Pedalear hacia arriba

Siempre había pensado que pedalear «hacia arriba» estaba sobrevalorado. Esto que llamo pedalear hacia arriba es lo que en algunos sitios llaman pedaleo redondo y es aquel en el que se pretende ejercer fuerza tanto durante la bajada del pedal como en la subida. En teoría parece una manera inteligente de pedalear puesto que se pretende aprovechar la fuerza de ambas piernas en los distintos momentos del pedaleo. Mientras que el pedaleo a pistón es el que se lleva a cabo únicamente en el momento en el que el pedal baja. Se puede encontrar información sobre este asunto aquí.

No voy a entrar en disquisiciones entre una cosa u otra, pero sí es verdad que hoy he tratado de practicar el pedaleo redondo y he notado dos cosas: que me duele menos la rodilla y que voy a más velocidad, así que trataré de pedalear de este modo de ahora en adelante.

Hoy no podía salir la amiga con la que salgo habitualmente, así que he salido solo. El recorrido ha sido hasta Titulcia pasando por San Martín de la Vega y la rotonda de Ciempozuelos. Desayuno en Titulcia y vuelta por el mismo camino. La única diferencia ha sido que a la vuelta he entrado en el Parque Lineal y a la ida he ido por Villaverde Bajo. En total han sido 81,2 km en un tiempo de tres horas y tres minutos, con muy buenas sensaciones.

Muchos kilómetros para tan poco entrenamiento

Se me ocurrió ir al pueblo donde se encontraba una amiga. La distancia dando un poco de vuelta para ir por carreteras secundarias es de aproximadamente 110 km, pero se me ocurrió la idea de dar un pequeño rodeo y la distancia se fue a 126 km que son muchos kilómetros para ser únicamente el segundo día que salgo con la bici.

El día antes me había recomendado mi tocayo salir cuanto antes, cuando le dije que tardaría cinco horas, pero al final salí a las ocho de la mañana. El recorrido alternativo consistía en tirar para Seseña una vez cruzada la A4. Hice mal ya que nada más cruzar la autovía hay una cuesta que quita el hipo, de esas de meter todo el desarrollo y no avanzar casi. Además, el recorrido de Seseña, Esquivias, Borox y vuelta a la CM-4001 es bastante duro, con muchas subidas y bajadas. O sea, que no sólo son más kilómetros, sino que son más duros. Además por la CM-4001 que es relativamente llana, me iba dando el aire en contra y costaba avanzar.

Tenía pensado desayunar en Mocejón, como la última vez que fui por allí, pero ya iba desfallecido por la CM-4001, así que a la altura del cruce de esa carretera con la que viene de Añover de Tajo paré a desayunar. Pedí un Aquarius que me bebí casi de un trago y un café y barrita con aceite y tomate. Estuve tratando de descansar un rato porque sentía ya las piernas cansadas y me quedaban unos cincuenta kilómetros todavía. Estuve poco más de media hora parado, luego hice mis necesidades menores, llené el bidón y seguí mi camino.


Recuperando fuerzas

La carretera hasta Mocejón es más o menos llana, aunque me diera el viento en contra, pero desde allí hasta Olías la carretera empieza a subir poco a poco y entre el cansancio, la subida y el viento iba prácticamente parado. Fue el peor tramo sin lugar a dudas. Justo antes de comenzar a subir me adelantó un tipo con una bici de montaña y me dio algunos ánimos diciéndome además que él trataba de evitar esa subida a Olías.

Pasé Olías, llegué a Bargas y paré en una gasolinera a tomar una Coca Cola, para ver si reponía algo de fuerza. Tenía que haber comprado agua porque ya no me quedaba mucha. Decidí poner en el móvil el disco «Para todos los públicos» de Extremoduro, para ver si me animaba en el último tramo de mi viajes. Desde Bargas hasta el río Guadarrama es todo subir y bajar, pero no fui mal del todo. Lo malo es que desde el Guadarrama hasta Rielves es también cuesta arriba. Ligera, pero para arriba. Ahí también lo pasé regular. Al pasar por Rielves miré si había alguna fuente, pero no encontré nada, así que tiré hasta Torrijos. Ese tramo es bastante llano y no fui mal, sólo que estaba sediento, los labios más que secos y me quedaba muy poquita agua y encima muy caliente.

