A mi rodilla no le ha molado nada

Hoy habíamos quedado a las 9:30 cuatro pradolongueros en el punto de encuentro. A saber: Quique, Mariano, Miguel y un servidor. A las 9:40 hemos comenzado el entrenamiento que consistía en bajar al Parque Lineal y allí dar zapatilla.

Quique y Mariano están a otro nivel y en cuanto empezaron las hostilidades se pusieron a apretar y no había manera de seguirlos. Y tampoco era cuestión de ponerse a rebufo porque al final te revientan y es peor, por lo que Miguel y yo íbamos viendo a la distancia el duelo entre estos dos colosos. De todos modos, mi objetivo era ir a ritmo de maratón, que actualmente es 4:35 así que todo lo que fuese ir más deprisa estaba de más. Aún con eso en mente algunos kilómetros salieron más rápidos.

Después de que ellos se castigaran de lo lindo se volvieron a esperarnos y acabamos llegando todos juntos al punto de encuentro, pero ni los típicos tres kilómetros de enfriamiento respetaron, que fuimos a buen ritmo subiendo al Doce y de allí hasta el final.

Hice un total de 15,3 km en un tiempo de 1:13:16 @ 4:47 min/km. Una ritmo que no está nada mal para habernos metido quince kilómetros entre pecho y espalda.

El problema de este entrenamiento exigente es que por la tarde me dolía la rodilla izquierda, esa rodilla en la que me detectaron condromalacia rotuliana y eso me ha acojonado bastante. Me parece que el plan que tenía de atacar la maratón de Madrid para acercarme a mi mejor marca tendré que aparcarlo en un cajón. Una de las «patas» del plan era entrenar cuatro días a la semana metiendo bastante carga de kilómetros el fin de semana. Eso lo tendré que olvidar. De momento pasaré a tres días y veremos cómo evoluciona la cosa.

Antes de salir me subí a la báscula y marcaba 69,4 kg lo cual es 700 gramos menos que hace una semana. Perder peso era otra de las «patas» del plan de entrenamiento, pero esto tengo que hacerlo porque también es bueno para la rodilla. Cuanto menos peso, mejor.

¿Calcetines de compresión?

Compré en Sport Zone ayer unos calcetines de compresión y salí a probarlos. Fue una fiasco total porque no llevaba ni un kilómetro cuando ya los tenía caídos, como se puede ver en la foto.


Calcetines de compresión que no comprimen

Si compro unos calcetines de compresión que no comprimen, ¿para qué los quiero? Me costaron 7,49 € que para ser de compresión no son muy caros, aunque tampoco fueron baratos, pero es dinero tirado a la basura. Tendré que volver a Sport Zone para ver si me devuelven el dinero ya que parece un tema de publicidad engañosa. Lo que tampoco me gustó es que son calcetines excesivamente amortiguados y ya con la amortiguación de las zapatillas es más que suficiente.

Salí antes de las siete de la tarde y me dio tiempo hacer un poco antes de encontrarme con mis compañeros. Por allí andaban Emilio y Joaquín que habían llegado incluso antes y los tres dimos la primera vuelta prácticamente de paseo. En la segunda vuelta apretamos un poco, pero sólo para sudar, que en la primera vuelta no había llegado casi ni a calentar el cuerpo y hacía mucho frío.

Por aquello de llegar un poco antes hice 11 km en vez de lo habitual. Tardé 1:00:40 @ 5:31 min/km.

Palos con gusto no duelen

Palos con gusto no duelen dicen el refrán popular. Y es algo totalmente aplicable al entrenamiento del día de hoy, ya que hacía un día de perros debido al agua que caía y el frío que hacía. Aún así, tres pradolongueros hemos aparecido en el punto de encuentro dispuestos a entrenar sin importarnos los elementos.

Como estaba lloviendo y había un montón de charcos decidimos ir a Madrid Río que al ser una zona asfaltada hay menos charcos, aunque hay algunos bárbaros, pero se ven bien y se pueden esquivar.

