II Carrera popular ciudad de Parla

He participado por primera vez en esta carrera que vendían una de las más rápidas de Madrid. Y la verdad es que la carrera está muy bien. La organización es excelente aunque el recorrido no sea muy atractivo, pero imagino que si quieren hacer una carrera rápida a lo mejor no hay otro sitio por donde llevarlo. Y si quieren hacerlo mejor todavía, tienen que plantearse quitar esos tres giros de ciento ochenta grados que había en el recorrido.

Entregaban dorsales sólo hasta las nueve, cuando la carrera empezaba a las diez, así que tocó darse un buen madrugón. A las siete sonaba el despertador y en cuanto me puse de pie me di cuenta de que la cosa no andaba bien. El tendón de aquiles y la rodilla de la pierna izquierda me molestaban un poco. El gemelo de la derecha, también. Y lo peor es que al visitar el servicio me di cuenta de que padecía una desagradable cagalera. Las sensaciones eran pésimas.

De tanta visita al servicio, llegamos tarde al puente donde habíamos quedado con Emilio a las ocho en punto, pero Emilio tuvo la santa paciencia de esperarnos.

Llegamos con bastante tiempo a Parla y encontramos el sitio con facilidad. A esas horas no había mucha gente todavía y recogimos el dorsal y la camiseta en un periquete. Nos llevamos una sorpresa al ver nuestro nombre en el dorsal. Nos hacía sentir casi corredores «de verdad».

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Dorsal personalizado, ¡buen detalle!

Otra visita al servicio mientras los compañeros se refugiaban en el bar del campo de fútbol, donde se estaba la mar de bien con la calefacción a tope. Ellos se tomaron un café, yo no quise probar nada por si acaso.

Fuimos a dejar la ropa en el guardarropa, pero antes un amable corredor nos inmortalizó. Se nota en la cara que hacía un frío de órdago.

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Pradolongueros paralizados por el frío

Quedaba bastante tiempo todavía para comenzar y buscamos una calle soleada para calentar. Y allí estuvimos dando vueltas como una peonza haciendo tiempo. Cuando ya quedaba un cuarto de hora fuimos a buscar un servicio… pero esta vez sólo para hacer aguas menores.

Me coloqué junto a Quique bastante cerca del arco de salida y un minuto después de las diez de la mañana dieron la salida. Mi idea era tratar de bajar de cuarenta minutos pero teniendo mucho cuidado con mis múltiples molestias. Al menor signo de que algo fuese mal, retirada; sin embargo, no noté ni una sola molestia durante toda la prueba.

Casi sin darme cuenta estaba junto al globo de los cuarenta minutos. Mi idea en un principio era sobrepasar este grupo porque sospechaba se iban a agrupar diversos corredores e iba a resultar difícil seguir un ritmo constante; sin embargo, no iba nada mal, el ritmo que llevaba era justo el que deseaba, haciendo kilómetros sobre 3:55, así que seguí detrás de él. De vez en cuando, cuando soplaba el viento, algún globazo me llevaba, pero sin problemas.

Al llegar al kilómetro dos nos encontramos el primer giro de ciento ochenta grados. En ese punto había algo de gravilla y más de uno se resbaló. Además la calle era algo estrecha porque había coches aparcados a ambos lados. Fue el punto más «negro» de la carrera, ya que el resto era por calles más anchas y el pelotón iba más estirado. Poco después, sobre el kilómetro tres se afronta la Avenida de América, allí el terreno picaba para arriba aunque con una pendiente muy ligera.

Yo seguía detrás del globo, concentrado en mi carrera, mirando el crono de vez en cuando para ver si se cumplía el plan previsto. Llegamos al kilómetro cinco donde daban agua, allí me tropecé con el corredor que marchaba delante de mí que repentinamente se fue hacia la izquierda a por el líquido elemento. Creo que me hice más daño que él porque empezó a dolerme la uña del pie derecho que tengo algo delicada. Decidí no coger nada porque sospeché que estaría muy fría y tampoco el cuerpo me lo pedía. Hasta ahora la cosa iba bien. Había pasado todos los kilómetros por debajo de cuatro y no había sentido ninguna molestia.

