y dos esperando, así que me puse a la cola porque he estado estos últimos días con problemas en la corva y pensé que no me vendría mal que me viese un profesional de este negocio. Después de esperar un poco me estuvo explorando y dijo que podía ser una sobrecarga en el gemelo externo, que fuese a un fisio a que me tratase.

Después de la visita al fisio nos pasamos los tres pradolongueros por la pantalla donde los chicos de Evedeport ponen los tiempos. De los tres que vinimos, la chica se encontró con un segundo puesto y los chicos tuvimos que conformarnos con un cuarto. Curiosamente, en la recogida de premios, que fue tardísimo, a la compañera pradolonguera la dieron como primera en vez de segunda. No sé si debido a que la primera fuera local y pasara a esa clasificación o que hubiese algún error y lo hubiesen subsanado. Fuera lo que fuese, nuestra amiga acabó muy contenta.

XVIII Carrera cívico-militar contra la droga

Por tercera vez he participado en esta bonita carrera que se celebra en la Casa de Campo en la zona del lago. Y no he ido yo solo, no, sino que nos hemos juntado un montón de pradolongueros y «asociados», lo cual es una gran noticia, ya que no hay muchas carreras en las que nos juntemos tantos compañeros.

Como es una carrera de no mucho kilometraje, decidimos salir unos cuantos pradolongueros corriendo desde el punto de encuentro habitual en el parque Pradolongo. Como la carrera comenzaba a las diez de la mañana, habíamos quedado a las nueve y media en el Urogallo con el resto de compañeros y por ello habíamos calculado que saliendo a las 8:45 del punto de encuentro llegaríamos a las 9:30.

Salimos un par de minutos tarde y de camino recogimos a Joaquín, que ya estaba algo nervioso porque no llegábamos. De este modo llegamos cinco a Madrid Río y avanzamos a buen ritmo por la vera del Manzanares hacia la Casa de Campo. Cerca del Calderón apareció Mariano que había ido en coche y volvía para encontrarnos y calentar un poco.

Llegamos al Urogallo prácticamente a la hora convenida y estuvimos saludando al personal y esperando que llegara Pepe, que era la persona que se había encargado de realizar las inscripciones y traer los dorsales. No tardó en llegar y se puso a pasar lista de manera marcial, para no desentonar con la ocasión, para repartir los dorsales. Recogimos los dorsales, posamos para la foto e incluso nos dio tiempo a calentar un poco.


Un montón de pradolongueros antes del comienzo de la carrera

Estando por allí, después de la foto, apareció Fran, compañero maratidiano al que hacía tiempo que no veía. Me dio gran alegría verlo. Estuvimos charlando un rato de los viejos y nuevos tiempos. Un gran tipo Fran.

En la línea de salida me junté con Joaquín, pero no vimos al resto de contendientes pradolongueros con los que supuestamente íbamos a ir a un ritmo similar. Esperando justo debajo del arco de salida pusieron por megafonía Paranoid de Black Sabbath y eso me animó sobremanera.

Dieron la salida y salimos a toda pastilla. Enseguida nos pasó Jovita como un obús con su nueva equipación de la Unión Atlética Coslada y segundos después Miguel. Formamos un terceto que duró escasos segundos porque Joaquín empezó a marcharse en la cuesta abajo. Y el dueto tampoco es que durase mucho porque Miguel salió en su búsqueda. Yo me quedé rezagado sabiendo que mi estado de forma es peor y que si me esforzaba demasiado luego lo iba a pagar.

Pasé el primer kilómetro en 4:08 no muy distanciado de los otros dos. Iba viendo como Miguel iba tratando de alcanzar a Joaquín, que se había instalado en un grupo, mientras que yo iba solo porque no encontraba nadie que fuese a mi ritmo. El segundo kilómetro también lo hice en 4:08 lo cual me pareció bastante razonable ya que ese segundo kilómetro pica para arriba. Miguel ya había alcanzado a Joaquín y circulaban cómodamente en un grupeto.

Empecé a pensar que Mariano debería de alcanzarme en breve ya que suponía que había salido por detrás de nosotros, pero me extrañaba que no me hubiese adelantado ya. Al paso por el tercer kilómetro, que hice en 4:17, calculé que me sacaban unos veinte segundos y que lo iba a tener muy complicado para cogerlos porque poco después empieza el terreno más favorable y ahí me iba a resultar imposible alcanzarlos.

El cuarto kilómetro, ya favorable lo hice en 4:07, pero ya mis compañeros estaban más lejos, aunque no mucho. El quinto kilómetro fue también a un ritmo similar ya que marcó el crono 4:06, pero se habían alejado mucho más, aunque los tenía todavía a la vista. Ya sólo quedaba algo más de un kilómetro y apreté los dientes de lo lindo ya que había un tipo que me seguía los pasos y tenía intenciones de adelantarme.

