Gran Premio Canal de Castilla

Feliz, estoy enormemente feliz. He participado en el Gran Premio Canal de Castilla y me lo he pasado pipa. Por todo, por la compañía, por la prueba, por el sitio. He vuelto encantado.

Conocía esta prueba desde que Víctor fue desgranando hace unos años la idea. En enero asistí a su presentación en Madrid y lo apunté en mi calendario. En un principio el 5 y luego se retrasó al 19 de julio por aquello de la Operación Salida. Mejor para mí, así tenía más tiempo para entrenar… eso pensaba. Al final cuanto más se aleje en el tiempo, más tarde comienzas los entrenamientos. Así ha pasado, que he llegado algo corto, pero he podido completar los 163 km sin muchos problemas.

La cosa empezó en enero con la presentación como ya he comentado, siguió con la inscripción y el viernes salía para Medina de Rioseco a eso de las seis de la tarde. Craso error. Nos comimos un atasco brutal en la A6 debido a un camión averiado. Debido a esto tardamos tres horas y media cuando deberíamos haber tardado una hora menos. Aún así nos dio tiempo a pasarnos por la Oficina Permanente a recoger el dorsal.

Habíamos quedado con Juan y Rafa, del Club Ciclista Pueblo Nuevo, para cenar después de dejar los bártulos en el hostal y con ellos estuvimos departiendo agradablemente sobre múltiples temas, pero principalmente sobre sus aventuras ciclísticas, como sus largas tiradas de 600 ó 1000 km. A las once y media a la cama que hay que madrugar al día siguiente.

Había puesto el despertador a las seis y media, pero una hora antes ya estaba despierto. Ducha, desayuno y en marcha hacia la Oficina Permanente a recoger el «Pasaporte del Canal» que había que sellar en dos puntos intermedios: Dueñas y Ampudia y al llegar a la meta para «certificar» que habías realizado el recorrido.

Allí me encontré de nuevo con Juan y Rafa. Además por allí andaba Carmelo, fotógrafo implicado en la organización, que siempre es un placer encontrar. También saludé a Víctor, el alma máter de todo este tinglado que andaba nervioso y preocupado. Conocí a Frodo, que nos hizo bonitas fotos, como se podrá comprobar. Todo un placer, Frodo.

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Por delante

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Por detrás

A las ocho menos cuarto, hacia la salida, que se daba junto a la dársena del Canal de Castilla, donde horas después íbamos a finalizar. Toda una declaración de intenciones que la salida/meta se hiciese en un terreno arenoso.

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Hacia la salida

La salida se retrasó unos minutos porque Víctor estuvo dando las últimas indicaciones dado que la Guardia Civil había decidido que el pelotón debía ir junto durante bastantes kilómetros, muchos más de lo que se había hablado en un principio. No hay problemas, comentó, un par de corredores del club ciclista de Medina irían controlando el pelotón, pero como mucho a 35 km/h. ¿Cómo? ¿Qué? ¿A 35 km/h la neutralizada? Increíble, empiezo a plantearme donde me he metido.

Da Víctor la salida, recorremos las calles de Medina y salimos dirección Valladolid hasta el desvío que lleva a Valdenebro de los Valles. Aunque la marcha va «neutralizada» ya empiezan a formarse grupos de gente porque hay unos repechones que quitan el hipo. En este terreno Rafa demuestra que es un tío fuerte porque se va con facilidad. Juan me dice que tranquilo, que ya nos esperará más adelante.

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Bajando uno de los múltiples repechos

Sobre el kilómetro treinta o treinta y cinco la Guardia Civil ha parado a los primeros y nos reagrupamos todos. Es el tiempo de hacer la primera parada técnica. Son pocos kilómetros, pero hemos subido unos cuantos repechos no muy largos pero sí de buena pendiente. Llevo las piernas ya al rojo vivo y me queda mogollón. No sé si voy a poder aguantar a este ritmo. Dice Rafa que llevamos una media de 29 km/h hasta ese punto.

Después de unos minutos, nos ponemos de nuevo en movimiento. Ahora empieza una cuesta abajo y de nuevo Rafa se va con facilidad. Se nota que es corpulento y la gravedad le ayuda. Juan sigue charlando con unos y con otros, saludando a la gente con la que nos cruzamos, dando las gracias a voluntarios y guardias que hay en los cruces. Desde luego este hombre es todo un derroche de optimismo. Da gusto ir con él. A veces me recuerda al negrito de la película Intocable.

