IX Carrera nocturna de Toledo

Por tercera vez he participado en la carrera nocturna de Toledo. La carrera está organizada por la Asociación de Vecinos La Mezquita a beneficio de la Fundación Niemann Pick que trata de encontrar desde hace años una respuesta medica a una enfermedad que a día de hoy no tiene cura. Son varios los niños afectados por ésta terrible enfermedad que les priva de actividades tan básicas como jugar, practicar deporte o gozar de una autonomía personal.

La carrera comenzaba a las 20:30, pero el dorsal había que recogerlo antes de las seis, por lo que hubo que salir de casa poco después de las cuatro. Menos mal que la amiga con la que me acerqué tiene familia en Toledo y pudimos pasar el tiempo de espera cómodamente sentados en un sillón.

Poco antes de las ocho salimos de la casa y nos acercamos hacia lo zona de salida. En un principio se iba a hacer junto a la estación del AVE, pero a última hora acercaron la salida al Puente de Alcántara, por lo que los nueve kilómetros que inicialmente estaban previstos se quedaron en poco más de ocho, según comentaban en un correo que enviaron días antes.

En la zona de salida había un montón de gente con la camiseta azul conmemorativa de la carrera. Una y otra vez pasaba un dron y la gente saludaba al artefacto como si del Santo Padre se tratara. A las ocho y media en punto dieron la salida bajo una lluvia de papelitos de colores. Salimos por la Ronda de Juanelo rumbo hacia otro puente. Esa era la zona más peligrosa de la carrera porque ya era de noche y no había ninguna iluminación. Era cuestión de fe donde poner el pie porque cualquier irregularidad podría provocar un torcimiento de pie o algo peor.

Poco después de pasar el puente sin iluminación se vuelve al de Alcántara, pero por el otro lado de donde estaba instalada la salida, y comienza la primera cuesta de la jornada. A mano izquierda sale la calle Gerardo Lobo y la carretera se empina. Afortunadamente, no es una cuesta demasiado larga. Se sube y luego se baja hacia la Puerta de Bisagra, donde un fotógrafo del Club San Ildefonso hizo un montón de fotos a los participantes.

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Por el Paseo de la Vega llegamos a la plaza de toros donde nos hicieron dar una vuelta por el ruedo cual morlacos. Tengo que decir que no me gustó nada esa tontería, pero imagino que a alguno le parecería curioso.

Se sale de la plaza, se baja un poco y comienza la segunda subida de la jornada buscando de nuevo el Paseo de la Vega -donde estaba el tercer kilómetro- y desde allí la Puerta Bisagra. Llegando a dicha puerta se gira a la derecha y comienza un terreno descendente buscando el río por la Avenida de la Cava. Se atraviesa el río y en ese punto se comienza a subir y a subir y a subir… Atravesando el Puente de San Martín se ve la imponente figura de San Juan de los Reyes y por un momento te olvidas de todo, es una auténtica maravilla esa obra de arte que cada vez que veo me deja anonadado.

Se sube por el Paseo de Recaredo hasta la Puerta del Cambrón, se atraviesa ésta y se sigue subiendo. Yo me preguntaba cuando se iba a acabar la subida, pero nada, se llegaba a un punto que parecía el fin, pero se giraba y seguía para arriba. Yo ya andaba perdido entre tanta subida, tanta calle estrecha, tanta plazoleta y tan poca luz. Según íbamos subiendo iba pensando en mi acompañante, en su pundonor en las subidas, en cómo se tiraba por las cuestas abajo, en cómo luchaba en cada metro de terreno llano para no perder ni un segundo. Me di cuenta que me queda mucho por aprender todavía.

En un momento dado, aproximadamente en el 6,5 km se acabó la subida ¡¡¡por fin!!! después de estar subiendo casi kilómetro y medio. Ya quedaba entonces, como otro kilómetro y medio para acabar; sin embargo, algo debieron medir mal porque al poco pasamos por la catedral y vi que llevábamos casi siete, ¡la cosa no me cuadraba en absoluto! Y tanto que no cuadraba, como que la carrera medía unos 7,4 km en vez de los 9 km inicialmente previstos. Llegamos a meta con un tiempo oficial de 38:41 totalmente empapados de la humedad existente, no porque hubiese llovido durante la carrera.