Cual fue mi sorpresa cuando llegué al arco de meta, que era el mismo que el de salida, y al parar el crono vi que no había llegado al sexto kilómetro, lo cual me extrañó un poco, porque me sonaba que la carrera era de algo más de seis. Paré el crono cuando pasé por debajo del arco y vi que marcaba un tiempo de 23:24. El GPS decía que los kilómetros recorridos eran 5,68 km por lo que la distancia de la carrera era de poco más de cinco kilómetros y medio. Nada que ver con la de hace dos años que era de unos 6,2 km. Está claro que es una carrera de distancia variable.

Después de la carrera vimos a Mariano que no me había adelantado ¡¡¡porque había salido antes!!! Y no sólo me había ganado a mí, sino que había sido el primero de los chicos pradolongueros con un tiempo de 21:58 o algo similar. Luego nos contó que había salido demasiado deprisa. Tiene la excusa de que todavía es novel en estos temas y no sabe controlarse.

Después una cervecita y a casa, pero en vez de volver corriendo nos fuimos con Emilio que se ofreció amablemente a acercarnos al barrio. Y no sólo eso, sino que pagó también las cañas. Lo tomaremos como una invitación por su cumpleaños que ya está próximo.

II Carrera ProFuturo

Hoy se ha celebrado la segunda edición de la Carrera ProFuturo que se celebra en beneficio de la fundación ProFuturo. Esta fundación nació con la misión de contribuir al desarrollo social y económico de países con niños y niñas en entornos de vulnerabilidad para lograr la igualdad de oportunidades a través de una educación inclusiva y equitativa de calidad en África Subsahariana, América Latina y Sudeste Asiático.

En esta carrera, otrora de buen gran asistencia entre los compañeros maratidianos, hoy sólo nos hemos juntado tres, bueno cuatro, que encontramos a unos de ellos al final de la carrera, pero a la hora de la foto sólo éramos tres. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto antes del comienzo de la carrera.


Posando ante la boca de metro de Ronda de la Comunicación, justo al lado de la salida

En lo que respecta a la carrera, se me dio peor de lo que esperaba y eso que hacía un día ideal para correr. La temperatura era fresquita, los cordones que nos regalaron para lucirlos en la carrera me ajustaban las zapatillas perfectamente, los clavos de los dedos estaban recién eliminados, físicamente no me molestaba nada y lo más importante… Mi dorsal era capicúa. Además en el calentamiento me encontré con un amigo que supuestamente iba a ir a un ritmo parecido al mío.

El caso es que comenzó la carrera y mi amigo salió como un poseso y me adelantó en los primeros metros. No quise apretar mucho al comienzo para no ir luego demasiado forzado, pero aún así le tuve como a cincuenta metros casi toda la carrera. El primer objetivo era no perderle de vista.

El segundo objetivo era tratar de pasar al que portaba la banderola de 45 minutos que también salió deprisa. Eso lo conseguí cuando me acercaba al cuarto kilómetro. La verdad es que me encontraba francamente bien. Iba pensando en el año anterior y lo que iba sufriendo con el teléfono a la cintura y eso me animaba aún más.

Veía a lo lejos otro individuo portando otra banderola. Pensé que llevaría una de 42 ó 43 minutos, aunque me parecía algo extraño esos tiempos. Aproximadamente en el kilómetro seis se llega a una recta cuya longitud es superior al kilómetro. Veía que me iba acercando poco a poco al de la banderola, pero antes de llegar a él, sobre el kilómetro seis y medio me adelantó una chica a toda pastilla. Después llegué al de la banderola y vi que ponía 45 minutos. Me dejó algo perplejo que fuese tan adelantado porque yo iba haciendo kilómetros a un poco más de 4:15 y él debería haberlos hecho a 4:30. Pensé en los pobres corredores que trataron de seguirlo y que andarían por ahí fundidos. Cuando le adelanté, el hombre estaba parado animando al personal. Decía que íbamos a pasar el kilómetro siete en 31 minutos y eso me hizo recordar aquello buenos tiempos en que dividía las medias maratones en tres tramos y pasaba cada uno de ellos en menos de treinta para bajar de la hora y media y hoy yendo a tope iba más despacio.

Nada más pasar el kilómetro siete hay un pequeña subida. Me costó subir la susodicha y lo peor es que en esos últimos tres kilómetros donde pensaba que me podía acercar al amigo que salió conmigo, ocurrió lo contrario, que se me fue un poco más. El caso es que no me veía mal del todo, pero no podía ir más deprisa.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 43:46 aunque neto de 43:26, peor incluso que el último diez mil, aunque me consuela un poco que esta carrera es un poco más dura. Está claro que hay que entrenar más y, sobre todo, perder peso, que me sobran unos cuantos kilos.