Llegamos al kilómetro 52 en Cabezón de Pisuerga donde está el primer avituallamiento líquido. Llevo todavía el bidón lleno así que no paramos. Dentro de tres kilómetros empieza «lo bueno», la primera sirga. Una sirga no es más que un camino de tierra junto al canal donde las mulas tiraban de las embarcaciones. Esta sirga mide una longitud de casi siete kilómetros. No está mal para ser la primera.

La entrada está fatal, hay que entrar con mucha precaución, pero una vez dentro empiezo a dar a los pedales y me pongo a 30 km/h. Sonrío interiormente pensando que ese grupo que veo al fondo pronto va a ser alcanzado. Nada más lejos de la realidad. Si yo voy a 30 ellos debe ir a 35 porque se van alejando cada vez más. Juan que venía por detrás me pasa y le sigo a unos metros, porque ir a rueda en estos tramos es peor ya que no ves si hay una piedra, un agujero, un montículo, así que le sigo, pero sin acercarme en exceso. Hay unos cuantos pinchazos en esta zona.

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En la primera sirga

En el asfalto nos reagrupamos un pelotón de unos diez o doce. Tenemos la fortuna de que Dori Ruano, la invitada especial, está entre nosotros. Nos dice como deberíamos revelar y siguiendo su consejo vamos entrando por la derecha y nos dejamos caer por la izquierda. Vamos fenomenal hasta que llegamos a Quintanilla donde hay un tramo testimonial de 100 metros y tiene la desgracia de pinchar. A partir de ahí, Dori se queda y ya se rompe el orden en el pelotón que se había montado.

Después de unos cuantos repechos (alguno bastante duro) llegamos a Dueñas donde está el primer avituallamiento sólido y donde hay que sellar por primera vez el pasaporte. Allí paramos tranquilamente y nos ponemos ciegos a comer: sandwich de jamón y queso, tarta de manzana, melón, sandía, plátano. De todo. Una pasada la cantidad de comida que había. Estamos en el kilómetro 85, en la mitad del recorrido.

Con la tripa bien llena salimos de Dueñas, hay un repechón a la salida del pueblo para subirlo con el tercer plato… si lo tuviera. Me cuesta dios y ayuda no poner pie a tierra. El repechón se baja por una cuesta abajo de tierra con piedras que dificulta colocar la rueda de tal forma que no pise ningún pedrusco. El terreno es favorable hasta el inicio de la segunda sirga de la jornada. Conocida como La sirga de Albúrez, sus 14,5 km nos llevan hasta Palencia. Voy a buen ritmo, junto a un grupo de cuatro o cinco, pero al final me doy cuenta que voy un poco fuera de punto y levanto el pie. Se van yendo y poco después me pasan Juan y Rafa como cohetes y algunos más, pero trato de no cebarme. Se me está haciendo largo este camino y llego a Palencia reventáo.

En Palencia otra sorpresita. Acaba la sirga, se gira a la izquierda y comienza a subirse el Alto de Autilla, que no es muy duro, pero entre que ya voy con las piernas muy cansadas y que el aire en contra es brutal se me hace no duro, lo siguiente, ¡¡¡si parece el Tourmalet!!! Una chica bien maja me dice que me ponga a rueda, que me lleva hasta el que va delante de mí. Curiosamente es Arturo, no el rey, sino un conocido del ciberespacio y entre los dos nos vamos dando relevos para tratar de subir los dos juntos. Juan y Rafa van metidos en un pelotón un poco delante de mí, pero se van alejando cada vez más, hasta que veo que Rafa se para antes de la cima del puerto. Dice que para hacer sus necesidades.

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Subiendo…

En la cima de este alto hay un avituallamiento líquido. Juan nos está esperando. Aprovecho para avituallarme y comer un par de plátanos, que también había. Rafa llega algo después con calambres, se para a estirar y dice que lleva el pulso muy alto, que no le baja. Estamos un buen rato allí, hasta que Rafa se encuentra mejor. Nos advierten que tratemos de hacer grupeta porque aunque el terreno es favorable, hace muchísimo viento en contra. Estamos ya en el kilómetro 106.

