XXX Maratón de Sevilla

He tenido ocasión de participar por primera vez en esta maratón, que celebraba ya su XXX edición. La carrera está muy bien organizada y merece la pena participar, sobre todo si se desea hacer marca ya que el recorrido es muy llano. Aunque ese perfil puede convertirse en algo monótono. Creo que prefiero algo más de variedad.

Como suele ocurrir en todas las maratones, si has entrenado en condiciones climatológicas adversas, el día de la maratón es soleado. Ha sido sin duda el día que más calor he pasado desde el mes de octubre y tenía que ser hoy. Pero es lo que hay y es un factor que siempre hay que tener en cuenta.

Llegamos el sábado a Sevilla a bordo del AVE, que se retrasó media hora, gracias a lo cual Renfe ha tenido la deferencia de «invitarnos» al trayecto 😉 Tuvimos la fortuna de que un compañero ¡gracias Paco! que había llegado el viernes se ofreciera a recogernos los dorsales. Eso nos facilitó tener tiempo para hacer turismo por la ciudad. Me encantó el Real Alcázar, una verdadera maravilla del arte islámico y otros estilos posteriores. Después de comer visitamos la catedral y la Giralda, que también son dos sitios dignos de ver, aunque subir las treinta y cinco rampas de la Giralda suponen un ejercicio castigador para los gemelos.

Después de una opípara cena nos fuimos a la cama con las piernas algo cansadas, pero dispuestos a dormir lo más posible para recuperarnos de la jornada turística.

A las seis de la mañana sonó el despertador. Nos vestimos con la indumentaria adecuada y bajamos a desayunar. El hotel, concertado con la organización, había abierto el comedor a las seis para permitir a los clientes maratonianos poder desayunar con tiempo.

A las siete y media habíamos quedado con Paco cerca del puente de la Barqueta donde cogimos el autobús C2 que nos llevó hasta las inmediaciones del estadio de la Cartuja. Después de un paseo hasta la puerta N que está al otro lado del estadio dejamos la ropa en el guardarropa perfectamente organizado (ya podían aprender los de Mapoma) y mientras estábamos refugiados dentro del estadio, ya que hacía bastante fresco a esas horas, nos encontramos con Pedro, otro compañero que se había desplazado hasta allí. Nos hicimos unas fotos y después nos fuimos hacia la línea de salida que distaba un kilómetro desde el guardarropa.

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Antes de la salida

Formamos un terceto con mi compañera de entrenamientos de estos últimos meses y Paco con la idea de acercarnos a las tres horas y cuarenta y cinco minutos. Y un cuarto de hora antes de la salida ya estábamos en nuestro cajón esperando el momento de salir. Ya se notaba que iba a hacer calor, aunque todavía hiciese algo de fresco.

A las nueve dieron la salida y tardamos casi dos minutos en atravesar la línea de salida, dado que había bastante gente, eso también provocó que el primer kilómetro fuese algo lento, pero rápidamente fuimos alcanzando el ritmo de crucero de 5:18 min/km, que era el inicialmente previsto.

Mi compañera de entrenamientos, que había estado entrenando muy seriamente para esta carrera, sufrió una lesión en la rodilla el domingo pasado y aunque se ha pasado toda la semana sin correr y a base de hielo e Ibuprufeno, sobre el kilómetro tres empezó a notar las molestias en la rodilla, pero no dijo nada para no alarmarnos. Los kilómetros pasaban con rapidez y sobre el km 18 llegamos a Avda. Kansas City que es una laaaaaarga recta de casi 2 km donde pegaba el viento frontal. Ahí empezó Paco a quedarse y me di cuenta que la compañera empezaba a flaquear, su rodilla empeoraba.

Pasamos poco después por la media maratón en el tiempo previsto 1h52 pero ya me daba cuenta que el objetivo era irrealizable. En el 25 mi compañera de entrenos ya no pudo más y comenzó con el método Galloway, andando en los avituallamientos y corriendo después. El problema es que la costaba mucho arrancar por la rodilla. Gracias a que los puestos de agua estaban cada 2,5 km le servía de acicate pensar que pocos kilómetros después podía volver a parar y recuperar un poco.