Era nuestra tercera participación y no me gustó nada. Las otras dos tenían la salida y la llegada en la Plaza de Zocodover y el recorrido era por el casco antiguo, sin tener que meternos esa cuesta interminable. Un recorrido mucho más bonito y mucho más llevadero. Nos pensaremos si volvemos a esta carrera en próximos años.

XVIII Carrera popular de Portillo

Por tercera vez consecutiva he participado en esta bonita y generosa carrera portillana. La marca Joma, «natural» de esta localidad se vuelca con la carrera y la bolsa del corredor es muy generosa. Joma aporta una camiseta técnica, una sudadera técnica, unos calcetines y nos tickets descuento. Además se puede encontrar en la bolsa unas toallitas de Indas, que tiene la fábrica muy cerca de Portillo, un bolígrafo, caramelos, una bolsa de patata, una barrita energética, un plátano, una manzana y un par de tickets para un par de cervezas. Difícil encontrar algo mejor por un precio de la inscripción de 10,40 €.

Se trata de una carrera de 6,6 km para los adultos y de distancias variopintas para todas las categorías de niños. No sé si debido a la bolsa, el caso es que había unos 1100 participantes adultos y unos 400 niños. Todo un récord en una población cercana a las dos mil personas. Una barbaridad.

Son dos vueltas más o menos iguales en un circuito muy revirado y bastante ondulado. Las cuestas no son muy pronunciadas, pero sobre todo la primera, se deja notar en las piernas porque es la más larga.

En el cartel de la carrera ponía que la carrera comenzaba a las diez de la mañana, por lo que a eso de las 8:15 salía de mi casa con la intención de estar allí una hora antes. Llegamos sobre las nueve y fuimos a retirar el dorsal. Nos extrañó ver que había aún muchas bolsas por repartir, la gente se lo tomaba con calma.

Tranquilamente volvimos al coche, nos quitamos la ropa, nos colocamos el dorsal y cuando faltaban veinte minutos salimos a calentar. Enseguida nos encontramos con un tipo que nos dijo que nos abrigáramos, que nos íbamos a quedar fríos. Nos quedamos a cuadros cuando nos indicó que la carrera de los mayores empezaba a las doce de la mañana, ¡¡¡quedaba aún más de dos horas para el comienzo!!! Y encima nos habíamos pegado un madrugón de aúpa para nada. Hay que leerse bien el reglamento.

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Camino a Portillo de Toledo, con cara de sueño por el madrugón innecesario

Nos fuimos al coche para pasar el rato y luego hicimos una vuelta al circuito para recordar como era. Yo me acordaba más o menos, pero mi amiga decía que la mayor parte del circuito ni le sonaba. Estuvimos viendo como corrían los más pequeños y hablando con José Luis, que también se había acercado y también le había pasado lo mismo que a nosotros con la hora. Y no éramos los únicos.

Esta vez sí era la buena. Aquello era un hormiguero de gente. Mil personas en un pueblo tan pequeño se nota mucho y la zona de salida estaba a tope de gente calentando. Calenté un poco e hice algún estiramiento porque estaba algo temeroso ya que en los entrenamientos de la semana había notado el gemelo izquierdo algo cargado.

Como suele ocurrir en esta carrera, se dio la salida tarde, en concreto cinco minutos más tarde. Estábamos cerca del arco de salida, pero había un ejército de gente por delante del arco. Todos ellos deberían ser descalificados por hacer salir antes de la línea de salida.

Salí con José Luis y me costó seguir su ritmo en los primeros kilómetros. Poco antes de la primera vuelta le adelanté y le animé. Se pasa cerca del arco de llegada cuando se llevan recorridos unos 3,3 km y vi que el reloj marcaba unos trece minutos y bastante. Eso me animó porque el objetivo de bajar de veintiocho minutos parecía factible.

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Corriendo hacia la meta. Foto cortesía de Rubén Rodríguez

La cuesta larga en la segunda vuelta se hace bastante dura, pero luego el circuito es más llevadero. Alguno me adelantó en esa segunda vuelta y a algunos los adelanté yo, por lo que me mantuve más o menos el puesto. En la recta de llegada que es favorable aceleré lo que pude y llegué a meta con un tiempo oficial de 27:42 muy contento con el resultado y sobre todo con las sensaciones, que fueron muy buenas, todo lo contrario que la semana anterior.