Efectivamente, el terreno es favorable, llano y con bajadas hasta Ampudia. Salimos los tres y Juan se pone a tirar con la idea de pillar a un grupo de cinco que van delante de nosotros. Vamos los dos a rebufo, pero cuando ya estamos muy cerca de llegar al grupo se descuelga Rafa y no nos damos cuenta que se ha quedado hasta que conseguimos entrar en el grupo. Rodamos unos kilómetros en ese grupo pero nos descolgamos para echarle una mano. Curiosamente, con lo mal que lo he pasado subiendo, ahora me encuentro muchísimo mejor. Me ha venido fenomenal esa paradita y ese plátano.

Pasamos por el Monasterio de Nuestra Señora de la Alconada, vamos animando a Rafa porque Ampudia está muy cerca. Vamos tan ensimismados que nos pasamos el desvío a la carretera blanca (léase camino) número cuatro que sale justo después del monasterio. Nos adelanta una ambulancia y nos dice que nos hemos pasado, así que vuelta hacia atrás hasta el monasterio. Allí ingresamos en el camino y nos cruzamos con uno que ha pinchado. Dice que no hay remedio que ha llamado para que vengan a recogerle. Seguimos y poco después noto que he pinchado. Me pongo a vocear y a silbar pero mis dos compañeros no se enteran, así que me bajo de la bici, desmonto la rueda y cambio la cámara. Empiezo a hinchar la rueda y noto que empiezan a caer gotas de lluvia. No pasa nada me digo. Cuando ya estoy a punto de montar la rueda veo que llega una furgoneta. ¡Qué sorpresa! Es Rosa, la mujer de otro participante. Mis compañeros le han dicho que si se puede acercar por si me ha pasado algo. Afortunadamente para mí lleva una bomba de aire de pie así que la rueda pasa de 4 kilos (lo poco que había podido inflar a mano) a ocho kilos. Menos mal, porque seguro que con cuatro kilos hubiese pinchado poco después.

Llego a Ampudia al avituallamiento (km 126) y allí están mis compañeros de aventuras comiendo y bebiendo. Empiezo a pensar que voy a acabar la prueba más gordo de lo que vine. Durante el rato que estamos allí observo que la lluvia empieza a ser constante, nos va a tocar mojarnos. Sello el pasaporte y como algo y de nuevo en marcha.

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Recuperando fuerzas en Ampudia

Salimos de Ampudia por delante del castillo…

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Castillo de Ampudia

…y salimos por otro camino, pero de sólo 800 metros. Al llegar a la carretera me paro a hacer mis necesidades y digo a mis compañeros que sigan ellos. Los cojo al rato, me encuentro fuerte, mucho mejor que en la primera parte de la prueba. Seguimos dando a los pedales, la lluvia ya es nuestra compañera de camino y llegamos a la carretera blanca número seis, de tres kilómetros de longitud. Me pongo a dar a los pedales sin mirar a atrás y noto que el barro se va pegando a los frenos. Acaba el camino y veo que no viene ninguno de los dos. Al poco llega Rafa y bastante después, Juan. Dice que el barro se le queda en el guardabarros y que no puede pedalear, así que tiene que parar cada poco tiempo a quitar el barro con un desmontable. En ese punto, en Meneses de Campos, en el kilómetro 140, Juan se plantea llegar a Medina de Rioseco por carretera. Yo digo que he venido aquí para hacer el recorrido, que yo sigo, así que seguimos los tres.

Quedan algo más de veinte kilómetros y ya es todo por caminos. Empezamos la carretera blanca número siete de 7,5 km de longitud y la cosa se va complicando. El primer tramo es llevadero yendo por el lateral, ya que la parte central está empedrada, similar a algún tramo de la Paris-Roubaix. La segunda parte es un terreno más ondulado con pequeñas subidas y bajadas y curvas a derecha a izquierda. Lo peor es que con la lluvia la tierra se ha convertido en un barrizal y resulta difícil avanzar en algunos tramos. Adelanto a uno que va andando y dice que no ha pinchado, que se ha caído dos veces. Adelanto a otro y me dice lo mismo. El terreno es complicado, la rueda trasera se va por donde quiere. Veo que Juan y Rafa se van quedando cada vez más atrás, pero sigo mi camino. ¡Ahora es cuando mejor voy! No siento el cansancio, mis piernas responden a cada pedalada aunque no se avanza mucho por este terreno.

