Cuarta y última etapa entre Villar del Pedroso y Guadalupe. Sin lugar a dudas la etapa más dura por el desnivel. Había leído que los bicigrinos fueran mejor por la carretera en vez de por el camino. Así que salimos de Villar del Pedroso por la carretera en vez del camino ya cuesta arriba dirección Carrascalejo. Llevábamos poco tiempo pedaleando y ya veía a mi amiga que avanzaba poco y con un desarrollo muy corto. Me preguntó si ya estábamos subiendo el puerto, pero no empezaba hasta después de Carrascalejo. Cuando llegamos a esa localidad a mi amiga se le ocurrió la idea de ir por el camino en vez de la carretera y el camino estaba impracticable para el pedaleo por la pendiente del camino y el terreno, que eran pedruscos. Fue en ese camino, al meter el plato pequeño cuando se estropeó el cambio de mi bici. Nos pusimos a andar los dos y mi amiga iba tan cansada que en algunos tramos iba yo empujando las dos bicis. Noté que me dolía la cabeza y afortunadamente mi amiga llevaba Paracetamol, que había cogido de la casa rural. Me dio una pastilla y al poco se me pasó, menos mal. Tuvimos la fortuna que el camino desemboca en la carretera por la que íbamos originalmente y, por lo tanto, volvimos de nuevo al asfalto. Mi amiga subía un rato pedaleando y un rato a pie y así, poco a poco, llegamos a la cima del puerto de Arrebatacapas. Allí paramos, hicimos unas fotos y nos tiramos por la bajada buscando la localidad de Navatrasierra.
Después de pasar este pueblo la carretera seguía cuesta abajo y durante la bajada pudimos ir disfrutando del paisaje, que era espectacular por esa zona. Lo malo es que después de la bajada venía la subida del segundo puerto que nos había dicho una corredora que era más tendido. De nuevo subimos como el anterior, con mi amiga un rato a pie y otro rato pedaleando. El puerto es bastante largo, de algo más de once kilómetros, por lo que se nos hizo largo y duro. Poco antes de coronar paramos en una fuente a coger agua y comernos una barrita, el sitio era muy bonito, todo rodeado de verde, con agua corriendo y muy sombreado.
Coronamos al poco y nos lanzamos cuesta abajo. Había leído que en esa bajada sale un camino hacia La Calera y que era recomendable ir por allí. Así que un par de kilómetros después de la cima nos desviamos por esa pista de tierra y fue un gran error ya que era todo el rato subir y bajar, subir y bajar hasta poco antes de este pueblecito que llegamos por una buena bajada. Llegamos al pueblo y no sabíamos por donde seguir por lo que preguntamos a un señor que andaba por allí con su mujer y su hijo. Nos dijo el camino a tomar y nos advirtió que había muchas cuestas tanto para arriba como para abajo y duras. Por lo que había leído tenía la idea de que desde allí era ya favorable hasta Guadalupe, pero es como el individuo nos dijo, muchas subidas y bajadas. Nos encontramos con tres muros que tuvimos que subir a pie porque era imposible pedalear. Un primer muro de 600 metros, un segundo muro de 1,7 km y un tercer y último muro de algo más de medio kilómetro que ya nos metió prácticamente en Guadalupe, pero que aún no sabíamos si esa población a la que nos acercábamos era nuestro destino. Cerca del cementerio preguntó mi amiga a una señora que andaba por allí y nos dijo que sí, que era Guadalupe. Para entrar había otro fuerte repecho que subimos andando y ya dentro de la población preguntamos por el monasterio y nos dijeron que todo recto, que lo encontraríamos sin problemas.
Efectivamente, llegamos a la plaza situada delante del monasterio y lo primero que me sorprendió es la cantidad de gente que pululaba por allí haciéndose fotos, entrando en la iglesia, sentados en las terrazas y paseando por allí. Nos hicimos unas cuantas fotos y mi amiga entró a ver a la virgen mientras yo vigilaba las bicis. Cuando salió entré yo y vi a la virgen, muy morena ella. Al salir de allí fuimos a una de las terrazas cerca de la fuente y me metí entre pecho y espalda dos jarras grandes de cerveza que me sentaron de vicio.
Así acabó nuestra peregrinación a Guadalupe. Cuatro días en los que he disfrutado como un enano. Me encantó el viaje. Me están dando ganas de hacer el Camino de Santiago también en bici saliendo de Madrid.
