La última vez en la que participé en esta carrera fue en 2004, hace ya nada menos que diecinueve años. Aquella vez fui a dejar la ropa en el guardarropa y me dijeron que ya no cogían más y no es que fuera con retraso a dejarla, así que me tocó hacer la carrera con la mochila y entonces dije que esta carrera no la volvería a correr nunca más; sin embargo, este año por diversos motivos me he animado a participar y eso que no estaba para correr.
Resulta que había hecho el Camino de Santiago desde Saint-Jean-Pied-de-Port hasta Santiago, lo que supuso andar treinta etapas y aunque no lo parezca son treinta días sin entrenar porque no es lo mismo andar que correr. El caso es que unos días después del Camino salí a correr y sólo pude aguantar kilómetro y medio, la rodilla izquierda me dijo basta. La siguiente vez que salí pude hacer cuatro kilómetros hasta que de nuevo la rodilla se quejó. Cuatro días después iba con dolor, pero podía correr decentemente hasta que llegué a una cuesta muy empinada y como no podía ser de otra manera tuve que parar por la rodilla, pero ese tercer día pude hacer nueve kilómetros. Pensé que si había hecho nueve, podría hacer diez una semana después y eso me animó aunque no las tenía todas conmigo.
Quedamos en el punto de encuentro y fuimos en el coche de Emilio hasta el centro comercial de las Rosas, donde aparcamos. Algunos entramos al centro comercial a hacer nuestras necesidades. Cuando ya estuvimos todos, nos hicimos unas fotos, dejamos la ropa en el coche y otro compañero que no iba a correr se llevó el coche para aparcarlo cerca de la llegada, ya que esta carrera empieza en un sitio y acaba en otro.
A las once y media dieron la salida y me propuse seguir a una de las compañeras del Club Atletismo Zofío que dijo quería bajar de cincuenta minutos, aunque hizo el primer kilómetro en menos de 4:40 y no pude con ella. No me preocupó mucho que se fuera porque era cuesta abajo y sabía que en la cuesta arriba la cogería, como así fue cuando subimos la Avenida de Guadalajara donde las anteriores veces que había corrido daban la salida.
Se me fue otra vez bajando mientras yo hablaba con un amigo que me encontré en plena carrera. La volví a coger subiendo Arcentales, ya que se la hizo dura la última subida de algo más de un kilómetro y ya fuimos juntos. Eso sí, yo iba con algo de miedo a que la rodilla se quejara, pero aunque molestaba no fue un dolor que me impidiera correr. Fui animando a mi compañera para que no decayera y entramos los dos en meta haciendo un tiempo oficial neto de 49:37, lo cual dejó muy contenta a mi amiga porque había cumplido su objetivo. Yo también acabé muy contento simplemente por el hecho de acabar y que la rodilla no se hubiese quejado demasiado.