La maratón de Madrid cambia la meta

Leí hace un par de semanas que la maratón de Madrid se veía obligada a cambiar el lugar donde acaba. Según parece por orden municipal la carrera no puede terminar en el Retiro y han optado por situar la meta en el Paseo del Prado enfrente del museo.

Recuerdo haber acabado allí en 1998 y 1999. En 2000 no sé si también acabó allí porque no participé por lesión. Recuerdo con cariño este sitio y el año 99 porque fue ese año cuando conseguí bajar por primera vez de tres horas y media en una maratón. Hice 3h27 y tuve que esperar ¡once años! para volver a bajar de tres horas y media, ya que en la maratón de Madrid de 2010 hice 3h25 acabando esta vez, como casi siempre, en el Retiro.

Ayer no pude salir a correr porque tuve que ir al hospital, así que he salido solo hoy y por variar he ido a Parque Sur. He tenido suerte porque llevamos unos cuantos días lloviendo casi de continuo y cuando he salido a eso de las seis y media no llovía, aunque había tramos muy embarrados. De hecho, el otro día compré unas zapatillas nuevas, por aquello de las ampollas, y no las he querido estrenar para no mancharlas.

Di tres vueltas a un circuito que tengo medido en Parque Sur, de algo más de tres kilómetros. En la primera vuelta me crucé con Antonio que iba con sus colegas del parque y me invitó a unirme a ellos, que estaban haciendo cambios de ritmo, pero le dije que no, que iba a correr tranquilo.

Hice las tres vueltas completando 9,3 km en un tiempo de 49:45 @ 5:19 min/km. Un entrenamiento algo lento, pensando en el siguiente entreno, que ya tocará apretar.

Las Kalenji Kiprun LD son como la subida del 0,25%

El otro día en la manifestación de los jubilados vi una pancarta que decía «la subida del 0,25% es una mierda» y de ahí se me ha ocurrido el título de esta entrada. Y es que con las Kalenji Kiprun LD no estoy teniendo más que problemas. Que si una ampolla en la planta del pie, que si una ampolla encima del juanete, que si otra ampolla en el otro pie. Contento me tienen. Compré estas zapatillas porque estaban bien de precio y había leído buenas críticas y me he dado cuenta de aquello que decía mi madre: «lo barato es caro».

El problema principal que veo a estas zapatillas es la lengüeta, porque sólo está cosida a la parte de arriba de la zapatilla por el extremo de abajo de la lengüeta, de tal modo que al flexionar el pie quedan huecos entre la lengüeta y la zapatilla y por ahí puede entrar arenilla y provocar, por ejemplo, ampollas. Prefiero, sin lugar a dudas, una lengüeta que esté unida a la zapatilla casi en su totalidad y así evitar este problema. De hecho, estoy pensando en coserlo yo mismo.

Lo curioso es que la semana pasada corrí la media de Latina y no tuve problemas, pero hoy cuando ya llevaba unos quince kilómetros iba notando que me molestaba la parte del pie donde ya me salió la ampolla semanas antes. Debe ser que cuando corrí la media era por asfalto y no se metió ninguna piedrecilla y hoy el entrenamiento ha sido por caminos y alguna ha debido caer.


La ampolla sanguinolenta de hace tres semanas

Hoy nos juntamos seis pradolongueros en el punto de encuentro a las 9:30. Bajamos todos juntos al Parque Lineal, pero enseguida tres de ellos empezaron a acelerar y nos quedamos otros tres más detrás. Yo salí con la idea de acelerar también, pero más tarde, en el kilómetro diez. Así que fui con mis dos acompañantes hasta la decena de kilómetros y fue en ese punto donde empecé a aumentar el ritmo hasta tratar de ponerme a 4:20 durante dos kilómetros, luego bajar el ritmo otro kilómetro y volver a hacer otros dos a 4:20. Una jornada larga de tipo Jack Daniels. Y me salió poco más o menos porque hice el primer bloque a 4:23 y 4:25 y el otro bloque a 4:16 y 4:25. Eso sí, estos kilómetros me dejaron las piernas bastante cansadas y aún quedaban unos cuantos kilómetros para terminar el entrenamiento.

El caso es que «se» me acabó el parque cuando iba en el segundo bloque y por no subir hacia el 12 de octubre y perder el ritmo, opté por dar la vuelta a la cabeza y volver por el otro margen del río hasta la Caja Mágica y vuelta. Por supuesto, cuando di la vuelta, no había rastro de mis acompañantes, así que subí hasta Pradolongo y allí los encontré estirando.

Conminé a mi tocayo a seguir corriendo para completar los 22 km que nos habíamos propuesto antes de salir, pero me dijo que si lo quería hacer yo, que ya sabía el camino. De todos modos él se había dado más paliza que yo en el Parque Lineal y comprendí que no quisiera seguir.

Yo sí completé los 22 km en un tiempo de 1:53:55 @ 5:11 min/km. Un buen entrenamiento.

La báscula marcaba antes de salir 69,7 kg bastante más de lo que me gustaría. A la vuelta había bajado a 68,3 kg, pero esto no cuenta.

Enki, dios del viento

Todo el mundo sabe que para los griegos el dios del viento era Eolo. Pero quizás menos gente sepa que Enki era el dios del viento para los mesopotámicos. Como todos los dioses, hacía todo tipo de cosas sobrenaturales, pero lo que más me ha llamado la atención es que fue quién alertó a la humanidad sobre el gran diluvio universal provocado por Enlil a causa de las barbaridades que estos cometían.


El dios Enki, la mar de majete. Foto sacada de la Wikipedia

Así es señores, el diluvio universal que aparece en el Antiguo Testamento no es más que una copia -no sé si barata- del mito mesopotámico.

Y es que estos tipos eran gente sorprendente. Fue en Mesopotamia donde nació la civilización y donde inventaron el sistema de numeración sexagesimal, invento de hace unos cuantos miles de años que aún se sigue utilizando para medir los minutos y segundos. Porque no es casualidad que una hora tenga 60 minutos y un minuto tenga 60 segundos. Viene de los mesopotámicos, de tiempos pretéritos.

Me acabo de dar cuenta que me ido por las ramas totalmente. Iba a hablar de Eolo y de cómo ha soplado en el día de hoy y de Eolo he saltado a Enki y me he puesto a desparramar si querer.

Hoy la lluvia nos dio una tregua durante el entrenamiento, pero debido al viento había tramos en que costaba avanzar y si a eso sumamos lo embarrado que estaba el terreno, fue un entrenamiento complicado, pero Joaquín y yo cumplimos como campeones.

Totalicé 9,7 km en un tiempo de 56:33 a un ritmo escalofriante de 5:50 min/km, que puede sonar a que fuimos tocándonos los eggs, pero no, fue un entrenamiento endurecedor.