La jugada era ir hasta el Calderón y desde allí vuelta para completar 12 km, que no sé muy bien el motivo por el que se nos ha ocurrido hacer más habiendo corrido dos días antes. Ideas de bombero que a veces tienen los corredores.

A la ida no íbamos despacio, no. Íbamos a buen ritmo, un poco por encima de cinco, quizás espoleados por la lluvia, que siempre invita a ir más deprisa. Lo malo ha sido a la vuelta que hemos empezado a apretar de lo lindo. Tanto que en algún momento he mirado el reloj y he pensado ¡si vamos tan deprisa como en la carrera del domingo!. Y es que Miguel iba sin cadena.

Acabamos los 12 km en un tiempo de 1:00:14 @ 5:01 min/km que ya está bien para lo que se suponía tenía que haber sido una jornada de relax. Me parece que nos lo teníamos que haber tomado con calma.

X Carrera de Reyes de Yuncler

Por tercera vez he participado en esta apetecible carrera de cuantas se celebran por Madrid y alrededores. Si no ha habido suficiente con los turrones, polvorones y roscones, no hay nada como terminar la Navidad comiendo unas buenas migas con huevos fritos y cerveza. Porque correr es lo de menos, lo importante es lo que viene después.

Bien es verdad que no era el día más propicio para correr, ya que llevaba todo el fin de semana lloviendo y además cuando íbamos para Yuncler la lluvia era agua nieve, por lo que nos temíamos que pudiera incluso ponerse a nevar. Por otro lado pensamos que con este día de perros íbamos a tener menos competencia… Pero no, hubo una buena participación y de nivel ya que el ganador Francisco Javier de León hizo además récord con 24:19, bajando casi un minuto el anterior.

Llegamos al pueblo, retiramos el dorsal después de una larga cola bajo la lluvia y nos cambiamos en el edificio que hay en la misma plaza donde dan la salida, que creo es la biblioteca. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto todos los del Club Atletismo Zofío que nos desplazamos hasta allí.


Miembros de Club Atletismo Zofío antes del comienzo de la carrera

Perdimos bastante tiempo en la cola del dorsal, así que prácticamente no nos dio tiempo a calentar. Hicimos un par de rectas de 400 metros y nos colocamos en el pelotón de salida. Haciendo ese par de rectas vimos que el suelo estaba muy mojado y que había bastantes charcos, por lo que había que andar con mucho ojo para no meter el pie donde no se debía. Aún con ese día de perros, esperando el pistoletazo de salida en medio del pelotón, rodeado de tanta gente, no sentía ningún frío.

Habíamos quedado Miguel, Joaquín y yo en tratar de ir los tres juntos durante la carrera y tratar de llegar los tres a meta. Dieron la salida, salimos a toda pastilla por la calle Trafalgar y a los 400 metros llegó la primera cuesta de la jornada, la subida por la calle Greco, de una longitud de aproximadamente 400 metros. Allí demostró Joaquín que está fuerte cuesta arriba porque se puso a tirar como un poseso. Miguel y yo le seguíamos a duras penas.

Poco después llega una bajadita que lleva casi al punto de partida. En esa calle habíamos aparcado los coches y pude comprobar que ahí seguían. En esa bajada también era Joaquín el que llevaba la voz cantante. A Miguel le veía fácil y yo los seguía a duras penas. Me estaban torturando de lo lindo.

Enseguida se vuelve a subir la segunda cuesta. Joaquín seguía en cabeza y yo seguía sufriendo. Justo al coronar nos encontramos con una amigo del Club Atletismo Leganés que pensé que le podría venir bien engancharse a nuestro grupo, pero prefirió ir a su ritmo.

Al poco se llega a un punto donde se junta la ida con la vuelta. Ahí vi que el primero de la carrera ya volvía, lo que indicaba que ya nos sacaba más de un kilómetro de distancia cuando nosotros aún no habíamos llegado al segundo kilómetro. Algo tremendo el ritmo que llevaba.

Cuando íbamos por el segundo kilómetro observó Miguel que había unas cuantas chicas por delante de nosotros, nos sacaría la primera unos trescientos metros, no iba mal al chica, no.