Poco después de ese punto kilométrico se llega a la avenida de los Planetas, se trata de una larga recta que pica para arriba. Empecé a sospechar que el circuito no era tan llano como podía suponerse. En esa subida miré el crono y vi que íbamos por encima de cuatro. Tuve la sensación de que el globo iba perdiendo fuelle, así que aumenté un poco el ritmo y le adelanté prácticamente cuando llegábamos al segundo giro de ciento ochenta grados de la jornada, sobre el km 5,5 de la prueba. Ahora todo lo que habíamos subido de esa avenida tocaba bajarlo, por lo que pude recuperar algunos segundos de los perdidos.

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Volando hacia meta, foto cortesía de deporgrafia.es

Casi sin solución de continuidad llegamos a la avenida de las Estrellas que además de ser paralela a la otra tiene un perfil prácticamente idéntico. Quinientos metros en ligera pendiente ascendente para llegar al tercer y último giro de ciento ochenta grados. Después del giro esos quinientos metros subidos se tornan favorables. Acaban las estrellas en el km 7,6 aproximadamente y ya se encara una larga recta que lleva hacia el estadio donde estaba instalada la meta.

Ya se ve el estadio cuando de repente se gira a derechas para afrontar la calle Piscis, pasando de la ciencia de la astronomía a la chufla de la astrología. Esa calle aunque corta era también ligeramente ascendente y encima adoquinada. Casi al final de la calle se llega al punto kilométrico nueve y ya está el estadio ahí mismo. En una de esas esquinas me adelantó el típico recortador, de esos que hay tantos y me puse a su chepa casi de puro mosqueo.

Después de esa pequeña revuelta se llega a donde está instalada la salida y ahí mismo está el desvío que lleva hacia el estadio, donde hay que hacer unos trescientos metros en la pista de atletismo. El asaltaesquinas que me precedía volvió a hacer una de las suyas, adelantando a un corredor pisando la hierba en vez de adelantar por fuera. Hay algunos que no tienen remedio…

A falta de doscientos metros empecé a acelerar el paso y conseguí adelantar a tan molesto acompañante y a alguno más que ya iba para pocos trotes. Justo antes de la línea de meta pitó mi cronómetro el kilómetro diez y metros después atravesaba la línea de meta. Para no salir en la foto, si es que hubiese, mirando el reloj, paré este un tiempo después observando que marcaba 39:31. Objetivo cumplido. Cuando aparecieron las clasificaciones pude comprobar que la organización me asignaba un tiempo oficial de 39:27 siendo el 346 de la clasificación general y 26 de mi categoría, según puede verse en una copia de la clasificación que guardo aquí.

Después de la llegada a meta, bolsa con un plátano, un pequeño bollo y agua. La recogida de la ropa, sin espera ninguna y aprovechando que daba el sol, hicimos unos estiramientos junto a la ría. Ahí noté que el gemelo derecho me molestaba y ahora, cuando escribo estas líneas, me molesta más todavía. Me parece que la carrera me va a costar unos días de inactividad.

Lo dicho, una carrera muy bien organizada, algo cara (10 euros si te inscribías antes del 15 de enero y 12 euros después) y rápida, aunque quizás no tanto como venden. De todas formas, es muy difícil sacar diez kilómetros completamente llanos. Y de todas formas, hay que gente que prefiere los desniveles a que sea continuamente llana. Yo no.

http://connect.garmin.com/modern/activity/692648299

Mi nuevo juguete

Llevo desde marzo de 2010 con un Garmin Forerunner 405. He hecho ya quince mil kilómetros y sigue marchando bien, exceptuando la batería que cada vez dura menos. Así que aprovechando que este mes es mi cumpleaños he decidido regalarme un cacharro semejante, pero mucho más básico, ya que el 405 lo tengo infrautilizado. Me he decidido por el Garmin Forerunner 10, que es el más sencillo de Garmin… creo.

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Mi nuevo cacharro, de un bonito color anaranjado

Llegaba al punto de encuentro casi de día, con una sonrisa de oreja a oreja con mi nuevo dispositivo en la muñeca y después de unos estiramientos han ido llegando los compañeros. Nos hemos puesto en marcha y con gran alegría he visto que la molestia en el tendón de aquiles seguía ahí, pero mucho más leve.

Eso me ha animado, por lo que pasado el kilómetro tres he acelerado un poco y detrás de mí se ha venido mi tocayo que me preguntaba a qué ritmo iba a hacer la segunda vuelta. Le he comentado que sobre 4:30 y le ha parecido bien, pero poco después él ha acelerado y yo le he dejado ir.