Tercera etapa del Camino Real de Guadalupe: Talavera de la Reina, Alberche del Caudillo, Calera y Chozas, Alcañizo, Oropesa (descanso), Alcolea de Tajo, Puente del Arzobispo y Villar del Pedroso.
Sonó el despertador a las siete, nos levantamos raudos, nos vestimos, desayunamos y bajamos al restaurante a recoger las bicis, que aún seguían allí. Coloqué el móvil en el soporte de mi bicicleta y puse en marcha el programa BikeGPX con el Tramo 7 entre Talavera y Calera. Eran las ocho menos diez cuando nos pusimos en marcha, nos internamos por el parque de la Alameda buscando el camino y al poco lo encontramos que coincidía con un carril bici que transcurre paralelo al río Tajo. Era muy agradable circular por allí con el frescor de la mañana. Pasamos por la muralla, por una glorieta con unos leones y salimos de Talavera por el cementerio, alejándonos un poco del río, pero el camino seguía siendo agradable y eso que el firme ya había empeorado lo suyo.
Circulábamos entre vegetación de considerable tamaño, pensando si sería maíz, pero parecía muy alto. Llegamos a la conclusión de que podría ser tabaco al ver algunos secaderos de tabaco por allí aunque estuvieran en ruinas. Nos adelantaron varios ciclistas al salir de Talavera y poco después nos cruzamos con un pelotón que estaría compuesto por lo menos de veinte unidades. Aún así tampoco es que viéramos muchos ciclistas durante el recorrido. Pasamos junto a Alberche del Caudillo, pero ni entramos. Me sonaba que ese pueblo era uno de aquellos que se hicieron en la época de Franco con todas las casas igualitas, tipo Bernuy, pero lo poco que se podía ver desde el camino no se correspondía con la imagen preconcebida que tenía.
El tramo hasta Calera es muy llano y agradable por la vegetación y el frescor del río, pero la entrada al pueblo es de órdago, ya que hay que subir una buena cuesta que lleva hasta la iglesia, donde acaba el track. Justo antes de empezar la subida llegamos al mojón que indica el kilómetro 100, donde aprovechamos para hacernos una foto.
Subimos al pueblo con gran esfuerzo hasta la plaza donde está la iglesia y que en esos momentos estaba «funcionando», ya que se oían voces procedentes del interior del templo. Paré para cambiar el track del móvil y poner el Tramo 8 entre Calera y Oropesa. Si la entrada al pueblo fue subiendo, la salida fue bajando, pero al poco volvimos a subir, aunque con poca pendiente buscando la vía del tren. Circulamos unos tres kilómetros pegados a la vía, por unos toboganes no muy duros, pero de piso muy pedregoso. Por allí nos cruzamos con tres corredores que tenían pinta de correr bastante por el ritmo que llevaban. Hacía calor en esos momentos y por allí no había ni una sombra, unos auténticos valientes.
En un momento dado el camino se aleja de la vía y el track no coincidía con el camino, bien marcado por flechas amarillas y los mojones. Mirando detenidamente el track y adivinando más o menos la dirección del camino, decidimos ir por donde indicaban las flechas y olvidarnos del track, ya que parecían converger más adelante y el track parecía que hacía un recorrido extra. Efectivamente, yendo por el camino al poco convergió el asunto y ya volvió a estar en sintonía el track y el camino.
Llegamos a un pequeño pueblo llamado Alcañizo y de pronto vimos cortado nuestro camino por unas cintas. Como buenos españoles, cruzamos por debajo de las cintas para continuar el camino y al hacerlo pasamos por un puente bastante chulo y una iglesia. Paramos a hacer una foto en esa zona y apareció por allí un paisano al que preguntamos el motivo por el que estaba cortado ese trozo. Nos dijo que el día antes había pasado por allí un remolino y había tirado el cable de la luz y alguna cosa más, pero sólo en ese trozo minúsculo del pueblo. En la puerta de la iglesia había una escultura de metal en referencia al Camino de Guadalupe. Se trata de una escultura tipo de las que hay varias en el camino. Allí mi amiga posó con su máquina.
Poco después de salir de Alcañizo vimos un pueblo en la lejanía que supusimos era Oropesa, por lo que pensamos que no debían quedar muchos kilómetros para nuestra parada. El camino se va empinando poco a poco, sin llegar a tener mucha pendiente, pero siempre para arriba. Pasamos por un sitio que anunciaban bastante llamado Dehesa el Milagro, ya cerca de Oropesa y que según he leído después es una finca que compró Blanca Entrecanales Domecq y que la rehabilitó, diseño huertos, campos de cultivo y criaderos de animales. Una granja de productos ecológicos. Me encanta la foto que he encontrado en internet donde aparece esta señora con un burrito. Maravilloso.