Después de la carrera fuimos al coche a cambiarnos y coger los tickets para tomarnos una cerveza. Allí nos encontramos con dos conocidos del Club de Atletismo Leganés que nos contaron que de su club habían venido ¡treinta corredores! Todo un récord.

Si no hay ningún problema, el año que viene repetiré.

Reunión con el promotor deportivo

Envié un correo a la Junta Municipal de Usera el 30 de junio proponiendo la idea de organizar un cross en nuestro querido parque de Pradolongo. La semana pasada, el 7 de octubre, más de tres meses después, recibí la contestación de que les parecía muy bien la idea, pero que este año ya era imposible y que ya se vería para el 2017. Me pareció una excusa para pasar del tema y así les pareció también a los compañeros.

Sorprendentemente cuatro días después recibí un correo del Promotor Deportivo del Distrito de Usera indicando que había visto el escrito sobre el tema del cross y que le gustaría tener una reunión con nosotros para hablar sobre el tema.

Ayer quedamos con él en el polideportivo de Orcasitas y nos acercamos el presidente de la Asociación de Vecinos Barrio del Zofío y un servidor. En esa reunión nos contó que él trataría de empujar la propuesta, pero que la cosa no dependía de él. También comentó que este año ya era imposible y que en enero o febrero del año que viene parecía también algo precipitado. Que si salía sería a finales de 2017. Ya veremos en qué queda este tema.

Y como la reunión fue ayer jueves, que es cuando salimos a entrenar, dejé huérfanos a mis compañeros y salí hoy. Como el domingo tengo pensado ir a la carrera de Portillo, tampoco me iba a dar la paliza, por lo que salí a hacer poca cosa. Sólo fueron dos vueltas a Parque Sur, que suponen 6 km en un tiempo de 32:57 @ 5:29 min/km. Lo principal era no llegar cansado al domingo.

Por fin ha llovido

Llevábamos ya unos cuantos meses sin que lloviese por Madrid, excepto un día a finales de agosto que cayó alguna nube. Realmente hacía falta que lloviese y hoy lo ha hecho y con bastantes ganas.

Como hoy es festivo, en vez de correr ayer martes, que es lo habitual, hemos salido el miércoles por la mañana. Hemos quedado una amiga, mi tocayo Miguel y un servidor y como estaba lloviendo y el parque muy embarrado hemos ido a Madrid Río, que aunque también tiene muchos charcos se pueden ir esquivando. Además como estaba lloviendo el paseo estaba casi desierto y se podía correr en condiciones.

Tenía las piernas bastante cansadas de la carrera del domingo y en cuanto mis acompañantes aceleraban el ritmo, era incapaz de alcanzarlos. Además me iban molestando partes múltiples del cuerpo: gemelos, tendones de aquiles y rodilla. En resumen, que iba fatal, aunque contento de sentir la lluvia en la cara.

Hemos completado 12 km en un tiempo de 1:02:44 @ 5:13 min/km. Físicamente no muy bien, aunque espero recuperarme de aquí al domingo.

I Carrera ProFuturo

Hoy he participado en la séptima edición de la carrera Proniño primera edición de la carrera Profuturo, que es como se llama ahora, aunque todo los demás es igual. Sigue siendo y esto es lo más importante una carrera para recaudar fondos para que los niños puedan acceder a una educación que les permita tener un futuro mejor.

Si hace cinco años, en la segunda edición, nos juntábamos casi veinte compañeros para correr esta prueba, hoy sólo hemos participado tres y encima no hemos estado los tres juntos a la hora establecida. Así que me he hecho una foto con un compañero y otra, con el otro.

