VIII Carrera popular de Butarque

Hoy he participado por primera vez en esta carrera que es una de las que componen el circuito de la Unión de Carreras de Barrio, al igual que la anterior en la que participé, la de la Elipa.

El viernes nos acercamos a recoger el dorsal al local de la AVIB (Asociación Vecinal Independiente de Butarque) y aunque llegamos con la hora justa pudimos recoger los dorsales sin problemas junto a una bonita camiseta. Se notaba ajetreo en el local de la asociación con un montón de gente colaborando.

Como la carrera comenzaba a las nueve y media quedamos una hora antes en el punto de encuentro con dos miembros del Club Atletismo Zofío. Cuando llegamos ya estaban allí por lo que paré el coche, se montaron y en un cuarto de hora o menos estábamos los cuatro aparcando en un descampado pegado a la línea de meta/salida. Por allí ya estaban los otros tres miembros del equipo. Una de las compañeras llegó medio lesionada ya que se había hecho daño en la zona lumbar poco antes de salir, por lo que no tenía muy claro que pudiera terminar la carrera. Le di la llave del coche por si tenía que retirarse para que pudiera recoger sus cosas.

Al final, entre unas cosas y otras no conseguimos juntarnos los siete para hacernos la foto de rigor, por lo que hicimos la foto los que allí estábamos porque ya iba quedando menos tiempo para el comienzo y había que calentar un poco.

Obsérvese la uniformidad de los miembros del equipo 😉

A las nueve y media nos pusimos en marcha y en un principio pensé ir con Jesús, que había calculado podría ir a su ritmo. El primer kilómetro, buscando el Parque Lineal es cuesta abajo y quizás ese terreno favorable ayudó a que el cronómetro marcaran únicamente 4:18, ritmo que nos pareció a ambos algo rápido, pero a él más que a mí porque yo aflojé un poco y enseguida miré atrás y vi que se había quedado descolgado.

Llevaba mucho tiempo sin correr deprisa y sin entrenar en serio, por lo que no tenía muy claro qué ritmo podría aguantar durante la decena de kilómetros, así que me marqué como objetivo andar sobre 4:30 el kilómetro, aunque ya de entrada me pareció algo ambicioso. En el segundo hice 4:33 y noté que iba un poco al límite y quedaba mucho aún. De todos modos pensé en aguantar un par de kilómetros más a ese ritmo para ver qué pasaba. Hasta el cinco fui más o menos a ese ritmo, pero ya me noté muy cansado y veía que iba forzando mucho, por lo que decidí bajar un poco el ritmo con más razón todavía ya que comenzaba la parte más dura del recorrido y tampoco era cuestión de ir sufriendo sin jugarme nada. Sabía que había que guardar algo por que aunque era la primera vez que participaba en esta carrera y no lo conocía, me habían dicho que había una bonita cuesta sobre el kilómetro ocho y algún que otro repecho.

La salida del Parque Lineal es cuesta arriba y allí, sobre el kilómetro seis, habían colocado un puesto de avituallamiento. Cogí una botella de agua, vacié dos terceras partes del contenido y me bebí el resto, tampoco hacía falta beber mucho ya que la temperatura era agradable.

Al salir del parque se cruza la M-301, por la que he pasado un montón de veces para ir a San Martín con la bici, y luego se gira a la derecha para bajar por la calle Aunon. En esa bajadita se recupera un poco el resuello que supone la salida del parque. Pero enseguida se gira a la izquierda por la calle del Oro y se vuelve a girar a la izquierda para tomar la calle Calcio. Esos dos tramos son cuesta arriba. Siguiendo en línea recta se llega a una rotonda y empieza la calle Berrocal, que es un bonito bulevar sombreado y que además es en buena parte favorable. Allí tuve la suerte de adelantar a uno de los múltiples integrantes del equipo Forofos del Running y una conocida de ellos sacó una foto donde me colé.

No se nota mucho porque la foto es pequeña, pero la cara es de sufrimiento

La calle Berrocal desemboca en la plaza de los Metales, que recordaba de la media de Villaverde. Es allí, en la calle de la Hulla, donde comienza la famosa cuesta de la que me habían hablado y que se hace larga de narices porque además es en curva y no se ve bien donde acaba. Poco antes de coronar la cuesta se pasa por el punto kilométrico ocho donde no me hizo falta mirar el crono para saber que había sido el kilómetro más lento.

Una vez coronada la cuesta comienza una bonita bajada por la calle Arroyo de la Bulera, la cual termina en el trozo no recorrido de la calle Berrocal donde se encuentra el kilómetro nueve. Sobre ese punto kilométrico debía de haber alguna subida o yo iba muy mal porque me adelantaron en un santiamén ocho o nueve corredores. Pasado el nueve se llega de nuevo a la plaza de los Metales y allí se sube por la calle Estefanita buscando la meta. De nuevo hay un bonito repecho donde me adelantó alguno que otro y al coronar el repecho ya son doscientos o trescientos metros favorables hasta meta. Tampoco es que me lanzara como un loco, pero cuando me acerqué a meta y vi que el crono marcaba cuarenta y cinco minutos y cincuenta y tantos segundos apreté para que no se incrementase el minutero, cosa que conseguí apuradamente. Según la organización hice un tiempo de 45:52 que es exactamente lo que midió mi cronómetro.

El botín del Club Atletismo Zofío no estuvo nada mal porque Ninfa hizo tercera absoluta y fue primera de su categoría, José Luis fue segundo en la suya y los demás tuvimos que conformarnos con aplaudir a los que se subieron al cajón y lo más importante sumar puntos para la clasificación del primer circuito de la Unión de Carreras de Barrio tanto a nivel individual como por equipos.