Ha sido terminar los cinco kilómetros primeros (una vuelta y un poco más) y acelerar con intenciones de engancharle, pero ha sido imposible. He aumentado el ritmo y me he puesto sobre 4:15 y tampoco, así que ya no me he molestado más. A ritmo umbral hasta el final y me han salido los kilómetros muy constantes, rondando los 4:15 casi todos.

He totalizado 10 km en 47:08 @ 4:42 min/km y con muy buenas sensaciones.

El reloj, muy bien. Ha marcado lo mismo que el 405 y su funcionamiento es muy simple y para lo que lo quiero, me basta y me sobra. La única gracia que echo de menos con respecto al otro es que si, por ejemplo, paraba el crono cuando llevaba 10,02 km podía borrar esos 20 metros y dejarlo en 10 km exactos, pero con este nuevo no sé si eso se puede hacer.

El cross me ha dejado secuelas

Reconozco que el domingo me esforcé de lo lindo en el cross. Normalmente, siempre que me pongo un dorsal, si no voy a acompañar a alguien, me esfuerzo a tope. Y el otro día no fue una excepción: cinco kilómetros y medio a tope por caminos irregulares con subidas, bajadas, curvas, contracurvas… Luego ves la media y parece que no fui al máximo, pero lo fui, doy fe.

Hoy cuando he empezado a correr he visto que el cross me ha dejado secuelas. No sólo cansancio, también me molestaba el tendón de aquiles de la pierna derecha (¡¡¡siempre el maldito aquiles!!!) y he procurado no forzar lo más mínimo para que la cosa no fuese a peor. Lo curioso es que algunos compañeros tampoco estaban muy por la labor de forzar, así que hemos ido a ritmo tranquilo unos cuantos… mientras a otro le da por hacer cuestas como si no hubiese mañana.

Como casi siempre, han sido dos vueltas a Pradolongo totalizando 9,6 km en un tiempo de 54:16 @ 5:37 min/km.

LVI Trofeo Marathon de cross

Llevaba unos años sin participar en esta prueba y tenía ganas de volver a hacerlo. Es una carrera que siempre me ha gustado porque es algo diferente a las pruebas de asfalto donde suelo participar sin llegar a ser un cross para especialistas, sólo un poco de barro y algún que otro corto repecho.

Hoy hacía frío en Madrid aunque la mañana fuese soleada. Corría un airecillo serrano que enfriaba hasta las ideas. Tampoco pasa nada, es lo típico de estas fechas y siendo además un cross, es casi obligatorio que así sea. De todas formas, si hubiese llovido mucho el fin de semana, quizás no hubiese participado, ya que no tengo zapatillas de clavos y si el terreno está resbaladizo es incluso complicado mantener el equilibrio; sin embargo, aunque llovió un poco los días anteriores, el terreno estaba practicable. Algún charco, un poco de barro y en muchas zonas el terreno duro de tan helado como estaba

Salimos trotando de casa ya que el Parque de las Cruces se encuentra a poco más de tres kilómetros y llegamos con bastante tiempo para recoger el dorsal con tranquilidad, encontrarnos con los compañeros, hacernos una foto todos juntos, calentar un poco y dejar la ropa en el guardarropa.

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Con los compañeros maratidianos

Dieron la salida en unos pasillos como en los crosses «de verdad», no obstante, se celebraba después el campeonato de Madrid individual y por clubes. Así que uno parecía importante en esos corralillos. Nada más escuchar la orden de salida se puso en marcha el pelotón de unos trescientos corredores donde los más dispuestos salieron esprintando para llegar al primer estrechamiento bien situados. Yo me lo tomé con más calma, pero a buen ritmo.

La última vez que había corrido aquí fue en 2012 y entonces la prueba era algo más corta, unos cuatrocientos metros menos. En estas últimas ediciones habían añadido una pequeña vuelta al comienzo donde había un repecho para ir calentando las piernas. Después de esa primera vueltecilla adicional y habiendo subido y bajado ese primer repecho, en una recta larga vi que había muchísima gente delante de mí. Y es que en esto de los crosses hay bastante nivel comparado con las pruebas de asfalto.

