XII Carrera popular villa de Torrijos

Me acerqué a Torrijos porque ya estaba inscrito, pero estaba casi seguro de que no iba a participar porque había corrido el día antes 15 km y además de estar cansado me dolía el talón como lleva haciendo cinco meses ya; sin embargo salí de casa vestido de corredor y con el cronómetro en la muñeca, así que debía ser el inconsciente el que me empujaba a participar. De todos modos, la principal razón de que fuese a esta carrera era acompañar a una amiga que sí estaba dispuesta a participar aunque ella también tenía algunas dudas ya que estaba algo molesta con su rodilla.

Este año en Torrijos han echado la casa por la ventana y han homologado la carrera de 10 km, para ello han hecho alguna ligera modificación al habitual circuito ya que siempre he sospechado que en años anteriores la distancia no era de los 10 km que decían. Además han cambiado la zona de salida y meta a la plaza de San Gil, donde se ubica el nuevo ayuntamiento, que es un sitio más espacioso. Con eso han conseguido evitar los primeros metros, que siempre eran por calles estrechas y reviradas. No sé si por la homologación o por algún otro motivo, este año había más gente que nunca y entre la carrera de 10 km y la de 5 km había más de 700 personas, en una carrera que nunca había llegado ni a las 500.

Quizás debido a que había más participantes habían separado la carrera de 5 km de la de 10 km y por ello habían adelantado esta última a las diez de la mañana, una hora antes de cuando se celebraba en años anteriores. Eso hizo que nos tocara madrugar más y que a las 8:15 saliéramos de Madrid rumbo a esta localidad toledana. Llegamos pasadas las nueve y fuimos a recoger el dorsal, que lo entregaban en el patio del Palacio de don Pedro de Castilla. Al contrario que otras veces que era llegar y recoger el dorsal, esta vez me tocó esperar veinte minutos de cola para recoger el dorsal y la bolsa del corredor, que contenía un cortavientos, una crema de manos y una bolsa con cuatro láminas de lomo embuchado. Yo esperé veinte minutos porque mi apellido está entre la A y la M porque mi amiga tuvo peor suerte y tuvo que esperar en la otra fila, la de la N a la P, que iba más lenta aún. De este modo, cuando salimos con la bolsa en la mano eran ya menos cuarto y tuvimos que ir deprisa y corriendo a dejar las cosas en el coche y aplicarnos un poco de bálsamo de tigre, yo en mi talón y mi amiga en su rodilla.

Deprisa y corriendo, muy apurados, nos acercamos a la línea de salida y escuchamos que habían retrasado la salida a las 10:20 imagino que por las colas para recoger el dorsal. Me comentó una persona de la organización que desde el día anterior por la tarde se podía recoger el dorsal, pero que muy poca gente lo había hecho y todos los habíamos dejado para el día de la prueba. En mi descargo diré que venía desde Madrid y que recoger el dorsal el día antes no es una opción.

Ese retraso hizo que pudiéramos calentar un rato y encontrarnos con algunos conocidos torrijeños a los que saludamos. A alguno conozco porque en Torrijos estudié Bachillerato y COU hace ya unos cuantos años. No calenté mucho porque me encontraba bastante cansado y no era cuestión de cansarse más.

Había tres cajones en la salida y tanto a mí como a mi amiga nos tocó el cajón dos, no sé muy bien el motivo. Nos metimos en nuestro cajón, quitaron las cintas que dividían los tres cajones y se guardó un minuto de silencio por Julio Vicente Rey, padre del actual recordman nacional de maratón, Julio Rey. La gente fue muy respetuosa porque no se oía el más mínimo ruido durante ese minuto.

Dieron la salida y enseguida me vi cuatro o cinco metros detrás de mi amiga, con un cansancio de piernas exagerado pero aún así pasé el primer kilómetro por debajo de 5 minutos y lo más curioso es que según iba avanzando metros iba notando que las piernas iban mejor. El dolor en el talón ahí seguía, pero soportable. El segundo kilómetro lo hice en 4:42 porque veía que como no acelerase se me iba a ir demasiado y luego iba a ser imposible.

Al principio de la carrera, bien ataviado con mi camiseta de la Carrera del Zofío. Foto cortesís de tufotocorriendo.com

Mi amiga estaba encuadrada en la categoría Master 50 para mayores de esa edad y aunque no tenía muchas esperanzas de subir al cajón como el año anterior, su espíritu competitivo la lleva a pelear por ello. Sobre el kilómetro dos adelantó a una chica que sabía era de su edad y aunque estuvieron un buen rato una al lado de la otra, al final mi amiga consiguió irse por delante. Yo iba viendo la disputa algo más cómodo que cuando salí porque cada vez notaba las piernas mejor. Cuando consiguió desembarazarse de esta chica apareció otra por detrás que se puso a su altura y también estuvieron disputando la posición, ninguna quería ir detrás de la otra.

Sobre el kilómetro tres la carrera cambia de sentido y lo que se ha bajado hay que subirlo. El desnivel es mínimo, pero existe… como Teruel. Además este año en ese tramo, que era el más descubierto, soplaba un viento en contra bastante fuerte y dificultaba el avance. Fueron ochocientos metros duros. Luego aunque el sentido de la carrera es el mismo, ya se mete entre calles y se nota menos. Mi amiga y la otra chica seguían peleando entre ellas con uñas y dientes y llegaron al final de la primera vuelta con mi amiga algo descolgada de la otra. Algo debió espolearla porque a partir de ese momento aceleró de lo lindo, dio alcance a su rival y a mi me costó bastante recuperar los metros que perdí en su cabalgada. De hecho tuve que hacer un kilómetro en 4:39 para poder acercarme porque veía que si seguía a mi ritmo no la iba poder alcanzar.

Fue curioso porque cuando llegué cerca la animé con algún grito del tipo «vamos que vas muy bien» y estos ánimos en vez de conseguir que fuese mejor consiguió lo contrario. En ese momento aflojó el buen ritmo que llevaba. Me tenía que haber metido la lengua en el …

Poco después de este curioso incidente llegamos de nuevo a la zona ventosa donde el viento seguía soplando de lo lindo y ahora se notaba más porque ya el cansancio era mayor. Yo miraba de vez en cuando hacia atrás por si venía alguna competidora, pero no veía ninguna. Así llegamos a la plaza donde está la Colegiata con su adoquinado y ya sólo quedaba subir una ligera cuesta para llegar a meta donde entramos juntos con un tiempo oficial de 50:32 que le sirvió para auparse a la segunda posición de su categoría.

Para el podium habían montado un camión del copón con una pantalla enorme, todo muy profesional. Allí subieron para dar los premios algunos políticos y un corredor local que fue recordman de España de maratón. Hablo de Juan Francisco Romera que hizo un tiempo de 2:10:48 en la maratón de Londres del año 1990.

Mi amiga, componente del Club Atletismo Zofío, posando con su trofeo y su chorizo delante del Palacio de Pedro de Castilla, ahora el ayuntamiento de Torrijos.