El camino seguía ascendente y se puso más empinado cuando llegábamos a Oropesa. De nuevo se cumplía la norma de entrar al pueblo cuesta arriba. Paramos donde acababa el track, en la plaza del Navarro, en una terraza al lado de una fuente. Yo pedí café y tostada con aceite y tomate y mi amiga un zumo. Fue bastante caro. Rellenamos los bidones en la fuente de al lado de la terraza y nos pusimos en marcha con el objetivo de recorrer el Tramo 9 del track entre Oropesa y Puente del Arzobispo.
Este tramo fue el mejor de todos porque el terreno es favorable, el piso en buen estado circulando por una dehesa de encinas y, por lo tanto, con sombra. Tuve que bajarme un par de veces o tres para abrir la puerta de una cancela, pero por lo demás genial. Antes de llegar a Puente del Arzobispo paramos en Alcolea de Tajo pensando que habíamos llegado a nuestro destino. Por supuesto, también la entrada es cuesta arriba. En la plaza donde paramos había un mojón donde se podía ver la cifra 66,6 con una coma casi imperceptible que invitaba a pensar en el número de la bestia. Allí nos paramos a comernos una barrita y por allí apareció un perro que parecía vagabundear sin dueño. Estuvimos poco tiempo allí, sólo lo que tardamos en comer la barrita y pronto nos pusimos en marcha para completar el tramo del que ya nos quedaba muy poco porque Alcolea está muy cerca de Puente del Arzobispo.
Entramos en esta población por una calle larga y recta donde pudimos apreciar los baldosines por lo que esta localidad es famosa, además de por su precioso puente que le da nombre. Paramos en una plaza donde había una residencia de ancianos y presenciamos cómo los familiares se comunicaban desde abajo, en la plaza, a voces con los ancianos encerrados en el edificio por precaución con el maldito Covid-19.
Paramos en la plaza para poner el nuevo track, el tramo 10 entre Puente del Arzobispo y Carrascalejo. Había leído que los bicigrinos (los peregrinos que van en bici) aconsejaban ir por la carretera EX-387 hasta un determinado punto. No hice caso y después de atravesar el puente que da nombre a la población nos metimos por el camino que va justo al lado de la carretera, yendo la carretera a la izquierda del camino y la verdad es que el camino es una birria, porque transcurre por un campo lleno de paja y en muy mal estado, muy mal conservador. Desde luego, preferible ir por la carretera. Después de ir sufriendo por ese camino mierdoso llegamos a un punto que hay que atravesar la carretera y ya el camino se va separando poco a poco de la carretera. A partir de ese punto el camino cambia de fisonomía y se vuelve más montañoso y cuesta arriba, aunque ya llevábamos subiendo un buen rato. Se sigue subiendo y subiendo hasta que por fin, faltando unos cuatro kilómetros, empieza la bajada. Yo me tiré tratando de tocar los frenos lo menos posible y llegué abajo, al cruce con una carretera. Allí miré para atrás y vi que no venía mi amiga, así que esperé. Estuve un buen rato y me extrañó que no apareciese. Esperé un rato más y vi que venía andando y eso que era cuesta abajo. Me extrañó sobremanera que fuese andando y cuando llegó a mi altura comprendí el porqué. Su rueda delantera había pisado un clavo y se había pinchado, así que me tocó cambiar la rueda a pleno solerazo. No tardé demasiado tiempo en cambiarla, pero estuve un buen rato inflando la rueda. Ya sólo quedaba subir una bonita cuesta, pero por carretera para llegar a Villar del Pedroso.
Llegamos al pueblo y buscamos la casa rural que habíamos reservado. Tuve que llamar por teléfono y en cinco minutos estaba allí. Nos abrió la puerta y nos dijo que dejáramos las bicis en el patio y que si queríamos podíamos limpiar la bici con la manguera. Nos enseñó la cocina y nos dijo que podíamos coger comida de la nevera. Luego no enseñó la habitación, situada en el primer piso.