Chema, uno de los compañeros que se animó a correr, me comentó antes de empezar que trataría de seguir mis pasos y así fue porque sobre el kilómetro dos en la zona de curvas y contracurvas escuché su respiración justo detrás de mí y poco después se puso por delante. Eso me espoleó y volví a adelantarle a los pocos metros, pero él no perdía mi estela; sin embargo, poco después llegamos a una zona donde parecía que se habían dejado la puerta abierta, porque el aire era bestial. Tanto, que mi gorra salió volando al mismo tiempo que la pegatina del guardarropa de Chema. Pensé si parar o no a por la gorra, pero seguí adelante con la idea de recoger la prenda cuando acabase la carrera. Chema debió tener un dilema semejante porque en ese momento dejé de sentirle cerca.

Alguna revuelta más, otro repecho y ya se encara la recta de meta, para afrontar la segunda vuelta. Ahí vi que las piernas ya no iban tan frescas, pero tampoco quedaba mucho para completar esos cinco kilómetros y medio de los que constaba la prueba. El terreno era descendente nada más empezar la vuelta, así que aproveché para ir lo más deprisa que pude en ese tramo. Justo entonces me adelantaron dos individuos a toda pastilla. Me entró la duda de si había perdido fuelle o es que esos dos se habían tomado con tranquilidad esa primera vuelta y apretaban en la segunda. Debió ser esto porque no volvió a adelantarme nadie más y ellos se alejaban como almas que lleva el diablo, además pude adelantar a cuatro o cinco corredores en esta segunda vuelta.

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A tope por el circuito después de perder la gorra

Sufriendo a tope, rozando los árboles con el hombro en las curvas y echando los pulmones en los repechos, fueron pasando los kilómetros y llegué a la recta de meta con un corredor pegado a mi chepa tratando de ganarme al sprint, cosa que no estaba dispuesto a permitir. Eché mano de mis piernas de velocista y me puse a tope para impedir que me superase. Y así fue, conseguí llegar antes que él llevándome la sorpresa de que no existía reloj en línea de meta, por lo que me quedé con la duda del tiempo que había realizado ya que no llevaba cronómetro. Estando en la cola para dejar el dorsal pregunté al que había llegado justo después de que mí qué tiempo había hecho. Su cronómetro marcaba 23:02, por lo que calculo que mi tiempo andaría cercano a 23:00 ó 23:01. Sorprendentemente, en las clasificaciones facilitadas por la organización sólo aparece el tiempo de los primeros.

Después de la carrera nos dieron una bolsa bastante completa que incluía una camiseta de las que les sobran de otras carreras, una pera, una botella de Aquarius, una cajita con bolígrafo y portaminas, unos apósitos Compeed, una ensalada y alguna cosa más que ya no recuerdo. Muy interesante para los tres euros que costaba la inscripción. Una vez más, los de la Agrupación Deportiva Marathon organizaron la prueba brillantemente.

Una vez recogida la bolsa del guardarropa, me dispuse a buscar la gorra perdida. Y tuve suerte porque pude encontrarla. En esos momentos se estaba celebrando la prueba de juveniles y juniors femenina y me encontré, cerca de la gorra, un espectáculo lamentable: un padre estaba echando una bronca de consideración a su hija que acababa de retirarse de la carrera. Sentí pena por la chica porque la charla era realmente dura.

Me encanta la luz

Mucha gente habla de que echarían de menos el sol si viviesen en otro país. Pensando principalmente en el calor del sol. Yo echaría de menos el sol, pero por la luz. Los días con poca luz solar me resultan deprimentes, así que cuando llega diciembre estoy deseoso que llegue el día de Santa Lucía (13 de diciembre) para que se cumpla el refrán que dice: «Por Santa Lucía mengua la noche y crece el día». Sí, ya sé que no es cierto del todo, que hasta el solsticio de invierno esto no se cumple, pero ese día es para mí el comienzo de una carrera imparable a la luz.

Si el 18 de diciembre, poco antes del solsticio, el sol se ponía a las 17:50…

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Hoy, algo más de un mes después se ponía a las 18:29…

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Cuarenta minutitos más de sol ¡que cómo se agradece! Si ya es casi de día cuando llegamos al punto de encuentro…

El martes, después de casi todo el mes de enero yendo a ritmos tranquilos, le di un poco de caña. Hoy tampoco podía apretar mucho que el domingo voy a ir al Trofeo Marathon de cross (siempre que no llueva mucho el fin de semana). Así que opté por hacer tres kilómetros de calentamiento y siete a un ritmo cercano a 4:30, sin obsesionarme. Y excepto uno que hice a 4:22, el resto fueron por encima del límite que me había fijado.