Acaba la «carretera blanca» que estaba marrón de la lluvia y empieza el último tramo de la prueba. Se trata de la sirga número tres «Dársena de Medina» que lleva a la meta. Consta de 13,5 km de longitud y como buena sirga, transcurre paralela al canal y está preciosa a más no poder. La lluvia es más fuerte en estos momentos.

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La lluvia es abundante sobre el canal

El subidón que llevo es de órdago, voy como un loco por ese terreno. Ha llovido y está lloviendo bastante por lo que los surcos del camino son un charco continuo. Pero no importa, voy disfrutando como un enano. Recuerdo las palabras de Pedro Horrillo que decía que lo importante de este tramo no es desear llegar a meta, sino desear que no acabe para disfrutar. Y eso hacía disfrutar y disfrutar de este terreno.

Por ahí va uno de amarillo, le sobrepaso. Luego van un par de ellos, también los paso. Otro me dice que ya no puede más. En este último tramo adelante a seis o siete. De repente me parece ver a Carmelo con su cámara y con un paraguas, ¡no me lo puedo creer! Me hace una foto y le saludo. Es sorprendente Carmelo, inesperado. La foto ha salido muy bien para las condiciones que hay en estos momentos.

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Disfrutando como un niño con katiuskas

Sigo y sigo disfrutando y empiezo a ver las casas de Medina. Sigo dando a los pedales y llego a la dársena donde está instalada la meta. Cruzo el arco con una sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. Ha sido una verdadera pasada.

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Llegada a meta, súper contento

Me acerco a la mesa donde bebo un par de vasos de bebida energética. Me sellan el pasaporte y me acerco a la gasolinera a quitar el barro de la bici. Guardo la bici en el maletero del coche, me ducho en el polideportivo y disfruto de una deliciosa y abundante comida con la que nos agasaja la organización. Después de la comida partimos con cierta premura a casa. Ha sido una jornada genial, me lo he pasado de vicio. Muchas gracias Víctor por seguir adelante con tu idea. Espero que el año que viene se pueda celebrar de nuevo. Gracias a Juan y a Rafa por la compañía antes, durante y después de la prueba. Gracias también a Frodo, a Carmelo y a Marisa por las fotos. Bueno, a Marisa por las fotos y todo lo demás.

Moviendo el plato grande

El sábado voy a participar en el GPCC y seguro que voy a ir más deprisa de lo que voy habitualmente, así que hoy he salido con la idea de ir bastantes kilómetros con el plato grande. Sí, tengo claro que ir con plato grande y piñón grande es igual que ir con plato pequeño y piñones más pequeños, pero hay algo psicológico en llevar «la tortilla». Podía ir con el 50×19 y sería prácticamente lo mismo que llevar 39×15, pero no es lo mismo.

Ayer hacía calor, pues hoy más. Mira que en la bici se nota menos, pero pegaba el sol de lo lindo. Además pocas sombras hay por el camino, sólo a la vuelta cuando se sube la Marañosa se va al abrigo de los pinos, que por cierto, olían que daba gusto.

Un entrenamiento sin mucha historia. Ida hasta San Martín, parada a que mi compañera se comiese una barrita y vuelta por el mismo sitio. En total algo más de de 54 km a un ritmo de 24 km/h que no está mal teniendo en cuenta las paradas en los semáforos. Y calor, mucho calor, unos 38º durante el entrenamiento.

Me siento preparado para el Gran Premio Canal de Castilla.

Zapatitos nuevos

Estaba claro después del reventón del miércoles que tenía que cambiar las cubiertas de la bici, al menos la trasera. Lo cierto es que no hubiese hecho falta que reventase, porque ya me había dado cuenta que estaba mal. Así que me he hecho con un par de cubiertas de Kevlar que se suponen son el no va más para esto de los pinchazos. En concreto son unas cubiertas Continental Super Sport Plus que el vendedor me aseguró que van de cine. El precio es de 33 € cada una, pero si realmente son efectivas, bien pagadas están.