X Carrera popular villa de Torrijos

He participado, una vez más, en la carrera popular de Torrijos. Es una carrera que me encanta, no sólo por razones sentimentales, sino porque se trata de una carrera muy bien organizada y generosa con el corredor. Algunos ponen peros, como que haya que dar dos vueltas por el mismo sitio, pero a mí me gusta. Hay gustos para todos.

Llegamos a Torrijos un poco más tarde de los esperado, con sólo cuarenta minutos para realizar todos los trámites, menos mal que todo fue rápido: la recogida del dorsal, prender el dorsal en la camiseta, ponerse el chip, dejar la ropa en el guardarropa y visitar al servicio. Nos sobró algo de tiempo para calentar… Pero no mucho.

Salí con la idea de bajar de 43 minutos, pero ya antes de la carrera no me veía bien, tenía malas sensaciones, sabía que iba a ser un objetivo difícil de cumplir. Además el calor tampoco acompañaba, hay que tener en cuenta que la carrera daba comienzo a las once y el sol apretaba a esas horas.


Con una compañera pradolonguera

En estas últimas carreras había salido algo rápido y luego me costaron los últimos kilómetros, así que decidí salir -o al menos intentarlo- más tranquilo. Traté de buscar un ritmo fuerte, pero sin darlo todo, por lo que me sorprendió cuando pasé por la meta en la primera vuelta y vi que llevaba 21:20. Eso me hizo pensar que a lo mejor bajaba de 43, aunque me iba a costar.

De todos modos, quizás sí iba más deprisa, incluso pensando que no lo iba, porque en la segunda vuelta me costaba seguir el ritmo de la primera. Iba una compañera por delante de mí, a la que había seguido durante toda la primera vuelta a unos cien metros, pero veía que se iba escapando.

Había un tipo que recortaba todas las esquinas, que ya conocía de alguna edición anterior donde ya me había hecho la misma jugada y en esta edición seguía con lo mismo. Habíamos tenido un rato en el que yo le adelantaba y luego en la esquina me adelantaba él; sin embargo en la segunda vuelta empezó a sacarme ventaja. Pensé que podía ser una buena rueda a seguir y traté de que no me sacara mucha distancia.

Al final me ganó el tío por tres segundos, gracias a sus recortes, pero el hecho de ir sin perderle de vista me hizo adelantar a un par de individuos. Acabé con un tiempo oficial de 43:15, algo triste por no haber cumplido el objetivo previsto, pero cuando no se puede, no se puede.

Las chicas del grupo pradolonguero lo hicieron bastante bien. Una de ellas hizo segunda de la general y primera de su categoría y la otra compañera acabó la segunda de su categoría. Ambas se llevaron un trofeo que fue algo distinto de lo habitual porque no fue una copa sino una placa de cristal bastante bonita.


El grupo de pradolongueros que se desplazó hasta Torrijos

XVII Legua popular Agromad

He participado junto a varias compañeras pradlongueras en la XVII edición de la legua popular Agromad, que se ha celebrado en la localidad madrileña de Villarejo de Salvanés.

Era una prueba donde los diez primeros y diez primeras obtenían un premio en metálico. Desde los 200 € al ganador o ganadora hasta los 20 € a los que llegasen en la décima posición. El hecho de que hubiese dinero por medio hizo que hasta allí se acercasen corredores y corredoras de muy buen nivel. Sobre todo me sorprendió la gran cantidad de mujeres que había por allí, más de lo habitual. Obviamente no acudí llamado por los premios en metálico, sino como un entrenamiento de calidad.

Llegamos con casi una hora de antelación, por lo que nos dio tiempo a buscar un sitio para aparcar, recoger el dorsal, dejar las cosas en el coche -ya que no había guardarropa- y calentar un poco antes de salir.


Después de la carrera junto al castillo donde estaba la línea de meta

Al tratarse de dos vueltas, tenía la idea de hacer la primera más tranquilo y apretar más en la segunda, pero la excitación del momento provocó que saliera más deprisa de lo debido. De hecho en la línea de salida estaba junto a una compañera pradolonguera y al poco se quedó atrás. Fue, como me ocurre últimamente, una carrera de más a menos aunque el mejor parcial fue el de los últimos seiscientos metros, aunque bien es cierto ese último tramo era más bien favorable.

En un momento dado iba en un pequeño grupeto donde iba un tal Isi. Obviamente, era de Villarejo porque había un montón de gente que le animaba y se extrañaban que fuese tan detrás. Él decía que iba de tranqui. Luego me di cuenta que el tal Isi es Isidoro León, el corredor al que la carrera homenajeaba. Todo un honor haber compartido unos kilómetros con tal célebre paisano.