Si bien es cierto que no llovió durante la carrera sí lo hizo antes por lo que en determinadas zonas había enormes charcos. Había que estudiar bien la zona para no meter el pie en un charco. De hecho, en una de las esquinas todo el mundo pasaba por la acera porque la carretera estaba ocupada por un charco no, por una piscina.

Antes de acabar la primera vuelta apretamos un poco aprovechando el terreno favorable y vi al pasar por la línea de meta que llevábamos 16:10 o así por lo que pensé que bajábamos de los 33 minutos si no ocurría nada raro.

En la primera cuesta de la segunda vuelta de nuevo se puso Joaquín a tirar a lo bestia. Pensé que sus entrenamientos campestres le habían puesto las piernas en forma. No me quedó más remedio que agachar la cabeza y mirar de reojillo si la cuesta se acababa; sin embargo, esta vez no tiró en la bajada, fue Miguel el que tomó el mando de las operaciones.

Después de subir la cuesta de la iglesia vi que Joaquín se iba quedando un poco rezagado por lo que le animé a que apretase un poco. Enseguida se recompuso el grupeto. Más tarde en la zona de chalets también vi que se quedaba un poco atrás, dos o tres metros, y de nuevo le animé a entrar y enseguida se puso a nuestra altura.

Ya sólo quedaba la parte más fácil, el tramo más favorable. Ahí aumentamos un poco el ritmo, pero me di cuenta que por detrás, cerca de nosotros no había nadie y que por delante había alguno que otro que nos podía estropear la foto, así que conminé a mis compañeros a bajar el ritmo y dejar que se marchasen por delante. Y fue una buena idea porque salimos los tres juntos en la foto sin que nadie nos molestase en la instantánea.


Llegando a meta juntos y hermanados, foto cortesía de Evedeport

Como da fe la fotografía hice un tiempo oficial de 32:31 aunque tardé algunos segundillos en pasar la línea de salida que no han sido tenidos en cuenta. Muy contentos los tres de haber aguantado en grupo toda la carrera y haber llegado el trío junto.

Después de correr recogimos la bolsa del guardarropa y nos dimos una ducha en el polideportivo. Luego nos acercamos a comer unas migas con huevos fritos al centro cívico y aunque era un sitio algo pequeño, al menos no nos mojamos. Por cierto, las migas estaban buenísimas. Estuvimos hablando con el campeón José Luis González e incluso se prestó a hacerse una foto con los compañeros.


Cuatro campeones en una misma fotografía

A la vuelta a casa, seguía y seguía el agua nieve.

Buscando el flow y no encontrándolo

Por la tarde, a las siete, como siempre me acerqué al punto de encuentro. Allí me encontré con un montón de gente que estaba con sus niños esperando que pasara la cabalgata, que según parece ya iba con retraso. Estuve hablando con un amigo que estaba allí con sus retoños y me pareció raro no ver a nadie porque siempre mis compañeros son más puntuales que yo. Cuando pasaron cinco minutos de charla decidí partir y justo me encontré con los dos Emilios.

Di una vuelta con ellos y luego una segunda solo. En esa segunda vuelta decidí buscar el «flow», es decir, correr con todos los músculos sincronizados y moviéndolos en armonía, pero no lo encontré en ningún momento, todo lo contrario. No sé si fue por el estado del terreno o por la falta de luz, pero no fui cómodo. De hecho acabé con molestias en el trapecio derecho y además al terminar me encontré de nuevo con el amigo, que ya se iba a casa, y me dijo que parecía que me había castigado mucho, que se me notaba en la cara, pero había andado sobre 4:45 que no es gran cosa. No fue un buen día. Por cierto, que Joaquín no bajó y dijo que no lo hacía porque quería descansar para la carrera del domingo.

Hice 10 km en 54:38 @ 5:27 min/km. Con muy malas sensaciones 🙁

Entrenamiento de Año Nuevo 2018

Fiel a la tradición, hay que empezar el año como acabó el anterior, corriendo. Y así fue, puse un mensaje en el grupo para ver si se animaba alguno a correr y a tomar una copa de cava o sidra después y nos juntamos cinco, que no es una cosa bárbara, pero no está mal.