Ninfa y José Luis con sus bonitos trofeos

Para terminar decir que la organización me pareció de diez. Muy bien organizada y con un montón de voluntarios. Genial, queda apuntada con tinta indeleble en mi calendario.

XII Carrera popular villa de Torrijos

Me acerqué a Torrijos porque ya estaba inscrito, pero estaba casi seguro de que no iba a participar porque había corrido el día antes 15 km y además de estar cansado me dolía el talón como lleva haciendo cinco meses ya; sin embargo salí de casa vestido de corredor y con el cronómetro en la muñeca, así que debía ser el inconsciente el que me empujaba a participar. De todos modos, la principal razón de que fuese a esta carrera era acompañar a una amiga que sí estaba dispuesta a participar aunque ella también tenía algunas dudas ya que estaba algo molesta con su rodilla.

Este año en Torrijos han echado la casa por la ventana y han homologado la carrera de 10 km, para ello han hecho alguna ligera modificación al habitual circuito ya que siempre he sospechado que en años anteriores la distancia no era de los 10 km que decían. Además han cambiado la zona de salida y meta a la plaza de San Gil, donde se ubica el nuevo ayuntamiento, que es un sitio más espacioso. Con eso han conseguido evitar los primeros metros, que siempre eran por calles estrechas y reviradas. No sé si por la homologación o por algún otro motivo, este año había más gente que nunca y entre la carrera de 10 km y la de 5 km había más de 700 personas, en una carrera que nunca había llegado ni a las 500.

Quizás debido a que había más participantes habían separado la carrera de 5 km de la de 10 km y por ello habían adelantado esta última a las diez de la mañana, una hora antes de cuando se celebraba en años anteriores. Eso hizo que nos tocara madrugar más y que a las 8:15 saliéramos de Madrid rumbo a esta localidad toledana. Llegamos pasadas las nueve y fuimos a recoger el dorsal, que lo entregaban en el patio del Palacio de don Pedro de Castilla. Al contrario que otras veces que era llegar y recoger el dorsal, esta vez me tocó esperar veinte minutos de cola para recoger el dorsal y la bolsa del corredor, que contenía un cortavientos, una crema de manos y una bolsa con cuatro láminas de lomo embuchado. Yo esperé veinte minutos porque mi apellido está entre la A y la M porque mi amiga tuvo peor suerte y tuvo que esperar en la otra fila, la de la N a la P, que iba más lenta aún. De este modo, cuando salimos con la bolsa en la mano eran ya menos cuarto y tuvimos que ir deprisa y corriendo a dejar las cosas en el coche y aplicarnos un poco de bálsamo de tigre, yo en mi talón y mi amiga en su rodilla.

Deprisa y corriendo, muy apurados, nos acercamos a la línea de salida y escuchamos que habían retrasado la salida a las 10:20 imagino que por las colas para recoger el dorsal. Me comentó una persona de la organización que desde el día anterior por la tarde se podía recoger el dorsal, pero que muy poca gente lo había hecho y todos los habíamos dejado para el día de la prueba. En mi descargo diré que venía desde Madrid y que recoger el dorsal el día antes no es una opción.

Ese retraso hizo que pudiéramos calentar un rato y encontrarnos con algunos conocidos torrijeños a los que saludamos. A alguno conozco porque en Torrijos estudié Bachillerato y COU hace ya unos cuantos años. No calenté mucho porque me encontraba bastante cansado y no era cuestión de cansarse más.

Había tres cajones en la salida y tanto a mí como a mi amiga nos tocó el cajón dos, no sé muy bien el motivo. Nos metimos en nuestro cajón, quitaron las cintas que dividían los tres cajones y se guardó un minuto de silencio por Julio Vicente Rey, padre del actual recordman nacional de maratón, Julio Rey. La gente fue muy respetuosa porque no se oía el más mínimo ruido durante ese minuto.

Dieron la salida y enseguida me vi cuatro o cinco metros detrás de mi amiga, con un cansancio de piernas exagerado pero aún así pasé el primer kilómetro por debajo de 5 minutos y lo más curioso es que según iba avanzando metros iba notando que las piernas iban mejor. El dolor en el talón ahí seguía, pero soportable. El segundo kilómetro lo hice en 4:42 porque veía que como no acelerase se me iba a ir demasiado y luego iba a ser imposible.

Al principio de la carrera, bien ataviado con mi camiseta de la Carrera del Zofío. Foto cortesís de tufotocorriendo.com

Mi amiga estaba encuadrada en la categoría Master 50 para mayores de esa edad y aunque no tenía muchas esperanzas de subir al cajón como el año anterior, su espíritu competitivo la lleva a pelear por ello. Sobre el kilómetro dos adelantó a una chica que sabía era de su edad y aunque estuvieron un buen rato una al lado de la otra, al final mi amiga consiguió irse por delante. Yo iba viendo la disputa algo más cómodo que cuando salí porque cada vez notaba las piernas mejor. Cuando consiguió desembarazarse de esta chica apareció otra por detrás que se puso a su altura y también estuvieron disputando la posición, ninguna quería ir detrás de la otra.

Sobre el kilómetro tres la carrera cambia de sentido y lo que se ha bajado hay que subirlo. El desnivel es mínimo, pero existe… como Teruel. Además este año en ese tramo, que era el más descubierto, soplaba un viento en contra bastante fuerte y dificultaba el avance. Fueron ochocientos metros duros. Luego aunque el sentido de la carrera es el mismo, ya se mete entre calles y se nota menos. Mi amiga y la otra chica seguían peleando entre ellas con uñas y dientes y llegaron al final de la primera vuelta con mi amiga algo descolgada de la otra. Algo debió espolearla porque a partir de ese momento aceleró de lo lindo, dio alcance a su rival y a mi me costó bastante recuperar los metros que perdí en su cabalgada. De hecho tuve que hacer un kilómetro en 4:39 para poder acercarme porque veía que si seguía a mi ritmo no la iba poder alcanzar.