Iban pasando los kilómetros y me iba acercando a una chica del Club Atletismo Seseña a la que conocía y eso me fue motivando. La conseguí adelantar sobre el kilómetro cuatro, pero casi al final de la carrera me adelantó ella y consiguió llegar antes que yo a meta. La compañera pradolonguera con la que compartí los primeros metros de la carrera también me adelantó cuando quedaba algo menos de un kilómetro y tampoco pude hacer nada por sobrepasarla. Fui batido en toda regla por ambas.

Otra compañera pradolonguera, que corre que se las pela en distancias cortas, consiguió alcanzar la octava posición de chicas lo que le supuso ganar 40 €. No le salió mal el viajecito.

La tercera pradolonguera no consiguió subir al cajón, quedando cuarta de su categoría, pero muy contenta por haberse quedado tan cerca del cajón y sobre todo muy feliz con su marca, habiendo mejorado con respecto a sus últimas carreras.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 23:49 para una distancia de 5,67 km, por lo que la distancia sí podría medir una legua, ya que en el GPS sale algo más. De todos modos, tardé aproximadamente unos ocho o nueve segundos en pasar la línea de salida, por lo que el tiempo habré hecho un tiempo neto de 23:40 que es lo que indica Strava, que sabe más que nadie 🙂


En plena faena. Foto cortesía de Juan Iniesto

Creo que noté las piernas algo cansadas de los entrenamientos de la semana, pero bueno, ya que me lo tomé como un entrenamiento, no me puedo quejar. Habrá que descansar más si tengo un objetivo «de verdad».

La bolsa del corredor fue muy generosa. Había plátano, melón, sandía, dátiles, gominolas, agua, Aquarius, galletitas, caldo Aneto, una camiseta técnica y una bolsa enorme de Aneto para meter todas las viandas. Una muy buena bolsa, sobre todo teniendo en cuenta que la inscripción costó 5,60 €.

Después de la carrera estuvimos por allí casi toda la mañana, ya que celebraban un sorteo y confiamos, ilusos, que nos íbamos a llevar el primer premio, pero no hubo suerte. De todos modos fue un rato agradable entre gente maja.

VI Carrera nocturna San Miguel

He participado en la sexta edición de la Carrera nocturna de San Miguel, en la localidad de la Puebla de Montalbán (Toledo) lugar conocido por ser el nacimiento de Fernando de Rojas, autor de «La Celestina», por lo que es odiado por casi todos los niños de bachillerato. Ya había participado en la primera edición y desde entonces no había tenido la oportunidad de volver a hacerlo.

La carrera comenzaba a las 21:00, pero una hora antes ya estaba por allí, así que recogí el dorsal y antes de la carrera aproveché para hacerme una bonita foto ante la estatua de tan célebre escritor.


Ante la estatua de Fernando de Rojas

Es una carrera bastante dura. Hay que dar dos vueltas de casi 4 km cada una y en cada vuelta hay una subida de aproximadamente unos setecientos metros con su correspondiente bajada de casi un kilómetro. Luego hay otra bonita cuesta de 300 metros con su bajada y el resto es todo el rato picando para arriba. Un verdadero horror.

La verdad es que este tipo de carreras no me gusta nada. Voy fatal subiendo y aún peor bajando, pero pasé unos cuantos años de mi infancia en esa localidad y fui por aquello del sentimentalismo, pero con la idea de no ir a tope.

De todos modos, aunque no pensara ir a tope, al final tampoco fui de paseo. Sufrí lo mío al subir y traté de mantener el tipo en la bajada. Al final hice un tiempo de 34:39 para una distancia supuestamente de 8 km, aunque mi GPS marcó sólo 7,7 km.

Lo curioso es que al mirar la clasificación vi que había sido el cuarto de mi categoría. Estuve esperando por si alguno de los tres primeros era local o hubiese sido descalificado, pero no hubo suerte 🙁 así que me tuve que conformar con la medalla de chocolate, pero aún así, muy contento.

Cuando acabó la carrera me encontré con una antigua compañera del instituto, que hacía mas de treinta años que no veía y me contó que llevaba año y medio corriendo ¡y qué manera de correr! Quedó primera de su categoría.

Lo peor de la carrera fue su elevado precio, ya que costaba la inscripción 10 € y que prometían que habría barbacoa, refrescos y cerveza para todos los participantes, pero lo único que vi por allí fue un plátano, una manzana, una pera y una botellita de agua.

I Carrera nocturna solidaria de Gerindote

Hoy he participado en Gerindote, provincia de Toledo en una carrera denominada «I Carrera Nocturna Solidaria de Gerindote». Si no me fallan las cuentas, ya ha habido en los últimos años cinco carreras de trazado y kilometraje similar, pero no logran pasar de la primera edición debido quizás a los cambios de nombre. No sé, algo raro.