El último tramo fue ya coser y cantar aunque fuese cuesta arriba. Ya casi llegando a mi destino me llamó mi amiga porque estaba intranquila. Llegué a su casa después de 126 km y un tiempo de 5h24 ¿o fue 5h42? La verdad es que no lo sé porque debí tocar el cuentakilómetros y cuando fui a montar la bici en el coche vi que estaba todo a cero. Lo que sí sé es que llegué reventado y prácticamente deshidratado porque estuve bebiendo líquidos sin parar toda la tarde.

Queda inagurada la temporada bicicletera 2017

Quedé con una amiga para salir con la bici de carretera que llevábamos desde octubre sin cogerla, en concreto 273 días. No tenía muy claro si íbamos a poder hacer muchos kilómetros después de tanto tiempo sin montar, por lo que nos lo tomamos con muuuucha filosofía.

Salimos hacia Villaverde y desde allí por la carretera de San Martín de la Vega para coger el carril bici antes de llegar a Perales del Río. Otras veces hemos cogido el carril más lejos, siguiendo por la circunvalación de la M301, pero esta vez lo hemos cogido antes y curiosamente en la glorieta donde se coge el carril he estado a punto de ser atropellado porque una furgoneta ha decidido que tenía más prisa que yo.

Hemos llegado a San Martín y hemos hecho lo habitual, parar en la terraza del San Marcos. Como no era muy tarde no había mucha gente en la terraza y enseguida nos han atendido. Hemos ingerido nuestros cafés y la tostada de pan con tomate y vuelta para Madrid. Al tran tran, sin mucha prisa.

Al terminar el carril decidimos meternos por un camino que hay al lado de la gasolinera que empalma con el carril bici del Parque Lineal. Hay que hacer un poco el cabra para llegar al carril, pero luego es una pasada ir por el Parque Lineal porque está muy sombreado. Me llamó la atención porque montado en una bicicleta se ven las cosas de manera distinta que cuando vas corriendo. Hicimos 58 km en un tiempo de 2h40 aprox. Muy contentos porque pensando que nos iba a costar, fuimos de maravilla.


Sufriendo a rueda de la campeona del mundo

El don de la invisibilidad

Este año las salidas en bici se han convertido prácticamente en paseos por el carril bici que va a San Martín de la Vega y desayuno en el San Marcos.

Hoy nos hemos encontrado en la terraza del San Marcos, a la hora de desayunar, con Carlos, Carla y otros tres amigos suyos. Como había menos gente de lo habitual nos hemos sentado sin ningún problema alrededor de una mesa, esperando a que el camarero nos preguntase. Éste pasaba de acá para allá, pero no se dignaba preguntar. Después de un rato, como hacía algo de frío, hemos entrado dentro y nos hemos puesto pegados a la barra. De nuevo, la camarera se pasaba por delante de nosotros sin hacernos caso ninguno. Después de un buen rato, Carlos y su grupo se han largado hartos ya de esperar. Mi amiga y yo, como no llevábamos prisa nos hemos quedado allí esperando, pero no había manera. La camarera estaba enfrente de nosotros y hacía como que no nos veía. Este es el don de la invisibilidad, estar enfrente de alguien y que no te vea. Tiene su utilidad en algunos casos, pero en otros, es un mal asunto.

Así que también hemos puesto pies en polvorosa y nos hemos acercado a otra terraza de un bar llamado El rinconcito donde una señora nos atendió muy amablemente aunque no con demasiada diligencia. Tomamos nuestra barrita mientras el sol de otoño nos calentaba y al terminar, de vuelta para Madrid.

Esta vez, en vez de los 52 km habituales hemos hecho quinientos metros más por desplazarnos hasta el otro bar. Poca cosa.

El del San Marcos ya debe conocernos

Llevaba ya dos semanas sin coger la bici, así que tenía ganas. A eso de las nueve me levanté, preparé los chismes y sobre las diez salí junto a una amiga rumbo a San Martín, con la idea de desayunar allí y darnos la vuelta. Y eso fue lo que hicimos. En San Martín nos sentamos en la terraza del San Marcos, nos tomamos un café con barrita de tomate y vuelta a casa.

Como siempre el viento hizo de las suyas porque hubo un momento que dije que no soplaba y dos segundos después casi no podía sujetar la bici. No tuvo más historia la cosa.

Hicimos aproximadamente 52 km en un tiempo de 2h13 a una velocidad de 23,5 km/h.