Por la tarde visitamos la iglesia, que había leído que era bonita. Y doy fe que la iglesia de San Pedro, de estilo gótico de finales del siglo XIV o principios del XV, es realmente bonita. Cuando llegamos se estaba poniendo el sol y la iglesia estaba preciosa. La pena es que no pudimos ver la iglesia por dentro que dicen que tienen varios motivos dignos de ver, como la pila bautismal o el retablo. Esta iglesia es también conocida como la Catedral de la Jara y es que Villar del Pedroso pertenece a la comarca de la Jara, como mi pueblo (Los Navalmorales). Con la división de España en provincias de 1833, la mayoría de los pueblos de la Jara se quedaron en lo que ahora es la provincia de Toledo, otros «cayeron» en la de Ciudad Real y otros, como Villar del Pedroso fue encuadrada dentro de la provincia de Cáceres. Realmente curioso.
Segunda etapa del Camino Real de Guadalupe: Gerindote, Carmena, La Mata, Erustes, Cebolla (descanso), Montearagón y Talavera de la Reina.
A las siete sonó el despertador, nos levantamos, desayunamos y nos pusimos en marcha poco antes de las ocho. La salida es cuesta arriba y siguiendo por ese camino se llega a la cañada y no se rueda mucho por allí porque pronto hay que girar a la derecha para coger el Camino de El Carpio de Tajo. Según iba por ese camino iba viendo un montón de juncos a la izquierda, indicando la presencia de un arroyo (arroyo de Alcaboz) que debió existir en su momento porque ahora está más seco que la mojama. Viendo el estado de este arroyo, la arena por la que íbamos, pensé que España se está desertizando poco a poco y ya hay muchas zonas desérticas. Mal vamos. Poco después de dejar atrás los juncos las flechas indicaban a la derecha y comenzaba una suave cuesta arriba. Al poco llegamos a Carmena y el siguiente pueblo era La Mata, lugar donde vivimos mi familia y yo unos siete años. El camino hasta La Mata no es fácil porque es cuesta arriba y con mucha arena. Entramos al pueblo por las eras y por la calle Real. El pueblo se atraviesa en línea recta y se sale por la carretera que va hacia Erustes subiendo el Cerro del Palo. Mirando en Google Maps, esa carretera se llama Camino de Talavera a Toledo. La subida al cerro le costó un poco a mi amiga, aunque es una subida suave. Una vez coronado el cerro comienza una cuesta abajo buscando la vía del tren. Poco antes de llegar a la vía se llega a donde estuvo la fábrica de jabón y que ahora es una pura ruina. Enfrente está el andén de la estación de Erustes, que creo que ya no funciona.
El camino te hace pasar por la iglesia de Erustes y desde allí cruza la carretera y sigue de frente, pero como no lo sabía, tiré por la carretera hacia Domingo Pérez, buscando que pillara bien la señal GPS. Al salir del pueblo vi que había que meterse a la izquierda y este trozo «extra» estaba fatal, ya que era cuesta arriba y con un firme asqueroso. Y la verdad es que el tramo hasta Cebolla era muy similar, cuestas y un firme con mucho pedrusco y arena. Eso sí, la entrada a Cebolla es una cuesta abajo tremebunda. Decidimos parar en Cebolla a tomar algo para reponer fuerzas y en la plaza, junto al ayuntamiento vimos una terraza y allí paramos, ya que era junto al ayuntamiento donde acababa el track del Tramo 5.
No estuvimos mucho tiempo, volvimos a montar y mirando en el track vi que la salida era por la calle del Ángel, lo que no se veía es que había una cuesta arriba de las de aúpa para subir a la iglesia. Yo conseguí subir a duras penas, pero mi amiga tuvo que poner pie a tierra. Una vez subida la cuesta de la iglesia el camino suaviza y al salir de Cebolla nos encontramos con un desagradable camino lleno de arena, que nos hizo echar pie a tierra unas cuantas veces, demasiadas. Había un montón de higueras a ambos lados del camino y me llamó la atención que hubiese un montón de higos tirados en el suelo, como si no los recogiesen, me dio pena verlos ahí tirados, aunque espero que sí los recojan y hagan negocio con esos frutos.
Montearagón está cerca y aún así tardamos un buen rato por aquello del camino arenoso, porque costaba mucho avanzar y había que hacerlo a pie. Por fin llegamos a este pueblo, cruzando la vía por debajo y volviendo a subir por una cuesta bastante empinada. Junto a la iglesia vi un monumento a los fallecidos por el Covid-19. En la bici no pude leerlo correctamente y eso que subía a dos por hora. Luego en internet he visto lo que ponía: «Montearagón, en homenaje a los que se fueron sin un adiós y a todas las personas que dedicaron su esfuerzo inalcanzable contra la pandemia del Covid-19». Un aplauso por ese monumento.