Fue curioso porque cuando llegué cerca la animé con algún grito del tipo «vamos que vas muy bien» y estos ánimos en vez de conseguir que fuese mejor consiguió lo contrario. En ese momento aflojó el buen ritmo que llevaba. Me tenía que haber metido la lengua en el …

Poco después de este curioso incidente llegamos de nuevo a la zona ventosa donde el viento seguía soplando de lo lindo y ahora se notaba más porque ya el cansancio era mayor. Yo miraba de vez en cuando hacia atrás por si venía alguna competidora, pero no veía ninguna. Así llegamos a la plaza donde está la Colegiata con su adoquinado y ya sólo quedaba subir una ligera cuesta para llegar a meta donde entramos juntos con un tiempo oficial de 50:32 que le sirvió para auparse a la segunda posición de su categoría.

Para el podium habían montado un camión del copón con una pantalla enorme, todo muy profesional. Allí subieron para dar los premios algunos políticos y un corredor local que fue recordman de España de maratón. Hablo de Juan Francisco Romera que hizo un tiempo de 2:10:48 en la maratón de Londres del año 1990.

Mi amiga, componente del Club Atletismo Zofío, posando con su trofeo y su chorizo delante del Palacio de Pedro de Castilla, ahora el ayuntamiento de Torrijos.

III Carrera Mercamadrid

Sí, lo reconozco, me apunté a la Carrera Mercamadrid por pura ansia, porque el año pasado los compañeros pradolongueros que se apuntaron vinieron muy contentos porque la organización había sido muy generosa y vinieron con fruta como para parar un tren. Así que este año pensé ¿y si me apunto y por un poco más de diez euros tengo fruta para toda la semana? Me llevé un buen chasco.

Habíamos quedado a las 8:30 y sin que sirva de precedente estábamos puntuales como clavos. Estuvimos dudando si llevar una furgoneta, para cargar el material que pensábamos traer o si llevar un coche. Al final nos decidimos por el coche porque aunque hubiésemos tenido la oportunidad de traernos fruta, tampoco íbamos a vaciar Mercamadrid.

Mercamadrid está cerca de Pradolongo, por lo que un cuarto de hora más tarde estaba Emilio aparcando allí. Lo primero que noté es que hacía un frío del carajo porque había bastante viento y venía frío. Y yo no había llevado nada de abrigo, sólo una camiseta de manga corta y un pantalón también corto. Tremendo fallo.

Nos acercamos al sitio donde estaba instalada la meta, donde iban a dar las bolsas a los que entraran por la meta y estuvimos saludando a los pradolongueros que estaban por allí que se habían ofrecido como voluntarios. Todos estaban ataviados con sus chalecos y tenían todo prácticamente preparado y eso que quedaba más de una hora para el comienzo. Unos chicos realmente eficientes.

Nos hicimos una bonita foto los que íbamos a correr y los que iban a currar. Se ven un montón de gente en la foto, pero aún había alguno más.


Pradolongueros por doquier

Yo buscaba el chocolate con roscón, pero no lo encontré así que nos metimos dentro de una de las naves, donde estaban los servicios porque hacía frío de verdad. Sin lugar a dudas el día que más frío he pasado en estos últimos meses. Aproveché para soltar lastre y me llevé una sorpresa porque el retrete era una taza turca, algo que llevaba tiempo sin ver.

Este tipo de retretes resulta muy útil para evitar que la gente se ponga a tontear con el móvil mientras defeca. Recuerdo que mi padre me contaba que cuando trabajaba en una sucursal bancaria al hacer o reformar los baños pusieron taza turca para que los empleados no perdieran el tiempo leyendo el periódico. Ahora lo mismo, pero con el móvil. Aparte de que el tema sea más rápido, parece mucho más higiénico porque no tienes que tocar nada que a saber qué puede tener.

Faltando algo menos de media hora para el comienzo de la carrera abandonamos nuestro confortable escondrijo y fuimos al coche a dejar la ropa y ponernos la de correr. No había más remedio que calentar porque seguía haciendo frío y aprovechando que en el aparcamiento daba el sol estuvimos trotando yendo y viniendo.

Nos pusimos en el pelotón de salida y me sorprendió encontrarme rodeado de tanta gente. En las últimas carreras que he participado éramos cuatro monos y hoy había gente para aburrir. Dicen que había dos mil inscritos.

Tenía pensado salir con Joaquín y con Ninfa y ésta me dijo que iba a rodar, que había mucha competencia y que iba a ser complicado rascar bola. Claro, que para lo que esta chica es rodar para mí es ir a toda pastilla.

Dieron la salida y partimos los tres juntos, aunque me vi en cabeza del trío al poco tiempo. No tenía reloj, por lo que no sabía el ritmo al que iba, pero miraba hacia atrás y veía a mis otros dos compañeros y trataba de marchar a su ritmo. Pensaba que estando peor que ellos, no iba a ir por delante. Sobre el kilómetro tres se pusieron a mi altura y ya fuimos codo con codo casi todo el camino.

Con el aire que hacía era de agradecer meterse dentro de las naves porque allí el viento no se notaba. Algunas naves las atravesábamos a lo largo, otras a lo ancho, pero casi todo el recorrido era por fuera de las naves, al aire libre. De todos modos, aunque hacía aire, tampoco era como lo que nos encontramos en la última media de Villarrobledo.