El entrenamiento consistió en bajar al río y hacer unos kilómetros por el Parque Lineal, hasta el segundo puente, y en ese punto vuelta por donde habíamos venido. No fuimos echando los pulmones por la boca, pero tampoco íbamos parados. Además me llamaron por teléfono, me tuve que parar y después para alcanzar a los compañeros tuve que acelerar de lo lindo. Fue en ese acelerón donde me di cuenta que las piernas estaban cansadas de la carrera del día antes, aunque más debían estar las de Mariano que había corrido la San Silvestre Vallecana Internacional pocas horas antes, al fin y al cabo yo había corrido por la mañana.

A la vuelta, en el punto de encuentro, vimos a otros dos componentes del grupo pradolonguero que estaban estirando y otro par de ellos que se habían acercado aunque no habían entrenado.

Sacamos la sidra, el cava y algunas pastas y estuvimos brindando por el nuevo año que comienza.

¡Feliz año nuevo 2018!


¡Va por ustedes!

XXXVIII San Silvestre vicalvareña

Mi primera participación en la San Silvestre de Vicálvaro fue en 2005. Desde entonces he participado en todas y cada una de las ediciones excepto en la de 2014 me quedé sin dorsal. Por lo tanto, esta de 2017 suponía mi duodécima participación en esta carrera.

El principal motivo por el que comencé a correr esta prueba era que no estaba masificada como su prima hermana la de Vallecas; sin embargo, han ido pasando los años y con el boom del atletismo también ha ido aumentando el número de corredores que participan en la sansil de Vicálvaro.

Este año había un cupo de mi quinientos corredores, cupo que se ha cubierto en pocos días. Desde mi punto de vista, son muchos corredores para esta carrera, pero es sólo una opinión y además cada organización puede hacer lo que le venga en gana. Pero es muy probable que ésta haya sido mi última participación en esta carrera.

Y después de esta lastimera introducción, paso a relatar lo acontecido en el último día del año.

Habíamos quedado a las 10:00 en el punto de encuentro. Esta vez, sin que sirva de precedente, estábamos unos minutos antes de esa hora, aunque Emilio, que se había ofrecido a llevarnos ya llevaba allí su tiempo, pero llegar antes que Emilio es tarea imposible.

A las 10:30 estábamos en el polideportivo dispuestos a recoger el dorsal. A esas horas ya había bastante gente haciéndolo y en la zona habilitada había un curioso atasco. Imagino que el hecho de estar en obras y la numerosa participación habrán provocado que ya hubiese atasco incluso siendo pronto.

Recogimos el dorsal y fuimos hacia los vestuarios, que eran unas casetas prefabricadas. Nos cambiamos, dejamos la mochila en el guardarropa y nos enteramos que en el servicio de las chicas había tres váteres dos de los cuales estaban atascados y el tercero clausurado. Mal asunto para las féminas.

Me dio gran alegría encontrarme con Carlos, que últimamente sólo le veo en esta carrera, es lo que tiene que viva tan lejos. Nos estuvimos saludando y no tuvo inconveniente en ponerse con nosotros para hacernos la foto de rigor antes del comienzo de la carrera.


Con los compañeros del Club de Atletismo Zofío y algún «añadido»

Estuvimos calentando por la calle del Polideportivo arriba y abajo, abajo y arriba esperando que se acercara la hora para ponernos en la línea de salida. Cuando faltaban algunos minutos para las 11:45 dijeron por megafonía que se retrasaba el comienzo debido a que todavía había gente retirando el dorsal 🙁

En todos estos años la salida siempre había sido por esta calle del Polideportivo hacia arriba, pero este año lo habían cambiado y la salida era cuesta abajo, así que se iba a salir rápido y había que estar preparado para ello. Comentamos mientras estábamos esperando que era muy raro que no hubiese alfombra de salida.

