Originalmente la décima etapa comenzaba en Ponferrada y acababa en O Cebreiro, de 53 km y 1.200 metros de desnivel; sin embargo no encontramos alojamiento en O Cebreiro y buscando algo cercano acabamos en el Alto do Poio. Antes de salir ya nos habían hablado del puerto de O Cebreiro y nos recomendaron que subiéramos por la carretera porque el puerto es bastante duro.
Salimos a las 8:30 de Ponferrada y ya subimos alguna cuestecilla para salir de allí. Habíamos leído que era un paseo hasta llegar a Las Herrerías, donde comienza el puerto de O Cebreiro, pero para salir de Cacabelos subimos una más que interesante cuesta y al poco de entrar en Villafranca del Bierzo otra cuestaza que nos llevó a la iglesia de Santiago, donde está la Puerta del Perdón, donde pueden recibir sus indulgencias los peregrinos enfermos que no puedan llegar a Santiago. Todo el recorrido, excepto para llegar a esta puerta, fue por asfalto y desde Villafranca sí es verdad que es más fácil, yendo casi todo el rato en el arcén de la N-VI. Paramos en el kilómetro 37 debajo de un puente de la autovía a comer una barrita y al poco llegamos a Las Herrerías, donde comienza la fiesta, un puerto duro del que nos había dicho el de Aluche que había tres kilómetros al 14% sin descanso, pero es que al empezar, mucho antes de llegar allí ya hay rampas muy duras que me obligaron a meter el plato pequeño y el piñón penúltimo dejando uno por si acaso. Estuvo un rato con nosotros un tipo que subía por diversión ese puertaco describiéndonos el puerto y nos dijo lo de los tres kilómetros y que cogiéramos agua en una fuente, que salía un agua muy rica. Paramos a coger agua y en ese momento nos adelantaron una señora que subía como los ángeles y un señor que iba con la lengua fuera.
Como nos contó el individuo, después de un giro brusco a la derecha empezaba lo más duro, lo cual íbamos subiendo cada uno como podía, yo trataba de no poner pie a tierra por aquello de decir que lo había subido dando pedales y mi amiga, sin ningún problema, en cuanto vio que aquello era muy duro se puso a andar. Yo veía a lo lejos al señor que nos había adelantando en la fuente y vi que iba andando, pero yo dando pedales le recortaba muy poco a poco, lo cual no resultaba raro ya que subía a 5 o 6 km/h. Adelanté también a dos que iban en paralelo, muy despacio. Poco más arriba a la señora que nos había adelantado y que estaba esperando a su compañero y que vi que iba con bici eléctrica, ¡así cualquiera! Algo más arriba, cuando suavizó la pendiente me paré a esperar a mi amiga y ya por rampas más suaves llegamos hasta La Laguna donde paramos a tomar una Coca-Cola y un Aquarius. Pensábamos que estaba todo hecho, pero ya nos advirtió uno de Rivas, que adelantamos en el puerto, que hasta O Cebreiro quedaban algunas cuestas y así fue, aún quedaba alguna rampa dura.
Paramos en O Cebreiro a ver los chozos, la iglesia del siglo IX y el busto del párroco. Este hombre, Elías Valiña, es muy reconocido porque fue al que se le ocurrió marcar con flechas amarillas el Camino.
Seguimos hasta el Alto do Poio que también nos costó porque hay una buena cuesta para llegar, alcanzando 1.335 metros de altura. En el alto, a la izquierda, llegamos al hostal o pensión Santa María do Poio por la que pagamos 40 € por una habitación más vieja que yo, que olía a cerrado que echaba para atrás, pero que al menos pudimos airear. Comimos en el mismo hostal por 28 € (ensalada y san jacobo para mí y caldo de judías y churrasco para mi amiga, todo hecho con un aceite más que reutilizado). También cenamos allí porque hay poca cosa por los alrededores y me pareció bastante cara ya que pagamos 23 € por un par de tortillas francesas y una ensalada. Antes se decía que en Galicia se comía bien y barato, pero en este sitio ni bueno ni barato. Lo único bueno es que tenían cuerdas para colgar la ropa y un garaje para guardar las bicis. Andaban también hospedados unos tipos que iban con bicicletas eléctricas.