A mitad de carrera Ninfa se puso a acelerar y me costaba seguir su ritmo. Pasé kilómetro y pico en los que iba sufriendo para aguantar la marcha de mis compañeros. Luego me recuperé un poco, pero cuando llegó la bajada más pronunciada se fue Joaquín con esa zancada grácil que exhibe en todas las bajadas. Nos sacó cuatro o cinco metros y nos costó ponernos a su altura. Lo conseguimos cuando empezamos a subir lo bajado, sobre el kilómetro ocho. Fue poco antes de esa cuesta cuando vimos que había tres o cuatro chicas delante nuestro. Animé a Ninfa para ver si podíamos hacernos con ellas.

¡Y vaya si se animó porque una tras otra fueron cayendo! En el tramo ascendente, que llegaba hasta pasado el kilómetro nueve una tras otra tuvieron que rendirse al ritmo que impuso Ninfa. Sólo se libró una chica que hubiese caído también si la carrera hubiese sido un pelín más larga. Cuando faltaban quinientos o seiscientos metros, ya en bajada, me quedé unos metros de mis acompañantes y sufrí de lo lindo para que no se fuesen más lejos; estaba ahí mismo, pero en la glorieta donde se gira a la derecha para afrontar ya los últimos metros saltó un niño que debía ser hijo del corredor barbudo de Garabitas y se puso a correr con su padre o quien fuese. Eso me obligó a bajar el ritmo para no llevármelo por delante y entre unas cosas y otras llegué cuatro segundos más tarde que mis compañeros. Al pasar la meta vi que el reloj marcaba cuarenta y tres minutos y treinta y tantos segundos. Según la clasificación oficial llegué a meta marcando un tiempo de 43:39 siendo 43:22 el tiempo neto. Me doy por satisfecho ya que hice el tiempo que había pensado podía llegar a hacer.


En el último kilómetro, luciendo los colores del Club Atletismo Zofío, foto cortesía de forofosdelrunning.com

Estuvimos esperando que llegaran los compañeros y cuando estuvimos todos fuimos al coche a cambiarnos y ponernos algo de abrigo. Decían que a las once y media se podía pasar donde nos iban a dar fruta y hamburguesas y no sé cuantas cosas más. Cogí la mochila y fuimos para allá, pero vimos que las cosas habían cambiado con respecto al año pasado y había que hacer cola para todo, algunas colas más largas que otras. Por ejemplo, me dieron tres kakis con sólo cuatro o cinco por delante; sin embargo, para recibir cinco mandarinas tuve que guardar bastante cola y para comer paella había que pagar 1 € lo cual no nos hizo mucha gracia porque no se nos había ocurrido llevar dinero 🙁 Para tomar una cerveza la cola era también tremebunda, así que nos fuimos con el rabo entre las piernas, jurando y perjurando que era la última vez que nos veían por ahí.

¿Quiere decir esto que la carrera no merece la pena? No, la carrera es curiosa, bien organizada y la bolsa del corredor generosa, pero sí es cierto que en las dos primeras ediciones pusieron el listón muy alto en atenciones al corredor y este año ha sido más normal. Pero sólo por conocer Mercamadrid merece la pena ir.

XI Carrera popular villa de Torrijos

Undécima edición y décima participación en esta bonita carrera en la localidad toledana de Torrijos. Una lástima que me perdiera la edición de 2013 porque hubiese hecho pleno. Pero bueno, me doy por satisfecho.

Es una carrera que me gusta mucho para ir a tope y calcular con el tiempo realizado los ritmos de entrenamiento para el otoño, pero esta vez ha sido diferente porque me lesioné dos semanas antes y he estado parado una semana y cuando he empezado de nuevo lo he hecho con mucha calma para no recaer.

Me acerqué con una amiga a participar en la carrera y estando calentando noté que el gemelo no estaba como debería de estar así que pensé en salir despacio y si veía que iba bien trataría de ir a su par y si la cosa se complicaba abandonaría la carrera.

Llegamos a la plaza, retiramos el dorsal y estuve buscando los urinarios que siempre habían estado situados debajo de unos soportales. Siempre he dicho que esta carrera es la de mayor ratio de urinarios por corredor, por lo que me extrañó que no hubiese. Pregunté y me dijeron que estaban al otro lado de la plaza. Fui hasta allí y vi dos casetas prefabricadas, una para chicos y otra para chicos. Entré en la de chicos y vi siete urinarios y dos váteres con puerta. Un despliegue extraordinario para una carrera de unos quinientos corredores.

Estuve estirando y casi dieron la salida mientras hacía los estiramientos, afortunadamente me dio tiempo. Me puse en la línea de salida bastante atrás y salí tranquilo. Fui poco a poco aumentando la velocidad para no perder de vista a mi amiga y como el gemelo no se quejaba pronto estuve a su lado.


Por la calle Molinos, foto cortesía de Juan Hiniesto

Creo que no lo había dicho, pero hacía bastante calor. No sé la temperatura que haría, pero el calor se hacía notar y había que ir bebiendo cada dos por tres, aunque la compañera con la que iba no es de mucho beber; sin embargo en la segunda vuelta me pidió que echara agua sobre su cabeza. Eché agua y algo cayó sobre sus hombros que se mojaron y se llenaron de gotitas de agua. Pues bien, esas gotitas desaparecieron como por arte de birlibirloque en cuestión de segundos. Debía tener los hombros como planchas.

Llegamos a la meta con un tiempo oficial de 49:37 que sirvió a mi compañera para auparse a lo más alto del cajón en su categoría. No sólo ganó un trofeo sino que se llevó a su casa un rico jamón que ya podría repartir entre los compañeros del Club Atletismo Zofío y demás fauna pradolonguera.