Con diez minutos de retraso dieron la salida y el pelotón se lanzó calle abajo a todo lo que daban de sí las piernas… Al menos yo y a los que veía por delante. Son 750 metros de bajada por esa calle, luego se gira a la derecha y al poco comienza la subida por la calle Villablanca. Nada más embocar en esta calle está el primer kilómetro que pasé en 3:50 gracias a la velocidad adquirida en la cuesta abajo.

El segundo kilómetro es todo cuesta arriba por la calle Villablanca. En anteriores ediciones se sube por aquí casi al final de la carrera y se hace duro. Podría pensarse que al ser el comienzo la cosa es más llevadera, pero también se nota en las piernas que el terreno es ascendente y que además hacía un aire en contra horroroso. Ahí ya me fui a 4:15 y vi que el objetivo de andar a cuatro o un poco por debajo era prácticamente imposible. La animación que había en esta calle quizás fue lo mejor de la carrera.

El tercer kilómetro coincide con un tramo que siempre se ha hecho en esta carrera y es quizás lo más llano. Tampoco pude acercarme al objetivo de los cuatro pelados. También aquí se notaba bastante el aire en contra, que además era bastante frío.

Sí me acerqué más a los cuatro minutos en el cuarto kilómetro porque la carrera por la zona de Valdebernardo baja por el bulevar Indalecio Prieto. En ese tramo favorable me fui a 4:04 y eso me animó a tratar de conseguir el objetivo de llegar en 32 minutos, aunque sabía que iba a ser difícil.

El bulevar que habíamos bajado ahora había que subirlo y, por lo tanto, el tiempo se me fue un poquito, aunque sólo ocho segundos más que el anterior kilómetro. Llevaba desde el kilómetro uno corriendo codo con codo con un chaval de Running Pinto. Unas veces me adelantaba él, otras veces le adelantaba yo, pero a partir de este quinto kilómetro empezó a irse poco a poco y traté de que no se me fuese de la vista para utilizarlo de referencia.

El sexto kilómetro por el Camino Viejo de Vicálvaro es más o menos llano, con tendencia favorable. Ahí volví a acercarme a cuatro. El siguiente kilómetro por la calle San Cipriano, hasta la calle Minerva también es favorable y además hay bastante público que anima bastante. Conseguí repetir el mismo tiempo que en el anterior, hice 4:04. Ya sólo faltaba lo más complicado que era subir el primer kilómetro que habíamos bajado.

Para comprobar si uno va bien o va mal sólo hay que ver si en la segunda mitad vas adelantando gente o te van adelantando a ti. A mí me iban adelantado, así que la cosa estaba clara. Bien es cierto que los que me pasaron se podían contar con los dedos de una mano y sobraba alguno; sin embargo, en el último kilómetro, cuesta arriba y de nuevo con aire en contra me iba costando lo suyo y de repente me adelantó un grupo de cuatro. Y no me vino mal porque traté de seguir el ritmo de uno de ellos porque el grupo se deshizo un poco después. Curiosamente me vino bien que me adelantaran porque eso hizo que aumentara un poco el ritmo.

En mi GPS el kilómetro ocho estaba justo en la entrada del polideportivo. Hice ese kilómetro en 4:17, el más lento de todos, pero hay que darlo por bueno porque era un kilómetro duro por la cuesta arriba y el aire en contra y con las piernas ya muy cansadas.

Había visto el recorrido en la web y se entraba directamente a meta, sin tener que dar casi una vuelta a la pista como en alguna edición, pero al entrar en el poli me asusté un tanto porque se giraba a la derecha y daba la sensación de que se iba a dar la vuelta a la pista. Pero no fue así porque prácticamente se hace un zigzag y se toma la pista en sentido horario, recorriendo no más de cien metros por la pista hasta llegar a la línea de meta. Paré mi cronómetro después de pasar los dos carriles que protegen las antenas para la toma de tiempos y marcaba 33:21. Teniendo en cuenta que salí muy delante, no sé de donde se saca la organización 33:47. De hecho todo el mundo con el que hablé estaba disconforme con su tiempo oficial. Por otro lado, parece que la distancia sí eran 8 km bien medidos porque mi GPS marcó más, pero dentro del margen de error.