Se sale de este pueblo por una calle asfaltada cuesta abajo que acaba desembocando en las vías del tren. Por esa calle vi a un tipo que iba andando con una mochila por el camino, no sé si sería un peregrino. En paralelo a esas vías se circula unos metros hasta que se cruza al otro lado de las mismas y se continua por la carretera poca cosa hasta llegar a una glorieta donde se cruza la carretera y se llega a un camino que está muy cerca del río Tajo, que en esa zona hace un meandro. Aprovechamos para hacernos una foto con el Tajo a la espalda.
Desde allí, dejando el Tajo a la izquierda se va avanzando por un camino que en muchos tramos es andar por encima de la paja. Iba un tanto temeroso por si podíamos pinchar, pero hubo suerte y acabamos la etapa con las ruedas intactas. En un momento dado se abandona el camino para ir por el arcén N-Va, pero al poco se vuelve de nuevo a un camino que luego se convierte en carril bici según se acerca a Talavera de la Reina. Ya iba con el culo destrozado y mi amiga algo cansada, pero no tardamos mucho en encontrar el hotel Roma. Nos colocamos las mascarillas y entramos y el individuo que estaba en la consigna nos dijo que podíamos dejar las bicis en el restaurante, que estaba cerrado por la mierda ésta del coronavirus. Dejamos las bicis y subimos al segundo piso donde estaba la habitación. Antes de salir del hotel pagué los 65 € estipulados para no entretenernos al día siguiente.
Primera etapa del Camino Real de Guadalupe: Móstoles, El Álamo, Casarrubios del Monte, Ventas de Retamosa, Camarena (descanso), Fuensalida, Torrijos y Gerindote.
Nos levantamos sobre las siete de la mañana. Apañamos todos, nos preparamos y montamos las bicis en el coche que nos acercó a Móstoles, la línea de salida.
Sobre las nueve y cinco nos pusimos en marcha, comenzando en la Avenida Iker Casillas y el comienzo es muy agradable ya que se pasa por el parque del Soto y luego por una senda donde había corredores y ciclistas y por terreno favorable, pasando por detrás de la urbanización Coimbra y atravesamos un bonito puente de hierro sobre el río Guadarrama y poco después por debajo de la A-5. A partir de ese punto el camino ya no es tan agradable, es más ancho, pero el terreno es más arenoso y con cuestas arriba y cuestas abajo. Le comenté a mi amiga que en las cuestas arriba, plato mediano y a economizar fuerzas. Llevábamos 19 kilómetros cuando llegamos al primer pueblo, El Álamo, que prácticamente se atraviesa de un lado a otro por lo que parece la calle principal. Antes de salir hicimos una pequeña parada para poner en el móvil el Tramo 3 y cuando llegamos al comienzo del camino preguntamos a un paisano que andaba por allí, por si acaso. Nos dijo que sí, que siguiéramos rectos por ese camino.
El camino hasta Casarrubios del Monte sigue estando salpicado de cuestas arriba y cuestas abajo, pero no se va mal, son cuestas de poca entidad. A Casarrubios llegamos cuando ya llevábamos 25 kilómetros y al igual que en el pueblo anterior se cruza más o menos en línea recta. Saliendo del pueblo me confundí y en una bifurcación me fui a la derecha cuando era a la izquierda, pero mi amiga se dio cuenta rápidamente y corregimos el rumbo. El programa que llevábamos para seguir los tracks, llamado BikeGPX funcionaba bastante bien excepto en los pueblos, que se perdía un poco. No sé si era el programa o era el GPS del móvil.
El próximo pueblo era Ventas de Retamosa y fue el peor tramo ya que había mucha arena en algunos sitios y algún charco que otro. Tocó poner pie a tierra tres o cuatro veces por la arena ya que era imposible avanzar. Justo a la entrada de Ventas hay un mojón indicando que quedan 200 kilómetros para llegar a Guadalupe. Allí paramos a hacernos una foto. Llevábamos unos 34 kilómetros. No sé si fue en este tramo o en el anterior donde perdí el bidón en una bajada con muchos baches.