En lo más alto del cajón, foto cortesía del Ayuntamiento de Torrijos

XXXVI Trofeo San Lorenzo

A las siete sonó el despertador. Me levanté, desayuné una rosquilla y una taza de café con leche y un poco más tarde de las 7:45 estábamos en el punto de encuentro donde ya estaban Joaquín y Emilio. Salimos con el coche de Emilio y a las ocho estábamos en Embajadores aparcando en Ronda de Valencia, muy cerca de la salida. Haciendo tiempo por aquí y por allí tuvimos la suerte de encontrarnos con otros dos compañeros pradolongueros.

Saludamos a unos y a otros, hablamos un rato y nos fuimos yendo a la zona de la llegada. Subí por la calle del doctor Piga al sitio donde montaron el guardarropa. Hice cola, pero enseguida cogieron la mochila. Tremendamente eficientes.


En la puerta de la Gatoteca, un sitio curioso en la calle Argumosa

Estuvimos un rato calentando y faltando poco minutos para la salida bajamos hacia Ronde de Atocha donde estaba ubicada la salida. Para los pradolongueros había dos duelos interesantes. Por un lado Ninfa y Joaquín se la jugaban y por el otro Emilio 2 quería asaltar el número 1 del otro Emilio.

Yo salí con Ninfa y Joaquín, aunque sabía que me acabaría quedando. Hicimos juntos el primer kilómetro, pero en la bajada de Ronda de Segovia se fue alejando Joaquín, quedándonos Ninfa y yo algo atrás. Y así estuvimos hasta el kilómetro seis donde Ninfa decidió ir a por Joaquín. Yo desde la mitad del recorrido ya iba bastante justo, así que cuando me quedé solo me relajé un poco, ya que no estaba por la labor de sufrir demasiado.

Fui viendo como Ninfa se iba acercando poco a poco hasta que en la Puerta del Sol se puso a la altura de Joaquín. Luego a los dos juntos los fui viendo mientras bajábamos por la Carrera de San Jerónimo hasta Neptuno y por el Paseo del Prado hasta Atocha, pero allí ya me sacaban bastante y yo iba muy cansado y con pocas ganas de nada.

Una vez pasada la Glorieta de Atocha no los volví a ver hasta que pasé la línea de meta donde Joaquín (43:30) me dijo que había ganado el duelo porque había apretado en la cuesta de la calle Argumosa y Ninfa (43:35) se había quedado un poco atrás. Ninfa demasiado hizo porque tenía un par de uñas muy fastidiadas de los entrenamientos de los últimos días.

En el otro duelo, Emilio I sigue siendo Emilio I porque el otro Emilio no fue capaz de ganarle, aunque cada vez se va acercando más. Emilio el number one hizo 49:11 y el otro Emilio un par de segundos menos de 50. La otra compañera pradolonguera llegó un poco después con muy mala cara. Y yo, que no había dicho nada, llegué prácticamente un minuto después de Joaquín, con un tiempo oficial de 44:28. Me sacaron un buen puñado de segundos en los dos últimos kilómetros.

Fue un día duro por varios factores. El principal es por la cantidad de cuestas que hay, pero además hizo calor y sobre todo, mucha humedad, lo que provocó que nada más pasar la línea de meta me quitase la camiseta, cosa que no hago nunca, pero había sudado lo que no está en los escritos. Luego cogí la mochila del ropero, fuimos a ver las clasificaciones y Joaquín cogió un mosqueo de narices porque pensaba que iba a subir al cajón y sólo pudo ser séptimo. Decía que con el tiempo que había hecho hubiese subido al cajón el año pasado. Ninfa, una habitual de los cajones, tampoco pudo subir ya que fue quinta de su categoría.

Antes de irnos del barrio de Lavapiés nos hicimos una foto los compañeros pradolongueros y unos cuantos allegados.


Pradolongueros y allegados después de la carrera

Después de estar por ahí mareando nos fuimos hacia los coches. En el de Emilio los cuatro que habíamos venido y en el otro coche el resto de pradolongueros. Nos acercamos a un bar del barrio a tomar algo para recuperarnos del esfuerzo y allí estuvimos un rato muy agradable disfrutando de la compañía.

XL Carrera Popular Ciudad de los Ángeles

Hoy me he vuelto a prender un dorsal en la camiseta después del intento de maratón de Madrid del 22 de abril, donde me tuve que retirar a los 11 kilómetros.

No es que haya estado parado desde entonces, pero en estos 42 días he hecho poca cosa, mezclando la bici (cinco actividades) con el trote cochinero (seis actividades); sin embargo, parecía que estos últimos días me encontraba mejor y me decidí a participar en esta auténtica carrera popular, de las que van quedando cada vez menos en Madrid.

La idea de participar era simplemente ver si las molestias que aún tengo me impedían hacer diez kilómetros a un ritmo más o menos decente y lo principal, acompañar a los colegas del Club Atletismo Zofío que se habían desplazado hasta allí.


Adivinen quien se quedó sin trofeo 🙂

Se notó que es una carrera modesta porque la ambulancia no apareció cuando debía. Según la megafonía, fue la Policía Municipal quien hizo las gestiones para que llegara y es por ello que tuvimos que esperar media hora, hasta las nueve y media para que dieran la salida.

Dieron la salida y salí con muuuucha calma, además que los primeros metros son cuesta arriba y tampoco era cuestión de forzar, por lo que me sorprendió cuando miré el cronómetro al pasar el primer kilómetro y ver que lo había hecho en 5:05 cuando estoy entrenando a ritmos cercanos a seis.

No me vi mal, así que decidí seguir a ese ritmo, que me resultaba llevadero y no notaba que las molestias fueran a más. Acabé la primera vuelta y vi que la cosa seguía estable, pero seguí al trantrán hasta la mitad de la carrera, que decidí aumentar el ritmo para ver cómo respondía la pierna.