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Cubiertas Continental Super Sport Plus

Dice el fabricante que son prácticamente impenetrables gracias a su cinturón antipinchazos, pero la prueba de fuego será el GPCC porque los 120 km que he hecho hoy han sido todos por carreteras con buen firme.

La ruta de hoy ha sido con una grupeta reducida, sólo tres. Hemos salido de Madrid destino San Martín para antes de llegar a esta localidad tirar hacia la carretera que va del Puente de Arganda hacia Morata, para subir el Alto de la Radio (media de 3,5% y máxima de 7,5%) y desde allí bajar hacia Morata pero sin llegar a este pueblo. El siguiente paso ha sido llegar a Titulcia donde hemos parado a reponer fuerzas a base de un aceptable pincho de tortilla y bote de Aquarius. Hemos reiniciado la marcha hacia Ciempozuelos, San Martín y a casa… Bueno, cuando llevábamos 94 km la fémina componente de la grupeta se ha quedado en su casa y hemos seguido el resto. Poco después me he quedado solo y he continuado hasta Pozuelo y vuelta para totalizar los 120 km previstos. He tardado 4h42 en recorrer los 120 km a una media de 25,5 km.

He acabado bastante bien por lo que pienso no tendré muchos problemas en acabar el GPCC a no ser que el hecho de ir por caminos sea una experiencia realmente terrible.

Cuando he cambiado las cubiertas marcaba el ODO del cuentakilómetros 681 km.

Al suelo y pinchazo. Mala suerte majete.

Dada la cercanía ya del Gran Premio Canal de Castilla, que incluye 51 km por caminos, se me ocurrió la idea de practicar un poco eso de ir por caminos con una flaca antes de que llegase el día. Fui con la bici por el Parque Lineal hasta casi el final. Allí sale un camino que te puede llevar hasta Rivas, que casualidades de la vida, transcurre paralelo al Real Canal del Manzanares, otra obra hidráulica similar al de Castilla.

Antes de llegar a ese punto, paré unos instantes a saludar a los dos burritos que había por allí y luego continué. Me arrepentí de no haberles llevado unas zanahorias, pero nunca sabes si están junto a la verja o no.

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Cuando abandoné el camino de cemento del Parque Lineal, tratando de subir por una cuesta pequeña y empinada, ocurrió lo inevitable: al suelo. Me levanté rápidamente, como si no hubiese pasado nada, y me di cuenta de que si hubiese subido esa rampa me hubiese encontrado con algo peor, ya que había una bonita zanja justo al pasar la rampa. Después de comprobar que no había daños, zumbado para el camino, el mismo que he que he recorrido unas cuantas veces a pie en mis entrenamientos maratonistas.

Fui bastante bien por el camino. Alguna piedrecilla, tierra, baches, pero ningún problema. Llegué a la Cañada Real y me dirigí hacia la carretera de San Martín para coger el carril bici. Ese tramo de la Cañada Real está fatal. Han echado las piedrecillas para asfaltar, pero se les ha olvidado el asfalto. Entre esto y lo otro, unos seis kilómetros por caminos sin asfaltar.

Como me parecía poco, me dispuse a dar otra vuelta. Cogí el carril bici hasta Villaverde y entré al Parque Lineal por un camino que pasa por debajo de la A4. Ya no estaban los burritos, estarían escondidos. Llegué al punto donde antes me había dado el galletazo y esta vez pie a tierra para subir la rampa y saltar la zanja. Comienzo el camino y no llevo cien metros cuando noto el golpe de una piedra con la rueda trasera y el inevitable reventón.

Parada al lado del camino a cambiar la cámara y vuelta por donde había venido con más miedo que vergüenza para no volver a pinchar, ya que la rueda no llevaba mucha presión y encima la cubierta tenía un bonito boquete. Obviamente, tengo que cambiar las cubiertas por unas de Kevlar si quiero participar en el GPCC.

A la vuelta paso por Sanferbike pero ya estaba cerrada la tienda, así que tendré que buscar las cubiertas por las N tiendas que hay en Madrid y cambiar las que tengo.

En total sólo han sido 35 km en hora y media. Nada que ver con los 163 km de los que consta el Gran Premio Canal de Castilla.

En bici hasta Nuevo Baztán

Hoy hemos salido con la bici. Desde Rivas hasta Nuevo Baztán y vuelta, aunque haciendo la vuelta algo más larga para hacer más kilómetros. Una bonita grupeta: tres chicos y ¡¡¡cinco chicas!!!