Poco después de pasar por la Plaza de España, sobre el kilómetro 35, nos alcanzó Paco que se había recuperado de su bajón inicial y volvimos a conformar el terceto primario. Cruzamos el puente de la Barqueta, nos adentramos en la isla de la Cartuja, donde empezaba una de las zonas menos simpáticas de la carrera, ya que se ve el estadio ahí mismo y hay que dar una bonita vuelta para acceder a él. Menos mal que en el kilómetro 38 nos encontró Macu y sus ánimos nos dieron fuerza para continuar. Además nos hizo unas bonitas fotos.

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En el kilómetro 38 ¡directos a la meta! foto cortesía de Macu

Con ese empujón de motivación seguimos a nuestro ritmo hasta casi el final, donde a falta de 500 metros alcanzamos a Pedro que iba sufriendo por sus ahogos en cuanto aumentaban sus pulsaciones. Le animé para que entráramos los cuatro juntos y así lo hicimos, llegando a meta cuando el reloj marcaba 3h59 y logrando entrar todos en formación. Mi tiempo neto final fue de 3:57:28 que coincidirá segundo arriba, segundo abajo con los compañeros del terceto.
En resumen, una maratón más, la vigésima cuarta, y una experiencia distinta a todas las maratones anteriores. Es lo que tiene esta distancia que nunca hay dos iguales y en cada una se aprende algo. Esta vez fue muy emocionante correr junto a mi compañera y verla portarse como una campeona sobreponiéndose a sus dificultades físicas, demostrando que lo importante de la maratón es «sobrevivir» a las trabas que te pone la carrera y conseguir vencerla. Y lo hizo, claro que lo hizo.

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Nada más cruzar la línea de meta, súper felices

La organización me pareció muy buena, rayando el diez. El guardarropa, genial; los voluntarios fantásticos y el recorrido muy bueno para hacer marca, aunque para mi gusto un poco aburrido porque todo tan llano acaba siendo muy monótono. El único pero es que a partir del kilómetro quince ¡no había botellas de agua en los puestos de avituallamiento, sólo vasos! Así que me hice con una botella en el kilómetro cinco y fui con ella hasta el final, rellenándola en cada puesto de avituallamiento. Otro punto que pudiera ser negativo es la zona de salida/meta que queda algo lejos del centro de la ciudad, tema que la organización trató de paliar poniendo autobuses lanzaderas que te acercaban hasta allí.

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Posando con el Guadalquivir al fondo, después de terminar

Son habones, no ampollas

El lunes estuve en la consulta de dermatología por los problemas de urticaria. Me comentó la dermatóloga que lo que me sale no son ampollas, sino habones, ya que no tienen líquido dentro. ¿Y por qué? Porque se libera histamina. ¿Y por qué se libera histamina? Ni idea, por múltiples razones, pero difícil de determinar. De momento unas pastillitas, antihistamínicos, llamadas Rinialer durante tres semanas para ver si mejora la cosa.

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Habón gigantesco en la cintura

Hoy he salido para hacer unos kilometrillos, dar algo que hacer a las piernas y despedirme de los compañeros pradolongueros. Normalmente en la semana de la maratón salgo martes y jueves, pero esta semana sólo hoy jueves. Mañana masaje, el sábado viaje a Sevilla y el domingo, a disfrutar de la carrera.

Cómo la cosa era mover sólo un poco las piernas, sólo he hecho 7 km en un tiempo de 39:01 @ 5:33 min/km.

La suerte está echada.

¡Qué mala pata!

¡Qué mala pata! o más bien debería decir ¡qué mala rodilla! Salimos a hacer 18 km como última tirada «larga» de cara a la maratón y mi compañera de entrenamientos empezó a notar molestias en la rodilla. Molestias que fueron in crescendo y que nos obligaron a parar cuando llevábamos sólo 15 kilómetros.

Es una desgracia lesionarse una semana antes de la maratón, pero estoy convencido que con una semana de reposo y tratándose la rodilla conseguirá estar en la línea de salida sin mayores problemas. Seguro que sí, ¡¡¡mucho ánimo!!! Porque además su estado de forma es excelente.

Por lo demás, poco que contar, que sólo queda una semana y que la maratón se nos va a dar fenomenal. Sólo confiar en que el tiempo nos respete y que la temperatura no sea muy alta, que parece que no…

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Ayer la báscula marcaba 68,5 kg que no está mal para afrontar una maratón. Preferiría que fuese menos, pero es lo que hay.