Desayunando fuera de casa

Desde el 1 de mayo no cogía la bici y tenía mono, debo reconocerlo. Así que me he levantado sobre las ocho de la mañana, he inflado las ruedas de la bici, me he vestido de romano y zumbando hacia San Martín, que es el recorrido más fácil que tengo.

La idea era ir tranquilo, pero tampoco de paseo. Además, de todos modos, siempre te acabas picando con alguien. Realmente no era coger la bici y correr, de lo único que se trataba era de desayunar fuera de casa. Y pensaba que al llegar a la churrería San Marcos, en San Martín (esto va de santos) habría poca gente, pero me he equivocado por completo. Estaba a rebosar. Como no tenía ninguna prisa, me he sentado en una silla que había libre esperando que alguien dejase una mesa. Tampoco he tenido que esperar mucho.

Como siempre, media barrita con aceite y tomate y café con leche. Me lo he tomado tranquilamente, disfrutando del momento. El sitio es fenomenal, pero el precio es realmente barato. Ese desayuno ha costado un euro y medio, que comparado con los dos euros y cuarenta céntimos que me cobran al lado del trabajo, es baratísimo. No me extraña que se llene.

Después la vuelta a casa con la misma idea: tranquilo, pero sin dormirme. Pero mientras venía para casa me he acordado de Pedro que hoy participaba en un half en Vitoria y he pensado, ¿por qué no probar a correr después de ir en bici?

Y no me ha parecido mala idea, por lo que al llegar, me he despojado del traje de romano y me he vestido de corredor, dispuesto a correr sólo cuatro kilómetros. Y tengo la sensación de que no ha sido buena idea porque cuando he salido iba con el gemelo derecho raro, como si lo tuviese «flojo». Una extraña sensación. El caso es que según iba corriendo me iba encontrando mejor; sin embargo, esta tarde cuando escribo esta entrada noto que me duele. Mal asunto.

La semana pasada no fue la última

Decía que la semana pasada había sido la última salida del año en bicicleta, pero no ha sido así. Hoy me he levantado y he visto que hacía sol, así que no me lo he pensado dos veces y me he disfrazado de ciclista y he salido, ¡cómo no! rumbo a San Martín de la Vega. Esta vez he ido solo, no con mi compañera habitual de correrías.

No sé muy bien el motivo, pero no suelo ir por el carril bici que rodea Perales del Río, sino por la carretera M-301 que también rodea Perales del Río, pero de maneja algo menos «ajustada». De tal modo, que yendo por el carril bici se hacen un par de kilómetros más que por la carretera.

Como iba yo solo y el viento soplaba a favor, he ido más deprisa de lo habitual y en menos de una hora ya estaba en la terraza del San Marcos dispuesto a comerme la habitual barrita (o barraza) de tomate con aceite. Y he debido llegar en el peor momento (sobre las 10:30) porque estaba todo repleto de ciclistas y paisanos desayunando, así que me ha tocado desayunar en la barra. No he podido disfrutar del desayuno en la terracita.

Después del desayuno, de vuelta a Madrid, que notaba las piernas algo cansadas del entrenamiento de ayer. Llegando por el carril bici a Madrid, cerca de la gasolinera que hay en la M-301 entre Perales del Río y Villaverde me he dado cuenta que hay un camino que empalma con el tramo que hicieron nuevo en el Parque Lineal. Me he metido con la bici y, efectivamente, no habrá ni trescientos metros del carril bici al carril del Parque Lineal, por lo que sería un buen detalle que este tramo lo asfaltaran y de este modo, se podría salir de Madrid y llegar a San Martín de la Vega sin tener que ir por ninguna carretera.

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Detalle de uno de los puentes que atraviesa el Manzanares, muy cerquita del carril bici de San Martín

Decir mucho viento es poco

Me he quejado amargamente del viento, que molesta y de qué manera cuando se va en bici, pero hoy ha sido un día terrible de viento. Tanto que a veces costaba controlar que no te tirara a la cuneta. Hoy sí me puedo quejar con razón.

Salí con una amiga sin una idea predeterminada de ir a ningún sitio en concreto, pero cuando llegamos a San Martín de la Vega, hartos ya de remar contra el viento, decidimos para a desayunar en el San Marcos y volver por donde habíamos venido lo más pronto posible, no sea que al viento le diese por cambiar de dirección y ya rematase la faena.

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Quizás la última foto del año vestidos de ciclista

Puede parecer una exageración cuando digo lo del viento, pero de verdad que era exagerado. La prueba es que para ir tardamos 1h20 y para volver 1h00. Veinte minutos de diferencia por el hecho de tener el aire de culo o de cara.