Hice ese sexto kilómetro en 4:37 y me sorprendió que la pierna seguía sin quejarse; sin embargo, me controlé un poco en el séptimo, que es cuesta arriba. Vi a una compañera del club algo por delante así que apreté un poco en el octavo hasta que la di alcance. Al llegar a su altura me dijo que iba la primera chica de la carrera, lo cual me alegró muy mucho. La fui animando para que su ritmo no decayera porque la segunda no estaba muy atrás, pero siguió a lo suyo, sin hacerme ni caso, ¡como debe ser! Sólo apretó de verdad cuando faltando trescientos metros oyó unos gritos de ánimo a la segunda. Aceleró tanto que me costó ponerme a su altura para poder entrar juntos en meta. Hicimos un tiempo oficial de 49:08, terminando ambos muy contentos. Ella porque había sido la primera de la carrera y yo porque la pierna me había dejado correr con no muchas molestias.

Pero las alegrías no acabaron ahí porque los otros dos componentes del Club Atletismo Zofío quedaron segundo y tercero de su categoría de Veteranos B. Todo un éxito del club.


Aparezco en el selfie con un trofeo, pero no es mío, es de José Luis que se marchó antes

Una carrera humilde, pero que merece la pena, ya que lo organizadores ponen todo de su parte.

¡¡¡Vivan las carreras de barrio!!!

Por cierto, tengo una copia de la clasificación de la carrera aquí.

VI 10 km solidarios de Seseña

Nunca había participado en esta carrera y me ha gustado bastante. El único problema ha sido el aire, pero eso no es culpa de los organizadores, ya que el Club de Atletismo Seseña lo ha hecho bastante bien.

Nos acercamos tres pradolongueros hasta Seseña, localidad medio toledana, medio madrileña a 34 km de mi casa. Llegamos con casi una hora de antelación y pudimos aparcar sin ningún problema en el aparcamiento situado justo al lado del polideportivo El Quiñón donde estaba instalada la meta y muy cerca de la salida.

La recogida del dorsal fue inmediata. Luego buscamos un servicio y después el guardarropa que no encontramos por ningún sitio. Al final tuvimos que dejar la ropa en el coche. Bueno, esto es un punto negativo para los organizadores, deberían de pensar en ponerlo en años venideros.

Dejamos la ropa en el coche y nos pusimos a calentar esperando que llegaran las diez de la mañana cuando comenzaba la carrera. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto los tres pradolongueros.

Prestos y dispuestos a participar en la carrera de Seseña

Poco antes de la salida me encontré con Marina, atleta local que me confesó iba a tratar de ganar la carrera en categoría femenina y que iría a un ritmo entre 4:00 y 4:10, cosa que me pareció demasiado para mí. La comenté que mi objetivo era ir sobre 4:15. Y no lo decía gratuitamente, ya que de la carrera de la semana pasada había obtenido una predicción que me decía exactamente eso.

Predicción para 10 km utilizando VDOT

A las diez en punto dieron la salida y enseguida vi que Marina y sus acompañantes ponían un ritmo vivo, que me pareció excesivo para mí. Iba viendo que poco a poco se iban alejando. Yo miraba el reloj y veía en ese kilómetro unos ritmos de 4:06 que me parecían mucho. Antes del primer kilómetro me adelantó una chica que debía llamarse Sofía porque era el nombre que podía leerse en su camiseta. Traté de ponerme a su ritmo, pero vi que iba también muy rápido y pensé que a lo mejor acababa fastidiando la «fiesta» a las atletas locales.

La carrera consta de varias rectas para llegar al pueblo viejo de Seseña y las mismas rectas para volver. En el pueblo cambia un poco la decoración porque hay más curvas y alguna subida y bajada. Yendo para allá vi que el crono iba un poco por debajo de 4:15, que era el ritmo objetivo, pero iba pensando que esos segundillos que iba rebajando podrían venirme bien al final.

El kilómetro cinco está en el pueblo antiguo, en una subida no muy pendiente, pero subida al fin y al cabo. En esa subidita me adelantaron seis o siete corredores, fue el tramo donde más gente me adelantó. Está claro que debo entrenar más las subidas porque flojeo bastante cuando el terreno se empina aunque sea sólo un poco.

Llegado al punto donde se junta la ida con la vuelta, en esa larga recta por donde habíamos venido me di cuenta que faltaba lo peor, ya que teníamos por delante una recta de casi 3 km y el aire soplaba en contra con bastante violencia. Costaba trabajo avanzar con ese vendaval en contra.

Luchando contra el viento iban cayendo segundos por encima de 4:15 y me alegré al pensar en ese colchón que había conseguido en la primera parte. En ese tramo íbamos adelantándonos un tipo con traje de triatlón y yo. Trataba de ponerme a su chepa cuando me adelantaba, pero no sé si es que no le hacía mucha gracia ir cortándome el viento o es que el huracán le frenaba, el caso es que aflojaba el ritmo y tenía que volver a ponerme por delante.

Faltando kilómetro y medio se gira noventa grados a la izquierda y el aire sigue en contra, pero al poco hay edificios y se nota menos los soplidos de Eolo. Cuando llegué al penúltimo kilómetro miré el crono y vi que marcaba 38:30 por lo que pensé que bajar de 43 minutos era factible, sólo había que no desfallecer.

Tenía algo de fuerzas todavía y ese último kilómetro lo hice a buen ritmo, parando el crono en 42:25 que era justo lo que decía la predicción; sin embargo, el GPS no llegaba a los diez kilómetros por lo que sospecho la distancia de la prueba era algo menor de lo que debía.