Casualidades de la vida

Conozco a Antonio desde hace los menos 15 años. Hemos entrenado juntos bastantes veces hasta que le dio el arrechucho, que le dejó imposibilitado para correr. Aún así, hemos coincidido un montón de veces en el parque y hemos caminado juntos bastantes kilómetros cuando he estado lesionado. Pues bien, después de tanto tiempo hoy nos hemos dado cuenta de que ambos ¡cumplimos años el mismo día! Sólo que él alguno más que yo. Como curiosidad, decir que también cumple años el mismo día que nosotros Joaquín Sabina.

Dado que ayer fue mi cumpleaños, no podía faltar una rica tarta con sus correspondientes velas. Esta vez tocó un tiramisú, que estaba de vicio. Tanto, que me pasé con el dulce y tuve que dar un paseo después de cenar para digerirlo.

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Al rico tiramisú

Hoy ha hecho un día extraordinario, con una temperatura que rozaba la primavera. De nuevo se cumple aquello de febrerillo loco porque si el martes hacía un frío considerable, hoy estábamos sobre los 12º cosa que se agradece, aunque iba sudando como un cosaco.

Como tenía algún remordimiento, hoy salí a correr con intenciones de quemar el dulce que había ingerido el día anterior. Y entre mis ganas y la de los demás, salió un entrenamiento rápido, muy rápido. Sólo decir que en la primera vuelta fuimos a un ritmo de 5:05 (la primera que suele ser siempre muy lenta) y en la segunda a 4:34 min/km. Además de esos diez kilómetros, añadí un par de ellos más, de esta forma totalicé 12 km en un tiempo de 58:25 @ 4:52 min/km.

Hoy he estrenado un pantalón que me regalaron ayer que según parece transpira muy bien y la verdad es que debe ser así ya que acabé con menos ampollas en los glúteos que en días anteriores. Eso sí, las ampollas en la cintura, donde coincide con el elástico del pantalón, no me las quita nadie. El próximo lunes voy al dermatólogo a ver qué le parece el asunto.

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Pantalón muy similar al nuevo

A buenas horas mangas verdes

Mi madre siempre me soltaba esa expresión cuando hacía algo a destiempo. Es lo mismo que les digo a los del ayuntamiento de Madrid por su respuesta a mi sugerencia del día 6 de noviembre sobre el problema con la iluminación del parque de Pradolongo. Hoy, más de tres meses después me responden y además la respuesta es claramente una falacia porque sigue habiendo zonas sin iluminar en el parque. Y no hablo de una farola ni dos.

A su favor debo decir que después de la sugerencia del 6 de noviembre, el alumbrado mejoró, así que aunque no me contestaran, algo hicieron.

Su repuesta es:

Madrid, a 11 de febrero de 2014

Estimado Sr. GARCIA:

En relación con su escrito de 6 de noviembre de 2013, le informamos según indican los servicios técnicos municipales, que el alumbrado público en el Parque Pradolongo, a fecha de hoy, funciona con normalidad, habiendo sido comprobado por nuestro Departamento de Alumbrado Público.

La última incidencia en la instalación de alumbrado público en el mencionado parque se origino por un intento de robo el último fin de semana de enero, quedando reparada la instalación con fecha 27 de enero de 2014.

Aprovechamos esta oportunidad para agradecerle la utilización del Sistema de Sugerencias y Reclamaciones, le hacemos llegar nuestras más sinceras disculpas y le agradecemos su interés en la mejora de los servicios públicos prestados.

Atentamente,

DIRECCIÓN GENERAL DE VÍAS PÚBLICAS Y PUBLICIDAD EXTERIOR


Hoy ha hecho un día de perros en Madrid. A mediodía era horroroso el aire que hacía y la lluvia que estaba cayendo. Era para pensarse lo de salir a correr, menos mal que por la tarde dejó de llover. Aunque el parque estaba embarrado se podía correr aunque hubiese que saltar de vez en cuando para sortear algún charco.

Nos juntamos cuatro en el parque y Joaquín nos dio la grandísima noticia de que empezaba a notarse mejor de su mal que con el que ha convivido más de un año. Dentro de poco no habrá quien le siga. De hecho, hoy no podía seguirle cuando han apretado el paso. Principalmente porque tenía unas molestias terribles en la boca del estómago que se incrementaban cuando aumentaba la velocidad, así que en el entrenamiento de hoy me ha tocado sufrir de lo lindo.