Haciendo limpieza de camisetas

Cuando pasan unos meses, hay que ir haciendo limpieza de camisetas. Bueno, hablando con propiedad, limpieza de los cajones donde están las camisetas y éstas tratar de regalarlas por ahí o llevarlas a los contenedores de ropa. A lo mejor este problema de exceso de camisetas se arregla ahora que la alcaldesa de Madrid quiere regular el precio de las carreras populares a 80 céntimos por kilómetro.

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Un montón de camisetas sobrantes

Si el organizador de una carrera de 10 km tiene que poner el precio de la inscripción a ocho euros, a lo mejor no le resulta rentable regalar una camiseta… Aunque en la Carrera Popular Barrio del Zofío, carrera en la que colaboro, la inscripción costó 7 € y sí había camiseta.

Y ahora que lo pienso, nosotros organizamos una de 10 km y otra de 5 km en el mismo evento. ¿Deberíamos cobrar 8 € por una y 4 € por otra? Doy fe de que la organización de la misma es exactamente el mismo trabajo.


Ayer pensábamos salir con la bicicleta, pero el día se levantó lluvioso y lo dejamos para hoy. Como no íbamos a hacer muchos kilómetros y encima ya va haciendo fresco por las mañanas salimos a las diez.

El cielo estaba gris y parecía que podíamos mojarnos, pero yendo hacia San Martín cayeron cuatro gotas y luego nada más. Nos libramos de la lluvia.

No teníamos claro lo que íbamos a hacer, pero cuando llegamos a San Martín decidimos seguir hasta Ciempozuelos. Desde allí, vuelta por donde habíamos venido con parada en San Martín, en la cafetería San Marcos.

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Descansando en San Martín

Después de un rico café y una buena barra con aceite y tomate, salimos para Madrid con la fortuna de no llevar el aire de cara como casi siempre.

Acabamos haciendo 66,2 km en un tiempo de 2h52 a una media de unos 23 km/h. No sé si serán estos los últimos kilómetros en bici del año. Probablemente.

El Anillo Verde al completo

No tenía nada claro qué hacer hoy. Tenía claro que no iba a correr porque ya lo hice ayer y no suelo correr dos días seguidos y tampoco podía alejarme mucho de mi casa por temas laborales. Así que dando vueltas a la almendra después de levantarme se me ocurrió la idea de coger la bici de montaña (el hierro más bien) y dar la vuelta al Anillo Verde Ciclista, pero esta vez en sentido opuesto al habitual y con intenciones de hacer la vuelta completa, que hacía tiempo que no la completaba, pero mucho tiempo.

Salí dirección Aluche y me adelantaron enseguida un par de ciclistas con los que estuve jugando al gato y al ratón un montón de kilómetros. Unas veces me adelantaban ellos, otras veces era al revés.

Después de salir de la Casa de Campo y atravesar la A6 se llega a un puente de suelo empedrado denominado Puente de San Fernando, el cual tiene adornado el pretil con estatuas de reyes. Ahí hice la primera parada del día para hacerme una foto que dejase constancia de mi paso.

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En el puente de San Fernando

Después de dejar el puente y atravesar la carretera de El Pardo se llega al barrio de Puerta de Hierro, se atraviesa Herrera Oria y empieza una larga subida hasta Montecarmelo. Después de esa larga subida se llega a un cruce y, por supuesto, tomé el carril que no debía. Este carril llevaba al carril bici de Colmenar, así que al llegar allí me metí por un camino, siguiendo a otro ciclista, y conseguí llegar de nuevo al Anillo Verde cerca de la estación de cercanías de Fuencarral.

Después se pasa por Las Tablas, Parque del Capricho y Canillejas. En Canillejas, junto al Estadio Olímpico, hay un poco de lío, pero siguiendo a unos y otros conseguí llegar al anillo verde. Pasado el barrio de Las Rosas y Moratalaz se llega al barrio de Vallecas donde empieza un tramo descendente hasta llegar al río, en el Parque Lineal. Desde allí ya sólo quedaba subir un poco hacia el hospital Doce de octubre y pasar por el parque de Pradolongo hasta el punto de partida.

En total han sido 65,5 km en un tiempo de 3h06 @ 21,1 km/h. Quizás un pelín más de lo oficial debido a que me perdí en Montecarmelo.

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Recorrido por el Anillo Verde Ciclista