Decir que la pista de atletismo estaba recién arreglada y daba gusto correr por ella. No hubiera estado mal haber hecho algún metro más por la pista aunque cuando entré en el polideportivo lo que más deseaba era llegar a meta recorriendo los menos metros posibles.

Después de pasar la línea de meta nos dieron una botella de agua y una manzana y me fui rápidamente al vestuario porque hacía un viento fuerte y frío que era garantía de un buen constipado si te quedabas mucho tiempo a la intemperie. Saludé a mi tocayo Miguel Angel, al que hacía tiempo no veía y que me confesó que ahora monta más en bici que corre, ya que aprovecha el buen tiempo que está haciendo. Cuando estaba hablando con este hombre llegó Joaquín, al que saqué algunos segundos. Comentó también que se le había hecho dura la carrera, cosa en la que todos estábamos de acuerdo.

Lo dicho, fuimos rápidamente al vestuario a cambiarnos y si fuera hacía un frío de impresión, dentro era una especie de sauna finlandesa. Empecé a sudar de una manera bárbara, cosa que empezó a preocuparme porque me acordaba de una historia que me contó Joaquín cuando acabó la maratón del milenio y que casi se le da un pasmo de tanto sudar. Así que me cambié y salí fuera a ver si de ese modo dejaba de sudar.

Estando fuera vi que había una cola de impresión para entrar en el vestuario y coger la bola del guardarropa. Pensé que más de uno iba a acabar con pulmonía esperando allí. Fue cuando me di cuenta que sin lugar a dudas se les había ido de las manos a la organización.

Estuvimos esperando a que saliera la única fémina que había venido con nosotros y tardó un poco en salir. Así que después de casi morir de calor en la sauna casi me congelo en la espera. Un auténtico choque de frío-calor, que es una de las pruebas de fiabilidad a los que se someten determinados dispositivos para acelerar su envejecimiento.

Me encuentro bien

Al final del entrenamiento me dijo Jesús: ¡qué bien te encuentras! Y la verdad es que sí, que me siento muy bien y espero que me respeten las lesiones para poder seguir mejorando. Yo soy de los que dicen si están bien o mal, no me gusta las típicas excusas que se oyen debajo del arco de salida y que retrata muy bien la viñeta que pongo, que la saqué de Twitter y ahora no recuerdo quien fue el autor. Que me perdone por no nombrarle, pero si alguien lo sabe que me lo diga y le pongo gustoso la autoría.


Cosas que dicen los corredores a la salida de una carrera

Hoy nos hemos juntado cinco, que no son los siete del martes, pero que tampoco está mal el número para ser el día de los inocentes. Si el otro día hacía bastante frío por el aire, hoy no hacía nada de aire y había una temperatura de lo más agradable. De hecho, he salido con las dos camisetas y me ha sobrado una.

Hemos dado la primera vuelta tranquila y al acabar la vuelta se ha marchado Emilio. Nos hemos quedado únicamente cuatro y poco después he acelerado un tanto y nos hemos quedado por delante Joaquín y yo. Mi idea era hacer cuatro kilómetros a umbral, que después de la carrera del otro día es 4:18. Y ni de coña lo he conseguido… Me hubiera conformado con andar por 4:20 ya que el terreno estaba muy blandito, pero he hecho 4:21, 4:25, 4:23 y 4:21. Es lo que hay, quizás 4:18 es demasiado y la carrera del otro día me salió excepcionalmente bien. No sé, habrá que seguir intentándolo.

Hice en total 10,3 km en 57:45 @ 5:34 min/km. Algo mosqueado por no haber conseguido el objetivo, pero contento por otro lado porque me vi bien cuando iba fuerte.

¡¡¡EDITO ESTA ENTRADA!!!

Ofrece Strava una funcionalidad que llama RAP (Ritmo Ajustado en Pendientes) que viene a ser algo así como el ritmo equivalente cuando se corre en terreno llano, lo que permite al corredor comparar carreras llanas y con colinas más fácilmente. Puesto que correr cuesta arriba requiere un esfuerzo adicional, el ritmo ajustado en pendientes será más rápido que el ritmo real de la carrera. Cuando se corre cuesta abajo, el ritmo ajustado en pendientes será más lento que el ritmo real.