El problema era debido a los gases, ya que según he ido expulsándolos, me iba molestando menos. Tal es así, que a falta de unos 600 metros he encontrado el alivio total y al menos en ese último tramo he ido más tranquilo.

En total han sido 10 km en un tiempo de 51:31 @ 5:09 dando las gracias por terminar un entrenamiento tan desagradable.

Indumentaria: pantalón de yoga, camiseta de algodón de la carrera de Usera, chaquetilla negra del Decartón, calcetines cortos y guantes.

Resultado: lo mismo que estos días: ampollas en glúteos, alguna en la cintura (pocas) y alguna también en la espalda, por debajo del omóplato.

Regla del ochenta por ciento

Leí, ya no recuerdo dónde, que después de llegar al pico máximo de kilometraje de cara a la maratón hay que empezar a bajar los kilómetros, lo que llaman el periodo de tapering. Hablaba de que la reducción debería ser de un 80% la siguiente semana, por lo que hoy tocaba hacer el 80% de los 30 km de la semana pasada. Así que hoy tocaba hacer 24 km.

En un principio la idea era ir por Madrid Río hasta la Casa de Campo y llegar hasta el Puente Colorao que está a poquito más de 12 km de nuestro punto de salida; sin embargo, durante la marcha decidimos cambiar la ruta porque desde que salimos la lluvia no dejaba de caer y para llegar al acueducto hay que subir algo más de un kilómetro y sobre tierra, por lo que seguro estaría embarrado.

En la Plaza de las Moreras, en la fuente, decidimos seguir por el camino que va paralelo a la M-30 y luego paralelo a la Carretera de Castilla hasta el kilómetro 13. Allí dimos la vuelta y poco después en la fuente que está junto al Puente de los franceses paramos a tomarnos un gel y beber algo de agua.

Curiosamente, tuvimos lluvia en todo el camino de ida, pero en el punto de retorno, se calmó la lluvia y empezamos a notar el aire en contra que habíamos tenido a favor todo el rato, pero como cuando va a favor parece que no hay aire… pensábamos que hoy no estaba Eolo haciendo de las suyas.

Estos días de lluvia y agua son fastidiosas, ya que el agua te moja y luego el viento te congela. Como salgo con poca ropa para no sudar demasiado por el tema de la urticaria, empecé a notar un frío desagradable a la vuelta.

Ha resultado un día duro, de los que fortalecen, sin duda alguna un buen entrenamiento de cara a la maratón. Acabamos haciendo los 24 km en un tiempo de 2:08:16 @ 5:21 min/km.

Ayer me pesé, como todos los sábados y la báscula marcaba 68,2 kg. La cosa tiene truco, ya que corrí el viernes y, por lo tanto, no son las mismas condiciones que en las semanas «normales» que corro los jueves.

Indumentaria: camiseta de la media de Villaverde lavada a máquina metida por dentro, pantalón Mizuno, calcetines cortos y guantes.

Resultado: algunas vejigas en los glúteos y pocas en la cintura. No demasiado mal.

Hasta el Valle de las Cañas

El mes pasado hice un entrenamiento que me llevó desde mi casa hasta el polideportivo Valle de las Cañas de Pozuelo. Tenía pensado hacer 18 km y me fui hasta los 24. Hoy había pensado un recorrido alternativo y calculé que haría unos 14 km.

No sé en que momento hice los cálculos, porque acabé haciendo 20 km yendo por el trayecto planeado. Me confundí totalmente haciendo la cuenta. Lo más gracioso es que ayer no pude salir a entrenar con los compañeros porque ¡estuve haciendo de profe de mates! Pobre alumno…

Esta vez no cometí el error de salir sin haber hecho la digestión. Eso provocó que la hora de salida se me fuese a las cinco y media. En vez de entrar a la Casa de Campo por el carril bici, me fui por Madrid Río y fui a buen ritmo en una tarde fresca, pero no demasiado y sin lluvia.

Llegué a la Casa de Campo, entré por el embarcadero y paralelo a la M-30 hasta la Plaza de las Moreras. Allí hice mi primera parada (10,5 km) para beber y comenzó la subida hasta la Puerta de Húmera. Atravesar la Casa de Campo, como lo hice es todo subir y subir. Iba haciendo cuentas y me di cuenta que no iba a hacer sólo los 14 km previstos, que el recorrido era bastante más largo.