Se trata de una carrera nocturna, como su propio nombre indica -comenzó a las 21:30- consistente en dar tres vueltas a un circuito de poco más de dos kilómetros. En cada vuelta hay un pequeño repecho pero de sólo 200 metros, por lo que la carrera es bastante asequible.

Fui con una amiga hasta este pueblo y allí me encontré con un conocido, así que después de recoger el dorsal y ponernos la indumentaria apropiada nos pusimos los tres a calentar aprovechando para dar una primera vuelta y de este modo examinar el recorrido, así pudimos comprobar que era muy parecido al de otros años. Poco después nos colocamos bajo el arco de salida donde no había ni cien corredores, incluso sumando a los que sólo iban a hacer la marcha solidaria.


Posando antes del comienzo de la carrera

Con tan poca gente, no hubo problemas para salir a toda pastilla, pero al poco me adelantó el conocido y me animó a que fuese con él, pero según iban pasando los metros veía que él iba sobrado y yo un poco justo, así que le decía que tirase y me dejase a mi bola, pero el seguía insistiendo en que fuese a su lado.

A poco de comenzar la segunda vuelta adelantamos a un tipo que se acopló a nuestro rebufo. A mi compañero no le hizo mucha gracia llevar un pasajero extra, así que en el ecuador de la carrera decidió apretar un poco más para no hacer la carrera al nuevo acompañante y allí nos quedamos el nuevo y yo mientras él se iba. La verdad es que agradecí que se fuera porque me llevaba demasiado forzado.

En la tercera vuelta conseguí dejar también a mi nuevo compañero y apretando los dientes conseguí llegar a meta con un tiempo de 25:31 para una distancia de poco más de 6 km. Bastante contento porque acabé con buenas sensaciones yendo más rápido que la semana pasada, aunque quizás debido a que el calor apretaba algo menos al ser nocturna. Hice la primera vuelta en 8:17, la segunda en 8:33 y la tercera en 8:41, claramente de más a menos, quizás salí demasiado deprisa tratando de seguir al conocido.

Mi amiga llegó la tercera absoluta y primera local y como los premios no eran acumulables optó por la categoría local, ya que la primera clasificada se llevaba un jamón, un regalo bastante atractivo.

Después de la carrera dieron migas y agua para los corredores y para todo el mundo que se pasara por allí. Estaban las migas realmente buenas, aunque con una cervecita hubieran estado aún más ricas.

XXXVI Carrera Popular de Mocejón

Era mi segunda participación en esta carrera después de haber participado siete años antes. Lo cierto es que me gustó en aquel entonces, pero hasta este año no había tenido la oportunidad de volver.

Lo más significativo de esa primera participación fue el calorazo que hacía y la increíble participación, con gente de mucho nivel, posiblemente atraídos por los premios en metálico.

Esta vez no hacía tanto calor y tampoco había tanto nivel. Otra diferencia es que siete años antes era gratuita y ahora vale 5 € aunque sigue siendo un precio de lo más razonable.

Me acerqué con una amiga a esta pequeña población toledana y mientras que buscaba aparcamiento ella retiró los dorsales. Después de dejar el coche me acerqué a la plaza del Ayuntamiento donde estaba mi amiga, puse el dorsal en la camiseta, me puse las zapatillas y fuimos calentando hasta el coche, ya que no había guardarropa.

La carrera comenzaba a las 19:45, pero se fue retrasando porque corrían los niños antes y dieron la salida aproximadamente a las ocho. No sé la hora exacta porque olvidé el reloj en casa… Me fastidió habérmelo dejado porque tenía previsto utilizar esta carrera para calcular mi actual VDOT y para ello es mejor tener una medida exacta porque a veces los organizadores dicen una medida y luego es otra, sobre todo cuando no son las distancias típicas de 10 km, media o maratón. Tendré que fiarme de que la longitud de la carrera es de 6,5 km.

La prueba consistía en dar tres vueltas a un circuito prácticamente llano, aunque sí contaba con una subida de poco porcentaje y la correspondiente bajada, pero poca cosa. Llevaba bastante tiempo sin ir a tope, así que salí a un ritmo que consideré apropiado, tampoco a muerte, que cuando hay varias vueltas siempre trato de hacer al menos la primera vuelta con algo de calma para hacerme una idea de la dureza de la prueba.

Según la clasificación, llegaron a meta cien atletas por lo que enseguida coge cada uno su nicho en la carrera y es difícil que te adelanten o adelantes tú si el ritmo es más o menos constante.

Iban pasando los kilómetros y cada vez oía más cerca los gritos de ánimo a una chica llamada Tamara, así que sin un posible objetivo por delante en la última vuelta traté de que no me adelantasen a mí, pero tuve que emplearme de lo lindo en los últimos metros para no verme sobrepasado en la misma línea de meta. Atravesé el arco de meta con un tiempo oficial de 28:10.