Como el track del móvil acababa en Camarena decidimos seguir, aunque estábamos más o menos en la mitad del recorrido. Atravesamos Ventas, aunque tuvimos que dar un pequeño rodeo cerca de la iglesia porque es dirección prohibida.
Desde Ventas hasta Camarena el camino está bastante bien, sigue un tanto arenoso, con alguna cuesta, pero se circula bien. Además enseguida se llega al que habíamos pensado como punto de descanso, Camarena.
La entrada a Camarena es cuesta abajo y acaba la cuesta en la plaza donde está el ayuntamiento y justo ahí acababa el track del móvil. Justo al lado hay un bar, por lo que aprovechamos para parar ahí, cuando llevábamos algo más de 41 kilómetros.
No estuvimos mucho tiempo allí, lo justo para tomarnos el tentempié. Nos montamos en las bicis y salimos por la calle de la iglesia, donde indicaba el track. El tramo hasta Fuensalida no tiene mucho desnivel, aunque sí hay algunas subidas y bajadas y ya acercándonos a Fuensalida el terreno es un tanto «pedrusquero» y por lo tanto muy pestoso; sin embargo, Fuensalida no dista mucho lejos de Camarena, por lo que no tardamos mucho en llegar, aunque ya empezábamos a notar el calor, que se hacía notar de lo lindo.
Cruzamos Fuesalida y fuimos dirección Portillo siguiendo el track, hasta la fábrica de Pablosky, donde se gira hacia la izquierda y se tira por un camino asfaltado donde se llega a un primera bifurcación que cogí bien, a la derecha. En la siguiente también me fui a la derecha, pero por allí no era ya que no había flechas ni nada. Tuvimos que darnos la vuelta para coger el desvío, menos mal que no nos habíamos alejado mucho.
El camino no está mal hasta Novés, aunque con alguna piedra. Poco antes de llegar a esta población se coge la Cañada Real Segoviana, que es una larga recta hasta Torrijos. El camino, cerca de Novés, se dirige a esta población para luego volver a salir un poco más delante. Nos dimos cuenta y evitamos este desvío un poco absurdo. Llegando a Torrijos pensé que podíamos parar en la tienda de bicicletas que hay enfrente de la Renfe y comprar un bidón, pero cuando llegamos allí vimos que estaba cerrada. Afortunadamente hay otra tienda al lado donde entramos y compré un bidón grande por tres euros. Aunque ya estábamos cerca del nuestro destino, llenamos los bidones porque se notaba que íbamos ya algo deshidratados. Llegamos a Gerindote por la carretera sobre las dos y diez de la tarde. Tardamos cuatro horas y veintiseis minutos en recorrer 68 kilómetros a una media de algo más de 15 km/hora.
El Camino Real de Guadalupe fue el camino de peregrinación más popular durante más de dos siglos, aunque ahora el más conocido, con mucha diferencia es el Camino de Santiago y sus múltiples variantes.
El Camino Real de Guadalupe sale de Madrid, de la iglesia de los Jerónimos y llega al Monasterio de Guadalupe pasando, como lugar más destacado, por Talavera de la Reina. El trayecto suma 257 kilómetros.
Como la salida de Madrid no es sencilla, ya que hay que ir callejeando, decidimos comenzar el Camino en Móstoles, partiendo de la Avda. Iker Casillas, muy cerca del Parque del Soto. Nos acercaron en coche hasta allí, pero otra opción es ir en Cercanías hasta la estación de Móstoles-El Soto, que está muy cerca de ese punto. De este modo, el recorrido total se quedaba en 232 kilómetros aproximadamente.
El día antes preparamos las bicis y las mochilas con la ropa y repuestos de la bici que nos íbamos a llevar para tenerlo todo preparado. Habíamos elegido la opción mochila porque no teníamos alforjas. De wikiloc bajamos un track y de la web caminorealguadalupe.com cogimos toda la información necesaria que fui apuntando en un cuaderno por si necesitábamos esa información y no había internet.
La idea era hacer cuatro etapas como recomiendan en esa web:
Día 1: Móstoles – Torrijos: 62 km
Día 2: Torrijos – Talavera de la Reina: 56 km
Día 3: Talavera de la Reina – Villar del Pedroso: 63 km
Día 4: Villar del Pedroso – Guadalupe: 50 km
Nuestra idea era parar en Gerindote en vez de Torrijos, ya que la compañera con la que iba a hacer el Camino tiene familia allí y podíamos alojarnos en esa localidad. Gerindote está pegado a Torrijos, por lo que el kilometraje es similar.