En la Puerta de Húmera me adentré en terreno desconocido. Después de tomo el tramo subiendo, hay una bajada que estaba horrorosa de barro, parece que debido al paso de équidos. Allí me puse las zapatillas totalmente llenas de barro. Después de ese patatal, llegué al primer cruce. Paré, saqué el mapa… y me confundí de camino. Doscientos metros después había una valla y me tuve que dar la vuelta. Poco después, callejeando acabé en la plaza de Húmera. La luz estaba ya menguando, casi no veía bien el mapa cuando paré en la plaza y volví a estudiarlo.

Poco después crucé la carretera que va hacia Aravaca y desde allí, otra vez todo para arriba. No me esperaba tanta cuesta, todo sea dicho de paso. Ya andaba un poco cansado. Otro par de paradas más para consultar el mapa y por fin llegué al Valle de las Cañas después de casi 20 km, aunque el GPS sólo marcó 18,3 km ya que estuve un buen rato con el cronómetro parado.

A pesar de la dureza del recorrido, fui a buen ritmo, haciendo 1:31:15 en esos 18,3 km a un ritmo de 4:58 min/km.

Este recorrido me ha gustado mucho más que el otro. Mucho más.

Indumentaria: camiseta de la carrera de Usera lavada a máquina metida por dentro, pantalón regalo de Emilio de las dos leguas, calcetines cortos y guantes.

Resultado: algunas vejigas en los glúteos y en la cintura. No demasiado mal.

Un día para olvidar

Hoy ha sido uno de esos días en los que uno se plantea si no hubiese sido mejor quedarse en casa. Lluvia, frío, viento y molestias varias en rodilla y talón. Tenía pensado hacer doce kilómetros y al final he dado dos vueltas y a casa. Ya vendrán días mejores.

Poco más se puede decir. Deseando ya que llegue la primavera, que se está haciendo largo el invierno.

Como curiosidad decir que hoy he corrido con dos pantalones. Los que llevaba puestos y otros que llevaba en la mano que Emilio II ha tenido el detalle de regalarme. Los pantalones se los dieron en la carrera de las dos leguas de la chopera y como le estaban algo justos, se ha acordado de mí. Gracias Emilio.

En total han sido 10 km en un tiempo de 52:49 @ 5:17 min/km, aunque el primer kilómetro ha medido por lo menos doscientos metros más de la cuenta y es que de nuevo el GPS ha hecho de las suyas.

Indumentaria: camiseta de la carrera de Usera lavada a mano y metida por dentro, pantalón corto azul marino, calcetines cortos y guantes.
Resultado: algunas vejigas en el glúteo y una en el homóplato derecho.

Mejor el algodón

Hoy he salido vestido con prendas de algodón para ver si de esta forma la urticaria deja de dar por c… Para ello, me hice ayer con un pantalón de algodón del Decartón, un pantalón… de yoga. No queda muy estético, pero eso es lo de menos.

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Pantalón de yoga de algodón

Tocaba la tirada más larga (30 km) de cara a la maratón, así que habíamos pensado acercarnos a la Casa de Campo para correr junto a los compañeros maratidianos que tienen por costumbre quedar los domingos a las nueve de la mañana para hacer la tapia. Como ese recorrido tiene aproximadamente 16 km, había que buscar algo más, por lo que quedé con otro compañero, que también iba a hacer los treinta kilómetros, en la explanada de Prado del Rey a las 8:40 para bajar corriendo hacia Lago y encontrarnos con los demás.

Poco antes de llegar a Lago los vimos, cambiamos de sentido de la carrera y partimos junto a ellos para dar la vuelta. Íbamos un grupo de ocho y la verdad es que se hizo muy amena la vuelta. Casi sin darnos cuenta ya estábamos otra vez en Lago, pero todavía quedaba un trecho, ya que el GPS marcaba algo menos de 19 km. Un par de vueltas por Lago para hacer kilómetros y desde allí hasta el zoo para subir por un camino que no conocía a la explanada de Prado del Rey. El camino me encantó, estaba precioso, lleno de verdor y muy tranquilo… pero iba todo el rato para arriba.