Después de la carrera vi que había una pequeña carpa con dos camillas y un fisio. Había una persona tumbada en la camilla y dos esperando, así que me puse a la cola porque he estado estos últimos días con problemas en la corva y pensé que no me vendría mal que me viese un profesional de este negocio. Después de esperar un poco me estuvo explorando y dijo que podía ser una sobrecarga en el gemelo externo, que fuese a un fisio a que me tratase.

Después de la visita al fisio nos pasamos los tres pradolongueros por la pantalla donde los chicos de Evedeport ponen los tiempos. De los tres que vinimos, la chica se encontró con un segundo puesto y los chicos tuvimos que conformarnos con un cuarto. Curiosamente, en la recogida de premios, que fue tardísimo, a la compañera pradolonguera la dieron como primera en vez de segunda. No sé si debido a que la primera fuera local y pasara a esa clasificación o que hubiese algún error y lo hubiesen subsanado. Fuera lo que fuese, nuestra amiga acabó muy contenta.

II Carrera ProFuturo

Hoy se ha celebrado la segunda edición de la Carrera ProFuturo que se celebra en beneficio de la fundación ProFuturo. Esta fundación nació con la misión de contribuir al desarrollo social y económico de países con niños y niñas en entornos de vulnerabilidad para lograr la igualdad de oportunidades a través de una educación inclusiva y equitativa de calidad en África Subsahariana, América Latina y Sudeste Asiático.

En esta carrera, otrora de buen gran asistencia entre los compañeros maratidianos, hoy sólo nos hemos juntado tres, bueno cuatro, que encontramos a unos de ellos al final de la carrera, pero a la hora de la foto sólo éramos tres. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto antes del comienzo de la carrera.


Posando ante la boca de metro de Ronda de la Comunicación, justo al lado de la salida

En lo que respecta a la carrera, se me dio peor de lo que esperaba y eso que hacía un día ideal para correr. La temperatura era fresquita, los cordones que nos regalaron para lucirlos en la carrera me ajustaban las zapatillas perfectamente, los clavos de los dedos estaban recién eliminados, físicamente no me molestaba nada y lo más importante… Mi dorsal era capicúa. Además en el calentamiento me encontré con un amigo que supuestamente iba a ir a un ritmo parecido al mío.

El caso es que comenzó la carrera y mi amigo salió como un poseso y me adelantó en los primeros metros. No quise apretar mucho al comienzo para no ir luego demasiado forzado, pero aún así le tuve como a cincuenta metros casi toda la carrera. El primer objetivo era no perderle de vista.

El segundo objetivo era tratar de pasar al que portaba la banderola de 45 minutos que también salió deprisa. Eso lo conseguí cuando me acercaba al cuarto kilómetro. La verdad es que me encontraba francamente bien. Iba pensando en el año anterior y lo que iba sufriendo con el teléfono a la cintura y eso me animaba aún más.

Veía a lo lejos otro individuo portando otra banderola. Pensé que llevaría una de 42 ó 43 minutos, aunque me parecía algo extraño esos tiempos. Aproximadamente en el kilómetro seis se llega a una recta cuya longitud es superior al kilómetro. Veía que me iba acercando poco a poco al de la banderola, pero antes de llegar a él, sobre el kilómetro seis y medio me adelantó una chica a toda pastilla. Después llegué al de la banderola y vi que ponía 45 minutos. Me dejó algo perplejo que fuese tan adelantado porque yo iba haciendo kilómetros a un poco más de 4:15 y él debería haberlos hecho a 4:30. Pensé en los pobres corredores que trataron de seguirlo y que andarían por ahí fundidos. Cuando le adelanté, el hombre estaba parado animando al personal. Decía que íbamos a pasar el kilómetro siete en 31 minutos y eso me hizo recordar aquello buenos tiempos en que dividía las medias maratones en tres tramos y pasaba cada uno de ellos en menos de treinta para bajar de la hora y media y hoy yendo a tope iba más despacio.

Nada más pasar el kilómetro siete hay un pequeña subida. Me costó subir la susodicha y lo peor es que en esos últimos tres kilómetros donde pensaba que me podía acercar al amigo que salió conmigo, ocurrió lo contrario, que se me fue un poco más. El caso es que no me veía mal del todo, pero no podía ir más deprisa.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 43:46 aunque neto de 43:26, peor incluso que el último diez mil, aunque me consuela un poco que esta carrera es un poco más dura. Está claro que hay que entrenar más y, sobre todo, perder peso, que me sobran unos cuantos kilos.

X Carrera popular villa de Torrijos

He participado, una vez más, en la carrera popular de Torrijos. Es una carrera que me encanta, no sólo por razones sentimentales, sino porque se trata de una carrera muy bien organizada y generosa con el corredor. Algunos ponen peros, como que haya que dar dos vueltas por el mismo sitio, pero a mí me gusta. Hay gustos para todos.

Llegamos a Torrijos un poco más tarde de los esperado, con sólo cuarenta minutos para realizar todos los trámites, menos mal que todo fue rápido: la recogida del dorsal, prender el dorsal en la camiseta, ponerse el chip, dejar la ropa en el guardarropa y visitar al servicio. Nos sobró algo de tiempo para calentar… Pero no mucho.

Salí con la idea de bajar de 43 minutos, pero ya antes de la carrera no me veía bien, tenía malas sensaciones, sabía que iba a ser un objetivo difícil de cumplir. Además el calor tampoco acompañaba, hay que tener en cuenta que la carrera daba comienzo a las once y el sol apretaba a esas horas.


Con una compañera pradolonguera

En estas últimas carreras había salido algo rápido y luego me costaron los últimos kilómetros, así que decidí salir -o al menos intentarlo- más tranquilo. Traté de buscar un ritmo fuerte, pero sin darlo todo, por lo que me sorprendió cuando pasé por la meta en la primera vuelta y vi que llevaba 21:20. Eso me hizo pensar que a lo mejor bajaba de 43, aunque me iba a costar.