Llegando a meta en la carrera de Mocejón (foto cortesía de Evedeport)

Al pasar la línea de llegada nos obsequiaron con agua, unas rajas de sandía y una medalla. Estuve recuperando algo de líquidos y esperando a la amiga con la que me había acercado hasta allí. Llegó al poco y después de recuperarse del esfuerzo nos acercamos al monitor donde los chicos de Evedeport ponen la clasificación. Ella se llevó una gran alegría porque llegó en la primera posición de su categoría y yo me quedé algo sorprendido al ver que había sido cuarto y un poco apesadumbrado pensando que quizás podía haberme subido al cajón si hubiese estado mejor entrenado.

Dado que teníamos que esperar a la entrega de premios nos acercamos a una terraza situada en la misma plaza donde tratamos de recuperarnos a base de zumo de cebada. Cuando oímos que llamaban a las Veteranas B al pódium me acerqué con ella para hacerla una foto en lo más alto del cajón. Fue también una sorpresa que a los ganadores y ganadoras de sus respectivas clasificaciones fueran agraciadas con una paletilla, así que se llevó algo más que una copa. Ya nos íbamos cuando empezaron a nombrar a los Veteranos B agraciados y cual fue mi sorpresa cuando escuché mi nombre en la tercera posición. Me acerqué al speaker para que me lo confirmara y pude ver en la hoja mi nombre y el del club, así que no quedaba duda. Pensé que quizás entre los tres primeros de mi categoría habría alguno descalificado o que fuese local, así que había ganado un puesto… Y un sitio en el cajón. ¡Tan contento que me puse!


En el tercer puesto del cajón, más contento que unas castañuelas

XL Maratón de Madrid

Debuté el 26 de abril de 1987 en la maratón de Madrid y tenía ilusión de treinta años después demostrar que sigo en la brecha. Por aquello del aniversario, la idea era haber preparado bien la maratón, pero entre una lesión en el mes de enero y una terrible lumbalgia a tres semanas de la carrera, llegué a la línea de salida con un preparación más bien corta, así que el objetivo era hacer algo similar a las dos últimas maratones, que consistió en salir tranquilo y tratar de llegar a meta sobre las tres horas y cincuenta minutos.

En un principio habíamos quedado tres pradolongueros para tratar de ir juntos, pero un par de semanas antes Joaquín se lesionó en la rodilla y Miguel no estaba nada convencido de terminar la carrera. Aún así consiguió un dorsal y los dos nos presentamos en la línea de salida. Recogí a Miguel a las 6:55 y poco después de las siete estábamos aparcando el coche en Alfonso XII. Como habíamos pensado dejar la ropa en el coche, teníamos mucho tiempo hasta las 8:30 que habíamos quedado con los compañeros de MaraTI+D y asociados. Nos acercamos a la línea de meta, ya que tenía ganas de soltar lastre.

Con mucha tranquilidad nos fuimos dando un paseo, hicimos lo que teníamos que hacer y de vuelta nos pusimos en camino hacia la terraza del Ritz donde habíamos quedado. Nos encontramos en el camino con Isidoro y Chema, con los que estuvimos charlando. Resultó un paseo muy agradable por el Parque del Retiro, disfrutando del fresquito de la mañana sabiendo que ese fresco se iba a convertir en calor pocas horas después.

Llegamos con tiempo al punto de encuentro y nos hicimos la foto de rigor, aunque no salió demasiado bien…


En la salida de la Maratón de Madrid 2017

En contra de lo habitual, pensando en el calor, elegí salir con una camiseta más clara y bien recubierto de crema protectora, ya había sufrido en alguna maratón anterior quemaduras en los brazos y hombros y esta vez no estaba dispuesto a que volviera a pasar. Además había metido en el bolsillo del pantalón seis píldoras de sales porque sudo mucho y las sales se acaban si solo bebes agua. Fue de Miguel la idea de las píldoras y creo que fue un acierto. Habíamos pensado meternos una píldora cada diez kilómetros.

Después de la foto estuvimos haciendo tiempo porque íbamos a salir con un par de compañeros, pero éstos no llegaban y a las 8:45 nos fuimos hacia el cajón tres que me habían asignado. Estuvimos haciendo tiempo viendo a los paracaidistas cómo caían y escuchando al locutor dar salida a las múltiples pruebas: los de las sillas de ruedas, los élite de la media, los élite de la maratón y al final, el resto de mortales, que salimos algún minuto después de lo previsto. De nuevo, por aquello de la foto, salieron juntos los de la media y los de la maratón, lo cual es una idiotez supina que repiten una y otra vez para abultar los números.

Salimos muy tranquilos, principalmente porque era cuesta arriba y porque iba a hacer muuuucho calor, que ya a las nueve se notaba la calorina. Además el increíble gentío tampoco permitía ir demasiado deprisa y eso que salimos del tercer cajón, que los que salieron del sexto o séptimo debieron tardar lustros en ponerse a correr.