Nunca había estado por esa zona y la verdad es que está bien para ir en bici, ya que son carreteras secundarias sin mucho tráfico: Rivas, La Poveda, Campo Real, Pozuelo del Rey y Nuevo Baztán. Paradita en Nuevo Baztán junto al Palacio de Goyeneche para reponer fuerzas…

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Reponiendo fuerzas en Nuevo Baztán

Después del descansito, vuelta por donde vinimos hasta La Poveda, donde algunos decidimos tirar hacia Morata para hacer algún kilómetro más. Fuimos acompañados por Marieta, que la semana que viene va a hacer nada más y nada menos que el Ironman de Vitoria.

¡¡¡¡Mucha suerte Marieta!!!

No sé cómo habrá entrenado los otros dos deportes, pero en la bici iba francamente bien, subiendo con una ligereza sorprendente.

Pues eso, llegando a La Poveda, tiramos hacia Morata, subimos el Alto de la Radio y luego tiramos por la Cuesta Nueva hacia San Martín, para antes de cruzar el río volver hacia la carretera de Arganda y desde allí a Rivas. A punto estuve de darme la gran galleta, ya que bajando la Cuesta Nueva me salí de la carretera por mirar hacia atrás. Pá haberme matáo.

En total salieron prácticamente 90 km en un tiempo de 3h44 @ 24 km/h. No está mal, vamos mejorando.

Ha sido todo un placer compartir kilómetros con la grupeta. Habrá que repetirlo siempre que se pueda.

Bienvenido Míster Marshall

Hoy hemos ido hasta Guadalix por el carril bici de Colmenar, partiendo desde la academia, cerca de la Universidad Autónoma. A la ida llegamos a Guadalix por Soto y después de parar en Guadalix a recuperar fuerzas la vuelta hacia Madrid pero por el puertecillo de San Pedro, en la carretera que une Guadalix con Colmenar. Desde allí por el carril bici a toda pastilla, que el camino es más favorable que a la ida.

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Recuperando fuerzas en Guadalix con la típica barrita con tomate

Estando «reposando», me comentaron lo de la película. No tenía ni idea de que la película Bienvenido Míster Marshall fue rodada en este pueblo de la sierra madrileña. En homenaje a esta película puede verse una estatua de Pepe Isbert asomado al balcón del ayuntamiento.

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Pepe Isbert asomado a la balconada del ayuntamiento

A la vuelta pasamos por el puertecillo de San Pedro, una subida de poca entidad pero que se le atragantó a una de las componentes de la grupeta; sin embargo, desde Colmenar, volando hasta Madrid. Entre la ida y la vuelta completamos 77 km en 3h16 a una media de 23,6 km/h.

Antes de salir me subí a la báscula y marcaba 69,2 kg. Me está costando dios y ayuda bajar de 69.

Casi mareado

Casi mareado he acabado de dar vueltas al circuito de triatlón de la Casa de Campo… lo digo en sentido figurado, que conste. Como dentro de un par de semanas se celebra el triatlón nos hemos dirigido hasta la CdC por Madrid Río y hemos dado cuatro vueltas al circuito.

El entrenamiento me ha servido para comprobar que mi compañera de entrenamientos ha mejorado bastante en la subida, ya que iba como un tiro subiendo Garabitas. Se ha dado cuenta que para subir deprisa hay que sufrir un poco, que no es igual que ir en llano.

Para salir de la Casa de Campo lo hemos hecho por el zoo, donde hay un bonita subida para llegar a la altura de la carretera de Extremadura. Esa misma subida se hace corriendo también en la media maratón de Latina… y es dura en ambos casos.

Entre la ida por Madrid Río, las cuatro vueltas al circuito y la vuelta por el Anillo Verde, han sido en total 49,6 km en 2:19:27 @ 21,3 km/hora.

El cura de Morata de Tajuña

Hoy han planeado una ruta que partiendo de San Martín iba a Ciempozuelos, Titulcia, Morata de Tajuña, Perales de Tajuña y vuelta por el mismo sitio. Al pasar por Morata me he acordado del dicho popular: el cura de Morata de Tajuña se rasca los cojones con una uña. Buscando en internet he visto que este dicho tiene un añadido que me ha hecho muchas gracias: y el de Villarejo de Salvanés le llegan los cojones a los pies.