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Llegué cerca de las ocho, una hora antes de comenzar la carrera y me asombró encontrarme la línea de salida/meta casi vacía, se podían los corredores con los dedos de una mano. Estuve dando un paseo para que pasara el tiempo y poco antes de las 8:30 estaba junto al metro de Ronda de la Comunicación donde había quedado con los compañeros. Chema llegó a tiempo y después llegó Paco. Sobre menos cuarto pasé por el guardarropa y estaba vacío. También me sorprendió. Se nota que este año había menos gente que los pasados, no sé si debido al cambio de fecha de última hora. Desde luego, por la parte que conozco, una amiga con la que suelo ir a muchas carreras no pudo venir por ese cambio de fecha. Y un compañero, tampoco pudo.

Había hecho en Torrijos un tiempo de 42:51 y la idea era tratar de mejorarlo. A favor tenía que la temperatura era más agradable para correr y que había entrenado algún día más desde aquella carrera. En contra que el circuito es más duro y que tenía que correr con el teléfono encima por motivos laborales. Ese cambio de fecha no me vino nada bien.

Hablé con Chema para ver si íbamos juntos, pero me dijo que 42 no hacía ni de broma. Aún así salimos juntos junto a los portadores de las banderolas de los 45 minutos. Salí a buen ritmo y los tipos de las banderolas iban a mi par. Yo alucinaba un poco porque supuestamente estos tíos deberían ir a 4:30 y pasamos los dos primeros kilómetros al mismo tiempo y bastante deprisa. Ellos decían que era para tener un colchón para los últimos kilómetros, que son más duros que estos dos primeros.

Llevaba una especie de riñonera para el móvil y se me iba cayendo. La apretaba sobre la marcha y se seguía cayendo. La volvía a apretar y lo mismo. Me iba desquiciando poco a poco. Sobre el kilómetro cinco ya iba a la altura del culo y decidí quitármela y correr con el teléfono y la riñonera en la mano, cosa bastante incómoda.

Poco después note que se me desabrochó la zapatilla derecha. Estuve un buen tramo corriendo con la zapatilla desabrochada, pero al final paré porque iba muy incómodo. Ahí perdí unos veinte segundos y el ritmo… y la concentración. Pero lo peor es que no me abroché bien la zapatilla y esos cuatro últimos kilómetros se me iba saliendo el pie a cada zancada, pero no tenía ganas de volver a parar.

Iba yo despotricando contra el mundo cuando en el kilómetro ocho me adelantó una chica con un correr tan bonito que me llevó a pensar que debía haber carreras para l@s que saben correr y para los que no. Yo por supuesto participaría en esta segunda categoría.

Poco después, en la cuesta abajo del Paseo Tierra de Melide me pasó Chema, ese que no iba a hacer 42 minutos ni de broma. Chema es un tipo alto, con unas piernas largas que baja como un poseso. Aunque me invitó a seguirle, sabía que en la cuesta abajo no tenía ninguna posibilidad de ponerme a su «rueda». Así fue, en ese terreno favorable me sacó cincuenta metros sin querer.

Apreté lo que pude en el último kilómetro y medio y cuando llegué a recta de llegado me parecía que el reloj de meta marcaba 42 y algo, por lo que apreté un poco, pero cuando conseguí enfocar el reloj vi que no eran 42 sino 43, así que ya me dejé llevar. De esta forma llegué a meta con un tiempo oficial neto de 43:30. Un tiempo realmente malo, pero lo peor fue que las sensaciones fueron horrorosas.

Tras pasar la línea de meta fui corriendo al guardarropa y desde allí al coche, que tenía que ir a Vicálvaro lo más pronto posible. No me dio tiempo a departir con los amigos.

Una carrera para olvidar.

Puñetera ciática

Anda mi compañero y amigo Joaquín con problemas de ciática. Él sabe que es algo puñetero porque ya lo sufrió hace unos años, así que sale, pero muy tranquilo.

Hoy también se han animado a salir Miguel y Emilio R. por lo que nos hemos juntado cuatro, que ya es casi un récord. Hemos dado una primera vuelta bastante tranquila y en la segunda hemos apretado un poco, pero sólo Miguel y yo, porque Joaquín ha preferido -con buen criterio- no forzar. ¡Esperemos que se recupere pronto!

He completado dos vueltas a Pradolongo haciendo 9,7 km en un tiempo de 51:46 @ 5:20 min/km. Nada del otro mundo.

El don de la invisibilidad

Este año las salidas en bici se han convertido prácticamente en paseos por el carril bici que va a San Martín de la Vega y desayuno en el San Marcos.