Si miramos los tiempos teniendo en cuenta el RAP obtenemos ritmos por kilómetro: 4:16, 4:16, 4:23 y 4:11 de los que sale una media de 4:16. Esto ya me gusta más y creo que se ajusta más a la realidad, al menos en este tipo de entrenamientos.


Ritmos reales comparados con ritmos ajustados

Siete corredores siete

Hoy nos hemos juntado en el punto de encuentro nada menos que siete compañeros pradolongueros: los dos Emilios, Joaquín, Miguel, Marisa, Jesús y un servidor. Puede parecer un número escaso, pero no lo es siendo un 26 de diciembre y con una temperatura bastante desapacible, sobre todo por el viento frío, que azotaba de lo lindo. Decía Emilio R., y posiblemente no le faltará razón, que estábamos allí pasando frío por el remordimiento que nos causaba el haber comido en exceso estos días. No diré yo que no…

En mi caso, lo más raro es que con hoy son cuatro días corriendo seguidos y eso si que se sale un poco de la normalidad, pero hoy tampoco nos hemos exigido demasiado, así que tampoco me ha venido mal.

Como vi que hacía bastante frío, salí a entrenar con dos camisetas. Una de manga corta debajo y otra de manga larga y además me puse guantes, así que aunque a la vuelta se notaba el aire, no iba mal.

Hicimos las dos vueltas típicas a Pradolongo totalizando 9,7 km en 55:03 @ 5:40 min/km. Este sí fue un verdadero entrenamiento de recuperación.

Sobre las Adidas Glide 8

Las Adidas Supernova Glide 8 han sido las peores zapatillas que he tenido. Y si no, desde luego ocupan un lugar en el pódium de las malas zapatillas. Las compré este pasado mes de julio por la nada despreciable cantidad de 84,90 €. Sí, ya sé que no son zapatillas de 150 €, pero ya 84 me parecen caras, muy caras. Las estrené el 16 de ese mismo mes y aunque ese primer día me dieron buenas sensaciones, con algo menos de 500 kilómetros ya tenían un boquete de consideración como contaba en esta entrada y como puede verse en la foto.


Un buen agujero

Y con 850 km las he tenido que tirar porque el pie casi se salía de la zapatilla al correr.


Un buen agujero perfectamente acompañado de otro agujero

Podría hacer una sesudo análisis de las zapatillas, pero como no soy ningún experto, sólo diré que son una basura y un auténtico paso atrás del modelo 7 al 8. No tengo ni idea de cómo será el 9, ni siquiera sé si lo han lanzado o piensan hacerlo, pero si siguen por ese camino, van de culo.


Y como esto no es un blog de material deportivo, decir que hoy también he salido para descargar las piernas de la carrera de ayer. Bueno, en un principio era para eso, pero luego se ha convertido en un entrenamiento duro porque hacía frío y aire y el terreno estaba muy blando, había zonas con barro, con grava suelta, con rodaduras de ruedas de tractor, charcos, con algo de lluvia… Un horror en definitiva.

El caso es que salí tranquilo por el camino del cementerio, giré a la derecha por el camino de Escalonilla a Rielves hasta llegar a la carretera que va hacia Burujón. Allí me di la vuelta, pero en vez de volver por el camino del cementerio me metí por un camino que hay junto a una casa en ruinas. Ese camino va dirección Gerindote y acaba juntándose con la carretera de Burujón.

El fallo fue meterme por ahí porque ese camino era el que estaba realmente mal y fue cuando empezó a hacer más frío y a llover un poco y eso me motivó a ir más deprisa. Como se había acabado la batería del reloj poco después de darme la vuelta, no tengo ni idea del ritmo al que iba ni tampoco exactamente lo que hice.

Calculo que hice algo más de once kilómetros y medio y a un ritmo más elevado de lo que debiera, ya que supuestamente era un día de recuperación.