A las nueve estábamos en el punto de encuentro, en San Martín, junto al polideportivo. Allí nos hemos encontrado con una grupeta numerosa y hemos comenzado la ruta. Al pasar Titulcia hay una rotonda donde cambia el aire. Ha empezado a soplar en contra y era un horror avanzar. No pasaban los kilómetros. De esta manera, penosamente, hemos llegado a Perales de Tajuña, el meridiano de la salida.

Llevábamos prisa, así que no nos hemos parado a desayunar con ellos. Hemos dado la vuelta y camino de Morata nos hemos ido comiendo una barrita de turrón de guirlache, que es energía pura. Daba gusto volver, ahora con el aire a favor; sin embargo al entrar en Morata, por ir mirando donde no debía, me he comido una alcantarilla y he pegado un llantazo con la rueda trasera que ha provocado que pinchase y que la llanta se quedara un pelín abollada. Cambio rápido de cámara y hacia San Martín directamente sin volver por donde la ida para no perder demasiado tiempo.

La subida desde Morata es durilla, pero no excesivamente; sin embargo, la bajada hacia San Martín es rápida, con buen piso y con pocas curvas. Es un placer dejarse caer. Creo haber visto en el cuentakilómetros una máxima de 64 km/h que no es que sea una velocidad exagerada, pero no está mal.

Al final han sido 57 km en un tiempo aproximado de 2h45 a una media de 20,7 km/h. Algo lenta, pero el viento ha sido algo exagerado.

Luciendo maillot

Igual que el domingo pasado, hemos salido a la Casa de Campo a recorrer el circuito de triatlón. Esta vez hemos ido a dicho parque en coche porque ya era tarde, cerca de las ocho de la tarde y yendo en bici hasta allí no hubiera dado tiempo casi ni dar una vuelta. Así que a montar las bicis en el coche y zumbando para la CdC para que no se hiciese demasiado tarde.

Antes, rebuscando en el baúl de los recuerdos he encontrado un bonito maillot del equipo Mx Onda. Esta empresa patrocinó un equipo ciclista en 1996, así que el maillot tiene unos cuantos años ya.

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Luciendo maillot vintage, hemos dado tres vueltas al circuito de triatlón espabilando todo lo que podíamos. He notado que mi compañera va mejorando en la escalada poco a poco. Además parece perfectamente adaptada a su nueva bici.

Han sido únicamente 22 km en un tiempo aproximado de 56 minutos a un media de 23,6 km/h.

Celebración

El fin de semana del 28 y 29 de junio se celebra en Madrid lo que llaman el Skoda Triathlon Series. En un principio tenía pensado participar en dicha prueba, pero la carrera del barrio se va a celebrar el día 29 de junio y el día anterior es un día muy ajetreado de preparativos, así que descarto participar ya que no podría ni sábado ni domingo.

Sin embargo, mi compañera habitual de entrenamientos «bicicletiles» sí va a participar y me apremia para que la acompañe en estos entrenamientos de reconocimiento por el circuito de triatlón. Así que hoy domingo hemos salido hacia la Casa de Campo pasando por Madrid Río. Craso error. Este paseo estaba lleno de gente como es habitual en un domingo por la tarde, añadiendo además a los aficionados del Atlético de Madrid que andaban por allí esperando que saliese el autobús atlético donde iban los jugadores a celebrar la liga recién conseguida. Desde el otro lado del Manzanares se veía una multitud esperando.

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Hinchada esperando al autobús atlético

Ya en la Casa de Campo, el habitual circuito pasando por las dos cuestas: la pequeña y empinada junto al lago y la subida a Garabitas, más larga y con menos pendiente. Lo típico por allí, algunas con sus bicis de montaña subiendo a un ritmo lento, los que se creen profesionales subiendo echando el bofe y los típicos picados que se ponen a cien cuando una chica les adelanta.

Después de dar dos vueltas a ese circuito, vuelta por Aluche para no volver otra vez por donde la ida que estaría a reventar. En total unos 37 km en aproximadamente 1h50 a una media de poco más de 20 km/h que no es muy allá, pero yendo por Madrid Río, demasiado.