En Plaza de Castilla, kilómetro cinco, se acababa la primera cuesta, que es prácticamente desde la salida. Tomamos nuestra primera botella de agua y miramos el reloj. Habíamos completado este primer tramo a 5:30, dentro de lo previsto.

La bajada por Bravo Murillo hasta Cuatro Caminos se hace rápida, pero tampoco queríamos lanzarnos, por lo que aumentamos el ritmo sólo un poco. Llegamos al kilómetro diez fenomenal y después de coger la botella de agua ingerimos la primera de las píldoras de sales.

Empezamos a notar que la ingesta de agua nos estaba llenando la vejiga, provocándonos ganas de vaciarla, así que decidimos parar donde el año pasado, en la calle Francisco Silvela, que es cuesta abajo y luego se tarda menos en volver a coger el ritmo. Pasado el kilómetro trece se encuentra la subida por la calle Serrano que tiene su miga, es bastante inclinada, aunque afortunadamente no demasiado larga. Poco después, pasando al otro lado de la Castellana, cerca de Rubén Darío nos adelantó el globo de las 3h45, pero no lo dimos la menor importancia, considerábamos que nuestro ritmo era bueno y que ya le adelantaríamos.

En el kilómetro quince, ya subiendo Santa Engracia, agarramos otra botellita de agua para tratar de subir con energía esa bonita cuesta, pero mi pensamiento no era otro que ver a mi madre que esperaba un par de kilómetros después. Miré el reloj y vi que íbamos a llegar un poco antes de lo que le había dicho, pero pensé que mi madre, que es muy previsora, estaría antes de la hora establecida. Y así fue, en el kilómetro diecisiete estaba esperando con un plátano. Un abrazo y un beso a cambio de la fruta y emoción a raudales.

Compartí el plátano con Miguel bajando San Bernardo y sin querer ya estábamos en Gran Vía donde empieza uno de los tramos más emocionantes de la carrera. El paso por Gran Vía, Callao, Sol y la calle Mayor pone los pelos de punta incluso a los más insensibles. Es alucinante como te llevan en volandas con sus gritos de ánimo. Yo tengo a tendencia a acelerarme con los gritos, pero Miguel me paraba cuando aumentaba el ritmo. Allí vi a Andrés, animando al personal. ¡Mucha gracias Andrés!

El paso por el Palacio Real, sobre el kilómetro veinte, también es emocionante, hay mucha gente animando. De nuevo echamos mano a una píldora y con un buen trago de agua conseguimos ingerirla. Y poco después otro trozo de plátano en el avituallamiento cercano a la media maratón. Pasamos por la pancarta de la media, miré el cronómetro y vi 1h52. Le comenté a Miguel que pensaba que íbamos mejor que el año pasado, pero no estaba demasiado seguro. Me sorprendió no ver un reloj en el arco de la media y pensé que ahorrando por aquí y ahorrando por allá, al final se sacan unas perrillas más de beneficio.

Pasamos Ferraz, Rosales y comenzamos a bajar por el Paseo de Camoens hacia el Puente de los Franceses. En una de las primeras curvas, sobre el veintitrés, vimos a un individuo tirado en el suelo, de lado, atendido por otros corredores. Daba muy mal rollo, espero que la cosa no haya ido a mayores. No era el primero que veíamos a alguien parado, pero sí parecía el más grave. Posiblemente el calor ya iba haciendo de las suyas.

La Avenida de Valladolid se hace larga. Íbamos todos por nuestra izquierda buscando la sombra, aunque cuando acaba esta avenida y empieza el Paseo de la Florida, no queda más remedio que ponerse a la derecha donde no hay nada de sombra. En la Puerta de San Vicente también había muchísima gente animando, dejando un pasillo estrecho que llega hasta la estrecha y empinada bajada hasta el río. Allí había un puesto de avituallamiento donde repartían geles. Cogimos un gel y una botella y nos la vimos y nos la deseamos para conseguir abrir el dichoso gel. Luego fue ingerido con rapidez y bien pasado por agua para que se nos quitara esa sensación de tener la boca pastosa.

La subida al lago de la la Casa de Campo es bastante dura y luego el camino por el Paseo de los Plátanos sigue siendo ascendente. Empecé a notar que Miguel se iba quedando un poco por detrás. El tránsito por la Casa de Campo es muy agradable porque vas todo el rato por la sombra. Al contrario que en años anteriores que el recorrido por la Casa de Campo era más largo y estabas deseando terminar, ahora daban ganas de que no acabase nunca por el frescor que se sentía.