Hoy nos hemos encontrado en la terraza del San Marcos, a la hora de desayunar, con Carlos, Carla y otros tres amigos suyos. Como había menos gente de lo habitual nos hemos sentado sin ningún problema alrededor de una mesa, esperando a que el camarero nos preguntase. Éste pasaba de acá para allá, pero no se dignaba preguntar. Después de un rato, como hacía algo de frío, hemos entrado dentro y nos hemos puesto pegados a la barra. De nuevo, la camarera se pasaba por delante de nosotros sin hacernos caso ninguno. Después de un buen rato, Carlos y su grupo se han largado hartos ya de esperar. Mi amiga y yo, como no llevábamos prisa nos hemos quedado allí esperando, pero no había manera. La camarera estaba enfrente de nosotros y hacía como que no nos veía. Este es el don de la invisibilidad, estar enfrente de alguien y que no te vea. Tiene su utilidad en algunos casos, pero en otros, es un mal asunto.

Así que también hemos puesto pies en polvorosa y nos hemos acercado a otra terraza de un bar llamado El rinconcito donde una señora nos atendió muy amablemente aunque no con demasiada diligencia. Tomamos nuestra barrita mientras el sol de otoño nos calentaba y al terminar, de vuelta para Madrid.

Esta vez, en vez de los 52 km habituales hemos hecho quinientos metros más por desplazarnos hasta el otro bar. Poca cosa.

Se nota el poco entrenamiento

Acabé la carrera de Torrijos mucho mejor de lo que pensaba, pero hoy he hecho un entrenamiento algo exigente y he visto que estoy algo falto de entrenamiento. Este verano no he entrenado mucho, ya que estuve un periodo lesionado y los días que lo hice, como la temperatura era muy elevada, era más tratar de evitar un golpe de calor que otra cosa.

El entrenamiento de hoy consistía en hacer una primera vuelta a Parque Sur (3 km) de calentamiento y luego tratar de llevar durante 7 km un ritmo de maratón, que según los datos calculados de la carrera de Torrijos era de 4:41. Y la verdad es que lo he llevado más o menos bien, pero me ha costado lo suyo. Se nota el poco y mal entrenamiento llevado hasta ahora. Confío en que con la llegada del otoño bajen las temperaturas y se pueda correr en condiciones.

Después de esos 7 km a buen ritmo, uno más de enfriamiento para totalizar 11 km en un tiempo de 55:00 @ 5:00 min/km.

Con Simba

Íbamos corriendo Joaquín y yo cuando nos hemos cruzado con un gran corredor, al que se le conoce como Simba. Se trata de un corredor veterano de buen nivel, que no es extraño verlo encima del cajón. En la segunda vuelta le hemos convencido de que viniese con nosotros.

Y no corre mal, no, que hemos empezado a aumentar el ritmo kilómetro a kilómetro y el tío aguantaba como un campeón. Hemos llegado a hacer un kilómetro a 4:08 y nada, impasible. No me extraña que este hombre se suba al cajón de vez en cuando.

Por cierto, que hoy es mi santo, San Miguel.

En total han sido 9,7 km en un tiempo de 52:19 @ 5:22 min/km.

Por fin le operan

A las 19:30 estaba en el punto de encuentro y allí esperaban Joaquín y Emilio R. Hemos empezado los tres a correr y cuando llevábamos un kilómetro se nos ha unido el militar y nos ha estado amenizando la carrera hablando de historias de mili y del ejército. Con este chico no te aburres, no. Cuando acabamos la primera vuelta nos encontramos con Jesús. Nos contó que le operan el 7 de noviembre y que el médico le había dicho que tiene el menisco fatal y que no se sabe el estado del cartílago hasta que operen. Confiemos que todo vaya bien.

Entre que íbamos muy entretenidos escuchando la charleta, que Emilio R. no andaba muy fino, que Joaquín y yo estábamos cansados de las carreras del domingo, hemos ido muy tranquilos tanto la primera como la segunda vuelta. De este modo hemos hecho 9,6 km en un tiempo de 56:39 @ 5:52 min/km. Muy, muy lentos… pero seguros.