Prospect Park

Dicen las guías turísticas que los arquitectos del Prospect Park consideraban este parque como su mejor obra y que muchos neoyorquinos están de acuerdo con ellos, incluidos algunos residentes en Manhattan que consideran a este parque situado en Brooklyn como su parque favorito. La verdad es que es un parque bastante grande y al contrario que Central Park, muy irregular en su forma. Curioso cuanto menos.

Dado que estábamos hospedados en este barrio y que el entreno del domingo me había sabido a poco, decidimos salir a hacer unos kilómetros por este parque.

Se llega al parque por la Gran Army Plaza (allí donde tenía que haber cogido el bus para llegar a la línea de salida de la maratón) y lo primero que se ve es un gran arco del triunfo coronado por una cuádriga. Al atravesar la plaza se entra en el parque, el cual se halla circunvalado por una carretera asfaltada de un perímetro algo superior a los cinco kilómetros. Debe ser un circuito habitual por el que los corredores entrenan ya que estaba marcado cada cuarto de milla. Recorriendo este circuito me di cuenta lo larga que es una milla.

Queriendo demostrar a los neoyorquinos de la pasta que estoy hecho salí con la indumentaria del día anterior: pantalones cortos y camiseta también de manga corta. Pasé un frío del carajo, pero frío, frío de verdad. De ese que no consigues entrar en calor de ninguna manera y que provoca que te duela el cuerpo cuando te da el agua caliente de la ducha.

Todo el mundo que veíamos entrenando iba bien pertrechado contra el frío, excepto una chica con cara de neoyorquina -pero que debe ser del mismo Bilbao- que iba con unos pantaloncitos mínimos y camiseta de hombreras. Tenía una curiosa forma de correr, dando saltitos como si el suelo quemara, pero puedo asegurar que no estaba precisamente caliente.

Hicimos los primeros kilómetros cruzando el parque por una enorme pradera donde había unos dos millones de perros, por lo menos, con sus respectivos dueños disfrutando libres de sus ataduras de la fresca mañana. Pensamos que era mejor continuar nuestras correrías por la carretera de circunvalación que al menos estaba libre de canes, aunque compartida con tráfico rodado, pero bien separados los carriles. Además había poquísimo tráfico por lo que sospecho sólo debía estar abierta a vehículos que tuvieran algo que hacer en el parque.

Cuenta el circuito con una subida larga y dura de aproximadamente un kilómetro que provoca que el recorrido sea exigente. Ni con esta cuesta ni con el frío nos amilanamos por lo que después de una primera vuelta de reconocimiento fuimos a por una segunda.

Con esas dos vueltas y el camino de ida y vuelta hicimos algo más de quince kilómetros, aunque el chisme sólo marque 14,7 km, que fueron recorridos en 1:18:29 a un ritmo de 5:20 min/km.

No sé si ya lo he dicho, pero el 18 de este mes espero estar en la maratón de Valencia para quitarme la espina de la maratón que no nos han dejado correr y no tirar a la basura la preparación que había hecho. Y la maratón de NY… con su pan se lo coman, que yo no vuelvo ni harto de vino a la gran manzana.