Al final cada uno se fue por su lado e hice casi todo el entrenamiento solo. Es lo que tiene entrenar con gente que tiene objetivos diferentes. Totalicé 10 km en un tiempo de 48:29 @ 4:51 min/km.

Flow

Últimamente parece que se está poniendo de moda eso de hablar del flow. Por ejemplo, el otro día leía la frase: Neymar, el flow desequilibrante del Barcelona. La verdad es que no tengo muy claro lo que significa. Bueno, sí, literalmente flow es flujo.

¿Leo por ahí un artículo sobre la implicación motivacional de jugadores jóvenes de fútbol y su relación con el estado de flow y la satisfacción en competición? Nos vamos acercando, relaciona la motivación con el estado de flow.

Mirando en Wikipedia leo que en psicología el flujo es el estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Se caracteriza por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la actividad. Esta sensación se experimenta mientras la actividad está en curso.

El estado de flujo es así llamado debido a que durante las entrevistas de Csikszentmihalyi durante 1975 las personas describían sus experiencias usando la metáfora de una corriente que les llevaba hacia adelante.

Pues algo parecido a esto he sentido en el entrenamiento de hoy. Después de una vuelta bastante tranquila luego he ido aumentando el ritmo gradualmente de 5:16 a 4:24, luego a 4:15, posteriormente a 4:12 y luego el nirvana, el estado de flow o lo que se quiera llamar. El caso es que iba concentrado en cómo dar las zancadas, cómo caer sobre los metatarsos, cómo mover los brazos y en ese estado de concentración, de intromisión, he hecho el kilómetro más rápido (4:08) sin darme prácticamente cuenta y sin esfuerzo aparente. Ha sido una experiencia interesante y emocionante.

En total han sido 9,6 km en un tiempo de 45:15 @ 4:52 min/km.

Mi primer recuerdo atlético

Mi primer recuerdo atlético fue un cross celebrado en un pueblo vecino al mío. Allí me llevó mi padre, que en absoluto era fan de este deporte, a ver al mítico Mariano Haro que participó en esta carrera. Tenía yo por aquel entonces unos seis o siete años.

Siempre he pensado que haría por allí este gran atleta palentino y leyendo este artículo de la revista digital de carreraspopulares.com he encontrado una posible razón. Dice el artículo que Mariano Haro corría todo lo que podía porque era la única manera de poder vivir del atletismo. Se puede considerar uno de los primeros profesionales españoles de este deporte.

Sin ninguna intención de emular al gran Mariano Haro, salí esta mañana acompañada de una amiga dispuestos a realizar una tirada larga y lenta, siguiendo la progresión de semanas anteriores. Hacía un bonito día, soleado y con una temperatura agradable… excepto cuando ibas por la sombra, que se notaba el frío.

Desde el mes de febrero, cuando preparábamos la maratón de Sevilla, no habíamos vuelto a ir por ese sitio y es sorprendente la cantidad de corredores y corredoras que te encuentras tanto en uno como en otro sentido y eso que hoy se celebraba la media de Getafe que es una carrera a la que se desplazan bastantes madrileños. Y no sólo madrileños, también ha participado David Magán, de la Puebla de Montalbán, que ha sido el décimo de la carrera y el primer español clasificado con un impresionante tiempo de una hora y ocho minutos. Una marca asombrosa para tratarse de un corredor totalmente amateur y encima con un trabajo físicamente duro.

Nosotros, ajenos a todo, fuimos hasta el Puente Segovia y vuelta, haciendo los 16 km previstos en un tiempo de 1:23:57 @ 5:15 min/km. Bastante rápido para mi acompañante tratándose de un entrenamiento donde tendríamos que haber ido mucho más lentos. Pero mi compañera no se puede aguantar, si va bien, no afloja el ritmo.

Hoy la báscula marcaba 68,4 kg. Algo más que la semana pasada, pero tampoco mucho. Después del entrenamiento volví a pesarme y había perdido un kilo. Pero un kilo de sudor, que se recupera con cuatro tragos de agua.