Llegamos al punto de salida y todavía quedaban kilómetros por hacer, algo más de tres, así que fuimos hasta una gasolinera que hay atravesando la carretera de Carabanchel y vuelta desde allí. Otra vez en el punto de encuentro y todavía sin completar la distancia planeada, ya que quedaba poco más de un kilómetro. Prolongamos por el camino que transcurre paralelo a la tapia unos seiscientos metros y vuelta para completar, por fin, lo previsto. De esta forma hicimos los 30 km en un tiempo de 2:45:30 a un más que interesante ritmo de 5:31 min/km.

Mi compañera de aventuras acabó francamente bien, con mucha fuerza en esos últimos kilómetros. Está en una gran condición para la maratón, seguro que es capaz de hacer lo que tiene previsto y allí estaré yo para acompañarla, aunque no sé si me van a faltar kilómetros. He acabado con 55 kilómetros esta semana, mientras que ella ha hecho ¡¡¡75 km!!!

Sobre la urticaria, la verdad es que acabé muy contento aunque tuve un pequeño susto sobre el kilómetro seis, cuando pasamos por el zoo la primera vez. Empecé a notar picores en el gemelo y eso que tuve la precaución de salir con calcetines cortos para que no me pasase. Los picores eran debidos a las vejigas, que iban empezando a aflorar. Luego noté que también por la cintura me molestaba. Eso lo arreglé metiéndome la camiseta por dentro, aunque iba con una pinta un tanto peculiar, pero parece que mantenía las vejigas a raya de este modo. Creo que la solución de meter una camiseta de algodón entre el elástico de los pantalones y la piel es buena.

La rodilla me estuvo molestando desde el primer metro. No sé si debido al entrenamiento del jueves que me pasé de rápido o por alguna otra cosa. El caso es que el sábado, aunque no entrené, no me molestaba en absoluto.

Para terminar decir que el peso que marcaba la báscula ayer era de 69 kg. No bajé a 68 como era mi deseo, pero al menos bajó. Hay que seguir insistiendo.

Lo bueno abunda

Ha comenzado a venir de vez en cuando con nosotros un nuevo compañero. Se llama, también, Miguel. Así que con éste ya somos cuatro los que compartimos nombre. Además este hombre zumba ¡y de qué manera!

Con esta nueva adquisición ayer nos juntamos unos cuantos corredores en Pradolongo. Yo más preocupado de la urticaria que de otra cosa. Salí con camiseta de algodón lavada a mano, con pantalón corto y medias larga, con la idea era no sudar mucho; sin embargo, no me metí la camiseta por dentro del pantalón y empecé a notar las vejigas en la cintura. Se lo comenté a Emilio y me comentó que mejor que metiera la camiseta por dentro y la cosa no fue a mayores. Acabé con las vejigas pero nada que ver con lo del martes.

Llegué tarde, por lo que ya empecé algo acelerado. Luego tuve que atrochar un tramo para ponerme a la altura de mis compañeros y el ritmo era bastante ligero para ser la primera vuelta, lo que presagiaba una segunda a cuchillo. Y así fue, empezamos a apretar los dientes y el ritmo se iba incrementando según iban pasando los kilómetros: 4:45, 4:33, 4:14 y 4:05. Creo que me pasé yendo tan deprisa, eso no viene nada bien a las rodillas. Moverme por debajo de 4:30 es una absoluta temeridad.

Supuestamente esta semana era la de mayor kilometraje, así que prolongué el recorrido para completar una tercera vuelta. Tuve la fortuna de encontrarme con el hombre radiactivo y di con él esa tercera vuelta, ya a un ritmo más relajado. Como siempre me ocurre cuando hago una última vuelta a un ritmo tranquilo, no lo pasé nada bien, iba un tanto incómodo tan despacio.

En total hice 14 km en un tiempo de 1:11:26 @ 5:06 min/km y llegué a casa con alguna vejiga, pero mucho mejor que el otro día. Parece que lo del algodón funciona. Probaré a salir todo algodonado el próximo día. Lo que más me llamó la atención fue que también salieron vejigas en los gemelos, imagino debido al tejido acrílico de las medias largas.

Lo peor del asunto fue que tenía picores en las manos realmente insoportables. Al final tuve que frotarme las manos con una crema para los picores y parece que la cosa mejoró. ¡Esto de las manos es más molesto que las vejigas! Y no sé si ambas cosas están relacionadas, aunque imagino que sí.