De todos modos, quizás sí iba más deprisa, incluso pensando que no lo iba, porque en la segunda vuelta me costaba seguir el ritmo de la primera. Iba una compañera por delante de mí, a la que había seguido durante toda la primera vuelta a unos cien metros, pero veía que se iba escapando.

Había un tipo que recortaba todas las esquinas, que ya conocía de alguna edición anterior donde ya me había hecho la misma jugada y en esta edición seguía con lo mismo. Habíamos tenido un rato en el que yo le adelantaba y luego en la esquina me adelantaba él; sin embargo en la segunda vuelta empezó a sacarme ventaja. Pensé que podía ser una buena rueda a seguir y traté de que no me sacara mucha distancia.

Al final me ganó el tío por tres segundos, gracias a sus recortes, pero el hecho de ir sin perderle de vista me hizo adelantar a un par de individuos. Acabé con un tiempo oficial de 43:15, algo triste por no haber cumplido el objetivo previsto, pero cuando no se puede, no se puede.

Las chicas del grupo pradolonguero lo hicieron bastante bien. Una de ellas hizo segunda de la general y primera de su categoría y la otra compañera acabó la segunda de su categoría. Ambas se llevaron un trofeo que fue algo distinto de lo habitual porque no fue una copa sino una placa de cristal bastante bonita.


El grupo de pradolongueros que se desplazó hasta Torrijos

VI Carrera popular Corre por el niño

Hace cinco años al Dr. Juan Casado Flores, Jefe de Servicios de Cuidados Intensivos del Hospital Niño Jesús, ante la necesidad de recaudar fondos para la investigación científica, se le ocurrió organizar una carrera popular. Hoy nos reuníamos unos diez mil corredores en el Retiro dispuestos a participar en esta carrera solidaria. Diez mil corredores, a diez euros la inscripción, supone un montante de 100.000 €, lo cual no está nada mal.

Como el día antes había ido a recoger dorsal y camiseta, llegamos a la zona de salida/meta en el Paseo de Coches del Retiro con no mucho tiempo; sin embargo dejamos la ropa rápida y cómodamente en el guardarropa. Nos dio tiempo incluso a hacernos una foto antes de dejar la ropa, ya que no había mucha gente en esta zona, lo cual me sorprendió ya que se hablaba de diez mil participantes. Luego caí de que había muchas familias que venían a correr y la logística era otra.

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Antes de la carrera, con la camiseta conmemorativa de la carrera

El sábado llovió mucho en Madrid y hoy decían las previsiones que no iba a llover, pero que la temperatura iba a bajar bastante; sin embargo hizo un día extraordinario para correr, con una temperatura fresca aunque no gélida y un sol tibio que se agradecía sobremanera.

Ayer, poco antes de ir a recoger el dorsal, me dio una especie de latigazo en la zona lumbar y me dejó bastante maltrecho. Me entraron dudas de si hoy podría correr, ya que me costaba incorporarme y, sobre todo, agacharme. Pasé la noche regular y me costó levantarme de la cama, pero aún así me acerqué porque pensé que al menos al trote podría completar los diez kilómetros.

Me acerqué con una amiga y el objetivo era tratar de seguir su ritmo. Salimos tranquilos y pronto observé que si la cosa seguía así podría realizar los diez kilómetros al ritmo de mi amiga. En las cuestas abajo no era capaz de seguirla, pero en las cuestas arriba recuperaba lo perdido, así que podemos decir que iba más o menos a su par.

La carrera nos pareció mucho más dura de lo que pensábamos. La primera cuesta arriba es la que sube desde la Puerta de Alcalá hacia Menéndez Pelayo, esa cuesta con la que la maratón de Madrid nos ha obsequiado unas cuantas veces. Íbamos por el kilómetro tres, más o menos, por lo que íbamos frescos de piernas y aún así se dejaba notar, no es extraño que en la maratón, que estaba situada pasado el kilómetro cuarenta, nos pareciera el Tourmalet.

Se va rodeando el Parque del Retiro, dejándolo a mano derecha y el hospital Niño Jesús a la izquierda y según íbamos corriendo iba pensando que el circuito no me sonaba mucho con lo que había visto en la web, pero pensé que sería cosas de mi memoria.

Cuando se abandona Menéndez Pelayo comienza una bajada que empalma con Doctor Esquerdo y sigue bajando hasta la Plaza Conde de Casal. Ahí comienza un tramo llano hasta la Avenida Ciudad de Barcelona. En esa avenida ya comienza la cuesta arriba, pero es al girar hacia Menéndez Pelayo donde te encuentras con una rampa que quita el hipo. Son cuatrocientos metros, pero te dejan las piernas al rojo vivo, hay que tener en cuenta que se afronta con siete kilómetros en las piernas.

De nuevo se llega a un terreno llano por el Paseo Reina Cristina y el Paseo de la Infanta Isabel hasta llegar a Alfonso XII donde hay otra bonita rampa que llega hasta la Puerta del Ángel Caído, que da acceso al Retiro. Sin solución de continuidad se empalma con la cuesta que lleva a la plaza del Ángel Caído. Son ochocientos metros de subida donde te dejas las pocas fuerzas que te quedan.

Una vez coronada la cuesta queda únicamente un kilómetro de terreno más o menos llano hasta meta, donde conseguimos llegar los dos juntos, bajando por segundos de cuarenta y nueve minutos.

Una bonita carrera -aunque dura- en un bonito día para una bonita causa. Habrá que repetir.

Comprobando luego el circuito que aparecía en la web con lo que realmente recorrimos, no tiene demasiado que ver. No sé cual sería el motivo de cambiarlo.