Hibernando

Respondía Joaquín el otro día a la pregunta de por qué no iba más deprisa que estaba hibernando. Comentaba que hasta el quince de marzo, día que se celebra la media maratón de Villarrobledo queda mucho todavía y que no se puede estar a tope hasta entonces. Yo también me he aplicado el cuento y esta semana es de hibernación. Ya empezaremos la semana que viene a apretar un poco, teniendo en cuenta, además, que he echado un ojo a un diez mil que se va a celebrar en Parla el ocho de febrero y que ya está, por lo tanto, a la vuelta de la esquina.

Hoy he llegado tarde porque salí tarde de trabajar y cuando quise llegar al punto de encuentro ya habían pasado casi diez minutos, así que me crucé con ellos cuando ya llevaban kilómetro y media, por lo que me ahorré un tanto. Iba un grupito de cuatro y junto a Luismi, con el que me había encontrado antes, formamos un sexteto más que interesante.

Tampoco duramos mucho juntos, ya que empezaron a apretar el ritmo y me quedé junto a Joaquín… hibernando. Y así fuimos hasta terminar las dos vueltas, que está vez no fueron completas por el «trasqui» del principio.

Fueron en total 9 km en un tiempo de 47:00 @ 5:13 min/km. Yendo siempre por encima de cinco, a un ritmo muy relajado.

Uña negra, otra vez

Después de la maratón de Sevilla de febrero empecé con una uña negra. Ya prácticamente había perdido su color, pero en la San Silvestre de Getafe otra vez se ha ennegrecido. Visto lo visto, parece que al pie no le sentó nada bien correr con la Joma Marathon.

De todas formas, a esto de la uñas negras se acostumbra uno a fuerza de cambiar y cambiar las uñas, así que tampoco hay que darlo demasiada importancia. Y más ahora que llevamos los pies cubiertos. En verano, con las chanclas, es otra cosa.

La semana anterior operaron al hermano de Nico. Así que pensé en acercarme a ver a Nico después del entrenamiento. Y así fue, acabé las dos vueltas y me acerqué. Me comentó que la operación había salido muy bien, así que ya sólo queda recuperarse.

¡Ánimo campeón a recuperarse!

Con eso de acercarme al bar de Nico, hice algo más de lo habitual, tampoco mucho, en total, 10,37 km en un tiempo de 54:13 @ 5:14 min/km.

Abdominales, ese gran invento

Trato de incorporar el hacer abdominales regularmente, pero casi nunca lo hago. Así que cada vez que los hago acabo con agujetas. Y creo que es un buen invento porque se mejora el rendimiento de manera considerable, por lo que tengo que tratar de hacer dos sesiones por lo menos a la semana. A ver si saco tiempo…

Se tiende a desdeñar los estiramientos estáticos, pero los considero bastante interesantes. Combino en mi tabla de ejercicios los dinámicos y los estáticos, evitando los de tijereta que la fisio me los prohibió radicalmente. Así que comienzo con los estáticos y acabo con los dinámicos.

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Abdominales estáticos. Un buen aliado

Hoy en Madrid se suponía un aquelarre meteorológico de tres pares de narices; sin embargo, cuando he salido hacía frío, pero no había nevado ni lo hizo durante el entrenamiento. Una pena, porque el Parque Lineal hubiese estado precioso con la nieve. Habrá que esperar otra oportunidad, si es que vuelve a haberla.

Va siendo tiempo ya de ir aumentando el kilometraje, haciendo tiradas largas y lentas. Ya el domingo pasado hicimos doce y hoy hemos aumentado un par de ellos más como si estuviésemos preparando una maratón y tocara ir estirando la tirada larga. Fuimos hasta el último puente del Parque Lineal y vuelta, totalizando 14 km en un tiempo de 1:15:55 @ 5:25 min/km. Una buena tirada larga y lenta.

Me he llevado una grata sorpresa al subir a la báscula, aunque no me fio mucho de este chisme. Hoy marcaba 68,2 kg que supone un kilo menos que la semana pasada. Me parece demasiado haber bajado tanto en una semana. Pero tendré que fiarme… o comprar otra báscula mejor. Como estaba algo mosca, volví a pesarme después del entrenamiento y marcaba 67,5 kg que es algo razonable después de correr 14 km y mi propensión a sudar como un condenado. Veremos si la semana que viene ando por ese peso.