Lo malo es la salida por el metro de Lago, allí nos obsequian un año sí y otro también con una bonita cuesta, pero también la animación es bárbara en ese punto. Al acabar la cuesta Miguel se quedó otro poco, poco antes del kilómetro treinta y en la cuesta de la Avenida de Portugal ya me separé definitivamente. No me porté bien con él, pero como salió con la idea en la cabeza de que a lo mejor abandonaba me fui… Pero no debería haberlo hecho ya que probablemente si hubiera seguido con él quizás no hubiera abandonado, pero yo seguía obsesionado con «mi» treinta aniversario y no pensé en otra cosa. Mea culpa.

Subí la cuesta de Marqués de Monistrol a buen ritmo, ayudado por la música de Rosendo, el ilustre carabanchelero. Y poco después de coronar, los gritos de ánimo de mis cuñados me dieron alas. Fueron los kilómetros más rápidos, me sentía como en una nube. Pasé por el Paseo de la Ermita del Santo como una exhalación. Crucé el Puente de San Isidro donde cogí un trozo de plátano. No sé si fue la fruta o la vista del Vicente Calderón, pero las piernas iban a una velocidad endiablada -dentro de lo que cabe- y así seguí hasta la cuesta de la Calle Segovia, donde no me quedó más remedio que aflojar el ritmo. En esa cuesta iban andando bastantes corredores y resultaba complicado adelantar.

Coroné la cuesta, me dejé caer por Ronda de Segovia relajando los brazos y comencé a subir el Paseo Imperial bastante bien. De nuevo, en esa cuesta iba mucha gente andando. El hombre del mazo no daba abasto. Acabó la subida y después de coronar me dejé caer por el Paseo del Doctor Vallejo Nájera sabiendo que era la última bajada antes del festival de cuestas arriba.

El Paseo de las Acacias y su continuación por Ronda de Valencia y Ronda de Atocha se me dio mejor de lo que yo pensaba, pero al llegar a Atocha, empezó a darme el bajón y empecé a subir el Paseo del Prado notando ya flojedad en las piernas. Juanqui me acompañó desde Atocha tratando de animarme y me vino fenomenalmente bien porque iba notando que las fuerzas me iban abandonando poco a poco. Mal del todo no iba porque seguía adelantando gente, aunque alguno que otro me pasaba a mí.

Empecé a marcarme pequeñas metas. Primero llegar a Neptuno, donde espero estar dentro de poco más de un mes 😉 luego llegar a Cibeles, después a Colón. En Colón, enfilé Goya y el objetivo era la esquina de Goya con Velázquez. Todo picaba para arriba, pero la cuesta de Velázquez tiene tela marinera. Suprimieron Alfonso XII, pero no sé cual es peor. Pasé el kilómetro cuarenta y le dije a Juanqui que cogiera una botella de agua por mí en ese avituallamiento, ya no tenía ganas ni de pelearme por conseguir una botella.

Nada más pasar el avituallamiento coroné la cuesta de Velázquez y enfilé Ortega y Gasset más animado, pensando que lo peor ya había pasado. Llegué a la Plaza del Marqués de Salamanca y ya vi Príncipe de Vergara con su bonita cuesta abajo. Traté de alargar la zancada lo que puede para acelerar un poco el ritmo, pero sospecho que no fui mucho más rápido.

La entrada en el Retiro, como siempre, resultó apoteósica. Entre que el terreno es favorable, que ya no queda casi nada para terminar y el griterío del respetable, este último tramo es realmente fantástico. Todo lo sufrido se olvida en cuanto se pone el pie en el Paseo de Fernán Nuñez. Ese último kilómetro de gloria es tremendamente emocionante.

En este último tramo me adelantaron unos cuantos, ya que no aceleré por la proximidad de la meta. En 2010, en un día también muy caluroso, fui a tope hasta el final y llegué algo mareado a meta, así que me tomé con tranquilidad el tramo por el Retiro, tratando de disfrutar de los últimos metros de mi vigésima séptima maratón.

Pasé por línea de meta cuando el cronómetro marcaba 3h47 por lo que descontando el tiempo que tardé en pasar por la línea de salida se convierte en un tiempo neto de 3:46:39, así que tengo que estar satisfecho ya que he conseguido estar en la horquilla prevista antes de comenzar. Treinta años después, lo volví a hacer, eso es buena señal. No sé si aguantaré corriendo otros treinta años, pero se intentará, aunque no creo que corriendo maratones.

Después de pasar por la línea de meta, recibí la medalla, me dieron un bolsa con comida y bebida y me fui hacia el coche. Tenía la esperanza de no encontrar a nadie allí, lo que hubiese significado que Miguel habría llegado a meta. Y así fue, Miguel no estaba… Pero llegó al poco diciendo que venía del «servicio». Me apenó saber que se había retirado ¡¡¡en el kilómetro treinta y siete!!!


Tiempos de paso en la maratón de Madrid